1
Noche. Las nubes negras se apoyaban en el medio del cielo, colgando sobre el aul como recortes de trapo. Se elevaba el polvo, sonando sobre el Tunduk (tela muy fina que envuelve las tiendas) de las yurta. El viento se hizo más fuerte. A lo lejos, relámpagos. Un trueno retumbó. A la luz vacilante de un rayo, durante un momento se podían avistar las siete yurta del aul.
Los bordes de los grandes rebaños de ovejas se movían. Éstas con ansiedad se pusieron de pie, sacudiéndose. El perro guardián, negro picazo y dos perras de color amarillo empezaron a circular el aul con sus un feroces ladridos.
En el medio del cercado, bajo un toldo rasgado estaba sentada Raihan, envuelta en una vieja bata acolchada.
- Ait! Ait – Incitó a los perros ruidosos.
En la gran Yurta, con ansiedad, se levantó de la cama baybishe, muy escuálida. Miró al tunduk, escuchó al crujido de los delgados postes, que sujetaban el techo sobre la tienda. Gimiendo se alzó, se vistió, y salió afuera.
- Está acostado al lado de tokal, y ¡no le importa nada!, ella se quejó y después de aclararse la garganta, se sintió la voz desgarradora del grito: "Ait! Ait! "Los perros, al escuchar el grito, irrumpieron sus ladridos con nueva fuerza. Baybishe, se volvió hacia la yurta de su rival, los ladridos eran cada vez más fuertes. De la ira se le contrajeron los pómulos, y sus puños estaban cerrados fuertemente...
Y en esta yurta la mujer siguió el despertar del anciano por el grito de Raihan, ella ansiosamente miraba a una mujer, mucho más joven que ella - la rival de baybishe. El anciano se levantó, se echó sobre sus hombros una túnica de terciopelo y se arrastró hacia la puerta. Tokal, como una sombra, siguió a su marido hasta el umbral.
- Él está atraído a la joven - murmuró abatida, mirando al anciano que iba hacia la Koshara (aprisco).
Raihan estaba sentada inmóvil, sin darse cuenta que éste se acercaba. El anciano le tocó el brazo y Raihan silenciosa se encogió de hombros, indicando que está despierta. Él murmuró algo molesto, pero en lugar de responder, ella se dio la vuelta, suspiró y apoyó la barbilla en las rodillas. Cuando se inclinó sobre ella, Raihan se encogió, se reunió haciéndose como una bola: su cuerpo se tensó en una protesta silenciosa. El anciano entendió y se enderezó.
- Una vez más, te agarró algo - le gritó con enojo, ¡No-te matarás! ¡Eres joven y saludable! No es de un extraño, de otra persona – ¡es la tuya! Date Cuenta, ¡no duermas!
Y sin recibir respuesta se alejó regañando...
Raihan estaba sentada con los ojos cerrados con fuerza. El cielo negro postrado en el medio, comenzó a despejarse gradualmente. Y Raihan en su sueño vio de repente que a partir de allí, al detrás de las nubes, la estaba mirando un joven mozo. Su cabello recogido... con camisa de cuello blanco... corbata. Ella sonrió. Pero, como una luna menguante, el joven comenzó a inclinarse, a hundirse más y más y pronto desapareció tras el distante horizonte azul. La sonrisa en el rostro de Raihan se desvaneció.
- ¿Qué demonio es éste? Vaya diablura - Ella volvió en sí. Se cubrió la cara con las manos.
Pero el deseo, el anhelo era más fuerte que el miedo. Raihan dejó caer las manos.
¿Dónde estás? ¿Por qué no vienes por más tiempo? ¿Tal vez no estás entre los vivos?
Ante la exhausta mente de la mujer, vio lo que sucedió unas noches atrás...
Un joven se acercó a ella y en silencio se sentó a su lado.
- Me alegra que hayas venido - dijo.
Bai Zheksen lo envió a la ciudad para estudiar, tuvo que salir por la noche, y por eso llegó vestido como para la ciudad – con un traje oscuro, camisa blanca y corbata ...
Por primera vez en su vida la abrazó un joven ...
Una semana más tarde, en el aul de Bai Zheksen se celebró una boda. A medianoche Raihan fue llevada a la yurta decorada y festiva de su novio. La cama nupcial, como de costumbre, estaba puesta a la derecha de la entrada.
El Bai cruzó el umbral y se sonó la nariz ruidosamente. Después, una larga tos. Envuelta en su velo de novia de seda, Raihan se escondió detrás del dosel de la cama. Con su mano derecha frenéticamente arrugaba un paño suave y liso. El anciano comenzó a quitarse el caftán de terciopelo, y luego miró a la novia. Se sentó sobre la cama y levantó la pierna de una forma exigente.
Raihan se le acercó a regañadientes, se obligó a si misma a quitarle los Ichigi (botas altas de piel muy fina) de sus delgadas piernas. El anciano volvió a toser, y se levantó de la cama, escupiendo en forma muy jugosa.
