Сегодня день рождения у
Никто не пишет литературу для гордости, она рождается от характера, она также выполняет потребности нации...
Ахмет Байтурсынов

02.12.2013 1777

Mailin Beyimbet "Beren" 

Язык оригинала: Beren

Автор оригинала: Beren

Автор перевода: not specified

Дата: 02.12.2013

I

 

Esta rambla tiene un nombre largo y elegante. Es uno de los muchos ramificados barrancos estapares, como el sistema circulatorio, que van más allá se convierten mas escarpados, hasta que finalmente se funden en uno enorme, agujero oblongo de forma extraña. Aquí está, "Say, donde murió el perro negro". En el fondo de  la rambla camina el riatillo. Sin embargo, de tal manera en que un perro no puede ahogarse. El riatillo más común, transparente, soporoso, que ha perforado la cama cubierta de cañas, muy similar a la trilla para las vacas pastandos. A un lado, por lo que el ojo puede ver, los agujeros con aires de las manidas de lobos con los bordes borrosos y arrancados por la estipa plumosa rara como por una cerda en la cara sin barba . Este es la traza las barracas. A su alrededor  algunos de ellos todavía tienen las paredes terrizos.  Son largos, anfractuosos, obviamente los duenos querian usurpar  los trozos de tierra no ocupada lo mas grande como es posible en el bordo de la rambla. Por eso sin flojera cercan susu casas con espacios enormes. Cada viajero al subirse a la cuesta y al ver esta invernada vieja, abandonada, va a preguntarse: “Quien era el dueno de este? Porque usurpio la tierra tan grande? Y quien es? Y donde esta aqui?” De verded, cada persona, quien ve estos arboles soledosos como se inclinan sobre el peso de los nidales de las cornejas, estas paredes que se corrompen, y que antes se han extendido por los cobertizos y pajares diferentes con cubiertos que se han caido. (....)

-          No, no,no! No hazte tonto!

En el carro eran dos: la persona mayor, el conductor negro, llamado Kayrolda, y el dzhyguit joven pintojo,  en una camisa blanca de seda, los pantalones de lana gris, un sombrero, con un bigote lunar negro - era Kurumbay.

Los viajeros se descendieron a la rambla y detuvieron los caballos. Todavía tenían que cruzar el barranco del arroyo. La corriente era tranquila, pacífica, balbuceanda. Los tábanos inmediatamente atacaron furiosamente a los caballos y les pegaron por todas partes. El encuarte de inmediato se hizo como aturdido, parecía atacado por la modorra, no estaba escuchando gritos del conductor, luchó, pateó, con los ojos fuera de las órbitas. Kayrolda saltó de la silla, tomó  el freno de pelirroja oscura ..

-          Apyrmay! Quite algo, loco! ..

Kurumbay también se desmonto y vino al ambazano. El caballo de varas al espantantar las moscas furiosamente, tocó por su la boca la limpia camisa de Kurumbay, y el conductor gritó:

- Oybay, querido, no vengas ... Hazte a un lado, te digo. Va a emporcar! ..

Kurumbay alegremente sonrió y le dio unas palmaditas en las ijadas de caballo. El caballo se arregló para ensavilar su camisa. Kayrolde tenía que lavarla por una mata de hierba, tirando los copos de saliva , manchas amarillentas pasaron, las verdes se quedaron.

- Kurumbay!  - preguntó el conductor - por lo tanto, se ha hecho un ingeniero agrónomo, ¿eh?

- ¿Eh? Yo soy, o qué? .. Sí, un ingeniero agrónomo.

- Y ahora vas a  quedar  aqui?

- ¿Eh? Yo soy, o qué?

El encuarte esforzó por levantarse sobre sus patas traseras. Era imposible de vencerla. En el fondo del barranco había rastros de ruedas, pero era arriesgado ir allí. El encuarte podía desbocarse y romper  la carretela, los chismes podrian extender: el agrónomo no tenía tiempo para venir a la granja, mientras el carro se rompió.

-Kayrolda-aga, busca Usted un cómodo vado, yo voy a esperar a Usted en el otro lado.

Kayrolda inmediatamente se volvió hacia el lado, condujo a lo largo del barranco. Kurumbay se mantuvo en su lugar. La reunión con su tierra natal después de una larga separación, le estaba emocionando, inundo por recuerdos, El trató de comprender lo que había visto y oído desde ayer ... Después de todo, todavía era muy joven.

Al aul cerca de valle anegadizo Kurumbay llego antes del almuerzo.Aqui el equipo de Tansyk estaba trabajando. Sólo algunos jóvenes.  No habian conocido a Kurumbay inicialmente por supuesto,  pero al sospechar vagamente  de quién era,  le rodearon. Kurumbay habia salido del aul por un largo tiempo, durante este tiempo los niños se habían convertido en caballeros. Seis años no es poco tiempo.

- ¡Hurra! Kuruke ha llegado! - Gritó alguien.

Los jóvenes se reunieron en un instante, se alinearon en una fila, comenzaron a aplaudir ruidosamente. Nuevos tiempos - nuevas maneras. Curiosamente, inusual! Todos eran tan genuinamente contentos de verlo, los ojos de los chicos y las chicas se hicieron tan brillantes que Kurumbay aun se pasmo. Estaba confundido, sin saber qué decir ni qué hacer.

Luego, los miembros del equipo comenzaron a trabajar. Un dzhyguit con los ojos grandes, de piel oscura vistio delantal, rocio el afilador con muela de agua y empezó a afilar los dientes de corte. Mientras trabajaba, ronroneó canción escasa:

El brillante sol ilumina el cielo.

Días laborables cuenta contable.

Que la amada no es la primera en trabajo

¿Qué villano atrevió a chismes movimiento?

Las palabras eran nuevas. Y el motivo era también desconocido. La canción fue tocada en el tiempo con movimientos del dzhyguit. Trabajó con habilidad y facil, y cantaba cada vez más fuerte. Una mujer joven Salió de la tienda y miró infelizamente al joven afilador.

-          Basta. Pues estudiamos.

El afilador sonrió, pero no dejó de cantar. "Zhzhik-zhzhik" – barra hizo eco de cancion.

Unas diez personas estudiaron en la yurta.

La chica diestra y jugueton,  le dio un codazo al chicosentado junto a ella:

- Basta a susurrar ... ¡Escucha!

Hace unos seis años, estas niñas habian reunidos a la sombra de las yurtas hablando de temas vacías, bordando diferentes harapos, y ahora aquí ... estudiaron el política.

Kurumbay pensaba de este, al entrar en la yurta.

- Aga, cuando va Usted a  leer a nosotros el informe? - Pregunto linda morena.

- El informe ..? ¿De qué?

- Del estudio de Usted ... de los nuevos desarrollos de la ciencia ...

Kurumbay miró atentivamente a la morena  y sólo ahora la reconoció. Era hermana del profesor Abitay. Cuando Kurumbay fue a la escuela, ella era una niña con su pelo suelto, jugando desinteresadamente a juegos infantiles.

- ¿Eres ... Umsynduk ¿verdad?

- Sí, Usted me conoce - sonrió  la morena.

- Kurumbay se sentó en un círculo y comenzó a hablar. Para él eso era la conversación íntima más común, pero el joven de granja colectiva le escuchó con gran expectación.

Alguien gritó detras de la yurta:

- Kayrolda- Aga lleva el kumis!

 Kurumbay se animo, pregunto:

- Esto es ... un pastor Kayrolda?

- El mismo.

- ¿Adónde  lleva el kumis?

- Aquí. Mantienen las yeguas en la estepa, y el kumis llevan aqui a nosotros...

Aquí mismo, en el campamento se reunieron Kayrolda con Kurumbay. Se abrazaron. El pastor fue  profundamente conmovido hasta las lágrimas. Los jóvenes se echaron a reír, pero el anciano se conmovió realmente. Y en lugar de ir a la estepa a su rebaño, dirigió a Kurumbay al aul ...

 ... Al detener con fuerza el caballo obstinado, se encontraron varados y felizmente se trasladaron el barranco. Y de repente Beren vino a la memoria de Kurumbay.

"Apyrmay, es interesante dónde está ahora? .. ¿Por qué no pregunto de ella a la vez? .. Tal vez  esta en este granja tambien? .. O ... o ... "

Los árboles gruesos,  sombrosos en la ladera del barranco llamaban Kurumbay, pero tan pronto como entró en la frescura salvador, - oyo que cantaron cerca de el. Él levantó la cabeza. Escuchando. Las mujeres cantaban, y en algún lugar muy cercano. La melodía agradable, suave, la risa pura y clara. Kurumba involuntariamente fue atraído a estas voces, caminó alrededor de los paredes de arcilla de la invernada vieja, y vio las casas blancas cerca de el...

La esquina familiar! Estos lugares hicieron su memoria claramente de otras pinturas  de su infancia irrecuperable, le llevaron a otros pensamientos, agradables y tristes. Kurumbay nadó en un prado cubierto de hierba. Detras de la casa blanca eran las guadanadoras dentadas desmanotadas, rastrillos de caballo, cerca de alli los caballos trabados dormitaban  agolpandose y poniendo sus cabezas cansadas a los cuellos de uno a otro. Pero no sólo eso atrajo a sus ojos -  vio y pañuelos blancos y los zhaulykos parpadeantes en la hierba en el borde del bosquecillo de abedules. Aqui acostaban las chicas negras de asoleo en un círculo con las coletas gruesas como aldabas en sus espaldas. Todos ellos estaban leyendo con atención.

A cierta distancia de las mujeres y las niñas en la hierba espesa virgen se sento una chica oscura y escribió algo. Pero, al parecer, era un inconveniente para escribir lo que mantener un cuaderno en su regazo, y ella se acosto boca abajo, puso el cuaderno en la hierba y escribio suavemente "al Comité de Distrito del Partido." Hubo una ligera brisa, la hierba se movio bajo de ella, haciendo cosquillas a la cara de la joven. Ella escribió: "Soy Beren, la hija de Zhauke conozco bien y mucho tiempo a Ergaliy. Yo puedo, si es necesario con franqueza contar de todo ".

Al escribirlo, la mujer respiró profundemente, puso un lápiz en el cuaderno y puso su cabeza entre las manos. La hierba exuberante exhalo aroma amargo,  el pecho respiro libremente, era mareo. La estipa plumosa oscilo, haciéndole cosquillas en la cara, el cuello de la mujer. Se sentía como si ella se quedó sola en esta pradera cubierta de hierba en la orilla del barranco, bajo el cielo vasto, como un caldero gigante azul. Sus pensamientos se dispararon,  flujaron como espejismo de una pradera, derramandose en el árbol frondoso de la memoria, y la mujer estába frunciendo el ceño como un día de lluvia, y luego se iluminaba de nuevo, como el sol  detrás de las nubes. El pasado floto ante sus ojos ... y era un espejismo en realidad.

