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El mediodía estaba despejado pero helado. El sol brillaba tan intenso que dañaba los ojos. Más bien parecía un sol de verano si se miraba por la ventana de una casa calentada. Y en la calle el frío rasgaba la nariz y las mejillas. El suave viento del Este como si daba pellizcos a la piel.
El invierno envolvía los alrededores con suaves pelajes. Ahogándose en la blancura de la estepa, estaba un pequeño pueblo de Siberia. Las derivas cubrían la mayoría de los techos. Y las pequeñas casas y graneros estaban cubiertas de nieve como una cadena de colinas. Las calles estaban vacías, bajo la nieve aplastada crujían los pasos de algún raro transeúnte. Esta pequeña ciudad estaba situada a las orillas de un río siberiano, rápido y frío. Los kazakh vivían allí. Una ciudad indescriptible, sin ningún orden en ella. El centro un poco organizado: había calles, la principal - Zemsky - venía del mercado hacia el río. Sus márgenes se asemejaban a una manta de camello andrajosa. Las chozas de los kazakh estaban dispersas sin orden.
Hoy, el Zemsky estaba vacío. Sólo de vez en cuando, aparecía un comerciante, arrastrando en la nieve un montón de pieles o gimiendo bajo una pesada bala de lana. A veces se oía el crujir bajo los corredores de un trineo de nieve. En éste había un kazakh moreno - un invitado de las estepas - guiando camellos al bazar. Y después, la calle, se ponía otra vez tranquila, desierta.
Pero al final de la calle apareció un trineo - una pequeña koshevka. El Kucher (carretero) lo dirigía hacia el bazar. El pasajero, uno de los becarios de la ciudad, Meirhan, estaba frunciendo el ceño. Preocupado.
El trineo se detuvo al lado del bazar, cerca de una pequeña casa, bajo un techo verde. Meirhan inmediatamente saltó y corrió hacia la casa.
- ¿Qué Khadisha, tan mal? - Preocupado se enfrentó en el pasillo con una mujer joven y llorosa.
- Muy mal y peor, con cada hora que pasa, por eso te he mandado llamar hoy. - Khadisha bajó la cabeza, tratando de ocultar sus lágrimas y abrió la puerta de la habitación. Se sintieron suspiros entrecortados. Meirhan entró en la pequeña habitación.
Maksut estaba acostado sobre una cama alta. Su rostro se elevaba de la almohada, éste, que era generalmente blanco, parecía bastante negro. Sus mejillas estaban hundidas, y bajo sus ojos había bolsas llenas y pesadas. Su pelo negro estaba como engominado, pegado a la cabeza, como sin vida. Se esforzó por respirar, y luego sentía con sus dedos el pecho que era como de cera marchita. Sus labios resecos se movieron ligeramente. Meirhan se inclinó a él, tratando de entender lo que estaba pidiendo, pero de la garganta del enfermo salían solo chirridos y gorjeos, Meirhan apenas entendió alguna palabra.
Los dos amigos se miraron como diciéndose adiós. Maksut pronto cayó en el olvido, empezó a delirar. Recordó su trabajo – la escuela, los niños kazajos. Con palabras rotas decía: "niños... ciudad huérfana... Yo no logré ... "El enfermo pasó sus manos sobre el pecho y dijo: 'Yo no pude ... Entre la vida y la muerte, ahora. "Apretó su compañero: "No me malinterpretes, no es culpa mía...”
En silencio entraron la madre de edad y la mujer, se pusieron al pie de la cama. Khadisha presionaba su bebé al pecho, mirando con ansiedad el moribundo. Y su madre, que para ella él era - su único Maksut – mirando a Meirhan como si dependía de él, si su hijo vive o no.
Pero, ¿en qué puede consolarla Meirhan? Después de todo, hoy vino un médico por la mañana y dijo: "No mucho le queda, se va a morir pronto."
Maksut de repente se despertó, encontró a su madre. La miraba a largo con nostalgia, luego cerró los ojos con tristeza. Puede ser que imaginaba la vida solitaria de su madre, que nadie calentará su vejez.