A través de las rendijas de la puerta miraban con malicia las dos esposas de Zheksen, lo que sucedía dentro la tienda – la mayor y la segunda. Junto a ellas, vecinas y criadas, que también trataban de mirar dentro. Todo el mundo tenía curiosidad: es el tercer matrimonio del Bai, el es un decrépito anciano, y ella - una chica rebelde y joven... Zheksen en voz alta se aclaró la garganta, y ambas mujeres se pusieron inquietas de conmoción. Ellas trataban de conseguir una mejor vista, de lo que estaba pasando en la yurta, pero de repente sus cabezas chocaron y las dos rebotaron hacia un lado, mirándose, ambas, fríamente. El nuevo matrimonio del Bai no concilió las dos viejas rivales.
El anciano se acostó y ordenó a Raihan de darle una caja de rapé. Varias veces ruidosamente absorbió el tabaco nasybay por la nariz y luego lo devolvió a la novia, y durante todo este tiempo estuvo tendido en la cama. Raihan tuvo por poco tiempo la caja de rapé en su mano, para después arrojarla repentinamente al suelo, en silencio salió de detrás del dosel, se sentó en el suelo y envolvió los brazos alrededor de sus rodillas, llorando en silencio.
El anciano se agitó, se volvió de un lado, para el otro. Pero la novia no se levantó del suelo. El viejo extendió las manos en su cama, hizo distensiones musculares con los brazos y las piernas, como recopilando sus fuerzas...
La experimentada baybishe señalo a una viejita de entrar a la yurta. Ésta, suavemente, en silencio caminaba y giraba su cuerpo como el caucho, puso dentro la yurta una palangana grande de cobre y un kumgan (tetera). Se detuvo en la puerta, con una ávida curiosidad miró a su alrededor, salió y cerró la puerta sin hacer ruido.
- ¿Qué estás clavada ahí? Ven aquí – Zheksen muy enojado ordenó, pero Raihan no lo oyó.
Entonces el anciano, gimiendo, se levantó, se acercó, la tiró del vestido y ella se cayó sobre la alfombra de fieltro y se echó a llorar ruidosamente, sollozando. Zheksen ansiosamente la agarró por el brazo, pero la novia corrió a un lado, y el anciano perdió el equilibrio y se cayó. Aferrándose del dosel, tropezó en él, fracasó en la cama y finalmente saltó y pateó furiosamente el pie femenino. Raihan voló hacia atrás, se apoyó contra la pared de fieltro de la yurta.
Después de haberse encontrado con su mirada, el anciano dio un paso atrás. Se sentó en la cama con un suspiro, dejó caer la cabeza gris. Se acarició la espalda baja. Entonces llegó a los oídos de la niña la risa de las mujeres reunidas alrededor de la yurta. Ella dio un salto y corrió hacia el fuego y apretando el pie apagó la lámpara en la ceniza. En la yurta estaba oscuro. Los curiosos se fueron... Se hizo el silencio ...
Por la mañana, tan pronto como Zheksen salió de la yurta, las dos mujeres entraron corrieron. El marido sin mirarlas, fue al pozo. Las mujeres por primero examinaron la palangana. Estaba limpia... Corrieron hasta la cama, miraron por encima de todo. Seco... La mujer mayor con entusiasmo, sacó la tapa del tekmen. El agua no cedió... Las mujeres rieron maliciosamente.
Entró Zheksen y vio las malas miradas de ellas. Las esposas no pudieron resistirse a volver a reír. En la ira, el anciano agarró las riendas que colgaban de su cinturón y comenzó a azotarlas. Las mujeres gritaron- la mano del anciano todavía era fuerte. En este mismo momento Raihan entró y ellas se aprovecharon de esto, las rivales salieron por la puerta y pusieron pies en polvorosa.
Pero una vez afuera, se entregaron a la voluntad, rugieron de risa. Furioso, el anciano le quitó el pañuelo de soltera a Raihan y le tendió la rienda al igual.
- ¡Te golpearé hasta que la terquedad! - exclamó -. ¡Se halla expulsado de ti! ¡Morirás en el umbral de mi casa!.. ¿Entendiste?
Raihan... se frotó la cara. Las mangas se deslizaron, revelando una delgada mano. Miró fijamente el denotar de los huesos, las venas sólidas, azules y sacudió la cabeza.
Sobre el protegido aul, cubierto de tunduk, empezó el amanecer. Las ovejas se despertaron, paseaban. Plegada en el medio de un campo oscuro y muy abonado, martillado por miles de cascos, bajo un toldo desgarrado, dormía Raihan. Desde la parte superior de las botas se podían ver los bordes de las sucias envolturas de los pies. Un enorme perro negro, overo, le olfateó la cabeza.
Y en una vieja y ahumada yurta, al borde de la aldea dormía semidesnudo Yesim, el pastor, sin descanso, dando vueltas en una cama dura.
Él tuvo un sueño... Le pusieron delante un plato lleno de carne humeante y fragante. Yesim se acercó al plato, pero cuando sólo lo tocó éste se alejó y desapareció rápidamente. Yesim se despertó. A su cabeza, maldiciendo furiosamente, de pie, Zheksen le empujó un palo en la cara y ordenó.
- Vamos. Levántate. ¡Saca las ovejas, parásito!..
- Bueno, bueno - murmuró con cansancio el pastor y de mala gana se levantó.