 

 

Un hombre alto y enjuto, que estaba sentado a la sombra, se llamaron Zhauke. La yurta absurdamente enorme, todo en los remiendos y desgarronos- esto fue sólo un legado de su padre Zhurumbay. Este yurta deberia humear a largo tiempo en algún lugar de la estepa en un relleno, pero gracias a los esfuerzos y la precisión de la tía Balday, quien habia cosido incansablemente jira por la jira al fieltro viejo, todavía les sirvio un techo seguro. En la primavera la despegaron y pusieron fuera de la vista en el borde del aul, y así estaba hasta finales del otoño, escorada, como si fuera el témpano de hielo en el río.

- Balday! Hey, Balday! .. El filete esta listo?

 Arrastraban el calzado viejo a el, al zapatero de todas partes. Pero si puedes ganar algo en este trabajo? Y no importa: : no puedes negar! A uno trabajas de miedo, a otro - para los ojos hermosos. Si te niegas – los chismes pasaran. Las mujeres con dientes como Rysbike, comenzaran hablar:

- Por supuesto, por qué necesita a nosotros?  De quien tiene miedo son los unicos quien respeta ... Miserable vagabundo! También se convierte en la nariz ...

Y luego otro y así dirán:

-          Ha guardedo las botas de alguien ... Y los mios  aplazo para burlarse

Y se podría pensar que debe algo a todos. A veces Zhauke expresa su insatisfacción, se enoja, entonces le despertan con la alegria maliciosa el viejo apodo: " Zhauke perturbador ", “Zhauke sedioso".

Sólo el sol se eleva al nivel del hombro, y Zhauke al poner la piel vieja a la sombra, al apoyarse a fieltro marrón de la yurta , ya se pone a trabajar. Junto a él esta un cofre negro inseparable. Todo esta aqui en su profundo! Las herramientas, trozos de cuero, molduras, piezas de hilo encerado, un montón de tendones, aguja rota. Todo lo que necesita. Todo sera útil. Todo esta estrictamente en su lugar, siempre a mano.

- Balday! Hey, Balday! El filete esta listo? ..

La casamentera de Konur llego a visitar Kulash, la baybishe de bay. No era joven, pero la mujer de la moda, barbilinda, y también mucho jugueton. Al ver que  botas cómodas de tacón bajo tuvieron las mujeres en el aul de bay, la casamentera chasqueó por los labios con deleite:

- Que maravillo! ¿Quién les cose!

La baybishe alardosa echo la mirada a la casamentera.

- Quieres – pedire para coser los mismos?

- Hazme un favor ..!

El pastor Kayrolda, tambaleándose como un borracho, con ojos rojos e irritados por la falta de sueño, vino a Zhauke. Él vino y se sentó. Se quejó del calor. Se quejo de las moscas,  de la obstinación de una yegua albazana, en que repelaba la manada por la noche por turno.

Se quejó de que no habia dormido lo suficiente. Y, exponiendo todas sus quejas, dijo finalmente:

- Baybishe  envío para ti. Llama para beber el kumis.

Zhauke, sin embargo, no tenía ninguna prisa. Tendio la piel por los dedos tesoneros asperos con tanta fuerza que casi lo rompió. Y Kayrolda dijo con enojo:

- Ya sabes, cuando beben el kumis allí. Ven sin invitación! ..

Y esto pista Zhauke entendio como: "Tengo que levantarse para ti ..."

La anciana arrugada, pálida -  era la tía Balday - trajo el antiguo caftán uzbeko con las tiras apartados y el garrancho abedulino. Se vestío muy pobre: era una chaqueta muy remendada,  que perdio su color, parecia blanca por delante y de vuelta -  negro, o marrón,  o azul - y lo más probable, colorido de parches multicolores. Pero aun este trapo lo tuvo por herencia.

-          Padre, es la tarde. Ven a beber el kumis.

Al lanzar el caftan uzbeko en los hombros, apoyando en su bastón, Zhauke fue al bay Serzhan. En mantas en la sombra se sentaron bay y Aben-mulla. El bay se cubrio de vapor, sudio, se sentó pomposo, no notando a nadie. El mullah al ver Zhauke, pinto en su cara la sonrisa aduladora. Zhauke frunció el ceño, interiormente encogió todo.  A espaldas de Zhauke mulá le llamo el impío y profanador, pero cuando se acerco es el momento de pedir nuevas botas, habló de manera diferente. "Oh, un verdadero creyente ... Zhauke sin pecado ... - Dijo entonces. - Oh, alma santa. que  el creador sera amable contigo "Y ahora  de nuevo...

- Anda, Zhauke. Anda, cariño! .. Oh impecable! .. Oh Santo! – mulla era radiante, sonriente. Sonrisa fue curva, sin embargo,  parecía más a una mueca.

Pero los invitados estaban sentados en la sombra de la tienda ajustadamente. Nadie creia que moverse, dar paso a un zapatero. Y Zhauke particularmente no queria sobresalir entre ellos, escucharlos hablar. Aqui xomenzaron a murmurar, fruncieron labios despreciablemente. Desde el borde estaba sentandose pelirroja  Erkinbek de cara gorda,el sobrino de bay Sergen. Todo el distrito hablaba de sus sus malas obras. Pero, ¿quién se atrevería a contradecir la descendencia de bay? Aquí se hizo un mohín como un búho y un punto blanco mira a Zhauke. Junto a Erkinbek - su lacayo Erekesh, de rostro negro, ágil, con los ojos aceitosos. Él susurro algo en el oído del sobrino de bay ahogándose de risa. Zhauke se volvió bruscamente y se alejó. La ira y el disgusto le ahogaron.

-          Zhauke! – el bay le detuvo, frunciendo el ceño. - Ah, como nerviosos eres tu, diablo te lleve! Ven en una yurta!

Zhauke se dirigió a la puerta. Y si bien no cruzó el umbral, todos miraron a él.

- Ven a ver este infiel! - Murmuró Aben-Mulla.

Zhauke se detuvo un momento y miró a Mullah tanto si quisiera agarrar su barba rala canosa, pero estuvo de pie un poco y desapareció detrás de la puerta.

Al ver el zapatero Kuljash-baybishe silbó a los niños:

-Vaya, vaya ..! Cuando  un hombre honorable llega, los niños no están girando bajo los pies ...

Zhauke aún más sombrío, pensando: "Lo sé, lo sé, por qué de repente me convertí honorable."

La casamentera orgullosa, al inclinarse ligeramente hacia un lado sobre la almohada echóel aspecto lúdico a Zhauke. El zapatero llevo la copa a los labios, pero apenas bebió una bocanada de kumys oí la voz azucarada y insinuante de baybishe:

-          Kain-aga, Usted ve que la casamentera muy respetable ha llegado a nuestra casa...Va a estar de visita unos dos dias...Sea tan amable hagala de este pel suave las botas bonitas. Que pavoneara en el aul suyo.

-          Oh, este es el mismo hombre? – la casamentera lánguidamente alargo las palabras .

Zhauke bruscamente la miró a la cara. "Admitimos soy yo y que? "- su mirada dijo, y la casamentera estaba confundida, miró hacia abajo. Sin embargo, no desecho la sonrisa de sus labios. Curiosamente, lo que está pensando? ..

Cuando los invitados se fueron, Zhauke, sosteniendo un manojo de la piel debajo de los brazos, también salió de la yurta de bay, estaba resultante y sombrío. Después de kumys embriagador las buenas personas duermen dulcemente pero Zhauke sento en una piel dura, acerco su pecho negro y se puso a trabajar.

- Balday! Hey, Balday! ..  donde estan los hilos de vena?

Al mirar a los dedos rápidos y capaz de Balday, retorcieron habitualmente el tendon no podías dejar de pensar: "Creo que toda su vida  esta mujer solo trabajaba retorciendo los hilos para su marido." Moviendo los hilos de vena fuertes, ella miró sombríamente la expresión de su cara, y a veces - de acuerdo a su estado de ánimo – se hizo un poco busscaruidos.

- Padre,  Berenzhan esta suplicando y ruegando todavia ... – ella dijo. - He oído hablar, la madre de Erkinbek amenaza ...

Zhauke, haciendo las suelas, se pinchó el dedo. Podria trabajar con los ojos cerrados sin pincharse. Pero ella siempre sube del brazo con su charla.

-          Que te trague la tierra..! Maldita seas! .. Me vas a poner negro,  vieja ...

- Porque, padre! - Anciana asusto. – Se haces enojado todo el tiempo. La hija no es un extranjero, después de todo. Nativa, sangre ... Berenzhan esta suplicando todo el tiempo ...

Ella sollozo y las lágrimas fluyeron en sus arrugas profundas. Y de eso Zhauke de  nuevo - esta vez con la sangre - se desvinculó su dedo. Tuvo que atar.

-¿Qué voy a hacer ..? No me gusta lo que ella estaba haciendo. Habrase visto? - Dijo. – Mi alma no lo coloca.

- Oh, padre! Y me gusta? Pero lo sabes. Sólo se ríe. "Estas retrocesa, mamá!" Eso es todo ... Rochelera.

- Que te trague la tierra, Balday! ¿Dónde está su zapato-hilo?

Beren llegó balanceando con dos cubos de agua. Era de cara redonda, de piel oscura, con la cara roja.  Estaba sin alento de los cubos. Acercó y se arrodilló al lado de su madre.

- Apa! Me oigas, apa. Ahora he encontrado Kurumbay. Ha estado en el aul cerca de río. En presentacion. Dijo que era muy interesante. Alguien ha caricaturizado mullah, otros bay...

- ¿Quién ha organizado este presentacion?

- Dice que estan komsomoles ... Y dice que las chicas estan entre ellos también.

Zhauke suspiró de nuevo. Enderezó la espalda dolorida y miró, y se reunió con los ojos sonrientes de su hija. Inmediatamente miró hacia otro lado, miró hacia abajo. Los pensamientos se volvieron hacia el pasado.

Ya siete años Beren tenía fama a la mujer más bella del pueblo, juguetón, plegable, exactamente como el  potro. Siempre estaba bromeando, sonriendo y graciosa tambien. Cuando sea necesario, se comportaba con gran dignidad.