Dominó y habló:
- ¿Qué vas a hacer, madre mía, a quien te dejo...? Los jóvenes encontrarán sus caminos, ¿y usted?... Hubiera sido mejor si usted estuviera muerta antes de yo...
Se silenció, se volvió hacia la pared. La madre no se pudo detener, lloraba y pedía el amor de Dios. Khadisha sollozaba. Llegaron otros compañeros de Maksut: Zhumagul y Aktay. Se sentaron en silencio. Maksut, mirando a la pared, volvió a hablar:
- Khadisha... no se perderá... ella no es su hija nativa, ella irá sola... Pero ¿si pasa algo ... que va a hacer? .. Tal vez le ayudará con un buen llanto...
La anciana comenzó a sollozar en voz alta,
- La luz de mis ojos, mi único, ¿por qué dices eso?
Maksut débilmente preguntó:
- No llores, mamá, no llores... Me duele el corazón ... Vete mejor, de aquí.
Los compañeros trataron de persuadir a su madre que se vaya.
- No llore aquí. Sus lágrimas pesan sobre él. Mejor alejarse un poco y sentarse en otra habitación.
- Mi único, ¡la luz de mis ojos! Acuéstate, me voy a ir. - La anciana salió, sin apenas mover los pies. Tras ella salió en silencio Khadisha.
Meirhan estaba deprimido. En efecto, Maksut tenía razón. No mucho le queda. El problema ahora será la madre. ¿Cuánto tiempo se acordará la joven esposa de su marido fallecido? No se va a quedar a largo una viuda. Además es de la ciudad...
No duró mucho tiempo Maksut. El día llegó – cuando él ni siquiera podía moverse, los ojos apenas los podía abrir. Respirando difícilmente y a menudo con voz ronca.
Su madre bajó las manos. Todos estos días, desde la mañana a la mañana no se levantó de sus rodillas y le pidió a Dios por su hijo. Y ahora se dio cuenta – el fin.
La vida dejó el cuerpo de Maksut. El aliento se fue, sus manos y pies se volvieron fríos. En pie, en torno a él, la familia y sus amigos. Decidió - llegó a su fin. Y de repente el moribundo, difícilmente abriendo sus ojos preguntó:
- ¿Estoy vivo o no? - Y volvió a cerrar los ojos. La palidez se extendió lentamente por su rostro. No estaba más Maksut.
El mismo día toda la ciudad se enteró de la muerte del joven maestro. Y todos estuvieron de acuerdo: "Era un buen tipo, era la gloria de la ciudad, es una pena, el pobre hombre." Y añadieron: "La madre anciana, que lástima, ¿que será ahora de ella?"
En el funeral hubo mucha gente. Los discípulos de Maksut vinieron, sus compañeros y familiares. Nadie estuvo indiferente. Todas las cabezas se inclinaron cuando el cuerpo de Maksut fue depositado cerca de un nuevo montículo de arcilla, en un hoyo ennegrecido. Sólo los mullah en este solemne momento, no se olvidaron de las cosas mundanas. Siseaban, discutían, repartiendo el caftán y los pañuelos del cinturón del difunto.
Pasaron días... Volaron los meses difíciles y fueron olvidados. El sol calentaba cada día más fuerte y despertaba la naturaleza. Y todo en torno se rejuvenecía. Los árboles se vistieron de un denso follaje, incesantemente susurrando acerca de algo. Los pájaros, desde el amanecer hasta el anochecer, estaban ocupados, piando canciones de bienvenida a este glorioso momento del año. Y el pueblo se animó, dedicándose a cosas divertidas.
A todos les llegó la primavera. Sólo en casa de Maksut no se la veía. Todo estaba triste aquí, muy grave. Había pocos intercambios de palabras. Se podían oír los difíciles suspiros de la madre vieja. Sus oscuros párpados, como si tallados en piedra, no se levantaban, su rostro oscuro, marchito. Era difícil, a la joven Khadisha, esta casa huérfana. El doloroso silencio la opresaba. Se hubiera enfermado si no fuera por Jamilla. La hijita de Maksut a veces, incluso, hacía que la vieja se olvidase.
