Acompañado por su inalterable compañero Kaldibay, se dirigió el mulá Zakirzhan a las aldeas “Tort-tube” – “Cuatro colinas” – para recoger el tributo habitual.
Estas aldeas son adinerados. Incluso tienen su propia mezquita. Cada año el mulá Zakirzhan sale hacia allí. Visita todas las casas, ni una la pasa de largo. Dentro de un mes vuelve como si tuviera un kalym[1]: arrea unas treintas o cuarentas cabezas de ganado.
Kaldybay a su manera es sirviente del mulá. Ellos tienen la misma edad, son viejos amigos y cómplices. Sin embargo, esto no les impide estando a solas reírse un poco uno del otro, y a veces hasta reñir. Pero nunca hay mayores altercados. No guardan ni ofensas ni rencor.
Pues, delante de los ojos de otras personas se comportan de manera muy diferente. Mulá tiene un aspecto piadoso y ensimismado. Lleva un turbante en la cabeza, en los hombros – un amplio acolchado chapan[2] blanco, Mulá baja la vista con resignación, como si dormitara, inmerso en sus pensamientos píos. Kaldybay da vueltas de puntillas alrededor de él, capta cada movimiento de su mentor espiritual.
- Taksyr - dice almibaradamente - es el momento de sala[3]. ¿Sería de su agrado hacer una ablución?.
Y ágil Kaldybay le entrega al Mulá el kumgan[4], extiende una alfombra para la oración - Jai-namaz, le alarga su rosario. Con una cara severa e impenetrable Zakirzhan se arrodilla, abre el libro negro y comienza a ganguear. De vez en cuando dice bien el articulado:
- ¡Ia. al-la-ah! ..
De esta exclamación de Zakirzhan, Kaldybay cada vez se estremece con reverencia...
En las aldeas de "Tort-Tube" Zakirzhan y Kaldybaya son muy respetados.
- Es joven, pero se dedicó por completo al servicio de Dios, - se entusiasman con Zakirzhan.
- No distingue lo blanco de lo negro, pero a un hombre fiel encontró, - decían de Kaldybay.
Cuando viene Zakirzhan el Mulá, se reúnen a su alrededor los venerables ancianos y los ricachones de influencia – las nucas gordas de las aldeas" Tort-Tube". Ellos le acompañan por sus aldeas y yurtas, le miran a la boca y en general se comportan como su seguro séquito.
Zakirzhan inspiradamente cuenta a los habitantes de las aldeas las parábolas moralizadoras de la escritura Sagrada: cuenta sobre los justos en el paraíso, los pecadores en el infierno, los grandes hechos de los apóstoles del profeta, las enseñanzas de Muhammad-Payghambar.
- ¡Оh, que dulces palabras – Kaldybay se pasma de admiración.
Y cuando el mulá empieza a hablar del castigo de Dios y el acercamiento del fin del mundo, los ojos de los ancianos emocionados se cubren de lágrimas y sus mandíbulas empiezan a temblar.
- ¡Taksyr!. Digame, ¿cuál es el significado del sacrificio? – pregunta respetuosamente Kaldybay.
- Las donaciones suavizan la ira de Dios, abren las puertas del cielo, se convierten en el remedio salvador a la última hora. – responde Mulá.
-¡Huay!. ¡Huay!. ¡Qué todopoderoso y misericordioso es nuestro Kuday[5]! – seguramente alguien le apoya.
Luego, regresando con los ricos botines de las aldeas" Tort-Tube", el mulá Zakirzhan y Kaldybay se traban de palabras todo el camino.
- ¡La yegua rubicán es mía! – insiste “murid[6]”.
- ¡Oye, no seas tonto!. El ganado no es tuyo, sino mío. ¡Era yo quién daba la bendición!.
La nariz larga de Mulá comienza a palidecer y hacerse agudo. El bigote de Kaldybay se eriza de los nervios, los ojos se ponen en blanco.
- ¡Basta tú, es mío!. ¡Deja de eso Zakirzhan!. - Él ruge con amenaza.
- ¿Y por qué?.
- ¿Por qué me tapas la boca con tu bendición?. ¿Quién necesita tus tonterías?. Si la gente tuviera algunos provechos de tus oraciones, te traería el ganado directo a tu casa. Pero ahora lo buscamos juntos, juntos trabajamos a gota gorda. Por lo tanto, cada uno tiene una parte igual. ¡Mis méritos son más grandes si se tratara de eso!.