Y últimamente en todas partes era perseguida por el sobrino de bay Erkinbek. No le  dio a pasar. En las fiestas, festejos en todas partes comenzaba las conversaciones ambigüos,  hablaba sin sentido. Beren estaba silenciosa, pero una vez que el cortejo se conviertia demasiado intrusivo, le corto bruscamente:

--- Deja! Corrió el mal! .. Yo no soy el juguete de usted!

- ¿No te darás cuenta , ya que te convertirás! - Dijo Erkinbek. Estaba herido y molesto.

Esta breve escaramuza tuvo lugar hace un par de semanas. El  mismo ganadero Kayrolda lo dijo a Zhauke. Un día, como de costumbre, quejándose de todo el mundo, de repente alzó la vista hacia el zapatero con los ojos rojos en constante dolor y le dio:

- casa su hija rápidamente. o se va a su Komsomol ...  sabes Erkinbek. ¿Cómo  ... no causara ningún daño ...

En ese momento Zhauke sintio mal. Las aventuras de  Erkinbek eran conocidos por todos. Junto a él estuvo un montón de otros como él, matones.  Robar, enforzar la mujer - ésto era su actividad favorita, por lo que el pastor tuvo la razon ... Todo esto era cierto. Sin embargo Zhauke no pudo darla en matrimonio sin el consentimiento de su hija! ¿Qué, pues? De verdad  ella tuvo que entrar en la Unión de Jóvenes Comunistas? ..

Zhauke estaba del ceño fruncido involuntariamente, discutiendo todos estos temas complejos.

- Balday! Hey, Balday! Que te trague la tierra! Prepara los hilos de vena! ..

Beren susurró algo  al oído de su madre, mirando con picardía a su padre y sonrió. Sabe, diabla, su poder sobre él! Quiere arranqar su consentimiento por sonreír.

Vino Kurumbay, tarareando algo entre dientes.Todo estaba en los trapos, el pobre. Sus botas fueron pisoteados, los tacones se cayeron, las punteras se subieron, como corredores en el trineo. Los zaragüelles - parche por parche, rasgón en lágrimas; chöpön escasa,  gorra vieja, aceitosa. Su pelo crecio, salio de debajo de su gra. Vino sin dudar, agarró el cubo tamiz al revés, se sentó. Balday le miró, pero permanecio en silencio y Zhauke gruñó:

- Hey! Vayamos! Vasa romper el cubo!

Kurumbay recién ahora se dio cuenta que había hecho algo malo, se puso rojo, se levanto, puso el cubo en su lugar. Beren echó una mirada involuntaria a su padre y invito el dzjuguit a la yurta. Esto enfureció aún más el zapatero. Él la miró como diciendo: "Realmente no lo veo? Y eso es la madre "- Y habitualmente gritó:

- Balday! Hey, Balday! Maldita seas! porque has abrido su boca? Dame el hilo! ..

Pero Balday no puso a no abrir su boca escuchando el canto de Beren y Kurumbay tan armonioso. Aunque Zhauke – era enojado, pero feliz de escuchar el canto de los jóvenes, a pesar de que no le gustaba que se han retirado. Y Kurumbay no era desconocido de verdad. Más recientemente, pastando las ovejas de bay  a menudo habia estado a su casa. Y en ese tiempo Balday  habia tratado a el como a un hijo nativo. Habia lavado y remendado  su ropa. Y Zhauke también habia tratado bien a el. Pero en los últimos años Kurumbay pronto se unió a la Unión de Jóvenes Comunistas y se retiro de bai. Desde ese momento  empezaron a hablar  cosas diferentes de el. Pasaron sus palabras: "los bayos son mis enemigos.Yo no voy a tirar mis venas por el bien del enemigo ". Y Zhauke penso - no habia querído trabajar a bay y ahora y paso como rogue. Y charlaron que Kurumbai visitaba algunas clases. Y Zhauke tambien no lo gustaba. No tenia cuenta que Zhauke de los mas de veinte anos, quien fue estupido de pastar sus ovejas de bay, fue capaz de aprender algo. Algunos de los aules le contaban tonto en absoluto. Y aunque Zhauke no lo creía, pero también no le contaba  inteligente ... En realidad, Kurumbay fue una de las razones por que Zhauke no quieria dejar su hija a la Unión de Jóvenes Comunistas. Por  los tantos como Kurumbay, los cuchufleteros de aul reinterpretaron komsomol en el "saumal" que significo la leche fermentada de yegua joven." No era el beneficio de este saumal, sólo el vientre torcio ...

Zhauke a menudo atormentaba por la cámara. Y esta vez fue tan retorcido que tenía que ir a la cama. Al oír esto, Kulash-baybishe se puso tan furiosa que saltó fuera de la yurta, y pisoteó los pies como por los cascos de caballos:

 

- El viejo hijo de puta! A propósito pretende,  hijo de puta... Bueno, voy a mosrar a el! ¡Recuerde! .

La casamentera de moda fue sombria sin nada. Era que no mostraria nuevas botas de tacón bajo.

El aul de bai emigró a la quebrada " donde murió el perro negro". Las jovenes diestras y dzyguitos  enérgicos atentos desmantelaron tres yurtas de bay, enjalmaron los caballos. En el palenque - lazo tendido en estacas - era enorme bay, como una colina .  Envolvió en vano suelos acolchados de chöpön, luchó en vano para sujetar los botones de inmenso vientre. No estaba claro cómo se comprimio en la ropa. Estaba de pie y con evidente placer escarmenio su vientre. A su alrededor todosandaban de danza, hicieron todo en su favor,  prepararon su carro. Y sólo una yurta de Zhauke continuo estar lejos en la estepa. La turbulencia de  costumbre mientras la migración, no lo tocaba. Tía Balday iba y venia en preocupacion. Las vecinas hablador, sintiendo que algo estaba mal, no se veía en el lado de la yurta del zapatero. Nadie parecía ni siquiera notar que Zhauke solo se mantuvo en pastura de verano abandonado por la soledad. Parecía que había, toda la suerte, decidío quedarse aquí solo.

Por la tarde el campamento se puso en marcha. Kulash-baybishe, sentando en el carro  miro a su alrededor, vio una yurta de Zhauke se ladeada en solitario. Balday llevo lavaca joven, la ató a una rueda de carro viejo. La vaca mirando a su ganaderia bramo con alargamiento y lastima. Su bramido sacudió el silencio se hizo eco de un lago.

- Te lo mereces, viejo bastardo! – Baybishe sonrió vengativamente. Apenas el campamento desapareció de la vista, Kayrolda conducía un rebaño al lago a beber,  y se dirigió a la carretera de la estepa y trotó hacia la yurta solitaria.

- Zhauke! Hey, Zhauke! Ven aquí!

Apoyado en su bastón, Zhauke salio. Trasladaron a un lado. No hay nada más triste que la soledad. Un triste espectáculo – la yurta solitaria, abandonada en las llanuras sin límites. Balday no encontraba un lugar, en vano agitaba en la entrada. A veces, se quedó inmóvil, mirando con incredulidad a los hombres interlocutores.

- has visto la banda de Erkynbek? - Gritó Kayrolda. - Ladrones elecciónados! Han ido en la dirección de Tobol. Aparentemente a la fiesta. Así que he creido! Escuchame,  mantenga sus ojos en tanto de su hija! Noto que baybishe con Erkinbek estaban susurrando. Están tramando algo! ..

Al decirlo, Kayrolda tocó su caballo y se fue corriendo. Zhauke, apoyado en su bastón, se ocupó de él durante mucho tiempo. Eso es lo que un hombre sincero, la amistad verdadera! Pero no tuvieron lazos especiales, ni el caso general, ninguna relación, aunque sus carácteres no eran similares. Y sin embargo, eran atraídos  uno al otro y se entienden sin palabras. Habian muchos tantos en el aul, quien se hicieran pasar por amigos, compañeros, pero quien de esos  se encargó amistosamente, desinteresadamente como este pastor? ..

Zhauke tuvo miedo mucho, pero intentó a esconder  su estado de Balday. Se sentó en la piel, apoyando por la pared de la yurta y comenzó a afilar el hacha. Puso el rodillo de hierro en el muslo derecho por si acaso.

Pero Balday deberia sentir algo por ella misma. Cada vez más ansiosamente miró a su marido. Beren se sentó y cosía. Fue agradable a mirar a ella. Ella cantó en voz baja y alta. A veces sonrio. Los rayos del sol poniente reprodujeron en sus mejillas morenas. Balday admirio su hija sin parar.

Cada uno tiene su propia diversión, su consuelo. La única alegría y consuelo de Zhauke y Baldan era Beren.

Las nubes se arrastraron a través del cielo, encubrieron las estrellas, llego la noche impenetrable. Apretando el rodillo de hierro Zhauke paso por alto la yurta unas veces. ¡Oh, qué era mal, triste a vivir solo! Por lo menos todo el verano un perro lanudo abigarrado vivió con él. La voz del perro era un bruto, bajo: no mordia la gente, no tuvo los lobos, había llegado sin gloria y sin embargo, no admitio nadie en la extraña hora cerca de la yurta. Y hoy estaba visiblemente perturbado latiendo roncamente constantemente. La influencia de soledad? Si el presentimiento de  mal? Pero habia alguna ayuda. Vio el propietario, movio la cola, corrío,  aferré a las piernas, se hizo en un ovillo. "Sigues ver un poco, y voy a descansar", - parecia que dijo a su dueno.

Zhauke abrió la puerta, cruzó el umbral. Algo tronó, rugió. Se agachó y miró: la ponchera.

-          Balday! Ay, Balday! ¿Y porque has puesto la ponchera cerca de la puerta?

-          He olvidado de quitar,  padre.

Zhauke olvido completamente: cada noche Balday puso la ponchera cerca de umbral. Y ahora, apenas el entró en la yurta, ella lo puso de nuevo en su lugar. Lo adosio al umbral y suspiró

- Oh, querido Dios! No dejanos, protejanos, los pecadores ...

La oscuridad habia en la yurta, como en una tumba. Zhauke arrojó sobre la cama. Últimos días - poco atractivos, aburridos, monótonos, miserables - pasaron delante de sus ojos por la sarta infinita...

Lo que no habia visto Zhauke en su vida! él era un pastor, y era un manadero, habia pastado las vacas. Cuando el bay Sergen se dedico al comercio, condujo el ganado de un bazar a otro. Trabajaba mucho todo el  tiempo que se recordo. Echaba la hiel. Y todo eso por el bien de Sergen. Queria restar algún rastro de sus obras sobre el terreno. Nada! Como si no era un hombre llamado Zhauke en absoluto en la tierra  ... A los treinta y cinco años, Zhauke decidió la cosa propia de hacer - un zapatero - y dejó bay. Oh,  baybishe  se puso enfurecida.

