Сегодня день рождения у
Никто не пишет литературу для гордости, она рождается от характера, она также выполняет потребности нации...
Ахмет Байтурсынов
Главная
Спецпроекты
Переводы
Esenberlin Ilyas "Defiéndeme con tu coraza"

29.08.2014 3290

Esenberlin Ilyas "Defiéndeme con tu coraza"

Язык оригинала: "Прикрой своим щитом"

Автор оригинала: Есенберлин И.

Автор перевода: not specified

Дата: 29.08.2014

Ilias Esenberlin

Defiéndeme con tu coraza

Era un día de otoño y había una llovizna que no cesaba de caer. Nadie quería salir de la estación y remojarse esperando el tren, el cual ya llevaba tres horas de retraso. Sólo Atimtay se decidió a salir al andén desolado y salpicado de charcos. Apoyado en sus muletas, se acercó al borde del andén y miró en dirección del crepúsculo gris que estaba opacado por la constante llovizna que impedía ver la luz del semáforo de la estación. Gotas heladas le recorrían por los pómulos ahuecados y agudos, que le empapaban el cuello estrecho de su chaqueta sin que él lo notase.

Cuando el entró de nuevo a la estación su mujer lo vió y no le dijo nada. Ella miró a su marido de reojo, molesto por la larga espera y al istatnte se volvió aprentado hacia su pecho al pequeño Jasen y lo empezó a besar con ahínco: sus rosadas mejillas, en su frente limpia y redonda, en los ojos. El niño le miró desorientado y asustado, y no solamente él, sino que también Atimtay se sintió un poco incomodo al ver aquellas caricias desenfrenadas a la vista de todos. Aimtay salió nuevamente hacia el andén con una pesada y vaga sensación.

Cuatro años había pasado en el frente de guerra, él terminó siendo comandante de compañía. No recibió ni un balazo, ni fragmentos, pero antes de la victoria fue hospitalizado y no más que en septiembre le dieron de alta. Los doctores le aegurarron que la herida en su pierna pronto cicatrizaría, pero que él quedará cojo “aunque está claro que Atimtay no necesita bailar en la cuerda floja para andar”. …eso fue lo que le dijeron en su despedida. Y así de esta manera, con muletas debajo del sobaco y dos filas de medallas en el pecho, Atimtay regresaba a casa. El no regreso directamnete a la mina, donde el trabajaba como maestro de perforación, sino que pasó recogiendo a su hijo y su mujer, quienes se habían trasladado a vivir a la ciudad después que el se fuera al frente de guerra. Desde allí hasta la mina eran dos pasos dar nada más.

Atimtay había ido por su mujer y su hijo, pero en verdad ¿qué el sabía de ellos? Su bella mujer de ojos negros, Bibigaysha, los dos primeros años le había escrito adecuadamente, sin tener en cuenta los direntes problenas y la escazes que ellos estaban pasando de todas formas Atimtay sentía un gimoteo en su corazón. Pero peor fue cuando ella dejo totalmente de escribir. Aunque cierto era que sus amigos le escribían sobre todo, le contaban tambien sobre su mujer. “A propósito tu mujer trabaja en una empresa importante como contable, en resumen vive mas o menos y, el soldado, no tiene por qué preocuparse”, le decían. Además, el director de esa empresa, por iniciativa propia, se preocupa mucho por las familias de los soldados… algunos incluso su nombre dicen: Alshimbek Aydungaliev.

Atimtay sentía que algo andaba mal, leía y releía las cartas que estaban llenas de indirectas. Fuera mejor que no se preocupara del todo este preocupado jefe, “fuera mejor… fuera mejor” pensaba él.

Lo más correcto era que Atimtay se olvidara por completo de Bibigaysha. Pero el no podía… y no podía olvidar a su hijo, el primogénito. Ella lo tuvo 10 días después de que él se había ido al frente de guerra y lo llamó “Jasen” a como lo había solicitado el padre

Él buscó el edificio y en el edificio busco el apartamento, en el cual vivía ella y entró sin golpear. Ella se apartó del espejo, se dio la vuelta y gritó como si se hubiese asustado que fuera el mismo Atimtay o del chillido casi perceptible de las nuevas muletas. Seguramente, ella estaba por salir a alguna parte, llevaba un vestido negro de fiesta y el cabello estaba recién lavado y en trenzas que caían en su pecho. ¡Cómo a él le gustaban esos pelos, largos y densos, suaves y abultados! —ellos eran los mismos… y sus ojos igual de grandes y negros como la medianoche… ahora en la profundidad de sus retinas parecían más grandes de lo normal quizás por el miedo.

Atimtay buscó con la vista un lugar donde sentarse y se sentó en una butaca que estaba cerca, a la derecha de la misma entrada.

Hola, Babigaysha – dijo él, hizo silencio – heme aquí he regresado. — él trataba de sacar una sonrisa – cierto que por poco y pierdo una pierna, pero eso es una tontería. Muchos allí se quedaron para siempre. —la broma no vino al momento y estuvo un poco pesada.

Sí…muchos…-- Babigaysha no sabía que responder y terminó confundiéndose.

El calló un rato y después con palabras entre roncadas y sin mirar a Babigaysha dijo:

-- decir que… tu misma lo sabes como yo te quiero. Y tú antes también me amabas… pero la cuestión no es esa… he venido por ti y por el niño. —Atimtay notó en un rincón, cerca de la ventana la cuna del niño. — ¿dónde está él?

-- Jasen pronto regresará del jardín de infantes…

--- A…la voz de él se hizo más sonora y seca. Bien, he venido por ustedes dos, si estás de acuerda alista las maletas, mañana nos vamos a la mina, si no, me das al niño…

Babigysha pudo notar con que dificultad él afirmaba aquellas palabras de antemano pensadas. Ella esperaba fuertes acusaciones, reproches, lecciones… pero el no pronunció nada más. Ella de momento quiso lanzársele a las piernas, llorar y restregar su cara contra las botas sucias, pedir perdón… apenas se pudo contener.

─ Mañana Atimtay, —dijo ella en silencio, mañana te daré una respuesta

─ Está bien.

En ese momento, sonó la puerta entró estrepitosamente un niño moreno remolinos divertidos en la cabeza.

─¡ Mamita! ¡Mama!… — se lanzó a Babigaysha, le dijo algo rápidamente a su mamá y diente se quedo paralizado al ver sentado a un desconocido en abajo y se detuvo en su pecho que brillaba de medallas y órdenes. Las pupilas de Jasen vacilaron y se encendieron. Jasen dio un paso hacia delante y le extendió su mano: — buenos días…

Todo esto lo hizo solidamente y con orgullo— y el “buenos días” lo pronunció extendiendo su mano, aunque se equivocó de mano al darle la izquierda y no la derecha. Atimtay se rió, se iluminó y cogió a su hijo apretándolo a su pecho, el corazón de Babigaysha se conmovió, ella se volvió para ocultar sus lágrimas.

El pequeño parecía que aún tenía pena de Atimtay. Él trataba de soltarse de los abrazos de su padre. Atimtay comprendió y lo puso en el suelo. Él niño no se corrió y se quedo de pie delante del hombre desconocido, quién era su padre que le miraba con curiosidad como queriendo compararse con él.

—tu tienes unas muletas pero el tío Alshimbek no las tiene. Dijo pensativo Jasen

Atimtay palideció un poco.

—El tío Alshimbek es más alto que tú y porta un palto negro…

Sin embargo parece que el descubrimiento que él había hecho lo decepcionó a él mismo, porque con una ceremonia clara gritó:

pero que importa ¡mira cuantas ordenes tu tienes!… ¡nadie más que tú las tienes! ¿tú eres un héroe?.. Has matado a fascistas?..

Atimtay sonrió, pero la palabra Alshimbek se le impregno en el cerebro:

mañana yo vendré a la misma hora, — le dijo a Babigaysha, — resuelve solamente por ti, porque de cualquier forma Jasen se viene conmigo.

Él salió sin despedirse.

Al día siguiente Babigaysha dio su consentimiento.

Ahora ellos estaban en la estación esperando el tren. Su esposa e hijo estaban con él, él se los llevaba consigo. — todo pasó precisamente a como el quería. Pero de igual manera que una serpiente se desliza silenciosa por la yurta, cada minuto más y más adentro, penetraba en su alma una alarma de sensación de peligro, de una desgracia aún no terminada.

Al final el tren llegó, y anunciaron el registro. Atimtay fue adelante con las maletas, detrás de él iba Babigaysha con el pequeño en las manos. Atimtay no veía su cara pero sentía que ella lloraba. “si con lágrimas comenzamos una nueva vida que vendrá después” se pensó él. “quédate aquí” —quería gritar, mirando hacia atrás. Pero ya iban a anunciar la partida. Y quién le ayudaría a Atimtay a meter las maletas en el vagón.

Atimtay puso las maletas en el compartimiento inferior, retomó fuerzas y se quitó el gabán empapado de agua y sudor. Babigaysha se quedó en la puerta del cupe, sin soltar a Jasema.

Pasa le dijo Atimtay, — este es nuestro lugar.

Un momento…— apretó a su hijo hacia su pecho, lo besó y se lo pasó a Atimtay: sostenlo un minuto… parece que me han traído algo…— Bibigaysha no terminó de hablar y corrió hacia la salida.

Atimtay notó a través de la ventana un automóvil “Emku” que estaba estacionado detrás de la vallas de la estación, precisamente al lado del letrero que indica “salida a la ciudad”. Al encuentro de Babigaysha se abrió la puerta trasera del coche y se cerró cuando está entró en el.

La campana de la estación sonaba sordamente y como en señal de respuesta comenzó a llover con nueva fuerza, azotando los cristales de la ventana del vagón, golpeando el andén, y los ruidosos charcos y la tolda débil, negra y brillante del Emka.

Atimtay tenía esperanza y espero hasta el último segundo, y cuando el tren emprendió la marcha y los amortiguadores chirriaron, el tren se desplazaba lentamente a lo largo de la plataforma como queriéndose detener en cualquier momento, Atimtay creía todavía: Ahora se abre la puerta del coche y sale Babigaysha corriendo entre los charcos y alcanzado la última escotilla de ascenso del vagón… Pero la puerta del Emka no se abrió y soltó a Babigaysha. Solo se pudo apreciar un pañuelo blanco que se agitaba en las manos de ella. A Atimtay le pareció un instante salpicado que se perdió al correr del tren. El coche giró violentamente, lanzó un humo gris y pasó por un charco y se fue en dirección de la ciudad.

Jasen estaba distraído en ese momento, mirando por la ventana como los edificios de la estación pasaban intermitentes y sólo en ese momento pudo notar que Babigaysha no estaba a su lado.

¿dónde está Mamá?.. —preguntando furiosamente en las rodillas de Atimtay y lgritando: — ¡mamá! ¡mamá!...

“Ahora yo te seré madre y padre a la vez”.. — pensó Atimtay

El pequeño lloraba.

Atimtay lo acarició la cabecera de suaves colochos. Golpeo los cristales de la ventana:

— mira, un enganchador de vagones…

Jasen lloró aún más. Atimtay no supo que hacer. Él todavía no se había acostumbrado a ser padre.

CAPITULO I

Esli desde tiempos lejanos eres la belleza kazaja

Lágrimas victoriosas mías — aguas azuleja tuyas.

Pastos verdes a tu alrededor han florecido

Solo las tristezas de mis pechos arrastraron.

1

Oh Esil o Esil…cuantas canciones han sido compuestas a través del tiempo por toda Siriark, cuantas canciones por toda la extensa estepa. De palabras amargas, el canto doloroso —penosa ha sido la vida del pueblo y triste su destino. Pero el Esli ha corrido, corre a través de verdes pastos, relucía por los rayos transparentes del sol un cinturón azul abandonado, olvidado por alguien. Y su brillo daba en la cara de la gente producto del reflejo del Esli y se dijo: todo es pasado, todo se olvida — las penas, las tristezas y las amarguras…

¡Oh la primavera! ¡y que clase de primavera había en el Esil!..

La nieve acumulada, hundida en la tierra todavía no se había derretido, aún rechinaba el agua gris de los barrancos y en sus faldas costeras ya se asomaban tallos gruesos levantándose hacia el sol. Eran suficiente dos o tres días soleados para que florecieran relucientes los prados de la estepa. Desde el sur regresaban los pájaros, resonando sus gritos en lo alto del cielo ¿y lo que estaba pasando en el río Esil? Parecen que los patos, los gansos y los cisnes de blanco plumajes y todos los que no se encuentran en la tierra se dirigían apresurados hacia aquí, al espacio libre. Calmaron, se alborotaron desde el alba matutina hasta el crepúsculo gris primaveral. La cabeza daba vuelta del olor de hierba olorosa… Al que se infiltraban los aromas de las flores de la pradera: girasoles, lirios y tulipanes.

¡Cuán bella primavera venía a ti, Esil! ¡Ahora son otros tiempos, otras primaveras… incluso el Esil es otro. Mires adonde mires, a cualquier lado que mires podrás ver el campo negro recién arado cubierto de vapor grisáceo. Los estanques y fábricas parecieran que ardieran y que de un momento a otro sobresaldrán de las orillas. Cuán salpicados que se diluyen en las incubadores de los pájaros domésticos. El viento que sopla en la pradera trae el intermitente ronquido de los motores, no importando de donde sople. ¡Ahora todo ha cambiado aquí… incluso la primavera!

En particular, la primavera llegada este año. Ha llegado con anterioridad y es muy caliente. A mediados de abril comenzaron las siembras, dentro de dos semanas saldrán los primeros retoños. A lo largo del camino y de las cunetas de la aldea Altin aray los arbustos de espinos enverdecieron, apuñados tallos de paja y ajenjo se levantaban al cielo. En las arboledas de abedul, en un sauce extenso, mucho antes del mes de mayo, brotaban las yemas de jóvenes retoños.

El pan, el árbol y la hierba renacían armoniosamente. Esto alegraba e inquietaba. El terreno virgen de la aldea Altay aray yacía indefenso ante el viento seco de la pradera.

El terreno de Aksengir seguía arándose, el Tractor K-700 tarareaba la masa, parecía como si navegara en el mar negro, sin esfuerzo alguno arrastraba el arado, dejando detrás de sí una estela ancha, negra de tierra grasosa y húmeda

Delante del tractor, Jasen, un joven campesino, trataba de impedir el paso del tractor, moviéndose delante de el a montado en su yegua agitada, la yegua no le escuchaba y se hacia a un lado mientras el tractor continuaba hacia delante sin bajar en lo más mínimo su velocidad. Jasen se sintió el doble de cansado y su cara mulata, alargada y fina, parecida a la de un indio, se miraba apenada e irritada

¡Kareke! ... ¡qué hace usted!.. Kareke acaso no se dijo que no se arara con arados de rejas…

¡A mi que me importa!..grito sin mirarle a la cara el karabay ajustándose en el asiento y agarrando el timón.

Kareke… le advierto por última vez…

¡A ver, quítate! — los pequeños y profundos ojos del Karabay ardían endemoniados. —Apártate o te aplasto — y así no he ganado nada por culpa de sus preocupaciones y dio vuelta al manubrio dirigiendo el tractor al potro que relinchaba.

Entonces que con todo y ustedes dijo Ugriumov!

Mordiéndose los labios, Jasen. Jaló las riendas del caballo y se fue galopeando en dirección de la aldea.

El tractor nuevamente se movía en la misma dirección emparejando la tierra, revolviendo con las filosas rejas gruesas.

Los maquinistas descansaban después de la cena, fumaban, estaban agrupados, junto al fuego, completamente cansados y entumidos por el calor de la fogata. Otros dormían metiendo sus caras en sus abrigos. La lujuria labora de la primavera no se detenía, toda la madrugada hasta el amanecer. Siempre se veía a un trabajar de turno.

Gubanov fue el último en cenar, alrededor de la fogata se hizo lugar para el brigadista, el se sentó, sacó de su bolsillo un bolsa de tabaco — a todos los les era de su conocimiento que Porfirio Mijaylovich no podía soportar los cigarrillos, hizo un pitillo y lo encendió de un tallo seco de tebelgy. El no era aún un hombre viejo y era muy prematuro considerarlo un hombre entre los viejos. — bueno al menos, así él lo consideraba y nadie se lo contradecía. Más aún cuando miras el cuerpo corpulento y de Gurvanov, al que nunca se le ha visto jorobar. Sin embargo, muchos de los tractoristas, no mencionado incluso a los jóvenes inexpertos traileros, que podrían pasar como sus hijos, lo respetaban no por su carácter fuerte y directo, ni por su experiencia y conocimiento de su trabajo si no por su edad. Esto el lo sentía a veces cuando observaba con tristeza las caras de la juventud que le rodeaba.

¿Entonces… qué?, muchachos, — dijo el, jalando el chaquetón,— ¿nuestro Anatoly dice que sacó las garras? ...

Yo desde nacimiento no ando a gatas, — respondió un joven pelirrojo, que estaba sentando un poco lejos de la fogata, en una lona. — Es Ramazan el que duerme y no hace nada. Nosotros ya vamos a ir a comer hojuelas donde mi suegra.

¿hojuelas? ¿Mikolay está cumpliendo su norma?..

Más o menos... él puede hacer norma y media hasta el amanecer... Ah, entonces puedes dejarlo ir a donde la suegra...

¡Que va está mintiendo! — se estremeció Mikola, que estaba descansando al lado de Guvanov. — ¿para qué usted le hace caso Porfiriy Mijaylich… que suegra?.. trabajar es necesario, arar de momento la tierra está húmeda, a él solo le preocupan los hojuelas de la suegra!..

Muy bueno. — dijo Guvanov dándole unas palmaditas en las piernas al joven. — los días de primavera, dicen, que todo el año dan de comer. Ahora tenemos en la tierra virgen — las noches de primavera...

La tierra virgen está muy buena, — interrumpió un tercer tractorista, que responsablemente echaba leña al fuego. — Cuando la agarras en la mano, parece que tienes una mantequilla, puedes untarla al pan... ¡Y cuanta tenemos! Si quisiéramos trasladar nuestra brigada a Estonia, muy bien podríamos instalar fácilmente nuestra cooperativa... es lo que yo pienso — ¿qué hicieron en el pasado los kazajos con esta tierra?

Guvanov exhaló y dijo.

Como decirte, Yujan, que hicieron... En general, nada, cumplían con su labor. Los Kazajos desde lejanos tiempos se han dedicado a la cría de ganados y a todo ganado le hace falta gran cantidad de espacio. Yo he venido a estas tierras en el cincuenta y cuatro, la tierra era virgen, la hierba te llegaba hasta la cintura. Allá en la colina estaba situado el Aul. La cantidad de ganado no se podía contar y en particular los caballos... Cada mañana acercándonos al río se arriaban casi mil quinientas cabezas — de yeguas y potros... todos tenían el mismo tono, negro azabache...

¡Mira eso! — exclamó uno, — ¿y ahora dónde están ¿los caballos o los aules? ¿los asustaron qué?

Guvanov, no respondió inmediatamente.

Posiblemente y así sucedió. Bromeando — ¡no trajeron inmediatamente a la tierra virgen diez o veinte tractores sino miles! Realmente que la tierra tembló y gimió y ni decir de lo aules …

¿Y los kazajos?.. ¿cómo reaccionaron — los que vivían aquí?

Guvanov calló nuevamente.

— Tarde o temprano, toda la gente encuentra su felicidad. No solo en los tractores está el secreto si nos ponemos a pensar, se puede decir se quiera o no quiera llegó la segunda revolución a la llanura kasaja. El pueblo la sintió inmediatamente lo que le trajo la tierra virgen…

¿Qué? ¿Se recibe que hay gente inconforme?..

Si hubieron. El tractor no era lo mejor, he dicho... la gente cuanto espéculo — la legua es otra, las costumbres, tradiciones...

Como así, Porfiriy Mijaylovich… nuestra gente— somos todos soviéticos, ¿no es así?.. y estamos acostumbrado a la lengua ¡pero todo hacemos por una causa común, para todo el pueblo!..— sonaron unas cuantas voces.

¿Yo no lo discuto?..— sonrió Guvanov. — pero ténganlo en cuenta. Aquí han vivido y viven los kazajos en esta tierra, han vivido por muchos siglos y cuidado que antes de que los eslavos en el Dnepr. Pelearon contra los invasores, derramaron su sangre ¿no es así?.. todo lo que hay aquí le es caro, aquí están enterrados sus abuelos y ancestros. Una vez mire a un anciano — lloraba como un recién nacido, cuando nosotros le destruimos la tumba donde estaba enterrado su padre. ¿pero qué podíamos hacer? Era el lugar más angosto del río, el más idóneo para hacer un puente... y allí lo tienes —el viejo —a él no le preocupaba el puente si no la tumba que destruimos y como conservarla... esa es toda la verdad... y que tenemos chicos, si no destruyes lo viejo, no haces lo nuevo. El destruir — siempre es doloroso... y la tierra virgen también: antes aquí se creaban caballos, se pastaban ovejas y ahora que — se ara la tierra...

¿Claro así fue al comienzo?.. ¿y después cómo?..

¿Y después?.. después que... todo quedó en su lugar. ¡millones de libras!.. ¿cómo ustedes la ven? Al que llora sólo le queda sacarse los con un trapo. El pan — siempre será más valorado que el oro...

Así es, Porfiriy Ivanovich, — se puso de acuerdo Yujan pensativo. — dicen — que no sólo de pan vive el hombre. seguro, que fue difícil separarse de aquello, a lo que estabas acostumbrado: por lo caballos, por la llanura extensa y las canciones que se han compuesto sobre ella por los kazajos, y de pronto— la siembra, los tractores… con el tractor no encuentras novias... no siempre le es útil al hombre, ¡a él... como explicar... le hace falta la belleza, eso es!

¡desde luego!... en efecto el campo de trigo no es menos bello que el de la llanura de caballos. La cuestión es otra: la belleza no pierde fácilmente se transforma…

¿Qué es lo que sucedió Porfiriy Ivanovich?

Sucedió...—Guvanov como de costumbre, no respondía inmediatamente, se cayó, como si resolvía para sí, ¿Vale la pena contarlo, revolver el pasado, y no muy pasado que se diga y desagradable, no sería mejor olvidarlo?.. pero la conversación se había tornado seria, como si las palabras lo hubiesen atrapado, acorralado, tratando de no olvidar nada, al fin Guvanov se resolvió.

La gente venía aquí de diferentes partes, buena gente, trabajadores, pero entre ellos habían vagos, haraganes y a veces enjuiciados. hasta eso nos sucedía... si no hubiera sido por Kachan... la vergüenza hubiera sido suficiente para todo la vida.

¿Él que se llama Kachan?.. ¿el panzón, jefe de la granja?..

El mismo...

¡Mira eso quien lo diría si lo ves! — se carcajeo uno.

Lo creas o no lo creas, pero que paso, paso.

Guvanov comenzó a contar la historia que pasó en la cooperativa de Altin aray en los primeros años de su establecimiento. Una parte de la historia se le había olvidado, la otra parte sólo se la sabía por medio de Kachan y como fue en la realidad sólo el mismo Kachan lo sabe y se lo guardaba por algún motivo privado…

Y se mira como una hazaña histórica para todo la cooperativa.

Ignat Florovich Kachan, es el jefe de la granja de cerdo recién abierta, no importando que ya era tarde el todavía no se había ido a dormir. Su mujer trabajaba en el campo y esa noche se había quedado en la brigada de turno, Ignat frolovich, aprovechando la soledad y el silencio, estaba haciendo unos cálculos para él, calculando unos gastos e ingresos.

Llamarón a la puerta.

Ignat Frolovich dejo de hacer cuentas y puso atención: ¿quién puede ser a estas horas?

Los golpes se repitieron.

Kachan se levantó de la mesa se acercó a la puerta. Las tablillas del piso crujieron —- la altura de Ignat Frolovich era considerable y en fuerza no se quedaba atrás.

¿a quién Dios ha enviado?..

Un conocido, abre — no tengas miedo...

¿qué conocido? ¿Quién es ese conocido?.. ¿Tú nombre?..— Ignat Frolovih alcanzo un hacha que estaba en el hogar: no hay que bromear con el diablo...

Te digo soy un conocido. Tú mismo me invitaste el pasado otoño... o has olvidado, a quien te corto troncos de cerdos en el mercado?..

¡Ah, mira quien es!... — en realidad que Ignat frolovich recordaba a aquel flaco pelirrojo con cara de niño, con quién se había conocido por casualidad en el mercado de la ciudad. Veinticinco troncos de cerdo le cortó aquel día este chico y en la despedida le dijo: te invitó ven a nuestra cooperativa, en la tierra virgen siempre se necesitan manos como las tuyas. le dio su dirección. O sea no hay ningún truco: el mismo lo había invitado, ahora lo tenía como huésped. ¿Sólo por qué a estas horas?..

― ¿Por el día?, yo pensaba que no llegaría a tiempo. Kachan pisaba el borde de entrada y lanzó un manotazo al aire y saco el picaporte del pasador, una argolla incrustada en la puerta.

― Ey tío, pon el hacha en su lugar, ― sonrió el pelirrojo― él no te ayudará, nosotros también tenemos hacha. Tú mejor danos de comer y de beber aguardiente si la tienes. Nuestro camino ha sido agotado y estamos hambrientos. No seas tímido, no seas tímido…― él le dio unas palmadas en el hombro a Kachan que con cada palabra se ponía cada vez más pálido,

― nosotros somos un pueblo trabajador, pero no pensamos sólo en el estado sino por nosotros mismos. Nosotros somos carpinteros que trabajamos por contrato para que recibamos de inmediato nuestro dinero…

En la tierra virgen, en ese tiempo, gente como esa había en montones. Kachan ya se estaba calmando, cuan pensó: si él está diciendo la verdad, ¿por qué detrás de la puerta dijo que estabas solo? No, no aquí hay algo malo…

Por si acaso, puso el hacha en la banca cerca de la chimenea, calculando que podría alcanzarlo en cualquier momento. Al momento el pelirrojo lo levantó y empezó a jugar con él en sus manos y después se lo pasó a uno de sus socios.

― ¿Acaso así se recibe a los invitados?.. ― le recordó el pelirrojo.

Ignat Frolovich empezaba a dirigirse hacia la puerta, para tratar de salir al patio, pero el pelirrojo se levantó bruscamente de la mesa y se le entre puso en su camino.

― No hay que preocuparse tanto por nosotros ― sonrió el pelirrojo, ― lo que hay en casa nos es suficiente.

Kachan ya no tenía dudas de que tipos de visitantes tenía en su casa. Y no discutió nada. Él saco del hogar una papilla fría, puso sobre la mesa un círculo de salchichón ahumado, un trozo de tocino, cebolla cortada y de un maletín que estaba en la litera, sacó unas botellas de vodka.

Kachan empezó a echar vodka en los vasos. Tratando de no derramar nada alrededor.

¡A la mesa por favor! ― invitó Ignat Florovich, y cuando se tomaron los primeros tragos, como a proposito dijo:

― ¿qué dinero podemos tener?.. ¿Acaso se puede hacerse rico teniendo una haciendo de cerdos? Y de qué manera… aquí la gente anda su dinero en pequeños cofrecillos…

El casi pierde el primer trago y en el segundo dijo: “a tu salud Mikita” ― no se lo tomó a fondo, aunque hizo cascarear sonoramente los vasos con todos los presente.

Por tu salud, digo. Aquella vez tú me diste una buena mano. Nuestro director nos trajo un regalo en calidad de agradecimiento.

― no sigas, hombre, no trates de confundirnos… ― lo cortó secamente un hombre negro con un tatuaje en la mano, ― Nikita nos dijo que los cerdos eran tuyos y no de ninguna cooperativa. Seguramente, ¿a ti se te olvido traer algo a la feria, aahh?..

― Claro que yo mismo dirijo la hacienda… ¿qué tengo que decir? ― Si vendo algo, el dinero va la caja hasta el último kopek. Ustedes piensan que vendiendo carne de cerdo te haces rico. Posiblemente el Karabay.

Parecía que estaba completamente borracho.

Lo juro por la cruz, hasta el último kopek…el Karabay

―Espera ― le dijo el pelirrojo cogiéndolo del hombro ― ¿qué estás diciendo? ¿de qué Karabay hablas? Explícate…

― Solo un tractorista, ― murmuró borracho Kachan. ― por la siembra y la cosecha se mete una plata― que te quedas con la boca abierta… y todo lo guarda en un baúl de hierro, lleno de dinero… El baúl está en la esquina, a la derecha de la entrada de la casa… A la mujer y al niño los mantiene muertos de hambre, ahorrando sus rublos. ¿Y yo que tengo? El amo que tiene una sola mascota y tiene las misma pulgas y garrapatas en el bolsillo y que en la cadena… Esa es toda mi riqueza — en ella yo me baño... — Kachan nuevamente se llenó el vaso.

Cuentan que el padre de Karabay era. Por esta u otra razón Karabay trataba de convencer a sus amigos kazajos en contra la granja de cerdos — ¿para qué la? Sólo la tierra pudre... Una vez por esta causa casi se pelean entre ellos. Ahora Igant Frolovich estaba salvando su cabeza por la de Karabay.

¿dónde dijiste que vive?

Directo en el camino de salida del pueblo... notificó, correcto, cuando doblas viniendo aquí... esta sola en las afueras...

—- ¿hay perros en el patio?..

Él tiene un gato, ningún perro... Miau-u-u...

Kachan de repente dejo caer la cabeza en la mesa y empezó a roncar silbando por la nariz.

El mulato se levantó de primero, con un punzante en la mano.

¡nos vamos!

¿y qué hacemos con este? — preguntó uno de los compinches. — ¿lo picamos antes de irnos?..

No vale la pena...— dijo el pelirrojo, — cuando se despierte ni pistas encontrará de nosotros.

Detrás de los huéspedes se cerró la puerta. Kachan levantó la cabeza, y aún no creía que se había liberado del peligro, pero Ignat Frolovich no se alegró por mucho tiempo: ¿y si alguien hubiese visto, como de su patio habían salido los huéspedes? ¿es posible que hayan visto como salieron desde su casa y se hayan dirigido hacia dónde Karabay?.. un investigador inmediatamente descubriría que es lo que pasó, y entonces lo culparían a Ignat Frolovich, por lo menos le darían condena mínima… Ignat Frolovich con cuidado, — quién sabe si alguien hubiera seguido a los “huéspedes”, — salió de la casa, cerró detrás de él el portal, tratando de que no crujieran de repente las bisagras, y se fue corriendo a donde Guvanov, sabiendo que Guvanov y su brigada de madrugada tenían que salir al campo para arar la tierra.

Porfiryi Mijaylovich, — tocó a la puerta de Guvanov el cual ya se había levantado y se preparaba para salir, habló rápidamente, sin dificultad: — Pronto levanta a tus muchachos… ¡tenemos una desgracia! Unas personas han llegado a mi casa, pidiendo vodka, preguntando por Karabay, — buscaban su casa. ¡hay que evitar una desgracia!..

¿Quiénes son ellos?..

Estaban armados hasta los dientes… lo he visto en uno de ellos…

¿Cuándo salieron?

Hace unos segundos, ahorita…

Guvanov no preguntó nada más. Reunió a los muchachos de toda la brigada, cogiendo lo que tenían a mano se fueron corriendo a la casa de Karabay.

En la casa de Karabay había completo silencio, las puertas estaban en candado, las ventanas estaban oscuras. No pudieron encontrar inmediatamente a los bandidos borrachos, pasaron diez minutos, cuando se divisaron un poco lejos.

Amenazando con la oz, como un sable, Guvanov se lanzó primero al encuentro, en la oscuridad se oyeron gritos, regaños, sonó un disparo, la bala pasó sobre la cabeza de Porfiryi Mijaylovich.

¡Cuidado, muchachos! —gritó él. Vamos démosle la vuelta a la casa, de todos modos ellos no podrán ir lejos, pronto amanecerá…

Pero los bandidos escaparon, desde el lugar por donde huían se oían sus voces y fuertes pasos, en la oscuridad sonó un motor, de pronto alumbraron unos faros— ellos andaban en vehículo. Nadie tuvo tiempo de reaccionar cuando los bandidos huyeron de la cooperativa.

Por la mañana, llegó el miliciano de cabecera al lugar de los sucesos, comunicó lo sucedido a la comisaría de la región. Desde la región comunicaron a la comisaría de la provincia, en resumen── de momento que ellos captaban la información y comenzaban la búsqueda, los bandidos ya habían logrado escapar. Cuentan que pasados unos cuantos meses fueron atrapados fuera de los límites del país.

Porfiryi Mijaylovich recordó esta historia y la terminó un poco molesto:

─ Claro está, ¿A quién le hubiese gustado recibir un balazo en la frente? Pero no había de otra, y no era el caso del pobre Karabay, aquí si haces tal acto delictivo, metes en pena a todos que después no sabrías donde poner los ojos. Y los rumores sobre los kazajos se propagarían inmediatamente entre los rusos en la tierra virgen.

─ ¿Pero qué rusos? Que usted está diciendo Porfiryi Mijaylovich. Salto diciendo Gisha, un jovencito que estaba sentado en silencio hasta entonces.─ Si ellos son rusos y nosotros somos rusos ¿por qué debemos responder por unos monos ladrones?.. ¡Qué tontería!

─ Tontería o no tontería eso, quién lo sabe, tonto es, lo que tú consideras una tontería─ va tomando forma, se extiende y se agrande─ y cuando miras, ves que no fue un ladrón el que atacó al otro, sino una nación contra una nación, un pueblo contra un pueblo. Eso es lo que se recibe, mi querido joven.

Todos quedaron callados.

─ ¡qué interesante! ─Porfiryi Mijaylovich ─ exclamó otro ─ ¿por qué estos bandidos se dirigieron primeramente a Kachan?.. ¿No es raro todo esto?

¿Quién lo sabe por qué?, ─ Contestó Guvanov.─ En aquel momento nadie de nosotros pensó sobre esto. Todos estaban contento porque Kachan había avisado a tiempo de la presencia de los bandoleros y por ello se había salvado a una... pero que sea el mismo Karabay quien les cuente como eso...

Porfiriy Mijailovich se volvió al tractorista que estaba sentado junto a la hoguera y hosco, sin corregir ni una palabra había escuchado todo el cuento que le repercutía a él más que a nadie de los presentes.

Habló sólo cuando sintió la mirada Gubanov. Y por decirlo así, como nadie se lo esperaba.

Me han salvado, salvado... ¡Mejor que no lo hubieran! — dijo gritando con un voz.

¿Cómo así — mejor que no me hubieran salvado?.. — se sorprendió Guvanov.— ¿Tú estás en tus cabales, Karabay?..

¡Claro que sí, estoy harto! — gritó Karabay. Su cara ardía del resplandor caliente de la fogata. — ¡Se inventan una cosa, luego otra y al final no logras acostumbrar a una versión! Todos son señalamientos, que los jefes te hacen directamente en tu... ¿y quién se preocupa por el salario real? ...

¡Oy! , deja eso, — contradijo Guvanov tranquilamente. — Si hay alguien que no debe quejarse de las ganancias, eres tú Karabay. Karabay no deja pasar nada…

Cuando había buen salario nadie se quejaba, Porfiriy Mijailovich, ¡tú mismo lo sabes! ¿Y ahora qué?.. han introducido el arado de vertera en lugar de arado de rejas, ¿Qué buenos eran los embragues de los de rejas?.. ¡Ahora trabajas una hora y el resto del día reparas! ¿Qué ganancias puedes obtener de tal forma?..

¡Ay, Ay!, Karabay, Karabay, ¡Te gusta levantar polvaredas! ¡Como si los embragues de rejas no fueran todos los mismos! — Suspiró Guvanov. — Nuestra brigada lo usó en una parcela experimental, ¿Comprendes? Tú eres un persona con cabeza y te puedes imaginar: ¡Qué enganchamos los arados de rejas con la consulta del agrónomo!.. En cuanto a las ganancias, a ti y a mí no es conocido­ — no hemos dejado de ganar lo mismo, lo puedes comprobar por las normas. Lo que pasa es que la tierra necesita de inversiones, y nosotros eso estamos. Llegó el momento — de actuar con inteligencia y administrar la bien, en vez de decir: ganancias donde están las ganancias...

¡Tú a mí no me enseñes, Porfiriy Mijailovich, como administrar! — se encarajó Karabay. — ¡En mi tierra yo mandó!..

Yo no enseño, es la ciencia la que enseña, mi estimado, — respondió con cautela Guvanov. — Si nosotros no introducimos el pasto y nos pasamos al uso del arado de vertera, pueda ser que pronto no tengamos nada que hacer aquí. La tierra se morirá y la erosión la asfixiará, se perderá la tierra...

¿Se perderá?.. ¿entonces por qué cien años ha existido — y no se ha perdido? Incluso sin nosotros no se ha perdido — ¿Qué con nosotros se echará a perder?.. ¿Para hemos venido aquí, entonces? ¿Para qué hemos tocado el suelo virgen? ¡La tierra reconoce a su dueño y no se ha echado a perder!..

Guvanov se levantó, tiró la colilla de cigarrillo en el fuego. Todo el mundo estaba esperando que iba a decir, a responder a Karabay, este lo presentía. Él pudo haberle respondido un montón, pero de todas maneras este no le hubiera comprendido lo que él quería decirle.

El silencio fue extenso, solamente se escuchaba el chispear de una rama que se quemaba en el fuego y el quejido agudo de un pájaro nocturno. El frío venía de la llanura pero nadie se levantaba a lanzar ramillas al fuego para recalentarlo. Las palabras de Karabay habían caído a todos con una piedra pesada en el pecho. Todos comprendían lo que él había tenido en cuenta. El mismo Karabay a quien ellos lo consideraban su amigo, el trabajador, el simple, un poco introvertido y cerrado. ¡Y se abrió Karabay!..

Después de esta conversación ya no hay ningún deseo de subirse al tractor, — rompió el silencio Mikola, el mismo que tenía pensado ir donde la suegra para comer hojuelas.

¡mira que vaina!…

¡destazador!—exclamó Ramazan.

El comportamiento de Karabay no le gustó del todo a Ramazan. ¿Qué pasaría si sus amigos deciden, que él piensa de la misma manera?..

El joven tractorista, por lo general tranquilo, que se contienen, se entrometió buscando palabras adecuadas:

¡destazador!.. “la tierra, la tierra…” él no es la tierra lo que necesita. ¡Él lo que quiere es ganancias!.. sobre la tierra habla… donde el rublo es pesado, y allí está “la tierra”…¡mierda!.. — gritó dando unos pasos hacia Karabay. — ¿Eres una mierda, me entiendes?.. ¿y por esta mierda fue necesario exponerse a recibir un balazo en la frente?.. ¡no era necesario, Porfiryi Mijaylovich!..

A duras penas contuvieron a Ramazan, lo sentaron en el abrigo, le pusieron un cigarrillo en sus manos temblorosas.

— No sé, — comentó Guvanov, acercándole a Ramazan un brasa sostenida en dos palillos, — no sé, Karabay, hasta este momento tú eras un buen chamaco…pueda ser que haya sido un simple estallido de furia… pueda ser que llevas todo esto desde hace tiempo, y callabas…

Pero no es ese el asunto. Recuerda Karabay que nosotros vivimos debajo de un mismo techo, y la tierra es para todos— es la misma, sea Rusia, Ucrania, Estonia, Moldavia… Si tú eres una persona honrada, tú, en todas partes estás en casa, en tu casa, en la tierra soviética. ¿Tú seguramente has escuchado estas palabras: “la tierra pertenece a aquel que la trabaja”?.. Si has escuchado u oído y de todas formas no has comprendido. Llegó el tiempo de comprenderlo Karabay…

¡Qué se vaya de la brigada, nosotros sin él, nos la arreglaremos! — brillaron de ira los ojos de Ramazan.

Es hora de comenzar muchachos, — se levantó Guvanov. — basta ya hemos hablado…

Todos los tractoristas fueron a sus tractores siguiendo a Guvanov.

La estepa se esclareció: en el horizonte relucía una luna increíblemente inmensa.

Karabay se quedó solo cerca de la fogata que se apagaba.

2

Es posible que esto haya sido una novedad para él, después de vivir largamente en la ciudad, o de verdad que la mañana era realmente formidable, la cosa era que Feodor Ivanovich Ugriumov con una satisfacción especial — sin querer hacerlo, atravesó desde una punta a otra la calle central de la aldea, que todavía estaba pasando su último sueño, y salió hacia el campo.

A le gustaba levantarse en la madrugada, con el levantar del sol, le gustaba el aire denso y fresco que venía en ondas desde la pradera que no se había aún calentado, le gustaba los colores brillantes, suaves de ese momento: el color verdoso del cielo; el Esil parecía que estaba cubierto por un vidrio fino, que reflejaba las estrellas moviéndose por él; una neblina baja se arrastraba por la tierra mojada…y un silencio tan tranquilo que parecía que nadie lo podría interrumpir…

Hoy esta tranquilidad reinaba en los prados y en la cooperativa de la aldea, la siembra ya casi estaba terminada, había llegado un receso, cuando la gente podía no levantarse con los primeros cantos del gallo.

Pasando por la calle amplia, con una arboleda de belguis. Feodor Ivanovich no encontró a ninguna persona. Pero el mismo estaba satisfecho de que no había cambiado sus costumbres. Si él se dormía y no veía el amanecer, después todo el día, no se le despegaba la sensación de cómo sí a él se le hubiese olvidado algo importante, — si se le olvidó, lo perdió…

“La primavera, — pensó Feodor Ivanovich, andando sin prisa, por el prado humeante, — la primavera… solamente aquí puedes sentirla en la realidad…aquí no te es Moscú… (Él aún hablaba por costumbre: “En Moscú”, el mismo no lo notaba.) No es lo que tenemos en Moscú, donde te pones un abrigo de dos temporadas, cambias el gorro por la boina, desempaquetas las ventanas— y es toda la primavera que tienes… la esperan y allá también, pero acaso es igual que aquí… anticipadamente, durante todo el año, se crean la esperanza, todas alegrías y penas— y todo dependen de ella… ¿ella nos trae algo?”

Se agachó, cogió un puñado de tierra, e iba a frotárselo entre los dedos.

Bueno, dime madre tierra, como eres tú, - siguió diciendo, al mismo tiempo recordando que alguna vez su padre repetía lo mismo, en su lejana juventud. No fue aquí, por supuesto, no en la tierra virgen, si no en el la provincia de Orloskiy... Y seguro, que estas palabras mi padre las oyó de su padre... — Vamos, dímelo... — Fedor repitió, mirando las bultos sueltos negros en su mano: — A ver, dime como eres tú: madre tierra. — Y él se alegraba repitiendo precisamente esas palabras.

Kazybay Tleukabakov observó desde lejos en el monte la figura corpulenta del organizador del partido. Él apenas se sostenía en el caballo por la fatiga. Los ojos los tenía rojos y sollozos. Él llegó con pasos lentos hasta Ugryumov y bajo del caballo. Al ver al director de la granja estatal, Fedor Ivanovich sopló suavemente la palma de la mano donde tenía los pequeños bultos de tierras, y se puso de pie.

- ¡Felicitaciones, Fedor Ivanovivh! - Tleukabakov le tendió la mano áspera. — la siembra se ha terminado, hoy por la noche se hicieron las últimas, en la parcelas más lejanas.

¡Le felicito! — dijo Ugriumov. — a propósito mira cómo estás, qué pintas tienes...

No es nada, — dijo haciendo un gesto con sus manos Tleukabakov. — estoy así porque no he dormido dos días... ahora descansaré

¿Cómo están los tractoristas?.. ¿Tú has estado donde Guvanov?..

Hemos arribado por la mañana. Él también la agarró... — Tleukabakov nuevamente hizo una seña con la mano y con el mismo tono, dijo: — no pasa nada, el también reposará a como se debe.

Reposarás, — ponte de acuerdo Ugriumov. — ¿Era necesario que estuvieras allí? ¿O es que no confías en Guvanov?..

¿Cómo que no confío?.. Confío. De otra manera no se puede. ¿Qué va a pensar la gente del director?.. ¿Si ellos no duermen, él debe dormir verdad?..

El sol ya se había levantado sobre la llanura. La Tierra respiraba: un velo de neblina, era penetrado por la luz de un rayo de solar, temblando y balanceándose sobre ella

¡Mira que belleza! — no se contuvo Ugriumov haciendo un gesto con sus manos mostrando el este. Él tenía cincuenta años o más, si se tomaba en cuenta las grandes arrugas que le atravesaban la cara. Pero ahora él se sonreía, abriendo la boca, — ¡ok chichos grandes!

Tleukabakov volteó la cabeza con él, parpadeando con sus pestañas. En su cara no se reflejaba nada. Toda su vida había vivido en las praderas y había visto una infinidad de amaneceres y atardeceres que ya no le sorprendía.

— No sabía que eras romántico, — seco se rio Tleukabakov,— yo también soy romántico... pero sólo cuando miro la tierra arada y las mazorcas maduras... y aún mejor cuando veo el trigo en bultos...

Ugriumov no le respondió nada...

Llegó a la Altyn Aray hace cuatro meses, a principios de enero. Para iniciar el análisis y conservación del MTF, estaba satisfecho. Le gustó todo: la construcción del establo largo con paredes encaladas y tabiques, con suelos limpio, carrasposo; el establo de los terneros iluminado con luz y aislamiento térmico, donde vio a terneros gordos y blancos bien alimentados y con ojos grandes resaltados. Cerca del laboratorio lácteo se acomodaban dos edificios largos con la limpieza y el orden similares al laboratorio: la granja avícola y el galerón de alimentación. El organizador del partido también estaba contento con la flota de tractores, los talleres de mantenimiento y los garajes. Donde quiera que mirara, se sentía la potente dirección del complejo y sus instalaciones. Con la producción y el plan financiero del año pasado en la granja todo estaba en norma. Los gastos en trabajo, materiales y equipos, los horarios de siembra y levantamiento de la cosecha, los documentos técnicos de cada cultura — todo se había fijado en documentos, firmados, sellados y puestos en fólderes especiales. Todo estaba calculado y cada brigada estaba al tanto de ello. Aunque la cooperativa estaba retrasada con el punto principal. Hace tiempo que había sido trabajado el terreno designado para la siembra, pero la recolecta bruta de trigo disminuía con cada año, la cosecha. Esto tenía su explicación. Antes de todo — por condiciones naturales. La mayor parte de la tierra de siembra de la cooperativa se encontraba en la zona desértica. Era necesario fertilizar la tierra, el viento había erosionado toda la tierra de siembra y la cosecha fue cubierta de arena. La introducción del arado de vertera y la siembra anticipada en los años de sequía conllevaron a la pérdida de la cosecha. El trigo, el que fue sembrado anticipadamente en abril se quemó por la sequía de julio y se cubrió de zarza.

Ugriumov recorrió todos los campos junto con un joven agrónomo de la cooperativa. Después ellos dos pasaron todo el día discutiendo encerrados en el gabinete. Jasen Atintaev hojeaba sus apuntes delante de el organizador del partido, desplegando los mapas de las tierras sembradas, cuyas medidas parecían a un mantel largo. En él estaban bien especificado cada campo y cada centímetro de parcela sembrada él buscaba por largo tiempo la parcela necesaria, esto era difícil: allí había demasiado nitrógeno, aquí hacía falta fosforo, en un tercer lugar había una alta concentración de calcio, pero hacía falta otros componentes… al final se quedaron en la parcela de Azksenguir. En ella decidieron experimentar los nuevos equipos agro-técnicos para la siembra. La composición química del lugar no i se inclinaba ni al mejor o peor de los lados de la balanza: era un campo común, medio en respecto a su composición. El objetivo del uso del nuevo equipo agro-técnico para la cooperativa representaba arar la tierra mediante verterá, con un arado especial, mejor decir, que escavará en paralelo con rejas especiales a una misma profundidad: veinte centímetros. La barra se mantendría, esto sería lo más importante: la estructura del suelo no cambiaría, los restos de hierba la reforzarían salvándola de las ventiscas. Las celdas también ayudarían a la evaporización. La evaporización natural en condiciones de sequedad en las tierras vírgenes juega un papel importante para la concentración de humedad y la aniquilación de lo hierba mala.

Este tipo de campo no se veía amenazado por la erosión de viento. Esto estaba demostrado por experimentos del instituto de geología en Escocia, cerca de Tselinongrad. Aunque existía una consideración ─ las parcelas experimentales del instituto son conservadas de acuerdo a las normas de la ciencia agropecuaria y las de una simple cooperativa… en Altin aray era la primera vez que se hacía un experimento de este tipo.

La cosa no era fácil, no solo debía aplicarse la razón si no que había que arriesgarse. Ugriumov esto lo comprendía muy bien. Además él era un recién llegado a Altin aray. — N0o sabía ni clavar estacas, ni sabía levantar una tienda — vino como se dice «celeque». El éxito de la causa comenzada dependía en gran medida de cómo se iba a desarrollar su trabajo en la cooperativa. Pero Ugriumov no era la primera vez que se arriesgaba en su vida y el mismo destino no lo mimaba, de cualquier forma, la vida placentera no iba con él.

Kazibay Tleukabakov tampoco buscaba la vida fácil. En mil novecientos cincuenta y cuatro, en los días tormentoso de febrero, cuando la fuerte y ruidosa tormenta fue asaltada por el sonido ensordecedor de los motores, llegó a estas tierras Kazibay con su casco de guerra en la cabeza, de treinta y cinco años, comunista, ex combatiente, que antes de la misma guerra había terminado el técnico agrícola. Con sus propias manos había arrancado las primeras zarzas casi endurecidas por la tierra — del lugar que sería la cooperativa, en la cual lo designarían director. Y unos años después, cuando el pasaba por la calle La paz, la calle de los comunistas — en la aldea amaban los nombres armoniosos y bonitos, — cuando el respondía a la pregunta tradicional de los periodistas, cuando el hacía su discurso ante los pioneras, contándoles las peripecias que vivió en aquel invierno, el mismo no se lo creía: ¿cómo es posible que en esa misma colina donde está ahora la escuela, antes estaba una caravana de tractores?.. De un trailer saltaron chicos y chicas cogiendo palas y picos, congelados hasta los dientes, aunque llevaban chaquetones y botines de lana... En la plazoleta, que había sido limpiada de la nieve, el pronunció un discurso breve — no habló, gritó, para que las palabras no fueran silenciadas por el viento...

Después, cuanto se hablaba, se escribía, se recordaba sobre todo esto hasta tal extremo que el mismo lo dudaba: ¿Pasó todo esto en la realidad?.. ¡Claro que sucedió, sucedió!.. Sin tomar en cuenta el frío, el calor, el cansancio, ni la debilidades comunes de las personas, el condujo, ordenó, dirigió a la gente sacándole las últimas tres gotas de sudor, sin tener pesar de él mismo, alcanzó los objetivos que le habían planteado… Él siempre estaba junto a la gente, entre ellos, compartía sus penas, sus alegrías, desacuerdos — la gente creía en él, le seguían. De esta manera de formó la cooperativa Altin aray, y Kazibay Tleukabakov se hizo director. Sin embargo los tiempos cambiaron y aparecieron nuevas tareas. Kazibay era un remolino, para no regazarse del resto, ejecutaba todo lo que se le exigía. ¿La alimentación de los animales?.. Y él se movía en relación de conseguir el alimento de animales. ¿La gestión general de la economía? Y él se ponía en función de resolver los problemas económicos. ¿La mecanización de los procesos laborales de la granja?.. ¡Incluso en esto Altin aray no se hacía quedar en ridículo!

La desgracia no estaba en estas tareas. Cada una de ellas tenía su grano de arena, su sentido útil y actual. El problema era que cada tarea alcanzaba a la. Kazibay se apresuraba a cumplirlas, pero no alcanzaba el tiempo en las soluciones de casos complicados manteniendo el ejemplo ante los demás. Pasaron los años y no se dio cuenta que se había convertido en una persona de edad, con canas en los pelos, con mirada de cansancio y tensión, a veces alegre y ojos vivaces.

El tiempo corría y corría... el tiempo de oro de la cooperativa estaba pasando, más aun cuando todo se juntaba con gran velocidad: «¡Arar, sembrar, recolectar!» la agricultura exigía un sistema rígido y prediseñado de actividades, basadas en las experiencias transmitidas. Tratar la tierra con cuidado.

Los tiempos han cambiado, pero Kazibay, seguía siendo el director insustituible de la cooperativa Altin aray, era el mismo Kazibay, el que había venido a conquistar la tierras vírgenes años atrás. ¿Le alcanzará conocimiento para conducir hasta el fin los asuntos basados en las nuevas técnicas? ¿Podría el entender la utilidad de todos estos herbicidas, químicos, periodo de siembra de los frijoles, guisantes y quien sabe qué diablos más?.. Todo se le había mezclado en la cabeza. Lo que sabía de verdad era: cogerlo todo por asalto. Antes esto era suficiente. Pero ahora...

Kazibay empezó a ponerse nervioso. En el rostro, delgado y de cachetes caídos se comenzaba a formar una expresión de confusión y de inconformidad. El carácter abierto de Tleukabakov se cambiaba ante los ojos. Se ponía pesado, sospechoso, insocial.

Una amenaza atrapó el corazón de Kazibay, y Él la venía apagando, en todas las visitas que hizo este día de primavera, sin bajar de la montura de su caballo: de brigada en brigada, atravesando campo, pero no logró calmarse. Él estaba observando como el viento secaba la superficie de la tierra recién arada, la cogía con orgullo, la amasaba, y la desboronaba — de palma en palma, pensaba que los pedazos de tierra que quedaban en su mano era la tierra buena, mezclada en terroncillos suaves, la que daba la esperanza, y la tierra que se soltaba en partículas de polvo y que se dispersaban por el viento, era la tierra traicionera que buscaba como encontrar otros horizontes, era la tierra que esperaba la sequía, la que enturbiaba el aire.

Estaban de pie, intercambiaron unas pocas palabras, el organizador del partido y el director. Pero la conversación no se recibió. Observando a Tleukabakov, Fedor Ivanovich de repente se sintió un poco culpable ante. Él se sintió avergonzado por su impulso juvenil: Kazibay pasó casi dos días a caballo, y ahora él sale con el entorno y la belleza de la naturaleza... Además, vio que Tleukabakov estaba algo molesto, enojado, y comenzar a meterse en el alma de la persona con preguntas a Fedor Ivanovichno le gustaba. Pensó que cuando llegue el momento — y él mismo todo lo contará. ¿Aunque qué es lo que pudo haber pasado con la brigada de Guvanov? . .

Tleukabakov realmente estaba enojado y molesto por lo que había oído en la brigada de la Guvanov . Y quería hablar de ello con Ugryumov pero Kazybay sintió un poco de vergüenza, incomodidad, lo que no le permitió iniciar la conversación, inevitable y, en general, bastante natural para el director y organizador del partido. Sin embargo Kazybayev decidió esperar, posponerlo hasta que a él mismo no se le pase todo y se apacigüe.

Se disculparon, y quedaron de reunirse en la oficina. Kazybayev montó en su caballo, y saludó Ugriumov entro a la aldea. Pero se acordó de Gubanov en el camino a casa y luego al medio día, con quien juntos, una vez, limpiaron la nieva de la tormenta del llano, ─ allí donde es ahora la Escuela...

Porfiriy M. Gubanov llegó a las tierras vírgenes de la región de Saratov. Allí, en el pueblo de Grandes Presas, la gran familia de Guvanov ha vivido desde tiempos lejanos. Nadie sabía de dónde salió él nombre de esa aldea: nunca hubo aquí ni presas, ni estanques, incluso ningún riachuelo por las cercanías.

El padre de Porfiriy, Michael Gubanov, estuvo en el frente de guerra desde los primeros meses; en el año cuarenta y tres, le trajeron a la casa el "aviso de muerte": defendiendo la patria, el sargento Gubanov murió cerca de su casa - en Stalingrado. Desde aquel momento que apareció la tía Dunya, la renca de correos, el peso de la casa recayó sobre el joven quinceañero Porfiriy ─ el cuidado de su madre enferma y de sus dos hermanas pequeñas.

En la granja, en los tiempos de guerra, entre las mujeres y los hombres de edad – tales como él se consideraban hombres hechos y directos. El primer tractor que tuvo Porfiriy fue un viejo de ruedas "Kharkiv", en él trabajó hasta el final de la guerra. Luego se pasó a los tractores de oruga y aprendió a manejar el segador de trigo – toda su vida él se quedó como maquinista agrícola.

Desde la infancia, Porfiriy Gubanov sabía lo que era el pan, lo difícil que le era a la gente conseguirlo. Los Distritos donde se albergaban las Represas a menudo sufrían de sequía. Cuando en otros lugares había un verano seco, aquí los campos estaban negros, quemados y resecados por los vientos calientes. Pero si se recibía una primavera húmeda, si el invierno era suave y a la mitad del verano caía una que otra gota de agua, entonces los campos zumbaban de espigas.

Sin embargo, incluso en el verano seco y la tierra daba una buena cosecha - durante las fuertes nevadas en los meses de invierno. Los campos del Kolkjoz estaban atravesados por líneas de árboles (cortavientos) en correspondencia con una medida de control estricta, cada cuatrocientos o quinientos metros. Ellos moderaban la fuerza del viento, la nieve era detenida en los campos. Pero cuando el verano era seco servían como continuación del invierno sin nieve, el campo descansaba como un muerto y la cooperativa estaba inactiva. Sin embargo, en este momento el gobierno ayudaba con él pan, y las semillas, pero en los años de vacas flacas para todo el país, uno se la pasaba apretado.

Así que Porfirio no de los libros y artículos sabía, lo que está encerrado en las palabras "problema de los cereales" si no de la formación obtenida en el suelo virgen y no esperanzarse a que las cosas te caigan del cielo. Él tenía cerca de de treinta años, se casó, le tuvieron dos hijos, gemelos, de tres años. Junto con él, surgieron en Kazajstán otros señores de respetos.

No, él no buscó una vida fácil, ni miles de rublos ─ teniendo sus hábiles manos, la experiencia y entrega al trabajo duro, él hubiera podido obtener estos rublos en cualquier lugar. Como muchos, él vino atraído por la novedad, las tareas colosales, captar y coger la seña que acaparó a todo el país. Al ver la inmensidad de la estepa, que se extiende del oriente al occidente, primero se interrogó: " ¿Acaso está tierra es capaz de dar buenas cosechas?.. " Y entonces, después de que hizo el primer surco, creyó en ella, en esta tierra. Y entonces le pareció que hasta el momento él sólo estaba buscando un asunto que le viniera al alma - ahora no hay nada más que buscar, aquí está, la cosa más importante en la vida!