Un poco más de alegría traían los amigos de Maksut-Zhumagul y Aktay. Meirhan, casi no venía, parecía que, incluso, quería evitar la reunión. Pero Zhumagul y Aktay visitaban, tratando de dispersar los pensamientos sombríos de Khadisha.
Últimamente Zhumagul frecuentaba la casa. Venía ahora solo, sin Aktay. Le contaba historias y cuentos convenciéndola que se tratan de él y que ocurrieron de verdad, sólo para entretener un poco a Khadisha. Y con la anciana hablaba buenas palabras sobre Maksut. Y la anciana feliz. "Buen hombre," - decía.
Y Khadisha se volvió tan acostumbrada a Zhumagul que si pasaba mucho tiempo sin verlo – se ponía aburrida, carecía de sus divertidas historias. Al acostarse a dormir, cualquier de los sueños que le venían a la mente, contenían una esperanza, de algo. Que cada vez le parecía peor, esta casa, a la mujer joven, cansada de escuchar los suspiros de su suegra. "Después de todo, la vida no la ha conocido, ahora es el momento de conocer su dulcera", - soñaba así, pero de repente, veía como una mano huesuda la aferraba. Y frente sus ojos veía la cara de su marido.
Perdió su paz, la joven viuda. Una señal segura de cambios rápidos, la esperanza...
Uno día Meirhan volvió del trabajo. Se echó a reposar. De repente le trajeron una carta. La leyó Meirhan y no pudo dar crédito a sus ojos:
"¡Mi querido amigo!
Te espero mañana a las doce. Será mi boda. ¿Vendrás? Probablemente ya has escuchado: Me caso con Khadisha. Es la voluntad de Dios.
Zhumagul”.
Una y otra vez leyó Meirhan la carta, no quería creerlo. Finalmente entendió todo, y con su corazón dolorido contestó al pie de la nota: "No vengo. Que caigas con tu casamiento”.
Al día siguiente, vinieron a lo de Meirhan dos compañeros, venían - para llevarlo a la boda: afeitados, perfumados, con cuellos blancos y chaquetas depuradas. Para que el vaya con ellos.
Meirhan protestó intentado hablar:
- ¡Es necesario tener una conciencia! Ayer dijimos adiós a un amigo, y hoy vamos a ¡caminar en la boda de su esposa!
- Vamos, - defendieron sus amigos. - ¡No seas obstinado! Ven con nosotros. Tomamos una copa, un bocado como se debe. No hace mal a nadie.
De todo modo, Meirhan fue. Decidió echar un vistazo a esta boda.
Había muchos invitados, la diversión estaba en pleno apogeo. El novio feliz. La novia estaba brillando, como si ella no hubiera llorado recientemente sobre la tumba de su marido.
Nadie recordaba a Maksut. Los invitados estaban achispados. Felicitando a los jóvenes novios, bromeando, riendo. Meirhan se emborrachó. Se puso de pie, levantó la copa y pidió atención. Los huéspedes quedaron en silencio, esperando al nuevo brindis.
- Propongo a todos un brindis a Maksut... Que su alma esté viva y sana! ..
Alguien resopló. Zhumagul y Khadisha sonrieron. Todos bebieron, sin comprender el significado del brindis. Los amigos derribaron a Meirhan sobre su silla: "Vamos, no pasó nada, siéntese."
En vano Meirhan intentó que los invitados recuerden la memoria de su amigo.
Varios días más tarde, una procesión ruidosa pasó bajo las ventanas de la casa de Maksut. Amigos acompañaban al joven Zhumagul, y a Khadisha hacia la estepa, donde residía su padre, para permanecer un poco en su aul natal. La carreta tirada por un trío de caballos juguetones, con campanas, pasó de largo por la casa silenciosa. Zhumagul miró a las ventanas, y en una de ellas vio a la anciana. La madre de Maksut, sus ojos mirando con tristeza a la distancia, sin ver...
Mayo de este año resultó ser generoso. La estepa violentamente se puso de verde, con una agradable vista de las altas y suculentas hierbas. Los bordes de la alfombra verde, que corría hacia arriba, llenas de flores primaverales de color amarillo.