No era extraño que se llamaba "la baybishe loca." Desde entonces, el que se esforzó por beber más  su kumis, maltrataba y ridiculizaba Zhauke obstinado. Sin embargo Zhauke, que no era de muy buena gana para aguantar burlas, contestó audazmente, y, a veces se bató con los delincuentes. Sin embargo, el por si mismo tuvo mucho mas golpes de esos luchas. Su cabeza afeitada completamente cubierta de cicatrices, parecía un campo labrado por arado de madera. Cada persona que que haya tratado de romper la cabeza de Zhauke merecía favor de baybishe. Ese persona también tuvo un pedazo de grasa de la carne y la leche de yegua para estropear. Los delincuentes de Zhauke salieron con la suya, siempre  zapatero era culpable.

Dijeron ", Zhauke-alterador", " Zhauke -matón.". Sergen-bay sonrio, balanceándose por su vientre, "Este profanador es de mala vida. Si bien no se bate a nadie,  que no estária comiendo la comida y no podria beber la bebida ". En el año dieciseis, cuando el rey blanco tuvo en mente  tener  los kazajos para los trabajos de retaguardia,  Zhauke de cuarenta años fue inscrito como de treinta años. El bay por si  mismo en la lista aparecio mayor que Zhauke pues era cinco anos menos. Zhauke desato, y los lacayos de bay hicieron sus caras muecas: "Bueno, una vez más trapisondista se enfurecio!”

¿Qué se puede hacer? Zhauke rebeló y, junto con  mismos jodidos arranco de fragmentos la lista del gobernante de aul. Prendieron fuego a la corte local. El uriadnik llegó:

- ¿Quién es el instigador?

- ¿Quién es? Por supuesto, Zhauke!

El uriadnik le cogio a Zhauke y le trajo a la cárcel.

Cuando el rey fue destitudo, Zhauke fue de la cárcel y  volvio a casa. Sergen sonrió de nuevo, "Eres malo, y finalmente comió la cabeza del rey!" Oh, si Zhauke podría "comer las cabezas de los reyes! Comer la hampa de bay sería la primera cosa!

Un nuevo gobierno se installo. Comenzó a llamar a la gente a las reuniones. Dónde esta encuentro – aqui esta Zhauke tambien.

¿Quién puede decir?

- Voy a decir!

Zhauke habló, y la gente estaba muriendo de risa. Todos se rieron asi que era imposible de distinguir. Bay Sergen con una sonrisa condescendiente se volvió al mandatario, "Querido, no presta atención... Este baladero  un poco loco ... " Y en los ojos del mandatario, la persona ajena, Zhauke  de hecho parecía un poco loco ...

El perro variopinto ladro en toda la estepa silenciosa. Los pasos cuidadosos se oyeron muy cerca.

Alguien se deslizó a la yurta. Aquí araño a la puerta. Zhauke se levanto un poco. Sacó el rodillo de hierro debajo de si. Beren asustada susurro

- ¿Que es, ake?

- Nada ... Duerme, duerme, mi hija ...

Movieron la puerta de un tirón con fuerza.

- Oye, ¿quién es?

Nadie respondio. Y la puerta se abrió chirriando, como si el viento la sacudió. Toda la yurta podria ser desmantelada de esta manera. Pero ¿para qué es necesito a desmantelar? Se puede pasar por debajo, no cuesta nada. La yurta vieja no es la acogida buena.Era evidente que no habia la causa para ocultar. Era necesito a llevar la lucha.

Zhauke fue a la puerta y comenzó a desatar la cuerda. Una mano de alguien le  tocó. Valdai estaba cerca de allí, temblando.

- Padre, por amor de Dios, no lo abra!

Zhauke la empujó groseramente a un lado y fue a desatar de nuevo. Beren caminó silenciosamente:

- Dame, ake, voy a mantener un pedazo de metal.

- Vas a mantener, mi hija ..

- Un rodillo de hierro pesado no era para los fuerzas de niña. Un momento mas y va a caer.

Zhauke desató la cuerda, fuertemente abrió la puerta y dio un paso atrás. Por un momento se oyó un ruido en la puerta, luego todo quedó en silencio. Una extraña oscuridad envolvía el mundo. El traqueteo del propio corazón era como el sonido de los cascos.

Una vez más, el sonido de las pasos se oyeron. Extendiendo su mano hacia adelante, el desconocido cruzó el umbral. Los pensamientos se confundían en la cabeza de Beren. El zumbido era en sus oídos ... Al no darse cuenta de ninguna cosa, ella levanto el rodillo de hiero ampliamente y con fuerza lo bajó. Hubo un crujido. El hombre se estrelló la cabeza a los pies de la chica. Beren no oyo y no recordo nada mas.

El caido fue recogido por algunas personas, gruñendo y resoplando, arrastraron por los pies hacia afuera. Todo se calmo. La ladra de perro se alejo. Zhauke quedó de los pies, aturdido, confundido. "¿Qué ha sucedido? ¿Quiénes son? ¿Dónde están ellos "- pensó frenéticamente. De pronto, desde la distancia – alli habia la ladra desesperada del perro todavía – se oyo el casco de los caballos, la voz ahogada. El casco se crecio, se acerco. Zhauke escucho intensamente. Y quienes son? Los jinetes cabalgaron al trote rápido. Los caballos se detuvieron en la puerta.

- Zhauke! Eres vivo, saludable?

Era la voz de Kayrolda. Zhauke corrió al encuentro,  sus ojos se llenaron de lágrimas. Alguien torpemente tropezó en la yurta.

Beren! ¿Dónde estás, Beren?

Zhauke lo reconoció por la voz. Estuvo Kurumbay!

Zhauke puso un hacha en el umbral. Balday encendió la lámpara. En la cama, Beren se acosto acurrucada en una bola. El pelo grueso, suelto ocultó todo su cuerpo, a los pies.

- Balday! Balday! Mira, la sangre esta cerca de la puerta. Ocultalo por las cenizas.

Balday polvoreo las manchas de sangre por ceniza y levantó un pedazo de metal de un puño pequeño.

¿Qué es esto, padre?

- El revolver ..

Kurumbay miró fijamente durante mucho tiempo y de repente sonrió feliz:

- Esto significa que hemos abofetado Erkinbek. Sólo el puede tener este trucol.

Su voz despertó a Beren, desorientada, como si estuviera dormida, miro a su alrededor, y al ver Kurumbay, comenzo a sonreir:

- ¿Qué haces aquí?

- ¿Por qué he querido a reunirse con su invitado con el honor - sonrio el dzhyguito.

Se sentó cerca de Beren y le acarició el cabello. Ella apoyó la cabeza en su hombro, y de repente se echó a llorar. Al mirar a ellos, Valdai vieja se conmovió profundamente y gritó.

El silencio no es particularmente notable en día. Por la noche se oprime. Finalmente la luna se levanto. Los nubes cirros flotaban y sus sombras hicieron las manchas en la cara brillante de la luna, y parecía salpicada de pecas.

Cerca del lago habia el desierto. Por lo general rebaños pasaron la noche alli. Hoy en día todo estaba vacío. Desde la distancia, el grito del pájaro  se refieria. La gaviota o avefria echaba la hiel de la agonia.

Zhauke y Kayrolda hablaron cerca de la yurta. Pero ahora el pastor no se quejó, como de costumbre, pero en voz baja, de manera silenciosa, en una sabia convicción estaba explicando algo a un viejo amigo.

-          No, Zhauke no es asi. La Unión de Jóvenes Comunistas  no está mal.

- Sí, pero no estoy diciendo que todo esta  mal alli. Pero algunos de ellos están...

- ¿Quiénes son? Kurumbay es malo? Y que mal hizo a ti? Lo que él no escuchó el bay? Que no quiere trabajar para su bueno? Esto, o qué?

Kayrolda despierto o dormido sono recientemente a punto de escapar de bay. Los tiempos eran diferentes ahora. Y se puso vivir sin bay. Muchos trabajadores de bay ahora se reunieron en el artel. Vivieron bastante bien de forma independiente. El gobierno les estaba ayudando.

-          Kurumbay tiene toda la razón! - Kayrolda volvió a hablar apasionadamente.-Va a hacer mucho sin duda. Tú y yo nosotros vagamos. Badajeamos pero las manos tienen miedo. Aypyrmay, Zhauke, piensa: Bueno, ¿por qué necesitamos todo esto: "el camino de los antepasados​​", "el costumbre de los padres"? Todas estas tonterías!   que nos ha dado, este "el camino de los antepasados​​", pero la vergüenza y la humillación? Aunque creo que es tiempo de terminar con Dios también. ¿Quiénes son los santos, santos de Dios y los justos? Aben-mullah, o qué? Sí, si usted quieres saber todos los trucos sucios vienen de él. Es el usurero no el justo. El mismo aconsejó secretamente a secuestrar a tu hija.

-          ¡Vamos! - Zhauke asusto - Si se trata de al menos tres veces de un perro, pero ...

- He dicho - y luego guardare silencio. Y se darás cuenta de sí mismo.

Beren salió de la yurta. Ella estába vestida con los mejores, como si fue en un viaje largo. En la cabeza estuvo el gorro bordado por la trenza. A principios el gorro habia sido decorado por las plumas de buho. Ahora no  habia alli. Tampoco no había la cinta multicolor, que por lo general  habia enlazado en el pelo. Zhauke, perplejo, miró a su hija. En la luz de la luna, su rostro estaba pálido y decidido.

- Ake, me voy.

Zhauke  aunque saltó y cambio:

- ¿Adónde, hija mía?

- A Abitay ... Él pide a llegar.

- A Abitay, dices? Puede ser sea mejor que me voy? Voy, tal vez,  a conseguir el carro ...

Kurumbay salió de la yurta, y  Zhauke dijo:

-          No se preocupe Usted del carro. Voy a llevar a Usted.

Valday miró al caballero con gratitud, como si dijera: "Kurumbay tiene razon, por supuesto"

- Zhauke! - Kayrolda se levanto con fuerza. - Todas sus palabras son irrelevantes ahora. No discuta con su hija. Permitela!

Zhauke estuvo en silencio. Kayrolda le miró durante un rato, luego se volvió a Beren:

- Ve, cariña. Sí tendrá buena suerte! Tu padre no te va a reganar. Después de todo, él también te desea lo mejor .

Zhauke esta vez no dijo nada tampoco. La luna alumbro de alegria maliciosa la cara triste y cansada del zapatero, como si en señal de triunfo, "Ah, la cabeza de hiero vas a capitular, por fin!"