Aquí hubo de todo ─ y alegrías y fracasos. La primera cosecha, el primer pan virgen dulce crujiente en los dientes - ¿quién no lo iba a recordar?.. ¿Y el primer millón del suelo virgen?.. Gubanov celebraba junto con todos los frutos de su trabajo y estaba orgulloso de sus manos. Era difícil no quejarse, no brincar, no gritar, no empacar maletas, no salir pitando - ¿A dónde? ¿De qué? ¿De su tierra?.. Esta era su tierra, la tierra con la que él había convivido, familiarizado y que pertenecía también a sus amigos. ¿De otra manera no podía ser? ¿No fue por ella que su padre derramó su sangre? ¿Acaso no fue por la misma… que cayeron gotas de sudor salado de la frente de Porfiriy Gubanov — en otoño y en la primavera?

Nunca creyó oír decir que la tierra — le es ajena para él... Las palabras de Karabay le caían, como se suelen decir, en el mismo intestino.
Por la mañana, cuando Gubanov tenía que hacer la última ejecución, llegó el director de la granja a visitar la brigada.
"Que persona más intranquila" – se rió Gubanov en sus adentros. Se bajó del tractor y se dirigió hacia Kazybay que ya se había bajado de su caballo.
Tleukabakov estaba feliz, alegre. Y cuando Gubanov le contó de cómo andaban las cosas en la brigada, se contentó aún más aún: todas las tareas planificadas se habían ejecutado de acuerdo al plan de la granja, el trabajo de primavera estaba llegando a su fin.
Guvanov habló más lento.
Kazeke - dijo - tengo una pregunta. .. Aunque, tal vez ahora no es el momento…
- ¡Qué no solo sea una, que sean diez – a todas respondo - bromeó Tleukabakov.
- ¿Cómo ven los kazajos a la tierra virgen?..
¿Qué quieres decir - cómo lo ven?..

Como así… - Gubanov continuó, eligiendo sus palabras cuidadosamente – cada pueblo... Cómo decirlo. Sus hábitos, mentalidad… sus tradiciones.
La tierra virgen mucho ha cambiado, ha volteado todo, ha acaprado a gente de diferentes partes de la estepa, millones - no cientos, sino miles...
¿desde cuándo te has puesto a pensar en eso, Porfiriy Mijailovich?.. se rió Tleukabakov, mirando con sorpresa a Gubanov.

Antes no había tenido tiempo, estaba concentrados en otras cosas – sonrió de la misma manera Gubanov ─ Pero hablo en serio Kazeke...

Bueno, si es grave, entonces yo te responderé. La tierra virgen – significa técnica, uno. La tierra virgen – es cultura, dos. La tierra virgen – son cien casas en lugar de una yurta, gas en lugar de estiércol, la ropa - como en la ciudad, es una peluquería – como en la ciudad, un Palacio de la Cultura que costó dos millones de rublos ─ tú no te encontrarás uno igual en ninguna parte... y deja de comerme el coco, ¿como si tú mismo no supieras que es la tierra prometida?..

Kazeke yo no hablo de eso. .. y preguntó sobre la gente, sobre los diferentes pueblos que se mezclaron en la tierra vírgen... ¿Tal vez se sientan ofendidos? Tal vez.. no les guste todo esto?..

¡Ahh… sobre eso!

Tleukabakov guardó silencio por largo tiempo antes de contestar.

Te digo lo siguiente, Porfiriy Mijailovich. Cuando yo junto con los ucranianos y los rusos fuimos al, yo no noté quién iba a mi lado: si un ruso, un ucraniano o un kazajo. Lo importante era una cosa: quebrar y destruir al enemigo, él era para todos uno solo, ¿comprendes?.. Ahora nosotros también tenemos un solo objetivo y nos lanzamos al ataque... ¿entiendes lo que te quiero decir?.. si no me comprendes, entonces cuéntame...— Tleukabakov miró sospechosamente a la cara de Guvanov. — ¿por qué me estás haciendo esas preguntas? No es nada,— dijo Guvanov. — yo simplemente quería escuchar su opinión.

En este momento la conversación se interrumpió.

Después miró como Ramazan al mirar al director se lanzó apresuradamente en dirección de él, gritándole enfurecido, y hablándole en kazajo y mostrándole el lugar donde se oía el tractor de Kazibay.

Guvanov se movió.

¿Quién te lo pidió Ramazan?...— pensó él. ¿Quién te lo pidió?..

El conocía el carácter impulsivo de Kazibay, que no podía contener la ira de en sus adentros.

Guvanov no se equivocó.

Esperando que se apagarán todos los motores, Tleukavakoba reunió a toda la brigada. Aunque él no se alteró, ni se enfureció como lo hacía hacer cuando joven, — esto lo notó Guvanov. Por el contrario, cuando llamó a Kazibay para que se pusiera a su lado, él se veía calmo y la voz no le temblaba, estaba equilibrado.

Tú no eres ni mi hermano, ni mi nuero, incluso, ni familiar lejano de Karabay, — dijo él, la cara se le oscureció. — ¿Por qué me da vergüenza, Karabay? ¿Por qué me da vergüenza mirar a esta personas a la cara?.. ¿A mí me da vergüenza Karabay. Delante de Yujan, tengo vergüenza, delante de Mikola tengo vergüenza, delante de todos... ¿No sé con qué ojos mirar a Porfiriy Mijaylovich?.. ¿Y por qué debo tener vergüenza Karabay?.. ¿De qué debo avergonzarme?.. ¿Callas?.. ¿No sabes qué decir?.. entonces yo te lo diré, Karabay. Para una persona como tú en esta cooperativa no hay lugar y solo tengo una palabra que decirte...

Esa única palabra la pronunció Tleukabakov en kazastan, la pronunció sonora, secamente, atorándosele en la garganta:

¡Vete!..

CAPITULO II

Por mucho y largo tiempo lloró Jasen, aquel día, que su padre lo cogió y lo separó para siempre de su madre.

― ¿Mamita dónde estás?..― gritaba y se zafaba buscando o donde ir. A él le parecía que su Madre, a propósito, se había escondido de él, como de costumbre hacía cuando ellos jugaban juntos. Y en cualquier momento ella aparecería, lanzándose hacia él, abrazándole, besándole y diciéndole: “¿Mi tontuelo de qué te asustas?.. Yo estoy contigo. ¿A dónde voy a coger sin ti, mi tonto?” pero todo esto no sucedió. Y cansado, sin fuerza de tanto llorar, se durmió en las piernas de su papá.

Atimtay con mucho cuidado lo puso en la litera ceca de él, le hizo la cama y lo acostó en su abrigo y pensó.

Él tenía pensado ir a la aldea minera, pero ¿de qué manera se presentaría ante sus amigos?.. Un marido abandonado. Desde luego que nadie le iba a decir a cara nada, pero ¿qué hombres ahora puedes ser si una mujer te ha abandonado?.. y con mucha más razón… tu esposa… y la madre que abandona a su hijo por costumbres kazajas… ¡no es mujer, si no, una bestia! Sin embargo, sin importarlo todo, dentro, en lo más profundo de su alma, él todavía la continuaba queriendo. Posiblemente, él no quería ofender a Bibigayshu ante toda la gente.

El podía también regresarse a su aldea natal. Pero desde hace tiempo que Atamtay no tenía, entre los vivos a sus padres, los hermanos y hermanas ya estaban acostumbrados a no verle ― ¿quién podría alegrarse con su llegada? Demasiadas cosas habían pasado, desde que el joven jinete se había ido de esos contornos, con la alforja al hombro, en busca de su felicidad en tierras extrañas. Pero además no era de menos importancia el hecho de regresar… sin mujer y con unos niños en sus manos.

Al final, Atimtay decidió regresar a la aldea donde vivía el padre de Bibigayshu. Una vez como suele ser en las costumbres kazajas, el abuelo Ondasin, dijo a su nuero, cuando le dio la mano de su hija, “si llegan a tener un hijo, me lo traen a mi. Él ocupará el lugar de mi Bibi. Yo mismo lo educaré, y no me abandonará como lo ha hecho ella...” dijo sonriéndose, las últimas palabras las dijo en broma, pero en su fondo se sentía un reproche doloroso. El anciano tenía en aquel entonces 70 años, pero no parecía a un anciano enclenque, su porte y su razonamiento distanciaban de su edad, se veía joven a su edad. Él era muy sabio, el padre de Babigayshu era un poco filósofo, un poco akin, un hombre que había vivido muchas experiencias, aunque Ondasin era severo, muy severo― y para consigo mismo, para con la gente, su opinión era muy consideraba, pero la gente le temía y consideraban mantenerse alejado de él. El orgullo a veces no le permitía hacer un acercamiento con aquellos que se le corrían. De esta manera él vivía en su aldea, en las afueras como ermitaño.

Atimtay despertó a su hijo, cuando el tren se estaba acercando a una estación inmensa con muchos rieles, le dijo que iban a ir a donde su abuelo y que allí seguramente esperarían a su mamá, Jasen como que tomó vida, se apresuró y empezó a ayudar a su padre con las maletas. En esa estación compraron los boletos para otro tren que iba al sur. Jasen no volvió a llorar y sólo preguntaba repetidamente si pronto llegarían y si su mamá allí los esperaba:

― ¿Pronto llegaremos?.. ¿Mamá nos está esperando?.. Y el abuelo, ¿cómo es?..¿Se parece al Papá Noel como el del Jardín de infantes?..

Atimtay respondía, no soportando sus propias mentiras, pero de una u otra forma había que responder al hijo. ¿Qué hacer?.. El niño le creía, estaba contento, abastecido, estaba alegre por el encuentro con su madre y con su abuelo.

El tren los llevó hasta una pequeña ciudad, de allí bajo la lluvia se dirigieron hacia la aldea. El abuelo se había alegrado tanto con la llegada de su nieto, que se le había olvidado preguntar por su hija. Él cogió al niño en sus brazos, se lo puso en los hombros ― Jasen se río, apretó con sus piernas el cuello delgado de su abuelo, jalaba su larga barba blanca, se la enrollaba en sus dedos e incluso mordía los extremos de ella, probando de qué sabor podría ser la barba. Después lo llevo a donde estaba la yegua con su potro y le dijo― que este potro era real, con melena y cola, jugando con su nariz le dijo― ¡Jasen este potro es tuyo! El mismo sentó al niño en lomo delgado y huesudo del caballo y le ayudó a aferrarse a la cruz. ¡El niño de pronto se vio más alto que el papá, que el abuelo y que todo el mundo…

El anciano y el niño riéndose, pensó Atamtay, que verdad, que realidad: el viejo y el niño… pero el niño captó su sonrisa, se empezó a preocupar, y a mirar por todos lados.

¿y dónde está mamá?, ―preguntó él a su abuelo.

Y sólo en ese momento Ondasin se acordó de su hija y miro confundido e interrogativo a Atamtay.

― Pronto, hijo, pronto vendrá tu madre, de momento ve a jugar ― mira a tus amigos que desde hace tiempo te están esperando…

En realidad, a la entrada de la casa estaban dos niños que no se decidían a entrar, de ojos negros y pómulos resaltados, como Jasen. Seguro que estaban ansiosos esperando conocerse con el nuevo invitado.

Vamos Jasenito, ― gritó uno de ellos, ― te enseñaremos los cachorros de nuestra Boribarsa, ayer ellos abrieron los ojos y ya están comenzando a andar.

¿Quién podría contenerse?.. Jasen salió corriendo con sus nuevos amigos a ver los cachorros.

Atimtay y el viejo Ondasin se quedaron solos, era tiempo de responder a las preguntas que no pudo hacer el anciano.

― No terminaron bien nuestras relaciones, ― comentó molesto Atimtay. ― Nuestros caminos se separaron…

― ¿Quién fue el culpable?

Atimtay no contestó inmediatamente…

― la guerra…respondió el pensativo. Y de inmediato, le dijo seguro: ― La guerra.

― ¿hace tiempo pasó esto?

― como decirle… parece que ya hace dos años, cuando dejé de recibir cartas de ella.

Los dos se quedaron callados.

― ¿O sea, la herida se fue estirando?

― Mientras iba la guerra… yo no tenía tiempo de ver mi herida… solamente ahora ella sangró y duele de verdad…

Ondasin estaba sentado cabizbajo. Sus dedos estaban enterrados en su barba y hacían mueca de dolor. Trato de buscar algunas palabras, pero no las encontró.

― ¿cómo piensas vivir en adelante? ― decidió preguntar.

― quiero buscar trabajo como geólogo, mientras lo encuentro sería bueno que Jasen viva con usted.

― Correcto, correcto… ― murmuró el anciano. ― tú estás actuando correctamente… Cuando dos almas no se fusionan en una ― no hay felicidad. Vivir juntos y mirar por lados diferentes ― sólo es engañarse el uno al otro… y tú hijo dejármelo a mí. Yo no pude educar a mi hija y hacer su corazón fuerte… Ella nació sin Madre, y seguro nadie pudo sustituirle a su madre… pero a mi nieto a que lo hago jinete. Será un hombre honrado y buen kazajo.

Atamtay no contuvo la sonrisa.

¡No me crees!... ríete, te lo digo yo ― ¿a qué lo hago un buen kazajo?... no te rías. El buen kazajo, es aquel que ama su tierra, el lago, el prado, el rio y el ganado. Además el debe de amar a su seres cercanos. De esa manera, él nunca se saldrá de su camino.

― está bien― dijo Atimtay. ― Ahora que se quede con usted, después veremos lo que pasa.

Los dos callaron por largo tiempo.

― Si una persona actúa mal, Díos, tarde o temprano lo castigará, ― dijo Ondasin. ― Seguro que a ella no le fue nada fácil separarse de Jasen, de cualquier forma, es su madre… Este es el primer castigo. El primero de todos…

Así terminó la conversación.

Atimtay se fue dentro de tres días. En este tiempo se supo que no muy lejos del Aul de Ondasín, hay una expedición de investigación de geólogos, que estaban buscando un fosforero.

En resultado Jasen se quedó sin madre y sin padre.

¡Pero con él se había quedado su abuelo! ¡Tan bueno ― que solo se encuentran en los cuentos y no en todos! De verdad que el viejo Ondasin era tan rígido y severo con el resto de la gente que desde el momento que empezó a vivir con junto a su nieto, empezó a cambiar. Las arrugas se le empezaron a asentar, los ojos apagados y sin vida ahora se tornaban como farolas brillantes en su cara seca. Toda su vida había soñado con tener un hijo y ahora estaba contento que Dios ― así él pensaba ― se compadeció de él dándole un nieto como recompensa.

Si, el nieto, por rareza, había salido cariñoso e inteligente. El rápidamente se apegó a su abuelo y este lo mimaba moderadamente, le enseñó actuar con inteligencia y conocimiento. A los siete años Jasen podía diferenciar el olor de un arbusto de durazno con el de zarcillas, el del estragón con el del tomillo. A los diez años ya podía escuchar lo que otros no podían: lo que contaban los pájaros, el chapoteo de las brisas, los silbidos de las corrientes del viento. Aquí, el comenzaba a comprender la diferencia de los bullicios y alborotos de la ciudad con la riqueza de la hierba, de los animales, de los árboles. No le era difícil adivinar donde el pato plumas rojas hacía su nido, en que inclinada nacen las cebollas silvestres… a los siete años el ya podía galopear en el potro que le había regalado su abuelo. Todos los niños de la aldea eran sus amigos. Él no olvido a su madre pero con cada año que pasaba la recordaba menos.

Jasen escuchó de su abuelo un sinnúmero de leyendas y parábolas viejísimas, algunas quedaron en su corazón para siempre, pero hubo una muy especial ― La leyenda sobre el grano de trigo.

La gente, le dijo el abuelo, desde hace muchísimo tiempo, comenzaron a sembrar el trigo pueda ser del tiempo del diluvio divino. Nuestros ancestros que vivían en estas tierras también lo sembraron y recogían la cosecha del trigo, el cual o le temía ni al calor ni a la sequía. Y sucedió que cuando iba a comenzar el diluvio el profeta Nuj Paygambar llamo al kazajo anciano y le dijo que toda la vida del planeta estaba en peligro.

― te agradezco Nuj Paygambar, que me hayas avisado a tiempo, ― le dijo el anciano. ― si puedo, intentaré ver cómo puedo salvarlo.

― si lo salvas, después del diluvio, comenzarás una nueva vida. Pero como vivir si no habrá animales salvajes, ni domésticos que sobrevivan. Y la lluvia ― está claro que toda el agua que hay en el cielo se derramará por toda la tierra y no quedará nada para regar las plantas y los cereales. Por eso, coge este grano de trigo que no le teme ni al calor ni a la sequía. Este Grano te servirá.

El anciano con su mujer hornearon un saco de empanadas, cogieron a su único hijo y se subieron a la cumbre del Ulutay ― no había en la tierra una montaña tan alta como esta.

El diluvio dela tierra comenzó y todo lo vivo murió debajo de sus ondas. Quedaron vivos nada más el anciano con su mujer y su hijo en la cima del Ulutay. Ah y Nuj Paygambar que navegaba en su arca por las aguas fanfarronas, con parejas de diferentes pájaros y animales…

Cuantos días y semanas duró el diluvio ― nadie lo sabe, pero en la cumbre el anciano, su mujer y su hijo comían pedazos pequeños de empanada cada mañana. Y un día, les quedó en el saco sólo una empanada.

Entonces el anciano le dijo a su hijo:

― hijo seguramente tú mamá y yo nos moriremos de hambre muy pronto. ¡Qué así sea, lo suyo ya lo vivimos!.. Pero tú todavía estás joven y tienes la vida por delante. ¡Toma aquí tienes la última empanada trata de aguantar hasta la primavera!

Después el anciano metió sus manos en el pecho, sacó un pequeño saquito cosido y se lo dio a su hijo.

― En este saquito, ― habló. ― hay un puñados de granos de trigo… tu tienes que conservarlos aunque la estés pasando prietas. Si sobrevives ― ¡siémbralas!. Estarás siempre alimentado y la gente te lo agradecerá.

Él anciano habló de tal forma que el hijo no le refutó nada. El viejo y la vieja murieron. Y el hijo quedo solo. Todas las mañanas él cortaba un pequeño trozo de la empanada y se lo comía, Cuando quedaba la mitad de la empanada, el agua empezó a descender. En las faldas del monte Ulutay, sembró el trigo y esperó que la cosecha diera su fruto. Cuando espera, comía de la otra mitad de la empanada, la dividió en pequeños trozos que los comía cada tres días.

Del cielo un sol abrazador hacía y un viento seco abriga la tierra, el trigo crecía y crecía, floreció y tomo un color dorado. El hijo recogió una rica cosecha que le fue suficiente para él y los demás. Y así es como nació el trigo ― de aquel puñado de trigo en el saquito que guardaba el anciano en su pecho y que se lo entregó a su hijo…

Jasen siempre recordaba está parábola y cada vez le abría nuevas ideas, nuevas sabidurías.

Cuando Jasen iba a cumplir los diez años, Atamtay ya trabajaba como especialista en la mina de fosfato de Karatauska. El continuaba sin cansarse y en el invierno invitó a Ondasin con su nieto a su casa. Ellos llegaron. Jasen comenzó a ir a la escuela rusa. Rápidamente se adaptó a la vida de aquella aldea minera, hizo nuevas amistades. Ondasín le hacía falta su aldea, no podía acostumbrarse al apartamento de tres cuartos, con calefacción, baño e inodoro ― en comparación con su cabaña propia con el hogar en un rincón y los aseos en la fondo del patio armado de láminas contrachapas y tablas. No es fácil cambiar las costumbres cuando ya se ha vivido toda una vida. Una vez sucedió que el anciano fue al baño y cogió con él su gorro de zorra una chaqueta acolchada, idéntico como si estuviera en su aldea y sólo la carcajada de su nieto lo hizo reflexionar.

―Ay Jasezhan, ― suspiró Ondasín.― sólo tienes diez años, para reírte así de tu abuelo setentón…

Cuando llegaban algunos huéspedes, él no se contenía las ganas de preguntar:

― ¿Tú no eres de la aldea vecina?.. ¿Cómo está el invierno, por nuestros contornos?..¿Cómo están los bozhbanzi, kangli, zhantastsi?...

Si el invitado era de otra aldea, entonces Ondasín cambia inmediatamente de tema.

― lo sé, lo sé ― decía él. ― la verdad es que no he estado por allí. No he estado, pero he escuchado, como si a ustedes no les guste el koyirtpar… ¿cómo es posible eso?.. ¿Acaso lo puedes comparar con alguna cosa?... Posiblemente… con el…como se llama… con el bor-sh…la lengua se traba cuando lo mencionas… pero si lo dices ― comer quieres. ― dijo bromeando de la comida que Atimtay trajo del comedor de la mina. ― borsh, sopas, chuletas, col con carne, bistek― pero como podía Ondasín nombrar esa cantidad de platos exquisitos, sólo estaba claro que mencionará el koyirtpak…

El anciano desde su infancia amaba todo con todo corazón: el prado, las canciones, la dombra, los dastanis, le niebla volcánica y seca del invierno y del verano, ― incluso a estos últimos también amaba. Y todo lo que no correspondía con su mundo, lo negaba elementalmente de manera positiva o negativa.

Una vez ― cuando Jasen ya era estudiante ― escuchó que en la luna se sentó un cosmonauta americano. El nieto se alegró: ¡Urra… el primer hombre en la luna!

― ¡el primero… y que, que sea el primero, ― refunfuño el anciano.

― ¿no estás contento?

― ¿por qué no estoy contento? ¡Claro que la luna no es nuestra tierra!

― Claro, la luna no es la tierra, ¿pero qué con eso?

― La Luna… pronunció clamorosamente el viejo Ondasín y bajando la voz dijo: la luna es sagrada… no hay nada más bello en el mundo que la Luna… ¿comprendes?.. Los trovadores le han cantado y compuestos canciones y las han contado… ¿Con qué celebridad puedes comparar su belleza?.. con la luna. ¡Y qué clase de luz le da a la gente por las noches!.. los kazajos desde tiempos de antaño, consideran pecado que alguien se aliste de espalda a la luna. Ahora los americanos la pisotean. ¿De repente se les metió en la cabeza ― satisfacer sus necesidades?.. o ¿prestar juramento?.. ¿Crees que esto traerá algo bueno, qué piensas?..

Jasen se despistó. ¿con qué podía calmar la pena de su abuelo? Sabía que los cosmonautas no eran la causa que el mundo de su abuelo se estuviera disipando y destruyendo, ― todo alrededor estaba cambiando y para Jasen todas esas transformaciones eran tan naturales como la vida que estaba viviendo.

Y como llegó la depresión al abuelo, cuando supo que toda la aldea vecina la convirtieron en una hacienda de producción de trigo.

― Están destruyendo la tierra, su sangre y belleza,..― murmuró enojado el anciano.

― Cómo es eso que le están quitando su sangre y belleza?.. ― protesto Jasen. ― el trigo sembrarán, recogerán la gran cosecha…

― Qué inteligente te has hecho, el científico, que palabras has aprendido… ¡Prosperidad, prosperidad! ― dijo el viejo arremedándolo. ― ¿tú sabes para qué la tierra necesita el ganado? En el prado pastean ovejas, vacas, caballos y en todo el verano son miles de cabezas de ganado. Con sus pesuñas cortan el pasto, y con sus excrementos abonan la tierra. En el próximo verano, en el mismo lugar la hierba nace más densa. Tú quieres sembrar trigo― el crecerá también. La tierra no envejece de los desechos del ganado, al contrario rejuvenece y coge fuerza. Sólo en el invierno no es recomendable cada año pastear el ganado en el mismo lugar. El caso es que aplastan los retoños y hasta los cortan de raíz con sus pesuñas. Por eso los kazajos constantemente están cambiando el lugar de pasto invernal… mientras en el campo de cultivo de la cooperativa siembra el trigo, luego lo cortas y lo que haces es nada más que sacarle el jugo a la tierra. Esa tierra solo puede vivir de agua de lluvia, si por ejemplo, en verano, no hay suficiente lluvia. Esa tierra y se muere y la cosecha se pierde.

Está claro que de un año a otro, la tierra no se puede perder y con mucha más razón la nuestra ― fructífera, fecunda,― dijo el anciano a Jasen. ― para ello habría que impedirle a la tierra renovar su hierba cada año, lo que provocaría la pérdida de fuerza. Por consiguiente el viento se encargaría de subirla al cielo y como sabes, no hay pradera sin viento. Deduce ―tú mismo ― Ondasin le quitó el gorro de su cabeza, le paso los dedos por el pelo rígido y rizado como las rosquillas de antaño. Ahora piensa tú mismo ― si yo paso constantemente mi mano por tu cabello, restregándola o acariciándote, ¿crees que nacerá pelo sobre tu cabeza? Así le pasará a la tierra… hay que dejarle descansar, hay que cambiar el trigo por la hierba, hay que dejar que las ovejas y los caballos pasten en ella, ― la tierra necesita de mucho y para que después de bastante.

Jasen discutió con su abuelo, pero recordó sus palabras y lo más importante, ― él aprendió a sentir que la tierra es un ser vivo que necesita de amor y atención… muchas cosas escuchó Jasen de su abuelo, las cuales dentro de poco tiempo las volvió a escuchar de los científicos agrónomos que se basaban sobre las ciencias agronómicas y teorías comprobadas. Pero esas mismas palabras también las escuchó de un simple viejo lleno de experiencia que se apoyaba y se cubría solamente de su persona que había vivido muchas generaciones.

A propósito, Ondasín no sólo le enseñó a su nieto a sentir y amar a la naturaleza, si no, a conocer a las personas, saber sus puntos fuertes y débiles, no perdonar a los mentirosos y sin vergüenzas, y ser indulgente ante los errores ― todo esto Jasen lo pudo asimilar paulatinamente de su abuelo.

Ondasín educó a como pudo a su nieto y pensaba que conocía su corazón, su forma de pensar, como a sí mismo. Efectivamente que era así, sólo con una simple objeción. El anciano nunca se imaginó que Jasen nunca habló una cosa con él ― que el recuerdo sobre su madre nunca despareció por total a lo largo de todos estos días. Los recuerdos sobre su madre y Alshimbek Aydungaliev siempre le llegaban como un sueño nocturno, turbio e indefinido. Lo que era definido era el odio que se hacía cada vez más fuerte con el pasar de los años, hacia ese hombre. El que lo separó para siempre de su madre de sus caricias, de sus mimos ― la que lo hizo feliz cuando era apenas niño… a Jasen con el tiempo, le aparecieron ganas de vengarse algún día de esa persona ― por él, por su madre, por su padre, ― él siempre se imaginaba a su madre, como una zorra cola roja que cayó en una trampa de cacería de Aydungaliev…

Hasta él llegaron noticias de que Aydungaliev, ya no trabajaba en el puesto de responsabilidad que tenía, lo que había jugado un rol importante para que abandonará a su familia anterior y después se casará con Babigaysha. Jasen también supo que Aydungaliev vivía en Alma –Ata, que se hizo famoso en el campo de la ciencia de la economía agrícola y que su nombre lo pronuncian con respeto… Todo esto sabía Jasen. Y planeaba: cuando teminé la escuela, me voy a Alma-Ata e ingreso en el instituto. Estando allí, por fin busca a su madre, la abraza y después “cara a cara” se encuentra con Alshimbek… de hombre a hombre, y Alshimbek recordará este encuentro para toda su vida.

Aunque ellos ya se habían encontrado anteriormente… Y no en Alma-Ata si no en la cooeprativa Altin-aray…

Las estibas, en que se encontraba la cooperativa, vivan los familiares de Atimtay. Allí vivían sus hermanos y hermanas. En el mismo año que Jasen terminara el décimo grado, el viejo Ondasín había resuelto presentarle a los familiares de parte de su padre, enseñarle el lugar de donde procedían sus raíces.

En las vacaciones de invierno, Ondasín llevo al chico a las praderas priesilskiy.

La cooperativa agrícola Altin-aray fue conformado en la base de dos pequeñas haciendas kazajas. Por esta razón, el territorio lo componían la plazoleta del estribadero llena de trigo y los corrales con centenares de ovejas y caballos. Las dos haciendas en sus tiempos eran conocidas por el ordeño y los rápidos marcapasos. Por costumbres antañas, sólo en aquellos meses cuando la nieve cubría la pradera, los caballos permanecían en el corral, el resto del tiempo se encontraban el campo invernal.

Todavía no se había tomado la decisión presurosa de reducir la crianza de caballos, los caballos ― son la belleza de las praderas kazajas, pasteando por toda la extensión de las haciendas kazajas.

El primero en recibir, en su casa, al anciano con su nieto fue el director de Altin-aray Kazibay Tleykabakov, un pariente cercano de Atimtay.

Por la noche, sentados ante un humeante, él les contaba a sus invitados sobre la tierra silvestre, sobre los días difíciles que ahora no volverán, cuando nació la cooperativa.

―A nosotros, los directores de cooperativas, nos recibió Leonid Ilich Brezhnev el secretario del Comité Central del partido Comunista. En detalles nos explicó las tareas a cumplir por parte del pueblo soviético para la explotación de las tierras vírgenes. ¡Imaginarse que en los años venideros debíamos de poner en pie veinte millones de hectáreas!..

¿Cuándo yo escuché esa cifra, ― Contaba Tleykabakov.― el corazón se me paró: ¡dos millones de hectáreas!.. y cada hectárea tienes que arar, sembrar y cuidar y recoger la cosecha.. ¡Esa era la tarea a cumplir!.. Pero en ese tiempo ¿qué es lo que había aquí?: dos pequeñas haciendas ganaderas ― sin técnica y no había trabajadores, ni casas… No tengo nada que mentir, hubo un momento en que yo estaba desorientado, me decía ― no lo lograremos. Incluso en le frente de guerra no me había pasado eso, ¡y mira aquí lo tienes!.. perdí la confianza en mí mismo… yo no se cómo se me hubiera recibido en adelante, sino fuera por una conversación con una persona…― Kazibay calló un momento, se riío consigo y continuó, ― Voy a donde él, ― y no sé que decirle, por donde comenzar… Él a mí: usted no se preocupe, camarada Tleykabakov, ¿Usted piensa que ha venido por una asunto personal?.. Este Asunto ― es un asunto que nos compete a todos. Hablemos sobre esto y tratémoslo tranquilamente, nuestro problema común… él mismo hablaba y mostraba un mapa ― aquí está la tierra ubicada, aquí pasa un canal por la pradera, desde Irtisha hasta Karagandi, aquí ― por Bakanazu ― se ubicará una cooperativa de arroz y allí se construirá una nueva ciudad, una estación eléctrica y un centro industrial… yo todo eso lo sabía, por las ponencias, por el periódico, pero una cosa son las ponencias ― y otra lo miras de cerca ― pareciera la misma carta, las mismas cifras, acaso no es así…

Después me preguntó:

¿Y su cooperativa donde está camarada Tleykabakov?

Yo la busqué, encontré el lugar aproximadamente donde está Altin-aray, y él dijo: Sólo que un poco más a la izquierda. ― Él puso un punto y escribió con un lápiz “Altin aray”. El me miró ― y yo miraba el punto en el mapa. Tenía vergüenza de mí mismo. El mapa ― estaba allí, era grande y el punto ― tan pequeño, si no te esfuerzas― no lo miras. Me dije: ¿En qué tú piensas Tleukabakov?, con ese punto nada resuelves.

Después él me dice:

―Yo lo escucho, camarada director… ¿cuáles son sus exigencias, sus propuestas?.. lo ayudamos con lo que podamos

Él cumplió con su palabra. Nos ayudó.

Yó regresé justamente a la cooperativa antes de la siembra…

Para los que estaban pendientes delante de la mesa, les quedo claro de lo que contaba Kazibay sobre Altin-aray. Todos se emocionaron, hablaron de la primera vez que a la cooperativa llegó unos de los primeros dirigentes de la república. Fue allí ante la mesa, en una conversación amena, que Jasen por primera vez, escuchaba el nombre de Asilbeka Ajmezhanova. Le sorprendió que hablaran de él como de un amigo o un buen conocido ― a ellos no les inmutaba ni su título, ni el cargo que él ocupaba. Pero aún más hubiese sorprendido a Jasen, si alguién le hubiera dicho que ese sería el día más pesado de su vida ― cuando él, en su debido tiempo, se dirigiría a este hombre “Kazibay Tleukabakov”, pidiéndole consejos.

Pero ese día no sería muy pronto…

Mientras la conversación ruidosa se pasa por la mesa de punta a punta, se abrió totalmente la puerta y detrás de una corriente de vapor congelado entraron dos personas. Ambos adultos, llevaban un gorro de pieles y unos Chaquetones de pieles de ovejas. Cada uno con bandoleras y debajo del sobaco dos rifles encartuchados. Al momento se comprendió que eran cazadores.

― Assalaumagalaykon, ― saludaron ellos.

― Uagalikomassalan, ― respondieron los sentados. ― ¡Pasen adelante, siéntense a beber té!

Los que entraron se quitaron las prendas, el mismo dueño les ayudo a quitarse los chaquetones, los gorros de pieles, y las armas las puso en la esquina. Ellos se sacaron las botas y las pusieron en la entrada.

Uno de ellos era grande, corpulento con cara de colmena. Todos lo conocían perfectamente, era el jefe de la policía de la región. Su acompañante… Todas las mirabas estaban dirigidas a él. Era un hombre guapo, corpulento, entrado en edad mulato y de cara fina. Sus pelos negros ondulados dejaban ver unas que otras canas.

― ¡Huéspedes siéntese a la mesa!

― ¿qué nuevas nos traes Alsheke?.. ― preguntó amablemente, pero con voz seca Kazibay, ― desde hace tiempo que no nos visitas.

Cuando sonó el nombre de Alsheke, el corazón de Jasen latió fuertemente: el volteó al mirada. Su abuelo estaba sentado inmóvil e impávido como un ídolo hecho de madera.

― Hemos venido a cazar… ¿Pero qué puedes cazar aquí?.. Después de que empezaron a sonar los motores de los tractores todos los lobos huyeron. ¡A propósito!, vimos una jauría no lejos de la aldea…

― ¡Mira eso! ― de Alma-ata venir hasta aquí para cazar lobos, ― dijo el dueño, apretándole los hombros… Su mujer apresurada atedió a los invitados poniéndoles una taza con té. Seguro, usted tiene otras cosas más importantes que hacer… dicen que usted se ha convertido en un gran científico Alsheke, doctor…

― Como decirle― grande o no grande ― de verdad que me dedico a la ciencia.

― sí, sí, la ciencia…― afimó Kazibay ― con su cabeza… desde luego la ciencia…¿Cómo está Alma-Ata? ¿Qué hay de nuevo en casa? ¿Cómo está toda la familia?.. ― continúa haciendo las preguntas tradicionales de etiquetas… ¿cómo está Bibigaysha?..

Jasen se atragantó, se acordó, se acordó de la cara elegante de este guapo… o le pareció que se acordaba. Como en una neblina, se paseaba delante de él, turbia, alterándose…

― Por ella he venido aquí., distraerme quería, ― Alshek dijo en voz baja― ha sucedido una desgracia . Bibigaysha ha muerto, murió hace poco en el momento del parto.

Como un cuchillada sintió Jasen en el corazón. No gritó ― dio un gemido. Jasen dejo caer la taza vacía, pero no lo notó y nadie lo notó, nadie quiso volver la mirada.

Y no comprendió como se encontró en la paja. Las lágrimas lo asfixiaban. Lágrimas de ira. Él quería entrar a la casa y delante de todos matar a este hombre… él apoyo su frente a una hoz helada. La sien le pulsaba, sentía un torozón en la garganta― ni lloraba, ni gritaba… ¿qué era lo que más sentía ― el odio a Alshinbek? ¿Pena por su madre? ¿Pena por sí mismo? El sentía una cosa: el despertar de la fiera en él, la furia, la crueldad…

Con dificulta el contenía la tembladera, fue a la sala. Recordó las últimas palabras de Alshinbek:

Hasta el último minuto ella clamaba por Jasen…

Alshinbek dejo de hablar cuando vio que Jasen regresaba. Pero no lo miro a la cara, él no podía…

Entonces no pudiste cuidar a mi hija… ― dijó Ondasin. Lo dijo en voz baja, como queriendo no decirlo ― los labios apenas se movieron. Esas palabras fueron como leña ― la leña que ardía la ira que sentía Jasen en el pecho.

― No la pude cuidar ― dijo arrepentido Alshinbek.

La decisión de Jasen tomó fuerza. Pero como podía un joven de dieciséis años atacar a un Alshinbek― un científico, doctor conocido, como dice Kazak, los ojos de Jasen se desplazaron a las armas que estaban en la esquina, los retrocedió y los volvió…

En ese momento entro el radiotelegrafista de la cooperativa, sacó del bolsillo una hoja de papel y se la dio a Tleykabakov:

― Por la radio han comunicado que en nuestra dirección se mueve un ciclón, con una velocidad de 6 balas. La seguridad de cooperativas exige que tomemos las medidas necesarias para la salvación del ganado.

― Sólo esto nos hacía falta― murmuró Kashibay inclinándose hacia la hoja. Se recibe que la meseta Karayal está en peligro, allí están nuestras manadas. Si la ventisca se mantiene, morirá toda la siega. El viento la lanzará al pantano de Karac. Entonces… hizo un gesto con la mano. Entonces todos nuestros caballos morirán.

― Hasta Karas hay cien kilometros. ― dijo el jefe de la milicia.

― ¿Y qué? ― se volvió a él Kazabay ―si la tormenta dura tres días ― es el fin. Los caballos no podrán contra un viento de tal envergadura, correrán en dirección contraria, los caballos estarán en Karas dentro de tres días y cuidado que antes.

― Además hasta Karas no hay ningún montecillo. Una estepa lisa como la palma de la mano ― el viento no tendrá obstáculos y los caballos no tendrán como defenderse… nieve y más nieve…

― Hay que advertir a los jinetes, ― dijo Kazibay levantándose de la mesa ― pueda ser que llegué a tiempo. Entonces arriamos a los caballos hacia los sauces del Esil. ― él ya se estaba vistiendo, dándole órdenes al radiotelegrafista ― infórmale a todos los brigadistas, a los directores de haciendas que cierren los corrales, los establos y que se abastezcan de alimentos… transmítelo por radio para que todos sepan que se acerca un ciclón…

― yo voy con usted Kazek, ― dijo el jefe de las milicias, descolgado apresuradamente su chaquetón.

―Yo también, ― se levantó Alshinbek. Después de que comprendió que delante de él estaba sentado el padre de Bibigaysha,. Y seguro que a él le entraron ganas de salir de esa casa volando, y ni quiera Dios quedarse sólo con Ondasin no lo soportaría.

¡Ata yo quiero ir con ellos! ― le salió de repente a Jasen.

El anciano miró fijamente a la cara pálida y con los labios mordidos de su nieto. En ella se notaba la desesperación, confusión y una decisión extraña y terca. Ondasín pensó que de todas formas no podía contener al joven.

Está bien, ¡ve!, ― dijo el viejo ― ¡ve!, pueda ser que eso te ablande tu dolor… pero ponte algo caliente y en silla mi yegua que soporta cualquier tormenta… ¡ah! Coge esto…― el echó en el bolsillo de Jasen un puñado de kurta, insustituible en las estepas y más aún en largos caminos.

También le puso en su mano un puñado de tabletas de aspirinas ― el único medicamento en el que creía ciegamente el anciano y que lo llevaba siempre consigo.

Jasen no se puso en contra. Cogió su gorro, se lo encajó, se envolvió su bufanda al cuello y apresuradamente continuaba vistiéndose, salió al patio y ensilló a La castaña del abuelo.

Aún los jinetes no habían calentados a los caballos, cuando en menos de dos horas ya habían llegado al lugar donde pastabas las manadas de caballos: el viento arreció, en sus caras chocaban copos de nieves, la tormenta ya había comenzado en el pasto inverna, ya era tarde. Había que llevar a las manadas contra el viento, lo más lento posible.

De las conversaciones entrecortadas Jasen pudo comprender lo que le esperaba a la manada e lago karasu ― El manantial negro. Este lago de la pradera nunca se congelaba, ni en el más frío invierno. Como en un embudo de cuello fino, el agua se recalentaba al formarse un remolino. El agua negra maligna no se lograba congelarse a lo largo de toda la orilla, como si en este lugar hubiese tuberías calientes o por un factor desconocido por todos. Sucedía que las tormentas de nieve arriaban a las manadas hacia este lago, haciéndolos caer en una trampa mortal.

Contando a los jinetes que se había Juntado y a Tleykavakob, ellos hacían una cantidad de diez personas. Resolvieron que seis de ellos iban a avanzar en cadena delante de la manada, amarrados unos a otros con una cuerdas. Dos más franquearían la manada, para que esta no se disperse por la sabana y los otros dos tras la manada. En la ventisca como de costumbres deambulan los lobos, cualquier ataque se esperaba de la parte trasera, en contra el viento. Los encargados de cuidar la retaguardia cayo en Jasen y Alshinbek.

Pero Tleykabakov notó que Alshinbek apenas se sotenía de la montura. Él estaba en jorobado con las manos puestas sobre la parte saliente de la montura y parecía que no le importaba en lo más mínimo de lo que pasaba a su alrededor.

― ¿Aleshe que le pasa?.. ― le gritó Tleykabakov. ― deteniendo su caballo junto al suyo.

― Tontería, ―contestó Alishebek. ―seguro que me congelé durante la caza… ― su voz era débil y con costo se oía por el viento.

Tleykabakov se arrimó a Alishebek, extendió su brazo hacia su frente, le puso la mano como si estuviera midiendo la tempertura…

― ¿Por qué no lo pude notar antes?.. Pensó Tleykabakov. ―Seguro que esto… lo motivo a venirse con nosotros…

Pero mirando a la figura hundida de Alshinbek parecía que el estaba sunergido en sus pensamientos.

― el profesor se enfermó, ― dijo a los demás que le rodeaban. ― ¿qúe vamos a hacer?.. Hasta la cooperativa él no llegaría… y con este viento, mucho menos.

Uno de los jinetes lo cubrió con una manta gruesa de oveja, lo amarró fuertemente a la montura. Alguién pregunto por medicamentos… ¿tiene alguién algo a su alcance?...

Jasen habia oido lo que pasaba con Alishebek y de inmediato recordó las aspirinas. Metió sus manos al bolsillo y antes de sacalas se detuvo. No, decidió él, no… Así mejor… ¡qué se muera como un perro asqueroso!, Jasen no moverá ni un dedo para ayudarlo. Esto es el destino, dijo recordando las palabras de su abuelo: “el destino tarde o temprano castiga a las malas personas”… y Jasen no tenía la mínima intención de impedirselo…

De esta manera se convencía. Pero el triunfo de la venganza no le trajo ninguna mejoría. Al contrario sintió una inferioridad mezquina en su malicia y escucho la voz de su abuelo como diciándole “no es ese el castigo que se merece ese hombre…debe ser más grande… no te rebajes por esas venganzas insignificantes, Jasen…”

Nadie preguntó de dónde sacó Jasen esas aspiianas; los jinetes las vieron con buenos ojos ― de igual forma como las veía el viejo Ondasín basado en su experiencia propia. El jefe de las milicias le metió dos tabletas a Alshinbek, a la fuerza. El resto se las regresó a Jasen, con la condición de que este repitiera la misma procedura dentro de una hora. No confiando en nadie, él lo cubrió con la manta, lo amarró de arriba abajo con una soga, optra vez y lo ató fuertemente a la montura. A Jasen le dieron la tarea de velar por él.

El jede de la milicia le dio a Jasen el rifle de Alshinbek. Lo sacó de la cubierta y cargo los dos cañones.

― Si miras un lobo, disparas y no falles, ― le dijo a Jasen, poniendo el arma en parte delantera de la montura y cubriéndola con sus mangas, ― eso es para que el gatillo no se congele y para que no nos dispares a todos, en lugar de a los lobos... ― dijo golpeando en el hombro a Jasen.

Todos sabían sus puestos: seis jinetes experimentados cogieron lo más difícil: iban delante jalando a la manada. Tleykabakov y el jefe de la milicia iban a la izquierda y a la derecha, y un poco detrás iban Jasen y Alshinbek.

La tormenta no bajaba. Las fuertes corrientes de viento golpeaban por las espaldas, a veces cambiaban de dirección, soplando por los lados, lanzando terrones sueltos, cubriendo los ojos de nieves. Pero tampoco los tormentos se habían calmado en la cabeza de Jasen. Él no sabía qué hacer con su enemigo número uno. Hace unos minutos atrás, él estaba preparado para matar a este hombre que le había traído tantas maldades a él, a su padre, y con seguridad, a su madre también. ¿Y ahora qué? Él ahora iba jalando a Alshinbek, como un domador ― a una fiera dócil ― salvándolo de la muerte… En las manos, Jasen― tenía las riendas de su caballo. Hacía falta soltarlas un poco― y la figura grande sin dirección y cubierta de nieva de Alshinbek, se perdería, entre la tormenta. ¡Búscalo en la pradera!..

Jasen se imaginaba como soltaba las riendas del caballo y este se iba galopeando a lo lejos… ¿pero el abuelo?.. ¿Qué diría si se diera cuenta?.. Si salvas de la muerte a la persona que más odias, entonces mostrarás lo generoso de tu alma, ― eso dirá él. Salvando a la persona que más odias y él te odia, entonces mostrarás la valentía y generosidad de tu alma… Así hablaba el sabio Ondasín. El remordimiento de la conciencia, ― ese es el peor de los castigo, el peor de todos. Y si la conciencia lo atormenta ― ¿la muerte?.. ¡Acaso esta no lo libera del sufrimiento?.. Asesinar a la persona que te odia, puedes hacerlo sólo en aquel caso que tu prójimo te amenace de muerte o de la libertad de tu pueblo. ― así ha sido siempre, dijo el anciano Ondasin a su nieto.

Y este profesor, ¿A quién ahora amenazaba, envuelto en una manta, amarrado por todos los extremos y atado fuertemente a la montura de su caballo? Un espantapájaros, nada más que un espantapájaros sentado en su caballo y sudando las aspirinas…

El ventisco silbaba y se arreciaba. Todo alrededor estaba oscuro. Los bellos de la cara de Jasen tenían un color plomizo, sus pestañas estaban congeladas. El viento, la estepa, la arria de caballos ― ¿Qué era esto una aparición o un sueño? Jasen se imaginaba que no iba por la estepa si no por un mar negro, como si entrará en abismo que le tapaba la cabeza y lo arrastraba hacia su fondo… No, no es un océano, ― Son montados blancos que arrean manadas de caballos por la estepa, pareciendo que guisantes rodasen por el suelo plano. Por el camino no había ni una loma o arboleda donde se pudiesen guarecer. Rodaban los guisantes por el suelo plano, rodaban por la redonda tierra… ¿Se acabará esta noche? ¿Amanecerá? Llegaría el día sí o no… parecía que ni la mañana, ni el día aparecerán…

Varias veces se le acercó a Alshinbek y le metía en la boca un par de aspirinas, Aydungaliev se empezaba a recuperar poco a poco… después él explotó, el se agarraba firmemente de su montura, ya no iba encorvado “Su cara enferma iba tomando vida” ― pensó Jasen como su abuelo.

Y como todo en la vida tiene su fin, se acabó esta larga noche, amaneció. El amanecer gris atravesaba la tormenta. El viento se había calmado un poco. El arria iba un poco más lento los caballos se detenían para arrancar hierba seca debajo de la nieve. Mirándolos a ellos a Jasen también le entró hambre. El chaquetón que llevaba estaba endurecido, se había congelado, con costo Jasen alcanzó el puño de Kurt del bolsillo, sacó un puñado y se lo llevo a la boca. El dulce y jugoso kurt de oveja se derretía en la boca: jasen de nuevo metió sus manos en el bolsillo y acordándose de Alshinbek, jaló su caballo en su dirección.

De vez en cuando a ellos se les acercaban Kazibay, el jefe de la milicia o bien cualquiera de los jinetes. Viendo que todo estaba bien, gritaban algunas palabras, tratando de que su voz fuera más fuerte que el viento y luego regresaban a la manada.

La nieve seguía cayendo sin cesar, a Jasen en un momento le pareció que entre ellos y la manada se había formado una pared de nieve. Pero él no se afligía, es como que si se hubiese hecho un adulto allí, en la llanura, no temía que ellos se retrasaran o perdieran las huellas del camino. Trescientas cabezas de caballos dejaban detrás un amplio sendero de pisadas de sus patas. Por el que tranquilamente se desplazaba la yegua, Jasen presentía que su yegua se guiaba por esas huellas hechas por la manada.

Después de no dormir toda la noche a Jasen se le cerraban los ojos. No podía contener el sueño. Hubo dos veces que casi se cae del caballo. Dominado un minuto por el sueño, el de repente escucho un largo sonido como congelado en una nota que era traído por el viento. El Joven se estremeció y escuchó con atención. El sonido se repito ― largo y triste. El lobo anunció su presencia, llamando a su jauría. Por fin apareciste se dijo Jasen. Tú estás sólo y pero solo no atacarás a la manada defendida por hombres…Jasen puso atención: Sí el mismo sonido alargado y seco, es el mismo lobo. A él le respondió otro lobo ― el aullido era más tenue, pero eso significaba que la jauría estaba no muy lejos.

El jefe d la milicia también escucho al lobo. Llegó donde estaba Jasen, saltó del caballo, desenvolvió de la mantilla la escopeta y la colgó en la montura con el cañón hacia abajo.

La tormenta está bajando, ― dijo él. ― Pero los lobos están al acecho… si miras a alguno ― inmediato haz un disparo.

En realidad la tormenta estaba calmándose, Jasen miraba a todos lados, pero no notaba nada sospechoso. Por experiencia él no sabía que en el momento que los lobos dejarán de aullar, el peligro aumentaba. Los lobos ya se habían agrupado y por la parte trasera estaban ya al acecho, eso era lo que significaba la pausa de sus aullidos.

De pronto la yegua de Jasen se estremeció, volvió su cabeza y relincho extrañamente. De un extremo sopló una corriente de viento trayendo partículas de nieve. El caballo de Alshinbek se corrió hacia un lado, Jasen soltó las riendas ― y en unos segundo perdió de vista a Alshinbek.

En la llanura, los caballos presienten mejor el peligro, Jasen oyó el tronar de la carrera de la jauría de lobos por la nieve, que se levantaba alrededor de la víctima acechada, cegándola en ese momento. ¿Qué pasaría si eso fuera cierto?.. El caballo de Alshibek era joven, los lobos olfateaban la fresca y jugosa carne… Jasen arreó a su caballo en la dirección que Alshinbek desapareció.

Por el apresuramiento Jasen olvidó la escopeta de doble cañón y sólo cuando alcanzó a Alsihnbek, se acordó de ella. Y estando allí apretó el gatillo sin apuntar ― de un solo intento. El disparo sonó como un dupleto, el golpe de repulsión le golpeó fuertemente en el pecho, dos lengüetas de fuego salieron de los cañones. Jasen observó una polvoreada de nieve y como unas manchas negras se dispersaron, eran los lobos.

A propósito, ellos no huyeron después de que Jasen disparó, solo se apartaron y se juntaron en jauría como que si estuvieran consultándose ante un nuevo ataque… hasta Jasen llegó el jefe de la milicia. Hizo unos cuantos disparos certeros, pareció que acertó en algún lobo, porque se escucharon del otro lado unos chillidos…

Después de esto no aparecieron más.

Cuando anocheció, el viento había cesado completamente. Al día siguiente por la mañana, los habitantes de la aldea vecina notaron una manada ajena de caballos que pastaban cerca del lago. Ellos rascaban la tierra tranquilamente con sus cascos para alcanzar la hierba, dos jinetes de los que los cuidaban y el jefe de la milicia estaban despiertos y los demás dormían profundamente directamente sobre la nieve.

El viejo Ondasin, escuchando como se comportó su nieto durante la tormenta, calló por un tiempo, se acariciaba la barba con sus dedos y después dijo:

― Alshinbek te recordará toda su vida, mi santo Jasenyan… y tú lo recordarás ― como fue ese y esa noche para ti…

Y Jasen así lo recordó.

Cuando Jasen llegó a Alta aray después de haber terminado el instituto y diplomado de agrónomo, los aldeanos lo recibieron como el suyo: ellos no habían olvidado que un escolar había tomado parte en la salvación de la manada de la cooperativa. Y bien lo recordaba también el director de la cooperativa Tleukabakov Kazibay. Estos recuerdos de lo que apaciguó lo que le quemaba el alma y que le apareció ahora ― cuando le pareció que entre él y Jasen había sucedido con Uhriumov…

CAPITULO III

1

Después del encuentro con Ugriumov en el campo, fuera de la cooperativa, Tleykabakov regresó a casa, descansó un poco y por el camino a la oficina paso por las haciendas. Así lo tenía organizado: antes de empezar a cumplir con sus responsabilidades diarias, él debía de echar un vistazo a los ruidosos y gritones cuida aves, a los encargados de los cerdos, escuchar sin moverse a los ordeñadores, siempre hablando de más, preocupados y eternos inconformes…

Kachan, el director de la hacienda de cerdos hace un momento que le había mostrado la construcción recién terminada para los cerdos. Allí olía a virutas de resina de pino. Unos rayos brillantes de sol se impregnaban en una ventana con columnas curvas.

¡Eres perfecto Ignat!― lo elogió Tleukabakov. ― ahora puedes abrir una casa de descanso, un sanatorio… ¿y has encontrado aserrín para el pesebre?...

¡Como que no, se dice si cerebro tengo ― y aserrín encuentro!.. ― dijo sonriendo picaramente Igant Frlovich, y haciendo un gemido con sus ojos.

A Tleukabakov no le gustaba algo en este hombre, pero a verdad decir: Kachan podía dirigir. Y el director de la cooperativa era lo primero que debería tener en cuenta.

Bueno, bueno, ― asintió Tleukabakov, ― tu profesión la conoces muy bien…

― Con su ayuda mi paisano, con su ayuda… ¿Acaso no recuerda como esto lo comenzamos?... Juntos lo comenzamos y junto lo terminaremos, ¿no es así mi paisano?

― ¿Terminar?... ¿En qué estás pensando Ignat Flrolovic?...

― Se dicen muchas cosas por allí…que no la veremos fácil, con la llegada del emisario Ugriumov. Es nueva persona que no todo le va, yo presiento que entre ustedes hay ya indiferencias…

― Si las hay o no las hay, ― gruñó él, ― las contradicciones también son necesarias...

― así es, mi paisano, así es. ― Exclamó Ignat Frolovich… somos diferentes… pero el objetivo es uno… unos dominan al otro, que se le va a hacer…

Los clamores de Kachan, sus compasiones, y los lamentos que le transmitió, lo enojaron y más lo enfado el hecho que no sabía cómo responderle inmediatamente. Un momento después, Ignat Frolovich le extendió un papel sobre la alimentación de los animales le pidió que lo firmará, regresar a la conversación sobre Ugriumov ya no tenía sentido.

Cuando él llegó a la hacienda lechera, el sol ya se había levantado lo suficiente en el cielo. Las faenas matutinas ya se habían terminado. Los ordeñadores vestidos de delantales blancos, entraban en el establo con tazas, hablaban alegremente y se preparaban a salir a casa.

― ¡Ey ti, ten cuidado con la Petrushka!.. ― dijo Ayzhan, una mujer vieja de cara fina y bondadosa, ― Petrushka tiene su carácter…

― No la sangre, ― Dijo riéndose Glasha, ― yo la trato con cariño… ella fue la primera que notó a Tleukabakov y sacudiendo sus manos: ¡Director!

― ¿Dónde?... el pasó toda la noche en el campo… ― Ayzhan volvió su mirada al lado de donde venía Tleukabakov siguiéndole a ella se volvieron hacia él las otras ordeñadoras. Persona de dos espíritus nuestro Kazeke, ― dijo meneando la cabeza con admiración la vieja Ayzhan, ― y tiene tiempo para dormir, para trabajar pero no para descansar…

Los jefes no tienen derecho ni de descansar y ni de dormir, ― dijo riéndose Nastia, una joven ordeñadora, ― ¿y quién entonces nos va a dirigir y el cerebro calibrar?.. Aunque nosotras ya no le somos de interés a nuestro Kazibay. ― dijo mostrando el puño cerrado a Glasha.

Todas las mujeres, como una orden, observaron a Glasha que levantó sus manos blancas y largas y apresuradamente ordenaba sus trenzas.

― Ahora está claro cuáles son sus intereses…

― Pobre como puede conciliar el sueño... de vagaseses...sus trenzas.

― ¿y cómo ustedes van a comprender… lloras? ― estalló Glasha, de la que se podía notar como sus orejas salientes de la trenza, se ponían coloradas de la furia. ― ¡no sé quién! Pero en lo que respecta a mí, no me gusta andar de vaga…

― ¡Cuidado te das con la piedra en los dientes! Sabemos por dónde te metes… mi hija…

― ¡Al diablo con ustedes!

Glasha se enfadó por completo. Más aun cuando la mayoría de las bromas y jodederas eran más aciertos que mentiras.

Hace tres años que había muerto la mujer de Tleukabakov, en un accidente de tránsito, su nombre era Maryan. Desde ese entonces él estaba viudo. Sus hijos ya eran mayores, uno de ellos trabajaba en una fábrica de la ciudad, el otro estudian en el instituto de Alma Ata. Se rumoreaba que el director había puesto el ojo a Glasha…

Cuando Tleukabakov se acercó más, todos los comentarios y risas cesaron. El diector les saludo seco, serio a como lo suele hacer un verdadero jefe. Las ordeñadoras ― parecieran que perdieron en alguna parte su firmeza ― le respondieron temerosas e inseguras, así se comportaban hasta que la conversación no se pasará a temas laborales.

Glasha se hizo a un lado, queriendo quitar la atención que estaba concentrada en ella, pero ella era la razón principal y todas continuaban siguiéndola con sus ojos.