La cara del mulá Zakirzhan se moradea, los labios le tiemblan, empieza a ahogarse de ira. En ese momento él odia a Kaldybay como a un perro asqueroso. ¡Qué diablo le ha empujado meterse con él y traerlo al retortero!.
- ¡Qué tonto eres!. ¡Imbécil!. Es que la yegua rubicán la obtuve por un servicio ceremonial de una fallecida-Ulbolsyn. ¡El Corán lo leí yo!. ¡Los últimos sacramentos los administré yo!. ¡La oración conmemorativa - yo..!.
Kaldybay no lo está escuchando. Él sabe muy bien que quiere decir el Mulá Zakirzhan. Al dar con talones un golpe al caballo, Kaldybay junta en un rebaño apretado el ganado que lentamente caminaba en desorden. Durante un rato guardan silencio. De repente la cara de Kaldybay aclara, como el sol, que se asoma tras de las nubes.
- ¡Oye, Zakirzhan, no tienes conciencia!. ¿Por qué detractas mi trabajo?. ¡Recuerda aun aquella noche, eh!. ¡Cuánto vale, por no hablar de otras cosas!.
Kaldybay se entorna los ojos de agradable recuerdo.
- ¡Uy, bobo! – se ríe halagado Zakirzhan.
Ambos se transforman instantáneamente, osadamente arrean el ganado por el camino, ríen a carcajadas satisfechos de sí.
- ¡Sí, en aquella vez sobresaliste! - entusiasma Kaldybay.
Las nubes de reciente hostilidad se evaporan.
- ¡Entonces me ayudaste un montón! – se las echa de generoso el agradecido mulá.
***
Cerca de Archala se encuentra el invernadero de Alimbay. En la primavera la aldea migra a dzhaylyau[7] y el invernadero está vacío, lleno de maleza y estiba plumosa. Solo pobre Conca guarda el invernadero, pero vive por antigua costumbre un poco apartado, cerca del camino solitario de la estepa.
La única vaquita, parda, con un cuerno roto, constantemente pasta cerca de su choza negra. La esposa de Conca - Kalampyr - arrastrando la torcida zherlina, arrea la parda a la estepa, regañándola y maldiciéndola hasta vela verde.
- ¡Uh! ¿Qué haces todo el día pindongueándose cerca de la casa? - dice ella - ¡Mal bicho! No puedo dejar al ternero fuera a los pastos. Y si lo dejo - chupará toda la leche. ¡Que se muere!.
Conca, acostado en un lecho, dice vagamente:
- ¡Que se te encojan tus mandíbulas, tonta mujer!. ¿Qué vamos a hacer si ella muere?..
Indolentemente tocando el hilado, se aburre en la sombra la hija de Conca - Kanysh. Los dedos habitualmente se mueven por el hilo, pero sus pensamientos están lejos. Ella echa de menos a los vecinos, a sus amigos, la aldea. A una vida ruidosa y alegre en una aldea lleno de gente durante un largo invierno de seis meses. ¡Cómo querido es el feroz invierno, que aprieta en su helada palma de todo el mundo por los ojos negros y los labios llenos de Kanish!. En invierno regocijas con tus amigas. Vas a los festejos, al toy. Y el verano con sus fragantes verdes hierbas, con bochornosas agotadas noches - ¿para qué es todo eso para la sola Kanysh. ¡Si tuviera junto con todo esto sus amigos y compañeras!. ¡Y ahora durante todo el día se encuentra a la sombra y piensa, piensa, ojinegra!
El dueño también está harto de su choza solitaria y miserable. Le atrae irresistiblemente el dzhaylyau. Por la noche sueña con el lago, cubierto del sedoso Kurak[8] y el acerbo kumys que brilla en las copas. Su alma se atormenta, sufre, y pronto ya no puede soportar la tristeza, y entonces de repente se agarra el bastón blanco y va de pie al pasto de verano tan deseado. Kalampyr, por supuesto, se queja:
- ¡Piensas solo en ti!. ¿Qué tengo que hacer yo aquí con la muchacha?. Resguardar las tumbas, ¿no?. ¿Quieres que espichemos aquí?. ¿Que alguien nos corte las gargantas?.