Después de unos minutos Yesim ensilló su caballo y con una bolsa de cuero en la mano entró en la Gran Yurta. Después de entrar se acercó a la zona servicial y miró con recelo a baybishe, empujó suavemente la cubierta de madera de un caldero negro, lleno hasta el borde de fresca leche cortada -ayran, y tomó una taza. Pero la anciana se despertó, saltó de la cama, rápidamente corrió hacia el pastor, le quitó la taza y le sirvió un cucharón no muy lleno de ayran y añadió mucha agua. Yesim saboreó el "desayuno", y, frunciendo el ceño, devolvió la taza. Haciendo un elocuente gesto hacia el caldero.
Pero baybishe quería impedirle y le iba a devolver la taza. El pastor con todo el corazón arrebató la taza de la mano de baibishe, la puso en el suelo y rápidamente abandonó. Baybishe enrojeció por la ira, pero no tuvo tiempo de decir nada.
Yesim echó al perro que deambulaba alrededor de Raihan y suavemente la despertó. En silencio, señaló a la yurta, ofreciéndole ir a ésta a dormir. Raihan lo miró si entender y solo cuando despertó completamente lo miró y rió. Era obvio que estaba contenta de Yesim. Se despidieron lentamente...
El sol no tuvo tiempo a subir más que la longitud de una lanza cuando Zheksen despertó a Raihan. Baybishe inmediatamente le dio un cubo, y la mandó a buscar agua. Luego avivó el fuego de la chimenea, levantó y transportó un pesado caldero ahumado, lleno de Airan, tejió con las doncellas sogas de pelo... Cuando quería sentarse, el mismo Bai o una de las esposas, de inmediato encontraban para ella un nuevo trabajo. Raihan ordeño las vacas, cuidó las ovejas y las inspeccionó, sacándoles los gusanos fuera de sus llagas, también dio agua a una oveja que rengaba detrás del rebaño.
Mientras tanto, llegó el momento del riego diario. Después del riego, comenzó a atrapar y enlazar las ovejas para el ordeño, pues éstas estaban inquietas a causa de los tábanos. Particularmente mucho tiempo estuvo corriendo tras un cabrío negro. Llegó Yesim, a la ayuda...
Pasó el mediodía. El calor sufrido era intenso. Todos los seres vivos se escondían en las sombras, y sólo Raihan, con una bolsa en la espalda, vagaba a lo lejos en la estepa, recogiendo estiércol. En el aul se oía una triste canción, un canto lírico, como un lamento. Escuchaba la canción una anciana que caminaba lentamente hacia el aul. Al parecer, ella reconoció la voz de la cantante, ya que apretó el paso. Raihan también la vio. Las mujeres corrieron, una hacia la otra y se abrazaron, y Raihan, rompiéndose a llorar, se derrumbó agotada sobre la tierra caliente.
- ¡Mamá, mamá...! Como estoy sufriendo..., Me han convertido en esclava, los malditos...
Lloraron por mucho tiempo, las dos mujeres mal vestidas.
La mujer anciana y su hija llegaron al aul de su nueva familia, pero nadie les prestó atención. Zheksen envió inmediatamente Raihan a ordeñar las yeguas.
En el palenque, estaba el semental Akbesti, Raihan se reunió a él, éste la recibió con un suave relincho y sacando su boca del cubo. Raihan acarició los labios aterciopelados de su querida mascota, golpeándolo suavemente con su mano, éste apartó la mirada de la cubeta.
Ashim, un muchacho que la ayudaba a ordeñar las yeguas, comenzó a hablar con entusiasmo sobre el último baigue, en la cual montó sobre Akbesti... Había miles de caballos ... Los jinetes, bien vestidos, pasearon ida y vuelta. Retumbó la estepa de la estampación de los cascos. Para el baigue fueron elegidos cincuenta caballos apropiados a las carreras de distancia, que excitante fue verlos: los crines y las colas peinados, la piel brillaba, los músculos bajo la piel como jugaban y se ondulaban. Los caballos bajo los jinetes danzaban... Al principio, cuando los caballos fueron liberados, Ashim aferrado a Akbesti, se mantuvo en el medio. Poco a poco, después que se dieron a conocer mejor, corrieron delante: el semental del Bai, un potro negro con una estrella en la frente y Akbesti. Durante mucho tiempo estuvieron juntos, turnándose en líderes de la carrera. El primero que quedó detrás fue el del Bai.
El potro negro y Akbesti competieron estribo a estribo, pero el oponente de Ashim tuvo que azotar todo el tiempo con su látigo al caballo. Akbesti corrió ligeramente como si no hubiera tras él decenas de kilómetros. De lejos se veía ya el aul, y los habitantes venían a su encuentro, no tuvieron paciencia, también jinetes corrían a su encuentro. Akbesti, inflamado por los gritos de los treinta o cuarenta jinetes galopando alrededor, de repente se lanzó hacia adelante. Luego, para ayudarlo, el hijo de Zheksen, Askar, empezó a tirar de las riendas. Los propietarios de los otros caballos hicieron lo mismo. El ruido era increíble. Akbesti que por primera vez participó en baigue adelantó de media milla al famoso semental negro...