― ¿Cómo están chicas? ― preguntó el director.

― Todo está normal, parece ― respondió Ayzhan, quién recien había sido nombrada la jefa de la hacienda. ― Aunque las chicas quieren saber cuál será la ración de comida del ternero en este año…

La pregunta fue como si le hubieran abierto la llaga de la úlcera.

― ¿Qué ahora a los terneros ya no les gusta el trigo de tercera? ― Refunfuñó descontento él. Pero kazabay de pronto notó a Glasha. ― Por cierto― continuó bajando la voz, ― en esta primavera se sembraron granos de primera en la mitad del territorio de Arcenguin, si sale buena cosecha se podrá abastecer hasta su hacienda

Sólo que ustedes son tercos... nosotros tenemos una granja de ganado, sin maíz, sin frijoles no podemos vivir...

¡Sin guisantes!..— dijo inesperadamente el director enfadado. — ¡cada quién jala agua a su pozo!.. ¿se puede vivir sin granos?... lo importante para nosotros — es el problema de los granos, ¿entienden? y de momento no lo resolvamos...:—Kazibay se violentó por segunda vez: los ojos azules de Glashina lo miraban con un re prendimiento silencioso.

Para esconder su vergüenza, Tleukabakov se volvió hacia Ayshan con una seriedad pronunciada:

A ver jefa de la hacienda enséñeme sus instalaciones.

Mire que no encuentre un desorden...

Le director se dirigió hacia las vacas, Ayzhan y dos ordeñadoras le trataban de alcanzar sus largas zancadas

Sólo Glasha y su amiga cercana Nastia no se movieron de su lugar.

¿Para que necesitas a Kazibay?.. un anciano con bastón. Pudiste haber buscado uno más joven, aunque tú seas divorciada sólo necesitas salir a la calle, hacer una seña y se te abalancharán una tonelada de jóvenes!

¡Qué tonta eres!, Nastia. — suspiró Glasha. — Un bastón dices... míralo con atención que delgado es, esbelto de tantas preocupaciones hasta la forma ha guardado... si pensándola bien, si llegas a su casa y no hay necesidad de planchar las camisas. ¿Y que él necesita? ¡Casarse desde luego!

Todo es simple para ti Anastasia. Coge y cásate... ¿y si el destino no lo concede? — se sonrió avergonzada, apretándose los pechos abultados: — sólo comprende — creas o no lo creas, Nastia, —yo no tengo la culpa...

Tleukabakov, antes de ir a su despacho se dirigió a la oficina del partido.

Era un cuarto alargado con una venta ancha de primera vista se podía decir que era un cuarto tradicional: en la parte — unos carteles con propaganda agitativa, en el centro — una mesa en forma de «T» con un mantel rojo, respingado de tinta. En unos cuadros rigurosos Portretos de Markc, Engel y Lenin, como era habitual en las oficinas del partido.

Las paredes de la oficina estaban llenas de pancartas, dibujos con esquemas, mapas con los lugares de siembra en las cooperativas. También había fotos de la cosecha y los retoños de la siembra. Por los rincones y en las repisas de las ventanas, había muestras de las mazorcas de maíz, granos de guisantes, frijoles y trigos. La mesa estaba llenas de libros de agro-técnica y de técnicas de la cosecha. Otros libros estaba en un armario que tenía puertas de vidrio. Al lado de la entrada ─ había un cuarto de aseo con un pequeño lavabo, en la pared colgaba una toalla en un clavo incrustado en la pared. Al Parecer el organizador del partido siempre regresaba directamente del campo y antes de comenzar su labor partidarias, se lavaba intensamente las manos, se quitaba los terrones tierra de las palmas de las manos.

Tleukavakov se retrasó: antes de que llegará a la cantora del partido, Igriumov había invitado al tractorista para hablar sobre el incidente que tuvo este con Jasen, Igriumov no sabía lo que había pasado con la brigada de Govunov y el conflicto que se dio entre los tractoristas la noche anterior. La conversación entre Karabay e Igriumov no fue muy amena.

─ ¡Yo lo dije! ─ ¡No molestes! ¡Quitate del camino! ─ exclamó consternado Karabay, levantándose de la mesa en la que lo había sentado Ugriumov.─ ¡Karabay está trabajando ─ No molestes a Karabay!... no le enseñes a trabajar la tierra a Karabay! ─ Karabay te puede enseñar a ti!.. Un agrónomo le dice al otro, ─ el nuevo empieza a enseñarte y ¿qué es lo que piensa karabay?..

─ no te hagas el tonto Karabay, ya se te ha explicado para qué sirve el arado de vertebras.

─ ¿y si el arado de vertebras no nos da resultados?..¿Entonces qué?

─ Entonces, buscaremos nuevas alternativas, nuevas formas. Es igual ─ buscaremos y encontraremos algo.

─ ¿Está esperanzado en la química?.. ─ Karabay se rió macabramente, ─ el viento soplará, y dispersará todos los químicos junto con la tierra…

─ encontraremos algo, además de la química, a la tierra no la dejaremos morir.

─¿No la dejarán?... De esa manera ustedes mismo la martirizarán, la convertirán en polvo que se restregará con la técnica agrícola… yo tengo de arar la tierra más de quince años y conozco como ella es y como ella será.

─ ¿Usted también no cree en nuestro plan?.. Quince años ha creido… ¿y ahora qué?

─ ¡No lo creo!.. Karabay se lo dijo de frente y lanzó la boina engrasada con una mancha de alquitrán en la solapa. ─ ¡No creo que esta tierra sea buena!.. ¡Es tarde!.. ¡Se ha echado a perder!

─ ¡Eso era lo que usted quería decir!.. ─ Igriumov se paseaba por el cuarto. ─ y yo aquí pensaba que usted tenía pereza de trabajar la tierra con el nuevo método… ¿Cómo es posible que usted trabaje con esa disposición en este lugar?..

─ ¡Eh!.. Ahora no se preocupe, trabajen ustedes mismos yo ya no quiero seguir con ustedes, yo puedo encontrar trabajo en cualquier lado.

Ugriumov no tuvo tiempo de responderle porque la puerta se cerró violentamente detrás de Karabay. Una corriente de viento descolgó la toalla del clavo.

Ugriumov levantó la toalla, la puso en el lugar que antes estaba colgada y se detuvo delante de la ventana, pensativo, enfadado y molesto consigo mismo más que con Karabay. Estuvo por un buen tiempo de pie, inmóvil y las manos detrás de la espalda. Tenía el alma rota.

Diferentes cosas a él le habían pasado en la vida, pero no se consideraba una persona afortunada y tampoco desafortunada. Era hijo de un campesino pobre, en su juventud fue activista de cooperativas, tomo parte en la cooperativización. Una vez por la madrugada, sintió que le daban un golpe en la espalda y a la izquierda un balazo. Con el pasar del tiempo el siempre conservó con orgullo aquel pedazo de bala de plomo que lo había recibido en los tiempos clásicos de las luchas soviéticas ─ Aunque no tomó parte ni en la revolución ni en la segunda guerra mundial porque como muchos otros todavía no había nacido.

Aquellos tiempos eran difíciles. Piatiletka, Magnitka, Dneproges…después vino la paz, la cosa cogió un rumbo de ascenso y el como que iba por ese sendero, obedeciendo a la voluntad del partido: primero le propusieron secretario del partido en la Región, después de consejero de Timiriazevki y luego al fin como el primer secretario del partido comunista de la provincia. Después sucedió como si se hubiera abierto la tierra y todo empezará a volar patas arriba. Ugriumov se negaba a reconocer como enemigo del pueblo a sus colegas de la cooperativa, siendo el ya un científico famoso, en el pasado ─ el mismo era un joven campesino como ellos. A Ugriumov lo separaron de los trabajos del partido y luego lo expulsaron…

Unos meses después lo designaron como jefe de un taller de piezas agrícolas. ¿Quién sabe en qué habría terminado Ugriumov si no habubiera sido por la guerra. Ugriumov se fue al frente de guerra hecho un soldado y regreso de ella con el rango de oficial y comunista. Sin embargo la gloria que alcanzó en su vida civil fue corta. Aunque la guerra tronó fuerte, todos los honores y servicios de Fedor Ivanovich se fueron al valde. Solamente después de la sesión del partido en que se provocaron cambios sustanciales en lo que respecta al pasado, fue que Ugriumov empezó a sentir una mejora social. Se le otorgó el puesto de director en el Ministerio de Economía agrícola. Pero allí también le vino una mala noticia: su esposa se enfermó gravemente y los doctores le recomendaron estrictamente cambiar de clima por lo que él aceptó. La primera proposición del ministro que era de dirigir la organización del partido central comunista en Altin aray…

Parecía que todas las experiencia y penas por las que había pasado Feodor Ivanovich lo convertirán en una persona sería y estricta, sin sentimientos, pero resultó ser lo contrario. Las mismas experiencias vividas lo llevaron a comprender el dolor ajeno y dar su ayuda. Cuando el preguntaba por los otros no era más que una exigencia más a la que él debía de cumplir con mucha seriedad.

El no estaba contento consigo mismo por no haber podido responder correctamente al tractorista ni mucho menos convencerlo… no se contuvo… “cómo es posible que trabaje con ese entusiasmo”… y esa fue la razón porque Karabay tiró la puerta al salir... Ugriumov se dirigió hacia el lavabo cogió un poco de agua y se la lanzó a la cara, se enjabonó y se restregó los cachetes y el cuello. ─ Con ansiedad, limpiándose la nariz y sacudiéndose los mocos... la puerta se abrió estrepitosamente. Ugriumov se dio la vuelta con la cara enjabonada: allí en la puerta estaba el director de la cooperativa.

─ He visto que Karabay ha salido de aquí, ¿Que ha venido a quejarse de mí? Porque le he dicho ─ ¡vete!... ¡Qué se vaya! ¡Aquí no tiene nada que hacer!..

Él con sospecha ha visto a Ugriumov, a través de las espumas en su cara pudo comprender que él no sabía nada de lo ocurrido. Entonces él se sentó y empezó a explicarle lo que había sucedido la noche anterior.

Ugriumov no se apresuraba en lavarse, se restregaba fuertemente su cara con las manos, luego se abrochó la camisa en el pecho ancho. Se dirigió hacia la mesa y se sentó, luego sacó de un bote negro de plástico un lápiz puntiagudo, empezó a tocar su punta, probando si no estaba roto… Delante de él siempre tenía la imagen de Karabay, no enojado, con los pequeños ojos hinchados de furia sino la imagen de la gorra manchada de alquitrán en su solapa…

─ No se le debe despedir Alshinbek, ─ pronunció al fin él.

Ugriumov metió su lápiz al bote golpeando su fondo plástico, como si estuviera poniendo un punto.

─ ¿Qué estás diciendo, organizador del partido?

─ Si te lo digo yo, el organizador del partido.

Telukabakov se calló un buen rato, escuchó a Ugriumov, aunque el también lo sabía; que Karabay era uno de los fundadores de la tierra virgen y que sus manos ─ eran trabajadoras, inteligentes y más que su propia cabeza... Tleukabakov escuchó al organizador del partido y pensó como hoy, el director de la cooperativa le decía a Karabay delante de toda la brigada de Gubanov: “Ket” que es como los kazajos les dice a los perros puercos: “vete a la mierda”… ¿qué es lo que ahora se hará con él, con el director, con esta brigada?

─ contratar y despedir, ─ es asunto del director. ─ comentó él.

─ Y también del organizador del partido.

─ ¿Acaso no nos la podemos arreglar sin Karabay?..

No las arreglaremos sin él, al contrario es él quién no se las arreglará sin la Cooperativa.

─ ¿Con qué ojos voy a mirar a la gente?

─ Todos comprenderán, eso es mi responsabilidad. Como le verás a los ojos, esto no te debe preocupar que le preocupe a Karabay.

─ El director enfadado caminaba de aquí para allá, pensaba en todo. Como continuar la discusión con Ugriumov aunque sea para hacer la finta. En ese momento se escucharon unos pasos tremendos de botas. Era Amelchenko ─ de la brigada de siembra, no era muy alto, pero si corpulento de pechos anchos, de los que se dice: de que a lo largo y a lo ancho se podría llevar una puerta, que arrancaría el lavabo al querer salir de él, se tropezaría con butacas y que de tanto ruido que él hace, el mismo se asusta. De que cuando el saluda trata de hablar en voz baja pero por su ronca voz todo se oiría a lo largo de la inmensa llanura. Estaba claro que el cuarto resultaría pequeño para él: y para más decir los cristales se estremecerían de sonar de Amelchenko.

─ ¿Usted ha terminado Petrovich? ─ se rió involuntariamente Ugriumov..

─ ¿se puede?.. ─ Amelchenko se sentó con cuidado al borde de la silla, para que esta no se rompiera, lo habría haberlo hacho antes, pero eso no era problema. ─ no tenemos ni semillas de maíz, ni semillas de guisantes…

─ ¿de qué semillas estás hablando? ─ se sorprendió Tleukabakov. ─ ¿de maíz? ¿De guisantes?.. Si ustedes tienen por plan que sembrar trigo…

─ Nos hemos retrasado ─ camarada director ─, nos hemos retrasado. Se río Amelchenko, pero al instante se soltó en carcajadas al ver la mirada irritada de Tleukabakov. ─ hay una disposición de tres mil hectáreas de siembra de parte de la organización partidaria…

Tleukabakov se volvió bruscamente hacia el organizador del partido, quería decirle algo, pero se contuvo, se dirigió a Amalchenko:

─ Petrovich dejanos un momento…

─ ¿Ustedes creen?... ─el brigadista miró desconcertado a Tleukabakov y a Ugriumov, se levantó tratando de no hacer ruido con sus botas ─ lo que no fue posible, salió cerrando fuertemente la puerta detrás de él.

─ ¿Quién es el director aquí… usted o yo?.. ─ difícilmente exclamó Tleukabakov.

─ Usted ─ la voz de Ugriumov sonó pacíficamente, como si se estuviera disculpando. Pero usted no estaba Kazake, usted se fue a la comarca y teníamos poco tiempo. Nosotros pensamos en que si nos reuníamos y tomábamos una decisión colectiva usted no estaría en contra

─ ¿Quién votó el plan ─ usted o la región?

─ Pues, nosotros lo re planificamos tomando en cuenta las condiciones atmosférica de la zona.

─ ¿Y vuestra consideraciones le costarán al gobierno la reducción de granos por lo menos en tres mil hectáreas?... ¿No está usted pasándose de la mano camarada Ugriumov?

─ En el próximo año estamos obligado a disminuir por lo menos cinco mil hectáreas en siembra. ─ respondió sin parpadear Ugriumov. ─ La dejaremos para la hierba.

¿Sí? ─. Los ojos de Tleukabakov se tensionaron. ─ ¿y las disposiciones del centro?..¿Es que ellos no existen para usted?

─ Las directivas del Centro ─ no son un dogma. Tenemos que considerar la posibilidad real que tiene cada hectárea…_ Ugriumov trataba de hablar serenamente. Aunque la conversación entre él y el director había tenido un mal comienzo, El organizador estaba contento con esta conversación. No hay mal que no venga: Tleukabakov estaba enfadadísimo, convencido y buscando decir su opinión en cuanto a lo sucedido en la cooperativa sin rodeos, honestamente y abiertamente. ─ Usted en efecto está al tanto que la tierra morirá, el viento en menos de un año erosionará una capa fértil de 3 cm. de la cual costaría 10 años en restaurarse con hierba nueva. Nuestra tierra está afectada por la erosión, tenemos que tomar medidas de precaución. Quieras o no tenemos que reducir las áreas de siembra y concentrar la fuerza en la calidad de la cosecha…

─ No sé cómo comprenderle…─ Tleukabakov se levantó. ─ yo siempre he sido soldado del partido. He creído fielmente en ellos. He obedecido sus directivas. Y no tomar medidas propias, no ser anárquico. Sin embargo usted no ha comenzado todavía y cuantas normas ya ha violentado. Solamente escucho ─ El partido comunista, el colectivo… ¿entonces para que necesitan un director?.. Si ustedes mismos resuelven, se reúnen…

─ Cuando el colectivo toma la batuta─ eso no es nada malo. ─ El abrigo de pieles que es cosido con la opinión colectiva─ nunca saldrá corta, ─ ¿no es acaso un proverbio kazajo?.. usted me dice otra cosa Kazake, ─ dijo sonriéndose Ugriumov. ─¿ qué haremos con los trabajadores que trabajan por contrato anual? De ellos hemos recibido nuevas maquinarias para sembrar 50 hectáreas complementarias de trigo en el terreno de pasto invernal. Esto es lo mismo que tirar las semillas al viento.

─¿ y usted no ha cumplido con esas directivas?

─ No las he cumplido, camarada director, no las he cumplido. Y por cualquier caso hemos decido con Jasen que sembraremos 2 hectáreas de mijo en vez de 50 hectáreas de trigo...

─ Usted no se está pasando de la mano, Camarada Ugrumov, demasiado…

─ Yo lo único que quiero es comprendan que la tierra es un derecho de todos, ¡De TODOS!..

─ Precisamente exclamó Tleukabakov, ─ y por eso hay que sacarle lo que ella puede dar, hay que sacarle el jugo…

─ Asi habla el consumidor peo no el dueño…

─ deduciendo, ─ diji tleukabakov, yo he comprendido una cosa: que a usted nunca se le debe dejar solo.

Ugriumov agitó sus manos y le dijo hágase su voluntad…

Tleukabakov se quedó de pie unos cuantos minutos, pensaba en algo personal. Posiblemente estba recordando el encuentro con Kachan, sus últimas palabras “quién a quién”… sin embargo no le volvió a decir nada a Ugriumov y salió pensativo.

“Solo el diablo lo sabe”, ─ pensó Feodor Ivanovich, dijo al quedarse solo, otra vez se quedaba un caso sin solucionarse entre el director y el organizador del partido, igual que en una novela latino americana… ¿Qué acaso no podemos hacer la cosas sin él? Los conflictos entre las personas con diferentes puntos de vistas ─ son lógicos, ¿pero entre nosotros?...

Al cabo de unos días lo llamaron al curso mensual de directores de cooperativa. Él designó como subdirector a Ugriumov.

CAPITULO IV

1

Desde aquel encuentro con el director, Feodor Ivanovich no raramente se aparecía por la cantora, la mayor parte de su tiempo la pasaba en el campo. Ugriumov estaba terminando con unos papeles cuando de pronto entró Ayzhan,la jefa de la hacienda de leche, junto con un viejo pastor, el miró interrogativo.

─ Aquí le traigo a este anciano. ─ dijo enojada Ayzhan, señalando al pastor, ─ Este hombre está completamente loco. Él no quiere recibir a las ovejas que hemos traído de la cooperativa Budennoskiy…

─ ¿Y que tengo yo que hacer con esas ovejas?.. ─ dijo estérico el anciano agitando las manos. ─ ¡Son conejos con ojos resaltados y no ovejas! ─ dijo él enojadamente golpeando el suelo con su bastón: ─ ¡no las recibiré!..

─Pues, él está en su derecho, ─ dijo Ugriumov apoyando al anciano. ─ Si nosotros hemos decido crear las razas de Edilbayskiy…

─ el año pasado se tomó otra decisión, ─ dijo firmemente Ayzhan.

Ugriumov se extrañó…

─ ¿Y porque no cambiaron la decisión tomada si acordamos por la de Edilbayskiy?..

─ Eso resuélvalo usted con el director, ─ dijo Ayzhan. ─ de momento no hemos recibido otra directiva…

─ ¡Lo ve, la está oyendo!.. ─ la interrumpió el pastor dirigiéndose a Ugriumov. ─ siempre es así!, la bendita directiva: ella es “purmalista”, “es purmalista”, ¡eso es lo que ella es!.. El viejo parecía que recién se había aprendido esa palabra y estaba contento de usarla en ese momento.

─ ¡Formalista!: yo soy miembro del partido comunista y respondo por todos los amínales de la granja, mi querido hombre sabio! ─ respondió con orgullo Ayzhan, dándole entender al pastor que aunque él era un hombre viejo y sabio y que debía saber cuál es su lugar.

─ ¿Usted es responsable?: ¿Y a los carneros quién los va a pastar… tú o yo?..

─ El aldeano se dirigió a Ugriumov: Camarada del partido… ¡Denme las ovejas de edilbayskiy y paseles esas ojosasilidos al comedor, para que hagan de ellas Berbazhmak!..

─ ¡Qué gracioso lo ha resuelto todo!.. ─ gruño Ayzhan.

─ ¡A ver quedémonos con las ovejas de budennoskiy y pon a pastar a otra persona!, cuando tengamos las de Edilbayskiy después hablaremos─ terminó diciendo Ugriumov.

Ayzhan miró victoriosamente al anciano, este apartó la mirada. Él era su marido. Él se llamaba Zikriy. Su única hija recién había terminado el instituto de Alma ata y trabajaba en Altin como zootécnica…

Él padre, el abuelo y el bisabuelo habían sido pastores y el desde los 10 años ya lo era también. Desde joven andaba con las ovejas, nació entre carneros y cabras. Pastaba los rebaños de las aldeas, y después los de la cooperativa.

Su carácter se había formado de la vida pastorela y las costumbres de vida solitaria. El viejo por su forma de comportarse, se miraba rígido, cerrado, ─ y sólo una situación como la de hoy lo podía sacar de sus carriles. Él estaba acostumbrado desde pequeño a ser feliz con pequeñeces: botas de cuero crudo, una cotana remendada, un abrigo de piel de oveja, todo eso lo hacía sentirse feliz. Su dieta era: el kurt, el ayran y el irinshik. Si se hablaba de su trabajo ─ él era todo un profesional. Él sabía: donde y cuando pastar a las ovejas, de que hierba se alimentaban, que sitios eran peligrosos o mortales para los rebaños, y que sitios eran bueno para el crecimiento rápido de los cabrillos. Después de 5 y 10 años de vidas pastoral nadie le solía hacer caso que las ovejas se moría por falta de comida o porque a la amamantadora no le traían a tiempo a su becerro.

Todos estaban convencidos que al solitario y cerrado de Zakriy, no le interesaba nada a excepción de sus ovejas. En verdad que la situación no era así, era muy diferente a lo que les parecía…

Había tres acontecimientos importantes en la larga vida de Zakriy:

Primero ─cuando se casó a sus veintisiete años con una joven de diecisiete años “Anzhan, hija de un pobre pastor igual que él. Segundo─ cuando diez años más tarde Azhan le tuvo una hija, Meruert la única “la pupila del ojo” como suelen decir los kazajos al único hijo de familia. Tercero ─ Era el acontecimiento del regreso de Meruert, de Alma Ata. Ahora a la joven la mandaban como zootécnica a la aldea de Altin aray. Esa era la razón por la que Zakriy tenía que abandonar su tierra sagrada.

Si los primeros acontecimientos le trajeron felicidad a Zakriy, del tercero no se podría decir. Sin embargo Zikriy aceptó: la pupila es la pupila y el ojo no puede vivir sin su pupila… y por esa razón el anciano se trasladó a la nueva tierra. Zakriy se casó cuando en las viejas aldeas empezaban a soplar los nuevos vientos. Por todas partes surgían koshim, las aldeas rojas, se empezó la guera contra la ignorancia. El pastor recibió todos los cambios con su corazón, pero él se quedó al costado de aquella tormenta y solo unos cuantos pringados pudo alcanzar. Ayzhan ingreso a la campaña─ Zakriy consideraba que no tenía que andar con su esposa y estar sentado en una misma mesa. Ayzhan entró al partido pero Zakriy no quiso: Él veía incorrecto andar de aquí para allá, en reuniones, círculos de estudios, como si dependiera de su mujer, además que iba a pensar la gente ─ que él tenía miedo que su mujer se fuera con otro hombre. Aunque esto no les molesto del todo para que ellos vivieran armónicamente y feliz.

Ayzhan siempre llevaba la batuta. Zakriy obedecía reconociendo la superioridad de Anzhan, Pero mejor se entendieron cuando nació Meruert.

De verdad que con los años ─ no se había perdido nada, pero si se había formado una fisura entre la mujer inteligente del partido y el viejo ignorante pastor. Pero también se encontró una solución. Ayzhan era la que dominaba ante las relaciones sociales y ante la gente y de la misma manera en casa, pero en lo que respecta a los asuntos familiares Ayzhan escuchaba a su Zakriy. Asi era su vida.

En el fondo de su alma Zakriy sintí pena de no haber aprendido a leer y envidiaba a su mujer, quien siempre se apuntaba como abonada de diferentes periódicos y revistas las cuales los leía para si… Pero también esta envidia se disipó cuando Meruert creció. Sin quitarles los ojos de encima, Él la escuchaba y se sorprendía cuantas cosas diferentes pasan en el mundo, y él lo único que sabía era y había visto era su casas sus ovejas… Ahora con ayuda de Meruert él tenía a su alcance todas aquellas misteriosas revistas y periódicos que recibía a través de correos su mujer. Pero en particular le gustaba en el verano, cuando el pasteaba al rebaño y junto a él leía gruesos libros: ─ “Batagoz”, “Slushash”, “El soldado de Kazastan”, “El camino de Abay”…

A veces él hacía a su hija preguntas inesperadas. Una vez le preguntó ¿Por qué Abay siendo una persona inteligente, bondadosa, un sabio, ─ no pensó en regalarle una yegua y una vaca a una familia pobre que se había encontrado? ¿A él no le hubiese costado nada en comparación con le riqueza que él poseía?.

─ ¿y cómo él debe de actuar ante la pobreza inmensa de los Kazajos? ─ Refutó Meruert. ─ ¿Tú piensas que eso era lo que él quería? Salvar a una familia, él quería hacer feliz a todo su pueblo.

Zakriy no estaba de acuerdo.

─ Las grandes personas piensas en cosas grandes, pero la bondad se debe también y presentar para cosa pequeñas ¿Acaso no fuiste tú la que me leíste acerca de Lenin?.. Y contó con todos los por menores como una vez unos cazadores siberianos le regalaron a Lenin cuando estaba enfermo unos Teterev; este cuando se mejoró, mando a que se los dieran a una casa de huérfanos.

─ ¡Imagínate ni una pluma se dejó, que clase de hombre era!.. Él también pensaba en cosas grandes, pero sabía que lo grande se conforma de lo pequeño…

Sin hacerse notar, sin insistencia, esa era la manera de como Zakriy obligaba a su hija a agregar a lo escrito, su razón y experiencia, en los grandes libros.

Cuando Meruert terminó el instituto, el anciano ya no le enseñaba, sino la escucha y aprendía de ella.

─¿Hija cuando tengamos el comunismo habrá el idioma kazajo?.. ¿Canciones, leyendas?.. ─ Ese tipo de pregunta él hacía a su hija.

Meruet no se reía de las preguntas indiscretas y sin sentido, ella sentía que a la ignorancia de su padre no solo le interesaban los problemas domésticos.

─ El comunismo se construirá en el punto máximo de la cultura universal, ─ dijo un poco apenada de que no le pudiera explicar con palabras más simples y comprensibles. ─ lo mejor de los kazajos lo conservaremos, lo malo se apartará, desaparecerá,,,,

Entonces significa que el mismo tiempo será el que escoja que es lo bueno y que es lo malo, ─ confirmó para si el anciano. Y al mismo tiempo hizo una nueva pregunta: ─ ¿por qué una vez un jefe dijo que las dambra y el beshbarmak no serán ya necesario?.. si a todo el pueblo le guasta escuchar canciones y el sonido de la Dambra… Hay a quienes les gusta el arroz con carne, a otros la carne asada, el tocino y hasta el beshbarmak…. Acaso el beshbarmak no es también sabroso.

─ No se en que estaba pensando esa persona. ─ dijo Meruert. ─ es una pregunta muy complicada. Como va vivir la gente durante el comunismo es una respuesta que ni los mismos científicos la tiene clara. Esa persona seguramente quería demostrar lo inteligente que es, y como él puede ver lo que pasará los próximos mil años. O simplemente, ─ dijo Meruert, ─ simplemente él tiene problemas en el estómago y los doctores le prohibieron carne, después se desquitó con el Beshbarmak, ¿quién lo sabrá?

Cuendo Meruert invitó a sus padres a vivir en la cooperativa, su padre la pensó mucho. La cooperativa kazaja Alga bas ya se había desplazado hacia el sur dejando parte de sus prados a la cooperativa Altin aray para sus siembras. La yurta del pastor Zakriy estaba sola en la antigua colina, el todavía no había decidido que hacer: quedarse en la colina o irse a donde su hija.

Ya estaba la yurta recogida y empaquetada en la carreta que estaba cargada de diferentes artículos de casa y amarrada a dos caballos, el viejo Zakriy se paseaba por el terreno desolado de su antigua posada y no podía resolver cual camino escoger. Se acariciaba el final de sus bigotes y se pasaba las manos por sus pestañas tratando de ocultar su indecisión y confusión, con mala cara miraba a su mujer que llevaba puesto un gorro blanco y una cotona negra de terciopelo, estaba sentada en un baúl cerrado con un bisagra colorada de estaño.

Se sentó inmovil en un baul que estaba trabado con una chapa colorada de estaño.

― ¿quieres regresar al caserio? ― preguntó Ayzhan, ― ¡Vete! Yo no te detengo, ―

Afirmó Ayzhan, ― ¡Vete!... yo no me voy contigo, no puedo dejar sola a mi única hija…

― recuerda tú, vieja terca, ― se enojó Zakriy, ― los jovenes tienen su vida, y nosotros―

La suya.

― ¡Yo no puedo vivir sin mi hija!

―¿qué es lo que te pasa? ¿Pueda que con la vejez te quieras divorciarte de mi?

― ¡Nos separamos! Supongamos que nos separaremos en el final de nuestras vidas…

― ¡No se podría esperar otra cosa de ti!..― Zakriy se escupió en el pecho. Hizo un intento de llegar de otra forma: ― yo toda la vida he vivido entre ovejas y tú y yo siempre hemos vividos entre nuestros parientes. ¡Acaso hemos decidido abandonarlos como la sonejas abandonan sus rebaños?.. O lo tenías pensado de antemano.

― quiero vivir con mi hija y mimar

¿y qué pasa si este ruso nos invita a su casa y me empieza a ofrecer carne de cerdo — ¿Entonces qué hago?

¿Cómo — qué? ¡Tú no comes cuando no quieres!

¿Cómo qué —no cómo? ¿Tú que piensas que yo soy capaz de ofender al dueño?..

Él pueda que actúe más inteligente que tú: cada pueblo — con su cultura. ..

¡No había forma de convencer a Ayzhan!

Zakriy se dio por vencido:

¡piensa de una vez, — como yo puedo vivir sin la llanura extensa, sin las colinas!.. además yo no puedo hacer nada — más que pastar ovejas!..

Vas a aprender.

¡es tarde para aprender!..

Nunca es tarde. Aprenderás a pastar cerdos...

¿Que-e-é?.. — Chilló Zakriy.

Pero Ayzhan ni los ojos movió, sólo hizo una advertencia — preocupada y un poco cariñosa — querido se acerca una tormenta:

¡¿ Qué es eso que tienes debajo de los pies?.. ¿es un cofre?.. cuidado y no te tropieces.

Zakriy se ilusionó del inesperado, se tiró al suelo, levantó el cofre, lo agitó en sus manos.

No estás en tu lugra... —murmuró el conmovido. Sin embargo, él recordó, que recién había discutido con su mujer. — ¡ahora si podré comenzar algo con ayuda de este cofre!..— le hizo una seña como si le iba a lanzar el cofre en la cara, pero está solo sonrió: este nunca le había levantado la mano en todo lo que tienen de vivir juntos.

En este momento se apareció Meruert como de la nada.

¡Buenos días mamá! ¡buenos días padre!, — dijo ella, bajando lentamente del caballo.

Este viejo terco tiene pensado en separarnos, — dijo Ayzhan, sus se llenaron de lágrimas. — Ya no quiero vivir más con él...

¡No llores madre! — dijo Meruert, abrazándola cariñosamente. — yo no te dejaré sola nunca. — luego se dirigió hacia su padre: — y usted padre sea más inteligente. No crea que toda la vida se va a pasar en la llanura...

¿Cómo asi — «me la voy a pasar»?.. — se en ciñó Zakriy. — ¿Y tú me lo dices?.. ¿la hija del Pastor?.. ¡La nieta del pastor?..

Usted no me ha comprendido, padre, — se corrigió Meruert. — usted el verano y el invierno se la ha pasado en la llanura. Peroh ahora…— agregó suavemente: — Usted, padre, podría trabajar en la hacienda de ganado...

—- ¡qué va! allí no tendré espacio para respirar, me safixiría de tanto tufo de estiércol de vuestra hacienda de ganado! — Zikriy se enderezó orgulloso. — ¡Yo soy Pastor, mi abuelo pastaba ovejas!.. Y no te recomiendo que olvides a lo que toda la vida se ha dedicado tu padre. Aunque dios no me haya dado un hijo...

Meruert sabía muy bien cuál era el punto débil de su padre. De acuerdo a las costumbres kazajas, las hijas se consideraban huéspedes pasajeros: se casaban — y solo dejaban las huellas. El hijo era otra cosa — el hijo era el heredero... ella estaba por enojarse, pero se contuvo.

Yo le hablo de la la granja de cerdo, ya que es un asunto muy parecido a lo que hace, — dijo ella disculpándose. — además a la cooperativa están llegando muchos jóvenes a los cuales usted podrá enseñarles su experiencia y tradiciones.

¡Qué aprendan, qué se acostumbre!, — Se sonrió Zikriy. — yo las ovejas las seguiré pastando como antes.

¿De qué ovejas tú hablas que pastarás? ¿privadas, o qué?

¡Aunque sean!..

Zikriy aún se resistía, comprendiendo que ya se había dado por vencido que este podría ser el fin de su vida de pastor. Sólo una cosa lo calmaba: que él se regresaría a su caserío de cualquier forma, si la cooperativa Altin aray no le sentara en el alma... ahora no quería seguir discutiendo y ofender a su hija. Sin querer se le había salido la palabra hijo y ahora se le quemaba el alma. Él hizo un envión con sus manos — y se puso de acuerdo...

En la cara de Zikriy no se notó ninguna expresión de alegría, ni dijo una palabra cuando ellos se mudaron a la nueva casa. Se pasó por el apartamento silenciosamente como estudiándolo, no se parecía del todo a su dulce hogar en la yurta, y se dispuso a instalarse como lo solía hacer en su anterior posada.

Cuando se terminaron de instalar, Zikriy se duchó, se paseó por la sala, tendió su alfombra y se sentó cruzó las piernas y se puso a esperar la cena ¿qué hacer?.. Ayzhan y Meruert sacaron del baúl una mesa redonda y baja que estaba escondida — un objeto indispensable en cada yurta, — lo colocaron delante del anciano y pusieron la comida que habían preparado en una alta cocina.

Después de cenar, Zikriy se pasó a otro asiento, cerca de la ventana, dirigiendo su mirada a la llanura. Una pena y inquieta mirada se depositó en sus ojos. Era el final de junio — el tiempo en que toda la llanura se enriquece, cuando las hierbas llenas de sabia se levantan por la tierra... era la primera vez, que Zikriy no pasaba el pico del verano allí, debajo del alto cielo azul, de los rayos resplandecientes del sol — si no por el contrario debajo de un techo con cuatros paredes que parecían que lo asfixiaban… una casa confortable, limpia que para el anciano era como una jaula para pájaros recién atrapados.

Por la noche, Zikriy durmió mal, tuvo pesadillas. Soñó con Saryarka, su pradera sin fin, con las lomas de violetas, que susurraban al viento. Como en la infancia, las humaredas de las caravanas, el aire puro se veía enturbiado por el polvo que levantaban las manadas de caballo al correr, en el terreno se observaban siluetas negras de los camellos y de los gavilanes de ojos brillantes, que volaban siguiendo a las zorras de colas rojas. Delante de él se notaban las yurtas redondas con cintas plateadas que se tiritaban por el viento, una tormenta de polvo amarrillo se levantaba hacia el cielo... iban caravanas de camellos, se oían los gritos de garganta de las mujeres. Los jinetes cabalgaban levantando sus bastones y con un chillido ensordecedor lloraba un niño... ¿Era posible que fuera la voz de Zikriy?. .

Zikriy se levantó empapado de sudor. Estaba acostado con los ojos abiertos, observaba en la oscuridad — lo denso, inmóvil y sin vida. Las estrellas no resplandecían, la luna no reinaba, Zikriy le parecía que la almohada de algodón le estaba tapando la cara, haciéndolo arrodillarse... él se estaba asfixiando.

Por un largo tiempo Zikriy se revolvía en la cama, luego, se vistió, tratando de no hacer ruido, tanteó donde estaba la puerta y se lanzó al patio. Estaba por amanecer. La sábana ya respiraba el aroma matutino. Zikriy expiró con ansiedad el aire fresco, cerró sus ojos... Cuando Meruert y Ayzhan se levantaron por la mañana, ellas se sorprendieron cuando vieron su vieja yurta instalada en el centro del patio. En ella, precisamente en la hierba aplastada, dormía y roncaba Zikriy con las manos debajo de su cabeza...

No es que él estuviera en contra de la nueva vida, que había llegado a cada sendero y colina de Saryiarka que para él eran sagrados. Él estaba contento por su hija, por vieja esposa Ayzhan — ellas estaban contentas, que habían encontrado un lugar seguro en esta vida. Pero el mismo Zikriy estaba cansado, le hacía falta su aldea del llano, y por todo aquello que le despejaron. Un día pensó en hablar con Feodor Ibanovich conocido como Tleukabakov, — Hablando con él, lo convenció que era necesario crear ovejas en la cooperativas.

Esta era el primer encuentro del Anciano Zikriycon el organizador del partido.

Ugriumov estaba sentado en su despacho, ante la mesa, llena de papeles, carpetas, libros; él estaba preocupado y al mismo tiempo escribía algo, respondía al teléfono, daba algunas disposiciones a las personas que se aparecían fugazmente y que también llevaban alguna prisa, y tenían lagunas inquietudes... Zikriy no supo que hacer. Se sentó en el borde de la silla, delante de Ugriumov, al que le parecía una persona inaccesible, y por eso desorientado apretaba su boina de zorra pelirroja que se había quitado en señal de respeto.

¿Entonces usted ha sido pastor? Era la tercera o cuarta vez que le preguntaba Ugriumov (a ellos los habían interrumpido varias veces).

Pastor he sido toda mi vida...

¿y seguramente se ha encontrado alguna vez con lobos a solas, frente a frente?.. — Fedor Ivanovich miró con curiosidad la potente figura de Zikriy.

Si ha pasado...

¿Ahora usted quiere ser panadero?

No, se levantó el pastor... ya se lo he dicho...

Si, si ya me lo ha dicho... — Ugriumov hizo unas notas en el calendario que estaba en la mesa y sonriéndose involuntariamente se dirigió al anciano: — ¿Entonces que vamos a hacer con usted en este caso?.. en los prados de la cooperativa no tenemos ovejas. Solo vacas y unos cuantos cerdos...

Se hay por donde quiera, — le dio a entender en indirectas Zikriy, — ellos por sí mismo velan y se reproducen sin necesidad del hombre...

Ugriumov se carcajeó, respaldándose en la silla como para mirar mejor al anciano. ¡No era una simple persona como se había presentado al principio!

Es lo necesario querido viejo sabio, — le dijo bajando el tono de Zikriy, — para cuidar a los cerdos se necesita del ojo humano. Puda ser que nos pongamos de acuerdo en esto? Cuidador de cerdos — es una profesión de honorable, necesaria para nuestra granja...

Zikriy se convulsionó, se atragantó. ¿Cómo era posible que a él, Zikriy, le propusieran eso?.. Pero la recién ofensa se le pasó rápidamente. Apenas se contuvo, para no escupir al piso y después limpiar el gargajo con los pies, no recordando el chantaje que le había lanzado el organizador del partido riéndose de su vejez

¿Qué ha pasa, viejo sabio?..— se desorientó.

¿Qué pasa?..— Zikriy con orgullo se lo fue explicando lentamente, como responder a aquella pregunta que le había hecho. — ¿Qué pasa?.. ¿Qué es lo que tú propones, tamyr?.. ¡yo sé dónde crece la buena hierba¡Sé cómo pastar ovejas, caballos!.. y tú a mí... ¿cabeza no tienes?..

Ugriumov soltó la carcajada nuevamente. No esperaba que las cosas cogieran ese rumbo, lo había divertido y confundido el anciano,

¡La has embarrado, camarada del partido!— dijo él sobándose la mollera. — ¡la embarraste totalmente! — después se dio el privilegio de no dejar entrar a nadie al despacho y dedicarse solamente con Zikriy. — que trabajo me has dado, viejo sabio... ¿no sería mejor que te regreses a tu finca?.. pues nosotros...

Eso ya lo he oído, — dijo Zikriy, — que aquí no hay lugar a personas como yo. Todo lo sé, y estaría contento con regresar, pero mi mujer no estaría de acuerdo — en este momento él bajo el tono y sus ojos se tornaron bondadosos. — yo con ella nunca discuto. Cuando en la familia hay sólo un hijo a él le llaman “la pupila del ojo” y como se puede vivir el ojo vivir sin su pupila, de igual forma mi vieja y yo no podemos vivir sin nuestra Meruert...

¿Se recibe que usted es el padre de nuestra zootécnica?..

Soy el padre de Meruert...

Pero es igual. Para usted ella es Meruert, y para nosotros ella es el zootécnico — Se rió Fedor Ivanovich. — es una chica admirable su hija, dedicada, no es una cualquiera. Aunque... — le señaló a Zikriy. — aunque, chicas como ella no pasan mucho tiempo sin casarse...

Meruert — salió de su padre, — con orgullo dijo Zikriy. — por ella no me preocupo. — de nuevo el se ciñó. — a mí lo que me preocupa es por qué usted no quiere crear ovejas de la raza edilbaevkiy...

El anciano había investigado que en Altin aray habían decidido comprar trescientas ovejas a la cooperativa vecina para mantenimiento de corral. Esto lo conllevó a la idea de — presentarse ante Ugriumov con su propuesta. La raza de ovejas edilbaevkiy es fastidios, resistente a largas peregrinaciones. Estas ovejas no necesitan de grandes gastos en su mantenimiento. La única verdad es que estos rebaños necesitan de un pastor experimentado... y es por eso que Zikriy vino a proponer sus servicios.

¿Pero el pasto?.. — pronunció con duda Ugriumov, comenzando a dar señales de acuerdo con el pastor. — es que tenemos toda la tierra arada...

Pero el caso era que Zikriy tenía respuesta a todo. ¿Y La ribera del rio Esil? ¿El monte amarrillo?.. el nombró unas cuantas parcelas, que por diferentes causas no estaban siendo utilizadas para la siembra. En el poco tiempo que tenía de vivir en Altin aray, ya había estado en todas partes, mirando, calculando — y ahora sólo pedía una cosa: que le dieran por lo menos ciento cincuentas ovejas edilbaevkiy...

No hay razón de negarse al anciano... Ugriumov prometió a Zikriy pensarla, y discutir supropuesta y su palabra la cumplió.

Lo único que le preocupaba a Zikriy, era que en lugar de edilbaevkiy, las ovejas con las que había soñado toda su vida, le dieran otra raza cualquiera. Y cuando el presentimiento se hizo realidad, él se enojó, se encabronó — esa era la razón de que Ayzhan trajera a su marido ante Ugriumov...

Dentro de unos pocos días trajeron a la cooperativa un rebaño de ovejas edilbaevkyi. Zikriy estaba contento. Él con orgullo le enseñaba las ovejas a Meruert, convencido de que se las jugo sin su ayuda, que el mismo lo consiguió como él quería... Meruert, estaba contenta por su padre, pero en sus adentros se reía: no podía explicarle que sin la opinión y apoyo del zootécnico de la cooperativa esto no hubiera sucedido...

2

Cuando Meruert llegó de Alma-Ata a la cooperativa Altin Aray, Jasen no estaba en el sovjoz. Él se encontraba en las parcelas lejanas, donde el duro inverno de enero había afectado a la siembra. Con la llegada de los primeros días de rayos calientes del sol tenían que sembrar urgentemente los barrancos.

La primavera estaba en su punto. Debido al viento y a los rayos calientes de la llanura, Jasen estaba quemado, negro, arribó a las instalaciones centrales. El caballo apenas caminaba, incluso cuando se acercó a la casa casi se desvanece. Antes de entrar al territorio dio un relinchido de alegría repentinamente. Jasen también se recuperó al notar. Él miro no muy lejos que habían unas cuantas yeguas y potros — eran todo lo que quedaba de aquella grandiosa manada. Recuerda como é con su gorro de terciopelo de zorra pelirroja. El mismo había montado en los marcapasos, sosteniendo en sus manos un kirik largo. Jasen había notado como los jinetes iban sentados firmemente en sus monturas y como los marcapasos graciosamente y con elegancia los llevaban en su flexible lomo. Las manadas se comparaban con Jasen.

— ¡Buenos días!.. ¿Seguro que vienes de las parcelas lejanas?..

La voz fue sonora y armónica, pero Jasen estaba demasiado cansado para mirar la cara que pasaba con rapidez enfrente de él.

Él respondió sin ganas al saludo y afirmó: si del terreno lejano...

Solo cuando el marcapasos había avanzado un poco y entre ellos ya había una distancia de quince metros, jasen pudo notar que en la espalda del jinete se balanceaban al viento, dos trenzas negras gruesas, al compás del paso del marcapasos...

Jasen recordó que cuando él se dirigió al campo, en la cooperativa estaban esperando a una chica zootécnica. Contaban que ella ya había estado aquí, haciendo unas prácticas de diploma — ¡que era inteligente, buena, pero que no era lo buena sino lo bella! Decían que ella no necesitaba ni de vaca, ni de cerdos, que mejor fuera a filmar una película haciendo el papel principal…

Jasen pensó “seguro es la mismísima”. La misma... sin embargo, de lo ante dicho, el no pudo notar nada, — pueda ser por la áspera ropa de hombre que llevaba, un mono, prensado en la cintura por un sostén ancho... el solo pudo recordar: como se sostenía libremente en la montura. Tal postura solo se podía encontrar en la chicas de las aldeas caballerizas kazajas.

Jasen estaba tan cansando que cuando llegó se acostó y durmió profundamente sin tener ninguna interrupción en sus sueños. Durmió casi un día entero. Cuando se levantó se arregló, leyó el periódico que le había llegado correspondiente al tiempo que se había ausentado, leyó unas cartas que había recibido de sus amigos de cursos en el mismo tiempo. Acercándose la noche él se afeitó, planchó su traje y se dirigió al palacio de la cultural para jugar alguna partida de ajedrez. Buscando a un jugador de ajedrez, entró a la sala de actos donde en ese momento se realizaba un ensayo. Al mirar se le olvidó todo, todo en el mundo…

En la escena cantaba una chica de estatura media, en comparación con la espaciosa escena su cuerpo se miraba diminuto y frágil. Él se acercó lo más posible, escogió un lugar y se sentó ─ casi toda la primera fila estaba llena, hasta el final del número el no quito su mirada de aquella fina figura. Su figura era tan fina que casi no se le miraban los pechos y la línea de su cuerpo caía planamente a su cintura… ¡y que ojazos!... dos charolas negras profundas. Pero ahora ya no eran negros que te hacían perder el conocimiento, ellos cambiaban con el moverse de la chica por escena – ahora parecían dos ojitos de camellitos que se coordinaban con sus dos piernas débiles, finas, inmóviles…

Y sus trenzas que a Jasen le recordaba las manadas de caballo ─ sueltas le caían casi hasta las piernas esbeltas y fina…

Jasen sonreía ─ una sonrisa confusa e idiota.

Claro está esta era su nueva zootécnica. Jasen tenía poco tiempo de estar en la cooperativa y conocía a todas las chicas como la palma de la mano, pero a…

¡Y como cantaba!.. Su voz era tan profunda, densa y fina como un terciopelo.

Lo que mira tu corazón

No miran tus ojos

Lo que escucha tu corazón

No comprende tu razón…

De verdad que Meruert cantaba bien, como si no cantara en general, como compuesta por alguien ─ es como si la melodía y la letra surgiera de lo más adentro de su corazón, todos la escuchaban, nadie dejaba de escapar ni una palabra, ni una nota. En cuanto a Jasen él tenía miedo de la canción se terminara, de que fuera interrumpida antes de que terminara de cantarla, él tenía la sensación de que si se interrumpía, se cortaría también su vida…

Meruert lo notó y se sonrió, después ella terminó de cantar y bajo de la escena, observando a Jasen, ella se sentó a su lado. Ellos miraron las otras presentaciones y a Jasen le parecía que estaba soñando.

Cuando se terminó el ensayo ellos salieron juntos conversando libre y fácilmente─ como si se conocían desde hace cien años.

He escuchado que tú también has estudiado en Alma – Ata ─ dijo Meruert, ─ nuestro instituto y residencias estaban en las misma calle y nosotros nunca nos encontramos… ¿qué raro verdad?

─ ¡Muy raro! ─ se puso de acuerdo Jasen. Sólo hasta ahora se le venía a la cabeza: ¡que idiotismo!, pasar tantos años en Alma-Ata ─ ¡y no saber que Meruert estaba completamente cerca!..

─ se recibe que era nuestro destino ─ se rió Meruert, ─ encontrarnos en la tierra virgen… a propósito yo conozco a algunos de sus profesores…

─ ¿A quiénes?...

─ tuvimos muchos profesores que nos enseñaron… por ejemplo, el profesor Alshimbek que nos dictaba Botánica. Es lógico nosotros somos zootécnicos pero tuvimos que dar exámenes de botánica y agricultura…

Jasen no escuchó lo que dijo posteriormente Meruert… otra vez estaba allí el nombre de Alshinbek Aydungaliev…pudo haber pensado que escucharía este nombre precisamente de Meruert…

Cuando Jasen ingresó en el instituto sólo una vez se encontró con Aydungaliev. Fue cuando Jasen entró en el despacho de los profesores. Alshinbek lo recibió con una alegría profunda, lo sentó en su escritorio y estaba dispuesto a saber en que podía ayudarlo… pero Jasen había venido con un solo objetivo ─ de saber el lugar donde estaba enterrada su madre…

La especialidad que enseñaba por lo general Aydungaliev, Jasen la pasó con otro profesor. Los encuentros se daban con frecuencia en los guardarropas del instituto, en los corredores, en otras partes, ellos se saludaban cortésmente y trataban de desaparecer lo más pronto posible, el uno del otro. Seguro que el profesor también no sentía ningún deseo de ver a Jasen.

Cuentan que en los últimos años de estudio en el instituto, llegaron rumores hasta Jasen de que atraparon a Aydungaliev con una estudiante del curso de zooveterinaria. Aunque las opiniones eran diversas. Unos dicen que la misma estudiante no estaba en contra de tener un romance con una persona dos veces mayor que ella: eso no era una desgracia. Además un tipo bien parecido, científico, con notoriedad... otros cuentas que se topó con una chica difícil de roer, una estudiante de zootécnica que no se dejaba llevar por las pasiones ardientes y no era una cualquiera… que al final le cortó las alas al gavilán.

Jasen recordó esos comentarios. Jasen no le dio importancia a esos factores, mucho menos a los relacionados con Aydungaliev y con una dama del cuso de zooveterinaria… pero ahora estaba comprendiendo a medias que se trataba de Meruert… y sospechaba y estaba instando a descubrir el misterio aquel.

─ usted ha escuchado sus lecciones ─ perguntó él como conteniéndose ─ ¿Y cómo él da las clases?

─ ¿Quién? ¿Alshimbek Aydungaliev?.. Los nuestros lo consideran uno de los mejores profesores. Él es bien instruido, un perfecto orador… y en general un hombre interesante… ¡todas nuestras chicas se derretían por él!

¿Y usted también?..

¡Yo también! — se rió Meruert. — si pensarla tal vez un poco.

¿Estás segura que sólo un poco?.. en efecto es tan interesante... lo más importante es que joven...

¡usted — se recibe es un provocador!..—Meruert se calló ofendida. Pero por lo vista ella nos tenía pensado ofenderse con Jasen por mucho tiempo. — el pronto vendrá en Altin aray, — dijo ella, —usted lo verá en su momento... — en la voz de Meruer se escuchó algo apenada. Qué pasaría si Jasen le obligara a regresar a la pregunta inquietante todavía no resuelta.

¿Qué él quiere hacer en nuestra cooperativa?

He escuchado que el profesor abrió un campo experimental de trigo resistente a la sequía. Así me lo contaron. Pero si usted — es el agrónomo y debe saber todo esto mejor que yo.

Yo lo único que sé es que el respetado profesor ya se retrasó para la siembra.

─ ¿Sí?.. Pero de todos modos él vendrá... para no retrasarse en algo más?..

Meruert con admiración miró a Jasen. Parece que ella estaba dispuesta a ofenderse.

Jasen se tapó la boca.

Él acompañó a Meruert a casa. Volver a su casa para descansar no quería. Él atravesó lentamente toda la calle central, desolada y oscura a estas horas. Salió a la llanura, la mayor parte de la noche la pasó en la periferia del pueblo, pensando en Meruert, en Alshimbek y sobre el mismo...y Meruert?.. ¿En qué pensará esta noche?

... la primera vez que ella había visto a Alshinbek Aydungaliev, fue cuando estudiaba en el último curso. Era sus cumpleaños — Meruert cumplía veinte y dos años. Ella se presentó a su clase con el mejor de sus vestidos, negro, de lana, con adornos blancos redondos. Los chicos del grupo sabiendo que es lo pasaba se lanzaron a ella con flores, sentaron a Meruert en la primera mesa, cerca de la cátedra, colocaron en la mesa un pomo con tulipanes, los primeros de la primavera. Se hicieron las bromas de siempre. Exigieron que Meruert organizará si no un banquete, una simple cena de amigos y que en ella hubiera, se sobre entiende, con que brindar, para beber por su salud. El superior Zhapar, flaco y largo como una mecate, con el cual tienden la ropa lavada, amenazó no ir al comedor, para conservar el apetito y así poder comerse hasta una vaca...

En general todo fue divertido, había un alboroto tremendo, bromearon con picardía, felicitaron a Meruert, y nadie notó que el receso entre las clases se había terminado y en el auditorio entró Aydungaliev. Importante, esbelto, Con algunas canas en su cabello denso, él estaba en catedra y esperaba tranquilamente de momento se terminara el algarrobillo y todos ocupasen su lugar. Él no dijo ninguna palabra por el desorden reinante, hizo de cuenta que él no había notado nada. Sólo fijó su mirada en los tulipanes que estaban delante de Meruert... ella se quedó congelada: ahora él se enfadará — ¿Qué son esas libertades y más aún en las clases del famoso profesor?.. Pero Aydungaliev solamente se río y se asombró de Meruert, incluso le hizo un guiño de ojo.

Este día era su primera lección ante los estudiantes de su especialidad.

Botánica... ¡que se podía decir una materia no muy atractiva!.. Pero el discurso del profesor fue yendo suavemente y libre. Su timbre se llenaba de inspiración y vibraba en notas bajas, a veces hacia pausas inesperadas, para encontrar mayor refuerzo a sus palabras y expresarlas en el tono correcto. Hablaba de la tierra nutritiva, sobre su superficie herbácea, sobre la naturaleza, el profesor citaba de memoria a Tiuteva, Aba, Feta y se podía comparar con un artista el cual dominaba al público no importando cual fuera su rol.

Meruert escuchaba al profesor, pero esto no le impedía pensar en sus adentros. Esto sucedía de vez en cuando: se escaba del auditorio hacia unos mundos indefinidos y turbios... ¿sobre qué?.. Ella misma no podría responder.

Parecía que todos los estudiantes están contentos con la lección, — todos, menos una la que estaba sentada delante del profesor... el profesor se sintió ofendido y de repente se calló e hizo una pausa y se dirigió a Meruert:

¿En dónde habíamos quedado?.. ¡Sí, sí, yo a usted le preguntó, bella con tulipanes!

Meruert se avergonzó. Y de inmediato sus cachetes se pusieron tan rojos como las hojas de los tulipanes. Pero esta preocupación sólo vino a darle fuerza a su voz dulce que salía de su pecho.

Usted estaba citando un fragmento del poema “La tierra se rinda ante el hombre” de Olzhasa Suluemi, — dijo ella, mirando directamente a los ojos del profesor. — Y antes de esto usted había dicho que todo en la tierra está hecho pro las manos del hombre, que... — Meruert repitió detalladamente palabra por palabra lo que había pronunciado el profesor Aydungaliev, y agregó secamente: — y en adelante dirá seguramente, la posibilidad de pasar a discutir sobre la belleza del tierra que representa el elemento básico del curso de botánica.

Aydanguliev estaba avergonzado. Porque en la realidad él iba a pasar a la introducción de la botánica... ¿pero por qué esa ironía?.. ¿De dónde venía ese ton burlesco?..

Los estudiantes se rieron, mirándose entre ellos. Ellos conocían que Meruert — era la mejor de las chicas del curso. Ella podía competir con cualquier joven sus conocimientos, y que su carácter soñador y victorioso se podría transformar en decisivo y rígido en dependencia de la circunstancia en que se encontraba. En diferencia de las otras chicas de su edad, a ella no le interesaba que en la calle los que pasaban a su a orilla le observaban, que en las fiestas se mataban por ella casi la mitad del instituto... Meruert comportaba seriamente ante las personas, ante ella misma, ante su futuro y como sucedía con frecuencia con los que han sido beneficiados con dones naturales, buscaba en la vida no las cosas fáciles que estaban al alcance de la mano… por el contrario, lo que le costara más, lo que presionara fuertemente a su fuerza espiritual, Meruert cantaba, dibujaba, después de la escuela la designaron al técnico de arte y dibujo. Pero contradiciendo todos los consejos, ella decidió escoger la carrera de zootécnica. De todas las personas cercanas sólo su padre estuvo de acuerdo con su elección…

Al comienzo Alshimbek Aydungaliev no se imagina con quién se estaba metiendo. Él famoso conquistador de corazones femeninos, pensaba que delante de él estaba una simple chica de aldea pastoril... pero sin terquedad, era comprensible... y sin embrago — ¿Es que delante de él estaba una chica humilde e ignorante que no sabía nada de la vida?..