Refunfuña, gruña su esposa, pero cuando Conca desaparece detrás del puerto, su alma se llena de inquietud. ¡Menudo lío caminar cincuenta kilómetros bajo tanto calor!. Le torturará, la sed, extenuará el cansancio, piensa ella.
***
Pasaron cinco días a partir de que Conca se fue a dzhaylyau. Kanysh y Kalampyr inquietadas y asustadas no pegan los ojos toda la noche. Les aparecen fantasmas espeluznantes, los geniecillos y los peris[9] de cuentos de hadas. Se hace el efecto de que los demonios se encolerizan cerca de una choza de invierno, se ríen desagradablemente y en la maleza lanzan uno al otro haces de fuego. Kalampyr para sí, para que no se oiga la hija, murmura fragmentos de las oraciones que se guardan en la memoria. Ella toda está temblando, pero oculta el miedo, para no asustar a Kanysh.
Y Kanysh también está despierta, pero no de miedo. Ella piensa en su vida, en aventuras sencillas y variadas, en un deseado amigo, en los familiares de la casa de Satpay. Fue una noche inolvidable. Se reunieron todas las chicas y los jinetes de la aldea. Vino tanta gente que no cabía de pie en un sitio. Se lleno de aire viciado y recalentó. La lámpara centelleaba opacamente, amenazando apagarse. El sudor corría por las caras, pero los jóvenes se secaban con unas toallas y no dejaban de jugar.
-¡Vamos, hermanita, dame tu palma! – Se dirigió a Kanysh el parrandero Akhmetbek. En sus manos tenía un cinturón trenzado. El ampliamente alzó las manos como si tuviera la intención de azotar su palma, y en la cara tenía una sonrisa.
Kanysh jovialmente se rió:
-¡Apiádese!. No lo haga con fuerza.
Entonces alguien sugirió:
- ¡Vamos a empezar un nuevo juego!.
- ¿Qué?.
- ¡Canción en el círculo!.
La dombra pasó de mano en mano. Alcanzó Akhmetbek. Él trató de sostenerlo más cómodo, con gracia. Retorció las clavijas, sonó las cuerdas. Se aclaró la garganta, probó la voz. Sonó un poco ronco. Los jóvenes hablaban, bromeaban, estaban ocupados en sí mismo. Su indiferencia ofendió a Kanysh. Ella sentía arrobamiento cuando escuchaba:
Hasta el lago las aldeas de la estepa migraron,
Cerca del lago los enamorados con amor soñaron,
Cuando tú me fijaste la cita, querida,
Dispersaron las nubes en mi corazón herido.
Y ahora, pensando en Akhmetbek ella constantemente oía su voz y esa canción. A Kanysh le parecía que las dos últimas lineas estaban dedicadas solo para ella...
Se extinguió el fuego en la alargada estufa de tierra - jer-oshake. El cielo se cubrió con una manta negra. Se encendieron un sin número de estrellas resplandecientes. La cansada noche se hundió en el sueño.
Pronto en el camino intermitentemente golpearon los cascos de caballos. Zholdyayak ladró un poco y luego se quedó en silencio. Se oyó una conversación apagada. Kalampyr y Kanysh aguzaron el oído.
- ¿Alyrmay, son viajeros o quienes son?.
- Ojala que pasen la noche aquí, - susurró temerosamente Kanysh.
Zholdyayak ladró de nuevo. Los viajeros se acercaron. Por la causa de las rejillas no se podía ver claramente los contornos de los dos jinetes. Uno de ellos gritó:
- ¡Huay! ¿Hay alguien en casa?.
- ¡Estamos en casa! – Alegremente respondió Kalampyr.
Los jinetes ataron las riendas a la perilla, desmontaron y entraron en la choza. Se saludaron. Kalampyr preguntó.
- ¿Quiénes son ustedes?.
- Supongo que habéis oído hablar de Mulá Zakirzhan. ¡Aquí está! - Dijo uno.
Kalampyr se alegró inefablemente. Corrió al horno para encender el fuego, preparar la cena, pero los huéspedes se negaron a comer, diciendo que estaban muy cansados y lo que querían era dormir.
Encendieron la astilla. Bajo su insegura luz la señora extendió una antigua alfombra en el lugar de honor, pero las almohadas y las mantas no habían, y confusa Kalampyr pidió disculpas a los huéspedes.