Raihan le dio de beber a su querida mascota un poco de kumiz fresco y caliente. Acarició las orejas, y abrazó el cuello delgado...
Inspirados en la conversación, Raihan y Ashim no se dieron cuenta de que las yeguas se iban al pasteo. El muchacho se despertó, corrió tras ellos, Raihan corrió desde el otro lado.
Pero las yeguas medio salvajes salieron al trote, alejándose.
Yesim, que estaba cerca, corrió al corral, embridó a Akbesti y saltó sobre su espalda.
A los pocos minutos, ya alcanzó la manada, y abatido, se volvió. Desde el pueblo se oyeron los gritos indignados de Zheksen que montando con su hijo se acercaron. Askar, sin bajarse de su caballo, fue azotando a Yesim con el látigo. Raihan corrió rápidamente a ayudar al pastor, para explicar lo que pasó, pero Zheksen la golpeó con un palo en la parte baja de la espalda. Raihan gritó de dolor y se sentó en el suelo...
De la ciudad llegó montado a caballo el primo de Zheksen, Asan, que desmontó delante de la yurta blanca. Antes de que pudiera pasar por el umbral, derramó las noticias que traía y Zheksen, baybishe y todos los demás miembros del hogar se agarraron de la cabeza, moviéndolas en todos los sentidos. Apenas se recuperó del susto y de la rabia, Zheksen ordenó a su hijo:
- ¡Vete rápido a la ciudad...! Para saber a ciencia cierta.
Askar asintió a Asan y ambos salieron, se subieron a sus caballos y se fueron por el camino.
Yesim y Raihan tuvieron una animada conversación al lado del pozo. ¡Estaban divertidos!
Del centro de distrito, Askar y Asan volvieron malhumorados y los caballos, debajo, estaban con una espuma en la boca.
A la yurta de Zheksen, llegaron, durante la noche, muchas personas. Saliendo del aul, sin antes llevarse una yegua bien alimentada, camellos con jorobas plenas y ovejas engordadas. Toda la noche el ganado de Zheksen fue puesto a mercado. La venta tomó solo poco tiempo. El dinero se vertía en lotes ante Askar, que estaba sentado en el patio de una discreta cabaña de madera en las afueras del distrito central.
La gente del aul se reunió en grupos y hablaron, discutieron, no estuvieron de acuerdo y de nuevo se reunieron. De vez en cuando en los círculos de los pobres peones aparecían los familiares de Zheksen. Askar escribía algunas referencias y declaraciones forzando los pastores a firmarlas. Quién firmó y quién se negó. Los pobres peones invitados a la casa del Bai fueron tratados con kumiz, e instados también a poner sus firmas. Y ellos en hosco silencio escucharon las quejumbrosas peticiones de Zheksen. Muchos de los visitantes, sobre todo cuando el Bai comenzó agresivamente a amonestarlos, dieron media vuelta y salieron en silencio. Yesim, contento se reunió con ellos afuera de la yurta.
De la ciudad, montados a caballo llegaron un comisario y cuatro policías. Convocaron los pobres peones a una reunión. Yesim escuchó primero los discursos de los invitados con incredulidad, pero luego se levantó y apoyó firmemente al comisario. Los peones se apiñaron estrechamente a su alrededor. Y entonces el comisionado tomó a Yesim aparte, hablaron cara a cara, y felices el uno con el otro, se dieron la mano.
Baybishe lo vio y suavemente empujó a Raihan. Ésta apartó con disgusto a la vieja mujer, de sí misma, y acercándose a Yesim le preguntó con una sonrisa:
- ¿De qué están hablando?
- Y ¿por qué quiere saber usted? - Yesim miró a la joven esposa de Zheksen.
Raihan mantuvo con calma su mirada. Yesim rió con incredulidad y silenciosamente se alejó de ella.
Antes de la reunión, Askar había enviado Asan a este comisario. Ahora Asan apareció con los documentos, en los cuales estaba escrito que Zheksen es un Bai... que siempre se preocupa de los peones y los pobres... de los campesinos y es muy honesto.
Yesim se acercó y puso una mano pesada sobre las conocidas aplicaciones y referencias. El Comisionado se rió con aprobación:
- Eso es. Ya me di cuenta de que eran falsos.
La cuestión de la expulsión del aul de Zheksen y su familia fue sometida a votación. Yesim y la gente pobre de pie a su alrededor votaron con sus manos.
En frente, donde estaban Askar, Asan y sus partidarios, algunos también se unieron a los pobres, tímidamente levantaron una o dos manos, pero luego desaparecieron.
Los rebaños de ganado del Bai fueron clasificados y conducidos de inmediato a la ciudad. Yesim notó que Akbesti no estaba entre los caballos, y junto con el comisario se acercaron al Bai. Zheksen juró que ya hace tres días Akbesti desapareció de la manada, y nadie sabe dónde fue. Yesim apresuró a Raihan, pero ella respondió evasivamente, y se silenció por completo.
El aul bullía como un verdadero torbellino, el comisario, los policías, las mujeres, las personas mayores - todo mezclado.