Mientras más se empecinaba Meruert, más atractiva miraba la victoria él. Según las tradiciones del este clásico, el comparaba a Meruert con un bello venado, y a él, como un león con una vasta melena, que le perseguía... pero el venado se escapó. A las observaciones del profesor, ella respondía correctamente con una sonrisa dulce — pero nada más.

Entonces Aydungaliev hizo un paso adelante. Le pidió su mano y su corazón.

¿Y cómo actuó Meruert?.. A verdad decir, ella se confundió...

Ella conocía todo sobre el profesor: que era viudo, que tenía cerca de cincuenta años, que era una persona que tenía peso en la rama científica. Aceptó ella ser su mujer y abastecer su futuro. ¡Y qué futuro!.. En lugar de habitar en una residencia estudiantil, en una habitación con cuatro camastros, ella se posará en la habitación lujosa del profesor en un apartamento que se encuentra en la calle principal de la ciudad. Sus colegas de clase, al terminar el instituto regresarían a sus koljoces, a las aldeas lejanas ¿Y ella?.. Todo lo tendría cerca y sonando sus tacones por el asfalto podría llegar a los teatros, a las tiendas, a las boutiques y a las peluquerías. ¿A qué mujer le sería indiferente los vestidos, los trajes o las joyas?.. ¿… si agregamos su propio coche? ¿Y qué tal una casa de campo en cualquier montaña?.. Y si ponemos atención a la especialidad que debería obtener Meruert — ¿Entonces cuál es el problema?.. Ella sería la esposa del profesor Aydungaliev, quien haría su doctorado, posiblemente, su tesis científica... cuando ella vaya a visitar a su lugar natal, que la admiren y se orgullezcan de ella — ¿Pero quién recordaría a la descalza Meruert?..

Aunque todo se veía como en el país de los sueños y que realmente estaba al alcance de Meruert, ella de una u otra manera la pensó...

¿Acaso es sobre lo que había soñado de tener ese tipo de vida?.. ¿Acaso no era el espíritu silvestre el que la mantenía detrás de esos parágrafos secos?.. ¿Esas colinas azules como ondas paralizadas?..¿El espacio cubierto de diferentes hierbas?.. ¿Acaso no se había topado con el pensamiento que regresaría a la llanura natal y continuase las tradiciones de sus ancestros, solamente que ahora lo haría aplicando los conocimientos científicos? ¿Y ahora qué?.. en las reuniones del konsolmolest, en las discusiones imprevistas estudiantiles que sucedían a diario, hasta muy tarde por la noche, se escuchaban sonoramente estas: «la tierra Kazaja», «el pueblo», «la obligación ante el pueblo»... ¿Si para ella todas estas palabras no significaban nada, entonces, como ella debería empezar a devolver su deuda de familiar?..

Meruert pensó y no sólo en esto.

¿Quién era Aydungaliev para ella?... ¿Sería capaz de amarlo con aquella pasión, en que había soñado cuando todavía era una adolecente, leídas en «las cabras de Korpesh y Bayan- Slu», «Romeo y Julieta»?.. En efecto, Meruert soñaba en el amor, como el vuelo alto de los halcones, como el grito ardiente al llamado a la guerra, sensible, como la melodía de la dombra en una noche estrellada. No había razón para ser hipócrita, le había sido agradable la atención del profesor. Además él era apuesto, esbelto, estaba en el auge de sus fuerzas, en su cara se veía la solidez de su edad, que le daba una entonación de atracción masculina... Meruert no bromeó cuna do le dijo a Jasen que todas las chicas de su curso se habían enamorado de él. Pero una cosa era — temblar y sonrojarse como ellas, cuando el profesor se dirigía hacia ellas y según sus palabras, “como él las miraba, como se reía, que palabras” decía, — incluso no era el enamorarse, o simplemente imaginándose jugar consigo misma… u otros, a qué el asunto era que él había decidido que ella fuera su mujer.

Es lógico, Meruert se desconcertó. A sus veintidós años esa chica enérgica y voluptuosa se transforma en una chica inteligente cuando la circunstancia se trata de su futuro. Ella no dio una respuesta inmediata. Cuando el profesor se le declaró, ella estaba ocupada con su trabajo de diploma. Meruert desde la mañana estaba pensando en trabajar con los libros hasta el cierre de la biblioteca. Este régimen duró tres meses. Se defendió estupendamente. Ahora lo que tenía que hacer era entender sus sentimientos. Ella no le dio al profesor una repuesta ni negativa ni positiva, le dijo que la tenía que pensar. Ella exigió que el profesor no la presionara y que no la obligara a apresurarse — ella se va a su lugar natal, a su lugar de designación, se pone al tanto de todo nuevamente y él mientras tanto que espere...

¿Qué hacer?.. Aydungaliev se puso de acuerdo. Más aún que Meruert fue designada para trabajar en Altin aray decisión en la que él tomo parte secretamente: en esta cooperativa Aydungaliev tenía pensado en experimentar un tipo de trigo, incluso, a él le habían buscado una parcela para su experimento, parece que todo iba sobre rieles…

Debido a las preocupaciones sobre Meruert, el profesor nunca se llegó a imaginar que precisamente en Altin aray se iban a encontrar Jasen y Meruert. Sólo después de unos años más tarde se le vino a la mente el proverbio “nunca le eches la culpa a tu enemigo o al diablo de lo que perdiste, cúlpate a ti mismo”

Jasen y Meruert esperaban en la tarima de recepción de la estación de trenes. Ya habían pasado dos semanas desde que ellos se habían conocido. Jasen se había encontrado con Meruert ya dos veces, pero ahora le parecía que la miraba la primera vez — tan esbelta, en un vestido de moda de nailon... Ella tenía en sus manos un ramo de tulipanes silvestres de pétalos semicerrados.

3

Jasen y Meruert esperaban en la tarima de recepción de la estación de trenes. Ya habían pasado dos semanas de que ellos se habían conocido. Jasen se había encontrado con Meruert ya dos veces, pero ahora le parecía que la miraba la primera vez — tan esbelta, en un vestido de moda de naylon... Ella tenía en sus manos un ramo de tulipanes silvestres de pétalos semicerrados.

Aunque a Jasen le molestaba un poco, que no por él, ella se había puesto ese vestido de nailon y había cortado ese ramo de tulipanes silvestres… Un poco le molestaba — mejor decir lo atormentaba en concreto... ¿Pero qué derecho tenía él de celar? ¡Qué ella encuentre a su profesor, eso no le repercutía en lo más mínimo a Jasen!

Lo más penoso era por qué Jasen estaba allí, sucedió que el profesor, Alshimbek Aydungaliev informó a Ugriumov por medio de un telegrama que el llegaría a Altin aray, este a su vez designó a Jasen para que este recibiera al famoso ciudadano.

En cuanto a Meruert, comprendía la presencia de Jasen, pero ella no quería que Jasen viera como ella iba a encontrar a su huésped. A ella misma, Meruert, ahora le incomodaba la forma en que estaba vestida y se regañaba a si misma por haberse vestido tan llamativa. Para ocultar su vergüenza, ella trataba de mantenerse firme y comportarse libremente, incluso con soltura, lo que hacía conmover más Jasen.

Ah! Y a mí también me gusta dibujar, — continuó la conversación comenzada Meruert, coqueteando con sus grandes ojos negros. — si lo hubiese querido podría haber ingresado al técnico de Surikovkiy...

¡Qué pena!, — al momento le respondió Jasen. — los artistas—no son iguales a nosotros, los simples mortales...

¿los artistas?..

— Los artistas— con mucho más razón... tú crees que yo estaría en esta tarima de aldea, seguro que esperaría algún expreso — que vaya a Moscú, Londres o Francia, abriendo mi propia galería...

— ¡Ay!, no es la galería lo importante...en Moscú lo primerito que haría es correr a comprar un helado... yo tengo mucha nostalgia por los helados.

¿Tan rápido?..

Los dos se rieron.

A propósito usted dibuja con lápiz o con oleo?

Con el uno y con el otro.

Ahora entiendo porque usted llevaba la vez pasada una mancha negra en el centro de la frente, entre las cejas. ¿O, que usted quiere difundir entre nuestras chicas otras culturas?

Meruert de pronto se puso triste y bostezó.

¿Qué artista soy yo?... yo soy un simple pintor.

— no, eso es bueno también...

¿Ser pintor?

Poder dibujar... ¿usted ahora está dibujando algo?

trato...

¿Qué es?

Es muy simple es la llanura. La llanura... el atardecer... después de la tierra labrada se reúnen los tractoristas...

¿Y qué tal?.. ¿Se recibe algo?

Se recibe cuando tú escribes algo, te preocupas…

¿Y los tractoristas no te inspiran?.. Sabes a veces esto me gusta... que nuestros tractoristas no te inspiren... ¿pero la llanura usted la podrá dibujar?

Ella precisamente es la que se me recibe.

¿Cómo eso es posible?..

─ Es verdad. Ella no respira... no respira, como dicen los pintores. No respira... descansa muerta, como un manto negro...

¿y si la dibujas con crayón?.. los pintores siempre se las ingenian, para darle vida a los cuadros...

—- ¿Pero que tienen que ver los crayones?.. — dijo Meruert apenada, no aceptando la broma. — simplemente la llanura ha cambiado, todo alrededor está arado. Yo discuto con mi padre, lo trato de convencer, pero yo misma no me acostumbró. Como si alguien hubiera venido y me quitara el sueño más deseado de mi vida

— ¿Qué sueño?

Sí, yo tanto quería ver como del horizonte al oriente susurra la hierba verde en la llanura y entre ella — rebaños de ovejas, se arrean caballos, pastan manadas de vacas... ¿le hace gracia?.. pues yo soy hija de pastor y desde la infancia estoy acostumbrada a los animales...

No, a mí del todo no me hace gracia. Solo que si usted en lugar de ver mucha hierba y rebaños, usted mira un mar dorado de trigo — ¿acaso esto es malo?

Esto también es bello, no lo discuto... pero el hombre... comprendes, pues es gente — como los cisnes. Mi padre cuenta cuando los cisnes volaban hacia el lago las cañas apuñadas que crecían en la rivera dejaron de crecer y en su lugar apareció el mar artificial. dirías — ¡Cuánto espacio! Ahora tendrá que haber más cisnes... pero ahora no los hay... que te quiero decir que podemos ilusionarnos con tanta cantidad de trigo y alegrarnos de la buena cosecha, pero en un lugar, en lo más profundo de tu corazón los que hemos nacido en la llanura, siempre conservaremos la nostalgia por aquellos terrenos conservaremos la nostalgia por aquellos terrenos amplios donde cabalgaba la manada de caballos. ¿Acaso no es verdad lo que digo?..

No, nuestros hijos no tendrán esa nostalgia. A ellos se les proyectarán otros paisajes poéticos. Aquellos que nosotros mismos hagamos con nuestras manos...

Usted piensa como un agrónomo, Jasen. Usted sólo piensa en su trigo, mas no quiere saber... en eso está su debilidad.

Yo diría — fuerza. No hay que añorar lo perdido en el pasado, hay que ser realista y enfrentar valientemente al porvenir. ¿Usted considera esto una debilidad?..

Posiblemente tenga razón... otra vez con la razón… usted sabe antes me parecía que la lucha entre lo nuevo y lo viejo — era una lucha que llevaban los viejos contra nosotros, los jóvenes. Pero la verdad es totalmente diferente. La lucha está en el adentro de cada persona, sea joven o viejo. Lo que ha sido educado con la leche de su madre — es difícil de combatir. ..

— Comprendo, Meruert, lo que usted quiere decir. Los kazajos por siglos de los siglos se habían dedicado a la crianza de ganado y hay muchos entre ellos que llevan la llanura en su pecho. Pero reconocen con inteligencia: que no se puede constantemente estar estancado en el mismo lugar, el tiempo se mueve y nosotros nos debemos mover con él. En cuanto al pan… cuando se pueda, yo le puedo contar una leyenda que escuche de mi abuelo. Ella se llama: «leyenda sobre el grano de trigo»...— Jasen se calló. — yo tengo un abuelo muy bueno, Meruert. Yo he aprendido mucho de él...

Meruert miró con atención a Jasen. La frente alta, puños fuertes, tranquilo, y ojos muy abiertos... aquel agrónomo que ella consideraba un simple joven airoso, ahora a ella le empezaba a gustar. Y con mucha más razón ella no quería que él viera como ella iba a encontrarse con el profesor...

¿El profesor... que tenía ella en común con él? ¿Para qué había venido aquí?.. ¿Por qué hasta el momento ella no le había denegado — y sigue alargando la respuesta?.. Como se entendía, la semana pasada, ella pensaba más en Jasen, que en Aydungaliev.

¿y Jasen? ¿Cómo la consideraba? Esto había que comprobarlo. Ahora — que hacer, había que encontrar a Alsheke, ya sea por cortesía elemental. Pero el problema No, nuestros hijos no tendrán esa nostalgia. A ellos se le proyectarán otros paisajes poéticos. Aquellos que nosotros mismos hagamos con nuestras manos...

Usted piensa como un agrónomo, Jasen. Usted sólo piensa en su trigo, mas no quiere saber... en eso está su debilidad.

Yo diría — fuerza. No hay que añorar lo perdido en el pasado, hay que ser realista y enfrentar valientemente al porvenir. ¿Usted considera esto una debilidad?..

Posiblemente tenga razón... otra vez con la razón… usted sabe antes me parecía que la lucha entre lo nuevo y lo viejo — era una lucha que llevaban los viejos contra nosotros, los jóvenes. Pero la verdad es totalmente diferente. La lucha está en el adentro de cada persona, sea joven o viejo. Lo que ha sido educado con la leche de su madre — es difícil de combatir...

— Comprendo, Meruert, lo que usted quiere decir. Los kazajos por siglos de los siglos se habían dedicado a la crianza de ganado y hay muchos entre ellos que llevan la llanura en su pecho. Pero reconocen con inteligencia: que no se puede constantemente estar estancado en el mismo lugar, el tiempo se mueve y nosotros nos debemos mover con él. En cuanto al pan… cuando se pueda, yo le puedo contar una leyenda que escuche de mi abuelo. Ella se llama: «leyenda sobre el grano de trigo»...— Jasen se calló. — yo tengo un abuelo muy bueno, Meruert. Yo he aprendido mucho de él...

Meruert miró con atención a Jasen. La frente alta, puños fuertes, tranquilo, y ojos muy abiertos... aquel agrónomo que ella consideraba un simple joven airoso, ahora a ella le empezaba a gustar. Y con mucha más razón ella no quería que él viera como ella iba a encontrarse con el profesor...

¿El profesor... que tenía ella en común con él? ¿Para qué había venido aquí?.. ¿Por qué hasta el momento ella no le había denegado — y sigue alargando la respuesta?.. Como se entendía, la semana pasada, ella pensaba más en Jasen, que en Aydungaliev.

¿Y Jasen? ¿Qué pensaba él de ella? Esto había que comprobarlo. Ahora — que hacer, había que encontrar a Alsheke, ya sea por cortesía elemental. Pero el problema era Jasen...

A lo lejos se escuchó la sirena del tren que se acercaba,

Jasen, yo le quiero preguntar...— ella se acurrucó, — podría usted...

—-Mande, Meruert. — Jasen se estiró, y golpeó fuertemente con sus tacones. — ¿detener el sol? ¿Traerle al genio en una botella mágica?

Meruert se sonrió:

Usted casi adivinó, Jasen. Yo necesito unas cuantas botellas, pero sin genios, de champañas del bagon-restaurante... mi padre quiere invitar a algunos de sus parientes. Y eso no es todo. No sería mala idea coger también una caja de confites de Moscú, estos son para mí personalmente.

Le escucho y obedezco... solo que hay un inconveniente ¿qué hago con mi invitado?..

—- No se preocupe con él nada pasará que espere un poco...

Tienes razón...

A la media estancia llegó el tren y se detuvo. Jasen corrió hacia el vagón restaurante, Meruert se apresuró al vagón que estaba indicado en el telegrama.

Cuando ella miró a Aydungaliev, él ya estaba parado en la franja de tierra aplastada, que sustituía al andén, — alto, parecía un deportista, llevaba un traje cocido a la perfección. A dos pasos de él se encontraba una maleta de cuero, toda llena de fajillas y zíperes, con muchas calco manillas de diferentes ciudades y países. En ese momento pareció que el profesor olvidó su maleta y todo lo demás — él estaba disfrutando del viento que venía de la llanura y miraba un solitario arbusto de lilas que había sido sembrado quién sabe por quién...

De repente a ella le pareció cariñoso y sensible, ese profesor en edad, admirando un arbusto de lilas. Meruert se acercó a él y le dio la mano:

Hola Alsheke. bienvenido...

Aydungaliev se volvió y notó a Meruert y se iluminó todo.

¿Meruert?.. ¡Qué gusto que usted ha decido encontrarme!...

Meruert se avergonzó, no supo que decir.

Y no me lo esperaba, pensé...

El profesor no pudo terminar de hablar

¿Cómo ha sido el viaje? — lo interrumpió Meruert. — ¿Todo bien?

¿Qué ha pasado conmigo? ¿usted me ha esperado? ¿se ha preocupado?..

Desde luego, — Meruert indeterminada hizo un gesto, — quién sabe qué puede pasar en el camino... — ella con viveza le canto una copla de una canción infantil:

¡La locomotora no se sostuvo,

Y se deslizó hacia un acantilado,

El gato se rió,

Y su cola se lamió!..

Ambos se rieron.

- ¿Cómo usted se ha adaptado al koljoz? — preguntó Alshimbek, mirando al alrededor. — ¿qué tipo de gente son? ¿Los impulsadores de la tierra virgen? ¿O los habitantes temporales son amantes al rublo invasor?..

Meruert no tuvo tiempo de contestar. Jasen se les había acercado, apretando hacia su pecho las compras que había realizado.

¡Buenos días!, Alshimbek Aydungaliev...

El profesor hizo una leve sonrisa:

¿a quién miran mis ojos? ¿Jasen?.. ¿y tú estás aquí?..

Meruert miró sin comprensión al joven agrónomo.

¡Jasen me ha dicho que ustedes no se conocen!..

El profesor un poco ofendido lo abrazó:

— En lo que respecta a mi persona, yo no considero Jasen una persona ajena...

El echo una mirada a la forma atlética de Jasen, su cara, no es que fuera simpática, si no con su tono rígido y seco que le daba una línea masculina. De la misma manera que Meruert de vez en cuando le miraba... «A ver, A ver...» — repitió varias veces Alshimbek. El todavía no comprendía que significaba todo aquello, pero en su corazón sonaba una alarma.

De todos ellos sólo Jasen estab como que si nada.

El camarada Ugriumov está muy ocupado hoy, — explicó él, — y me pidió que yo lo encontrara. Yo no sabía que también lo venía a encontrar y nuestra zootécnica.

Meruert captó las últimas palabras de Jasen como una ofensa, pero no dijo nada.

¿Y tu padre? — le preguntó inesperadamente el profesor a Jasen, — ¿Él también está aquí, en Altin aray?..

No, — dijo Jasen. — él está en la mina de fosfato en Karatau. No crea que él se una a mí sino hasta la jubilación cuando no tenga nada que hacer— ¿Qué va a hacer allá solo?

Alshimbek de repente se puso todo tensionado y desanimado.

Sí, es lógico, yo lo comprendo. — Una vez nos encontramos en aquellos contornos...

El profesor no mentía: él se había encontrado con Atimtay en las minas de Karatau. Ese encuentro se le había quedado en la mente, todos los por menores y los malos resultados...

4

Karatau — Así le llaman a todas las regiones periféricas de Tian-Shanya. Aquí se encuentran los yacimientos exclusivos de fosfato, que fueron descubierto hace cien años por un naturalista, miembro de la sociedad rusa de geografía, N. A. Sebertzobiy, quien había llegado con la primera brigada del ejército al mando del general Chernyaev. Desde esas fechas en las afueras de Karatau se hacen trabajos de investigación de geología; hasta los años de la revolución, los trabajos se realizaban en etapas pero después de los treinta se ampliaron y se ejecutaron por planes. El potencial de los recursos de fosfato encontrado en las minas hizo de Karatau la segunda base de reservas minerales en el país después de los apatitos de Jibinskiy. En el tiempo de la segunda guerra mundial, en Karatau se comenzó a construir una enorme fábrica. Cuya base era la mina de Chulak- tau.

Y precisamente a este lugar, a estas tierras, vino el jefe de la brigada de tiro, el teniente primero Atimtay, dejando a su único hijo al cuidado de suegro...

Regresando a su profesión anterior a la guerra, él se unió a brigada de estudios geológicos como master en perforación. La búsqueda de los yacimientos de fosfato se efectuaban en la localidad Dzhamantas, treinta kilómetros de la recién fundada ciudad de mineros — Karatau.

Dos heridas atormentaban a Atimtay. Una de ellas sanó rápidamente a como le habían pronosticado los doctores en el hospital. Atimtay dejó las muletas y andaba con seguridad parlas calles pedrizas de Karatau, aunque le había quedado un leve cogedad para toda la vida. La segunda herida quedó activa y no sanó en su totalidad, y cada día le provocaba dolores insoportables.

«Tú estás joven, — le decían los amigos, — Tú eres un hombre... ¡Como el jinete, diablos, dueño de su destino! ¿Acaso hay pocas mujeres en el mundo?.. Tú encontraras a la mujer de tus sueños. Elige. Entre las que han puesto las miradas en ti, encontrarás una mejor que Babigaysha!.. ¡A ella mejor olvídala! Es una mujer infiel, una madre que deja a su hijo, — 1no vale la pena en pensar en ella!..»

Atimtay trataba de olvidarla y no pensar en ella. A veces lo lograba — cuando conversaba con sus amigos al calor de los tragos. Ya era tiempo que se fuera consiguiendo una mujer, porque en la realidad él estaba joven aún, y había muchas que estaban dispuestas a unir su vida con la suya. Pero todo siempre terminaba en penas y soledad. Cuando él no aguantaba más, él se iba a dónde Jasen por unos cuantos días. Su trabajo lo ayudaba — él no podía hacer ninguna cosa a medias, tenía que entregarse por entero. La expedición de Dzhamantas fue creciendo poco a poco en la mina, a Atimtay lo designaron como jefe de grupo. El plan de ejecución, las reuniones técnicas, la lucha por el aumento de la extracción... la jefatura central lo respetaba y lo valoraba, los camaradas por trayectoria le llamaban cariñosamente — «el perforador renco»...

Justamente en este año, cuando se daba la explotación el yacimiento de Dzhamantas, llegó Alshimbek Aydungaliev. De nuevo, él «estaba en la cima». A él se le había designado preparar un informe por escrito sobre la amplia utilización de los recursos minerales de Kazastan en la economía, para el Consejo de Ministros de la república. Aydungaliev se conoció con las probabilidades reales y determinó las perspectivas e hizo sus conclusiones... las conclusiones superaron las expectativas. Se recibe que dentro de diez años — quince años, un karat fino de fosfato abastecerá en un cuarenta por ciento de las necesidades de minerales fertilizantes de todo el país, — claro está, manteniendo el ritmo correspondiente de ejecución. Si hacemos un cálculo que la área de siembra en Kazastan aproximadamente es igual a treinta millones de hectáreas, entonces para ella es más que suficiente la mitad de los fertilizantes que se elaboran en la fábrica de…

Cuando Alshimbek recogió todos los datos, él sintió que estaba tomando parte en un acontecimiento único en el país, acogedor y perspectivo. Él ya se imaginaba como iba a leer su discurso — posiblemente ante un ralo auditorio, simple pero importante... y si él no lo podría leer, su voluminoso «discurso escrito», en forrado en cuero artificial llegará a las manos de las personas más influyentes del país... en resumen, él se esforzó con todo su corazón, guiándose en las futuras perspectivas — no sólo del Combinado de Karatau…

Antes de regresar a Alma-Ata, Alshimbek recorrió por última vez las minas más distantes, y regresaba de una que recién acaban de poner en ejecución. Al lado de Aydungaliev iba sentado el ingeniero principal de la Fábrica. El coche iba conducido por el jefe del objeto, Atimtay. Él miraba de vez en cuando en el retrovisor y en él observaba la cara sonrojada y saludable de Alshimbek. Cada vez más los dedos de las manos de Atimtay presionaban el manubrio, y el odio se hacía más fuerte presionando la garganta, como una arcilla de madera incrustada en la carne. Él sabía quién iba sentado en el asiento trasero.

Alshimbeka diferencia de Atimtay no se imaginaba con quién lo había unió el destino. Él nunca había visto al marido de Babigaysha y el nombre de Atimtay era tan común entre kazajos...

El coche iba por una carretera uniforme llena de baches. Atimtay le sacaba al motor todo lo que podía. Los golpes fuertes, la vibración insoportable — parecía que todo esto le provocaba sólo satisfacción. A los lados se podían ver matas pequeñas y ralas de salsola y zarsillas, pasaban las llanuras planas grises y en el sur se veían las matas de lirios en la loma del Pequeño Karatau.

Ya iba a atardecer. Hasta la fábrica quedaban unos cincuenta kilómetros de camino, sin ninguna aldea por el camino.

Por todo lo visto las personas que estaban sentada en la parte trasera ya se habían acostumbrados a los ajetreos y golpes que hablaban sin cesar. El sustituto del ingeniero principal era una gordito amable con unos grandes ojos bondadosos­, que había empezado a entablar amistad con el huésped almatino en tan poco tiempo, él halaga sinceramente a Alshinbek, al grado que este le permitía...

Atimtay escuchaba.

...Entonces yo decidí que era mejor que se negará de su hijo, — dijo Aydungaliev. Sus palabras sonaron secas y claras, Atimtay tuvo que aguantar para poderlas masticar— una nueva familia...

¿Pero qué pasó con el niño?.. el gordito se conmovió. — nadie podrá sustituir la madre al niño...

Los niños que viven con sus madrastas o padrastros, ¿acaso no son felices?.. no, había que cortan el mal de la raiz...

Atimtay lanzó el vehículo hacia un bache y por poco se dio un golpe en la cabeza contra el vidrio delantero.

¿No puede ir más despacio?.. — se venció el gordo. Y Aydungaliev: — ¿Y ella?.. ¿se puso de acuerdo?

No inmediatamente...

pero...

Usted no conoce muy bien a las mujeres, mi estimado... para ellas...

Atimtay no pudo escuchar más.

Su corazón empezó a latir como que si fuera un martillo perforador.

¿Y el niño?.. ¿el padre?..— ¿usted hasta el momento no se han encontrado?

No, — se calló, respondiendo Aydungaliev. — Al niño una vez lo vi… pero al marido — no. Él no se da a ver...

“¡Ah! ¿Con qué quieres conocerme?.. ¡Ahora, tú me conocerás!» Atimtay frenó bruscamente”

Le pido que salga del coche, — le dijo él sin mirarle.

Aydungaliev estaba sentado al borde de la silla cerca de la puerta.

¿Para qué?..

rápido... es necesario.

Por favor...

Aydungaliev abrió la puesta son entender nada y salió del coche obedientemente. Apenas había puesto un pie en la tierra, cuando Atimtay apretó el acelerador, el coche salió para adelante. Aydungaliev se cayó. Todo había pasado al mismo tiempo. Lo que gritó Alshinbek en el camino Atimtay ya no lo pudo escuchar…

¡Detente!.. ¿Qué estás haciendo?..— chilló, reaccionando, el sustituto del ingeniero principal.

Atimtay sólo se fijó en el timón. El coche avanzaba, pasando por los baches, el pobre gordo se balanceaba de un lugar a otro.

¿Te has vuelto loco?.. — Él cogió a Atimtay de los hombros. — ¡Te digo que detengas el coche!..

¡Cálmese! — dijo apretando sus dientes.

¡Detente por Dios!.. pronto será de noche... ¿Qué es lo que te ha hecho? ¡No hay dejar al hombre en la llanura!..

Él se lo ha ganado, — dijo secamente Atimtay.

¡Pues se morirá!

¡Qué se muera!

¡No se debe hacer eso, es un asesinato!

Si quiere se puede quedar junto a él.

¿Qué?.. — se ataranto el gordito. — Dios es testigo que hice lo que estaba en mis fuerza… — él se recostó y se acurrucó en un rincón...

El coche iba como una flecha en contra una neblina que avenía del oeste.

Alshimbek sobrevivió esa noche como la última noche de su vida.

Él nació en una aldea de campo, su padre fue maestro, después — director de escuela de un aul. Alshimbek era uno de los mejores alumnos, — pero a decir verdad el cogió más el esmero y el esfuerzo que la capacidad y la razón. En particular a él le gustaban más las materias que entrenaban la memoria. Él fácilmente recordaba versos, los nombres de las montañas y ríos, los cuerpos celestes, fechas históricas, claro que la primera materia para él era biología. Su padre decidió que su hijo obtendría el éxito si escogier la carrera de agronomía. Alshimbek estaba de acuerdo con él. Sin embargo él había nacido en una familia de maestros, no de labradores ni de granjeros, los libros le habían cambiado lo que otros infantes asimilaban de sus experiencias propias...

Pero como no fuera, él ingreso al instituto de agricultura. Acostumbrado a ser el primero en la escuela, Alshimbek también en el instituto fue el primero. A él lo cubría su amor personal, el deseo de no confundirse, no gozar de popularidad entre la masa de estudiantes conocidos sin embargo, ¿Eran camaradas?.. Alshimbek se mantenía separado, él tenía colegas de curso, pero no camaradas...

Después del instituto le esperaba el doctorado. La terminó en mil novecientos treinta y siete.

En este tiempo Alshimbek precisamente fue designado a su lugar de origen. Él era un activista enérgico, con centrado y rápidamente era detectado por los dirigentes. En la región donde el trabajaba en los órganos de agricultura, exitosamente efectuaron la siembra y recolectaron una buena cosecha.

Desde ese otoño comenzó el ascenso de su carrera.

Cuando muchos caían, él se las imaginabas para mantenerse en pie —además — el daba un paso adelante. La suerte también no lo traicionaba en cuanto a las situaciones de amores en cualquier situación. Él explicaba que esta suerte incontenible, era producto de su trabajo honesto y el esfuerzo inhumano que él hacía en todas los lugares que había — por el compromiso moral y común,.

Al comienzo de la guerra. En ese tiempo el dirigía el órgano de dirección de la economía agrícola de la provincia y gozaba de transporte, despacho personal, secretaria y alimentación. Él no se murió de frío en una trinchera, no atravesó por los campos humeantes del oeste en la guerra, con costo salía al campo de siembra, y si iba pues iba bien comido y blindado con alimentos para tres días y acompañado por un delegación en la cual, algunas veces, veíamos al jefe de la procuratura o el gobernador de la región. Sin embargo en estos casos Alshimbek no le daba pesar su fuerza. «¡Todo para el frente! — repetía él. — ¡Todo por la victoria!..» y remarcaba al decir «la retaguardia — también es un frente» así que «la victoria se forja no sólo en el frente, sino también en la retaguardia»

Precisamente en ese tiempo Alshimbek Aydungaliev se conoció con Bibigaysha. Él le gustaba a las mujeres y que lo amaran a él. El conquistar a las mujeres para él nunca fue una dificultad, pero cuando el miró a Bibigaysha, él se enamoró al momento. Ella le correspondió. Él dejó a su mujer con dos hijo y esto jugó el rol fundamental para que Babigayshe dejará a su hijo cuando él se lo pidió. Ella accedió...

Pero esta felicidad le costó mucho a Alshimbek. Su ex mujer se fue a quejar al partido para que lo castigaran. La reputación pulcra de Alshimbek se enturbió. Aquellos tiempos eran severos, Aydungaliev lo separaron del cargo de dirección — por perversión moral. Parecía que esto lo iba a detener. Pero no por mucho tiempo. La intuición, la experiencia y el gran número de conocidos le ayudaron a buscar nuevos caminos por la vida y seguro moverse por él. Ese camino se llama — la ciencia.

Sus capacidades naturales, emprendedor, la insistencia, la larga trayectoria de trabajo en la esfera de la economía agrícola, en fin — el doctorado terminado hace algún tiempo, — ¡todo fue implementado por Alshimbek! además, él poseía una cualidad valiosísima: podía diferenciar, sin errarse, lo importante de lo secundario. La experiencia obtenida en la provincia le dio la oportunidad de elegir el problema más sentido en la economía agrícola y se aferraba a su resolución. En efecto — aferrarse a él y no soltarlo hasta que no lo resolviera, esto le permitiría a Alsinbek levantar su imagen en uno o dos peldaños... como por ejemplo, la realidad mencionada en el informe sobre la utilización de los minerales fertilizantes que le sirvió como tema para un sinnúmeros de discursos, informes, artículos que a su vez le llevaron a la notoriedad como un científico autoritario, que iba de la mano con el progreso técnico y las necesidades del país... el candidato a la ciencia, Aydungaliev, pasados unos años ya era Doctor, jefe de catedra, el profesor.

¿Pero se podía decir que Alshimbek estaba contento con sus nominaciones?.. ¿Sus puestos?.. No, la ciencia — es también y la gloria, puede ser — ¡Inmortal en la memoria de los descendentes!.. Sin embargo los informes, los discursos y los artículos, en los que se describe una verdad conocida no eran suficientes, había que descubrir algo especial, algo grandioso... por esa razón Alshimbek se concentró en su nuevo tipo de trigo para las tierras vírgenes de Kazajstán.

Un trigo que fuera capaz de soportar la sequía, los tiempos... su composición se basaba en el trigo salvaje que sembraban los ancestros kazajos en las tierras vírgenes y contaba con un prestigio único. Este trigo es conocido como el trigo blanco de trokaunskiy, actualmente está casi extinguido. El poseía un sistema potente en su tallo que soportaba los tiempos de sequedad, mientras la mayor parte de los otros tipos de trigo se marchitaban. Alshimbek se dedicó a perfeccionarlo y adaptarlo al tiempo de las zonas nortes, a tierras más débiles que se prestaban a los efectos del viento. Él pensaba que podía obtener una gran cantidad de granos no importando la falta de humedad suficiente para su crecimiento y todo esto con ayuda de la implementación de gran cantidad de minerales y de diferentes métodos agro técnicos.

Alshimbek creía en su éxito. Vale afirmar que el trigo blanco de trokaunskiy era ya conocido antes de que él comenzará a experimentar con este trigo. ¿Pero en que repercutiría esta situación? Era el hecho de introducir una mejora en este tipo de trigo, más o menos consistente, y que nadie se dispusiera a roer en el pasado e inculpar al profesor de plagiado. ¡Lo importante era recibir un nuevo tipo de trigo!..

... En aquel tiempo cuando el profesor se empezó a relacionar con Atin-tay, para el caso del trigo faltaba mucho tiempo, Alshimbek estaba dedicado con los minerales fertilizantes, instaba en lo importante que eran para el subsuelo, escribía artículos tras artículos, — a propósito y sobre los fosfatos de Karatau...

Cuando el coche arrancó dejando un nube de polvo en medio del camino, Alshimbek, no supo ni en que pensar.

¿Quién era ese jefe de parcela? ¡Seguro que es un demente! ¿Cómo es posible darle esa responsabilidad?.. ¡No, no, Aydungaliev no debía permitir bromear de esa manera con él! ¡Él le demostrará a este granuja!.. No la arrechura no lo dominó por mucho tiempo. Él estaba solo en el desierto. Se acercaba la noche. La rabia era sustituida por el miedo...

Alshimbek trataba de recordar lo que sucedió en el coche. Él conversaba con el sustituto del ingeniero principal... ¡mira que mierda de persona resultó ese gordo! Incluso no pudo detener el coche, cogió y huyó junto con ese... ¿O los dos habían decidido jugar un poco?.. ¿Y pronto regresarán?.. No, no es posible.

Alshimbek iba por el camino, en la dirección que había desaparecido el coche, pero había andado un poco cuando él se detuvo. Él recordó sobre que estaban conversando con el gordito... Alguien le había contado a Alshimbek que el marido de Bibigaysha trabajaba en las minas, a él se le había pasado por alto esto. ¿Con qué razón él debía de acordarse por el destino de Atimtay?.. ¡Y allí lo tienes de frente de ti en pleno desierto, — como un castigo divino enviado por la misma pena!..

Oscureció rápidamente, venía una corriente de frio de las llanuras. Las estrellas que cubrían el cielo aumentan la sensación de soledad y desamparo. ¿En qué terminará esta aventura idiota?

Hace algún tiempo Alshimbek había leído que en los tiempos paleozoicos, en estas tierras habitaron dinosaurios gigantes, ixtosaurios y que en las montañas de Karatau existieron serpientes de dimensiones alarmantes. Y que en tiempos relativamente cercanos, cuando los kazajos deambulaban por las colinas de Karatau, a veces se encontraban con un enjambre de serpientes que se desplazaban de la quebrada a la cascada, que se encargaba d distribuirlas por los numerosos lagos de la pradera — Biylikol, Akkol, Kzilkol. Ellas se aglomeraban y hacían un puño vivo, el cual se desplazaba dejando atrás un torbellino de polvo, — culebras venenosas, que se enredaban entre si formando un cuerpo hirviente solido...

La noche era como siempre oscura. Alshimbek estaba rodeado de una oscuridad absoluta. Él avanzaba casi tanteando el camino delante de él. Miles de estrella le miraban sin resplandecer, sin escrúpulos, heladas, como los ojos de serpientes. A Alshimbek le parecía que miles de cabezas de serpientes estaban escondidas en la oscuridad y se movían hacia él, balanceándose en sus cuellos. En cada paso que daba tenía la sensación que iba a pisar en cualquier instante a un cascabel. Él sabía que todo esto — es producto de su imaginación, pero de todas formas se contenía para no gritar del miedo...

Después él en la realidad escuchó un aullido, se parecía al lamento de un perro de aldea. El cesó, se perdió, sonaba más cerca... los sonidos pesados y desesperados de chacales se oían por la derecha y pro la izquierda — un horror — aunque Alshimbek estaba contento al oír este sonido animal, por lo menos lo hacía sentirse acompañado. Pero el chacal chilló y desapareció era demasiado cobarde para continuar con la persecución...

Él iba y pensaba en Bibigaysha. « ¡Tú eres la única felicidad de mi vida — mi hijito! ¡Nunca tendrás esa felicidad — no te daré ningún hijo!» así ella gritaba, cuando supo que estaba embarazada. A él le parecía que Bibigaysha decía eso solo para fastidiarlo, presionarlo, él le respondió con decisión: «si no quieres — no lo tengas, sólo deja de amenazarme... la felicidad que tú me quieres despojar yo ya la tengo — son dos...» Bibigaysha se enojó por completo: « ¿Tú consideras tus hijos a esos dos que llevan el apellido de su madre?..»

Alshimbek guardo silencio, se contuvo. Salió de casa, deambulaba por Alma-Ata, se desplazó lentamente por las calles más desoladas. La pena lo presionada, era la primera vez que Alshimbek sentía dolor, de que había perdido totalmente contacto con sus hijos, ellos no lo recordaban, lo olvidaron, incluso su apellido — era otro...

Pero era más penoso reconocer que su Bibigaysha — por la que él había dado todo— así pensaba siempre él, — no quería tener hijo de él... claro, él estaba seguro que eso era un escándalo más...

Él fue feliz dos año, cuando el amor ardiente e inmoderado de Bibigaysha suavizó la mala suerte que se le había venido encima a Alshinbek. Después Bibigaysha empezó a recordar a Jasen con más frecuencia. Siempre cuando se sentaban a beber una taza de té, en el desayuno, ella contaba sobre sus sueños nocturnos y sin falta recordaba a su hijo Jasen. «Seguro, al pobre le hago falta… por eso sueño con él, como si viene corriendo con las manos extendidas gritando: «¡Mama!.. ¡Mamita!..» ó: «Seguro, Jasencito se enfermó, lo vi — delgado, en la cama pálido, en las piernas de su abuelo quejándose, quejándose...» ó: «seguro, esta ofendido conmigo, no me puede perdonar. Yo lo llamo, lo llamo pero él se da la vuelta...» o suspira: «cómo él me va a perdonar si yo lo deje abandonado...» tales conversaciones siempre entrecortaban con lágrimas, lo que sacaba de si a Alshimbek: él no podía soportar el llanto de las mujeres ¿Eran sueños inventados o realmente le llegaban a ella casi cada día? Por cualquier caso, ella, por lo visto, estaba esperanzada en que Alshimbek se apiadara y le propusiera coger a Jasen... pero Alshimbek no aflojaba. En respuestas a las lágrimas y a las indirectas, él se hacía el que no comprendía nada.

Pero Bibigaysha cada vez más pensaba en Jasen con cada año que... ¿Qué es lo que se inyectó cuando estaba embarazada? Seguirá siendo un secreto para Alshimbek, eso lo sabían solo los doctores que hicieron la autopsia de su cuerpo. Ella murió en el hospital, en el noveno mes de embarazo...

Pero pasó que después, el sólo recordaba lo que ella le dijo antes de que partiera a. ella no quería tenerle un hijo... no quería, porque él la separó de su hijo Jasen...

Sin embargo ¿Por qué él no quería que Bibigaysha cogiera consigo a Jasen? Pues no era ningún secreto que ella era casada y tenía un hijo. ¿Quizás Alshimbek no quería que delante de Jasen no se recordará sobre esto?.. ¿Acaso no estaba siendo demasiado drástico?.. Primera vez en todos estos años en que él comenzaba a tener remordimientos Él no recuerda que si el anduvo mucho o no esta noche — ¿Mucho y adónde?.. ¿En qué dirección? Sobre el paso de Karatau se apreciaba la luna, se desplazaba sobre las montañas, como un globo purpura inmenso, inflamado de sangre...

Al amanecer, el sonido de un motor lo despertó. Él sustituto del ingeniero principal había venido por él — ahora en otro Billicey con otro conductor. Él hubiera podido venir antes, pero Atimtay, de regreso a la mina, a propósito condujo lentamente el coche y ante todo pregunta contestaba: «yo sé que usted está preocupado por él... qué pase una noche en la llanura, allí nadie le molestará para que la piense bien...»

Alshimbek había meditado ciertamente en soledad. Pero esto no le impidió hacer un gran escándalo al llegar a Karatau, que la dirección y la organización partidaria se vieron obligados a analizar la vida personal del comunista. ¿Pero qué con sus datos personales? ¡Lo peor es que la procuraduría lo acusaba de intento de asesinato!..

En ese tiempo en Karatau se encontraba Alshimbek Ajmetzhanov. En años anteriores él había ayudado mucho al desarrollo de la ejecución del yacimiento de Karatau, como consecuencia regresaba frecuentemente, dando seguimiento a la construcción de la fábrica. Todos le conocían perfectamente y él conocía muchos, incluso hasta sus nombres.

Cuando escuchó sobre la escandalosa historia Ajmetzhanov mando a llamar a Atimtay, ellos se habían conocido cuando Atimtay trabajaba de master de perforación. ¿Qué vamos a hacer?.. Tuvo que contar todo, lo que pasó esa noche.

Ajmetzhanov calló y pensó — Pero no dijo nada y soltó a Atimtay: después llamó a Aydungaliev. Y conversó cortamente con él:

—inmediatamente, le aconsejo que deje de levantar polvaredas. Usted se debe alegrar, que salió sin ningún rasguño, sólo un pequeño susto, usted se merecía un peor castizo.

Alshimbek comprendió que Ajmetzhanov sabía más de lo suficiente...

Ese mismo día regresó a Alma-Ata.

El profesor Aydungaliev recordó para toda su vida el único encuentro que tuvo con Atimtay y con mucha más razón que desde ese entonces Alshimlbek Ajmetzhanov lo empezó a tratar con frialdad, esto para Alshimbek significaba más que la interrogante, si será castigado Atimtay...

Ahora en la plataforma, cuando le preguntó a Jasen por su padre, involuntariamente se le vino a la memoria aquella reciente historia. Pero de inmediato trató de olvidarse de pensamientos desagradables. ¿A quién le resulta agradable regresar al pasado el cual nos obliga a recordar sólo la penas vividas?..

Él observaba a Jasen, y de reojo miraba a Meruert. Hacen buena pareja, jodido, — reconoció él para sí mismo. En el corazón de Alshimbek se alarmó. No era en balde que él siempre sentía una sensación de antipatía hacia este chico. Antipatía es simplemente una antipatía... que ellos eran enemigos — Solo ahora lo pudo comprender el profesor Aydungaliev…

CAPITULO V

1

El primero de mayo y él fin de la siembra concordaron en una sola fecha de celebración en Altin aray, todo era bulla y alegría.

A mediodía, desde el más pequeño hasta el más grande se reunieron en la plazoleta central de la aldea, Ugriumov abrió la concentración, terminó entregando diplomas y medallas, llegando la tarde se inició la fiesta popular en el parque. Los lirios habían florecidos hermosa y anticipadamente, las frondosas ramas de los olmos colgaban sobre las trochas zigzagueantes y los amplios senderos. Entre la vegetación fresca y jugosa se divisaban guirlandas de bujías rojas, pancartas con consignas. En las parcelas habían florecido altamente lirios de suaves pétalos celestes.

Los jóvenes se despojaron de sus monos hediondos de kerosén, se vistieron de fiesta y andaban por todo el frutero. Por todas partes se escuchaban conversaciones, risas y rasgueos de guitarra. En la estrada, la cual aún no se había secado después de su construcción, se había instalado una orquesta de instrumento de vientos — esta orquesta ejecutó el programa que habían preparado en el invierno. La dirigía Yujan, el tractorista de la brigada de Guvanov, alto y flaco, un estoniano de pelo rubio que portaba una camisa blanca mojada por el sudor, con una mariposa negra en el cuello. Ramazan tocaba con sus bolillos el tambor y los platillos metálicos, con ahínco y todo el pesar de sus fuerzas, redoblaba, lanzaba y atrapaba los palillos en el aire, como un master de percusión. Alrededor de las parejas de bailarines, Glasha y Aysha intercambiaban palabras y risas sobre algo con las chicas ordeñadoras.

Las personas más distinguidas y adultas se ubicaron al lado de la Casa cultural, ante mesas, las cuales habían sido traídas del bufete y puestas al aire libre. Estaban sentados con todas sus familias: los niños chupaban confites, mascaban galletas y de vaso en vaso bebían kriuche y limonada sin poder saciar su sed; los adultos tragaban cerveza “Zhiguliovskiy”, la cual abundaba en el bufete recién abastecido por la región, hablaban sin parar. La mesa de Guvanov era en particular la más poblada. Justo ante de la fiesta un viejo amigo de la ciudad de Saratov le envió a Porfirio Mijaylovich un paquete con una pescado suculento y muy raro en la tierra virgen — ahora Guvanov lo compartía, delante de él, había un plato con unas rebanadas rosadas de pescado, finas, secas y separadas de su piel, y cuando estaba por vaciarse, Guvanov hacia una señal picara y como de un milagro, de algún lugar aparecía otro.

En una de las mesas, Zikriy conversaba seriamente con una persona importante, de barba blanca, parecido al akin Kenen. Él no dejaba escapar ni una palabra, más bien escuchaba y afirmaba con la cabeza — sin inmutarse, igual de hospitalario como él resto. Muy cerca de él, estaba Kachan ya casi ebrio, delante de una botella media vacía — colorado, sudado, como si hubiera salido de algún sauna, apaleado por un ramillete de haya. Con mucha preocupación la mujer de Ignat Frolovich lo miraba, mal humorada, pequeña, como si hubiera sido resecada. Alrededor todo era alegría y había mucho ruido, y sus ojos estaban llenos de silencio, de secreto, como si siempre estuvieran en lamento...

Escogiendo el paseo más tranquilo, paseaban el profesor Aydungaliev y Ugriumov tomado de la mano con su mujer, quien recordaba a una maestra de edad, ella llevaba un rígido traje azul oscuro con un peinado fino en su canosa cabeza.

— A propósito, he tenido la oportunidad de conocerme con lo que llamamos la erosión de viento, — dijo Ugriumov. — Hace muchos años, antes de la guerra viaje a Canadá con un grupo de especialistas... parecía que la tierra estaba loca, en algunas partes se encontraba arriba, otras abajo —no se entendía, una masa gris completa, detrás de la cual no se veía el sol. El viento silbaba, polvo y arena — todo se mezclaba, miles de hectáreas se levantaron y se las llevó el viento... no hay que permitir que esa desgracia vaya a pasar con nuestros campos. Esta primavera hemos comenzado a realizar un experimento en las parcelas de Akseguin... usted deberá ver esa parcela...

En la plazoleta de baile la fiesta estaba en su punto. De verdad que, Meruert — estaba esplendida, bella, ¡no se le podía dejar de mirar! — pero algo le entristecía a sus amigas... ¿Por qué ella no bailaba? ¿Por qué sus grandes ojos negros estaban aburridos?.. A propósito, no muy largo de ella se encontraba Jasen entre un grupo de jóvenes maquinista, contando algo y mirando de entre veces a Meruert. ¡Acaso no era hora de ir a donde ella, cogerla de la mano y llevarla adonde los bailadores y mezclarse entre ellos!..

Ugriumov miró a Zakriy al lado de la casa de cultura haciendo un gesto con la cabeza al invitado, mostrando donde se encontraba el pastor se dirigieron juntos hacia él. Al instante le dieron unas sillas, una joven camarera en un delantal blanco se le acercó diligentemente al organizador del partido, pero Ugriumov le dijo que de momento no necesitaban, ella les sonrió amablemente y se dirigió a la mesa vecina. Bárbara Mijaylovich, la mujer de Ugriumov, dejó a los hombres y fue a dar un paseo por el Jardín.

¿Qué dices viejo sabio vamos a criar ovejas? — respetuosamente se dirigió Aydungaliev a Zikriy.

Claro que sí, — respondió el viejo. Para él, seguro, era un halago que sentará a su lado un invitado tan importante. — Nuestro organizador del partido ha comprendido perfectamente que aquí hay suficiente espacio para las ovejas...— Él miró a Ugriunov con satisfacción.

Las ovejas las podemos pastar hasta finales del otoño, — confirmó Ugriumov.

¿Y quién las pastará? — consultó Aydungaliev. — Y aunque en su sovjoz veo principalmente jóvenes rusos. Para ellos mejor las maquinas que las ovejas. Yo del todo veo a los viejos quienes aman la tranquilidad...

Él tiempo lo dirá, — respondió Ugriumov. — será necesario un empleado...

Zikriy hizo un gesto de afirmación. Él no comprendió la palabra «empleado», sin embargo todo lo que decía ahora el organizador del partido era correcto para Zikriy correspondiendo con su opinión personal.

Si, el tiempo lo dirá, — repitió él detrás de Ugriumov y agrego compadeciéndose: — la gente dice, ¡que en Moscú tú eras una persona de peso!..

Una gran persona o pequeña — no es lo de menos, querido Zikriy, — se sonrió Ugriumov, — mi puesto allá era importante, hay que reconocerlo. Pero no era el puesto lo que me da pesar sino el mismo Moscú, a mí me gusta mucho Moscú... — Él suspiró. — pero que se le va a hacer, tenía que irme. Es una ironía de la vida — un destino indefinido... delante de mí estaban los doctores ordenándome que sacara a mi mujer del cementerio urbano, prestando las condiciones para que ella tuviera tranquilidad total...

Zikriy nunca había oído hablar de una enfermedad tan extraña, pero no quiso preguntar. Él sólo se sobó la barba pensativamente y bromeó:

¿Quiere decir que amas fuertemente a tu mujer?

La amo, — respondió seriamente Ugriumov. — aunque Moscú me hace falta, pero la verdad es que la llanura me gusta mucho también.

Los ojos del viejo brillaron:

¡Qué bueno!... si la persona ama el espacio libre, entonces, a su alma le dieron alas para volar libremente...

El profesor se rió, quería decir algo pero Kachan lo interrumpió: él, por lo visto, quería tomar parte en la conversación y no se aguantó.

Eres una persona extraña, — él señaló con el dedo a Zikriy, — yo le ofrezco salchichón, y él no lo coge... ¿tiene asco, o qué?..

Sus ojos desorientados y opacos se fijaron en Ugriumov.

Él no tiene asco, es una costumbre nada más, — dijo Ugriumov conteniéndose.

Kachan se enfruñó, como desconfiando en las palabras que había dicho el organizador del partido, se fijó en una pedazo de salchichón que estaba en el plato y lo pico con el tenedor.

Esperando el momento cuando reiniciaran la conversación, el invitado, Ugriumov y el viejo pastor, la mujer de Kachan lo jaló de la manga de la camisa:

Pica o come algo, Gnat, — murmuró ella, — sólo sabes beber y beber... es una vergüenza delante de la gente...

¡Cállete vieja!.. — Regañó entre dientes Kachan. — llegará el tiempo — ¡ellos van a conocerme!.. ¡todos lo sabrán!..

La última palabra él la pronunció silenciosamente, sólo su mujer la pudo escuchar. Miró a los lados disimulando, ella se asustó y se quedó callada...

Al cabo de un tiempo se acercaron a la mesa donde estaba sentado Zikrya con el organizador del partido y Aydungaliev, Bárbara Myjaylovich y Glasha. Ellas se acaban de conocer cuando se encontraron en el parque, ellas se unieron a la conversación. Bárbara Mijaylovich le contó a Glasha sobre Moscú y esta que nunca había estado allí, ña escuchaba, imaginándose que algún día visitará esa ciudad preciosa, escuchó como suenan las campanas de posta de la Plaza Roja, andar por la tumultuosa calle Gorkiy, mirar los museos, exposiciones, teatros — ¡todo lo que ella conocía solamente a través de libros y películas!.. Su cara estaba sonrojada, los ojos le brillaban. El profesor Aydungaliev le tenía de la mano de palma caliente y la soltó con un pesar consciente... pero se encontró un lugar donde ella se sentará cerca de él...

En la Estrada los musicantes habían dejado sus instrumentos sobre las sillas para descansar un poco, mientras tanto los jóvenes encargados del audio y filme encendieron una radiola, se escuchó una música rítmica, llana y de tempo rápido

Jasen se acercó a Meruert.

¿Con su permiso?..

¿Acaso usted baila twist?.. — ella hizo una expresión de sorpresa.

Si, además se leer y escribir, — aclaró Jasen.

¡Se recibe que usted ha logrado mucho! — se rio Meruert.

Ellos llegaron a la mitad del círculo. La plazoleta estuvo vacia poco tiempo — todos estaban encantados por el baile libre y bello de esta pareja.

Está un poco aburrido hoy, — dijó Jasen.

¿A usted le gustaría reirse?..

Por lo menos — sonreir.

¿A quién?..

Ay, Meruert, Meruert... ¿a quién más él podía sonreírle?.. sólo a ella... ¿Pero qué ella sabía de él? ¿De su amor?.. ¿A quién y cómo explicar por qué, de pronto, una persona se convierte en lo más preciado de tu vida? ¿Por qué él ahora — es el único?.. Tú amas — y ya está. Sin preguntar, nadie ha podido dar respuesta a esta pregunta. Respoder podría sólo el corazón — pero él es mudo. Las palabras salen del cerebro, pero él no dice nada... sin embargo, ellos son inseparables — la razón y el corazón, el sentimiento y la inteligencia. A final de cuentas — así era para Jasen... esa era la razón porqué a él le angustiaba tanto esa sensación de amor...

Él comprendía que el profesor Aydungaliev no andaba pro estos lados en balde... seguro tenía algunos planes en mente. Pero lo principal no estaba en él. Jasen sentía algo que preocupaba, que oprimía el corazón de la chica y si agregamos lo cruel y atractivo que puede ser este fuerte hombre...

Jasen pensaba frecuentemente en su madre, sobre sus cartas, escritas antes de su muerte. Cada palabra en ella, cada línea, él las recuerdas de memoria. Ahora cuando el bailaba con Meruert no se podía liberar de los pensamientos sobre Alshimbek, delante de sus ojos recorrían los recuerdos de las líneas escritas apresuradamente y de un solo impulso que se perdían en el doblez de la página. En muchos lugares se miraban las palabras turbias producto de dilución de la tinta violeta, — en los lugares donde habían caídos gota de lágrimas...

¡«Mi querido, mi felicidad»! — escribió ella. — pueda ser que comprendas que te está escribiendo tu madre, la cual te abandonó desde pequeño, dejes de leer esta carta, la arrugas y la tires a la cesta... yo no me ofendería, yo me lo merezco, tú estarías la razón. Tú me debes detestar y odiar. Pero sólo te pido una cosa— escúchame por favor.

Pueda ser que en vez de odiarme, tú sientas pena por mí. Créeme, puedes odiar solamente a los que no reconocen sus errores y que viven en armonía con su destino negro. La madre cualquiera que sea, tarde o temprano comprenderá lo que ella ha hecho y que su vida se convertirá en una desgracia total de desgracia...

No me maldigas, compadécete — aunque sea un poquito compadéceme, no te pido nada más. Compadécete — y lee esta carta hasta el final. Esta será la única alegría, la cual yo me llevaré a mi tumba. Yo ya estaré allá cuando tú puedas leer está carta. Ya no tengo más fuerza de vivir, yo me debo castigar por mi culpa, pagar por todo lo hecho — conmigo misma...

Sí, me era difícil escoger, que decisión tomar: abandonarte y quedarme con Alshimbek o dejar a Alshimbek quedarme contigo... esto me lo exigía Alshimbek... yo se lo accedí... yo pensé en mi felicidad y no en la tuya, en aquel tiempo me pareció que sería feliz sólo al lado de Alshimbek. Pero se recibió al revés. El amor de la madre es más fuerte que el de la esposa... muchas mujeres que por diferentes causas perdieron a sus maridos, incluso aquellas, que amaron con toda el alma, con todo su corazón, después encontraron la tranquilidad en nuevos amores, en nuevas familias... ¿Pero una madre?.. ¿Cómo cambiar el hijo que perdió?.. ¡Cómo me haces falta mi niño!.. Esta pena lo que hizo es que disipo mi amor a Alshimbek. Él se convirtió en culpable ante mis penurias, ante mis lágrimas. ¡El hombre por el cual yo deje a mi pequeño camellito de ojitos negros!.. Yo me detesto a mí misma y no puedo perdonar a Alshimbek, quien se aprovechó de mi ciego amor. Yo ahora lo odio — y he decidido que nunca tendré un hijo de él. ¿De qué manera puede vengarse una mujer tan débil como yo?.. Yo cada vez más sentía nostalgia por ti, te quería ver, abrazarte, besarte en la frente, tus sonrojados cachetes...No, yo no podía ni soñar en esto. ¡Pero por lo menos mirarte, aunque sea de lejos, ya sea por un instante!.. Yo me trataba de convencer en que algún día yo te vería. Cada minuto, a mí me perseguía esa idea y se transformaba en un deseo, en un intento para mí. Al final yo llegué en secreto a nuestro aul. En ese entonces tú tenías nueve años...