Se adornaron los valles y las montañas, y el río hablador, que implacablemente saltaba de roca en roca, al pie de las montañas. Floreció el abedul muy bonito y el arbusto que acompañaba el rio se volvió más verde, Incluso las piedras sombrías – al lado de la orilla - se alegraron. Las aves revoloteaban dentro del arbusto y cantaban a toda voz. Y justo aquí se elevaba una decorada yurta. En espera de la llegada de una joven nuera.
Los aul que emigraron al dzhaylyau - pastos montañosos, esparcidos a lo largo del lado sur de la montaña Chingiz. Las yurtas blancas, si se miran desde la distancia, se asemejan a huevos puestos en la hierba. No muy lejos había un lago - el agua este año fue abundante - que como estaba jugando con los rayos de luz del sol, reflectándolos, al igual que un espejo. Alrededor de éste pastaban las manadas, sin densidad – había suficiente espacio para todos. Y en los aul la gente feliz y bulliciosa.
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Buen rebaño de ganado esta primavera, buenas manadas de caballos, el ojo no se desprende al verlos. Después de la invernada y bien alimentados, los caballos estaban lisos, se divertían en la estepa. Los Jinetes se jactaban. Y si se reunían en grupos de dos y de a tres - habían juegos, concursos. Pero había llegado el momento de kumyz. "Los caballos entran en vigor, los potros se criaron, es el momento de unir las yeguas", - dijeron los viejos-. Así que los aul deberían preparar sogas, riendas y bridas, pronto habrá que atrapar las yeguas salvajes del pastoreo.
El aul de Zhumagul se dedicaba a esta cosa desde hace unos días. La madre de nuestro héroe erudito - mujer ahorrativa, económica, no le gustaba desechar en vano, ni las migajas. Es por eso que ella preparó todo antes de los demás. Hoy el aksakal- anciano consultor, Amre, dirigió y ató la yegua. Según la costumbre, para ayudarlo, en su aul se reunió gente, no mucha - vecinos más cercanos y transeúntes. Pero de los aul más lejanos, nadie. Amre era conocido como un mezquino y la gente venía a saludarlo y ayudarlo sin muchas ganas.
El Tabunshik –pastor, continuaba atrapando yeguas. Estas que corrieron salvajes durante el invierno, habituadas a pasear libremente, ahora no dejaban a nadie que se les acerque y era muy difícil atraparlas.
Sí, el viejo pastor conocía su trabajo, ordenó de comenzar con los potros.
Con un pisoteo fuerte la manada salvaje empezó a correr rápidamente. Pero, el fuerte y finito lazo se arreglaba para atrapar a un potro. Dejaba que el potro se eleve todo lo que quiera sobre sus patas traseras, éste no podía librarse del fuerte agarre, de las garras de un cazador experimentado. No podía resistir el potro y caía al suelo. Y el corazón de Amre se hundía. "Bismillah" – el anciano susurraba una oración y en un salto, gritaba: "¡Cuidado!, te romperás la espalda, suavemente, te doblarás el cuello".
Al fin, todos los potros fueron capturados y las yeguas atadas. Y las mujeres llegaron al campo con grandes bandejas de Kurt-una pasta tradicional en forma de bola, y mantequilla. Los peones estaban cansados pero felices de los alimentos. En silencio Amre se les acercó y se sentó.
Templado su primera hambre, la conversación fluía en sí. Comenzaron a compartir noticias. Y la noticia más interesante era- el matrimonio de Zhumagul. ¿Cómo se casó el hijo?, realmente no sabían, ni Amre ni su esposa Kamaria, que no envejecía. Y haciendo cara que lo saben todo, igualmente escuchaban con interés a lo que decían los invitados ocasionales.
Al aul llegaron personas de la ciudad. Alabando a Zhumagul. Se casó muy bien. Tomó la hija de Kondybay. Ésta trajo una dote muy grande, y aún después de la muerte de su primer marido se quedó con muchas riquezas. Ahora, si es que Zhumagul adoptará la niña - la hija de su esposa. Y si se decidera a dar una educación a la niña, entonces según la ley, todos los bienes del difunto se destinarán a él. Está también la anciana, la madre de la persona fallecida. Sí, ¿cuánto ya necesita? "Un hombre rico, se volvió vuestro hijo, en un par de días, su vida cambió."