Con llantos y lamentos se preparó la familia de Zheksen a abandonar el aul, tratando de vestirse con la mayor cantidad de ropa posible. Raihan no se vistió. La casa estaba llena de montones de abrigos de piel, alfombras, vestidos caros con correas, chekmen. Había majestuosas espadas inscritas, elegantes Kamchi-retratos y la insignia de la parroquia... El Comisionado, la policía y los pobres esperaron pacientemente. No les apresuraron. Finalmente salió el Bai y su familia fuera de la yurta, se sentaron en una vieja carreta, hicieron espacio para dar cabida a la más joven. Pero Raihan no se movió.
El Comisionado se acercó a ella y le preguntó algo. Ella estaba mirando a Zheksen con ardor en sus secos ojos y en respuesta negó con la cabeza. A la esposa mayor de Zheksen le agarró el miedo al mirarla. El anciano y triste hombre suspiro, bajó la cabeza e hizo una señal para ponerse en marcha.
La carreta se iba en una dirección, y los pobres, conduciendo el ganado, se trasladaban a la otra dirección. Al caer la tarde en el sitio en el cual recientemente se asoló una reunión turbulenta, quedó sola, Raihan.
Todo estaba vacío, como si después de un yute. En el otro lado, donde la carreta había desaparecido, se arrastraba, serpenteando a lo largo del camino de tierra, una pista de polvo, levantando la estepa Kocheva- nómada. El viento se hizo más fuerte.
Desde lejos llegaban las canciones, las risas del aul, los pobres se estaban divirtiendo. Solo Raihan quedó mucho tiempo en el lugar en el cual por la mañana estaba la adornada yurta blanca. El perro negro y picazo, comenzó a acariciarla, se yació a sus pies. Raihan se congeló como el hielo...
Era de noche cuando Raihan fue a uno de los pobres, que celosamente participó en la confiscación. Éste en silencio, movió los pies en el lugar, sin saber lo que decir, y finalmente hizo un gesto silencioso hacia su yurta. Raihan con la misma expresión congelada en su cara, negó con la cabeza. Yesim, observándolos, hizo una seña a su compañero. Raihan se despertó, vio a Yesim, se estremeció, como queriendo acercarse a él, pero algo la detuvo, detuvo el impulso: se trata de un insulto reciente u otra cosa.
Pasó media hora antes que Raihan, como despertando de sus pensamientos, miró a su alrededor y se dirigió lentamente hacia la casa de barro y adobe en el borde del aul pobre.
Cerca de la casa había mucha gente pobre, que rodeaban al autorizado y a Yesim. Se escucharon voces animadas:
- Lo elijaremos a usted, Yesim. Será la cabeza del aul.
- ¡No!
- ¿Entonces qué va a hacer? – El comisario lo miró sorprendido.
- Voy a ir al Ejército Rojo. Yo tengo sólo veinte años de edad – dijo en voz grave.
El comisario como si sólo ahora veía la enorme y fuerte figura del pastor. Miró con respeto.
De repente, al círculo llegó Raihan. Ella no le prestó ninguna atención al rostro compasivo del comisario ni a las miradas de sorpresa de la multitud.
- Akbesti... - dijo.
De pronto todos se silenciaron. Raihan no miró a ninguna persona y tajantemente contó como el caballo había desaparecido...
Anoche Askar llevó el caballo, cubierto de pies a cabeza con un toldo y le rogó a ayudar a salvar al caballo.
- Usted es una de los pobres, que no será tocada por las autoridades...
En el patio, abrazando la cabeza de su caballo, gritó agudamente el anciano Zheksen:
- Orgullo mío, fortaleza mía. Eres toda mi fortuna... Luego vino a la yurta de Zheksen
un ajeno con costumbres de un ladrón de caballos, saltó sobre el caballo y desapareció en la oscuridad.
Askar, siguió el rastro del caballo y juró:
- Mis manos van a estrangular a los que traten de quitar mi Akbesti ...
Después que Raihan terminó de contar la historia, algunas personas pobres encabezadas por Yesim , inmediatamente corrieron a los caballos.
El Comisionado se dirigió nuevamente a la joven y delgada mujer.
- ¿Y tú, qué es lo que quieres? Habla, no tengas miedo.
- Quiero aprender, quiero seguir el camino de Lenin - dije ella.-Yesim me habló de Lenin. Quiero aprender...
- Bueno, - él aprobó, pero luego señaló a su cabeza – al Sharshy, un blanco pañuelo que señalaba a una mujer casada.
Raihan firmemente apretó su pañuelo y frunció el ceño.
- Mi marido me lo dio por voluntad de Allah, - dijo sordamente.
En la noche oscura, en un remoto cañón desmontaron Yesim y sus amigos. En una cueva encontraron encadenado en grilletes de hierro a Akbesti...
Una hora más tarde el ladrón de caballos informó a Askar que fue traicionado por Raihan. El último sacó un cuchillo en su ira, y juró. Mientras tanto los pobres se divertían alrededor de los fuegos, cantaban, tocaban la dombra- un tipo de laúd.
- No, hay que esperar una oportunidad.
- Sí, es cierto - aprobó el ladrón de caballos -. Usted no puede arriesgarse... Vendrá el día.