Esto sucedió en las fiestas de la revolución de octubre. Me disfrace de jinete, y te esperé en la calle. La gente pasaba de cerca, todos iban apresurados al mitin, a la plaza de la cooperativa. De pronto aparecieron ustedes — tú con tu abuelo, y tu padre. Tú llevabas un gorro de orejas de cola de zorra roja. Llevabas un chaleco negro, apretado con un cinturón militar, — seguro que te lo había regalado tu padre... tu abuelo te llevaba de la mano y tú le decías algo, le contabas algo. Yo te quería ver más de cerca, yo me desplacé... ¡casi grité y estuve por lanzarme hacia ti! Tú no habías cambiado para nada, mi niñito, como cinco años atrás, — el mismo moreno, con la misma frente un poco salida, alta y abierta... sólo tus ojos — enormes, indefensos, ojos infantiles — ahora se miraban tan serios, en ellos se notaba la tristeza, que ni en los adultos la he visto... mis piernas flaquearon, con costo me contuve para no caerme, me arrimé a una pared... en ese momento yo no sentí la mejora por la que había venido, por el contrario! Sólo ahora pude sentir lo culpable que yo era. Esa era la explicación por qué tus ojos tenían esa expresión tan triste. Claro es que antes tú eras feliz, un niño juguetón, travieso y ágil, como todo niño, — Antes, de que yo te abandonara... yo rompí a llorar. Ustedes pasaron cerca. Me pareció que tu abuelo me reconoció, pero no se detuvo. Solo volvía su mirada a donde yo estaba, después te cubrió para que yo no te viera. Eso era parte de su carácter, estricto, imposible que perdonará a alguien. Fuese yo tres veces su hija — él miraría en mi a una madre escrupulosa, que abandonó a su hijo... pedir disculpa ante él, era inútil, él me saco de su corazón. ¡Después de nuestra primera y única estrecha yo no me dirigí a él! Yo pienso que para él era mejor no encontrarse conmigo. Si yo hubiera hablado con él, delante de toda la gente, él se hubiera muerto de vergüenza... así son todos, los viejos, que cumplen estrictamente con todas las leyes de la llanura. Yo me fui, compadeciéndome de él y sin acariciarte a ti. Me fui sin decir nada, me reconcilié con mi amargo destino, gracias a ti y prohibí a mis sentimientos — yo sabía que mi padre podía educarte mejor que yo. Tú crecerías sin los cuidados maternales, pero serás valiente y honesto.

Él no pudo educar de esta manera a su querida hija, estaba claro... pues los padres kazajos se dirigen a sus hijas como a cualquier niño pequeño, pero cuando ellas crecen a ellos les da pena educarlas y no las castigan del todo, no pueden. Ellos consideran que la educación de las niñas es asunto de las madres. Yo crecí sin madre y quedaba la educación estricta de mi padre. Pueda ser que esa es la razón por lo que en mi carácter apareció ese pesimismo, indecisión y debilidad. Yo te cuento todo esto no con el objetivo de lavar mi culpa.

Yo regresé a casa, pero ahora por todas partes estaban tus ojos. A cualquier parte que mirara, allí, ellos estaban delante de mí — tristes, serios, no infantiles... ellos me miraban con reproche y me acusaban... ¡Yo nunca me pude esconder de ellos! A veces yo llegué a creer que me estaba volviendo loca. Fue entonces que le empecé a pedir a Alshimbek, que me diera permiso de acogerte en nuestra casa. Él no aceptó. No sé, por lo que él se guiaba. En todo caso esto disipó el resto de mi sentimiento — no de amor que ya no quedaba nada, sino de respeto que tenía hacia esta persona. Antes yo era una chica tonta, confiada, incapacitada para contra ponerme al primero que se apareciera... yo no pude sentir que era lo más importante en el alma Alshimbek — terrible, y controlador de todos los rincones de su egoísmo. Yo lo comprendí todo demasiado tarde, cuando ya no había nada que corregir, ni regresar, ni premeditar...

Tú leerás esta carta, cuando yo ya no esté en este mundo. Yo sé, que esto no te causará ningún trauma emocional, yo te escribo tranquilamente sobre mi muerte.

Tú amor hacia mí se apagó, seguramente, se esfumó, se disipó; de cualquier modo, ese amor ya no es el mismo amor, que tenía antes cuando eras niños. Eso se comprende. Para las madres los hijos no cambian nunca. Incluso hagan lo que hagan ellos serán los mismos que cuando eran niños. Pero en cambio las madres para los hijos cambian. Ellos sufren menos cuando se dan cuenta de sus muertes, se convierten en adultos. Así sucedería entre nosotros como si no hubiera pasado nada. Ahora, después de lo que pasado y de lo que te he contado, tendrás mucha más razón de no entristecerte.

No debes de pensar que el culpable de mi muerte es sólo Alshimbek. No, yo también me confundí y no pude controlarme y eche mi vida a un abismo...

Te quiero decir unas cuantas palabras sobre tú padre. Él es una persona buena, justa y honesta. Yo lo dejé no por qué me haya decepcionado de él, sino porque simplemente me enamoré de otra persona. Él corazón alcanzó la victoria sobre la razón. Eso pasa. Sí, me enamoré de Alshimbek... algún día comprenderás que es el amor y me entenderás... Entenderás — bien me perdonas (esto no te lo pido), o bien te compadeces...

Es bueno, que hayas sido educado por tu abuelo. Él pudo enseñarte no sólo la valentía y la honestidad — él, estoy segura, te pudo enseñar a comprender a las personas — sus alegrías y penas... ¿en cambio si te hubiera educado Alshimbek? Pueda ser que con el tiempo te hubiera hecho un científico como él mismo... ¿pero hombre?.. ¿Qué hubiera pasado si te hubiera crecido así igual como Alshimbek, quien nunca arriesgaría su vida por otro?.. Esta persona tiene un método mortal, él siempre alcanza lo que quiere, sin escrúpulos, sin pesar del resto...»

A Jasen se le vino a la memoria la última frase de la carta, Meruert de pronto notó como sus cara se ennegreció y se tensionó.

¿Qué le pasa? — le preguntó ella y empezó a bajar el ritmo del baile adrede.

De pronto Jasen repitió la frase en voz:

«Este hombre tiene un método mortal...» ¿Acaso es verdad que él logra lo que quiere?..

¿De qué hablas, Jasen?..

Meruert retorció sus cejas finas producto de la incomprensión, pero a través de su mirada transparente, que brilló de pronto debajo de sus pestañas gruesas, el sintió que ella había adivinado cual era el asunto, o mejor decir — sobre quien él hablaba...

No es nada... a veces se me salen tonterías... pasa a menudo conmigo...— Jasen trato de sonreír sin preocupación.

Ellos fueron los últimos en salir de la plazoleta de baile. Meruert tomo de la mano de forma natural a Jasen y le dijo.

Es hora... ¿Usted me acompaña?

— ¡Desde luego!

... si su casa estuviera más lejos... si andar y andar junto a ella de esta manera, sosteniendo sus manos y apenas rozar sus uñas suaves y heladas...

Delante de ellos apareció la casa y de pronto preguntó:

Jasen, ¿Tú te casarías con una chica, a la que a y que está dispuesta a casarse contigo, pero no por amor, sino por confortabilidad? Y supongamos que sabes sobre ello... ¿Cómo tú actuarías?

Yo no me casaría.

¿Por qué? ¿Pues si tú la amas?..

¿Y qué? Si ella no será feliz conmigo, yo le estoy obligando a callar a su amor.

2

Esta primavera estaba siendo alarmante para Jasen — su primera primavera en el sovoz Altin aray. Y no sólo porque allí se encontró con Meruert...

Violando todos los pronósticos, esta primavera empezó con anticipación, las aguas derretidas se introdujeron en la tierra sin que esta pudiera absorberlas. Desde el tiempo que se terminó la siembra y salieron los primeros retoños verdes de trigo, en Altin aray no había caído ni una gota de lluvia. El cielo golpeaba a los ojos y sólo se miraban unas cuantas nubes dispersas en lo alto. Seguro que ellas podrían inspirar a un poeta soñador o a un pintor, pero Jasen la miraba fruncido como Un recolector de trigo mira al cielo... su tierra necesitaba otro tipo de nube: nubes bajas, moradas, repletas de humedad, que pasen lentamente sobre el campo y resuenen: ¡anunciando los alegres truenos de la primavera!.. Pero no había ningunas.

La tierra se secó. Bastaba sólo con apretar un terrón de tierra con los dedos, para que disolviera todo en polvo. Jasen comprendía: que con los vientos cálidos del verano — todo se perderá. Los primeros en dañarse serán las parcelas predispuestas a la erosión. La única salvación para esa situación — era la lluvia...

Vale afirmar que la parcela de Akserguin había sido trabajada con una nueva tecnología y relativamente estaba fuera de peligro... Pero… en primer lugar, este era el primer experimento con arado de verterás en los campos de Altin aray y todavía estaba por verse los resultados. En segundo lugar, en caso de éxito, Akserguin es la única parcela en que se experimentó, pero la área sembrada de la cooperativa — son diez mil hectáreas. Y esto no sólo repercutía a Altin aray. El verano pasado en Ucrania y en los territorios de suelo negro de Rusia se enorgulleció abasteciendo de pan a toda Kazajstán y Siberia. ¿Y en este año?.. A Jasen le parecía que todo el pueblo soviético tenía puesto los ojos en Altin aray — en los campos, sembrados de trigo, en él, el joven agrónomo de las cooperativas de las tierras vírgenes...

La guerra contra la erosión la implementó Jasen: medidas agro técnicas, el arado por verterás, el ciclo correcto, introducción completa del sistema de surcos... como agrónomo que es, junto con Ugriumov insistió en implementar todo este complejo técnico, basado en los alcances de la ciencia contemporánea. Cuando tuvo una fuerte discusión con Tleukavakov, él claramente dio a conocer sus argumentos y con todo respeto le expreso al director de la cooperativa que estaba desfasado de la técnica, incapacitado de tomar una simple decisión, cumpliendo solamente las directivas verticales e insensatas de los «arriba»... ¡pero no sabe cómo lo puede llamar a él Tleukabakov!..

Al país le hace falta gran cantidad de pan…la introducción del surco garantizaría el aumento de las cosechas pero de momento había que disminuir las áreas de siembra...

Al comienzo de la primavera, Jasen todavía no había compartido con nadie sus ideas, se había puesto a analizar el macizo de Nrissilia. Allí descansaba la llanura fértil dividida por el río y cercada por tres distintos lados por pequeñas lomas. Aquí la tierra era apta para su explotación y labrado pero trabajarla se necesitaba hacer una gran hazaña. Las lomas no defendían la llanura del viento, soplaba sin piedad todo el verano y el invierno, la tierra se humedecía a causa del aguan derretida y en los tiempos secos, se encontraban dura como la piedra.

Sin embrago Jasen dedujo y determinó que el canal del Esil es demasiado largo y es un impedimento natural para que la llanura sea abastecida de agua, para ello será necesario cerrar con ayuda de tractores una parte de él. Entonces las aguas del Esil en primavera regarán la llanura y la tierra adsorberá la humedad suficiente.

Sin entrar en muchos detalles le explicó su plan a Guvanov, ellos intercambiaron opiniones y acordaron que Porfiriy Mijaylovich fuera a la parte izquierda del río, analizará el canal. El escarbó un puñado de lodo de diferentes puntos, hizo unas medidas y calculó al ojo — que se necesitarían unos diez tractores trabajando por un periodo de un mes.

Pero Jasen no se apresuró a comunicar sus planeas a los dirigentes de la cooperativa.

En la rivera habían unas cuantas tumbas y casetas de inviernos semi destruidas, en la tumbas está enterrados abuelos y tatarabuelos, como se dice, de las séptimas generaciones. ¿Enviar los tractores allá?.. Jasen vaciló. Desde luego, si esto es en pro del negocio, nadie estará en contra. Pero si nos evocamos al alma...y no es la cuestión que pensará la gente de él, lo que le molestaba a Jasen. Como fuese la verdad, es que allí estaban esas tumbas, las cenizas de sus ancestros, y entre ellos seguro, que hubo buenas personas...

En la cultura de los kazajos, un pueblo nómada, no estaba desarrollada el culto de enterrar a sus muertos. Por eso no construyeron, como los egipcios, las eternas pirámides, no edificaron panteones como los romanos. Incluso los kirguisos no aterraron las tumbas como lo hicieron sus ancestros — kipchaki. Sea allí, sea aquí, a lo largo de todo el territorio de la llanura hay tumbas diseminadas con lapidas que tienen la luna menguante en su parte superior. Los descendientes nómadas no podían cuidar y conservar en su estado normal, pero a quiénes las destruían por maldad, los consideraban ladrones de iglesias, para ese tipo de personas no había lugar en la llanura...

¡Y qué decir, precisamente en la orilla izquierda del Esil aparecería un cementerio de kazajos de diferentes clanes!..

Una vez por la noche, Jasen se encontró con Ugrimov en la parte izquierda del rio, el regresaba de la administración central de la región, notó la pequeña figura de Jasen, y jaló la rienda para detener al caballo.

El joven agrónomo compartió con él sus inquietudes sobre la sequía en el tiempo de verano y habló con él la necesidad de buscar otras tierras para la siembra. Desde la primera vez que se encontró con Ugriumov, a él le gustó la capacidad y atención, sin interrumpir, escuchar y sin tratar de dar su opinión personal, Jasen confió en él. Pero ahora a Jasen le pareció de pronto que el organizador del partido no le escuchaba, que no le entendía y que se estaba burlando de él, lo acusaba de defensor a las tradiciones ancestrales... y tratando de que esto no se diera, llevo la conversación en un tono irónico, contando sobre las relaciones inesperadas, que se encontraron entre la erosión del viento, el sistema de hierba de césped, las hacendados y las tumbas antiguas...

Pero la entonación de Jasen no engañó a Ugriumov. Cuando ellos regresaban a casa en la periferia del pueblo, él retomó la conversación, surgida delante las tumbas semidestruidas.

No se puede andar hablando sin antes pensar... En principios tú tienes razón: hay que levantar nuevas tierras. Los cementerios, se sobre entiende, que en algún momento habrá que eliminarlos, para bajar la tensión, pero... sí, el hermano, no es fácil la tarea que has dado...

Ese es el caso, que no es una tarea fácil, Fedor Ivanovich, — interrumpió Jasen, alegrándose por su acuerdo mutuo interno.

Y de todos modos no en vano dicen, que la tierra virgen — es un tipo de revolución para la llanura. Y las revoluciones las hacen los pueblos, ¿verdad, Jasen?.. La gente al final de cuenta comprenderá que no hay otra salida — que los cementerios son necesarios eliminarlos, que se deben sacrificar...

3

¡Qué bella mañana!..

Toda la naturaleza, hasta el último tallo, hasta el último saltamontes, sin callar grillaba en la hierba todavía verde, parecía que curaba y se alegraba de la vida. En la llanura reinaba un olor meloso con una mezcla amarga. La humedad descendía de las cimas de las colinas grises. Cantaban los pajarillos... en el sendero hecho entre los campos de trigo, estaba el profesor Aydungaliev, estaba vestido de blanco, con un traje deportivo diseñado, que lo hacía ver como un jovencito, a unos cuantos pasos de él — él estaba Meruert, en un vestido simple de colores vivos, debajo del sabaco llevaba un álbum para dibujar con maquetas.

El profesor — sin corbata y con la camisa blanquísima desabotonada hasta el pecho — que se fruncía y lanzaba su cabeza hacia atrás como mirando al horizonte azul, o se inclinaba en los tallos de trigos caídos en la tierra, miraba a Meruert, como invitándola a admirarse de los restos de tallos que se descomponían y brillaban por los rayos del sol.

— ¡Hace cuanto tiempo que ya no hago esto!.. — Dijo él, haciendo un amplio gesto hacia la llanura, — pues todo lo que hay aquí — ¡es mío, es mío!.. ¡Cualquier hoja, cualquier arbusto me parecen fraternos!.. ¿Por qué no aquí, sino allá, — él agitó sus manos al lado de los picos, — allá, en los auditorios sofocantes, en los laboratorios tristes, yo aquí debo pasar el resto de sus días?.. ¡Yo le envidio, la envidio, mi querido Meruert!..

El profesor se enderezó hacia adelante, y comenzó a acelerar el paso, casi corriendo llegó a una colina corta, que llevaba el camino. Meruert, se rió, iba detrás de él. Ella estaba acostumbrada a ver al comportamiento patético de Aydungaliev, tan emocionado, tan victorioso vista por él, quizás, era la primera vez. Sin embargo, ella tenía el estado de ánimo levantado, festivo; ¡Qué mañana bella!.. El profesor había hecho reír un poco a ella, pero en general el parecía un poco cariñoso...

Desde la cima de la colina la llanura se veía aún más ancha. A la derecha la cortaba el río Esil, como un semicírculo mal dibujado, en un zigzag grisáceo, y de tras — un prado blanco y de nuevo una llanura sin fin...

Alshimbek hoy quería cantar, hacerse el gracioso, él hace tiempo que él no había estado en estos campos y en libertad. Él agitaba sus manos y se dirigía a él mismo, saco lo primero que se le vino a la mente:

Copérnico cuarenta años trabajó,

Para demostrar el circular de la tierra.

¡Tonto! Por qué él no se emborrachó,

Pues así no hubiera dudado...

Meruert se carcajeó. Alshimbek escogió una canción estudiantil, que cantaban, que escuchaban en los círculos estudiantiles del instituto. Él con satisfacción escuchaba las risas intermitentes de Meruert le sonreía — a ella, la llanura, el sol, el contrate de colores, la hierba machacada por el pie... dando unos pasos hacia adelante se detuvo y lentamente casi implorando, se arrodilló. Delante de él había estaban unos tulipanes silvestres. Otros ya habían florecidos, abiertos, se parecían a pequeñas antorchas. Otro, se balanceaban en sus tallos flexibles y finos, con costo cubrían los botones apretado. Un tercero, que tenía los pétalos semi abiertos, se parecía a un labio fresco intocable. Alshimbek después de un minuto se concentró en ellos, de la admiración — no tenía palabra... Luego extendió su mano, corto cuidadosamente un tallo... arrancó el segundo... y después el otro... y el otro, sin saber, Alshimbek cortó todas las flores por filas, apurado, ilusionado por su cantidad. En su mano ya se había agrupado un ramo de tulipanes, pero él no se podía detener. Cuando él se puso de pie y se enderezó sintió que se mareaba, se balanceó para adelante, miró unas cuantas veces para atrás, y sintió un pesar que detrás quedaban la misma cantidad de tulipanes que él había cortado, pero que ya no tenía aliento de llevarlos...

¿Y Meruert?.. ¿Dónde estaba?.. Alshimbek miró a todos lados. Pero a su cara se avalanzaba un sombra gris. No había quedado ninguna huella de la expresión .santa que él había tenido. Bajando la cabeza, él se corrió al rio. Se detuvo en la orilla, miró al agua y fijó su mirada en ella. Allí en el fondo soleado y transparente, en la arena amarrilla habían unas cascara de huevos de serpientes ennegrecidas entre ellas colgaba una tuerca de un tejido de algas por el que ondeaban unos pececillos.

Alshimbek se estremeció: delante de él en el fondo se relejaba la silueta de una chica... tan parecida... en sus ojos grandes y abiertos no había vida, la cara pálida inmóvil parecía muerta. Una mancha de sangre se balanceaba en la cara reflejada en el agua delante de él...

Esa era Meruert. Ella silenciosamente se le acercó al profesor por la espalda, y ahora estaba sonriendo, al lado, en un bulto de tierra y poniéndole sobre los hombros el ramo de tulipanes.

Alshimbek, conocía muy bien de las costumbres de la poesía del este, y de inmediato la comparó con las plumas...

¡Qué belleza!.. — se le salió de repente a Meruert al mirar en el ramo de tulipanes en la mano de Alshimbek.

Son para usted...

Él le expendió las flores a ella.

Cuando y o la vi la primera vez, usted también tenía un ramo de tulipanes... ¿recuerda?.. ellos estaban delante de usted sobre su mesa, pero usted estaba más bella que cualquiera de ellas... yo me imaginé que alguna vez yo también le ofreceré mi propio ramo de tulipanes... tuve que esperar mucho tiempo para que se diera esa oportunidad...

Herbert cogió el ramo de flores y lo apretó hacia su pecho hundiendo su cara en el...

En víspera de este paseo, Herbert había dado su visto bueno a la petición del profesor de salir con él de paseo, hoy temprano por la mañana, había tenido tiempo para hacer una inspección a la granja y terminas unos asuntos pendientes. Ahora tenía todo el domingo por delante. Pero cuando ella regresó a casa, y se estaba vistiendo miro por la ventana que Alshimbek ya la estaba esperando. O es que esa mañana era particular, estaba haciendo fresco, con una claridad admirable, o es que los tulipanes que le había cortado el profesor, arrodillándose ante ella, o los recuerdos de las lecciones, cuando ella miró por primera vez a Alshimbek, pero es que a ella nunca se le había parecido tan atractivo y tan simpático — su porte masculino intocable, su nerviosismo no fingido, que hacía que su voz se entrecortara, y su resolución — de sacrificar todo gracias a su amor...

¡Ingenua, fiada Meruert! Ella pensaba que sólo ella — era la causa de la felicidad que invadía al profesor esta mañana... él mirándola como ella de pie, estaba hundiendo su cuello en el ramo de tulipanes, esto lo salvaba, lo hacía sentirse feliz, escogido por el destino, y dispuesto a cumplir inmediatamente cualquier deseo de ella, aquí y donde quiera…

¿Acaso podría ser de otra manera?..

En el mismo minuto, cuando él estaba sentando con Zikriy y Ugriumov en aquella fiesta del primero de mayo y se acercaron Bárbara Mijaylovich y Glasha, en él se despertó un deseo ardiente... fue suficiente sólo de ver la figura esbelta de Glasha, sus pechos altos, las curvas de sus fuertes caderas... basto apenas con rozar sus blancas manos... para que él le hiciera una señal con el dedo a la camarera — y no quedar espacio en la mesa para poner incluso la palma de la mano: había champan, coñac, chocolates, confites, bocadillos... todo lo que hacía abundante al bufet de la casa de la cultura en este día, y todo aquello que no hiciera entrar en vergüenza a la camarera ante una invitado tan importante, sobre el cual ya se rumoraba por todo Altin aray...

— Yo debo de agradecer de alguna manera la felicidad que me rodea aquí, — dijo Alshimbek a Fedor Ivanovich que estaba un poco confundido. — ¡Pero qué clase de día es el de hoy!..— Él sacó ágilmente el corcho de champan y se oyó el disparó, luego le acercó a Glasha la caja de confite. Al principio ella se apenó, se avergonzó por la atención que le prestaba el profesor y sólo tanteó el vino, sin embargo después accedió y se lo bebió hasta el fondo.

Alshimbek, como es conocido era un buen orador y en la vida había tenido de todo, viajes — dentro del país y al extranjero, para él no era ninguna dificultad atraer la atención de cualquier compañía para entablar una, más aún cuando a su lado se encontraba Glasha la que no le quitaba sus ojos indiferentes y enloquecedores de encima... una cosa le molestaba de todo: Kachan, el cual se unión sin consentimiento de todos. Y que se ponía más ebrio, y no quería escuchar los consejos de su mujer de irse o no irse. Pero el asunto no se limitaba simplemente en que Kachan bebiera su coñac dorado de Armenia copa por copa, para él esto era poco, de vez en cuando lanzaba bromas groseras y le hacía señas descaradas al profesor, señalando a donde estaba Glasha, él profesor se molestaba, pero se contenía. ¿Borracho, borracho y quien me siente?..

En un momento dado él se sentó entre Glasha y Alshimbek.

— Doctor... — murmuró trabándose su lengua. — Doctor... o como te llaman... Profesor... tú cógete: a Glasha — no es fruta de tu palo... ¿entiendes?.. — Él lo apartó del hombro que Alshimbek por poco y grita. — Y tú no arrastres a él... — dijo Kachan volviéndose a Glasha. — ellos tienen allá, en sus... invernaderos... sus frutas crecen...

Al final de cuentas se entrometió Ugriumov, lo aportó a un lado y en voz alta le dijo un par de palabras —este cogido por su mujer regresando de donde habían venido y en despedida le lanzó una mirada de cerdo enfurecido a Glasha.

Este episodio incomodo no impidió que el resto de la fiesta se entablara una conversación forzada, Después Ugriumov se fue a casa con Bárbara Mijaylovna, Alshimbek acompaño a Glasha a su casa. Podría haber sido que sus caminos se entrecruzaran: El de Meruert con Jasen y el del profesor Aydungaliev con el Glasha... pero Alshimbek, acompañó a su nueva conocida, por otro camino más largo que él había escogido con anticipación...

Han pasado dos semanas desde esa fiesta. Ellos se encontraron— a veces en las riveras del Esil, a veces en las arboledas no muy lejos del territorio de la cooperativa. ¡Cuántos hombres, cuantos jóvenes, habían puesto la mirada en la inalcanzable Glasha, para que en menos de un minuto cayera ante las garras del suertero galán!.. El profesor Aydungaliev...

Sin embargo en esa mañana para él sólo existía Meruert...

El estado de ánimo de Alshimbek la había invadido a ella. ¡Ellos estaban solos, solos en el mundo entero, solos — en la gran tierra conservada!.. Eso le parecía a ella, ella quería hacer tonterías, reprochar, comportarse como una niña, quería saltar, gritar — así de simple, de todo aquello que nadie podrá ver, no podrá escuchar, y aspirar a todo aire puro y llenar sus pulmones...

Así estaba ella misma — ligera y transportable. A veces poniéndose triste, a veces repleta de alegría incontenible, a veces intermitente, a veces congelada, como en un buena foto tomada en movimiento, — ahora era ella , Meruert, la que recogía tulipanes, ellos, recién cortados y calentados por los rayos del sol, estaban a cumulados en su pecho, en sus hombros, en su rostro. Alshimbek la seguía, cada movimiento de ella, rígido, rejuvenecido y feliz.

Meruert estaba encantada con las flores — él también no podía despegarse de ella. Sus ojos se entristecieron — y Alshimbek se congeló. Ella se rió — y él respondió con una sonrisa en su cara...

Meruert se sentó en una roca calentada por el sol, abrió su álbum. Alshimbek se acomodó al lodo de ella, miró encima de su pecho, y observo el dibujo...

— El hombre se pone feliz siempre por varias razones, — habló el suavemente, teniendo miedo de soltar una frase que estropear la atmosfera feliz, que dominaba a Meruert. — coja usted a los habitantes de la ciudad. Nosotros estamos acostumbrados a medir la vida en grandes parámetros. Estamos encantados cuando sentimos que somos parte de un gran acontecimiento, — inventamos naves comiscas, nos aprendemos poemas, tratamos de orientar y dirigir la fuente de energía del átomo... ¿Pero qué importancia tienen eso parámetros en comparación con esos rayos de sol que ahora brillan en su pelo?.. ¿Con esa hierbas que se pegó a su vestido?.. — Él observó lentamente alrededor, como dándole oportunidad de seguirle con su mirada. — El mundo es amplio. Sin límites, pero en verdad es solo bella la nueva vida. ¿Usted ha notado, como se transforma una habitación decorada con muebles lujosos, si en ella se traen un ramo silvestre de tulipanes?.. Sólo con el hecho de que están vivas es que ella nos recuerdan la vida que hay alrededor de nosotros... miré a la tierra en la que nosotros nos encontramos, acaso no es bella... ¿Sin embargo, son muchos los que pueden percibir esa belleza? Nadie la nota... ahora compare su dibujo...— Él sutilmente le giró la cabeza hacia la llanura. — mire hacia allá, usted parece que dibujo ese paisaje... Observe. En efecto el sol no sólo ilumina simplemente esas lomas con lirios, sino que las inunda con sus rayos. ¿Y a esas flores? ¡No, ellas no son simples — blancas, rojas, celestes, como en el dibujo suyo, ellas muestran toda su gama de colores, escogiendo para ella toda la armonía terrenal!

Meruert observó delante de ella, como si fuera la primera vez que veía ese paisaje natural.

¡Dios mío que bonito usted habla! ¡Es verdad — alrededor todo es tan bello! ¡todo tiene vida!.. — Ella con desesperación miró en su dibujo, — pero esto... ¡que falsedad! ¡Qué calamidad!.. — Meruert rasgo de su álbum unos cuantos dibujos, dentro de unos segundos en sus amos sólo quedaban pequeños trozos. ella saltó y los soltó al encuentro del viento, se dejó caer al suelo, sin palabras y sin fuerzas.

Alshimbek, sin inmutarse, observó a Meruert. Mirando a sus ojos fruncidos se podía percibir una rara sensación de deleite, él ahora estaba ilusionando con ella, con su crueldad, con su rabia y con su desesperación infantil... espero un minuto para luego hablar.

La tierra no hay que sólo que quererla, — pronunció él, pasando suavemente su mano en su cabeza hundida, — a la tierra hay que también entenderla... yo le enseñaré a usted como hacer esto... le enseñaré a comprender y valorar a la vida... y no sólo en su total, sino en cada instante, de la que está hecha... Cada momento... nosotros no podemos valorar esos momentos que vuelan fugazmente... para nosotros por lo general existe lo que paso ayer, y lo que pasará mañana, vivimos para unir el pasado con el futuro... en realidad existe sólo el día de hoy, el ahora... esto hay que entenderlo mi querida Meruert, y aplicarlo con todo tú corazón, con toda tu alma... Sólo en ese momento se te abrirá toda la belleza infinita que hay en el espacio, pero, si tuviéramos tiempos de paz — desde luego que para cada uno de nosotros... y para la tierra y para nosotros mismos — todo pasa, todo queda, como lo escrito en un libro, aunque sea este viejo, pero nada tonto...

Su voz acurrucaba y adormecía a Meruert, en la enternecía. Ella se río, como de forma inesperada, recordó a Jasen: ¿qué él le respondería al profesor?.. Ella trató de imaginarse esto — pero no pudo. Alshimbek se acercó a ella, le acarició sus manos, la atrajo un poco hacia él. Sus labios se encontraron y Meruert cerró sus ojos.

Detrás de la loma que estaba al lado del camino se escucharon los pasos sucesivos de un caballo. Meruert reacción, apartó a Alshimbek. Por el galope, el jinete se dirigía en dirección de la cooperativa... si hubiera sido Jasen ella lo habría reconocido inmediatamente...

El profesor de nuevo trato de abrazarla, pero los hombros por los cuales se habían deslizado sus manos, ahora no se domaban, no respondían a sus caricias. El momento ardiente se había apagado. Meruert miraba ante ella una mirada fría negativa, queriendo no encontrarse con la mirada de Alshimbek, quien masticaba incomprensible una hierba, no sabiendo que es lo que pasó con el estado de Meruert.

Además no comprendía la pregunta extraña que ella le hizo de repente: Dígame por favor, Alshek, ¿Se casaría usted con una chica que usted quiere, pero ella no sería feliz con usted?

¿Yo?..

Usted, seguro, sería feliz, si usted le amase...

Alshimbek se quedó callado, miro de reojo a Meruert, se sonrió.

Y por qué no... — respondió él. — yo me casaría y haría de tal manera que mi felicidad se convirtiera en la suya...

Meruert esperaba una respuesta como esa. Se levantó del suelo pensó en: «pero Jasen...» Ella trató de recordar con exactitud las palabras con las que jasen respondió a su pregunta.

Ella no pudo recordar sus palabras, no tuvo tiempo de sacudir y desarrugar su vestido cuando de repente le golpeó una corriente de viento procedente de saber de qué lado. Herbert con costo pudo sostener el pañuelo que lleva en la cabeza, y apartó con sus rodillas el vuelo del vestido que se levantaba.

Detrás de la primera ráfaga de viento vino otra...

El cielo seguía celeste como antes. Y el sol también estaba tan brillante como antes. Pero el viento no cesó. Él corría con un silbido fino y ruidoso, haciendo inclinar a los tallos hacia la tierra. Los pequeños sauces se balanceaban por todas partes sobre el Esil, se quebraban, se rompías sus ramas como mujeres espantadas, y sus copos se inclinaban hasta el suelo. La orilla del río estaba hirviendo de hongos blancos, completamente llena.

Meruert y Alshimbek trataron de hablar contra el viento. El viento se llevaba sus palabras, la respiración era difícil, ellos no podían escucharse el uno al otro. El profesor iba con la cabeza baja igual como cuando un toro apunta con sus cachos a sus contrincantes — Meruert iba detrás de él cubriendo con las manos su cara y las trenzas balanceándose sobre su espalda, de pronto y las coges las hace un puño y las amarra como si fuesen unas ramas recién cortadas…

Ellos con dificultad llegaron a la aldea.

Llegando la tarde el cielo se oscureció; desde el este hasta al oeste estaba lleno de nubes negras gruesas. Entró la noche — sin luna, sin ninguna estrella. Pero ninguna gota de agua cayó, ni una vez no relampagueó, no se dio ningún trueno seco y ensordecedor, anunciador de lo cercano que esta la lluvia. Sólo soplaba un viento frio y penetrante que venía del noroeste. Se agitaba toda la noche. Por la mañana, la aldea y los campos aledaños parecían el resto de cenizas de una gran fogata que había pasado quemándose toda la noche. Él se levantaba en torbellinos elevándose por el viento y disipándose en el aire — a nueve pasos en el espacio parecía que una tela grisácea, como en la ventana — una cortina densa. Las maquinas, como ciegos, tanteaban el camino que estaba delante de ellas, no importando que llevaban los faros encendidos. Zikriy era el único que sacó del corral a las ovejas asustadas que se empujaban unas con las otras, él las llevó al campo a través de un camino de hierba que estaba bloqueado por todas partes por el viento...

El viento soplo si cesar durante siete días sobre Altin aray. Y dejo de soplar tan inesperado a como comenzó.

Por la mañana Meruert estaba en la granja. La verdad era que durante el desastre natural alimentar a los animales que se encontraban en los establos resultó ser dificultoso para abastecerlos de alimentos. Los trabajadores de la hacienda estaban cansados y sin fuerzas por el trajín de esta semana y Meruert estaba agotada. Sus mejillas estaba secas y sin vida, sus ojos tenía unos grandes círculos negros a su alrededor, ahora se miraban más negros y enormes que lo de costumbre...

Saliendo del establo, Meruert se arrecostó a la pared y escuchó con atención el silencio repentino. Ya se había acostumbrado a no escucharlo. Los oídos todavía le retumbaban, los ojos se fruncían como defendiéndose del viento y del polvo. Al lado del establo yacía tumultos de arena fina; los tejados de las casas y los huertos y el camino — todo parecía que estaba pegado con algodón amarrillo grisáceo.

¿Es posible que este era el fin?.. ¿Y si lo era realmente?.. — pensó Meruert. Ella trataba de imaginarse los campos arados, cubiertos de arena, cubriendo los tallos hundidos en un polvo amarrillo, los que hace un tiempo estaban jugosos y verdes, alegrando los ojos. ¡Incluso imaginarse eso era terrible! Su corazón se oprimía cuando pensaba en Jasen...

Y como en respuesta a su mal presentimiento “hablando del rey de Roma y él que se asoma”, al final del pueblo apareció Jasen. Él venía a caballo lentamente. El caballo con costo daba sus pasos. Jasen se dirigió directamente a la oficina. Meruert, lo vio, y se dirigió también hacia allá. Cuando Ugriumov lo noto por la ventana fue a su encuentro. Las huellas anchas que dejaba al pasar inmediatamente se cubrían de arena, formando un pequeño embudo alargado.

Jasen parecía una concha fina, toda cubierta de una capa de polvo. Tenía un semblante hundido, los labios inflamados y rajados, los ojos, como siempre claros, tranquilos pero contenidos, se miraban turbios y desanimados.

La siembra en la meseta de Karasor está perdida, — dijo el roncamente.

¿has logrado estar allí? — preguntó Ugriumov.

En dos días pude recorrer todos nuestros campos... — Jasen tenía un semblante como si él hubiese sido el culpable de la tormenta de viento, y la perdida de la siembra en Karasor y de todas las desgracias que se avalancharon a la cooperativa.

Él trataba de no mirar ni a Ugriumov, ni a Meruert.

Meruert sintió un fuerte dolor. En lo más fondo de su alma se había despertado un instinto de una recién nacida de la llanura. Sin decir una palabra se le acercó al jinete, como en tiempos pasados lo hacían las mujeres kazakas, lo ayudó a que bajara del caballo, sosteniéndolo de los brazos. Jasen le agradeció, le sonrió se rió pero estaba sorprendido.

CAPITULO VI

1

«... la tierra, su subsuelo, sus bosques, sus aguas — son nuestras grandes riquezas humanas. Sin embargo — ¿estamos utilizando bien nuestras riquezas? ¿Siempre las tratamos con cuidado? ¡Hemos pensado en su reproducción, y como se debe— sobre las otras generaciones, que nos sustituirán!..

... En el fondo de nuestra alma se ha formado una raíz dañina, un tipo de perjuicio, como que si la tierra heredada por nuestros ancestros, es algo inmutable, algo constante. Nosotros por completo y estando al lado de ella hemos olvidado que la tierra que se forma en la parte superior del suelo es un organismo vivo que nace en condiciones especiales y se condensa a través de procesos geológicos: el clima, el tiempo y las sustancias vivas y las plantas.

... La tierra — es decir, su capa fértil — se puede desgastar, destruir, en resumen puede morir, si la persona que está mandando en ella no da cuenta a la naturaleza, a las leyes ecológicas. En diferencia del aire y del agua, la tierra no tiene la capacidad de limpiarse. En diferencia de las plantas no tiene capacidad de regenerarse. Sus enemigos — el agua, el viento, los terremotos, las manos incapaces y descuidadas del hombre. Si la tierra perdiera uno o dos centímetros de capa, entonces para su recuperación necesitaría en condiciones naturales unos cien o mil años.

... para Ucrania y algunos territorios de Rusia el virus principal es la erosión de agua, la que lava las copas aradas con millones de hectáreas fértiles de tierra negra. Para Kazajstán, donde todo está relacionado con el teorema de la tierra virgen un espacio que nunca había sido tocado por la tecnología humana el enemigo principal es la erosión de viento.

...En periodos de las sequías de verano, la tierra sufre de falta de humedad, fácilmente se entrega a la acción del viento. Sin embrago, los meses de primavera también tienen su grado de peligro, ya que en ese tiempo se realizan los trabajos de preparación del terreno y los vientos alcanzan su mayor intensidad y duración. Sin la presencia de la hierba, la tierra queda totalmente indefensa convirtiéndose en una de polvo. Esa masa es absorbida por las corrientes de aire, formando remolinos que se levantan al cielo en fuertes columnas de polvos, moviéndose como una masa a la cual no pueden contrarrestar los pequeños retoños de trigo y de otras culturas — por eso ellas se mueren. El mismo invierno, el mismo viento desnuda a la tierra, soplando la nieve lo que también es malo para la siembra...

... el viento en la llanura es capaz de provocar las tormentas de polvo. Las partículas finas de polvo se transportan por miles y miles de kilómetros, son levantadas al aire o se pasan de una parcela a otra, cubriendo las parcelas trabajadas. Si no se promueve una guerra constante contra la erosión de viento, las tormentas de polvo serán para la tierra una catástrofe origina. En muchos lugares del tierra estas tormentas se repiten cada año...»

(del libro de apuntes de Jasen, compuesto de los artículos y libros leídos del Académico A.I. Baraev, del escritor B. Chipilijina, Agrónomo, y del famoso trabajador economista y trabajador partidario en las tierras vírgenes. T. Morgan).

2

Dentro de diez día de nuevo hubo una tormenta de polvo sobre Altin aray.

Ahora la llanura estaba soleada y el cielo estaba clarísimo, un azul azabache, sin ninguna nube. Casi se oía el susurro de las hierbas, el viento soplaba. El agua del Esil, penetrada por el sol, tranquilamente llevaba sus pulmones.

Hacia el mediodía el sol bajo su intensidad, oscureció un poco, se cubrió de un velo rojizo, un poco más tarde acercándose al atardecer el sol se convirtió en mancha turbia amarrilla con los lados claros. Sin embargo en el campo las alondras cantaban, y tronaban las codornices. Los perros del sovjós dormían holgazanamente en los portales. Cuqueaban los gansos... Nadie presentía que se acercaba un nuevo desastre.

Sólo al entrar la noche se hacía difícil respirar. El aire se puso denso. Pueda ser por que se hizo de noche, los arbustos de sauce en la rivera del Esil parecían negros, las ramas se inclinaron, como si desde arriba alguien las estuviera presionando... pero pasó la noche, y otra vez no hubo ni lluvia ni tormenta. Amaneció. El sol tomó un tono de color cafesucho. La llanura, en los alrededores de la aldea, no se miraba clara, ni con frescos coloridos, no respiraba libremente en el espacio — todo en ello se silenció, daba que pensar. En el aire inmóvil, en las hierbas decaídas se sentía una extraña fatalidad...

Todos notaron que el viejo Zikriy no sacó las ovejas del corral, al contrario, las metió en el establo.

De pronto el agua del Esil se puso negra, las corrientes transparentes se espumaron, rebotaban. En este día, a medianoche en la cooperativa reinaba un bullicio, golpes, silbidos, como si mil shaytanos tocaban en diferentes tonos...

... de esta manera — pasaron siete días.

Jasen nuevamente hizo su triste recorrido por los campos de la cooperativa Jasen. La tormenta de polvo había destruido casi la mitad de la siembra, entre los campos sobrevivientes quedaban los de Akseguin y el campo experimental de Aydungaliev, que había sido sembrado con el nuevo tipo de trigo y se encontraba en contra de las corrientes de viento en los contornos del Esil.

... Las tierras del Esil perdían de dos a tres sentimientos de capa de tierra fértil para su recuperación se necesitaban cien o mil años... Cuando Jasen miró delante de él los campos escarbados y desnivelados por la tormenta le pareció escuchar como la tierra se quejaba, como ella gritaba, como pedía ayuda. Él era hijo de estas tierras, hijo de sangre, y ella, esta indefensa ante esa terrible tragedia, se dirigía hacia él, pidiéndole ayuda...

¿Acaso la tormenta de polvo se había despiadado sólo de los campos de Altin aray? ¿Era posible que con el pasar de los años esta desgracia iba a ser cada vez más severa?.. Quince años atrás en estos campos se desarrollaron grandes victorias, la conquista de las tierras virgenes. Él, Jasen, todavía era pequeño, él todo lo miraba de largo. Todo lo que ahora tenía que hacer, salvar la tierra de la catástrofe, no darse por vencido, aunque esos fueran los días más difíciles en la vida de Jasen. Él, y sus comtemporaneos tenían ahora una nueva batalla, alcanzar la victoria, demostrar en que ellos mismos son capaces...

Asi él pensaba, así el sentía. Y sabía muy bien que la solución no estaba en medidas a medias: utilizar en parte la nueva agro técnica, o impulsar experimentos con nuevas semillas. En la lucha contra la erosión de viento había que utilizar toda la fuerza de la ciencia agropecuaria, aplicar toda la experiencia adquirida.

Todavía en invierno él con Uriumov estuvo discutiendo un plan como contrarrestar la erosión del viento. Ambos sabían lo peligroso y destructivo de esta calamidad, pero la analizaron por medio de libros, por cifras, por los comentarios de los habitantes del lugar que sabían por experiencia propia lo que era “La tormenta negra”. Sin embrago sólo ahora ambos comprendían — Fedor Ivanovich y Jasen — al enemigo cuando se lo encontraron cara a cara...

Todas las medidas que tomaron antes, ahora se miraban como primeros intentos, sólo el comienzo. Ya sabían que no eran los experimentos, ni la experiencia, ni las conclusiones comunes los que les preocupaba: había que haber actuado mas drásticos, valientes, movilizando todas sus posibilidades y fuerzas, yendo al riesgo... Ambos sabían que la lucha no sería nada fácil, pero no se imaginaban con que dificultades se iban a encontrar en el futuro...

3

Ugriumov llamó a una reunión inmediatamente después de haber regresado de los cursos de los directores de cooperativas.

En ella, además de la dirección, tomaron parte el profesor Alshimbek Aydungaliev y los activistas del sovjós. El discurso del agrónomo principal Jasen Atimtayev trataba en general de lo siguiente.

Era necesario dejar de arar las tierras en su totalidad y pasar a la rotación de cultivos. Estudiando al viento se puede contrarrestarlo eligiendo correctamente el orden de siembra de las diferentes culturas en los campos, con métodos diferentes de tratamiento de la tierra en su orden, con semillas escogidas las cuales dan los mejores resultados en nuestras condiciones. El sistema de hierba de césped, su objetivo el cual fue elaborado por William, donde se usa en gran parte los minerales fertilizantes, se racionaliza la utilización de las condiciones de la tierra, y la creación organizada de los rompe vientos...

Está claro, — dijo Jasen terminando su discurso, — no es que vayamos a utilizar todos los métodos en nuestros campos, que nos propone William para otras zonas. Sin embargo, muchos de ellos, como por ejemplo los rompe vientos utilizados por Dokuchaev para contrarrestar la erosión, nosotros lo debemos aplicar en nuestro caso… en caso contrario, si nosotros en adelante no deducimos de las recomendaciones generales que nos da la ciencia agronómica, si seguimos aplicando medidas sin orientarnos en un sistema de cómo llevar la economía, entonces, nos tarde o temprano nos encontraremos ante una catástrofe total.

Según lo que decía Jasen, la mayor parte de los campos sembrados se llevó a cabo con la cultura anual, y la otra parte — con la hierba duradera. La tierra se trabajaba con arado de vertera, objetivo principal era la conservación de los tallos y cuidado de la capa superior del suelo. En todas las parcelas, los primeros cinco años se elaboraran con rompe vientos que senbrarán en cortinas con espacio, entre ellas, de cuatrocientos — quinientos metros. A la tierra arada se introduce gran cantidad de abonos minerales y orgánicos.

¿y usted se imagina que dimensiones de trabajo se propone usted impulsar? — preguntó el profesor Aydungaliev con una sonrisa abierta e indulgente.

Totalmente, — dijo fríamente Jasen. — pero esto es un hecho y nada de sueño.

Sí, pero todo esto hay verlo, — dijo Aydungaliev con la misma sonrisa indulgente y se calló.

Reinó el silencio. El primer en interrumpirlo fuel el director del sovjov.

Todo eso está bien, todo esto, posiblemente y es correcto desde el punto de vista de la ciencia agrícola — fruncido pronunció Tleukabakov. — sin embargo la discusión se trata de que se disminuyan las áreas de siembra y en cuantas cantidad... (Jasen sabía que él comenzaría con esto, pero no podía dar a conocer la idea de utilizar la rivera izquierda del río Esil porque ni él mismo lo tenía claro, por eso se lo dejó para sí.) ¿Quién le dará el permiso de reducir las áreas de siembra? — continuó Tleukabakov. — el año pasado se tenía la tarea de sembrar veinte mil hectáreas de y al final se sembraron sólo siete. El siete de septiembre ya nos habíamos ganado una advertencia del consejo agrícola de la región. Producto de ello es que se destituyó al agrónomo principal de la cooperativa. Ese era Matbeev el ex marido de nuestra Glasha... en sustitución llegó Nurzhanov, joven, sin experiencia, él también no dio resultado, solo pudo aumentarlas en dos mil — no lo empezaron a consentir y sobarle la cabeza, terminó de igual manera que Matbeev.

Pero Nurzhanov tenía la razón, — se oyó resonar a Guvanov. — no quiso arriesgarse en vano — actuó correctamente. Pues en primavera la tormenta negra levanto toda la tierra arada y sembrada al aire.

Esto fue una casualidad. Pudo y no haber habido estas tormentas negra, — protestó. — entonces ustedes hubieran aportado dos o tres toneladas más por cada hectárea. No hubiera salido mal, ¿Cómo tú piensas porfiriy Mijalylovich?..

Pero no fue así...

Pudo haber sido. no, nosotros no podemos reducir las áreas de siembre ante tal necesidad de trigo. Hay que buscar otros caminos.

¿Cuales?.. — enérgicamente interrumpió al director Jasen. — ¿Usted los conoce?.. entonces dígalos y nosotros los aplicamos.

Pueda ser que él pronunció esto demasiado cortante, pero delante de los ojos de Jasen estaba el deprimente paisaje de los campos, cubiertos de arena...

Decirlo no hay dificultad, — se levantó de su lugar Aydungaliev. — Se pueden decir muchas cosas, cualquier palabra se puede decir... el acontecimiento grandioso que nos puso ante la mesa nuestro joven colega de las ciencias agrónomas, — grandioso es ese acontecimiento que nos has descrito con tus palabras y el cual no es nada difícil decirlo. Sólo había que darle un toque fantástico... pero nosotros somos realistas. Los rompe vientos ¿Los Rompe vientos?.. Perfecto. Sin embargo donde existen rompe vientos no hay ninguna garantía que no habrá tormenta negra. Por ejemplo, en las regiones donde hay tierra negra. Esto está demostrado con factores. ¿el sistema de hierba de césped?.. no se considera aún una salvación. ¿los abonos minerales?.. sí, pero es una lástima que se produzcan demasiado poco para nuestras necesidades agrícolas. ¿El arado de vertera?.. Ella necesita de equipamientos especiales, reordenar todo el proceso laboral. De esta manera la resolución se mira más difícil de lo que se piensa, de lo que usted ha descrito pintorescamente, mi querido joven amigo… — Aydungaliev encogío las manos compadiosamente, como diciéndole a Jasen: «me da mucha lastima, pero mi obligación es decirlo todo...»

Qué interesante...— sonrió Ugriumov pasando los dedos por los bordes de la mesa — no le parece irónico, o alarmante. — ¿Qué usted propone?

No debemos de apresurarnos mi querido Fedor Ivanovich, todo a su tiempo, — se sonrió favorablemente el profesor. — pero ahora, podemos decir, que le sistema de Basiliy Robertovich Williams está un poco caduco...

¡No, eso no es verdad! — dijo Jasen sin contenerse.

Supongamos que usted tiene la razón, que sea como usted dice, — dijo Alshimbek poniéndose más compasivo. — pero todo eso que usted dice no es la solución: arado de verterá, sistema de hierba césped, rompe vientos. El director tiene la razón en nuestras condiciones actuales primeramente esto no es rentable, no podemos reducir las áreas de siembra, segundo, estos planes llevan años de realización. Si ella trajera resultados, los gastos que se invirtieron en ella nos conllevaran a la quiebra de momento ellos aparezcan…

precisamente, — refunfuñó Tleukabakov.

Nosotros tenemos otros ejemplos que seguir, — continuó el profesor con seguridad, como si estuviera en la catedra delante de los estudiantes. Haciendo esto con un poco de comprensión al auditorio, que no estaba bien preparado a ese tipo de conversación seria, buscando con cuidando las palabras que iba a usar, mas simples, más asimilables, pero que en la realidad no siempre se le recibían. – nosotros debemos de meditar creativamente en los alcances de los hacendado de los estados unidos y Canadá.

Fedor Ivanovich una vez me contó que él mismo observó como en los años treinta se avalanchó una tormenta de polvo sobre los hacendados canadienses quienes no sabían cómo salir de aquella desgracia. Agregó que las pérdidas por las erosiones de viento en los estados unidos alcanzan varios millones de dólares anualmente. Pero en estos países se ha vencido ese problema. Ellos lograron vencer esta calamidad natural siguiendo estrictamente las reglas de la agro técnica. Los americanos empezaron a aplicar el abonos en mantillos, la siembra en empinadas, engramado de prado, división de campo y otras medidas preventivas. Se ayudaron también con fertilizantes químicos, arados y cultivadoras y otros tipos de maquinarias para la preparación de la tierra sin arado. Además, fueron dictadas leyes estrictas para la conservación de la naturaleza...

¿Cuáles leyes? — preguntó uno de los maquinista. — es interesante saber.

Puedo contarlas, — se rió el profesor.

Meruert estaba en la reunión y se sentía no en su charco. ¿Por qué Jasen no se aconsejó con el profesor, cuando él hizo su exposición? ¡Ya que Aydungaliev es un sabio en todos las esferas — en botánica, en agro técnica... él destruirá a Jasen, lo acorralará!.. Meruert observaba en el rostro pálido del joven, en sus ojos encolerizados, en Alshimbek, siempre de buen porte, erguido, comprensivo y cortés y sentía la diferencia de fuerza que había entre ellos... pero escuchaba lo que ambos hablaban, Ella estaba convencida en que Aydungaliev quería obligar a Jasen a aceptar su espíritu soñador irrealista, y simplemente… ¿con qué objetivo?.. No, no era por establecer la verdad de la interrogante surgida, a Meruert le parecía que el profesor no lo hacía gracias a la salvación de la tierra, por lo que todos se habían reunido...

Sí, al otro lado del océano se tomaron severas leyes para defender a la tierra, — continúa entre tanto Aydungaliev. — ellos promovieron un sistema completo de medidas económicas. Digamos por ejemplo que si un hacendado violara las normas de trabajo de la tierra y esto provocará erosión o haya causado daños a sus vecinos, él estaría obligado a remunerar los gastos incurridos por el vecino. Este es la base principal de esos principios.

¡Aja!..— salió una voz fuera de la sala. — ante tales leyes nadie guerrera violarlas... uno vale más...

¡exacto!..

¡Pero allá hay otras leyes también! — se le salió a Jasen.

¿y cuáles son?..— bruscamente se volvió a él el profesor.

Pues escuche esta ejemplo... — Jasen se levantó y se puso a explicar, mirando directamente a los ojos de Aydungaliev. — el hacendado canadiense puede trabajar su tierra de la manera que el plazca, pero está obligado a tener en estos casos rompe vientos divididos entre ellos por doscientos metros a una distancia entre cada árbol de no más de quince metros, y también, si así lo desea tiene derecho a sembrar todo su límite con bosquecillos. ¡Como puede ver camarada profesor, allá los rompe vientos son permitidos por la ley!..

¡Perfecto! — lo apoyaron todos en la sala. — ¡Mantén tu posición!

Se escucharon unas carcajadas.

Y hacen bien, — hizo notar otro. — En Canadá tienes sus leyes, la tierra es propiedad privada y la de nosotros es común... ¿A quién vamos a multar? ¿A nosotros mismos qué?..

- ¿Y ahora? Lo echaron a perder todo — de esa manera multar, sólo sus bolsillos rellenarán... sea un simple un simple tractorista o un director...

¡que sea un ministro!..

Pues que sea el ministro, quien responda, ¡Sí malas orientaciones da!..

No se preocupen lo cubrirá la dirección de la región...

Todos se rieron ora vez.

Yo también estoy en pro de las leyes de conservación de la tierra, — dijo Ugriumov, cuando las risas cesaron. — pero con el tiempo tendremos tales leyes, las deben de aceptar. Pero lo importante es otra cosa. La tierra es común, eso es verdad, pero es necesario aprender a sentirse su dueño.

El profesor Aydungaliev se sintió un poco ofendido que la última parte de su discurso fue ridiculizada.

Esta en lo cierto, — dijo poniéndose de acuerdo con Ugriumov. — sólo quería señalar, como existen varios métodos de defensa del tierra. Hay que escoger entre ellas las más actuales, debemos aferrarnos a las actividades que menos tiempo nos ocupen.Más aún que los rompe vientos cuestan más caro, y necesitan de mayor al menos de un año, antes de que ellos den su resultado esperado... además, para implementarlos se necesitan cuadros experimentados, ¿Y dónde están?..

El profesor se sentó.

Alguien se atrevió a preguntar:

¿Y cuáles son esas actividades?

— ¡yo hermano! hay que conocer el pasado, — respondió él con un tono bajo, como si lo haya hecho adrede ante todos, — hubo tal disposición en mil novecientos cuarenta y ocho, para la transformación de la naturaleza, en ella estaba dispuesto la formación de los rompe vientos...

¿Hubo tal disposición?..— pregunto la misma voz ingenua. — ¿Y quién la ha violado pues?

¡El voluntarismo!.. — quien más...

¡Asi de simple! ¿Acaso has olvida lo que se ha dicho en la reunión «los hierbas de céspedes»?.. En un minuto, las hierbas se tragaran las tierras aradas, ¡dale, labra y siembra trigo por tirgo! ¡Los fertilizantes nos apoyarán!.. ¿Se dijo eso?..

En aquel entonces todos los diarios escribieron sobre ello. ¿Y yo — qué?.. les hablo de los diarios...

Si, está claro lo dicen los diarios... ¿y qué dices de tu opinión personal?..

La sala de nuevo se avivó.

Sí, sí, pensó Meruert, usted es profesor... él, parecía que participaba en contra del sistema de hierba de césped... se escribieron artículos... ¿en el año cuarenta y ocho?.. ¿Y cómo él consideraba esa disposición escrita por Stalin? Pues está claro, seguro que la apoyó y la alabó...

Ella pensó que antes y ahora para Aydungaliev lo importante — era el juego de palabras. No su ideología,

Por las cuales los verdaderos científicos dieron su vida, fueron quemados en hogueras, por las que rodaron sus cabezas, sino — por palabras y más palabras... ayer — uno, hoy — otros... Meruert miraba delante de ella al Aydungaliev, tranquilo y sin escrúpulos, con cabellos bien peinados, engrasados, como si estuviera preparándose para una presentación, canoso, con cara lisa sin ninguna arruga, con un cuello que no parecía normal para un hombre de su edad... para ella él hora le era terrible.

El director saco la tapa de vidrio de la jarra.

Se rió — basta, — dijo él preocupado, haciendo silenciar a todos en la sala, — aquí no hay nada de gracioso en que el agrónomo principal de la cooperativa piensa sólo en cómo reducir las áreas de siembra...