- Como quieras, mi hija - dijo Zhauke, las lágrimas corrían por su barba y rostro. Eso fue todo lo que puso decir, los labios no fueron obedecidas.

En el este la madrugada comenzo. El caballo tostado grande ahogo su vientre en la hierba húmeda de rocío. Se llevó dos. Más adelante, en la silla estaba Beren; atrás - Kurumbay. La brisa de la mañana puso trabajadores envalentonados bien. El caballo bambaleo un poco,  corrio torpemente, lanzando los jinetes.

- Kurumbay, tenme. Puedes caer ...

Kurumbay brazo la estatura de la joven.

Mirando de un lado, parecen a una pareja de amantes. Mirando de otro lado, ni más ni menos a los hermanos crecidos juntos desde niños, unidos y atentos uno a la otra.  Era difícil decidir cuál de estas impresiones predominaba.  No obstante, los mismos viajantes intentaban esquivar pensar en ello. Para distraerse, Kurumbay entonó una canción, murmurando.

- Kurumbay, ¡hombre! ¡Cuéntame algo!

- Pero, ¿qué quieres que te cuente?

- Pues, pongamos que ingreso en el komsomol y ¿qué hacemos?

- ¿Qué hacemos? Nos ocuparemos de los bayes. Revolveremos la madriguera de los bayes hasta su fondo. La volveremos del revés.

Las nubes desgreñadas flotaban rápido desapareciendo tras el horizonte. La alborada se encendió disipando decisivamente la penumbra nocturna. Los rayos rojos encendidos inundaron la estepa. Beren entonó una canción en voz alta, reclamándose con el canto de la alondra que se oía en el silencio matutino. La voz diáfana, joven y libre se extendía por el territorio vasto rompiendo las redes de lo vetusto y caducado.

Beren empujó a Kurumbay con el codo:

- ¡Kurumbay! ¡Jo! No te sueltes las manos...

Ambos, felices, se pusieron a reír.

El secretario de la célula de komsomol Abitay Majmúdov era reservado y callado de carácter.  Estaba de maestro en este aúl. Se vestía siempre con pulcritud y simplicidad. Tenía el pelo largo, casi hasta los hombros. Vivía sólo en su propia yurta. El mueblaje era más que modesto. Un escritorio. Sobre el escritorio había libros y un recado de escribir.  Los libros eran demasiado manidos y estaban sobre la mesa en desorden. Por encima de ellos había un trapo deslavado en el que se reconocía sin dificultad un pañal. Al ver ese pañal, los ojos se volvían sin querer a la mujer del maestro. Ella, como de costumbre, estaba allí mismo. De cara morena hasta negra, nariz aplastada. Los ojos desorbitados como que tiene un toro bravo. Hoy estaba de sus peores humores: cejijunta, amorrada, estaba sentada callada e iracunda. Y lo estaba por Beren. La última estaba sentada en el lugar de honor y sonreía. Su rostro radiaba. Estudiaba, curiosa, el interior deplorable de la yurta y se le formó, por claro, una sospecha que la mujer de Abitay, además de querellosa, era también puerca. Beren lo habría puesto todo en orden aquí en un abrir y cerrar los ojos...

Y ¿acaso la mujer de cara morena no haría conjetura en que la moza guapa estaba pensando? ¡No saben Ustedes cómo! ¡No fruncía las cejas con tanta amenaza en vano! Los rumores habían corrido aún antes de que Beren llegó: el maestro mandó a por la hija del zapatero que, por lo visto, había decidido dejar a la mujer vieja y tomar la joven. Y cuando Beren de verdad llegó aquí, todo el mundo entendió que así era. Si no, ¿por qué se le antojó a una moza casadera de ingresar en el komsomol?..

Kurumbay llegó musitando algo según su costumbre. Cantaba lo siguiente:

¡Como las ovejas, arrea al bay y al molá!

 

La mujer de Abitay borbotó con enfado:

- ¡Eres justamente tú quien les arreará!.. ¡Mejor calles!

- ¿Yo? ¡Claro que yo! Ya lo verás...

Beren miró a Kurumbay y se rio:

- ¿Qué te pasa?

- Resultas ser patituerto.

- No te ríes. Puede que te cases con uno patituerto.

- ¡Quita de ahí!

"Sé en quién pones la mira si no te cae el patituerto," — se pensó la mujer de Abitay y su cara se puso aún más negra.

- ¡Venga! ¡Dime, Kurumbay! — dijo el maestro para cambiar del tema peligroso.

- ¿Qué te puedo decir?.. El apoderado ha venido de la circunscripción. Ordenó reunir a todos los komsomolets.

Beren se agitó. La mujer del maestro la miró de reojo con ira. Iba a decir una palabrita pero se contuvo. Beren lo notó en seguida y, al saltar, dijo:

- ¡Vámonos, mugalím! ¡Vamos a la reunión!

Abitay se levantó. La mujer de cara negra se crispó como una fiera antes de dar un salto:

- ¡No te vas! ¡Estate aquí!

La cara del maestro se cubrió de manchas rojas. Kurumbay se acercó a Beren y dijo en voz baja:

- ¡Vámonos! Él vendrá más tarde.

Y en cuanto Beren cruzó el umbral saliendo, la mujer de cara morena lanzó a su espalda:

- ¡Puta!

- ¡Aimkul! - intentó pararla el maestro. - ¡No seas loca! ¿Qué te he dicho?

- "¡No seas loca!.." ¿Para qué dejaste venir a esa puta? En cuanto Abitay, pálido, se puso a avergonzar a su mujer, Aimkul gritó:

- ¿Y qué me vas a hacer? ¿Me abandonarás? ¡Anda! ¡Me voy a matar a mí y al hijo con este cuchillo!

Sacó de no sé donde un cuchillo enorme y se hizo histérica.

Abitay estaba callado de perplejidad. ¿Qué loca es esta mujer? ¿Cómo puede uno trabajar tranquilo con ella?..

Un pequeño moreno se acercó a gatas a su mamá y empezó a arrimarse pero Aimkul le dio un empujón así que el chiquitín, tras volar, se echó a llorar. "Así es la manera que la madre toma para educar al futuro pionero", - pensó Abitay y, al levantar al chiquillo, suspiró de congoja...

 

***

Un hombre seco, descarnado como una libélula, de cara morena salió de la yurta blanca y se dirigió de prisa al horno de tierra mirando a todos los lados con inquietud. Una mujer corpulenta de cara hinchada, en cuclillas, echaba leña al fuego. Miró al hombre descarnado y se volvió con todo su cuerpo grueso hacia él. Era tan obesa que todo su ropaje parecía estar a punto de romperse. Y el hombre estaba alarmado. Sus ojos grandes overos se movían rápidamente.  Todas las mañanas se cortaba la barba, y esta vez ni siquiera se acordó de afeitarse. Se puso por no sé qué el traje de paño que sólo solía llevar para ir de visita o a una reunión, y ahora, cuando estaba tan amedrentado y ajado, este traje dominguero le quedaba ridículo.

- Ulbike-au, ¿qué quieres que degüelle: un cordero o un castrón? - preguntó la gorda.

- ¿Para qué matar un castrón si podemos conformarnos con un cordero?

- Temo que sea insuficiente, que habrá mucha gente.

- ¿Y qué? Pues no debo darles de comer hasta que se llenen.

La gorda torció el gesto, frunció el ceño.

La animosidad franca se congeló en su cara.

- ¡Oye, Ulbike! -  el hombre descarnado bajó la voz. - ¡No te afosques! ¡Déjalo! No calientes a las mujeres del aúl. Que te avisé la noche pasada... Hay que resignarse. Mira, viene otro visita... Si respetas a Kuliash-baibishe, intenta comprenderte con ellas...

El hombre era el presidente del consejo de aúl Ergalí Asátov. Su mujer, Ulbike, era prima de Kuliash-baibishe. Cuando Ulbike no quería obedecer y empezaba a cocear, Ergalí acudía invariablemente al nombre de su pariente autoritaria. La gente pensaba que la pareja vivía en paz, parecía que no podrían vivir un día uno sin otra, pero en realidad se reñían como perros toda su vida conjunta, y cada uno hacía sus cosas sin que la pareja supiera...

Y lo que Ergalí le contó la noche anterior Ulbike podría llegar definitivante a horrorizarse. Como quien dice: "Del mal que viene al toro, el ternero tampoco tiene escapatoria". La desgracia que amenazaba a la casa del bay Serzhán, mañana podrá caer en la casa de Ergalí. Si hasta ahora sólo se mantenía gracias a su amaño, astucia, don de acostumbrarse, hacer a la gente confrontarse, llamar, como se dice, a la cabra su tía, y al chivo, su yerno. Eso era lo que Ulbike entendía bien. Y creía el ayudar a su marido por su deber santo. Ahora ha entendido también que llegó la hora cuando tiene que tener un cuidado especial y estar lista, despabilada y mañosa y por eso se convirtió en un instante en una anfitriona acogedora. Primero, empezó a gastar las sonrisas generosas a las mujeres del aúl. Y aquéllas, alegradas de la benevolencia inesperada de Ulbike, empezaron a desvivirse: traían agua, ponían la caldera en el horno, prendían el fuego. Mataron un castrón gordo y pusieron la carne en la caldera rápidamente. Pronto se reunió toda una tropa de pícaros y estafadores "allegados" que habían gozado de los bienes del presidente del consejo de aúl en su tiempo. Cuando llegaba un visita importante, estos lacayos estaban dispuestos a hacerse añicos ante él: andaban, gritaban las instrucciones, lo ponían todo patas arriba - de esta manera cumplían con su deber ante Ergalí.

Ahora, Ergalí estaba de pie mirando con ternura a todos quienes trajinaban junto a su horno de tierra. Hoy estaba bondadoso, almibarado y quería gustar a todos. "Procuraré su benevolencia cuesto lo que cueste." - parecía decir eso con toda su apariencia sumisa y servicial.  - "Si estáis n pro de mí, no estoy perdido".

Pues, al salir de la casa del maestro, Beren y Kurumbay se dirigieron justo a Ergalí este. Caminaban ligera y alegremente como si jugando. Beren corría adelantando mucho, luego, paraba, se sonreía a Kurumbay desde lejos.

- ¡Más rápido! - decía ella. - ¿Por qué te arrastras?

- Que no me arrastro, estoy andando, - sonreía él.