Escuchando todo esto Amre y Kamaria, dieron las gracias a Dios dentro de sus corazones sin ser oídos, y como si nada especial hubiera sucedido dijeron:
- Gracias a Dios. Esperó. ¿Cuánto hemos investido en él?, ¡lo impartimos en la ciudad! Pensando - que estudie y no nos olvide, incluso cuando podrá un poco de monedas nos enviará. Ahora realmente él tiene que recordarse de nosotros. ¿Quién?, si no él, nuestro hijo, ayudará a los ancianos. Hizo muy bien en llevarse de esposa a una mujer con una gran dote.
Y los invitados siguieron conversando, hablando. ¿Cómo van a recibir a los novios? ¿Bastarán a preparar el kumyz? Después de todo el hijo con la nuera vendrán y sarán los invitados de honor.
Otros se preguntaban si la pareja se debe llevar con ellos a la mujer anciana. Tienen que traerla. Ahora ella se quedó sola en el mundo, no hay nadie para cuidarla, la pobre, y sin embargo, ella es la dueña de todos los bienes, sí, ella lo es después de todo.
- Sí, para que necesita ¡tanta riqueza esa vieja! - dijeron otros.
Kamaria la madre de Zhumagul pensaba dentro de sí: "Es poco probable que la vieja encuentre un mejor yerno que mi Zhumagul. Será alimentada hasta el fin de sus días. No es estúpida – mantendrá a los jóvenes con ella. Y no la pasará mal... "Así creía Kamaria, pero en voz alta – ni una palabra. Si se atrevía era sólo en el oído de su marido Amre que no quería escuchar, interrumpiéndola:
- Deje, vieja, vana palabrería. No hay nada que pensar en el futuro. Así como Dios puso, ¡así sea!
Ocultaban sus esperanzas, los padres de Zhumagul, escondiéndolas de todos. Sin embargo, alguien las había descubierto, por casualidad escuchó alguna palabra y los rumores sobre las grandes riquezas de la novia y el novio se esparcieron sobre el aul.
Pasaron varios días. Una noche, en la que Amre quedó con la manada en la charca. Y en la que Kamaria en ese preciso momento se paraba frente a la yurta, a hablar con las mujeres – que llegaron a ordeñar las ovejas. Las ovejas y corderos, se empujaron y balando en voz alta, corrieron hacia el aul. Un joven pastor llegó al encuentro con las mujeres, gritando,
- Suyunshi, suyunshi- ¡Alegría! ¡El tío Zhumagul llegó! El aul se despertó y crujió. Sí, pues todos estaban impacientes para ver la pareja, a ver el novio exitoso.
Las mujeres salieron corriendo de tienda tras tienda. Los niños corrieron en el aul, alertando a todos con un fuerte grito. Las mujeres estaban alarmadas y los viejos cortaron sus charlas tranquilas en el pozo.
A la gran yurta blanca de Amre iba todo el pueblo. A lo lejos se oyó el sonido de las campanas. Y no tardaron en aparecer, la carreta con el trío de audaces caballos que volaban como un pájaro. La multitud se abrió como una pared corrediza para dar paso y el famoso carretero sitió los caballos. Volaron abrazos, besos, preguntas sobre la salud, sobre la familia, amigos. Zhumagul fue trasladado de una prima a otra. Khadisha fue rodeada de mujeres.
Kamaria besó a Khadisha y los otros - los más ancianos la abrazaron. La primera excitación del encuentro se calmó, y la gente comenzó a mirar de cerca a los visitantes. Eran muy diferentes en apariencia de los residentes del aul.
Zhumagul y Khadisha eran verdaderos ciudadanos. Bien vestidos, ligeramente y bien adaptados a la temporada. Y tenían un hablar distinto del aul. Zhumagul insertaba en sus discursos palabras extrañas, e incluso divertidas para los oídos locales. Y Khadisha dentro del grupo de mujeres y niñas del aul parecía un extraño pájaro.