Ahora Ugriumov. Se levantó.

La preposición de nuestro joven agrónomo yo la considero legal, — habló él sin prisa, colgando cada frase. — ayer estábamos pensando en día de mañana y ahora vemos con que desgracia se han encontrado nuestros campos. Sería un homicidio repetir este mismo error. Sí, nosotros ganamos hoy, mañana recogeremos una buena cosecha y recolectar dos-tres veces más de cada hectárea. Quiero decir que yo no veo ninguna contradicción en lo que dijo nuestro respetado agrónomo — dijo el profesor Aydungaliev. — nosotros, comprendemos, debemos utilizar lo más valioso que nos da la experiencia de los hacendados canadienses. Pero los métodos para contrarrestar la erosión, comprobados por medio de experimentos durante muchos años por nuestros científicos kazasjtanos — y en particular en el instituto de geología de Shortanda. El agrónomo principal de la cooperativa considerando las recomendaciones del académico Baraev actúa correctamente. La tierra trabajada con el arado de verterá está demostrando resultados óptimos en la parcela de Aksenguin, la cual casi no se vio afectada por la tormenta de polvo. El sistema de hierba de césped también está presentando buenos resultados. También confirman su efectividad la división de los campos y una serie de medidas agro técnicas, muchas delas cuales fueron adquiridas de Canadá. ¿sobre qué discutimos?.. Lo que he entendido es que todo comenzó con los rompe vientos. Pero aquí también veo que ambos tienen razón. sí, los rompe vientos está claro no son baratos y que realmente sus efectos se empieza a ver solo después de varios años de que fueron aplicados, y en esto hay que estar de acuerdo con el profesor Aydungaliev... — él hizo una pausa, e hizo una señal de consentimiento al profesor. — sin embargo esto no es la razón para dejar de pensar totalmente en los rompe vientos­. Aquí nuestro científico se equivoca.

¿En qué?..— habló altamente Aydungaliev, frunciendo las cejas descontentamente.

Ahora le trataré de explicar, — de la misma tranquila manera continuó Agriamos. — tanto los canadienses como los americanos tienen grandes cantidades de bosques naturales. Pero utilizando las maquinarias agro técnicas ellos también no afectan al desarrollo de la defensa forestal, aunque ellos si afectan a los propietarios de tierras privadas. Además nuestra tarea es defender cientos de kilómetros de espacio abierto en las llanuras Kasajtanas. ¿Y qué es lo que pasa en la realidad? Antes de mi regreso de Moscú y me interesé en esto y recibí algunos datos...— Ugriumov sacó del bolsillo su libretilla de apuntes toda arrugada, hojeó, encontró el lugar necesario. — aquí está. El plan prioritarios de los focos de los campos de defensa de kazasjtan fue cumplido en cuatro quintos en 1950, en 1956 sólo en un quinto, en 1962 únicamente en un décimo, y en los últimos años del todo no se cumplió...

¡qué situación!..— se admiró uno.

¿Cuál es la causa? — preguntó Ugriumov y no terminó de decir cuando toda la sala dijo:

¡Voluntarismo!..

Se escucharon unas risas.

Que decir tiene razón, es correcta la respuesta, — respondió Ugriumov. — como siempre nosotros seguimos tirando manotazos después de haberse terminado la pelea... En el año de 1943 yo me encontraba cerca de Orlon. Todavía no había comenzado la lucha en el golfo de Kurska. Pasaba la guerra, gran parte de nuestro territorio estaba debajo de las garras del enemigo. Y precisamente en ese tiempo el partido toma la decisión de solucionar el problema de los bosques. ¡Y qué solución tomaron! Millones de hectáreas de represas, tierras y otros valiosos bosques con particularidad fueron designados a las zonas con régimen de protección. En este trabajo tomaron parte muchos científicos, personalidades importantes de la economía forestal. ¿Por qué se refuta lo que ellos hicieron?

Yo pienso en otra cosa, recordando este factor impresionante. ¡Qué fuerza, que confianza en la victoria, que aspiración de ir hacia el futuro!.. ¡La gente en el frente, en los pozos, bajo las balas y el país preocupándose por los descendientes de estas personas! ¡Sobre el porvenir, por el pasado mañana de nuestro pueblo!..

Jasen, estaba impactado por las palabras de Ugriumov, y no pudo notar como se le salió el diablo: ¡Y otros en ese mismo tiempo se preocupaban sólo como en robar a mujeres ajena!..

¿Qué?.. — saltó Aydungaliev. ¡Donde se había metido su inmutación, toda su sutileza magisterial!.. La cara de Alshimbek se había recalentado, y se enfurecía de rabia. — ¡Mocoso!.. — le gritó él. — ¡en nombre de tu madre, su memoria santa, se avergonzaría de escuchar esa palabras!..

Toda la sala se paralizó. Y él mismo Jasen no esperaba ver lo sucedido. Él se encogió, se agachó, bajo la cabeza, él estaba preparado que se lo tragara la tierra...

Meruert no comprendió ni la mirada desesperada de Jasen ni la ira del profesor, sólo presintió, que entre ellos había algo complicado y una rencilla del pasado. No sabiendo cual era el meollo del problema ella ya estaba a favor de Jasen. Sin embrago y a ella le resultó penoso como él — ¡cierto que se comportó como un niño!—explotó. Meruert se mordía los labios hasta el dolor y trataba de no mirar a su lado...

¿Cómo seguir la reunión?.. Ugriumov también se quedó boquiabierto, quien lo iba a decir un hombre con experiencia y que había vivido diferentes situaciones le fue cortada la palabra. La única persona que se controló y sabia de la historia de Jasen y el rol que jugó en su vida el profesor Aydungaliev, era Kazibay Tleukabakov el director del sovoz.

Tleukabakov se dirigió al organizador del partido:

¿Usted ha terminado Fedor Ivanovich?

Casi, — dijo Ugriumov, ordenado sus ideas. — yo pienso que en un tiempo muy cercano nosotros debemos de puntualizar las actividades a impulsar encontrar de la erosión de viento y tendré que buscar ayuda en las instancias superiores.

Bueno quedamos en eso, — terminó diciendo indeciso el director.

4

Días difíciles comenzaron para Jasen.

A donde fuera y lo que hiciera — la pesadez surgida en el alma, después de la reunión, no había pasado. Él no quería pensar sobre Alshimbek, pero en su cabeza se habían trabado sus palabras: mocoso, soñador, fantaseador... ¿Acaso él tenía razón? ¿Y la propuesta de Jasen — era nada más que una utopía ingenua?.. Ya habían recibido el plan de siembra para el próximo año. En comparación con el pasado él pudo ver que este se diferencia en cinco mil hectáreas más. ¿Entonces en que se habían puesto de acuerdo él y el director? ¡Él más no quería ver ese plan!.. Él estaba en su razón. No hay en el plan esta grafías: «Sueños» o «pensar en el futuro», pero sin embargo habían otras grafías: hectáreas, centenas, arado de la tierra, recolecta de la cosecha...

En ese estado — inseguridad, dudoso, pensamientos alarmantes — se encontraba Jasen cuando su padre llegó repentinamente.

Hace mucho tiempo que no se miraba a Atimtay en su tierra natal. Quien lo recuerda estaba contento de abrazarlo después de tanto tiempo de ausencia, acompañarlo hasta su casa y sentarlo en el lugar de honor destinado para tales invitados... pero estaba claro que el más contento de todos era Jasen. En su corazón quedó estampado aquel día cuando el entró a su casa y miró a un extraño sentado en la butaca, con un traje militar y con unas muletas, apretadas entre las piernas... Jasen recordaba después como el observabas las medallas y ordenes que llevaba su padre en el pecho, como este derramaba unas lágrimas de sus brillantes ojos tratando de acostumbrarse de la palabra «ata»... pero se acostumbró rápidamente. I desde aquel momento que el regresó del frente de guerra su padre se convirtió para él no solo un simple padre, sino el hombre más valiente, el más fuerte, él más particular de todo el mundo... esta sensación infantil le quedo para toda su vida.

El destino de los dos pospuso que ellos se encontrarían raramente en su vida, puede ser que esto haya sido mejor. Ya que a parte de sus relaciones familiares entre hijo y padre se habían desarrollado fuertemente las relaciones de amistad, de camaradería y de respeto mutuo...

Pero ahora que Jasen había visto a su padre, lo observaba como de otro ángulo, un hombre de cara simple un poco grotesca, delgaducho, con figura de joven flexible, callado, pero que no ocultaba su forma de pensar diciéndote directamente a la cara lo que pensaba... Jasen pensaba, al mirarlo que realmente su padre era — fuerte, de carácter duro. Habían pasado tantos años y él no se casó nuevamente, seguramente quería mucho a la madre de Jasen — y la continuaba amando sin importar lo que sea. La pena no lo abatió, la traición no lo volvió malo, no lo transformó en una bestia. Juzgando a él, en Karatau apreciaban su honestidad, su conocimiento y experiencia. En su pecho, en aquel que cuando Jasen de pequeño tocó las medallas de guerra, ahora colgaba una medalla de honor por el trabajo rojo...

Para Atimtay todo aquí era novedad, en los lugares que el recordaba de su infancia: las tierras aradas de frontera a frontera, las casa bien diseñadas de los trabajadores de la cooperativa, los crujidos de los álamos y de los sauces, las calles, el centro de la aldea y el palacio de la cultura...

Se encantaba Atimtay y de su hijo, quien había cogido los rasgos faciales de su padre y la manera de hablar en algunos gestos — algunos de él, algunos de Bibigaysha... pero él notó que Jasen lo preocupaba algo, estaba deprimido aunque trataba de ocultarlo.

Una vez sentado en la orilla de Esil. El sol ya se había puesto se acercaba la noche. El agua en el río parecía inmóvil, llana, como la superficie de un espejo. Sobre los rápidos del río se escuchaban el chillar de unas golondrinas.

¿Me gustaría saber cuál es la pesadez que oprime tu corazón? — pronunció Atimtay. — puedo yo ayudarte o no, de todas manera las palabras dichas en voz alta siempre alegran el corazón... lo sé por experiencia propia, que puedes esperar, cuando todo lo guardas adentro y a nadie se lo cuentas...

Jasen, esperaba esa conversación y no le ocultó nada a su padre. En la situación que había caído, Jasen en la cooperativa los culpables era sus discípulos, pero en adelante la culpa recaía en él. ¿Y no valía nada el esfuerzo? ¿Y de la reunión de que ellos habían efectuado?.. En la voz de Jasen se escuchaba y molestia y pena y casi furia — contra todos los que no le querían entender.

¿Cómo puedo ser el agrónomo principal después de todo esto?… ¿Padre? — terminó diciendo Jasen su discurso furioso. — ¡me voy con Zikriy y me hago pastor, así daré más provecho!...

Claro que sí, ser un buen pastor es más fácil que un ser un mal agrónomo, — se rió Atimtay. — Sólo que el pastor también tiene sus dificultades. ¿qué harás cuando te topes con ellas — hacia a donde te correrás, Jasenzhan?..

¡yo no quiero correrme, yo quiero pelear, padre!

Eso se oye mejor. En el cuarenta y uno en el frente de guerra decían: «Retroceder no hay donde, detrás está Moscú». Ahora tú mismo lo dices: «No hay donde retroceder detrás — la tierra», — ¿a quién se la dejas? ¿a otro agrónomo?..

Ambos callaron.

¿bien pero que debo hacer, padre?

Pienso que hacer… en mi opinión el organizador del partido tiene toda la razón hay que dirigirse por ayuda a las organizaciones de la región, al ministerio... pero las urgente, es necesario tomar medidas por lo que tú has dicho… yo en tú lugar le escribiría una carta a Asilbek Ajmetzhanovich y solicitarle una entrevista...

¿Y me recibirá?..

¿tú por qué te estás esforzado… por ti qué?.. ustedes en el koljoz nosotros en la fábrica de Karatau los dirigentes de la república en un edificio grande en la plaza de Lenin en Alma-Ata — todos hacen lo mismo... pienso que Asilbek Ajmetzhanovich te comprenderá. A propósito, el mismo ha estado en a Altin aray, dicen que es conocido de Kazek — una vez su director viajó a una entrevista con él...

Es cierto, — recordó Jasen, — yo hace tiempo escuché de ello. ¿Sólo eso es correcto?.. Pues allí solo se resuelven asuntos a nivel de toda la república... y tan grande como la nuestra...

¿Tú está al tanto como él se entiende de todo lo que respecta a nuestro país?.. Esto está claro. Él tenía treinta y dos años, siete años mayor que tú, cuando el ingreso en su cúpula de dirección. Desde ese entonces todas las trasformaciones pasan delante de sus ojos, con su participación. Sabes, ¿Qué era Kazajstán en mil novecientos cuarenta y dos?.. En aquel entonces se movilizaron todos los recursos para obtener cuarenta millones de harina de trigo. ¿Y ahora?.. ¡millones — ¡sólo pensarla, comparar! — ¡billones de libras! ¡Hubo tiempos que nosotros gastamos cinco años en la construcción de una fábrica de cemento en Chinkent, ahora se gastan miles de millones de rublos en la inversión de proyectos!.. En mi cabeza todavía estoy mirando los ceros y trato de redondear y que decir tú mismo lo sabes. Yo voy a qué ¿Acaso si nuestro pueblo pudo obtener esos alcance durante todos esto años, entonces por qué no podrá encontrar la manera de combatir la erosión?..

Es lo que digo: si tienes obstáculos — viaja... pueda ser que al mismo Asilbek Ajmetzhanovich el encuentro le sea de su utilidad. Tú sacas adelante tú cooperativa, él — a toda la república. Pueda ser sean las medidas a tomar por toda la república... ¡y cuidado que ya se estén tomando!

Jasen dijo con un ánimo más elevado:

Bien, padre. Yo la pensaré... — y primera vez en los últimos días, él se reía.

Ahora — lo segundo, que te preocupa... sobre las tumbas... veras ya he hablado eso y en las reuniones del partido — la primera pregunta y la segunda pregunta... pero al parecer tú y yo somos unos pendejos: empapados en preocupaciones, en vez de estar sentados tranquilos en una colina... entonces. Yo Jasen- zhan, un poco no te comprendo en donde está el problema — para ti para tus contemporáneos... son gente joven, valientes, — ¿es así o no?.. y de pronto —

Que obstáculo, cuando las cosas están racionadas con el pasado... esto para los que comenzamos a vivir las nieblas del siglo pasado se revivieron en los años treinta, — para nosotros esto representaba un problema... ¿y para ustedes?.. seguro que tú has leído el libro de Sattar Eruvaev «mis parientes», él era un libro de mesa para nosotro...

Desde luego que lo leí.

Recuerdos el capítulo donde el piensa: ¿abrir la mina o no en el lugar donde está la tumba de mi hermana?.. ¿estaba claro: un joven del aula sin acabar ninguna escuela... y ustedes que terminaron ya escuelas e institutos?..

Nosotros también la pensamos, padre, — se sacudió Jasen. — pero no queremos ofender las tradiciones del pueblo, las cuales se han conservado a través de los siglos... violando sus tradiciones, puedes tocar el amor propio del pueblo, su orgullo...

Bien yo mismo hablaré con los viejos sabios, — propuso Atonta.

… en el sovjós se supo que el agrónomo principal de tenía pensado arrasar las tumbas antiguas que estaban en la rivera izquierda del Esil. Los pobladores kazajos se alarmaron, en particular los viejos y las viejas. Karabay los incitaba. Él no se fue del sovjós, no cumplió sus amenazas, se había quedado en la misma brigada de Guvanov parecía que se había arrepentido y se sentía culpable ante sus colegas. Aunque pidió disculpa, argumentándose en su carácter grosero, en su maldita manera de sacar la lengua y decir sólo tonterías en el momento inadecuado... además él tenía mala pinta como si estaba todo oprimido, ¡Qué hacer!— perdonaron a Karabay... Pero cuando oyó delas intenciones del agrónomo, él — a veces en susurros, a veces a toda voz — a que no lo van a creer — pasen la voz.

Los viejos sabios expiraban, y movían sus cabezas incrédulos: «´tú fuiste nuestro primer tractorista, Karabay... como es posible que tú no seas uno de los primeros en este asunto...» A lo que respondía cuidadosamente Karabay sin inmutarse: yo no seré el primero. Quien allí lleve primero su tractor, quién primero será castigado. Los mulas de la cooperativa vecina así lo dicen». Se burlaba Karabay, amenazaba, dejando una consigna para él: el primero no ira porque al primero Dios castigara, pero el segundo... por el segundo el mula no dijo nada...

Atimtay reunió a los sabios viejos, pero con anticipación habló con Agriumov, el cual estaba contento por su apoyo, se reunieron en la sala principal del palacio de cultura, asistieron los viejos y las viejas, Karavay también llegó, se escondió en un esquina detrás del mural de periódicos.

Todos los ancianos se quedaron boquiabiertas al terminar su discurso Atimtay. Unos estaban molesto, otros tensionados, las barbas de los hombres erizadas, los gorros de las mujeres se habían deslizados hacia los ojos, se miraban unos al otro, tenían vergüenza.

¿Por qué callan respetados? —dijo Atimtay. — hablen no tengan pena, si no obtenemos su visto bueno — nadie tocará las tumbas...

¿A quién le estorban?.. — apenado dijo uno de los viejos. — han estado por muchos años y que sigan en su lugar...

Tanto tiempo han estado y no molestaban, a hora estorban, — respondió Atonta. — la erosión de viento, sistema de césped… las áreas de siembra... la ampliación de los terrenos para el arado... — hasta sus últimas fuerzas trato de convencerles , explicarles , pero los viejos estaban en las suyas:

Es un pecado destruir las tumbas de los ancestros...

¿Por qué los otros no miran eso como un pecado? — Refutó Atimtay. — ¿acaso ustedes son mejor?..

Nosotros no hemos escuchado que alguien haya arrasado las tumbas en alguna parte…

Si eso trae provecho para el pueblo — las destruyen! ¡Sólo con el mar artificial cuantas tumbas no fueron inundadas! ¡Y no solo comentarios — iglesias y lugares santos quedaron debajo de las aguas!..

Pueda ser que eso sea cierto, pero fueron otros y no nosotros...

¿Significa que si otros que les caiga todos los pecados, pero nosotros — santos, que Dios nos ayude?.. — perdió la paciencia Atimtay. — ¿eso es?.. No, vivimos juntos, el pan lo cometimos equitativamente— porque no dividimos entonces los pecados por la mitad!..

Discutieron por largo tiempo. Al final Zikriy dijo:

Pienso que los ancestros nos perdonarán...

¿Y dios?..— grito en contra, una vieja. — ¡Dios no nos perdonará!..

¿y dios nos perdonará?— dijo Zikriy. — ¿acaso no es por pan que debemos aceptar... no hay nada más sagrado en la tierra que el pan?.. El libro santo — el koran, se consideraba un gran pecado — dejarlo caer o mancharlo. Pero en el mismo koran estaba escrito que si el pan estaba demasiado alto, pon el Coran por debajo de tus piernas y alcánzalo... eso es lo que es el pan. Y pues que haya el trigo y que todos lo alcancen.

Si Dios así lo desea, entonces estamos de acuerdo, — dijo el más anciano de todos. — ¿Sólo que quien será el primero en dirigir su tractor hacia allá?.. pues Karabay dijo que el Mula aconseja... que vaya allá un ruso, los nuestros no se puede...

¡Oh no!.. — agitaba su cabeza Atimtay. — nosotros no vamos a escuchar al Mula. Él de que se ha hecho bueno de repente, después no dirá que los rusos han destruidos las tumbas de los kazajos. ¡Nosotros debemos ser los primeros en ir! — Él, desde el comienzo de la reunión había notado a Karabay en el rincón. — en mi opinión yo pienso que el tractorista Karabay no se negaría... es cierto, — apoyaron todos a Atimtay, un poco en broma, un poco en serio. — allí está enterrado el padre de Karabay. si fuese necesario él intervendrían entre Dios y Karabay. ya que el fuel Mula cuando estaba vivo y en aquel mundo todavía no le han rendido cuentas…

Karabay Se agazapo, su cara se puso pálida como él diario con trataba de cubrirse. Los rumores que él había soltado por la aldea, regresaron a él… ¿pero qué hacer, no había salida?..

Al día siguiente dos tractores taranteaban en dirección del edil, en uno de ellos iba Karabay, y en el segundo el mismo Atimtay, que por un acontecimiento como ese estaba dispuesto a azotar los antepasados: tiempos atrás él tuvo que manejar su Tractor.

Todos los kazajos ancianos se acercaron a la orilla del río. Callados y apenados miraban como arrasaban los restos de las casa invernales, como cían, haciendo una columna de polvo seco y gris, las paredes de los mausoleos y las lapidas de las tumbas. Todo se convirtió en cenizas, todo lo que conservó desde que sus memorias recuerdan, sus ojos— claros como los de un recién nacido, — frecuentemente se llenaban de sollozos y parpadeaban constantemente...

— ¡Oh santos ancestros, — suspiró Zikriy, — ayúdenos que en aquel lugar dónde fallecieron, crezca un buen trigo!

... un mes después en la orilla izquierda se formó un mar verde de espigas de trigos recién salidas, muchos delos sabios y ancianos, entre ellos Zikriy, recuerdan el proverbio: «donde había espinas — nacerán espinas, donde hay una rosa— y muchas rosa nacerán».

En mi opinión los ancestros de verdad que son santos…

CAPITULO VII

1

Después de la reunión, donde a la vista de todos se pelearon Alshimbek y Jasen, Meruert empezó a evitar al profesor. Todo en él le causaba asco. Su forma bella de hablar ahora le parecía falsa, sus emociones — artificiales, su declaraciones de amor — una treta falsa... ella recordaba con pena e indignación, el paseo que había tenido con Aydungaliev, los tulipanes que él había cortado para ella, las palabras inspiradas sobre los momentos bellos y fugaces que hay que amar, para disfrutar de la vida... ¡qué suerte, que en aquel momento se oyó a aquel jinete!

¿Por qué ellos se odian el uno al otro, el profesor y Jasen?.. Ella presentía que la rencilla entre ellos surgió desde hace tiempo y no ahora...

Un día Meruert buscaba a Jasen cerca del territorio de la cooperativa. Estaba anocheciendo. El calor que en los campos había reinado todo el día, estaba bajando, del lado del Esil provenía un viento fresco. Jasen estaba sentado en la falda de una colina, con las manos sosteniendo las rodillas, miraba hacia la llanura, triste, pensativo.

Meruert se le acercó y se sentó al lado.

Ella quería observarlo, alegrarlo, por lo menos — espantar la tristeza de su cara, hacerlo reír. Ella cortó una hierba y se la paso por el final de la oreja. Jasen no se inmutó.

¿Qué te pasa Jasen?

nada.

¿No me quieres ver?

Yo siempre estoy contento de verte, Meruert.

No se nota... ¿en qué piensas?

En que el sol, quema y quema, y ni una gota de agua, en que si otra vez soplará el viento...

Él no pudo decir nada más.

Jasen, — dijo ella, e hizo una pausa, — ¿Explícame por favor que es lo que paso entre tú y el profesor?

Jasen se entristeció aún más. Los ojos se le opacaron.

¿vale la pena?..

Yo lo necesito saber.

¿Para qué?

Ella no le respondió, le pasó su pequeña mano en su pecho. Apretándolo constantemente hasta que se relajará completamente debajo de sus manos...

Él le contó todo, lo que sabía de Alshimbek Aydungaliev, todo lo que el mismo había visto y recordaba. Aunque algunas cosas no las contó — aquellas que hasta ahora le punzaban el alma. Pasó el tiempo de cuando era niño, — ahora Jasen se sentía un hombrecito y no permitía sentir lastima sobre sí mismo. Asi que Meruert escuchó sólo lo importante. Pero cuando Jasen le recontó la carta de Bibigaysha, ella no se aguantó del llanto.

Ella veía de frente de sí a un chico con un chaleco largo apretado con un ancho cinturón de soldado... Miraba a la madre que lo perseguía por la calle, entre las casas de techos planos, y que no se atrevió a acercársele... la miró solitaria en la lujosa habitación del profesor, — como ella se desvanecía por su marido y escribe esta última carta de su vida.

Que terrible persona es este Alshimbek, pensó ella. Pero fue más terrible pensar que ella pudo haberse encontrado en la misma situación, en la misma habitación, sola con ese hombre... pero el sonido del galope de un caballo por el camino, el jinete — ahora ella le estaba dos veces agradecida a aquel desconocido que la hizo volver a la realidad.

¿Pero Jasen?.. Él no dijo ni una palabra sobre la tormenta que azotó estos lugares, él calló sobre como tuvo que cuidar la vida valiosa del profesor envuelto en un cuero de oveja y como los lobos lo atacaron... sobre esto, se entiende, Jasen no le contó.

— Como así, como es posible... — confundida afirmó Meruert. Ella todavía no había podido volver en si después de todo lo que escuchó. — Pues este no es un malvado, no es una bestia cualquiera. Es un científico, un profesor, una persona que se ha ganado su respeto. Formador de la juventud, maestro de la vida... si de verdad, Jasen, nosotros siempre lo hemos visto de esa manera, cuando el entraba a la catedra, declamaba poemas, meditaba sobre la tierra natal. Sobre como nosotros éramos y somos hijos de esta tierra y que estamos obligados a hacerla feliz y más bella... ¿y el mismo qué?.. Eso es lo que no puedo concebir, Jasen. Se recibe que se puede echar a perder a otra persona... a una mujer. Esposa... separar a la madre de su hijo, hacer la infeliz para toda la vida — ¿y después de todo esto continuar viviendo como si no hubiese pasado nada? ¿No sentir ningún remordimiento, atormentes?.. ¿Y la conciencia?.. ¿Dónde está Jasen, dónde?.. Recuerdas tus palabras no puedes ser feliz cuando le estás causando daño a otra persona. ¿Se recibe que ahora se puede, Jasen?.. ¿Tal vez solo a personas como Alshimbek?.. Pero incluso no es esta en esto lo importante. Lo importante — digámoslo así, ¿una persona puede tener un corazón despiadado — y al mismo tiempo — tener talento, inteligencia, realizar grandes descubrimientos, desarrollar la ciencia?.. Mira por ejemplo en el trigo que sembró en la parcela experimental... sí, ella... ¿cómo es posible, Jasen? ¿Se recibe que la gente mala también puede hacer lo bueno? ...

No — dijo Jasen sonriéndose. — así no sucede.

¿Y cómo entonces?..

Jasen no quiso contestar a su pregunta. ¡Aunque podía!..

Podía... pero no quería...

... En los tiempo que, cuando todavía era un niño y sólo pensaba en que debía de estudiar para ser agrónomo, el viejo Ondasin contaba la leyenda del diluvio, sobre el sabio Nuj Paygambar, sobre anciano y la anciano que conservaron para su hijo los granos de trigo en un saquito de cuero...

Hace mucho tiempo, — le dijo el abuelo Ondasin, — y quien sabe es verdad o es mentira... ahora escucha lo que pasó delante de mí y lo vi con mis propios ojos...

En los tiempos de guerra Ondasin trabajaba como vigilante en una bodega de madera, en las minas de Karagan. El subordinado era igual de viejo como él, procedente de Sariarka. Y allí en un aul vivía su viejecita. De vez en cuando ella lo visitaba, le traía al viejo — que carne o harina. Él era una persona bondadosa todo lo compartía. Sólo, hizo notar Ondasin, el viejo guardaba un bolsito pequeño y que es lo que había en ese bolsito— nadie lo sabía, el viejo lo guardaba como un secreto. Y nunca le quitaba la vista.

Y resulta que un día le llego la viejo «Kara kagaz» — «la carta negra»: que su hijo había muerto en el frente de guerra. Desde ese entonces el anciano presintió que le quedaba poco de vivir. Cuando vino su viejita a visitarlo, delante de Ondasin, le dio aquel bolsito secreto. «En primavera, — le dijo, — lo siembras tu misma o se lo das a una buena persona». Después le dijo a Ondasin:

— En Tokraun tenemos dos tipos de trigo. Uno, el que nace en los terrenos que se inundan cerca del río, es un grano grade y blanco, se le llama «tokraunnin ak bidayi» — «el trigo blanco de Tokraun». El otro tipo nace en las mesetas. Las dimensiones de sus granos son menores que la del primero, el que nace en la tierra que se inunda, pero es capaz de soportar la sequedad. Pero nuestra región se dedica por lo general a la ganadería, se le ha dado poca atención a la siembra de granos y no se le dio atención a la conservación de los tipos de granos. Ahora este tipo de grano casi ha desaparecido en estos lugares. Antes de la guerra yo era el único que sembraba este grano en la meseta, toda la cosecha la entregaba a la fábrica de pan. Cuando me trasladé a Kara, le dejé el ultimó saco de trigo a mi mujer, ella lo paso por el molino y obtuvo harina. Y en el saquito que yo siempre llevaba consigo, — es todo lo que quedaba de ese trigo blanco de Torean, que nunca tuvo miedo de ninguna sequedad...

No fue en vano que el anciano esperaba su muerte. En primavera vino su mujer, pero él ya había muerto. Y ella también estaba por morirse, con costo llegó al tumba de su marido, se lamentó, lloró y después regresó a donde Onda sin. Él le dio a la anciana todas las prendas que quedaron de su marido y le preguntó que ella había hecho con los granos. La anciana le dijo que fue a la ciudad por consejo de especialistas y que le dio el bolsito con los granos a un jefe muy importante. Ella dijo que se llamaba Alshimbek...

Cuando Jasen supo cuál era el nuevo tipo de trigo que iba a sembrar Aydungaliev en la parcela experimental de la cooperativa, el recordó la historia que le hizo su abuelo. Según todos los parámetros este se trataba del mismo trigo blanco de Trounskyi... pero a como se dice, hace años que partió hacia otros mundos el viejo que llevaba un puñado de trigo en un pequeño bolsito y al vieja y el abuelo Ondasin, — ¿A quién le puedes comprobar algo?.. Además, el asunto en fin de cuentas, no era la gloria y notoriedad que le trajo el grano a Alshimbek, sino la aparición de un trigo necesario para todas las regiones secas de Kazajstán. Eso era lo importante, pensó Jasen.

Ahora que conversaba con Herbert, él también quería levantar el polvo. Había otro motivo por qué no quería hacerlo: que Herbert no piense, que su objetivo era — ensuciar la imagen del profesor, culparlo de otro pecado... si ella lo escucha pues que sea de otra persona y no de la boca de Jasen...

Él se quedó callado.

Bueno de lo que ahora había escuchado sobre el profesor, Meruert, ella estaba confundida, sentada cerca de Jasen. Y cuando, al fin, ella pudo entender sus pensamientos le dieron ganas de decirle muchas cosas a Jasen...

Pero recordando las palabras santas de Alshimbek, ella de repente sintió una repulsión hacia todo lo que le dijo Alshimbek, no importando lo sincera que eran, lo bonito que habían sonado...

Ella simplemente le cogió la mano, lo apretó metió sus dedos entre los suyos y por mucho tiempo no lo soltó...

para Jasen esto significaba más que miles palabras…

2

¿Mientras tanto que pasaba con Alshimbek?.. ¿Cómo él se sentía después de la reunión que inesperadamente se convirtió para él en un escándalo? ¿Qué él sentía viendo que Meruert se alejaba cada vez más de él?...

¿Acaso no le estamos dando demasiado espacio a él en esta historia? ¿Qué, no es posible encontrar en este sovjós Altin aray gente más interesante y digna? ¿Por qué en cada capítulo tenemos que estar hablando del profesor Aydungaliev? La desagracia es que: sucede que a veces en la vida, lo que pareciera ser para una persona insignificante, los factores lo convierten en una cosa muy significativa y es aquí cuando tenemos que esperar hasta algún tiempo como se desarrollen los acontecimientos, que tú no tienes tiempo de soportar...

En lo que respecta a los campos experimentases el profesor Aydungaliev estaba contento con los resultados. Los retoños del nuevo tipo de trigo salieron perfectos, los jóvenes tallos soportaron la sequedad y la falta de la humedad en la tierra, incluso la tormenta de polvo no les afecto y se mantuvieron: la parcela experimental estaba en la empinada de la loma, lo que la defendía del viento. Y aquí tuvo suerte el profesor.

¿Y con Meruert?.. Es posible que Alshimbek se había esperanzado en una victoria fácil. Sin embargo, ¿A quién le gustan las victorias fáciles? Sobre todo sobre las mujeres ?.. Hay que aguantar un poco, terquedad, un poco de picardía, de permiso incluso en estos juegos... ¿por qué no se le podía demostrar a esta malcriada chica que el profesor podría dedicarse a otros relajamientos? ¿Qué ese pueden encontrar otras mujeres que sean capaces de valorar lo que ella tanto se protegía indulgentemente?

De esa manera pensaba sobre Meruert, cuando se imaginaba el profesor, su relación con Glasha. Sin embargo esto no era lo único en lo que estaba pensando hacer Alshimbek. ¿O acaso él no se consideraba un verdadero hombre en el florecer de su fuerza?... ¿y los “momentos bellos y fugaces” de los que está hecha la vida? Acaso Glasha — joven, tetona, fresca, sangre y leche, como suelen decir, — ¿no se puede considerar un candidato para ser uno de esos “momentos bellos y fugaces”?..

¿Pero qué dice la misma Glasha?.. Que va — Glasha... para ella Alshimbek era un hombre de otros mundos, desconocidos y no vistos por el hombre, lejanos y atractivos... Científico de la ciudad, profesor, famoso... en esa fiesta del primero de mayo, ella, todavía no podía creer, como él no le quitaba los ojos de encima, como trataba de servirle, darle atención... esto la hacía estremecer y avergonzarse. Pero quién era ella en comparación con él, al final de cuentas una simple ordeñadora. Después él la acompañó que interesante era escucharlo. Estando en casa ella no podía dormir, se daba vueltas en su cama y esperaba, esperaba una nueva cita.

La salvaje de Glasha tenía de todo — manera delicada, cortesía tierna, modales urbanos y la guapería experimentada del profesor...

¿Qué él era dos veces mayor que ella?.. ¿Y que con eso?.. Significa que hay algo en ella, Grasa, por lo que él la escogió entre las otras. Una persona madura, un hombre fuerte, no cualquier joven, dispuesto a lanzarse ante las faldas de cualquier mujer...

Y si agregamos que él era insistente e insaciable... ella se entregó, se dio por vencida. Primera vez que su cuerpo se despertaba y primera vez en su vida que Glasha se sentía mujer por completo. El amor había tocado su puerta, inesperadamente, sin planearlo, la cabeza le daba vueltas. Los días se hacían desesperados, esperando la llegada de la noche, las noches — eran rápidas, noches de verano — la lucha incansable por la felicidad, por la felicidad a prueba.

Una vez ella le contó a Alshimbek sobre su casamiento frustrado.

— en aquel entonces ella estaba recién llegada a la tierra virgen, del norte cerca de Arjanguelsk, muy joven y un poco tontuela. Su marido lo habían mandado del instituto a nuestro sovjós. Pulcro, ordenado, si venía la club — el polvo de las bancas lo limpiaba con su periódico... nosotros en ese tiempo no habíamos construido la casa cultural, las bancas que habían en el club eras sencillas, pintadas con alquitrán. Y en uno de esos momentos yo lo miré. Estaba sentado leyendo un libro, de momento no apagaran la luz. No se parecía a ninguno de nuestros chicos — un fenómeno. Todas las chicas se reían de él otras se burlaban. A me gustaba que él era callado que leía libros grandísimos y de él no salían malas palabras...

Y es así que nos casamos y llegó el tiempo de construir nuestra casa, como toda persona normal y con todo lo necesario. Y él me dice: «eso no viene conmigo, yo por natura — soy romántico». Y por las noches y hasta por el día él leyendo libros.

Como resultado teníamos que todo lo que decían los libros estaba correcto y lo de la vida real — todo estaba incorrecto. Yo le decía: «todos tus libros son nada más que basura y chatarras y de ellos no vale la pena sacar desgracias y penurias». Y él me contestaba: «tú no compres nada mejor ni hables»... Y se apasiona, hablsa de la conciencia y de la verdad…

Poco es lo que pudimos compartir, incluso no lo pude terminar de conocerlo. Pero era en balde decir no quiero, él era una persona honesta, todo lo que hacía no era para él, lo hacía para los demás. ¿Sólo que agrónomo podía recibirse de él? Aquí había que apretar del cuello, golpear la mesa con el puño, pero él — ¿cómo? Sin fuerza, sin carácter. Si hablamos justamente, él mejor que dictará lecciones, elaborará libros para las bibliotecas, ese es su verdadero lugar. Kazibay lo recordó en la reunión — Mateev, no tuvo tiempo de tomar ninguna medida para la siembra, fue despido al momento. Si el no dijo que Matveev también hablo de la tormenta de negra, de que a la tierra había que quererla, que había que resembrarla de hierba, y a partir de entonces comenzaron los conflictos con el director — de la región, de la provincia. Discutieron una vez, la segunda — no sé si es que perdió confianza en sí mismo o demostrar su punto de vista, o valentía... lo que pasa es que cuando la persona siente la debilidad del oponente después no lo dejan tranquilo. Él estaba muy preocupado, estaba todo negro, incluso dejo de leer los libros. «No te lo digo, no es por mi culpa, está claro »... y se fue a la ciudad. En la despedida me dijo: « para mi basta, yo estoy curado del romanticismo...»

¿Y tú?.. ¿él no te cogió consigo?

Si me pedía, me trataba de convencer... me escribía cartas... pero yo no quería.

¿Dejaste de quererlo?

Deje de apiadarme. Si amas, hasta el fin del mundo lo sigues. Pero yo no lo amaba, sólo me apiadaba de él. Cuando el decidió irse, a mí se me salió el diablo. vete, pienso si nuestra vida no te conviene... entonces en la ciudad sin problema encontrarás una mujer, junto leerán los libros que quieran, conversaran por la conciencia y la justicia.

¿Quieres decir que has cambiado a tu marido por el ternero?.. ¿y no te aburres?

¿Por el ternero?.. con ellos no te aburres...

Inmediatamente se enrojeció Alshimbek del cuerpo caliente de Glasha.

¿No me digas que hasta el momento no has encontrada a nadie que te quiera?.. ¿pues me imagino que detrás de ti andan muchos lobos?..—celoso preguntó él.

Los machos sobran por todas partes, pero para mí solo necesito un hombre...

Dijo Glasha:

En el sovjós hay un hombre que se llama Kachan, es el director de la granja de cerdos...

Claro, lo conozco...

Él tarta de convencerme. Es un hombre horrible, más cuando él bebe. De él hablan muchas cosas. Dicen que estuvo en la cárcel, y que cuando salió vino directamente a nuestra tierra virgen...

¿tú qué le tienes miedo?..

No es que le tenga miedo pero si se da cuenta de ti — nos destaza.

¿Cómo así — nos destaza?..

Asi de simple coge un cuchillo y te destaza. O bien un hacha y nos corta...

Alshimbek espero que Glasha se riera de su broma. Pero la luna llenaba el cuarto de una luz brillante y él miraba claramente el rostro de Glasha — silenciosa y negativa.

Seguro que ella notó la confusión que obligó a Alshimbek sentarse, descolgar de la cama los calcetines largos.

No temas — se rió ella, — pues él no te cortará a ti, sino a mí... lo verás, cuando te vayas, estará acechándome por allí, en algún lugar...

Es una tontería, pensó Alshimbek, buscando debajo de la cama las zapatillas... en fin de cuentas, tenemos a la milicia...

Glasha de pronto se puso a llorar.

Alshimbek empezó a secar sus lágrimas «me está comprobando, — dijo con alivio se figuró él. — sabemos que cada uno piensa lo que quiere...»

Yo te llevo conmigo, — dijo él. — nosotros nos vamos juntos!.. ¿me escuchas?.. ¡no tienes que temerle a nadie!..

Él se paseaba por el cuarto.

Se dio un crujido en los arbustos detrás de la ventana, al profesor le pareció escuchar algunos pasos... todo por dentro se congeló y los ojos achinados, crueles y turbios de Kachan surgieron de la oscuridad...

Desde la ventana saltó una sombra negra y silenciosa directamente a sus pies... Él gritó, y no tuvo tiempo de reaccionar que se trataba simplemente del gato de la dueña...

3

Pero Glasha no fue en vano que esa noche recordó a Kachan...

Cuando comenzó la conquista de la tierra virgen hacia acá no sólo vinieron entusiastas - consúmales, ansiosos de heroicidad y de hazañas laborales que sabían perfectamente la verdad cruda: el país necesita de pan... se abalanzaban a la llanura de las tierras vírgenes inspirados, como decir, « la fiebre del oro» amantes del rublo y de la vida barata. En final de cuentas muchos de ellos se fueron a vivir a otros lugares y muchos encontraron en estos contornos el camino correcto de su vida. Sin embargo, Ignat Frolovich Kachan fue uno de los que no pertenecía ni a un ni al otro grupo...

Sobre él había rumores extraños, sobre su pasado negro. Se decía que antes su llegada a la tierra virgen, el pasó su condena cerca de Magadan, bastante tiempo... que el cayó en la cárcel después de la guerra, inmiscuido con los Banderas... pero a ciencias ciertas nadie sabe nada. Ignat Ivanovich de du vida privad no cuenta nada también, aunque en la realidad había que contar...

Ya que entonces había que comenzar, no de su relación con la banda de Banderas, donde el mal destino lo había llevado, sino desde muy atrás...

Nació y creció en los picos de Kuvan, allí, donde en tiempos lejanos se habían ubicado en las faldas derechas las tribus kazachi, y en las laderas izquierdas entre ladera Pedrosa se posicionaron unos con otros las chozas de los aules de cherkessi.

El padre de Ignat Frolov Petrovich, era una persona fuerte, con experiencia, Kachan obtuvo su nombre por su cabeza parecida las dimensiones de los repollos. La cabeza y el tronco eran uno solo: no se podía diferenciar — era como un embudo con cuello grueso...

Frol Ivanovich se hizo rico en el periodo de NEP. Cerca del año 1927 su economía creció, como un roble frondoso: tenía varios pares de bueyes de cuernos grandes que había comprado a unos colonos alemanes, acarreadores corpulentos, unos cerdos de razas, un molino de agua, un casa de cinco paredes con techo metálico rojo, y lo más importante —el terreno, 20 diуsitinas, 1,09 ha, de suelo negro al lado del río... En está confortabilidad nació Ignat, sin penas y necesidades. Su padre era una persona muy estricta, rígido, pero para su único descendiente él no era agarrado. Ignat tenía un caballo más rápido de stanitsa, pueblo de los cósacos, y la vestimenta — al nivel de la ciudad. Aunque en ese tiempo Ignat tenía apenas dieciséis años, él ya tenía designado a su novia, de familia poderosa económicamente: Flor Ivanovich no soñaba en juntarse con una cualquiera o con pordiosera...

Pero de repente... como si el cielo se hubiese cubierto de negro comenzó la tormenta negra. Trono y retumbó. Ni los mulos, ni los bueyes resistentes, ni la casa de cinco paredes quedaron. Todos los bienes de Flor Petrovich fueron entregados a la cooperativa, lo único que tuvo lastima de no haber hecho era haberle pegado un balazo en la frente al secretario del partido. Frol Ivanovich fue enviado junto con toda su familia y el resto de sus pertenencias familiares — a los Urales.

En el camino Ignat tuvo la oportunidad de fugarse en un momento fugaz, engañó a la guardia y se fugó. Él nunca más volvió a ver ni a su padre ni a su madre — tomo las medidas pertinentes y no tuvo altercados inesperados. Su vida hasta la fecha la había pasado en constantes peregrinaciones, terror, miedo de quedar estancado en solo punto.

¡Dónde él no se encontrase! A travesando los bosques de el río Kama, acampando y arreando al ganado a través de las llanuras de Astrajanska, pescando en la riveras del mar de Ojosko... cuando él trabajó de peluquero trabajó como peluquero, de cocinero, de jefe de bodega… a él nunca le faltó la comida, no vivía peor que lo demás, y pueda ser que mejor, de rublo en rublo ahorraba «para los días negros»... vivía, pueda ser que muy bien como en un espejismo, que aparecía de repente en momentos de suerte y que él se restregaba los ojos incrédulos de lo que veían... pero el milagro seguía en Ignat Freolovich: la casa con un techo metálico rojo, los bueyes con cachos grandes, unos cerdos rosados como el alba lavada — y los campos de trigo de su padre, repletos de espigas de trigo...

Cuando fue llamado al ejército, en el mismo inicio de la guerra fue hecho prisionero, él pudo ver la amplia Ucrania, servía en los territorios de los Padres de Bandera, todos estas espejismo se apuñaban delante de él. Pero esto ya no era un espejismo para Ignat Frolovich... cuál espejismo, cuando los alemanes pasaron el Don, marchaban por las estepas de Salski y allí, allí los tienes — en Kuban, ¿y si la casa de techos rojos cayera en la manos de los fascistas? Ni quiera dios que estas manos «pusieron el orden», que era lo primordial para Ignat Ivanovich...

¡Sobrevivió, regresó por eso se puede decir que él se sentía una persona feliz! Y aún más que pudo sobrevivir, — cumplió su condena, reaccionó rápidamente y se enlisto para las tierras vírgenes. Aquí se necesitaba una voluntad de acero, Ignat se levantó velozmente. ¡De nuevo tuvo suerte! Él sabía cómo administrar una granja, con cada año que pasaba la granja traía más y más ingresos, y una parte de ellos le entraba a su bolsillo... pero sin esto, el salario del director de la granja era muy bueno, su casa — una taza repleta, producto de la confianza de la dirección, — ¡que pensamientos sobre «los días negros» — aquí no estaban tomados en cuenta! ¡Vive tu vida pero dale a otro vivir!..

Sin embargo, desde hace algún tiempo Ignat Ivanovich andaba decaído y nostálgico... sucedió que cuando llegó a la cooperativa. Resultaba difícil no poner los ojos en ella, una ordeñadora joven, encontrándola en la calle y no detenerse, seguirla con los ojos... pero la cabeza de Ignat Ivanovich estaba impregnada de pensamientos atormentadores, desde aquel momento que su mirada paso por todo la figura de Glashina, por su los cabellos sutiles, ordenados y envueltos en una corona, cuando delante de él sus los ojos risueños, silenciosos color vainillas de Glashina

... Glashina no se podía comparar con una chica gitana mulata, ardiente y alegre, pero Kachan le recordó a aquella novia que le habían designado... y esto lo partió por completo, como un rayo: la vida seguía su curso... ¿Cómo? ¿Cuándo?.. Él no pudo notarlo. El buscaba todo, todas sus felicidades, ahorrando rublos por rublo, construyó su casa, creó su negocio, — ¿Para qué, todo esto entonces?.. Y ahora se aparece ella, Glasha, — pasó de cerca, con una falda de rodillos coloridos — sin voltear su mirada en dirección de él. Trató de detenerla, dile — te cubriré de dinero, te vestiré de terciopelo y de ….., en mi casa — no serás ordeñadora sino mi reina! Se reirá, aceptará, y un viejo conseguirás...

Y ahora toda la vida de Ignat Frolovich se ha secado — y la pasada y la actual. Ahora su casa le parece vacía y fría, su mujer super paciente, que obedece cada palabra de él, la gente a las que él está acostumbrado a arrodillarse a seguirlos a donde ellos quieran, — todo y todas esas cosas ahora eran para él ajenas, odiosas. Kachan ahora envidiaba a todos, solo — los jóvenes tienen todo por delante, segundo — porque no alegrarse de la generación creciente, tercero — solo una persona es infeliz en la vida es Kachan que va valientemente con el alma hinchada por estos caminos de la vida…

Antes Ignat Frolovich bebía raramente, solo en días de fiestas, pero ahora bebe terriblemente tratando de olvidar las penas y apaciguar el peso de sus tormentos. Él podía ser peligroso y temerario cuando estaba ebrio...

Una vez, después de que Glasha ya se había separado de su «romántico», Kachan la siguió hasta un lugar desierto. Ella se le soltó de la mano y huyó. La segunda vez fue cuando se atrevió a abrir su alma, pero mirando a sus grandes ojos negros a él, ella se volteó y no quiso ni escucharlo. Él comenzó a seguir. Ante la gente Glasha trataba de asustarlo en caso fuera necesario de la presencia de la mujer de Kachan, esto lo sacaba de quicio en particular. Una vez él la amenazó con un cuchillo diciéndole que si la miraba con otro la partiría, por los ojos vidriosos y furiosos, Glasha comprendió que él estaba hablando en serio...

No podía haber secretos en la aldea... si una gallina duerme en el corral ajeno — al día siguiente y toda la calle lo sabe. Como una ve llegó a los oídos de Kachan que Glasha no dormía en casa. Lo primero que se le vino a la cabeza fue el director de la cooperativa. ¿Pero cómo puede ser verdad esto?.. si esa noche que Glasha pasó la noche con Alshimbek, Ignat Frolovich toda la noche posteó delante de la ventana de Glasha, esperando que se apagará la luz y el inmediatamente vería en qué dirección va ella. Pero la luz pasó encendida hasta la mañana siguiente. Solamente al amanecer cuando rechinó la puerta del portal y se cerró silenciosamente y al minuto se apagó la luz Kachan comprendió que Glasha lo había engañado, lo envolvió como un bebe, regresó a casa y entró por la puertilla del patio trasero...

Él quería romper la ventana e introducirse al cuarto, pegarle y golpearla hasta dejarla casi sin vida. ¿Pero qué pasaría si en verdad en todo esto está inmiscuido Kazibay?.. Ignat Frolovich podía hacer de todo pero nunca anteponerse en el camino del jefe.

Cuando el regresó a casa, todo irritado. Posiblemente, se desquitaría toda su ira en su fiel mujer. Aún más cuando con sus manos, confirmó que la puerta de entrada estaba abierta y que una bota la sostenía levemente... Él se lanzó al dormitorio. Pero la cama estaba bien ordenada, el cuarto estaba vacío...

Pero Ignat Frolovich miró una nota en la mesa de noche:

«Ya no me quedan más fuerzas para seguir viviendo contigo. Adiós».

No la pensó bien, pensó él. Incluso no la firmó... pero bien así es mejor.

Pero aquí tuvo un arrebato de intranquilidad. Él saltó y se dirigió de nuevo al dormitorio y cogió el hacha. Allí el con el hacha el tablón de la repisa y lo volteó. No todo está en orden, el dispositivo de su contención estaba en control total... Kachan puso la tabla en su lugar y arreglo todo, golpeo la cabeza de un clavo salido con el hacha.

En la casa hacía un silencio total. Sólo un ratón roía algo debajo del suelo, cavaba una cueva.

De repente Kachan le entrarón ganas — no de gritar, ni de soltar un llanto que le oprimía el corazón, sino — soltar un gemido largo, salido del interior, como los lobos aúllan en invierno seco en la llanura...

CAPITULO VIII

1

Por la mañana Meruert se había encontrado dos veces con Sultan Bekov.

La primera vez fue cuando se levantó temprano para ver el pasto en las riveras del río Esil, donde, según las palabras de su padre, se podía pasear al ganado y los rebaños hasta el final del otoño. En las afueras de la aldea se le cruzo un corredor que llevaba una camiseta blanca y unos pantalones deportivos azules. Él corría en dirección de la llanura — seguro, con pasos flexibles, con el pecho por delante, flexionando los codos y concentrado en el camino por delante. Según su apariencia, parecía que estaba dispuesto a recorrer unos cien kilómetros sin receso. Seguro que lo lograría — por lo que fuera, sólo si no se encontrara algo en el camino que se lo impidiera...

Meruert notó para ella que este deportista tenía una cara llena de energía, pelos negros y sueltos, una nariz encorvada, los músculos que sobresaltaba debajo de la piel, cubierta por un bronceado rojizo. Él tendría como veintisiete o veintiocho años. Seguro que él está haciendo ejercicios simplemente, pensó Meruert.

Ayer ella escuchó que al sovjós vino un representante de la región. Un instructor o un especialista, no se sabe — ella no lo recordaba. Se acuerda sólo de que él se llama Sultan Bekov y que antes había sido estudiante de Aydungaliev, unos de los preferidos del profesor. Esto explicaba porque él se había hospedado en la casa donde vivía Alshimbek.

En el camino de regreso ella, realmente que los encontró a ambos. Ellos iban por la calle y discutían sobre algo, — los eran altos, de buenas postura, y sin poner atención a la diferencia de edad que había entre ellos, ellos se parecían bastante el uno al otros. Meruert recordó también otra casualidad. Decían que dos años atrás, precisamente Sultan Bekov, destituyó a Matbeev el marido de Glasha; y un tiempo después a Nurzhanov... A Meruert le empezó a recorrer una alarma por el alma. Ella quería doblar por la esquina, pero el profesor ya la había notado y fue a su encuentro con su invitado.

Él los presentó. Sultan Bekov miraba muy interesado en Meruert. Ella se sonrojó, se avergonzó. A ella le molestó esa mirada descarada; además que la belleza admirable de la chica, penetró en él con una naturalidad muy clara que le despertó su carácter irresistible... Meruert les dijo que estaba ocupada y que tenía prisa para llegar a la granja, se disculpó con ellos un poco fría.

Había que decirle a Jasen, advertirle... ¿Pero sobre qué? En efecto que era una tontería compartir con él, unos pensamientos imprecisos — él como es un hombre no le entendería…

La segunda vez, que tuvo que encontrarse con el invitado fue en el despacho de Tleukabakov, por la noche. El encuentro no fue solo con ella...

Cuando Jasen fue invitado al despacho del director, donde lo estaba esperando Sultan Bekov, esto no preocupó al joven agrónomo. Al contrario, Jasen estaba contento de que especialmente de la región había venido a hablar con él un dirigente del departamento de economía agrícola. Él pensaba que encontrarían algo en común y que los asuntos marcharían entre rieles. Jasen se había preparado psicológicamente con optimismo, más aún cuando sabía que Sultan Bekov pertenecía al misma generación suya, con un poco diferencia de edad, pero no era la edad lo que importaba... sino que los puntos de vistas sobre la vida y hacia el trabajo deben ser casi iguales entre ellos. No será con Tleukabakov ahora con quién tendrá que acordar... además, Jasen ya conocía a Bekov. Durante el encuentro de los diplomados se hablaba de él como el orgullo entre los diplomados del instituto, como el alcance más grandes de los profesores. Era verdad, él había hecho un buen camino hacia la ciencia, pues él — de tiempo en tiempo — la dejaba y se dedicaba a la práctica. Pero ahora el país estaba necesitando del gran pan — la tarea primordial. Él, Sultan Bekov, la tomo tan a pecho que dejó el doctorado, dejó Alma-Ata y se fue a donde la mandará el deber ciudadano...

Eso hablaba el orador de Sultan Bekov, que estaba sentado en el presídium, erguido, elegante, en un traje negro y pulcro, y que inclinaba su cabeza cuando a él se dirigían los de la tribuna...

Para Jasen ahora, todo eso le era lo más natural que Sultan Bekov se haya lanzado a la ayuda de su joven colega que estaba pasando algunas dificultades en su cooperativa.

Aunque al momento de entrar al despacho Jasen sintió un leve alarma al ver que sólo estaban presente Ugriumov, Teukabakov, el mismo ilustre, Aydungaliev, pero nadie los activistas de la cooperativa —no los jefes de brigada, ni los maquinistas, ni los jefes de granjas, ¿Por qué? Si siempre en tales ocasiones ellos eran invitados... en la esquina, entre el armario y la caja fuerte pintada de un café oscuro, estaba sentada Meruert — como que no estaba, cansada. ¿Qué pasaba con ella?.. Le pareció extraño también y Sultan Bekov, sentado en el sillón del director... en general aquí todo estaba extraño. Él invitado... estaba sentado de una manera como dando a entender que el no creía que esa debería la silla y la mesa designada para él — no eran para él, que ele estaba acostumbrado a otras mesa y a otras sillas... aunque en este tiempo no se le podría de criticar de nada — en su cara no había ninguna expresión que Jasen le causará a tener cuidado. Claro que todo esto hizo que Jasen se tensionara, se sintiera incómodo y prevenido.

Bekov se lanzó a saludar al joven agrónomo, le indico un asiento donde se debería sentar, de frente a una mesa larga.

— ya nos hemos conocido con usted a distancia, — dijo Bekov con una frialdad casi notable. — asi que no vamos a perder tiempo en balde. Más aun cuando tengo que pasar por a otro dos cooperativas vecinas...— Él miró a Meruert fugazmente, y me disculpo por mi tono grave ante la presencia de esta preciosa chica... — Cuénteme, Atimtay.

Jasen estaba esperando otro tipo de recepción... pero de todos modos no se habían reunido a comer carne asada sino a hablar de asuntos... Él recordó las palabras que le dijo su abuelo una vez: « si tienes que demostrar lo tuyo, no pienses en cómo va a reaccionar el oyente. La verdad está en tu discurso y el mismo va a defenderse, sólo trata de exponerlo de forma clara y simple».

Así comenzó Jasen. Él habló sin prisas, concreto, apoyándose en cifras, en las condiciones atmosféricas, en el estado de la tierra, él hizo una enmarcación particular en las actividades planeadas por la cooperativa. Nadie lo interrumpió. Y poco a poco Jasen se introdujo...

El agrónomo Sultán Bekov lo escuchaba atentamente, le sonreía cortésmente, con una sonrisa aburrida, como diciendo que sobre esto ya lo sabía todo y que cada palabra dicha por jasen le eran conocida de antemano. Pero nada comprendes, esa era su obligación, su trabajo — estaba obligado a escuchar al otro. Asi debía de ser...

Jasen sólo lo interrumpiera — cuando él estaba contando sobre que en lugar de trigo, sembraron dos hectáreas centeno, en calidad de experimento, cerca de la tierra inundada Amarrilla y que el resultado había sido satisfactorio...

En este momento Sultan Bekov detuvo a Jasen, haciendo gestos claros con sus manos.

- Lo sé, lo sé muy bien yo estuve en esas parcelas... pero en lo que tengo conocido a usted se le propuso sembrar cincuenta hectáreas y no dos. Asi que usted en vez de difundir sus alcances, ha dejado de abastecer de trigo al estado en una suma considerable. ¿Y qué es lo que tenemos?...— Él apretó el bolígrafo de colores y empezó a calcular rápidamente en block de notas. — se recibe que si cogemos ciento cincuentas pudos por hectárea... aproximadamente tenemos un déficit de siete mil pud (40 libras). ¡Esas son las pérdidas que le ha ocasionado a la economía!