- Oybay, zhenge, no te preocupes. Estamos satisfechos de lo que tenemos - dijo Kaldybay y se extendió en la alfombra vestido, pero a cara a Kalampyr.
La choza del pobre Conca era obviamente demasiado estrecha para cuatro personas.
- Zhengey, estamos muy cerca de ustedes. Si durmiendo me propasaré no sería mi culpa- bromeó, acostando, Kaldybay.
Martirizadas por las noches de insomnio, la madre y la hija se durmieron de inmediato. Kaldybay dio un codazo a Zakirzhan.
- ¿Hey, estás durmiendo?.
- No.
- Entonces, deslízate. ¡A cuatro patas!.
- Pero ella va a gritar, despertará a su madre...
- ¡No tengas miedo!. Con la ayuda de Dios haré algo con su madre.
Zakirzhan mulá bajó la cabeza, como si rezara, y se arrastró a cuatro patas.
- ¡Hey!. ¿Quién es?. ¿Quién es.? ¡Ma-a-ama! – gritó atemorizada Kanysh.
Kalampyr se despertó, pero aún no tuvo tiempo de averiguar lo que pasó, cuando Kaldybay, agarrándola por el brazo, la tiró hacia afuera.
- ¡Cállate, zhengey!. ¡Silencio!. ¡Ven conmigo!. Hay una conversación...
Tan pronto como amaneció, Zakirzhan y Kaldybay se pusieron en camino. Kalampyr y Kanysh, deshonradas y muy asustadas, se deshacían en lágrimas en una choza solitaria en el camino.
***
En el bar del pueblo se sientan Kaldybay y Zakirzhan. La mesa estaba llena de botellas. Los amigos se han puesto rojos. Es evidente que banquetean ya durante mucho tiempo.
- Bueno, ¿qué?. ¿Bebamos más la blanquita[10]? - guiña Kaldybay.
- Oh, no lo sé - Mula sonrió. - Es que nos dirigimos a la aldea. Y la blanquita es furiosa...
- No tengas miedo. En el camino dormiremos. Después de una noche borrascosa, nos hará falta...
Kaldybay suelta en risillas. Mulá le acerca la copita.
- ¡Oh, tonto!. ¡Esta bien!. Hoy estoy satisfecho de ti. Vamos, vierta una vez más.
Mulá mete la mano en el bolsillo para sacar un pañuelo para secarse el sudor de su frente, pero saca el largo rosario como un intestino y lo deja caer en un vaso de vodka. "Astapyralla[11]" - murmura Mulá y mete el rosario en el bolsillo. Los compañeros beben y comparten los detalles de las aventuras de anoche.
-
Con la puesta del sol el ganado vuelve del pasto, los cerdos poco a poco van, gruñendo. Cerca de la casa con un techo rojo, en el centro del pueblo, las ovejas, cabras, vacas, con las orejas tiesas, dan bandazos o de miedo, o de aversión. Aquí, a pocos pasos de la cervecería, cayeron directamente en el barro el venerable Mulá y su fiel "murid". Los cerdos, a diferencia de otros animales, no se apartan de los compañeros caídos al polvo. Con gran aplicación ellos empujan con sus hocicos el inconsciente Zakirzhan El Mulá, y sólo después, haciendo una mueca de disgusto, se van a casa. Sólo un taheño perro roñoso vino y lamió la sagrada boca de Mulá...
1928
[1] Kalym – el rescate que se paga a los padres o parientes de la novia.
[2] Chapan - es una bata que se viste sobre la ropa, por lo general durante los meses fríos del invierno.
[3] Sala significa orar o bendecir, y generalmente se refiere a las oraciones de los musulmanes.
[4] Kugman - vaso de cuello estrecho, jarra de agua con el canalón, el mango y la tapa, que se utiliza en Asia, principalmente para el lavado y el lavado de manos.
[5] Kudai es el Dios Supremo en el Altai, Kazajstán y otros pueblos turcos.
[6] Murid – alumno. En los países musulmanes murid es una persona que quiere dedicarse a la enseñanza de los fundamentos del Islam y las enseñanzas místicas - Sufismo.
[7] los pastos de verano
[8] cajas cerradas de algodón
[9]En la mitología iraní, las criaturas que se presentan en forma de hermosas chicas.
[10] Vodka
[11] pasa. Perdóname, Señor, ten piedad, Señor