Los huéspedes entraron en la tienda, se sentaron en el lugar de honor. A muchas personas no les gustaba el comportamiento de las mujeres urbanas. Ella se inclinó hacia el oído de su marido, susurrando como si no le gustaba o condenaba a los que vinieron a su encuentro. Una mujer de lengua afilada notó de inmediato su "culture". Comenzó una risa y la gente empezó a murmurar. Que las personas de la ciudad no levanten tanto sus narices. En la estepa no vive gente tan tonta.
Amre se sentó con el ceño fruncido, silencioso, triste, miraba de reojo a la alegría. Kamaria, aunque veía todo no lo demostraba, presentó a Zhumagul comida, acariciándolo.
Brevemente se miraron la suegra y la nuera. La"culture" de la mujer de la ciudad no les impidió a acercarse. Lo mismo ocurrió con Amre y su hijo educado. Los cuatro muy pronto encontraron un lenguaje común. Después de todo, la cuestión importante y difícil de la división de la propiedad ocupaba a todos. La joven pareja terminó por ser más materialista que los ancianos padres. En avaricia y prudencia, la nuera y el hijo "erudito" incluso superaban los padres. Y no había dentro de éste cuarteto de jóvenes y viejos, ni ignorantes y ni educados, el pensamiento de la riqueza los unió a todos con fuerza. Un día o dos mas - y revelarán a sí el alma, sin dudar, sin vergüenza el secreto escondido de todos. Kamaria no se cansaba de recordar
- Los gastos están aumentando y no hay ganancias en absoluto. El ganado disminuye ininterrumpidamente. Es hora de que ustedes tomen el cuidado de los ancianos. En la cantidad que ustedes quieran pero al menos, lo solicitado.
Los apetitos crecían, si al principio la dote de la novia parecía un beneficio significativo, ahora se olvidaron de ello y pensaban. Cómo aprovechar la herencia de Maksut, quitársela a la anciana – eso era lo que tenían en mente en estos momentos.
A principios en las conversaciones entre Zhumagul y Khadisha este sujeto no estuvo al orden del día. Cada uno con su pensamiento para sí mismos. Y aquí, en la estepa perdieron toda su vergüenza. Las personas mayores sin ceremonias, lo dijeron sin rodeos. Los jóvenes no se quedaron atrás. Kamaria pronto vio a través de su nuera. Entendió: no hay que enseñarle. Pero en todo caso, en cualquier oportunidad le habló sobre la herencia, le recordaba aún si hubiera muy poca razón para hacerlo. Y si no había ninguna razón, ella tomaba a la hijita de Maksut, Jamilla, de la mano y diciendo:
- Nieta mía, pronto podrás consolarnos, a tu abuela y a tu abuelo, te convertirás en la dueña de todos los bienes. Esperamos, esperamos tu ayuda. Mira, quita todo a la vieja, ¡quita todo! - Y ella tiró suavemente sus orejas, las de Khadisha y Zhumagul.
Y Amre tenía sus planes. Se le ocurrió otra manera de aumentar la riqueza. Él tenía un amigo rico, en el aul, Zhangozy. Éste una vez había dado una ojeada a la pequeña Jamilla.
- Que buena nieta tienes - la alababa. – Justo la novia para mi chiquito que, usted sabe, nació el año pasado. A lo mejor los comprometemos, Amre, ¿qué le parece?
Esto encantó a Amre. El contó todo a Zhumagul. Y éste se resistió:
- No es hora. ¿Como las personas van a ver este compromiso? Después de todo, hablamos de la división de los bienes que están bajo la mano de la anciana, y ésta es su propia nieta. Todos sus bienes, su casa, los dará a la hija de su hijo, que ya está aquí. ¿Y después? Me conformo con el compromiso, y ¿qué va a ser de la división de bienes? Y la gente... Me Avergüenzo.
- ¡La gente, la gente! - Amre se quejó. - ¿Vas a escuchar lo que dice la gente?, ¿los pobres de estancia? Aquellos, a los quienes tienen fortuna, siempre van a odiar. Tienes que escupir a la gente. Y eso no tiene por qué hacerte daño a tu conciencia...