Sultan Bekov miró directamente a los ojos parpadeantes de Jasen.

Pero el estado se había planteado sembrar de trigo toda esa área. Ágora nosotros para no arriesgarnos a ciegas, quisimos determinar para que es buena esta tierra...

Escuchen eso. Si usted se ha tomado la iniciativa de impulsar ese proyecto, no hay problema llévelo a su fin y cúmplalo, o nosotros no estamos en contra del implemento de nuevas iniciativas. ¡Pero si estamos en contra de porque cuarenta y ocho hectáreas fueron abandonadas y ahora el estado incurre en pérdidas!..

La tierra no estuvo sin usar. Allí en primavera pastearon nuestras ovejas de edilbaevski. Eso hay que tenerlo en cuenta...

Nosotros lo hemos considerado. Lo único que eso no es su iniciativa...— Sultan Bekov le sonrió a Meruert. — nosotros conversaremos particularmente ese asunto. Posiblemente convoquemos a uno de sus trabajadores al centro regional para compartir esta novedad inteligente... pero ahora estamos tratando sobre el trigo. — dió a entender rígidamente que este tema estaba descartado. — continúe.

Jasen regresó al conversación en la parte que lo habían interrumpido. Por lo visto, Sultan Bekov notaba como Meruert difícilmente decepcionaba cada palabra dicha por el joven agrónomo y pensó totalmente acabarlo con sus reproches. Sin embargo, Jasen sin ninguna incomodidad, al contrario, con más entusiasmo continuaba exponiendo sobre el sistema de medidas agro técnicas que había pensado junto con Ugriumov.

No hay que esperanzarse en los resultados actuales, — termino diciendo él. — considerando las condiciones del lugar, hemos escogido un complejo de innovaciones que necesitan de tiempo, trabajo y esfuerzos necesarios. Pero que su efectividad se podrá comprobar en los próximos cercanos años.

Con estas palabras él terminó y se sentó.

Bekov se rió:

En el futuro, claro que sí, nos interesa a todos. Los planes a largo plazo, las perspectivas y las predicciones — todo eso es maravilloso... sin embargo el país necesita de pan hoy y no mañana. ¿Usted cumplirá el plan de abastecimiento de este año?

Usted ha visto el estado en que se encuentran nuestros campos, es casi imposible que podamos cumplir con el plan anticipado que nos mandó la región. Lo único que le puedo asegurar con firmeza... — Jasen miró fijamente a los ojos de Bekov, — es que recogeremos la cosecha hasta el último grano.

¡Para nosotros es poco tales promesas!

Jasen ya estaba por explotar, pero se contuvo.

¿Usted necesita de promesas o de pan?..

Pan es lo que necesitamos camarada agrónomo principal. ¡Me parece que usted hasta ahora no lo ha comprendido!..

El bolígrafo automático Bekov lanzó contra la mesa el bolígrafo automático, este rodó y se calló al suelo y dando un golpe metalario seco. Nadie se inclinó a recogerlo.

Un silencio tenso reinaba en el despacho. Meruert tenía miedo de dirigir la mirada a Jasen. Ella estaba segura que no todo se había terminado...

Todos estaban callados, esperando que dice la jefatura de la región. Bekov seguía alargando su silencio como para tensar la atmosfera con su silencio alarmante.

Usted no tiene suerte con los agrónomos, — dijo dirigiéndose por fin a Tleukabakov. — uno hablaba demasiado, el otro hacía lo que quería y el tercero...

Hizo un gesto de indiferencia con sus manos:

Si a la cooperativa se enviaran especialistas con experiencias en vez de gente aislada de la vida, Está claro que los primeros culpables somos nosotros, los de la dirección económica de la región... pero yo pienso que no es tarde de enmendar nuestro error...

Él dirigió su mirada a su alrededor, como buscando apoyo a sus palabras, pero se topó con la mirada aguda de Meruert.

Entiendo, — dijo bajando el tono y continuó, — para aquellos que recientemente han dejado los auditorios universitarios, tienen una especie de cualidad alta de contención... pero a veces ella les molesta para poder diferenciar entre el sueño y la realidad existente, y esto es error que los echa a perder en su vida laboral...

Él terminó así de resuelto como comenzó:

— Yo considero que al camarada Atimtay es necesario liberarlo de su puesto de agrónomo principal. Nosotros lo vamos a transferir en verano a un proyecto experimental que se abrirá en una de nuestras regiones de nuestra provincia.

De nuevo reinó el silencio.

Parecía como que si a Jasen no hubiera llegado lo dicho, él estaba sentado inmuto, apretando los puños en sus piernas, como si se estuviera preparando para la primera arremetida.

El primer en interrumpir el silencio general fue Ugriumov:

Yo o no escuché bien o no comprendí lo que usted ha dicho a Jasen Atimtay...

Yo le repito: el camarada Atimtay debe ser destituido de su puesto de trabajo en la cooperativa.

¿por qué?

Por incomprensión a sus tareas principales.

¿Cuáles deben ser la tareas de un agrónomo, más la lucha por la tierra y la siembra?..

¿Acaso el cumplimiento de la norma de siembra, no es su trabajo?

Permítame, permítame... — la voz de Ugriumov, sonó como un metal. — hablar de que hemos estropeado la entrega de pan es demasiado temprano, aunque nuestras posibilidades en este año a cómo ha podido usted mismo constatar son muy limitadas. Sin embargo en lo que respecta al abastecimiento de trigo no es un asunto que solo compete al agrónomo principal, sino a todos: a toda la dirección de la cooperativa, incluyendo al director y al organizador del partido. Y hay que agregar la verdadera causa...

Sí, sí, ¿En que se basa la causa principal?..

¿Por qué usted concretamente la quiere obviar?.. Yo hablo de la erosión de viento. ¿Quién es culpable de eso, de que ella se haya abalanzado sobre nuestros campos?.. ¡hay que meditar seriamente en esto, camarada Bekov! Pero ahora la cosa se trata de Atimtayev, quien del todo no tiene culpa. ¡A propósito por su iniciativa es que estamos empezando a luchar contra esta calamidad!..

¿usted ha terminado?

Sí, es todo de momento.

Bueno ahora yo le explicaré porque el camarada Atimtyayev se ha ganado su destitución, — Bekov sabía, a quien tenía en cuenta Ugriumov con su pregunta « ¿quién era el culpable?», sin embargo se hizo el disimulado, que no comprendió eso. En su voz llana se escuchó a un hombre superior, que comprendía su propio carácter, sin escrúpulos. — Asi que... una de las causas se basa en lo que pasó en su cooperativa, una primavera temprana. Un agrónomo experimentado debía tomar poco a poco medidas para contener la humedad aunque sea para abastecer en los primeros momentos los retoños, ¡dígame, por favor! ¿que hizo Atimtay? Casi nada.

Desde el punto de vista de un especialista, esto no es un error sino casi un delito. Continuamos, Atimtay utilizó el arado de verterá en la parcela de Aksenguin, y posiblemente allí habrá buena cosecha. ¿Por qué entonces no se utilizó está metodología aconsejada por nosotros, en otras parcelas? Incluyendo la parcela de Karasor, ¿dónde la cosecha se echó a perder totalmente? ¿Faltó técnica? Había de haber dado una señal a la provincia. Sin embargo eso no es todo. Yo con calma he escuchado a Atimtayev, cuando él hablaba de las medidas agro técnicas que el aplicó. Escuche con atención y paciencia. Pero en ningún momento no escuche de él ninguna palabra sobre el concepto de cosecha, sobre la introducción de nuevos tipos de trigo. Y tomando en cuenta en que en ese tiempo en su cooperativa se impulsó un proyecto experimental de trigo resistente a la sequedad, creado por el profesor Aydungaliev! ¿Cómo explicar este extraño silencio? A mí, en lo particular, me es incomprensible...

¿Y después de todo lo dicho trata de esconder su error con una actividades futuras?.. ¡No señor, en un complejo como el suyo, se necesitan gente con experiencia, con conocimientos de lo que significa el Pan y no soñadores y fantasiosos!

Sultan Bekov, frunciendo sus ojos, observó a Ugriumov: ¿Ahora comprende porque hay que despedir a Atimtay?

A los argumentos, que a usted parecen de peso yo le puedo responder con contrargumentos no menos pesados que los suyos, — se dio a entender Ugriumov. — pero la razón no está en eso...

- ¿En qué?

— Atintaev recién ha comenzado a trabajar. El tiene una mente fresca y un gran alcance. Usted no debe reaccionar tan drástico a sus errores, a sus suposiciones o a sus actuaciones.

Bekov con una sonrisa le respondió a Ugriumov:

Designar y destituir a los agrónomos de cooperativa es mi función — mi derecho. Yo no tengo ninguna responsabilidad ante la organización partidaria. En caso de necesidad me mandarían a otro lugar.

De todas formas, esto no se lo permitiremos, — se rió Ugriumov en su turno.

¿Quiénes son «nosotros»?..— pronunció irónicamente Bekov.

Nosotros — so yo, el organizador del partido, el camarada Tleukabakov, el director, el resto, los trabajadores de la cooperativa. Pienso que en la región estarán en contra de usted. En general a mí me parece que usted ha olvidado que los tiempos cuando se resolvían los asuntos sin considerar la opinión partidaria, ya pasaron. Sus roles han sido restablecidos, y tratar de no comprender esto...—Ugriumov encogió los hombros apenado.

Yo estoy al tanto de esto, mejor que usted...

Bekov se volvió hacia y sin decir nada espero que iba a decir él.

Yo estoy de acuerdo con el camarada Ugriumov, — respondió Kazibay con franqueza habitual. — porque culpar a Jasen de todos los pecados, Cuándo el que debe responder en primer lugar por todo, soy yo. Y además él trabaja en nuestra cooperativa como dicen los trescientos sesenta y cinco días al año.

Bekov se enrojeció. Él se enrojeció lentamente — al comienzo empezó a sonrojarse, debajo de su cuello blanquísimo como si su solapa se hubiera encogido como las mangas de las manos; después se empezó a enrojecerse su cuello, sus oídos, su frente — y de repente de aquella persona responsable, de la que había sido designada para resolver el destino de muchas personas, se convirtió ante todos en un joven confundido, que había caído en una trampa de la cual no sabía cómo salir y que inesperadamente lo acosaba.

Su mirada se movía de un lado a otro y al final se depositó en la mirada conservativa y olímpica de Aydungaliev.

Alshimbek entró en ayuda de su pupilo.

No es problema mío inmiscuirme en los asuntos de designación y destitución de los cuadros, — dijo cuidadosamente. — sin embargo como persona interesada en el éxito de su cooperativa, quiere decir que ustedes necesitan una agrónomo más experimentado. Está claro que el camarada Bekov tiene razón de trasladar a Jasen a un proyecto experimental... desde hace tiempo he venido observando el trabajo de Atimtayev como el agrónomo principal y puedo con toda seguridad confirmar: que Jasen tiene amor a la tierra, un deseo de trabajar y otras cualidades valiosas. Que de él se recibiría un buen especialista si pasará su práctica por una escuela experimentada y más aún si esta escuela sea de Economía como la que nombró el camarada Bekov...

Alshimbek se rió abiertamente y dejo ir una mirada lenta a todos los presentes.

Y por esa razón liberar de su responsabilidad a Atimtayev precisamente en este momento sería razonable. Esta asunto se debe analizar en la provincia, tranquilamente, con atención y la participación de todos los implicados, — Yo tengo en cuenta no sólo a Atimtay sino a todo el sovjós... allí tomar una resolución común… Y a las medidas de mis posibilidades prometió a ayudar a todas las partes...

Mientras Aydungaliev, Sultan Bekov tuvo tiempo de volver en sí. De su car desapareció lo sonrojado, el cuello de la camisa otra vez estaba flojo, regreso en su voz la forma punzante de hablar.

- bien, — dijo él, — resolveremos este tema en la dirección. Que se quede en su lugar, — se dirigió a Jasen. — pero prepárese porque usted tendrá que dejar el sovjós. Cuando se tocará su tema, yo le comunicaré. — después él se volteó hacia Meruert: — espero que usted también venga a donde nosotros. — Él se rió victorioso. —Su iniciativa de utilizar las tierras de siembra vacías de la coopertaiva para el pasto del rebaño es digna de aclamación y apoyo. Nosotros vamos a recomendar su hazaña para que sean utilizados por otras cooperativas...

Meruert lo cortó de un tajo:

¡Yo no voy!

Bekov lazó las cejas:

¿esto por qué?

Por qué simplemente y o no he introducido ninguna iniciativa. Yo no tengo nada que ver. Simplemente mi padre — es un pastor de edad, el hizo lo que siempre él ha hecho en toda su vida. Si usted quiere un «faro», invítelo a él. Y luego si puede a mi madre. Ellos delante de usted armaran una discusión sobre qué es lo mejor para economía agrícola — el mantenimiento de campo o de corral, lo que podría a algunos a aprender algo nuevo...

Bekov no contradijo nada, y aun cuando se trataba de argumentos tan drásticos procedentes de una chica sencilla y frágil en su parecer...

Pues que se le va a hacer — dijo él, — hay que invitar a vuestros padres... junto con usted, — agregó él, dando a entender que no se estaba negando de aquello.

Bekov se levantó. Todos se levantaron con él. Se despidieron, él le dio la mano a Ugriumov y a Tleukabakov.

Hasta el encuentro en la dirección, — apartando la mano dijo Bekov.

Él no notó a Jasen de igual forma no notó a donde fue a parar su propia auto bolígrafo, que se desplazó por debajo del cajón y sólo se veía un resplandor de su punta metálica muy parecida al final de una bala.

2

No sé como se le pudiera llamar al estado en que se encontraba Jasen… fatal, agobiado…

Las tormentas negras no dejaron en paz este verano. No solo una vez Aterrorizaron a Altin Aray y su campos aledaños, cubiertos de un polvo amarrillento, que formaban bultos completos de polvos y arena, a jasen se le aparecían los rostros malvados de Alshimbek Aydungaliev y Sultan Bekov. Y cuando el viento golpeaba y azotaba a la aldea por la noche a Jasen le parecía que escuchaba sus voces como ellos silbaban, gritaban, se reían, se carcajeaban de él — falso soñador, niño fantaseador...

Pero parece que muy temprano que ellos se consideraron victoriosos ante Jasen, de un solo manotazo — ¡como haces la cuenta y pasas el huesillo en un abacá!..

En la cooperativa había un receso corto.

Comenzó la recolección.

Las preocupaciones de Jasen se aumentaron. Desde la mañana, nadaba en una masa de trabajo, importante, secundaria no importantes, lo que importaba era que no quedasen sin resolverse. Uno se podía perder en esa montaña o ahogarse en ellos, metiendo la cabeza. ¡Desde hace tiempo que Jasen no sentía ese azar maligno y alegre! ¡El trataba de acaparar todo, y ya con el último grano de fuerza y siempre se le recibía — para su sorpresa!

¿Y saben lo que más sorprendía?.. Con costo en el sovjós supieron que la tierra se estaba alimentando, — para que había venido, toda la gente apoyo al agrónomo principal. Jasen sentía en cada paso las palabras sinceras y tacañas de la gente. Ugriumov estaba junto a el codo a codo, seguro, tranquilo. Kazibay Tleuavakov miraba la piel quemada, por los rayos fuertes de la llanura, de Jasen, su cara marchitada y reseca por el viento, en la que solo se miraba el brillar de los dientes y las retinas de los ojos, él se reía porque eso le hacía recordar sus años de juventud...

Parecía que Jasen había hecho un intento sin esperanza alguna. Él se dirigió a Karatau y a Dzhanbul — para solicitar fertilizantes minerales, como parte complemenatria de la rasión pobre, que recibía siempre el sovjós.

En la dirección lo escucharon con mucha lastima, sin embargo aceptaron darle un pequeño fondo, pero no le prometieron nada en concreto debido a que la capacidad de producción está limitada para los próximos años. Le dijeron que dentro cinco-seis años el país será demasiado abastecido de abono, de momento... pero Jasen no podía darse el lujo de esperar cinco año o seis. Por consejo de su padre él fue al partido comunista, al comité de konsomolets, intervino en reuniones organizadas con urgencias. No era Sultan Bekov, sino un simple joven, igual como él, Jasen contaba sobre como las tormentas negras habían arrasado las cosechas, las desgracia, que obligaron a tomar medidas inmediatas para la salvación de la tierra... ¿Y que era esto — un discurso?.. ¿Una ponencia sobre la «erosión del viento»?.. ¿O un llamado de ayuda, que salió de lo más adentro de su corazón?.. Entre los mineros no había ningún especialista de economía agrícola, pero a Jasen, le comprendieron y le creyeron todo los él dijo.

Dentro de una semana llegaron un telegrama a Altin aray. En él se comunicaba, en que día y cuantas toneladas de abonos minerales serán enviados a la cooperativa afectada por la erosión. «Tomando en cuenta el plan emergente de producción...» después iba el listado de la brigada juvenil. Este listado ocupaba más espacio que todo el mismo texto.

Ahora se podría hacer un cálculo que la cosecha aumentaría en las parcelas de siembra dos o tres centenas más por hectárea. Esto a su vez permitía aplicar la rotación de cultivos en las parcelas complementarias con hierbas milenarias... Incluso Tleukabakov comenzó a darse por vencido, a acceder un poco ante los argumentos razonables de Fedor Ivanovich y la presión constante de Jasen.

Además una parte de los fertilizantes se propuso para utilizarlos en los rompe vientos, en otoño.

Y aquí quedo claro cuál era la piedra que le hacía falta a Jasen para construir el castillo porque él tanto se esforzaba. Los rompe vientos... en primer lugar, ¿De dónde y cómo adquirir la cantidad necesaria de plántulas?.. En segundo lugar, ¿Dónde encontrar las personas que se entienden en este tema?.. En tercer lugar, ¿Qué sabía Jasen de reproducción?.. En el instituto él había pasado un curso de siembra en condiciones de la existencia de rompe vientos, pero la información fue demasiada limitada en lo general, y no era podría ser aplicada en tales casos.

Solamente ahora Jasen podía sentir lo difícil y turbio que reprsentaba todo esto. ¡La cosa era que Alshimbek realmente tenía la razón en sus advertencias mordaces (¿Se imaginan ustedes que monstros quieren despertar?..»), sólo pensar en ello y ¡Jasen estaba dispuesto a no dormir, sacar del fondo de la tierra las plántulas, convencer, demostrar, encontrar a las personas adecuadas!..

Sucedía que hasta muy tarde de la madrugada él buscaba información en los manuales de siembra de bosques. Para su felicidad, de Jasen apareció una ayuda inesperada — Guvanov, una persona con conocimientos variados y profundos. Se supo que estando todavía en su tierra natal, en Pobolzhia, Porfiriy Mijaylovich tomó parte en el sembrado de rompe vientos. Ahora ellos, todas las noches conversaban sobre todos los detalles que conllevaban para el sembrado de rompe vientos, las dimensiones de las plántulas, ahora ellos hablaban de las dimensiones y forma que debían tener los hoyos, la nutrición de las plántulas, como conservar los arboles débiles y defenderlos de los enemigos externos — de las enredaderas, una mata capaz de extender su raíces salvajes por un territorio considerable extrayendo el jugo vegetal de los árboles y de la tierra hasta una profundidad de 5 metros... Jasen cogió la propuesta de Guvanov — organizó un circulo de estudio para los habitantes de la cooperativa «instrucción para la creación y mantenimiento de los bosques». Al mando de Porfiriy Mijaylovich, el circulo de estudio se realizaba en el palacio de la cultura para los niños y para los adultos, para alumnos se realizaba en la escuela. Él lo llevaba la maestra de biología Valentina Sergeyvna Golikova, la que antes llevaba el curso de huertos del campo. También en algo ayudaban dos aspirantes que habían sido enviados por Alshimbek para el cuido del campo experimental, después de su regreso a Alma-Ata.

Un tiempo más tarde se podía escuchar por todo el sovjós: campos calados», «semicalados», «lineales», «dobles», «de ajedrez»... ¿qué es lo que unía a todos, era la desgracia común o el peligro común?.. Para Altin aray la tormenta negra representaba el peligro común, la gente continuaba siendo indefensa ante ella, a hora sentía un poco de confianza para luchar contra el viejo enemigo.

Al terminar el cursillo, los participantes podrán saber cómo prepararse para el otoño, los materiales que darán vida a la siembra, como se traba la tierra, como se realiza el cultivo para evitar la maleza. Todo esto había aprendido y todo lo que — se necesitaba primeramente para el crecimiento de la mata en condiciones de sequía — un proceso difícil y agobiador, cuyos resultados se mirarán dentro de algunos años...

Sin embrago aprendieron que la tierra les enseñó a la gente a ser pacientes, insistentes y sabios. La tierra le decía que la persona vive y se reproduce no gracias a esos momentos fugaces. La eternidad — es su destino...

A propósito, en estas tres semanas locas Jasen en lo menos pensaba era en la eternidad. Por la tarde, cuando Meruert entró a donde él, él se había quedado en la dirección, preparando unos documentos necesarios para el viaje de mañana al centro de la región. Allá él tenía que ponerse de acuerdo con la dirección de forestal sobre las plántulas y su envío en tiempo y forma a Altin aray.

Él roía en su armario, hojeaba unas carpetas y cuando tocaron a la puerta, respondía sin volverse, a través de su pecho: «Entre». Él supo que era Meruert, por sus pasos casi flotantes, — sus pasos no los podía confundir por nada.

En efecto estaba ella — bronceada, esbelta, en un vestido blanco y corto, ajustado con un cinturón rojo en la cintura. Meruert sostenía en sus manos un libro grueso con una portada gris.

— Buenos tardes, — dijo ella se sonrió sin ninguna malicia, mirando que Jasen la observaba con sorpresa — desde la cabeza hasta las sandalias apretadas con fajillas entrecruzadas. — ¿o es que tú no me reconoces?.. Pues ahora nosotros casi no nos encontramos...

No, lo que pasa es que tan festiva...— murmuró Jasen. Y con celos preguntó: — ¿adónde tú vas?

Yo vengo a donde usted, camarada agrónomo principal, — respondió Meruert dejando entre ver seriedad en sus palabras.

¡A dónde mí?..

Sí, es un asunto imprescindible.

Siéntate, cuéntame... — se preparó Jasen, soltando la carpeta, poniéndole una silla a Meruert y sentándose el mismo enfrente de ella. — ¿qué pasa?..

sucede...— suspiró profundamente Meruert, levantado su mirada hacia el techo, miró al lámpara colgada en un largo cable en el centro del cuarto, — y sin poder contenerse y continuar el juego, soltó una carcajada. — ¡sucede que te quería ver pasara lo pasara!..

Jasen la miró que los ojos, y totalmente dijo “hum” — y también se carcajeó.

Asi pasaron los dos por un minuto uno frente al otro.

Tienes razón, — dijo Jasen, — ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?.. Te has bronceado como una negrita... ¿Cómo van tus asuntos?..

Tú has enflaquecido, como si acarrearas consigo a toda la aldea...— Meruert, observaba a Jasen como si lo viera de un lado, su cara había tomado una expresión de preocupación, como la de una madre o una hermana mayor, — ¿preguntas cómo van mis cosas?.. el pasto, a qué más me puedo dedicar... suerte, que mi padre tiene buen olfato para encontrar los lugares de pasto. Donde hay hierba de pasto cerca de los sauces, donde hay matas silvestres —nada deja pasar... ah y algo más — no hace mucho que he logrado obtener un nuevo asunto...

¿Cual?..

Seguro que has escuchado que estos lugares se criaban manadas de caballos — no cualquiera, sino los originales los makpa kara de brizhansalobska... cuentan que nadie pudo dedicarse a la crianza de caballos y que por estos todas las manadas desaparecieron. ¿Y qué significa la llanura sino hay el galope de caballos y el relincho de los potros?..

¿Y la leche de yegua? ¿La carne de caballo?.. apropósito la compran muchos países, entre ellos los franceses...

correcto... bueno, es por eso, que yo empecé a recolectar información de dos caballos y una yegua que vendía un aul. La tarea no era nada fácil convencer a Kazake ya que las especies costaban mucho dinero, pero gracias a Fedor Ivanovich — juntos quebramos al director...

¿Significa que nosotros tendremos su propia manada?..

¿Estás contento?.. — se iluminó Meruert.

¿Yo?.. claro que sí. ¡Esto es un regalo maravilloso para la cooperativa!

¿Y para ti?..

¡Y para mi tambíen!

Que bien, — dijo Meruert. — este es otro regalo para ti...— le extendió sus manos con el libro que ella sostenía en sus piernas, con el título volteado.

Jasen recibió el libro con incomprensión, leyó la el título de portada «Leonid Leonov. El bosque ruso».

Esto es una regalo para que recuerdes los rompe vientos toda tu vida... — mirando que Jasen todavía no comprendía nada, Meruert misma volteó la primera página.

«en día de tus cumpleaños número 25», — leyó en voz alta Jasen. Por fin Jasen comprendió que es lo que pasaba. Él porqué Meruert hoy estaba vestida de fiesta y por qué ella lo había venido a buscar... ¿Cómo era posible que ella lo supiera y no lo haya olvidado si el mismo no se acordaba?..

Meruert no lo dejo recapacitar cuando le extendió unos telegramas:

¡Ten! unos telegramas... me los dieron en correos, yo los he pedido...

Un telegrama era las felicitaciones de su padre, el segundo de sus amigos de curso.

Pero cuando los leyó Jasen, se entristeció un poco.

Veinticinco años...— contando detalladamente pronuncio él. — veinticinco... dentro de un año — veintiséis...

Y veintisiete, y después veintiocho, y veintinueve, y treinta... — se rió Meruert. — Asi puedes contar hasta cien.

-¿tú estás segura que a los veintiséis yo seguiré siendo el agrónomo principal?..— pronunció Jasen tristemente.

Meruert comprendió que él tenía en cuenta.

¡Ellos no se atreverán, Jasen!..

ella saltó de la silla ahora estaba delante de él, apartó su pequeño puño, toda — alarmada, toda — dispuesta a combatir, no dar la oportunidad a ofender, si fuese necesario — poner su cuerpo como coraza.

¡Ellos no se atreverán, Jasen!..

Ella notó como él se sonreía.

¿No se atreverán?.. personas como Sultan Bekov, son atrevidos... la pregunta es — podrán lógralo.

Él se paseaba por el cuarto y repetía: «la preguntas es — ¡podrán lograrlo!» Con cada vez que pronunciaba estas palabras, cada vez su voz se hacía más fuerte, más severa.

¡La preguntas es — podrán lograrlo!.. — Jasen se detuvo ante Meruert, con sus manos la trajo a su pecho, la miro a su rostro, pálido, asustado, en completa espera.

Asi de simple yo no me entregaré, — dijo Jasen, — ¡veremos quién podrá más!.. — Él continuaba, callaba: — Una vez mi padre me aconsejó: «si llega el momento de no puedo — dirígete directamente a Asilbek Ajmetzhanov...» yole he escrito una carta con todos los detalles. No me ha respondido, pero Ajmetzhanov no es de las personas que no responden...

Tú no pierdas las esperanzas...

Yo creo: que a las tormentas negras les llegara su fin tarde o temprano. Y mejor antes que más tarde.

Quizás esto sea más difícil de que Napoleón conquistara Europa, — pero, yo soy el agrónomo principal, — bromeó Jasen. Después agregó: — de momento...

Detrás de la ventana ya había oscurecido, en el cuarto cada minuto que pasaba se ponía más opaco.

Él abrazó a Meruert, ella no hizo ningún intento de soltarse.

CAPITULO IX

1

El encuentro con el camarada Ajmetzhanov, el cual Jasen esperaba desesperado e impaciente, sucedió en Agosto.

En ese día en alma ata había una tormenta como las que suelen haber en verano, rápidas e intensas. El aguacero había empapado a la ciudad, de pronto salió el sol, lanzando sus rayos sobre las hojas verdes mojadas, el asfalto se había inflamado, un coche respingó por todas partes al pasar por el asfalto negro al pasar un lumbraban, que se cayó hacía la ciudad, se acabó muy pronto, de repente, y en seguida salió el sol, alumbró las pesadas ojas mojadad con unas chispas verdes, brilló en asfalto, saltpo sobre los coches lustrosos. La renovada Alma-Ata, estaba clara como si apenera un poco de su belleza joven y deslumbrante. Solo las aguas turbias del arike y repleto, daban a entender de que había pasado una tormenta...

El camarada Ajmetzhanov recibió a Jasen en su despacho— un cuarto estrecho y largo, con muebles forrados de tafilete verde. La cara de Ajmetzhanov se miraba un poco cansada, sin importar la sonrisa con la que fue a encontrar a Jasen, y el fuerte apretón de manos masculinas. Seguro que trabaja mucho y hasta muy tarde de noche», — pensó Jasen, al ver la columna de libros impresionantes sobre la mesa, que estaba cerca de la lámpara que tenía su pie doblado, debajo de una pantalla de lámpara de color mate.

A ver, hombre, siéntese aquí y cuénteme,— dijo Ajmetzhanov simplemente.— he leído toda su carta, comprendí el motivo, pero mejor quiero escucharle.— Él mostró al huésped una silla que estaba en el centro del despacho, cerca de una mesa igual de larga como el despacho, designada para reuniones y se sentó cerca de él. Entre ellos solo los separaba la esquina.

Antes Jasen había visto la alta figura de Asilbek Ajmetzhanov solamente de largo, cuando paso cerca de la fila de estudiantes, ahora, él lo tenía cerca de él, sin querer se apenó y se avergonzó.

Ajmetzhanov, parece que comprendió en que estado estaba el chico.

A propósito, — dijo él, ayudando a Jasen a vencer la el miedo, — ¿Es su padre el que trabaja en la mina en Karatau?

Jasen afirmó con la cabeza.

Nosotros nos conocemos un poco... es una buena persona, honesto, un comunista con principios. Aunque tiene un carácter muy caliente... — Ajmetzhanov se rió, como si hubiera recordado algo.

Jasen pensó en su padre y de pronto se lo imaginó tan real como si le estuviera aquí, — el tercero — en este despacho...

Mi padre conoce muy bien la situación en que se encuentra nuestro sovjós, y por eso me ´propuso dirigirme a usted... — Él miró directamente a los ojos tranquilos y razonables de Ajmetzhanov, agregó valientemente: — si uno se encuentra en la no puedo...

Ajmetzhanov se rió no por lo divertido sino por lo compasivo:

¿Entonces quieres decir que llegó el tiempo — de no puedo?

llegó, — reconoció pesaroso Jasen.

En adelante... Jasen mismo no notó como se liberó y comenzó a hablar sueltamente. Con cada momento que pasaba el discurso sonaba más libre, seguro, la vergüenza que habái tenido hace unos momentos desapareció. Se contenía sólo en aquellos momentos que recordaba a sus contrincantes. Él no quería adentrarse en pequeñeces, no quería, ensuciarse con sus ofensas y quedar ante los ojos de Ajmetzhanov quejón. Eso es lo que más temía Jasen. Él habló sobre la erosión de vientos, sobre las tormentas negras... sobre lo más primordial — sobre el futuro de la tierra. ¿Qué se podía comparar de este destino del mismo Jasen o del mismo Sultan Bekov?..

Él parece que había dicho todo, lo soltó todo, lo que había pensado, lo he había confirmado y había repetido infinitamente para sí mismo — en el avión, en camino a Alma-Ata, en hotel por la noche, casi hasta al amanecer revolviéndose en la cama, hoy por la mañana, pasando por las calles empapadas por la tormenta... Todo lo dijo, todo lo que quería decir, — casi todo. En la cabeza le daba vuelta solo una pregunta, se presionó la lengua...

continúe, — le permitió Ajmetzhanov. Él escuchaba a Jasen con atención, sin interrumpirle, a jasen le pareció que el con quien lo compara, interpone las palabras. — continúe, — repetía él, al mirar que lo estaba dominando al inseguridad Jasen. — diga todo lo que quiere decir su alma.

Jasen se resolvió.

Una cosa no comprendo, — pronunció el entrecortado, — ¿acaso es posible que los dirigentes de la república no sepan nada de esto?.. ¿supongamos que hoy esto sólo ha sucedido en Altin aray, pero mañana de esa pequeñez puede encontrarse toda la tierra virgen?..

Él espero que la pregunta enojará a Ajmetzhanov o lo ofendiera — aunque el mismo Jasen, no tenía ganas de hacerla — o bien, en resumen, provocar algún inconveniente. Él espero y se preparó, pero en el fondo de su alma él estaba seguro que eso no sucedería. Que Ajmetzhanov, con su inteligencia y mirada profunda, con su don de escuchar hasta el final, comprenderá correctamente todo.

Él no se había equivocado.

Viendo a la cara de Ajmetzhanov estaba claro que la pregunta de Jasen le había gustado — “la pregunta y el mismo Jasen”. Ahora él miraba a su interlocutor con más interés y la sonrisa en sus labios la había provocado la pregunta — sino la forma impulsiva juvenil en como Jasen la había hecho.

Parece que usted tiene el carácter de su padre...— dijo él, señalando carácter ardiente de Jasen, aunque pueda ser y no solo en él.

Ajmetzhanov calló un momento, miró a través de la ventana, por la cual se miraba la hierba verde y la fresca del paisaje y perfectamente se veían las lianas quebradas de los picos blancos cubiertos de nieve.

¿Usted piensa que nosotros no sabemos lo que pasa en los lugares? ¿Qué estamos con las manos cruzadas?.. ¿usted acaso no conoce de las disposiciones que se tomaron hace dos años? En ellas se habla precisamente de la necesidad de luchar la erosión, sobre la implementación de en gran escala de los agro técnica — no solo en la tierra virgen y por todo Kazajstán también...

Jasen refutó inmediatamente:

Las leyes. Una cosa es — decretar, otro es — como se cumple en la visa real... estas son cosas diferentes.

correcto, en cualquier asunto hay que llevar un control. ¿pero al final de cuentas de que depende el resultado final? ¿Acaso no es de las mismas personas, con las que está relacionado problema?.. hay muchos que consideran el camino viejo y curvo es mejor que el plano y recto.— en la vos de Ajmetzhanov se escuchaba un tono de pena,— yo pienso que el mismo Sultan Bekov, seguro, estudio el decreto sobre la lucha contra la erosión — línea por línea. Pero él vive sólo el día presente. Si el verano fue lluvioso, entonces tendremos buenas cosechas — podemos y no pensar sobre las tormentas negras, y erguir su pecho y llamarse héroe de héroes. No hubo suerte en este año, hubo poco humedad en los campos, la sequedad azotó — cual es el problema, el próximo año tendremos suerte. ¿pero si no?.. ¿Qué pasará si do o tres años sucederá lo mismo?.. entonces Sultan Vekov se cogerá de los pelos, recordará sobre el decreto, reconocerá sus errores. ¿Y al tierra? Aunque estos reconocimientos no ayudaran en nada a la tierra. — Ajmetzhanov se entristeció. — tenemos personas que: «de momento no toques el fuego con tus manos, el ardor no lo sientes», — dicen sobre los kazajos. O: «no vas a la ayuda de momento no miras el peligro»...

Entonces ya será tarde...

Por eso es que todos los decretos no los puedes contralar con los órganos de dirección. Los resuelven la gente — que piensa, que tengan iniciativa, capaces de defender sus puntos de vistas no en simples palabras sino con hechos concretos.—Ajmetzhanov se levantó, paseo por el despacho.— hace dos años que tuvieron un otoño difícil en las provincias del norte. La entrega del triigo se vio amenazada por una interrupción. En ese entonces llegó el camarada Brezhniev, Pibachen, cerca de Borobim, se reunió el ejecutivo del partido. La conversación fue responsable, seria... Leonid Ilych dijo su opinión y dio las dirigencias correspondientes... después de este congreso nosotros con el secretario del partido de la región hicimos los cálculos a punta de lápices, confirmamos nuestras reservas, tomamos medidas — para el cumplimiento del plan y para la continuación del desarrollo de economía agrícola en el territorio. ¿Y qué resultados obtuvimos?.. Usted sabe cuánto trigo tenía que dar la provincia de Kokchetabska, cuya norma representaba treinta millones de centena de trigo, ahora ella da cinco veces más de su norma. ¿Pero si no hubiéramos tenido esas personas que saben su trabajo y que no tienen que pesar en sí mismo, cree que nosotros hubiéramos alcanzado tales exitos?.. —Ajmetzhanov se sentó y calló un rato, miró fijamente a Jasen. — usted mismo... podría haber desistido y llegar a la conclusión: ¿para qué destruir las relaciones del profesor? ¿Con la provincia? ¿hacer enemigos?.. mírese aquí — no desistió, se arriesgó...

¿pero que he obtenido?..— triste hizo notar Jasen.

¿Pero que usted piensa, quiere que todo lo reciba sin intrigas y contradicciones?..— se rió sin entusiasmo, sin embargo su mirada era cálida. — en la vida eso no existe... pero está el partido, él pone todo en su lugar... lo importante — está en otra cosa: personas como usted lo hay pocos. La gente ha aprendido a pensar como el gobierno, ampliamente. Usted ha oído como detuvieron la erosión de viento en la provincia de pablodarska?.. i no sólo allá...

Él contó todo — detallado, nombrando a las personas, demostrando con cifras, Jasen lo escuchaba, sentía que por todas partes, que por todo el país se estaba desarrollando una verdadera batalla por la defensa de la tierra — una lucha que sólo, sólo comenzaba en Altin aray.

Sonó el teléfono, Ajmetzhanov levantó el teléfono, saludó, un minuto escuchó, después dijo: «yo ahora estoy ocupado, estoy con un camarada de la tierra virgen».

Bien cómo iba diciendo...— él buscaba como seguir el hilo de la conversación. — dificultades... y quién no las tiene — Ajmetzhanov se quedó callado y de repente, miró a jasen de reojo, con seguridad bajo su tono: — ¿piensa que yo no enfrento esas dificultades, esas mismas dificultades? Tengo suficientes...

Jasen le parecía que él incluso le dio a entender — ¡ni sarcástico, ni triste — aj como si fuera su hermano!.. A propósito así el posiblemente lo consideraba...

Ajmetzhanov recordó cuando una vez llegó a Altin aray, y a hora le preguntaba a Jasen sobre la gente, sobre Ugriumov, sobre Tleukabakov, con quien tuvo la oportunidad de conversar en la cooperativa cuando está apenas comenzaba a surgir...

Él miró con buenos ojos que en Altin aray, no esperando las directivas de arriba, empezaron a abrir nuevas parcelas, se rió sobre la historia de las tumbas, remarcó claramente, que con lo que respecta a la eliminación de las áreas designadas anualmente para la siembra influye particularmente en la lucha para el crecimiento de la cosecha de cada hectárea.

Después Ajmetzhanov le contó sobre los asuntos de la nación.

Pues tenemos que tanto con ustedes y como en todo Kazasjtan trabajan personas de diferentes nacionalidades, tradiciones, costumbres... ahora dígame ¿ustedes viven en fraternidad? ¿Acaso no se encuentran restos de sentimientos chovinistas? ¿no se encuentran caso de nacionalismos?.. recuerda, la base de nuestra nación, de todo lo que existe — el internacionalismo, el respeto hacia los otros pueblos, a cualquier pueblo...

Jasen, no se puso responder a las preguntas que le hizo Ajmetzhanov, no le recordó a la salida karabay, un caso insignificante y ya olvidado.

Al final de la conversación Ajmetzhanov llamó al ministerio agropecuario y a otras instancias, donde Jasen pensaba dirigir en apoyo a las actividades planeadas en el sovjós.

Ahora le ayudarán, — dijo Ajmetzhanov, despidiéndose, — trabaje con tranquilidad. Nosotros aceptamos no con mucha alegría la reducción de las áreas de siembra — está claro, la población del país está aumentado aceleradamente y el pan en el mercado internacional se valoró como el oro... pero nosotros vamos a su encuentro. Sólo tenga en cuenta — que sí dentro de tres o cuatro año usted no logra el éxito...

Él miró fijamente a la cara de Jasen, en lugar de como suele ser en los casos «después culpe a sí mismo», terminó diciendo:

pero yo creo que usted lo alcanzará…

2

Al cabo de unos días, al terminar con todos sus asuntos en Alma Ata, Jasen regresó en avión a su provincia. Desde la ciudad, sin esperar el autobús, él llegó al centro de la región pidiendo un aventón, se tomó un té, y leyó todas las últimas novedades, el sostenía una maleta repleta de compras, entró en el departamento encargado de Altin aray. Últimamente a él le acompañaba la suerte que Jasen no se sorprendió cuando vio el jeep del director del sovjós. Pero si se sorprendió a cuando el miró a Tleukabakov, Ugriumov y Guvano en él, — más exactamente cuando la puerta se cerró y Jasen vio sus caras. No es que ellos estuvieran contento de verle, pero la alegría tomó un plano secundario, se apaciguó, se congeló… ¿pero ante qué?.. ¿Qué es lo que había pasado en le sovjós, de momento él estaba ausente?..

Sí que había sucedido algo. Precisamente el día de su regreso. En la primera mitad del día...

En las riveras del Esil cogió fuego un matorral seco a causa del calor abrazante del verano. Sucesivamente el fuego se pasó y abrazó a los sauces en las riveras. Después las llamaradas de viento se lanzaron al campo de trigo que ya había madurado: en este campo debería de empezar la primera recolecta la brigada de Porfiriy Mijaylovich...

Era un domingo. La brigada ya había terminado los preparativos para la recolección en el campo la noche anterior y habían regresado a la aldea, en la guardia habían quedado dos tractoristas: Romazan que debía que arreglar algo en su recolector de trigo, y Tolia Shelgov, designado por el cómo su secundario. Desde temprano por la mañana ellos ya estaban dedicándose a sus tareas, acercándose la mañana Sheglov, quien estaba encargado de la pesca, se fue a comprobar la carnada al río. Iba soñando con percas vivos y que se batían en las manos, con aletas rosadas, la panza amarilla, Tolia iba por la trocha caliente que lleva al Esil, cuando de repente sintió un olor fuerte a quemado. Después miró una columna de humo, — una llamarada, ancha que se movía en zigzag hacia el campo de siembra...

Sheglov se regresó. Y junto con Romazan sacaron los tractores enguacharon los arados y se dirigieron al campo — precisamente al campo experimental del profesor Aydungaliev... él había sido arado en sus contornos con antelación en caso de incendió, pero el viento era fuerte y desperdigo muchas chispas, rompía muchas ramas secas e incendiadas como el polvo de las cañas apuñadas... Sheglov iba al manubrio, Romazan al mando del arado, ellos dirigieron los tractores a lo largo de la banda en contra el fuego, para hacerla más amplia y así evitar que el fuego se dispersara al campo...

Ya quedaba poco que roer, cuando a Romazan la chaqueta comenzó a tirar humo. Ella humeaba, ella tronaba, ella se quemaba, pero aun así ellos lograron llegar hasta el final, en ese momento Tolia saltó del tractor se lanzó en ayuda a Romanzan. Pero en ese instante se encendió en llamas su mono embadurnado de querosín.

Él no tuvo fuerza de quitarse el mono y se lanzó al suelo arado. Romazan se lanzó a ayudar a su camarada y golpear las llamas — con las manos, con la gorra, con terrones de tierra fresca, húmeda, arada por el arado recientemente...

Allí los encontró Porfiriy Mijaylovich. Ese día desde muy temprano sin ninguna motivo él sentía una sensación de alarma de una extraña pesadez, — no esperando el anochecer fue a asomarse que es de su brigada. A propósito...

Tolia y Romazan fueron llevados al hospital de la región, después de la curación, no dejaron entrar a nadie a su cuarto, el doctor salió y dijo:

— Son chicos muy fuertes... — dijo él, limpiándose el sudor de la frente. Lo repitió muchas veces: — son fuertes, son chicos muy fuertes... a usted — él con una sonrisa volviéndose a Guvanov, — ellos me pidieron que le recordará que no se olvidé de levantar la red, y segundo...— dirigiéndose al director y al organizador del partido, — el segundo bromea, que el sin falta regresará a la orquesta y tocará al tambor...

Esa eran las noticias. La mitad del camino Jasen no hacía nada más que escuchar, preguntar, y se imaginó delante de él — las lengüetas de fuego posando como una serpiente, a los tractores solos en la llanura y a los chicho ardiendo en sus trajes de trabajos... y unos pernos blancos en las manos de Romazan — en esas mismas manos con las que el lanzaba al viento los bolillos que luego los atrapaba majestuosamente en el aire — en aquella fiesta donde él con Meruert, bailaban solos en medio de la plazoleta al twist... Y quien era Tolia Sheglov?.. era un joven callado, tímido, de pelos claros, y sus ojos también eran claros, azulinos transparentes como las aguas del Esil... había una cosa que lo hacía diferenciarse del resto — era su afición a la pesca, el siempre llevaba su caña de pescar, sus redes, y cuando Jasen voló a Alma-Ata, Tolia le pidió a él que le trajera línea de pesca fina cero punto uno o cero punto dos, alemana o japonesa... en sus prisa Jasen olvidó por ella y solo ahora se acordó con mucha vergüenza y pena, aunque si la pensamos bien que es una hilo de naylon? . . Simpleza, una tontería, un antojo, al fin de cuentas, es que Jasen no se apenaban no tenía vergüenza por eso, porque en sus correderas no pudo entrar a una tienda de instrumentos deportivos, sino porque no estuvo con los chicos — allá en el campo... ¡Era allí, donde él debería haberse encontrado, cuando ellos estaban luchando contra el incendio!..

Ahora sentado en un jipe que lo sacudía entre Guvanov y el organizador del partido, — Tleukabakov estaba sentado delante, al lado del chofer,— Jasen sentía una culpa sin sentido que lo aprisionaba — de que él iba sentado sin ningún daño, con sus manos tan fuertes y un cuerpo sano, su piel no quemada, ni cubierta de fuego, como si guardará en su memoria el aire suave, tierno, que corría por Alma-Ata... y todo lo que tuvo que vivir y sentir en Alma-Ata, ahora se había escondido, había perdido su brillo, su sentido — en comparación con lo que paso aquí sin su presencia...

Pero al organizador del partido, al director y a Guvanov, el cual estaba al curso de todos los asuntos del sovjós, precisamente, les interesaba muchísimo todo lo relacionado con Alma-Ata. Asi que la otra mitad del viaje bombardearon de preguntas y escucharon a Jasen. Él tuvo que revivir todos sus momentos que el experimentó, contando detalle por detalle, hasta lo menos importante — su encuentro con Ajmetzhanov, su nerviosismo, que lo atrapó en el camino hacia el edificio blanco y grande que estaba en el centro de la ciudad, — Jasen se paraba casi en cada surtidor automático que encontraba en su camino, sacaba de su bolsa una moneda de cobre y bebía de vaso del agua helada con burbujas efervescentes, — él bebía de momento no se le acabarán la monedas... después en la noche, en el número del hotel, el soñaba con Ajmetzhanov que se negaba a recibir a Jasen, que le pedía a la secretaria, le demostraba, le explicaba, insistía, al final el vecino de cuatro lo despertó y le dijo enojado que él no se podía dormir con sus murmureos y gritos...

Todo esto es obvio que eran pequeñeces, y él no las contaba sino que las recordaba durante su narración, lo importante era contar — sobre el encuentro. Ere de miedo: no allí, en Alma-Ata, preciso ahora, en la cabina del jip que volaba, Jasen comenzaba a sentir una leve preocupación sobre las nuevas que les traería las noticias declaradas.

Lo escucharon de diferentes formas. Fedor Ivanovich se interesaba en el sentido de la conversación con Ajmetzhanov, y él inclinaba la cabeza en señal de aprobación cuando escuchaba Jasen, —el hacía de esa manera como si él no hubiera dudado en ningún momento que así debería ser, a como sucedió. Guvanov ya se imaginaba las perspectivas futuras, hacía sus deducciones. Tleukabakov exigía de jasen detalles más puntuales, cada movimiento: ¿cómo él estaba sentado? ¿Cerca? ¿En la misma mesa?.. Como se miraba Ajmetzhanov? ¿Cómo él hablaba — con qué entonación? ¿Se fruncía?.. ¿Se reía?.. Kazibay se entristeció cuando escucho que Ajmetzhanov se veía cansado, se iluminó, cuando escuchó que Ajmetzhanov lo recuerda muy bien, sobre su llegada a Altin aray. Muchas veces con particularidad repitió la frase Ajmetzhanov — de momento no te encuentres directamente con el peligro no buscarás de que defenderte...

— Correcto, correcto... tenemos ese tipo de gente — hasta que la dirección no te advierta que el lobo está cerca y lo mires con tu propios ojos, cuando reacciones ya no habrán ovejas que salvar...

¿Interesante, él estaba pensando solamente sobre Sultan Bekov?.. O, ¿estaba recordando su discusión con Ugriumov y Jasen, y reconociendo que él no tenía la razón? Ni Fedor Ivanovich, ni Jasen no preguntaron — ¿para que decía eso?.. Ambos resguardaban el amor propio de Kazake, ya que los dos conocían perfectamente el carácter de él.

Esa era la composición de Kazibay: un leñador viejo y honesto, si ordenan al fuego — y él va hacia el fuego, si dicen: « ¡al ataque!» — ¡y él va al ataque, si ordenan: «manténgase hasta la muerte!» — y también el ira hasta la muerte... Pero Kazibay era una persona cuidadosa e indecisa, cuando él no estaba claro de algo, o había una orden insegura. Cuando la orden en lugar de ser dispuesta del arriba, salía de la iniciativa de abajo y más aún cómo reaccionarán los de arriba en respecto a esa iniciativa... Kazibay la comprobará cien veces, comprobará y comprobará, encontrará miles de pero, trampas, obstáculos y contra pruebas, “hasta que no haya una orden, — nada se resuelve”... pero si recibiera una indirecta — no una orden incluso, un intento, consejo: « ¡el valiente Kazibay! ¡Actúa!» — y él ya no necesita nada más. Esos milagros hacen la razón, la fuerza, la resistencia nuca vista, se despierta entonces en Kazibay — se llena de energía e irradia a los otros...

«Pero que se le va a hacer así es Kazibay, — pensó Fedor Ibanovich, sonriendo, — tú mismo lo miras, no puedes corregirlo… ¿Pero para verdad es esto necesario?.. Cada persona tiene sus defectos, sus lados fuertes, Tleukabakov — no es una excepción... Ahora cuando ya está todo aclarado y se nos ha dicho: «Trabajen tranquilos, cumplan con su cometido», — Tleukabakov se soltará y nos mostrará — que los años no en tropiezan la experiencia de un viejo zorro...

Dicen, que los defectos en el carácter de una persona solo vienen a servir al desarrollo de su propio ego, pensó Ugriumov. Así le sucede a kazake... no hay nada de malo si todo se resuelve colectivamente... cuando en la realidad, él es quien lo resuelve todo...»

Jasen no sabía en lo que pensaba Fedor Ivanovich, pero sus ideas concordaban, cuando él iba mirando a través del jeep, los campos florecidos en el horizonte sin fin. La mitad del cielo estaba invadida por una luz clara incandescente, el campo resplandecía, chispeaba, como preparándose a explotar bajo los rayos dorados del sol... en el campo en el que el día de mañana comenzaría la lucha por el pan... ¿comenzaría?.. O ¿Ya comenzó el día de hoy?.. ¿Por allí cerca de la ribera del río Esil, cuando esos dos tractoristas cogieron sus tractores y se lanzaron directamente contra el fuego?..

Comenzó el calor.

Que podemos decir, para Atin aray no había sido un año fácil, pero se habían distribuido mil hectáreas de campo sembrado, y en aquellas parcelas que no fueron afectadas por la tormenta de polvo, la cosecha era aceptable. La parcela de Aksenguir confirmó las esperanzas que habían puesto en ella: los tallos fuertes aferrados a la tierra, defendieron la cosecha, y el trigo parecía una pared firme.

La calidad de la cosecha a lo largo del territorio de la tierra firme. Era superior al medio. Otras regiones sufrieron fuerte daños por la sequedad, aunque en las mayorías de las regiones las lluvias y el sol fueron normal media. Esperaban que las cooperativas iban a superar sus planes anuales de trigo, si los pronósticos de tiempo no engañasen y la cosecha se recolectara en un tiempo ajustado. Ya que un proverbio viejo dice: «no te comas la carne, antes de matar al venado» — como si lo hubiera Asi destinado para la tierra virgen. Las lluvias empaparon, y el frío llego anticipadamente — y cobijará los campos de trigo madurado con su manto blanco en la llanura... esa era la causa porque todo el país debía de tensar su fuerzas, para acompañar, al ritmo más rápido, a la calor del llano y no dejar pasar los días calientes que por lo general suele caer en el inicio del otoño por estos contornos. Diez mil recolectores de trigo y maquinarias se dirigen hacia acá con insignias de Ucrania y Kuban, de Bielorrusia y Moldavia — de todos contornos de la unión soviética. Los estudiantes, los trabajadores, empleados abandonan sus auditorios, sus talleres de fábrica, sus instituciones, abandonan por un tiempo sus preocupaciones diarias — ¡la tierra los llama! ¡La tierra virgen necesita de manos trabajadora! ¡La tierra virgen no puede esperar!

Como en años anteriores, en Altin aray debía ser enviada una gran cantidad de gente y de técnica para la recolección. Jasen sabía que sin ayuda complementaria no podrían recoger la cosecha de la tierra virgen, lo sabía de los años de práctica estudiantil, pasados en el sovjós. El caso es que tenía que aprovecharse el calor que reinaba sobre toda la llanura, se hablaba de millones de hectáreas. Claro el sovjós podría resolverlo con su propia fuerza, pero para poder cumplir la limpieza había que dividirse en tres brigadas diferentes y en tres direcciones diferentes. Es imposible, se decía Jasen que para un solo sovjós se traiga tanta cantidad de gente, sin haber hecho ningún cálculo de las necesidades reales, sin saber cómo se van a utilizar a los ayudantes y que esto no traería ningún provecho. Poe el contrario. Por todos los gastos tendrá que asumir la caja del sovjós...

Cuando Tleukabakov le comunicó a Ugriumov y Jasen que en la estación de tren de Atbasar debería llegar la gente y la técnica para las cooperativas cercanas, incluyendo para Altin aray, Jasen se propuso ir allá.

— pero nosotros necesitamos una cantidad menor de gente y vehículos, de la que se especifica en la las lista de distribución, — dijo él. — en la situación actual necesitamos no más de doscientos personas, y diez colectores y treinta camiones. Es necesario comunicar eso por telegrama a Sultan Bekov...

Tleukabakov miro con preocupación a Ugriumov.

Yo también pienso que esa cantidad es suficiente, — apoyo al agrónomo principal el organizador del partido. — hay que movilizar la fuerza correspondiente y correctamente distribuirla. Resolverá la organización y no la cantidad, Kazeke...

Después de vacilar un poco Tleukabakov se puso de acuerdo:

Parece que tenéis razón... este año tenemos grandes gastos en la agro técnica y los rompe vientos, hay que cuidar cada centavo... Y yo no veo la necesidad de enviarle un telegrama al camarada Bekov, pues el estará en Atbasar y Jasen puede hablar con él.

Jasen se sonrió:

Voy a intentarlo...

Jasen no sentía ninguna alegría por el encuentro con Sultan...

En la estación ha donde había llegado al día siguiente Jasen, estaba completamente llena de gente. Los andenes estaban repletos de trenes larguísimos. Se estaba descargando la técnica, los recolectores, los vehículos. Inmediatamente después que se descargaban los vehículos, se llenaban de gasolina directamente en la plazoleta de descargue, se formaban en caravanas, como yendo a Zariarka. Los estudiantes parecían a turistas despreocupados, en vaqueros, con mochilas y algunos con guitarras, inundaban la plaza de la estación. Los llaneros impacientes de Kuban, los moldabanov bigotudos, los búlgaros corpulentos y fuertes, los poltabenses bondadosos con su picardía invariable en sus ojos — ¡quien hacía falta aquí, en este vaivén de gente en la estación!.. Y toda esta gente forjada a través de varias recolectas realizadas en la tierra virgen, acostumbrada al viento, al sol, y al otoño que mojaba con sus lluvias el camino...

Jasen se encontró con Sultan después que lo había buscado por tanto tiempo, cerca del partido comunista de la región. Él había venido a Atbasar no por un día. El andaba con su volga negro y nuevo que estaba parqueado debajo del alar del edificio del partido, él mismo estaba rodeada de gente, dándoles algunas orientaciones.

Cuando el notó a Jasen dejo la conversación a medio palo. En sus ojos bellos se notó una confusión — leve casi imperceptible, — Bekov se controló.

¡He aquí los A-altirayenses! — Él le alargó las manos a Jasen y se sonrió, y le brillaron los dientes llanos. — ¿Anda en coche?..

Ando con siete vehículos.

¿por qué tan pocos?..— se rió Bekov. — nosotros nos estamos preocupando para que ustedes tengan gente y maquinaria. — Él le dio más importancia a la palabra «nosotros nos preocupamos». — los accesorios para la recolección que son para ustedes, todavía están en caminos, pero puede llevarse a la gente...

Solo necesitamos doscientas personas. He visto que están llegando los estudiantes del instituto de agricultura de Alma-Ata. Ellos estuvieron en Altin aray el año pasado, muchos de ellos pueden trabajar en los recolectores y como conductores. Sería bueno enviarlos otra vez a donde nosotros. En cuanto a la maquinaria quisiéramos recibir 10 recolectores y 30 camiones.

¿Es todo? ..

Para nosotros es suficiente.

Otra vez se está pasando de inteligente, Atimtayev, — encogió los hombros Bekov. —. se pasa, se pasa de inteligente, — repitió el, observando a Jasen como buscando en sus palabras el secreto escondido.

Simplemente solo queremos utilizar el fondo de la cooperativa de forma racional, — explicó Jasen sin inmutarse. — además nuestra cosecha no es muy grande en este año.