Raihan caminaba alrededor de la ciudad. En su cabeza estaba el mismo pañuelo blanco-sharshy, y los transeúntes miraban a la chica de dieciséis años, casi un adolescente, preguntándose por cual razón ella lleva el Sharshy. Raihan airadamente enfrentaba sus miradas.
En un pequeño edificio de ladrillo, se encontró con el jefe de los cursos - un hombre de mediana edad y bajo y le mostró la nota del comisionado.
- He venido aquí para aprender. Desde el aul.
- La solución correcta. Te aceptamos en el curso. Los ojos de Raihan brillaron con alegría.
- ¿Cuántos años tienes?
- Dieciséis.
- Y esto – El Jefe señaló a su Sharshy -. ¿Usted no se niega a la familia del Bai? Nosotros asistimos únicamente a los pobres.
Raihan se quebró, quitó el pañuelo y lo tiró sobre la mesa. A su alrededor, las mujeres se rieron. Raihan miró a sus caras, y se rió con los demás, por primera vez en muchos días.
Luego se dio la vuelta por toda la escuela. En una habitación, vio en la pared un pequeño retrato de un hombre con una frente alta y los ojos afilados, atentos y preguntó a una mujer que pasaba:
- ¿Quién es?
- Se trata de Lenin.
Raihan se acercó lentamente el retrato. Ella lo miró por un momento y de repente lo aferró con las dos manos y lo arrancó de la pared. Sus futuras compañeras del curso la rodearon, corrió hacia ella el secretario de la célula del Komsomol, un miembro del comité sindical...
- ¿Qué pasó?
- ¿Por qué la sacó?
- ¿Qué quiere decir esto? Quiero respuestas...
A continuación, empezó a distanciar y acercar el retrato a los ojos, mirándolo. Una de las chicas tímidamente le tocó la mano.
- Déjame en paz - lanzó Raihan, y luego hizo una declaración a todos:
- Ustedes lo ven todos los días, y hoy yo vi por primera vez a Lenin - y con un gesto resuelto ocultó el retrato en su seno. Entendiendo, el jefe hizo un gesto con la cabeza indicando a todos a salir.
2
Nacía la mañana de invierno.
En el camino de la montaña cubierta de nieve, montaban dos jinetes. Uno estaba vestido con uniformes del Ejército Rojo, era fácil reconocer el amplio Yesim. El otro era el dueño de los caballos el cuidador de la estación de correos más cercana.
En la oficina del Sovjoz- Concilio Cooperativo, Yesim se quitó la gorra, se ajustó la chaqueta del uniforme y se acercó al hombre, que estaba sentado a la mesa.
- Yesim -. Se estrecharon la mano -. A vuestro servicio desde el frente.
- Director Adjunto, Theodore.
Al estudio llegó otro hombre, y Theodore lo saludó respetuosamente:
- Camarada director...
- Vamos, vamos, sigan - dijo el recién llegado.
- Entonces, ¿qué negocio lo trae aquí? - Preguntó Theodore a Yesim.
- Fui enviado a usted por el comité de distrito del partido -. Yesim sacó de su bolsillo una carta y la entregó a Feodor- Theodore.
- El pastoreo de ovejas ¿conoce?
- Me parece que seré capaz, - Yesim rió -. Antes del ejército fui un pastor de ovejas de Zheksen. ¿Escucharon de ese Bai?
Yesim y Feodor hablaron.
- Nuestra tercer granja está en mal estado - intervino el director del Sovjoz -. Cada día cinco o diez ovejas mueren... - Se acercó a la mesa, miró el resumen -. Cada mes caen doscientos ochenta.
- Al parecer, algún tipo de enfermedad, dijo el camarada Andreyev. Y tenemos poca gente con experiencia suficiente - dijo Feodor.
- Aquí, vaya como director - Andreyev apeló a Yesim y con usted, y también como director, irá otro camarada.
- ¿Y quién es? - Preguntó Feodor -. Yo todavía no lo encontré.
- El comité de distrito del partido nos mandó una mujer. Salgan y échenle un vistazo ahora, camaradas. Voy a llegar allí más tarde...
Feodor y Yesim salieron fuera de la oficina.
En una carreta, situada en el porche, de espaldas a ellos había una mujer sentada. Salieron a la estepa. Feodor habló a la mujer, y cuando la voz de ella inició, Yesim se volvió, miró a su lado y se echó a reír. Y entonces le tomó el hombro y la volvió hacia él sin ceremonias. La mujer condujo sus ojos hacia él.
- Raihan...
Ambos sacudieron alegremente las manos entre sí. Feodor miró perplejo.
- ¿Qué, ustedes se conocen, o qué?
- Por supuesto - Raihan rió.
- ¡Y cómo nos conocemos! Somos del mismo pueblo.
- ¡Cómo estás crecido!, Yesim.
Al lado del aprisco estaban parados un hombre viejo de mediana estatura, y otro mucho más joven y ancho. Era cerca del mediodía, y las ovejas salían por la puerta. Yesim y Raihan se desconcertaron al verlas: ovejas flacas, con lana y pelo enmarañados, que colgaban como jirones sucios.
- ¿Cuál es su nombre? - Yesim preguntó al viejo.
- Bolat.