Al verlos acercarse, Ergalí se puso a ajetrearse aún más. Ni se imaginaba de qué se podría hablar con esa gente joven, cómo acortar las distancias. Por ejemplo, nunca conseguía entender a Kurumbay. Uno no le llamaría tonto, pero tampoco listo. No tiene respeto a la gente de honor, no cumple con las viejas costumbres buenas. Bastante brusco, salvaje, tosco. Sería bueno invitarle para hablar con el corazón en la mano, uno podría aclarar en seguida quién era él y cuanto valía. No obstante, hasta aquel día Ergalí no había tenido ninguna necesidad en él. No le gustaba este tipo de jóvenes gritones y nunca había tratado con ellos.

Eso sí... y ahora es cuando los necesita. Si Ergalí no quiere ceder del poder, se ve obligado a entenderse con ellos. Se aseguró de esto la noche anterior. Era entonces cuando se había enterado de una noticia mala.

Ergalí recibió al dzhiguit y la moza con una sonrisa acogedora.

- Hermanita, ¿Evitas visitar nuestra casa? A lo mejor tu padre esté ofendido de que yo ignore a su hija única, ¡ni que fuéramos parientes!

Ergalí sonreía amablemente, decía palabras acariciadores, pero la falsedad se sentía en cada su palabra. Beren estaba callada, cabizbaja. Ulbike, que andaba en quehaceres cerca del horno de tierra en el patio, vino para acoger a los visitas,

- ¿Qué tal tu salud, hermanita? - exclamó. - Podrías visitarnos sin que te invitáramos. Que no somos gente ajena...

Y Beren seguía callada.

Las mujeres se agrupaban junto al horno, empujaban una a otra y echaban las miradas llenas de curiosidad a Beren. Fue ayer cuando aquí se enteró de lo pasado de noche en la yurta del zapatero rebelde.  Corrieron los rumores-hablillas que, claro, eran exagerados sumamente y tenían poco en común con la verdad. Pues, esa era el tema de que las mujeres hablaban, adornando la hablilla en los trapos multicolores. Beren, sintiendo con su intuición femenina que se hablaba de ella, se puso toda roja y pasó deslizándose a la yurta.

Tras su llegada, a caballo albazano esbelto vino Erequesh, el amigo inseparable de Erquinbek. Se apeó, ató al caballo. Preocupado por su llegada intempestiva, Ergalí acudió para recibirlo.

- ¿Ha pasado algo?

- El Bay y la baibishé me han mandado a por las novedades. Entérate qué jefes han llegado y cómo tenemos que actuar...

Ergalí se hizo pálido en seguida:

- Pásales: ¡qué no manden a mensajeros a preguntarme en presencia de toda la gente honorable! Ayudar — ayudaré, si fuera, claro, posible, pero... Además, diles: No deberían haber tratado a Zhauqué así. Tengo miedo de que les cueste caro. Los que se han enterado no encuentran palabras, nadie lo aprueba. La hija de Zhauqué llegó corriendo a ver al secretario de la célula de komsomol y éste me ha dicho hoy: "Estás prestando cobertura a los bellacos empedernidos. Estás callado. ¡Ni que no supieras nada!" Ya está.

Egralí perdió aliento de rabia, Erequesh preguntó en voz baja:

- ¿Cómo está Erquinbek? ¿Queda vivo?

- En el hospital por el momento. Le dieron un golpetazo en la nuca con un hierro.  Tal vez le hayan roto el cráneo.

Ergalí se mordió los labios iracundo. Erequesh bajó su voz más:

- Baibishé quiere pasarle a Usted una parte de las prendas...

- ¡Apirmay, sois la gente muy extraña! ¡Has llegado en abierto y, además, hablas en público! Hay que hacer tal cosa a hurtadillas que todo sea ni visto ni oído. - Y, al mirar a su alrededor furtivo, añadió: - Mira: diles al bay y la baibishé que manden un carro en seguida para llevar a Zhauqué.

Y en un salto se apartó de Erequesh.

Kurumbay salió de la yurta y miró a todos los lados con una sonrisa. Su mirada estaba alegre, jubiloso, lleno de esperanzas.

- Kurumbay, amigo, aquí estás, hace mucho que quiero hablar contigo, - le sonrió Ergalí.

- Hm... ¿De qué, por curiosidad?

Ergalí apartó al dzhiguit al lado:

- ¿Has oído del nuevo decreto? Vamos a... como se dice... confiscar a los bayes.

- ¿A Serzhán, por acaso? Sí, yo mismo he escrito a las autoridades que hay que confiscar a Serzhán.

- ¿Es verdad que has escrito así?

Ergalí intentó a sonreír pero no pudo, y en vez de una sonrisa se le salió una mueca. Kurumbay cejijunto lo observaba. Su mirada de reojo parecía decir: "¡Andas escondiendo algo, hermano mío!"

El sol quemaba a todo su poder. Era el mediodía. De repente, junto a los zheroshaques - los hornos de tierra prolongados - se armó un ruido. Algunos tipos que se escondían en su sombra montaron una pelea. La gente se echó a separarles. Ulbiqué aplicaba más esfuerzos que todos. Sonreía, pronunciaba las palabras cariñosas, intentaba a apagar la bronca de toda forma posible, y al cabo de un minuto los reñidores ya estaban sentados en paz cerca del horno y llevaban una conversación.

Ergalí cabeceó y suspiró.

- Pues, querido Kurumbay, - dijo él, - ahora las riendas están en nuestras manos. La gente nos mira a nosotros. Nos aguarda una obra grande. Y tenemos que darla tal giro que nadie no se atreva a decir algo en contra. Las autoridades me confíe y manda y yo me fío enteramente de vosotros...

Ergalí trataba de resacar qué Kurumbay llevaba en su dentro, pero el dzhiguit parecía olvidarse de todo - incluso de su interlocutor, - y no apartaba sus ojos de los que estaban sentados junto al horno de tierra. Llevaba mucho tanteando a la triada ruidosa - Saquembay, Daút y Karikbol. A estos estafadores se tenía miedo y se desdeñaba en el aúl. Participaban sin falta en todos los asuntos sucios y negros. Se hablaba de que Ergalí no simpatizaba con ellos por nada. Sin embargo, eran precisamente ellos quienes se desgargantaban más de todos en las reuniones. Y a los demás ni les dejaban abrir la boca. Si alguien pensaba en arreglar un asuntillo negro, acudía seguramente a los servicios de esta triada. Estos tres tipos aparecían en seguida en donde algún escándalo o alguna riña.

Kurumbay se puso de espalda a Ergalí - ¿de qué puedo hablar contigo? - y se fue a la yurta. Por dentro había mucha gente formando un semicírculo. En el lugar de honor, en el medio estaba sentado el apoderado circunferencial, el dzhiguit moreno, descarnado, Nugmán Kanáyev. Su traje era modesto, no intentaba a destacarse por lo que poco parecía a aquellos comisares ruidosos y gritones que levantan la cresta y cuando toman asiento en el círculo cogen el cojín más grande para recostarse.

Estaba sentado pasando sus ojos serenos por todos los presentes y esta mirada suya daba comprender que él entendía bien quién era quién y cuánto valía. Sonreía ligeramente, y esta sonrisa apenas visible levantaba los ánimos a todos. Comunicaba el coraje y la seguridad.

Sólo los komsomolets y los miembros del partido estaban reunidos. Estaban pescando cada palabra del apoderado con avidez. Los activistas del aúl necesitaban mucho los consejos del dirigente experto del partido. A veces, a los aúles llegan los instructores a los que gusta mezclarse con la multitud ruidosa y ociosa, comer carne, beber kumís, jugar con las mozas y mujeres jóvenes. La juventud no tenía respeto por este tipo de personas. Necesitaban a un dirigente que penetrara en su trabajo, explicara en detalle sus errores y faltas y ayudara a poner las decisiones del nuevo poder en la práctica conjuntamente, codo con codo.

Kurumbay estaba contando en detalle sobre todos los desmanes y excesos que habían tenido lugar en los aúles últimamente. Le estaban escuchando con asombro, boquiabiertos, todos se sorprendían de lo elocuente que era el dzhiguit.  El apoderado Nugmán también estaba escuchando con atención. Durante el informe ya fruncía el ceño, ya sonreía discretamente.

- Y los "hombres del Estado" que ahora están en pleno poder, por claro, no tendrán ni menor idea de lo que pasa, ¿no? - preguntó con una sonrisa mala.

Se trataba del asalto nocturno a la yurta solitaria que estaba en la estepa. Kurumbay estaba contando sobre este caso con ardor y enojo. La historia de cómo Beren se había tropezado con el violador provocó toda una tempestad de indignación. Unos se escandalizaron tanto que saltaron de sus asientos.

Ulbiqué revolvía kumís dignamente como una baibishé auténtica. Beren se sentó junto a ella, un poco lejos de los hombres. Cuando se hablaba de ella, su cara estaba rojo de empacho. Se miraba las rodillas pero no sentía ni desagrado ni arrepentimiento. Pero sólo en aquel momento tomó conciencia de todo lo horrible que hubiera podido pasarle a ella. ¿Quién pudiera pensar qué la situación acabaría felizmente? Antes, se sentía sola, desamparada y ahora estaba regocijada de haber visto cuántos amigos fieles y seguros resultaba tener. Estaba sintiendo la ternura descomunal hacia ellos, como una hermana agradecida hacia sus hermanos...

La observación que hizo el apoderado debería tocar a Ergalí a lo vivo.  Se estremeció, se arrodilló, miró a uno, luego, a otro, intentó sonreír forzosa pero no lo salió. Por todo su aspecto físico tiraba a un perrito que hizo una bellaquería y se arrastra a los pies de su dueño solícitamente.

-Kurumbayzhán-au, - dijo, ofendido. - ¿Por qué cargar de todo al consejo del aúl? Que tenemos tanto komsomolets como miembros del partido.

Y miró con timidez a un dzhiguit negro de rostro picado de viruelas que estaba sentado junto a Nugmán, y hasta le guiñó como si dijera: "Es una broma." El negro se llamaba Zhumagul. No era de estas tierras. No hacía mucho que fue elegido de secretario de la célula del partido. Sin embargo, a juzgar por todo, este tiempo le resultó suficiente para comprender a Ergalí y estaba al tanto de todos sus asuntos y trucos.

- Ergalí acaba de decir la pura verdad. - notó con desazón. - En nuestro trabajo, la dirección del partido no se destaca por ningunos hechos especiales esencialmente. Algunos trataron de separar a los funcionarios del partido del trabajo soviético en absoluto. Había otros que, con regodeo manifiesto, cargaban toda la responsabilidad por sus obras feas sobre el partido...

Zhumagul lo dijo y miró a Ergalí con aire significativo. Aquél se agachó como de un tiro a quema ropa.