Lo que es real es real, — con ironía suspiró Bekov, — sí, la cosecha de ustedes hasta un gato puede orinarla... a ver, ¿pueda ser que se nieguen de los accesorios de recolección?..

No, de ninguna manera. Estamos obligados a recoger la cosecha antes del tiempo.

Comprendo...— dijo Bekov, continuaba mirando de la misma manera sospechosa a Jasen. — comprendo... bien está claro. — Él se volvió hacia un hombre con chaqueta roja que estaba al lado: — dele al camarada Atimtay todo lo que él necesite, de lo contrario... — de pronto le dio ganas tremendas de fastidiar, — de lo contrario él podría de buenas dirigirse a Alma-Ata...

Jasen le respondió frío:

Pienso que esto no será otra vez necesario...

El mismo día, cuando Jasen fue recibido por Asilbek Ajmetzhanov, llamaron de Alma Ata a la dirección de la provincia, aconsejando no crear obstáculos al joven agrónomo de la cooperativa de Altin aray. Pero no simplemente crearles obstáculos sino que también darle constante apoyo. Sultan Bekov, que hasta el momento estaba entre los mimados del ministerio, recibió una amonestación que le golpeo en lo más profundo de su orgullo laboral... aunque Bekov era una persona pensadora por naturaleza, que sabía cómo combinar y asimilar los hechos. Por otra parte, las iniciativas de Jasen tuvieron apoyo de los de arriba, y segundo — Bekov recordó las palabras de Ugriumov que por su agrónomo se levantará todo el colectivo de la cooperativa... ante tal amenaza lo más inteligente era dar un paso atrás.

Pero Jasen, parece, que no valoró los paso a que él realizó...

A propósito, espero, que usted nos permita utilizar los servicios de su zootécnica, — frunció con sus ojos Bekov. — es un experimento de vanguardia el cual podremos impulsar en otros sovjoses... no olvide darle mis saludos.

Jasen le quiso responder, pero no daba garantía de sus palabras y mejor se contuvo. Bekov se dio la vuelta y se dirigió a su coche.

La primera semana de la cosecha el tiempo estaba claro, seco, soleado, la recolección en Altin aray se desarrolló con toda su potencia. Durante todo el día se escuchaba un estruendo sonoro de los recolectores de trigos, en las tareas de las brigadas, los camiones iban unos tras otros repletos de trigo calentado por el sol. Aquí los cargaban en las tinas de los camiones en los remolques que eran enganchados por uno – dos, los camiones — mejor decir, los tráileres — salían hacia los depósitos de cereales. El trabajo iba de día y de noche. Incluso cuando el sol era sustituido, como que si hubiese vencido de su majestuoso trabajo, despidiéndose de la ardiente puesta del sol y llegaba la oscuridad de la noche, cuando en el cielo las estrellas relucían placenteramente, todo seguía igual, el ruido rítmico y ensordecedor se escuchaba por toda la llanura y una gran cantidad de faros la alumbraban hasta el más recóndito de sus contornos.

El viento distribuía por todo el territorio de Sariarka, un olor suave de ajenjo que hacia alborotar el alma; ahora se combina en uno solo decenas de tipos de aromas — de rastrojos frescos, de gasolina, metal encandecido por el sol, de olor trigo, — del aroma de la cosecha tendida en el la llanura.

Pero eso no duró por mucho tiempo. El cielo se cubrió de nubes densas, se desató la lluvia — fina, constante, fría. A todas las desgracias caídas este años sobre Altin aray, ahora se le unía el otoños anticipado. Mojados, el trigo todo mojado se inclinaba a la tierra, los recolectores de trigo se congelaban, los camiones cargados de trigo trillado patinaban en el camino alas depósitos. La gente se acumulaba en los vagones de campo. A nadie le alegraba este receso obligatorio, pero era una posibilidad de recupera fuerzas en abundancia de las noches de insomnio. Incluso las canciones estudiantiles bulliciosas, que en los días más tormentosos de la recolecta retumbaban por aquí, por allá, ayudando a espantar el cansancio, recuperar el ánimo y la pesadez de los parpados, ahora callaban, para no incitar una nueva melancolía...

Pero sin embargo apenas se disipaban las nubes negras, salía el sol y de nuevo y el viento secaba el trigo — el trabajo en el campo ardía. En los lugares donde el trigo apenas había empezado a madurar, se comenzó a segar y agruparlos en puños, con la esperanza de que la lluvia cese, el tiempo se restablezca y después puedan trillarse los bultos segados.

Pero cuando el buen tiempo apareció realmente, llegó a Altin aray una orientación: inmediatamente poner en marcha todos los recolectores para acelerar el ritmo de acopió de los granos.

Posiblemente, para otras cooperativas esa orientación era correcta, pero ello no consideraba las condiciones reales en que se encontraba Altin aray. Tleukabakov llamó a una breve reunión, para resolver: de acurdo a lo dicho, pasar a la recolección directa, abasteciendo del trigo crudo al estado o continuar con la técnica de combinación de abastecimiento. El último era un riesgo muy grande ya que el trigo no trillado se echaría a perder por los efectos del tiempo, si en dado caso este cambiará, entonces todo el trigo quedaría bajo la nieve. Sin embargo en caso de éxito podría esperanzarse en una pequeña ganancia: el trigo maduraría en los bultos, su calidad aumentaría, y esto sería tan igual de provechoso en gran medida como al gobierno y a la cooperativa.

Guvanov, quien siempre había sido cuidadoso y precavido fue el primero en proponer, extrañamente — no s arriesgaremos. Él estaba seguro de la maquinaria de la cooperativa y que en pocos días terminaría de segar el trigo. Después de todo esto, los recolectores pasarían al régimen de trillado — y queda nada más llevar rápidamente el trigo a los depósitos.

Guvanov fue apoyado por Jasen y Ugriumov. Tleukabakov, quien llevaba la última palabra concedió con dolor en el corazón. De todos a él era a quién se le hacía más difícil tomar la decisión. Él se arriesgaba el doble: con el trigo, y con la complicación con la dirección. Incluso si la recolecta termina exitosa, él presentía que era imposible evitar en los primeros momentos las contrariedades, las conversaciones telefónicas, advertencias, amenazas, que empezaran a verterse a partir de mañana mismo... Jasen, seguro que tenía en cuenta ese riego, cuando le dijo:

Todos no arriesgamos, Kazake... uno más que otros, otro menos... Pero aún más se arriesgaron Romazan y Anatolyi...

Sus palabras influyeron en Kazake. Cuando al cabo de tres días empezaron las llamadas, las alarmas y sorpresas de la jefatura, y después las exigencias indiscutibles de ellos de que urgentemente los altiarayense entregarán el trigo, Tleukabakov decidió firmemente cargar todos los golpes para sí.

Denos cinco días, — confirmó él.

Por la mañana:

Dentro de cuatro días...

Al día siguiente:

Tres días más...

Al campo se había lanzado toda la a: las mujeres — de familias proles, las madres trabajadoras, las jubiladas, las escolares. La gente iba detrás de la recolectora, de las segadoras, tiraban en los embudos las espigas, para que el trigo no se pudriera en la tierra. En las brigadas junto con los estudiantes traspalaban y aventaban las montañas de trigo. En grupos empujaban a los camiones que se pegaban en el fango, lanzaban piedras quebradas, espigas, tierra debajo de las llantas. Veinte horas del día Guvanov con su brigada no se apeaban de los camiones. El mismo estaba negro, reseco, los ojos los tenía hundido y rojos — del sudor, del viento, del insomnio. Cuando Yujan lo venía a sustituir y él se bajaba del recolector a él le parecía que la tierra temblaba y sonaba, como el puente de la segadora. Él cerraba los ojos, pero el miraba delante de sí el campo infinito, que se balanceaba, resplandecía y se enrojecía como las marejadas del mar...

En para con el potente Kolos de Guvanov iba el «Sibiriak» De Romazan y Antoliy Sheglov, Porfiriy Mijaylovich dándoselo a Karabay, le dijo:

Vas a trabajar de momento en él... en el lugar de tres...

Karabay se avergonzó, se quedó boquiabierto. En la brigada leyeron en voz alta un número del periódico donde se hablaba de la hazaña heroica de dos tractoristas, que estuvieron al borde de la muerte. ¿Cuál era el crecimiento de Karabay, para ahora conducir la segadora de ellos?..

Cuando «El Siberiak» salió al campo, en la parte delantera y en lugar más visible, llevaba pegado un recorte, cortado delicadamente, del periódico con la foto de Anatoliy y Romazan. Karabay, como nunca antes con una seriedad majestuosa y concentrada iba sentado en la cabina, con un poco de vergüenza, movió su gorra con la visera hacia sus ojos, mirando sin voltear a los lados, directamente en el camino...

En estos días Jasen había olvidado que era el sueño, el cansancio y el hambre, la primera recolecta en su vida — ¡la primera gesta de guerra del joven agrónomo! Se le miraba día y noche en el campo, en las dirigidas, en las maquinarias. Pero a la gente le gustaba que él no se lanzará sin en balde, no se encendiera por tonterías —, contenido, incansable.

Él había olvidado de la comida del sueño, pero recordaba a Meruert. Ella trabajaba como maestra en la plaza de carga. Ellos raramente podían intercambiar palabras, pero para ellos era suficiente intercambiar miradas cuan pasaban uno cerca del otro, sonriéndose, haciéndose señas... solamente una vez de esas es que Meruert le dijo:

Tú ahora estás más bello, Jasen... las estudiantes se están fijando en tú, yo loe visto...

Él decidió que ella bromeaba: el olía a sudor, como el de un potro encandecido después de un corrido los pelos estaban todos enredados, los labios los tenía rajados.

Él le dijo:

Pero tú estás más bella que antes... tus ojos — son como estrellas en el cielo sin luna...

Te estás burlando de mí, — dijo Meruert.

Sus trenzas estaban grises del polvo, sus pies — unos zapatos ya viejos y con los tacones desmontados, su voz suave y sonora estaba ronca y resonaba por una gripe — las noches eran heladas — más las peleas con los choferes.

Ella se miraba toda desordenada y fea.

ella dijo:

¿Sabes en lo que sueño, Jasen?.. cuando termine la recolecta, cogemos dos marcapasos y desembocarnos hacia la llanura. Donde no haya nadie, solo tú y yo... ah y la luna también. Quieran que sin falta brille la luna... ¿tú has jugado alguna vez al «kiz kuu»? ¿no? yo tampoco. ¡Pero quiero por lo menos jugarlo una vez!..

¡Claro que sí, — dijo Jasen, — Sin falta!.. cuando terminé la recolecta y los rompe vientos...

¿y las labores de otoño?..— estalló Meruert. — ¡Lo has olvidado, de que hay que hacer las labores de otoño!..

Yo no he olvidado nada. — se rió Jasen. — ¡Pues mira que no un olvides por su «kiz kuu»!..

Y por fin llegó el día que fue recogida toda la cosecha y los recolectores pasaron al régimen de segado.

Primara vez que en todo este tiempo Kazake levantó el teléfono sin ninguna presión interna. Llamaba Sultan Bekov.

Escúcheme camarada Tleukabakov, ustedes han confundido algo en el informe... — Él dijo una cifra. — ¿ustedes han podido hacer tanto trigo en sólo tres días?..

El resultado final está correcto, — dijo Tleukabakov. — nadie ha confundido nada.

A continuación hubo un silencio largo.

Que decir, si es así entonces es mejor de lo que esperábamos... dígale a sus altaryenses que son magníficos...— hubo una pausa breve. — y a Atimtayev — también... dígale que yo me apeno por haberme acalorado la última vez que nos encontramos.

Se lo diré, — dijo Kazake, — sin falta se lo transmitiré.

Parecía que no sólo Bekov había cambiado la ira por la compasión sino el mismo tiempo se había apiadado de Altin aray. Estaba más caliente que nunca, estaba el tiempo de Beba Yaga. En el centro del territorio había crecido la hierba dorada. Las maquinarias llevaban a los depósitos todo el día y toda la noche. Pero Jasen pensaba, mirando las caravanas de vehículos a lo largo del camino que este trigo hubiera sido dos veces más su cantidad si no hubiera habido las tormentas negras que se abalanzaron sobre los campos de la cooperativa en la primavera y al comienzo del verano

Y hubo una sola persona — quizás el único en todo Altin aray — que no sintió ninguna alegría, ninguna sensación de victoria, ni las punsaciones de tanta cantidad de alarmas y fracasos. Si hubiera sido por sus fuerzas que el sol no vertiera sus rayos solares de otoño, transparentes por toda la meseta inmensa, en la que sonoramente se escuchaba el chillido de los alumnos que venían a recoger espigas, — él hubiera hecho que continuara el constante agobio de la lluvia... Pero él no podía ya que Ignat Frolovich Kachan era el simple director de la granja de cerdos... hizo lo que le ordenaron: matar a unos cuentos cerdos, entregar la carne fresca a las brigadas, reírse agriamente, entrar en conversación con aquellos que habían trabajado en el campo hasta la última gota y ordenar alas cocineras:

— denle de comer, den le de comer a nuestros héroes... que las salas sea grasosa y al guarnición espesa...

Sólo Glasha lo sentenciaba, quien en ese momento trabajaba como cocinera de brigada y de vez en cuando se encontraba con Kachan, adivinando lo que pensaba... Pero de esto no lo sabía nadie más que ella. No lo sabía ni Meruert — ella no pensaba en Kachan, ella soñaba en dos jinetes cabalgando debajo de una noche de luna... incluso Ignat Frolovich no se podía imaginar el choque terrible e inesperado que sucedería en sus vidas…

CAPITULO X

1

Y se realizó como soñaba Meruert.

La luna navegando en el cielo.

Y la llanura parecida a una taza humeando un resplandor de perla humeante.

Y dos jinetes de la luna que cabalgaban entre hongos que inclinaban su cabeza a su pasar.

En la falda de una colina, en una capa extendida en la cima de un heno seco atumultuado, descansaban acostados Jasen y Meruert, extenúes de la carrera veloz que provocó su abrazos uno momentos atrás…

Meruert puso su cabeza sobre el pecho de Jasen, sonrió tuvo un poco de vergüenza por su felicidad, cerró sus ojos. Ambos callaban, escuchaban el silencio nocturno de la llanura, encerrado por la cierra figurada a lo lejos de la colina.

Al ellos le parecía que este silenció se disolvía en una tranquilidad serena, se desvanecían todas las penas y angustias, que en la tierra no había quedado ni dolor, ni lágrimas, preocupaciones de almas oprimidas...

¡Ellos están felices en esta noche, su primera y última noche de amor!..

Antes de que el crepúsculo purpura en el oeste desapareciera, Meruert y Jasen volaban en una carrera loca por la llanura espaciosa en sus marcapasos alcanzados por el viento.

¡«Kiz kuu» — «besa a la chica»!.. ¿Quién había inventado ese juego, antiguo, como la vieja llanura?.. ¿Pueda ser que un jinete, interesados en arrancar un beso de una bella orgullosa, que ni de cerca lo dejaba acercarse?.. ¿Lo empezó primeramente una chica obstinada que desesperada por la timidez del chico lo provocó para que este ya caliente la atrajera — y después delante de todos, le regale victorioso su beso malicioso y ardiente?

¡Como de cualquier manera que haya sido, pero ya por más de cien años por las llanuras cabalga una bella que perseguida por un jinete que quiere recibir de ella su sueño y recompensa!..

... igual de fuertes eran los marcapaso de Meruert y Jasen. El éxito dependía solamente del arte de los jinetes. Al fin el caballo de Jasen apareció cerca del caballo de Meruert. Ella volvió a ver, y notó al verdadero Jasen, su carrera larga e incandescente, sonriéndose, con cara desesperada — gritó — se rieron — azotó al caballo con su látigo…

¡Pero ya era tarde!.. Jasen ya se había inclinado y la había tomado de la cintura flexible, con sus manos, la levantó un poco y la atrajo hacía sí y la beso apretando fuertemente sus labios a los suyos, ella al momento se relajó, no queriendo resistirse a sus besos.

Ahora sus caballos corrían juntos. Meruert no había dejado su montura, pero tenía la sensación que iba volando en el aire, sostenida por una mano fuerte y segura...

Por mucho tiempo Asi cabalgaron por la estepa, borrachos de espacios, de la corrida impetuosa, de los abrazos íntimos. Todo se había olvidado, todo dejo de existir para ellos, sólo ellos dos en todo el universo, solo para ellos la luna pálida transparente que resplandecía un color plateado, para ellos susurraba la hierba que había enverdecido después de la lluvias de otoños, para ellos centellaba delante de ellos el meandro del Esil...

Solamente cuando los caballos se cansaron ellos bajaron el paso, se separaron uno del otro. Jasen se detuvo en la falda de una colina delante de un puñado de heno olvidado, saltó a la tierra y cogió de la mano a Meruert.

... Y ahora ellos descansaban acostados escuchándose su respiración del uno y del otro y el silencio sereno procedente de todos los lados de la estepa, el relincho quieto de los caballos pastando no muy largo de allí.

Jasen cubrió su rostro con los cabellos densos, ellos olían con finura y tiernamente, como si la estepa haya recogido y relajado todos los olores del otoño. ¡Jasen recordará por mucho tiempo esos minutos, por mucho tiempo — toda su vida! — a él le parecerá que Meruert está cerca de él, duerme tranquilamente en su pecho y sus pelos suaves le cosquillean su cuello...

Cada palabra recordará Jasen, su risa intermitente, sus manos, más suaves que las suyas.

— Sabes,— dijo ella, sosteniéndose en sus codos,— sabes tengo ganas de dibujar... hace tiempo pienso en este dibujo delante de mí... la llanura dorada, la hierba de otoño, recorriendo una corriente de viento leve sobre ella... brilla el sol, no muy fuerte, un sol cegador de verano, suave, tierno, el que solo lo encuentras en septiembre... en una loma verde de pendiente suave, pastean ovejas ellas se parecen a unas piedras distribuidas por toda la falda,— negras, blancas, grises, cafés... entre ellas — un pastor viejo, puede ser — mi padre. Él me mira delante de él, a tú, a cada uno — pensativo y con esperanza, como si está esperando una noticia importante y feliz... ¿Comprendes? En efecto la vida— es siempre una esperanza, espera de lo mejor... y las ovejas, la llanura, y las arrugas en la cara del viejo — esto es como la eternidad que vive en la esperanza... quisiera que cuando otros que miren este dibujo, se sientan feliz Asi como yo me siento cuando yo pienso en ella...

sí, — dijo Jasen, — yo estoy seguro que así será... Pero en ese dibujo hace algo, en mi opinión hace falta el lobo mordaz que está al acecho del rebaño, — está claro que el lobo está oculto detrás de las colinas, ¿se escondió el lobo?..

¡calla!.. —Meruert le tapó la boca con sus palmas. ¡Todos lo estás echando a perder con tu lobo!.. — ella se rió, pero en su voz se escuchaba ofendida.

Y algo más, — dijo Jasen, — cerca del viejo Zikryi hay que poner al pequeño nieto, jugando con los becerros... ¿Qué piensas tú de esto?..

Y otra vez se rió Meruert, y otra vez le cerró la boca a Jasen — pero no con la mano sino con sus labios...

Yo nunca me imaginé que la persona puede llegar a ser tan feliz, — dijo Meruert. — yo he escuchado una canción y yo misma la he cantado... Pero ahora me parece que yo la cantaría otra vez de diferente manera... de diferente manera, no es así... seguro que mañana yo voy a ir por la calle y todos me miraran con envidia: «que feliz que es ella...» en verdad que yo mismo me envidiaría, cuando mirara a Glasha. Hace unos días atrás trabajamos juntas en los rompe vientos — sucias, negras, llenas de tierra. Y de pronto apareces tú y dices que Alshimbek ha llegado, cuenta Glasha. ¡Hubieras visto su cara!..

Una mañana, cuando todavía era una niña, fui a la estepa a ver el amanecer — y mire como florecían los tulipanes. Sólo un pétalo estaba escondido en su capucho — de pronto el botón reventó, y directamente de su mitad al encuentro al sol, se abrió, un lengua amarrilla... si usted me lo hubiera contado, yo no se lo creería, pero yo misma he visto con mis propios ojos, como todo el campo estalló, bermejeó de tulipanes!..

Asi es, que yo he recordado estos tulipanes cuando mire la cara de Glasha en ese momento... ella iba como si volara, como si planeara sobre la tierra, su cara brillaba, sus ojos centellaban... yo pensaba que si de repente se apagara el sol, sólo alrededor de estos ojos hubiera iluminación.

sólo pensar que esa causa — Alshimbek... ¿tú no consideras que su felicidad no durará por mucho tiempo? ¿Aunque el prometa casarse con ella?

No lo sé...

Pero yo lo sé, estoy convencido. Yo En tu lugar trataría de explicárselo.

Seguro tú tienes razón. Yo misma lo quería hacer... dirás que esto es debilidad femenina, cobardía, pueda ser y — peor... ¡Pero yo no pude decidirme! Esto es como cortar un campo de tulipanes el cual recién acaba de florecer. Ella está joven todavía y es buena por dentro, sus manos son de oro, pero no es feliz, no tiene la felicidad, no la tiene. Ella me contó sobre cuando ella estaba casada, me parece que su marido no era una mala persona, pero al corazón no le obligas... y de repente aparece — Alshimbek! Pueda ser que este sea su error y que después ella vaya a lamentarse, pueda ser y que no... Pero yo no he pensado en eso, para decir la verdad. Simplemente — no tuve el coraje — de apagar su resplandecer en sus ojos. ¡Me gustaría que ella fuera feliz!

Pero Alshimbek — no es la persona que ella necesita.

¡Es posible, incluso seguro!... Pero — pero no sé que pasa conmigo, Jasen. Me gustaría que todos fueran felices, — seguro que por eso y yo soy feliz, pero apena — cuando tú eres feliz y alrededor — ¡no!.. y a veces pienso que — ¿puede ser que Alshimbek haya cambiado? Está claro que el tiempo y la experiencia no vienen sin dejar huellas, así es como ha sucedido conmigo — ¿algo ha cambiado, he descubierto, cuando yo te he visto? ¡Además en cada persona malvada, siempre encontrarás algo bueno en él, yo creo en ello, Jasen! Y tengo pesar que aquel que tiene algo de bueno, eso bueno lo tenga tan adentro, olvidado, dañado... a propósito ¿tú conoces muy bien a Kachan?

No muy bien. Y no tengo el más mínimo deseo de conocerlo.

Yo también, pero no ese el asunto. Glasha es la que me ha contado de él, otras cosas las supe por mi cuenta... la verdad es que está enamorada de Glasha!

¡Oh y noticia!..

Para tú — es noticia, tú eres hombre, tu esto no lo sabes, no lo notas, hace tiempo que la mitad de la aldea lo sabe... ahora le miró atentamente, como él se ríe y al mismo tiempo sus ojos están llenos de maldad y odio... aunque no comprendo para que nos debe odiar, a ti, a mí, a los otros... Pero la cosa es que da la impresión de tiene un mascara en su cara, su sonrisa, sus bromas, sus palabras, las que él pronuncia, — todo es una máscara. En esa mascara — las ranuras de los ojos, y sus ojos tan maliciosos que al instante queda claro: que todo lo demás — sólo es una máscara, es terrible pensar que es perseguida... ¿Pero yo miro en él y pienso: A ver y si esta persona simplemente nunca ha sido feliz?.. Pueda ser que el haya querido ser feliz, que haya intentado serlo, y de pronto ha comprendido que la felicidad no es lo que nosotros comprendemos como felicidad. De momento el trataba de comprender — la vida pasó, paso volando, ¿con que la puedes remendar? Es por eso que él se enojó con todos, los envidia, los odia... y al final no supo que es la verdadera felicidad. ¿Pueda ser así?.. y de repente me dio pesar, cuando yo he pensado así...

Tontuela...—Jasen acarició a Meruert por la cabeza, como a una niña. — encontró a quien compadecer. Yo también he escuchado algo de Kachan, y cuando yo lo miro pienso que es el mismo lobo que está escondido detrás de la colina... es esto lo que te aconsejo — que dibujes al lobo de tal manera que se parezca a un perro alemán...

No Jasen, yo no soy tan tonta como tú crees... yo misma le he dicho a Glasha que lo mejor para ella y Alshimbek es que ellos se vayan lo más pronto posible de aquí. Tú sabes que Kachan amenazó una vez a Glasha con un cuchillo.

¡Ey! no te pases. ¿Le has creído?..

Es verdad, Jasen. Hace poco tiempo, cuando se supo que Glasha se iba a ir con Alshimbek, él la acechaba y... no vas a creer, Jasen...

Sí que veo una película de detectives en todo esto... cuéntame, te escucho.

¡Te estás burlando otra vez, Jasen!

No que va... así que una noche oscura, cuando en Altin aray estaba cubierto de nieve, el bandido de Kachan se le acercó a la joven bella Glasha con un cuchillo largo y curvo...

¡Jasen!..

Continua.

¡Yo no te diré ninguna palabra más!..

bésame...

¡Por nada del mundo!

¿Te has ofendido?

¡Qué va! ..

Entonces yo te besaré...

¡No te atrevas!

Hagamos las paces...

No te atrevas...

Yo te amo, Meruert!.. — a ver, tú terminarás de contar esa terrible historia de Kachan?

No quiero. No quiero pensar en nada, solamente en ti.

Yo también...

además, todo esto no tiene nada que ver. De todos modos Glasha y Alshimbek se van a ir...

Sí, ¿parece, su viaje está programado para mañana?

¡Cuánto quiero que ella sea feliz!

Yo también.

Pero a ti del todo te gusta Alshimbek

¿Por qué lo debo querer?..

¿Tú le deseas el mal?

No, el mal no se lo deseo...

Tú eres bueno... más que bueno que yo, Jasen.

simple — yo te quiero, Meruert... tú me has hecho así.

Es mentira. tú — eres fuerte, Jasen. El que es más fuerte, es más bueno.

Eres tú la que más hecho fuerte.

Cuando yo era niña siempre soñaba, como en los cuentos, encontrarme con un valiente audaz y potente...yo miraba en la luna — ella me parecía que era mi escudo, el cual había perdido el valiente en un combate... el escudo se quedó en un lugar en la llanura, herido por el enemigo, sangrando... Tú — eres mi bravo guerrero, audaz, mi valiente, Jasen... ¿pero la luna?.. es verdad, ella se parece a un escudo forrado de cobre, chopeado, y talado en los combates?

Regálamelo a mi, Meruert...

¡Yo te lo ofrendo mi valiente!..

... Estas palabras sonaban con seriedad, pero entre ellos surgió una risa. — Jase recuerda muy bien estás palabras sobre el escudo, cuando dentro de dos días se despertó de los gritos y llantos venidos de la calle, salió de la casa:

¿Qué pasa?..

Él escuchó la respuesta:

¡La han matado!.. han matado a la chica, a nuestra zootecnica!..

Y más nunca olvidará lo que le dijo ese día a Meruert, bondadosa, ingenua Meruert, soñadora por la felicidad de toda la gente en el mundo...

2

La gran tierra, en la que nunca se ha encontrado un lugar donde puedan convivir el mal y el bien...

Meruert no fue la única que notó el resplandecimiento de Glasha, cuando esta se dio cuenta de la llegada de Alshimbek. No se pudo ocultar esto de Kachan. Él trabajaba en la misma brigada que instalaban los rompe vientos, con Glasha y Meruert...

En el pueblo solo quedaron las mujeres de edad, toda la juventud estaba en los campos en la instalación de los rompe vientos. Guvanov había traído aquí las plántulas en dos remolques con su tractor de arruga. Kachán le ayudó a descargarlos.

Aquí las mujeres trabajaban manualmente. Había pocas maquinarias para la siembra de las plántulas, la mayoría había sido enviada a las parcelas lejanas. Todo lo tenían que hacer con sus propias manos: cavar los hoyos, limpiar la tierra de las raíces de las malezas, sembrar la planta y apalmar la tierra. Estaba lloviendo, la tierra estaba hecha un lodazal, estaba mojada, pero para los jóvenes sauces eso le venía a la perfección. Glasha apresuraba a su amiga: tenemos que terminar con la plantación de las plántulas, de momento este lloviendo. Si después habrá sol dentro de dos semanas las plántulas adentrarán sus raíces a través de la tierra y se fortalecerán y en primavera comenzarán a crecer. Ella procedía de los bosques del norte, estaba claro. De manera involuntaria se recibió que las mujeres la designaron a ella brigadier. Nadie se quejaba, aunque a muchas les salían ampollas en las manos por falta de costumbre de coger una pala, estas estallaban en sangre y se les formaban callos.

Cuando Jasen visitó a la brigada, las mujeres lo rodearon cogiendo los guantes de lona que habían sido apartados para el trabajo de las mujeres. Glasha dijo él: he encontrado en la dirección a Aydungaliev: el preguntó por ti, y pidió que te dijera que él te va a esperar...

Meruert los últimos tiempos empezó a hacer amistad con Glasha. Entre ellas había conversaciones muy íntimas, compartiendo todas las penas del alma... Meruert sabía que Glasha estaba esperando un bebe, había leído las cartas tiernas que escribía, pero le confiaba menos de ella que su amiga a ella, tenía miedo, tenía miedo por ella.

— Vete, — dijo ella a Glasha, — yo de momento te voy a sustituir... Porfiriy Mijaylovich justo va a las instalaciones centrales, vete con él...

A nadie le pareció extraño que Glasha se fuera con Guvanov. Habían quienes se lo imaginaban, de que se trataba el asunto, otras la intuición femenina se lo decía, que había una razón particular para actuar así: ¡era suficiente ver a Glasha toda sonrojada, confusa de la alegría, con una cara apenada!..

En un instante ella se amarró fuertemente el pañuelo, se arregló el cabello, restregó sus botas de hule, embarradas de lodo, con hierba mojada y ya iba a montar al remolque cuando Guvanov le dijo:

— Tu lugar es en la cabina... en el remolque va Ignat...

No se supo porque de pronto se oyeron risas: será por lo ridículo que se veía a Ignat Frolovich en su gabardina larga que él llegaba hasta los pies, dura del agua y suciedad petrificada o que lo miraron todo labriego y sombrío cuando él se montaba en el remolque, tratando de buscar un lugar y con su gorra puesta con la visera hacia abajo hasta la altura de las cejas y con las solapas del cuello de su gabardina hacia arriba... Pero como fuera, toda la brigada había olvidado la llovizna constante y friolenta que rodeaba al tractor y riéndose había cubierto a Kachan con sus punzantes gotas puntiagudas y las bromas de las mujeres hasta que no sonó el motor y calló a las voces...

Largo fue el viaje por el otoño aburrido y marchito de la estepa — con Glasha y Porfiryi Mijaylovich en la cabina y Kachan — en el remolque, apoyando sus espaldas al carcas roto y tembloroso. A él le parecía que toda su vida él viajaba en ese remolque, atrás junto con la felicidad perdida...

Por la noche él miro al profesor y a Glasha. Ellos iban libremente sin esconder nada pro la calle central de la aldea, a su encuentro iba Ignat Frolovich — el profesor con una colilla que a la cintura, un palto con muchos botones metálicos, con franjas anchas en los hombros, a su lado — Glasha con una manteleta blanca con ornamentos lilas parecidos a ojos de basilio en la pradera primaveral, sus ojos brillaban... Alsimbek, fue adelante pasando por un tablón con piedras puesto para pasar el charco que estaba de frente al comedor, hecho seguramente por los choferes que habían doblado por allí con sus vehículos. Parecía que no había ninguna necesidad — ayudar Glasha, la que estaba acostumbrado a to tipo de dificultades — saltar ese charco sin ninguna ayuda, pero, por lo visto a ella le era muy agradable que el profesor se preocupará de esa manera y para él también era un satisfacción hacerlo. Los dos estaban tan distraídos con el cruce del charco y pasarlo saltando por las piedras, que no notaron a Ignat Ivanovich, que estaba esperando con una paciencia sombría que los románticos liberaran el camino.

Cuando ellos se encontraron junto a él Glasha casi gritó al encontrarse con la mirada pesada e irritada de Ignat Frolov, se sujetó al pecho de Aydungaliev, buscando defensa, el profesor se frunció descontento. Pero las flanjas retemblaron...

Ellos continuaron su camino, Kachan se sonrió, puso el pie en la tabla que se dobló, haciéndola que se sentará al nivel del agua. Hizo unos cuantos pasos, se fue directamente con ella al agua, llenándose de barro y hundiendo sus botas gigantes en el charco. Cuando llego el extremo, él detuvo, echo una mirada al profesor y a Glasha — y con toda su fuerza lanzó la tabla que no tenía la culpa de nada.

Por la noche, él estaba sentado en su casa vacía y pensaba: ¿por qué?.. Delante de él había un plato con un pan petrificado, un cuarto de una cabeza de cebolla en un tarro — una sal de granos grandes. En medio d ella mesa había una botella de vodka de medio litro, al lado — dos chatos de vidrio fundido grueso, uno — delante de Ignat Frolovich, el otro — delante de una silla vacía con el respaldar encorvado. Ignat Frolovich siempre brindaba con esta copa antes de tomar, olía la cebolla la ponía sobre la mesa, y le guiñaba el ceño no se sabía a quien, así él pasaba todas sus noches. Durante estos momentos muchas cosas se le venían a la memoria a Ignat Frolovich, las cuales él no se las contaba a nadie, huyendo de la publicidad más que de la vergüenza,.. Pero ahora a él se le había aparecido un interlocutor interesante — delante de él, en la mesa vacía, delante estaba el chato lleno hasta la copilla, atento —sin contradecir ninguna palabra, callado, — no te traicionara... en resumen, era lo que le hacía falta, lo que había soñado Ignat Frolovich.

¿Por qué?.. — pensaba él esa noche. Porque estoy solo — si tengo suerte, felicidad, i buen mano en todo, pero con la mujeres nada, ellas caen como aguas de mayos para otros — pero no para mí, no se recibe la vida, no hay en ella ni luz ni alegría... es como una lámpara en que se ha quemado un pelo: por un lado — se ve enteró, a cuando observas — ya no hay solución, no lo recuperas... de igual manera la casa, la economía hogareña, que el dinero acumula , descansando en un lugar secreto? si no fuera él, ¿el profesor ayudaría a Glasha a cruzar por la tabla estrecha, cogiéndola de la mano? Ella es una tonta, aferrándose a él, apretándose a sus hombros a sus labios a su pecho blanco, de momento él, Ignat Frolovich, vigila delante de su ventana toda la noche, hasta el cantar de los gallos...

¿Para qué?..

Por lo visto, el profesor no había venido en vano a admirar su trigo, sino que se vino a llevar a Glasha y hacerla su esposa. Mientras Kachan, quedaba siendo el mismo, al mando de la granja de cerdos y cerditos, con sus porcentajes en el aumento de pesos y los planes de nacimiento de cerditos... ¡Que se quemen en un fuego encandecido esos planes y porcentajes! ¡Que se queme en ese fuego ese tipo de vida!..

Ya era más de la media noche y la botella de medio litro ya estaba vacía, las copas estaban vacías, Ignat Frolovich estaba sentado, irritando a su corazón. Se imaginaba él, como la tormenta negra abatía y azotaba los campos y cubría las aldeas de polvo hasta sus humaredas y en sus lugares se formaban dunas movedizas de polvo... o se le aparecía: como estallaba la guerra, todos los hombres y jóvenes eran asesinados, las abuelas y las chicas se ahogan en llantos, se deshacían en gritos... A ver, que no estallará la guerra, que en su lugar estallarán los depósitos repletos de granos, que ardiera el fuego de la alegría, y que en él ardieran la hacienda, la aldea, él, las casas, qué se escuchen los quejidos y los llantos hasta el mismo cielo, como en aquellos tiempos, cuando no con arado, sino con granadas y minas era arada la tierra y que los sueños dulces regocijarán a Ignat Frolovich, andando sobre ella con su metralleta en mano...

Se imaginaba también: que de frente de él en la silla estaba sentada Glasha, con sus manos blancas puestas sobre la mesa, sonrojada, ardiente como la otra copa y su pañuelo delantero le cubría sus pechos redondos, y su cuidado alto y tierno, provoca a Ignat Frolovich, descendiendo a la líneas onduladas de los pechos blandos de Glasha...

Pero cuando Ignat Frolovich levantaba la cabeza, quitando la barbilla de los puños extendidos en la mesa — se ponía más melancólico y más se alarmaba su corazón: viendo la silla vacía con su respaldar encorvado, como un espalda sonriente, viendo la mesa vacía, sólo las migajas de pan desparramadas sobre la cebolla, cortada en cuatro pedazos que olían amargamente y en el tarro — la sal gris humedecida...

Ignat Frolovich se fue a dormir y se quedó como una piedra — sobre unas sábanas friolentas una almohada endurecida, que no fue apelmazada por las manos preocupadas de una abuela, ni calentada por un cuerpo vivo. Pero claramente, veía, crujiendo sus dientes, en la misma cama el cuerpo caliente, fresco de Glasha, por el cual pasaba la mano aquel extranjero.

¡Oy!, si hubiera habido tiempo, hubiera — ante la misma pared, o en el misma fosa yacerían libremente por un mismo mandato — los asiáticos, los kazajos, los Kazapi pelirrojos, los zhidovni, y jojli con los poltavos y podniprobia, — allí en la fosa estaría repleta de internacionalista...

Pasaron unos cuantos días. De igual manera que antes Guvanov seguía llevando las plántulas a la brigada junto con Ignat Frolovich, las cargaban y las descargaban, las clavaban en los hoyos, o cogían las palas o con las manos los enterraban de tierra, para que los arboles crecieran correctamente. Pero cada día que pasaba su vida se convertían en una pesadilla, en la que él vivía hasta entonces. ¿Para que el necesitaba de estos árboles, de estas franjas rompe vientos?.. ¿Para los campos que ellos iban a proteger? ¿Para que era esta cooperativa? ¿Esta tierra? ¿Dónde meterse? ¿Dónde está ella y quien espera por ella? ¿Que solo un camino le quedaba — y no había otro más para él en esa tierra maldita? Movió la nuca con la capucha, Kachan miró al cielo con una mirada larga y duradera — gris, cercano, repleto de nubes negras...

Cuando él supo la noticia de que Glasha se iba con el profesor y que las amigas de Glasha — algunas con ligera envidia, otras con todo el corazón — la rodearon, bombardeándola de preguntas, de consejos, de deseos para que fuera feliz y tuviera un amor eterno, Ignat Frolovich estaba apoyado en su pala con una sonrisa congelada y con unos ojos angustiados y marchitos, — esos mismos que recordaba Meruert, hablando de él a Jasen.

Lo creía el mismo o no, o sólo quería apaciguar, pisotear, trasformar en polvo su alegría, ver, como cambiaría su cara cuando se cubra de terror, — pueda ser que solo eso haya querido Ignat Frolovich, cuando le dijo a parte — calla, todo esto con el mismo gesto de sonrisa cortada:

Para tu felicidad yo no me entrometeré, sólo te pido que me regales una noche... ye esperaré y si no vienes — y no me acacias en la despedida, — entonces mi cuchillo acariciara a tu profesor, le besará la quinta costillas...

¡Quién la busca — la haya!—en la mejilla de Glasha, los labios se cubrieron de ceniza gris.

¿Para que necesito eso?.. mejor me matas...

— yo no te necesito muerta, sino vivo...

Glasha no cerró los ojos toda la noche, por la mañana le contó todo a Meruert.

A diferencia de Jasen, quien no había tomado en serio sus palabras, Meruert, la que a buena hora se había tomado la responsabilidad de observar a Kachan, presintió una amenaza inminente. Glasha la alarmó — su cara estaba perdida, desmoralizada, su mirada un oscurecida...

Ella abrazó a su amiga, le apretó a la mejilla de Glasha.

No temas, — dijo ella, — él no te hará nada, no se atreverá. Y no se te ocurra humillarte ante él... vete con Alshimbek a Alma-Ata. ¡Yo hablaré con ese! — termino diciendo decidida Meruert.

En balde Glasha trataba de detenerla. Aprovechando un minuto cómodo, Meruert le preguntó directamente a Ignat Frolovich, ¿Cómo se pueden entender sus palabras? ¿Cómo él puede hacer eso? ¡Como él se atreve!..

Pero Kachan no le dejó terminar — él se asustó tanto y prometió a la joven como si fuera la virgen — ¡como es posible decirle tantas calumnias y mentiras dichas por sólo personas malas!.. ¡Donde se había oído que él Kachan, levantará la mono a alguien mucho menos con un cuchillo! El sólo es capaz de matar a los cerdos o al jabalí y gracias una necesidad de la cooperativa y no por caza alguna...

Meruert le creía y no le creía — lo más extraño era — que ella sentía un cierto pesar de este hombre, aunque — ¿el por qué?.. Ella no lo podía explicar.

mire, Ignito Frolovich, — dijo ella, al salir, — si algo llego a pasar en nuestro sovjós, yo sé a quién dirigirme.

Ella miró a Kachan con una larga mirada al irse, Meruert, también sentía la misma mirada de él, pero como resistiéndose ella fue directo, erguida y volteándole la cabeza fue sin volverse atrás.

Espera puta ya verás...— murmuró entre dientes en Kachan.

Ese mismo día, por la noche Meruert buscaba a Ugriumov y Tleukabakov, preocupada después de la conversación con Kachan, ellos dirigían los trabajos siembra de los rompe vientos.

Ugriumov dijo:

El pasado de Kachan me es conocido. Tiene un pasado difícil. Pero no creo que después de tantos años no haya cambiado.

¿has escuchado el cuento sobre la rana y la culebra? — objetó Tleukabakov, — ¿No?.. la culebra le pidió a la rana que la pasará al otro lado del río. La rana le dijo: «te llevo, tú me coges por el camino». — ¿para que yo te debo coger por el camino? — habló la culebra. — si de todos modo yo me ahogaré». Estuvo la rana de acuerdo y sentó a la culebra en su espalda y nadó. A la mitad del rio la culebra le dice a la rana: «no puedo aguantar las ganas», — y se tragó a la rana. Las dos se ahogaron...

Si la psicología es difícil, — se rió Ugriumov. — Sólo que el hombre — no es una culebra, y sus psicologías son diferentes...

Pero como hubiera sido, las tres noches antes del viaje Glasha, se ordenó vigilar la casa de Kachan, cada paso de él diera, aunque, se comprende que el mismo Ignat Frolovich esto lo sospechaba...

En el tercer día Glasha y Alshimbek se fueron sin ningún contratiempo. Casi todo el pueblo los salió a despedir. Glasha se reí y lloraba, creía que ña felicidad le esperaba... la última — y la más calurosa — la abrazó Meruert...

De repente al día siguiente, cuando todas las penurias y alarmas habían sido ya olvidadas...

Ignat Frolovich había bebido sin parar, pero no se emborracho. Al contrario, como si se pusiera más sobrio con cada copa que se bebía. Era extraño para él esta resistencia, de lo claro y simple de su final a como él se lo imaginaba.

Pero además de lo claro y simple de su final había algo de lo que nadie se lo hubiera podido imaginar. Las cerillas se quebraban, se encendía y al instante se apagaban, una detrás de la otra — tal vez porque se hayan humedecido en la repisa de la cocina, o por la tembladera de la mano de Kachan, que no dejaba que la cerilla cogiera fuego hasta el final. Pero al final encendieron, colocados cuidadosamente uno con el otro en el fogón — el dinero ahorrado durante muchos años, debajo de la tabla que estaba en la repisa de la ventana... rublo por rublo, rojo por rojo — Ignat Frolovich se portaba vivo con astucia, hacia rumbos que nadie ordenaba, a escondidas... No sirvieron para nada, ni para Ignat Frolovich, y que no sirvan a nadie...

Pero mirar como salían las llamas de la cacerola de hierro fundido, él no podía y se salió de la casa. Sin embargo lo importante había sido hecho...

¡Que mañana tan bella había en la pradera!.. Meruert, que cada verano iba a bañarse al rio Esil, este día tampoco se aguantó. Se había despertado temprano por la mañana, se vistió, se echó la toalla sobre el hombro, miró al cielo — limpio, alto, en un azul espeso, — cogió también el álbum de bosquejo. Se acabaron las lluvias duraderas parecidas a las eternas, en lugar de ellas vino el tiempo seco y claro. ¿Para largo tiempo?.. Pero Meruert ahora no pensaba en eso. Un viento agudo y punzante procedía de la llanura. Los rastrojos cubrían de dorado el campo. El Esil brillaba y cegaba los ojos. En el tiempo lluvioso él tuvo una subida y por eso el agua estaba turbia. Pero en este momento él estaba azul, en estaba Meruert.

Mucho tiempo ella paso en río...

Aquí la miro Ignat Frolovich.

Él se dirigió decidido hacia el Edil con paso firme, en su cabeza todo estaba como antes, claro y sobrio. Todo allí parecía ajeno — el sol, que había abrazado toda la ribera del río, la tierra por la cual él iba, las gotas gruesas del rocío, relucientes irisadas de fuego en las hierbas marchitas... Pero, seguramente porque todo era ajeno despertaba en él la avaricia el deseo de poseer, — en ese minuto, primeramente, puede ser, en toda su vida, sintió algo nuevo y vivo Ignat Frolovich, como es de precioso el mundo, con el cual nunca más él estaba ya relacionado...

¡Hermoso y claro... aj, si el pudiera, si la sobrarán fuerza — soplar y pagar el sol! ¡Arrancarlo del cielo, arrojarlo al Esil, para que él chispeara y se apagará, se balanceará en el agua con un carbón negro quemado!.. ¡Si el pudiera — quemar los sauces sonrosados por el alba, su ramas triste, dispersadas, lanzadas al viento, — como si estuvieran esperando nuevas hojas que de nuevo lo cubrirán en la primavera!.. ¡Si el pudiera — llenar de piedra, convertirlo en un desierto esta tierra, para que los siglos de siglos todo este muerto y que de sus entrañas no volviera a nacer nada — ni tallos, ni espigas!.. Si él pudiese, si a él le quedará fuerza — no dejaría nada en esta tierra para que la gente que vivió como él, se muera, se desaparezca, como desparecen las huellas pesadas y profundas de sus botas — en el último sendero de su vida...

¡Pero no tenía, él no tenía esa fuerza!

Y en ese momento miró a Meruert...

Ella le pareció tan frágil, tan fina y ligera, — allí en la orilla alta del Esil, — a él no le hubiera sorprendido que el viento la levantará y se la llevará — sobre el río, sobre la estepa, a los cielos, como un tela de araña...

De repente como que se abrió la tierra, la sangre hirvió, en corrientes despiadadas recorría por todo el cuerpo de Ignat Frolovich. La sangre la borrachera, la datura ciega. Él recordó como la noche pasada dos jinetes pasaron cerca de su casa se adentraron al llanura en galope, los golpes de sus casquillos se escuchaban secos y sonoros en la tierra, parecían que iban en dos marcapasos negros y rápidos... el golpe de los casquillos destellaban plata — como si los rayos lunares sonarán — la risa de la chica, después el bajo sonoro de él... pasaron como un relámpago por la calle, pasaron cerca, desaparecieron, se derritieron en el silencio de la noche, se perdieron... el fantasma de la felicidad ajena deambulaba cerca de su casa — inatrapable, inalcanzable...

...el cuello de Meruert era fino y frágil, los dedos de Ignat Frolovich lo apretaron casi sin esfuerzos, sólo se sintió el crujir de algo debajo de sus palmas — Meruert incluso no tuvo tiempo de gritar. Ignat Frolovich no le quitaba su mirada diabólica de encima, en sus pestañas gruesas, en su última convulsión temblorosa...

Cuando Jasen se apareció en la orilla del río ya se había reunido la mitad del pueblo. Kachan estaba sentado en la tierra parecido a un cadáver, congelado, parecido a un muerto. La gente miraba en el con terror...

— Jasen...— dijo alguien calladamente.

La muchedumbre se movió abriéndole el camino hacía Meruert...

De nuevo vino él a ella, cuando trajeron a Meruert a la casa, le lavaron su cuerpo y la pusieron en la esquina derecha en una alfombra roja.

Jasen se inclinó lentamente cabeceando, beso a Meruert en la frente — y de pronto se debilitó, se cayó y rodo por el suelo, y empezó a llorar como un bebe...

En el mismo día se agobió y encorvó Zikriy, se sentía un viejo decrepito y endeble. Él iba de primero en marcha después del féretro de su hija, le era difícil apoyarse en su bastón, no quitaba los ojos opacos de la tierra.

« ¿Tierra virgen... tú le traes a la gente el pan, le das vida y felicidad...— pensaba él, — pero porque te has volteado contra mí dándome esta pena, quitándome a mi única felicidad, la pupila de mi ojo, mi Meruert?..»

Epílogo

Han pasado tres años.

Una vez que Jasen como de costumbre se subía a una colina alta, que se encontraba cerca de la aldea de la cooperativa. Él amaba ese lugar. Desde todos sus contornos se labraba la llanura densa. A la derecha del Esil griseaba. A la izquierda, los contornos de las laderas de las lomas, bajaba planamente hacia la arboleda de abedules. Sus tallos florecían entre las hojas claras, — A Jasen le parecía que el viento a veces le traía sus susurros combinados con los de las espigas recién empapadas por la lluvia. El trigo se balanceaba se movía al ritmo de largas ondas, parecía que en él todo era un silencio y que en el sueño el respiraba con soltura...

Aquí se pensaba bien. Sobre la vida, sobre la tierra, sobre el destino... y frecuentemente cuando Jasen trepaba a esta colina, le venía su memoria una historia Maya, una tribu que se estableció en el norte de América dos mil años atrás. Este pueblo construyó unos palacios preciosos, construyo grandes pirámides, no menos importantes que las potentes pirámides egipcias, su calendario testifica sobre un conocimiento profundo y exacto del movimiento de los cuerpos solares. Pero a los científicos les interesaba más sobre las estrellas que sobre la tierra. Ellos descubrieron las leyes armónicas de la arquitectura perfecta, los arados simples también conocían. El grano de pan ellos lo metían a la tierra a través de un palo largo y puntiagudo. El terreno quedó extinto del labrado elemental, se desgató, se secó, murió. El pueblo buscó la salvación abandonando el país que ahora los mataba de hambre, abandonó sus ciudades, sus tierras y se fue al norte. ¿Pero son muchos los ejemplos parecidos que nos cuenta la historia?

Jasen venía aquí cuando quería pensar, resolver algo importante, aconsejarse consigo mismo. Asi era antes, después y ahora que era el director de Altin aray. En los últimos años el sovjós se recuperó y tomó fuerza. Lograron detener la desgracia que amenazaba a sus campos con un trabajo pertinente. La tierra les agradeció con una buena cosecha por la atención y cuidado... el viejo Ondasin le enseño a Jasen tratar a la tierra como si esta fuera un ser vivo, a la que si le das cariño recibes — agradecimiento, si les das crueldad recibes — ira y venganza. Él tenía razón, el abuelo Ondasin...

Los últimos tiempo Jasen comenzaba a hacer cálculos de sus nuevos planes — colocación del sistema de irrigación de riego... Pero hoy sus pensamientos eran otros. De Alma-Ata llegó un telegrama, — como sospechaba Jasen, enviada con la disposición de Asilbek Ajmetzhanov, quien atentamente seguía los éxitos de los altinarayenses. A Jasen le proponían trabajo en el Ministerio agropecuario. Ugriumov le aconsejó aceptar la proposición: «en la república hay decenas de sovjoces como Altin aray y tú tienes conocimientos y experiencia... tú puedes ayudarles. Vete». Tleukabakov pensaba de la misma manera, que sin ninguna ofensa había cedido su antiguo puesto de director al joven agrónomo, ahora el dirigía la granja de animales. Sin embargo Jasen todavía no se decidía...

Muchas cosas lo unían con Altin aray, con la tierra a la cual él le había dado tanto esfuerzo. Aquí él sintió impactos amargos, victorias alegres, y su primer amor y su primera perdida... y como claro es el trigo, el cual verdoso se ondulaba allá abajo, él no era simplemente trigo... él se llamaba — «Meruert». Cuando él supo de la muerte de Meruert, Alshimbek le propuso llamar al trigo cultivado pro ellos con su nombre, pero a Jasen no a él le recordaba, no a Alshimbek. Él sabía que — el trigo de Totraunska fue salvado por gente simple y honrada que conservaron el grano en un pequeño saquito de lana, no importando la guerra y el hambre... y en segundo lugar él había sido salvado por los tractoristas Anatolyi y Romazan... uno de ellos seguía trabajando en la brigada de Porfiryi Mmijaylovich como antes y el otro estaba estudiando en el técnico...

Por lo visto, Jasen era como su padre Atimtay, fiel y constante a un solo amor. Y desde allí en la loma se escucha el susurro de Meruert y no del trigo, como que si ella habla con él, le escucha su pensamiento y le susurra muchos consejos...

Pero no sólo a Jasen le cambio toda su vida la muerte de Meruert. Pasado algún tiempo Glasha llegó a Altin aray. El destino no engrió su felicidad relacionada con Alshimbek. Su hijo murió después de nacer y Glasha cada vez más sentía una extraña en el apartamento del profesor, entre muchos objetos caros y bellos. ¿En calidad de que ella estaba allí?.. ¿También — como cosa, juguete, placer para la ansiedad aún viva de su viejo marido?.. A ella la llamaba la libertad, la gente, entre las cuales ella podía ser independiente y simple. Pero lo más importante: cuando escuchó sobre la muerte de su amiga, ella se echó la culpa de la muerta de ella. ¿Acaso no había sido ella la que lanzó a Meruert contra Kachan?.. ¿No fue ella la que calentó el celo en la alma malvada?.. Si no hubiera sido por Alshimbek — Meruert no hubiera muerto...

Cuando ella regresó a Altin aray, lo primero que hizo fue lanzarse a los pies de Jasen. «Yo soy, — decía ella llorando, — todo fue por mí...» Jasen la levantó le dijo sobre lo que el antes pensaba:

—todos nosotros no supimos defender a Meruert... Pero el más culpable de todos soy yo...

Pero todas sus palabras de consolación fueron en balde...

Detrás de Glasha, apareció Alshimbek en Altin aray. Taciturno, callado, marchitado. ¿O los años habían hecho su función o la muerte de Meruert quebró su alma?.. Pero era la primera vez que no se le veía preocupado por la pequeñeces de la vida cotidiana, primera vez que se le veía preocupado por algo importantemente infinito que lo pasado... deambulaba por mucho tiempo por la estepa, al lado del Esil, estaba en el lugar de donde se veía la reflexión de Meruert entre unas algas marrones y un troco hundido, riéndose en la profundidad transparente y como navegaba en su cara una gota de sangre

...

Mirando al profesor, Jasen recordó las palabras de Ondasin: «el castigo a una persona — está en él mismo...» cuando una vez Alshimbek dijo a Jasen, que quería llamar al trigo con el nombre de Meruert, — él lo pronunció de tal manera, casi como pidiéndole permiso o consejo, en ese momento Jasen comprendió que delante de él se encontraba otro Alshimbek...

Él mismo le dijo a Glasha, que dejar en este momento a Alshimbek no es lo correcto, y el mismo los acompañó — al apeadero, en el cual hace muchísimo tiempo él con Meruert encontró a Aydungaliev, que venía de Alma-Ata...

En la orilla del Esil, en la loma, se divisaba una tumba con una lápida blanca, casi una copia de las tumbas antiguas. Cada noche el viejo Zikriy venía con Ayzhan, ellos pasaban allí hasta que no se ponía el sol. Ayzhan lloraba, limpiaba sus lágrimas con el extremo de su mantel, Zikriy triste y callado miraba la estepa desierta. Cuando el sol se sentaba, ambos — encovados y endebles — callados y a pasos lentos regresaban a casa.

Está vez ellos notaron a Jasen y se le acercaron.

Shiranguin, — escuchó Jasen, levantó su cabeza se salió de sus pensamientos.

¡Como ellos habían cambiado!.. Zikriy, blanco como la luna, él se parecía a su propia sombra. ¿Y su Ayzhan?.. No quedaba nada de la antigua matrona, llena de fuerza.

Jasen se levantó rápidamente.

siéntate, siéntate, hijo, — dijo con voz ronca Zikriy. — perdónanos, que te molestemos... Pero te quiero preguntar... nos dirigíamos al tumba de nuestra hija cuando nos encontramos al Mula del sovjós vecino. Y nos dijo... — el viejo calló, sólo los labios les temblaban.

¿qué le dijo el ?..

Él dijo... — continuó con dificultad Zikriy, — dijo que nos había advertido... quien profane el descanso de los ancestros, será al que castigué Dios. Tú nos decías no escuchen, ellos nos bendecirán... y castigó dios a ti y a tu Jasen. Él se llevó a vuestra Meruert. — el viejo perdió el aire. — ¿acaso tenga razón? Parece que sí, dios me castigo por ese pecado...

¡Cuánta maldad hay en la gente!.. ¡Acaso no es suficiente el sufrimiento que llevan estos ancianos que él, el mula, se apresuró a echar veneno a la herida a un sangrante!..

¡No le crea usted a él! — Jasen cogió de la mano de Zikriy y la apretó con mucho cuidado. — ¿si la Meruert — es asunto de dios, entonces porque él, al mismo tiempo castiga y hace el bien?.. pues este trigo, — él decía haciendo un gesto amplio alrededor de él, — ¿no es un milagro de dios? Meruert murió, pero su nombre siempre estará en la boca de todos. No fue dios quien mató a Meruert sino el mismísimo Kachan. Usted no ha cometido ningún pecado al contrario, usted ha hecho un acto de bondad, de la misma manera le agradeció la tierra, con buen pan...

Los viejos miraron la plantación de trigo, las lágrimas corrían por sus mejillas.

Ellos se despidieron y se marcharon.

Jasen se quedó solo.

Él ahora sabía que nunca se iría de aquí. No podría...

¿Cómo van a interpretar su negación, estarían de acuerdo con él?.. Lo comprenderían, que para él, irse de aquí — sería como cambiar a estas tierras, traicionar a Meruert?..

Él estuvo sentado mucho tiempo en la cima. Alrededor todo se oscurecía, en el cielo apareció la luna, enorme, purpura, tocando la línea negra del horizonte. Jasen recordó las palabras de Meruert sobre el escudo del valiente.

Regálamelo a mí...

Yo te lo regalo, mi héroe...