- Y mi nombre es Isa - el joven habló, sin esperar a la pregunta -. Somos pastores aquí, dijo Bolat. No de hace mucho que estamos en el Sovjoz...
Las ovejas, se torcían, tratando de volver con sus labios a las colas, se frotaban entre sí , contra la grupa y los lados de los pliegues de la pared, dejando allí pedazos de lana.
Yesim y Raihan se acercaron silenciosamente. Raihan cogió una oveja, Yesim - otra. Inspeccionaban. Los parches de calvicie - las sarnas, úlceras...
- ¿Quién es el capataz? - Yesim preguntó enojado al anciano, que estaba cerca.
- Es un hombre, solo. Muy joven.
- ¿Dónde está?
- ¿Qué se yo...? Se fue -. Extendió las manos -. Se montó sobre un caballo y se fue.
Entraron en el aprisco y de inmediato tosieron y se amordazaron la nariz por el hedor insoportable. Yesim levantó la linterna, iluminando por todas partes. El aprisco estaba lleno de ovejas, los animales se subían el uno al otro, tratando de salir, a la luz. Raihan se dirigió al centro. Bajo dos ovejas gestantes yacía una oveja pellirroja, muerta. Feodor y Yesim vieron en una esquina a una pequeña oveja negra. Después de hacer algunos pasos en falso, ésta quejumbrosa se cayó. Su estómago estaba vacío, al parecer, la madre no la alimentó. Las ovejas frenéticamente se rozaban entre sí, contra las paredes, y los pilares... Yesim airadamente señaló con el dedo hacia arriba.
- ¿Por qué no hay ventanas? Porque no hicieron al menos una apertura.
- Esta era la orden - comenzó a justificar Bolat -. No cumplir con la orden – significa palizas...
- No se le puede discutir, hace mantener las ovejas en el aprisco-Koshara. No se puede reprobar los superiores - añadió Isa -. Nos golpea, si no hacemos lo que dice.
- ¿Quiénes es este jefe?
- Un tipo. Su nombre es Salim.
- ¿Cómo -? Raihan repitió, girando bruscamente al joven.
- Salim.
Yesim ordenó a Bolat e Isa a sacar las ovejas, pero las ovejas se anticiparon y empujándose, aplastándose la una a la otra, se dirigieron a la salida. La Koshara se vació rápidamente, y la gente empezó a contar las ovejas muertas. Una, dos, tres, cuatro... siete. Murieron de hambre o pisoteadas, cuando se acostaron para la parición. En el estiércol yacían cuatro corderitos muertos, mutilados. Raihan se sentó al lado de un cadáver azul, tocó con la mano la placenta seca... Se levantó y se alejó, tropezó con un bache y casi cayó en el lodo. Miró a su alrededor, excavó con su bota: bajo el estiércol había una cabeza de cordero...
- Dios mío, ¿qué es?
Feodor y Yesim se acercaron a ella. Sus rostros lentamente se oscurecieron con ira. Miraban las lomas de estiércol, pudieron distinguir en ellas piernas, costillas de cordero. El resto de la carcasa se ocultaba bajo el estiércol.
Isa trajo una barra de hierro, y con fuerza Yesim la introdujo en el suelo. La barra entró fácil y profundamente, como si en un pantano.
Raihan juntó las manos en horror, agarró la vara de Esim y comenzó furiosamente a hacer un agujero en el techo. Del agujero salió vapor. Bolat asintió con satisfacción, miró cariñosamente a la joven.
-Nosotros hacemos lo que nos han dicho – yo soy un hombre viejo, y éste es un niño pequeño, todavía -. Bolat señaló a Isa. El nuevo capataz, al parecer, no sabe todavía arreglarse. ...
- ¿Dónde está el capataz? – Enojado, interrumpió Feodor.- ¿Por qué se tarda tanto?
- Se fue. Montó en su caballo y se fue. No nos dijo adonde - el anciano murmuró en voz monótona -. El veterano director raramente vino a visitarnos.
Yesim de repente visó dos hombres que conducían un caballo blanco y delgado. Caminaban por el lado de los cobertizos.
- ¿Quiénes son? - Preguntó a Bolat -. Hey! Esperen, ¿me oyen?..
Todos se acercaron a los viajantes. Yesim escaneó el caballo – cola corta, golpeado en la espalda, costillas sobresalientes, su espina dorsal con líneas amarillas.
Viejo caballo y delgado. La gorra de uno de los hombres caía sobre sus ojos casi cubriéndolos y los lados de ésta, muy ajustados por debajo de la barbilla. El otro, sin barba, que tenía una expresión sombría en su rostro frío, sacó unos papeles de su bolsillo y los entregó a Yesim en la mano. Eran certificados con decenas de resoluciones del Comité Ejecutivo: del Presidente, del Jefe del departamento de ganadería, del director de la granja. La última resolución era del jefe de la granja.
- Soy un hombre pobre - habló el de sin barba, posándose de un pie a otro y ya dos años, que mi caballo fue confiscado a la granja. Dos años de peticiones... Gracias, a una persona en el centro del distrito que me ayudó a escribirlas ...
- ¿Quién es el hombre - preguntó Raihan -. La escritura le resultaba familiar.