Amre refunfuñó, pero no insistió. El compromiso fue pospuesto.
Las hierbas verdes se secaron. La estepa ya no se está verde, se volvió, marrón y gris. La gente hablaba más de la cosecha: ¿como la tierra dará sus gracias a los que cuidan de ella?
El ganado se reforzó en los pastos libres, vecinos a los estanques de agua dulce. Crecieron los potrillos. Era hora de pensar en el invierno. En los aul se comenzó prepararla migración del otoño. Y en el aul del aksakal el mismo Amre se ocupaba de eso.
Los jóvenes huéspedes se quedaron demasiado tiempo en la estepa. Se reposaron de todo corazón, se refrescaron. Ahora no se podía reconocer a los ciudadanos débiles y pálidos, que fueron recibidos en la primavera. La gente de la estepa era cortesa. El tiempo pasó con los huéspedes en alegría, risas divertidas, pero el verano pasó en un destello. Era hora para el viaje de vuelta.
Antes de salir Khadisha y Zhumagul no se podían dormir y se quedaron sentados, a las altas horas de la noche. El aul dormía pacíficamente, tras un fatigoso día laboral. La luna brillaba. Aquí y allá, destellaban fuegos latentes.
Los jóvenes estaban sentados el uno al lado de la otra, cubriéndose las piernas con mantas grandes de plumas. Hablaban en voz baja. Kamaria se acercó. La conversación continuó su mismo rumbo - la herencia. Zhumagul permaneció en silencio. Aceptando la decisión final - obrar a través de Jamilla. Ella es la dueña de todos los bienes.
El asunto se debe hacer con todos los medios legítimos de todas maneras. La casa con todos los bienes deben ser registrados a Jamilla. Con esto los jóvenes regresaron a la ciudad. Se reunieron con sus amigos, sus conocidos, se enteraron de todo lo que pasó durante el verano. Y también sobre la madre de Maksut: la anciana sigue viva, dijeron los amigos. Sigue sentada en su casa, acogió como compañía una pariente renga. Extraña a su hijo. Reza y llora.
La madre de Maksut se enteró del retorno de Zhumagul y Khadisha. Durante toda la noche no apagó la luz, por la nostalgia. Por la tarde llegó Khadisha con Jamilla. La anciana abrazó la nieta, llorando, apretándola a sus pechos marchitos. ¿Jamilla se recuerda de su padre?
Khadisha se molestó, no podía esperar para llevarse a Jamilla. Y, después de estar sentada durante un poco por tradición, se despidió de la anciana y se llevó su hija.
No le importó a Khadisha el dolor del luto de su anciana suegra. De inmediato comenzó a instruir a su marido:
- No pierda su tiempo, haga más rápido al trabajo. Usted tiene un montón de amigos, ellos le ayudarán.
¡Y empezaron los asuntos! Donde no trataron ¡Zhumagul y Khadisha de resolver el caso! De alguien descubrieron que: el consejo escolar está dedicado específicamente a la protección de los menores. ¡Eso es justo lo que necesitaban! Presentó Khadisha una aplicación allí. Fingió ser una huérfana infeliz. Pintando todo de un modo que casi hizo de la madre de Maksut, una villana. Y el Consejo tomó una decisión: "la única y legal dueña de la propiedad del difunto Maksut es - su hija Jamilla. Como Jamilla era menor de edad, la supervisión de sus activos fue confiada a su padrastro y tutor Zhumagul”.
A propósito, en este caso ayudó a Zhumagul un amigo mutuo de Maksut y él - Aktay. Éste mismo quería la riqueza dejada por Maksut. Todo el tiempo le decía a su hermano soltero: "Estás todo el tiempo sentado, pierdes el tiempo, ¡¿dónde vas a encontrar una novia como Khadisha?!", Pero no tuvo éxito. Zhumagul se adelantó. Aktay cambió rápidamente el interruptor. Zhumagul ahora se ha convertido en una persona influyente, entonces es necesario ganarse su gratitud.
El viejo amigo de Maksut estaba ahora a favor de Khadisha y Zhumagul.
La anciana madre Maksut no sabía nada, de nada. Continuaba a derramar lágrimas por su hijo único. Y luego apareció otro problema.