Al prometer llevar la reunión general en el aúl de Serzhán, el apoderado se fue. Los vecinos del aúl se fueron a sus casas. La novedad de los cambios venideros — de la confiscación de los bienes de los bayes — todavía no tuvo tiempo de divulgarse entre los vecinos de los aúles lejanos. Y las mujeres se conformaban por aquel momento con hablillas del asalto nocturno a la familia del zapatero Zhauqué, de la desgracia de Erquinbek al que habían roto el cráneo, de que Beren había ingresado en el komsomol. La historia de Erquinbek pasmó a mucha gente. "Bien dicho: la mujer perdió al joven, - en los aúles se recordaba el viejo refrán.

 

***

La idea era la siguiente: Ergalí inaugurará la reunión, se elegirá el presidio por su sugestión, y el apoderado empezará su informe. Pero resultó otra cosa: el maestro Abitay pidió de improviso la palabra y, de nombre de la célula del partido, leyó el listado de los dirigentes de la reunión.  En los aúles a o largo del barranco "donde el perro negro pereció", las reuniones frecuentaban, pero no había ninguna en que una célula del partido se entremetió. La gente ni siquiera recordaba de la célula como si no existiera en absoluto. La noticia de la futura confiscación de los bienes de los bayes estaba aquel día en todas las bocas, pero nadie tenía idea fija de lo que significa eso. La privación de la voz, imposición del impuesto sobre el bay, distribución de sus tierras — todo eso no sólo era probable sino también normal y corriente. Y el rumor de lo que, según el decreto, se confiscarían los bienes del bay que, luego, será desplazado a no se sabe dónde, parecía tan extraño que la gente no sabía qué decir. "¿De verdad será esto?"

Zhumagul estaba del presidente, y, entre todos, Beren fue electa para el presidio. Ergalí resultó de repente al margen y se apresuró a perderse en la multitud. La reunión seguía sin inaugurarse cuando Kurumbay se levantó:

- El molá Abén está presente en la reunión. Creo que su presencia es indeseable.

El molá por poco se sofocó de tal humillación y, acosado, miró a los ancianos. Alguno de ellos intercedió por el molá inseguramente.

- ¡Que no molesta! No es un gran molá.

Sin embargo, la mayoría votó por que el molá se fuera con Diós. Abén-molá se levantó y se fue, tambaleando y arrastrando su bastón. En aquel momento sucedió tal cosa que hizo olvidarse del caso vergonzoso con el molá. Un carro cargado de los trastos domésticos y una yurta desmontada paró produciendo chirrido cerca de los reunidos. Por encima de los bultos estaban sentados Kairoldá, Zhauqué y Valday. Kairoldá y Zhauqué estaban sorprendidos por la cantidad de reunidos, y Valday no hizo otra cosa que lanzar un "ay" al ver a su hija sentada tras la mesa del presidio.

- ¡Ay, mi pupila! ¡Cariña! - arrullaba ella, bajando del carro torpemente.

Todo el mundo ahora los estaba mirando a ellos. Unos, al ver a Zhauqué, fruncían el entrecejo, meneaban las cabezas, refunfuñaban:

- ¡No faltaba más y llegó este kafir!

- Dicen que el bay mismo le ha ayudado a mudar.

- ¡Sí que el bay sabe bien cuándo tiene que ayudar!

Kurumbay salió a duras penas del tumulto, se dirigió a Zhauqué. Mientras tanto Kairoldá y Zhauqué bajaron también, se sacudieron y se dirigieron igual de despacio a los reunidos. A muchos les picó lo que ellos hablaban con Kurumbay y sus amigos al descuido,de pasada.

- ¡Míralo! ¡Qué farruco de Zhauqué!

Alguién suspiró, quejoso:

- Pues, ¿y qué?.. ¿Acaso sufrió este pobre pocas aflicciones?

Los que se disgustaron más por la llegada de Zhauqué, no obstante, fueron primeros en saludarle:

- ¡Llegas a tiempo, Zhauqué!

- ¡qué bien que has venido, Zhauqué!.. - le gritaban.

Nugmán hablaba simple y libre. No introducía "como se dice" a cada minuto, no se repetía, no buscaba palabras. S ele calentó la boca simplemente, y muchos de los presentes ni siquiera podían suponer que él puede hablar en kazajo con tanta soltura y usando tantas figuras. En aquellos tiempos, en el aúl se consideraba que la gente educada y los dirigentes grandes debían hablar tosco y sin arte por despreciar su lengua natal. Los lameculos de los bayes se suponían ser los portadores y custodios verdaderos de la elocuencia kazaja.  Y cuando un apoderado legaba a los aúles, solían reír diciendo:

- ¡Otra vez viene este "como se dice"!..

Nugmán tocó los puntos más débiles en su discurso. Algunos se cubrieron de sudor. Otros apenas se contenían para no gritar de arrebato. Cuando Zhauqué pidió la palabra, la multitud se sosegó, y muchos ojos escudriñadores se clavaron en él.

La voz de Zhauqué temblaba, La ira no le cabía en el pecho. Las lágrimas asomaron a sus ojos.

- ¡Ah, kedeyes! ¡Pobres! - dijo él. - ¿Por qué estáis intimidados? ¿Por qué estáis callados? ¡Arriba! ¡Gritad a todo poder! ¡Que de vuestro griterío fuerte se estremezca todo el barranco "donde el perro negro pereció"! Desde hoy ya no lloro. ¡Basta! ¡Me alegro! Hasta me es difícil hablar de esta alegría hoy.

Y de verdad. El rostro de Zhauqué radiaba. Beren se acercó al padre y le enjugó las lágrimas con un pañuelo. Zhauqué abrazó a su hija impetuosamente.

- ¿Lo veis? ¡Aquí está, mi hija! Lo sé: habrá quienes la reprueben por haber ingresado en el komsomol. Ellos dirán: "libertina". ¡Injusto! ¡Es mentira! ¡La hija de Zhauqué es un ejemplo para todos! La hija de Zhauqué encabezará el komsomol. Porque mismo Zhauqué es el komsomol. ¡Y su mujer Balday es también el komsomol!

Los aplausos violentos ahogaron las últimas palabras de Zhauqué. La multitud se agitó de repente, centenas de gargantas soltaron un grito que despertó toda la estepa durmiente.  El bullicio y regocijo, como en una fiesta grande, se instalaron...

...Al mirar a Kuliash-baibishé cejijunta que estaba hirviendo de rabia, se podría asustarse de verdad. El bay panzudo Serzhán bambaleaba de encono. Todos sus amigotes y comensales se apartaron de él. Incluso Abén-molá no miró hacia el bay que estaba al umbral de la yurta. Es lo que significa quedarse solo... Serzhán suspiró. La yurta blanca espaciosa donde había crecido y vivido le pareció ajena. La yurta empezó a exhalar frío hasta que se le puso la piel de gallina.

Un par de hombres encabezados por Nugmán revolvían las cosas en las arcas del bay, inventariaban los bienes. Cerca del cuero enorme de kumís se acomodó Valday. Enfrente de ella había una fuente de madera profunda y grande que estaba llena hasta los bordes. Ella removía la bebida acerba de olor picante con un cucharón pintado. Miraba el kumís espumoso que borbollaba, como si rememorara todo lo vivido y visto y suspiraba dolorosamente de vez en cuando. Parecía que no creyera en lo que estaba pasando ante sus ojos, y de asombro, chascaba la lengua y sonreía a algo:

- Berenzhán, hija mía, ¿te apetece un poco de kumís?

Beren estaba sentada allí mismo. En su rostro se veía una sonrisa feliz vaga. Echaba miradas a Nugmán de vez en cuando. Le gustaba su traje bien hecho, aliñado, sus dedos finos y delicados (sabía escribir), todas sus maneras y ademanes. Beren pasaba su mirada a Kurumbay y pensaba: "¿Cómo sería Kurumbay, de ser igual de letrado y educado?" Y tales pensamientos la hacían sonreír. Kurumbay también la sonreía a ella como si atinara lo que estaba pensando la moza. Beren captó su mirada y fingió fruncir el ceño como si diciendo; "¡No me mires! ¡No te ríes!" Y unas personas, al observar este juego silencioso, miraban de reojo a Kurumbay dichoso, celosas y hostiles.

En general, en la yurta blanca reinaba la alegría. Sin embargo, Ergalí se sentía especialmente cohibido. Estaba aturdido, perplejo. Hacía todo lo posible para no descubrirse, para mantenerse como el resto, pero se sentía solo, incómodo y entendía que estaba de más allí. Además, aún no podía volver en sí del choque que le tocó en la reunión general. Ya que ni siquiera le eligieron al presidio. Ya que ni siquiera les dieron la palabra a la gente que había sido preparada por él mismo. La confiscación de los bienes del bay fue ejecutada por la gente absolutamente diferente. Todo el prestigio de Ergalí se quebrantó en un dos por tres. El nuevo poder no lo reconocía. Fue denunciado, avergonzado y humillado en público. Y aunque Ergalí aún figuraba del presidente del consejo del aúl y se encontraba entre los que tenían autoridad, quedaba una sola sombra miserable del dueño del aúl de ayer.

- ¡Ergalí! ¡Oye, Ergalí! - Zhumagul lo llamó de repente.

Ergalí se estremeció con susto como si se despertase pronto.

Zhumagul lo miró con atención.

- ¿Por dónde están las joyas del bay? Me pregunto. Todo su oro y plata.

- ¡¿Qué sé yo?!

Todos miraban al presidente y guardaban el silencio amenazador. "¡Te vamos a obligar a decir la verdad!" - se leía en sus ojos. Ergalí se encogió todo. Sus pómulos se agudizaron.

 

***

El padre del bay Serzhán fue llamado el "Kobisista Negro".  Verdad o no, pero decíase que ganó la fortuna tocando el kobís.  Cuando se pusieron a inventariar los bienes del bay, encontraron un kobís viejo en un arcón abigarrado e incrustado. Serzhán pidió que se lo dieran a él. Nadie del aúl recordaba al bay haber tocado alguna vez, pero se puso a tocar hasta que todos quedaron boquiabiertos. Hasta el viento parecía cesar. Los viejos, viejas, niños empezaron a arrimársele a él en seguida y, sin atreverse a acercarse al bay mucho, pararon a cierta distancia.  Mientras tanto, el kobís viejo producía el kiuy antiguo, prolongado y sordo, emitía los sonidos doloridos que penetraban a lo profundo del alma y evocaban tristeza, congoja, aflicción, como si atrajeran hacia no se sabe dónde, a la ciénaga, vorágine, abismo...

Kurumbay salió corriendo de la yurta, quitó el kobís viejo de las manos del bay y quedó inmóvil empuñándolo por el mástil como un palo, Serzhán retrocedió. Kurumbay se acercó en un salto al tajo y alzó la mano con el kobís para hacerlo añicos, pero alguien lo agarró por la brazo. Él miró atras. Era Beren. Sonreía.

- ¿Por qué partir el kobís? - preguntó. - Mejor que lo tocaras. ¡Que la gente te eschuche.

- Y ¿qué toco?

- Un kiuy nuevo.

Kurumbay reafinó ek kobís rápido, tensó más las cuerdas y se puso a tocar. Y los sonidos nuevos volaron sobre la tierra. Una canción inaudita hasta entonces fluyó de las cuerdas del kobís viejo. No era una canción gangosa, añorando el mundo viejo, obsoleto, sino jubilosa, tempestuosa y libre. Se oían en ella la alegría de los vencedores y la marcha de millones. Este kiuy voló como un viento y sus sonidos llenos de entusiasmo cayeron como una borrasca sobre la estepa.

La gente rodeaba a Kurumbay formando un círculo cerrado, escuchaban la canción nueva con avidez. La luna nació y llenó las cercanías con la luz lechosa generosamente. Parecía alegrarse también de la felicidad humana...

Ulbiqué estaba como alma en pena. Ninguno de los vecinos no se aproximaba mucho a su yurta. Aún el día anterior, empezaron a rumorear que Ergalí fue dimitido del puesto de presidente del consejo del aúl. La verdad es que él mismo no había vuelto todavía a casa. Y el "uzún-kulak" — la "oreja larga" — difundía más y más novedades. Hablaban que de Ergalí no sólo fue dimitido sino hasta puesto en la cárcel. Además, Ulbiqué se enteró de que sus padres habían sido sometidos también a la confiscación. Bien se dice: el mal no viene solo. Tantos golpes cayeron en avalancha que uno no podía alzar la cabeza. La familia de Serzhán se confiaba enteramente en Ergalí, mas ahora el castigo le amenazaba a él mismo.

Serzhán tuvo tiempo para entregar la parte de su patrimonio a sus conocidos para que lo esconden y llevó su ganado muy lejos, pero poco a poco estos hechos fueron revelados uno tras otro. Encima de ello, junto con el patrimonio y el ganado del bay, fueron captados los amigotes fieles de Erquinbek. Ulbiqué no se desesperaba de que hubieran captado a los lacayos del bay sino lamentaba que le privaran de su fortuna y, además, le daba miedo por su propio futuro.

Cuando Kairolda y Kurumbay entraron, Ulbiqué estaba sentada, desconcertada y abatida. Tenía un vago sentimiento para qué Kurumbay vino. Sin embargo, no reveló su miedo, no se puso a ajetrearse, correr para complacer a los visitas no invitados, sino tomó el aire inabordable y llamativo.

- Ulbiqué-zhengué, estamos buscando lo que hemos perdido, - dijo uno de los entrantes.

- ¡Benditos sed en vuestra búsqueda! - contestó Ulbiqué.

- ¡Entonces, abra las arcas!

- Que no, ¡eso ni esperar!

- Pues, le vamos a forzar.

Los vecinos se reunieron, formaron un tumulto a la entrada, miraban con curiosidad como si aguardaran algo. Ulbiqué seguía sentada, cejijunta.

- Déjalo, cuñado mío, no toques el arca.

- Deme la llave.

- No te lo daré.

Kairolda crispó un potente puño y rompió la tapa del arca de un puñetazo. Ulbiqué saltó. En sus manos brilló un cuchillo...

 

***

Era una noche novembrina normal. La luz vaga se veía en las ventanas. El humo gris fluía de las chimeneas como sin mucha gana. El silencio prístino colgaba sobre el aúl.

Beren salió de la escuela, quedó inmóvil un rato, contempló la noche invernal. Mentalmente estaba todavía en la reunión de komsomol recién acabada. Antes de que la escuela cerró, había leído la característica de Kurumbay la que decía que Kurumbay era komsomolets, activista y quería seguir su formación. Aquel día la juventud se despedía de él y pronunciaba las palabras de despedida. Beren estaba sentada, triste, pensativa. Los jóvenes sentían en qué condición estaba y no se aproximaban a ella. Rajím de ojos saltones era el único quién se acercó, lanzó una risa y preguntó:

- ¿Por qué se has amargado tanto, Beren?

- ¡Déjame en paz, por favor! - quiso deshacerse de él.

Sí que tenía por qué apenarse.

En primer lugar, a Kurumbay se le ocurrió de improviso irse para cursar los estudios; en segundo lugar, antes de la reunión, se la acercó y dijo, sonriendo confuso:

- ¡Beren! No te enfades. Tengo que decirte algo... ¿Podemos hablar después de la reunión?

- Vale, - respondió Beren.

¿De qué quería hablar Kurumbay?  Lo estaba aguardando con impaciencia y Kurumbay tardaba en llegar. "Claro, - pensaba ella, - ¿Acaso se irá, no se tranquilizará hasta que terminen de formalizar el acta de la reunión en su presencia?" A lo mejor haya empezado una discusión infinito con Abitay por alguna formulación."

Pensando en Kurumbay, se imaginó claramente todo lo pasado en últimos tiempos. El aúl había cambiado muy en breve hasta que no se pudiera reconocer. Fue trasladado a otro lugar. La casa de madera del bay Serzhán fue privado para la escuela. Aunque provocó muchos desvelos.   Había que desmontarla, transportar y montar en un lugar nuevo. Todos los trabajos fueron dirigidos por Kurumbay. En el aúl fue creada una cooperativa. Zhauqué fue elegido el presidente. Zhauqué, de estatura alta, severo, decisivo, inspiraba pavor en trapisondistas que molestaban vivir tranquilamente. Sus enemigos se desbandaron por todos los lados. Incluso Ergalí desapareció.

Beren sonrió de recordarlo todo. Pero su sonrisa se trocó en inquietud. Hacía un mes que Erquinbek había salido del hospital. Estaba callejeando por el aúl, se mantiene pacífico, pero nadie sabía qué ideas concebía. Beren lo mencionó en la reunión de komsomol y la juventud decidió exiliar al primo del bay fuera del aúl. A lo mejor sea una decisión correcta. No merecía otra...

Beren suspiró y, sola, fue despacio a casa.  Andaba, pensaba y los pensamientos abundantes se cambiaban uno a otro, y bajo su influencia, ella bien fruncía el ceño, bien sonreía, -  era cuando en la noche oscura de su vida pasada se encendían las luces radiantes del futuro. La escuela se quedó lejos atrás.

Beren se estremeció, quedó petrificada. Enfrente y detrás pasaron unas sombras rápidas, se oyeron los pasos.

- ¿Quién es?

En vez de la respuesta, el cuello de Beren fue apretado con un lazo de crin. Alguien le metió un pañuelo en la boca. El año 1928 estaba por terminar.

 

***

...Estimado lector: Si recuerdas, al principio de nuestro cuento se narraba de que a la orilla del barranco "donde el perro negro pereció" estaban descansando las mujeres de la brigada de guadañadores. Una de aquellas que se acomodaron por al lado, estaba escribiendo una denuncia al comité regional del partido. Era Beren. Era el año 1935, el mes de julio.

Aquella noche cuando Kurumbay se fue a cursar los estudios, la banda de Erquinbek cautivó a Beren. Cómo consiguió huir de las manos de los criminales, qué sucesos siguieron tras aquel caso — Beren lo contó todo en detalle en su denuncia. La verdad es que aún lo está escribiendo y por eso volveremos al contenido de la denuncia alguna otra vez...

...Las nubes negras desgreñadas se han disipado poco a poco, se han deshilachado como un copo de lana cardado, y los rayos del sol estaban colando a través de ellas. Una de las nubes, un cúmulo, bajó, empezó a lloviznar, las manchas oscuras aparecieron el la denuncia de Beren. Ella seguía escribiendo sin hacer mucho caso, y de repente se estremeció sin querer, al oír una exclamación asombrada de cerca:

- ¡Apirmay! Será Kurumbay, ¿no?

Beren no se dio caso de cómo se levantó en un salto. ¡Kurumbay estaba enfrente!..

Mi lector recuerda bien que al inicio del cuento Kairoldá y su compañero de viaje cruzaron el barranco "donde el perro negro pereció", tratando de deshacerse en vano de moscardones inquietados. Pues el compañero de viaje era Kurumbay.

Al dar una nube vaporosa de lado, el sol asomó.  Las gotas se convirtieron en un collar de coral en sus rayos. El vientecillo travieso vino, sacudió la hierba, el cuaderno en la hierba.

Beren estaba en los brazos de Kurumbay. Una gota se le corrió por el rostro de ella: bien una lágrima, bien un gota de lluvia...

- ¿Has terminado tus estudios? - preguntó ella.

- He terminado.

- ¿Qué profesión tienes?

- Agrónomo.

Beren se enjugó los ojos, sonrió:

- Que también he terminado de estudiar.

- ¿De qué?

- De maestra.

Kairoldá a caballo salió del barranco. El encuarte iba de lado, bufando. A su lado iba el jinete. Su barba cana estaba flameando en el viento, no se veía la cara.

- ¡Ou! ¿Será Zhauqué respetable?

- Eso es, - contestó Beren, poniendo los brazos en los hombros de Kurumbay y mirando fijamente en sus ojos.

- ¡Oye! Aquella noche de tu despedida... ¿querías decirme algo?.. Pero no llegaste a decírmelo...

- Entonces, ¿puedo decirlo ahora? O... ¿es tarde ya?

- No, no es tarde...

Sus caras estaban radiantes de alegría. Ambos estaban tan excitados por el encuentro que sus corazones palpitaban a escala mundial.

Kurumbay se acercó al jinete, tomó el caballo por la brida y ayudó a Zhauqué a apearse. El viejo, según la costumbre kazaja, llevó mucho tiempo sin soltar a Kurumbay de sus abrazos. Las lágrimas corrían por su barba cana.

- ¡Qué alegre estoy, hijos míos! ¡Que se cumplan todos vuestros deseos! Mi sueño ya se ha cumplido...

Zhauqué, emocionado, miraba un largo rato a Kurumbay.

- El koljoz se está preparando para recibirte. Habrá un toy grande. Y yo no puede contenerme... me apresuré llegar primero a verte.

Zhauqué sonreía, mirando por todos los lados.

En la vecindad estaban trabajando los guadañadores, cantando, y su canción, alegre, clara, subía al cielo de donde, al disipar las nubes, el sol estaba llenando la tierra con los rayos abundantes.