Llegó a su casa Kondybay, trajo la decisión del consejo.
- La casa y los bienes son ahora propiedad de Zhumagul y Jamilla. No se preocupe, usted vivirá con ellos. Es la voluntad de Dios.
La vieja no lo esperaba, que semejante cosa pudiera pasar, aumentando su amargo dolor. Sí, es claro el presentimiento de Maksut se hizo realidad. Entendió bien el peligro amenazante de su nuera y su nuevo esposo. ¡Aquí está, es la verdadera orfandad! ¿A quién puede contactar, a quién pedir ayuda?
Ella trató de discutir con Kondybay:
- ¿Cómo es eso? Después de todo, es mi propiedad, lo recibí por herencia de mi marido y los padres. ¿Por qué tengo que dar los bienes de mi marido juntados por sus padres de generaciones a mi odiado enemigo, Zhumagul? ¡No tiene ningún derecho!
Mejor dejar todo a los pobres de regalo, y para él ¡ni un hilo le daré, de mi voluntad!
Reuniendo sus últimas fuerzas, empujó por la puerta a Kondybay.
Una vez que Kondybay estuvo afuera, la madre de Maksut empezó a pensar, ¿cómo puede ser? Y se dio cuenta: la fuerza está del lado del enemigo de ella, Zhumagul, se alistó el papel de la institución pública. Ella no era capaz de llegar a ninguna conclusión entonces comenzó a orar. Y se recordó de Meirhan. Ese es un amigo verdadero de Maksut, él la ayudaría con los nuevos problemas.
Le contó todo a Meirhan. ¿Que más necesita Khadisha? Ya se tomó hace mucho tiempo todas sus cosas. ¿Por qué querría quitarle lo último a la anciana, su hogar? Lloró, rogó a Meirhan. "Ayúdame" - evocando la memoria del difunto.
Al día siguiente fue Meirhan de Zhumagul.
- ¿Qué estás haciendo? Tu eres joven, saludable, e incluso también ¡"erudito"! Es que perdiste la conciencia, piensa en lo ¿qué quieres hacer? ¡No has pagado ni un centavo de dote al casarte! Y no eres pobre y agrega a esto la riqueza de la novia, ¿no te basta tampoco? ¡Planeas a robar a una anciana!..
Haciendo un gesto con las manos Zhumagul dijo:
- Yo no empecé este asunto – fue Khadisha. Ella no quiere escucharme. Es su asunto y lo decide sola. Y usted que se hace el inteligente, usted sólo sabe criticar a los demás. Mírese a usted mismo, no se meta en problemas que no están relacionados con usted.
No llegaron al corazón de Zhumagul, las palabras del amigo. Salió Meirhan, y sin decir adiós, dijo:
- Es cierto lo que dicen: ¡cuanta más rica es la persona, más codiciosa es...! y Zhumagul por caso esparció un rumor: Meirhan tiene celos de mi éxito y por eso se mete en los negocios ajenos...
Se enteró de todo lo que pasó la madre de Maksut. Entendió: de Meirhan no vendrá nada.
Así que la última esperanza se había ido. Y la anciana madre bajó sus manos. Antes lloraba mucho, pero la cabeza se mantenía clara, y su rostro, congelado por el dolor parecía aún majestuoso. Ahora después de todo el alboroto, su mirada se hizo inquieta, ansiosa. A veces, de repente - corría por la habitación, cogiendo al azar cosas, gritando...
- ¡No te daré, máteme...! Le quitaré... Voy a ir a mi Maksut!
Y Zhumagul no perdió tiempo. Obtuvo el apoyo de la ley. Un día inesperado se presentó en la casa de Maksut con tres agentes de la policía, se presentó ante la madre del amigo muerto. La anciana miró alrededor la extraña visión de los agentes de policía armados y a Zhumagul, ella se levantó y se tambaleó sobre la cama sin hacer. Comenzó a tocar todo, se aferró a las cosas con sus brazos delgados.
- No le daré... máteme... Maksut! - De repente gritó y cayó de espaldas, con los brazos extendidos.
Y se fue a Maksut...
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