Este no respondió, miró a su compañero.
- ¿Cuál es el nombre de esa persona? - Yesim repitió la pregunta.
- Askar... - salió difícilmente de su boca, Raihan y Yesim se miraron entre sí.
- ¿Y por qué es tan importante el caballo? que tuviste que pedir así tanto - Yesim preguntó-. Es muy magro. Podría conseguir otro, mejor...
- Un caballo ordinario... Sólo, que es mío, por eso ...
Yesim examinó cuidadosamente la frente, los ojos, los cascos del caballo y se volvió hacia Raihan vivamente.
- Es Akbesti.
El imberbe se sorprendió y su compañero golpeó las manos a los lados.
- Exactamente. Este es Akbesti - Yesim repitió a Raihan y ella se heló por un instante.
Luego corrió a su favorito, le echó los brazos al cuello. Con sus ojos en lágrimas, Raihan dijo algo en voz baja, y abrazó su caballo una y otra vez...
- Por lo tanto, ¿su caballo? - Yesim miró fijamente al imberbe.
El imberbe retrocedió. El otro se retiró refunfuñando aún más rápido. Yesim se acercó al desconocido bruscamente levantó la gorra y Raihan inmediatamente reconoció al hombre que escondió Akbesti antes de la confiscación. El también reconoció a Raihan y rápidamente desvió la mirada. El segundo era Asan.
- ¡El capataz! El capataz viene... - gritó Isa.
A la koshara-aprisco, se acercó un joven. Raihan lo miró y se congeló con los ojos muy abiertos. Salim, él mismo... Ante sus ojos vio de nuevo una noche lejana de primavera, el primer beso, el abrazo en la hierba fragante ... Raihan miraba y no podía creer lo que veía. Sí, él mismo, sólo que ahora estaba sucio y también su ropa... como si estuviera borracho. Salim la reconoció y sonrió estúpidamente. Ella se sonrojó, pero recuperó el conocimiento rápidamente. Miró a Akbesti y miró a la Koshara, a las ovejas que con furia rocían las paredes. Una vez más, miró al muchacho y vio como este se acurrucaba bajo las miradas de Feodor y Yesim.
Raihan hizo un furioso gesto con la mano, como para defenderse de los recuerdos y tomó a Akbesti por las riendas.
- Salim, ¿Qué hacemos? Usted ha dicho que el caballo es nuestro - Preguntó Asan.
El capataz lo miró frunciendo el ceño, y ellos se fueron.
Andreyev se acercó. Feodor, Yesim y Raihan, interrumpiéndose unos a otros con gusto, le contaron al director sobre la situación en la granja, le mostraron las ovejas. Andreyev escuchaba con cara seria.
- Ustedes, los bolcheviques, fueron enviados aquí para poner la granja en pie - dijo -. No se desanimen. Yo también soy una persona nueva aquí. Las verdaderas dificultades todavía están por delante. Aquí tengo las resoluciones del Comité Regional del Partido.
Andreyev sacó los papeles de su bolsillo.
- Nuestra granja se transforma en una granja experimental para criar ovejas. Más bien, nosotros tenemos que transformarla - continuó Andreyev.-Tendremos todas las explotaciones de ovino de nuestra región, y no sólo de la región, del todo el país, ofreceremos ovejas de alta calidad. Usted, Feodor, encabezará la nueva granja. El empresarial responsable, usted ya entiende.
Feodor reflexionó.
- Bueno, - dijo con firmeza, tras una pausa -. Déjeme que me ayuden Yesim y Raihan -. Él puso sus manos sobre los hombros de los nuevos amigos.
Una vez estimado el primer plan de operaciones de emergencia para los próximos días, se dispersaron. Tras Raihan caminaba Salim.
- ¿Y qué será de mí? Raihan, ¿porque estás silenciosa? ¿Me has olvidado?..
Raihan se detuvo.
- Está bien, quédate - convino ella, tras una breve pausa dijo-Usted trabajará como auxiliar de contabilidad. Vamos a ver qué pasará.
Y antes de irse, miró a Salim.
3
A medianoche, hacia una construcción de madera con un techo alto se deslizaban dos sombras. Se oyó un golpe suave. Askar saltó de la cama, se puso la chaqueta y se dirigió a la puerta. Esperando el segundo acordado golpe, descorrió el cerrojo, entraron Asan y el ladrón de caballos y de inmediato, interrumpiéndose el uno al otro comenzaron a hablar de su fracaso.
Askar se oscureció, le aparecieron nódulos en las mejillas.
- ¿A Akbesti trajeron? - Les preguntó, sin esperar.
- No. - Asan y el ladrón de caballos miraban con aire de culpabilidad. Askar juró.
- Pero no hemos venido con las manos vacías, dijo el ladrón de caballos con una sonrisa insinuante -... Venga y eche un vistazo...
En el granero oscuro, moviendo nerviosamente las orejas, estaba el caballo del Bai. Askar lo miró y se puso contento. Él asintió con la cabeza al ladrón de caballos. Y antes que alguien diga algo un cuchillo apareció en las manos del ladrón de caballos y golpeando rápidamente el caballo, lo degolló.
Dos horas después, delante de los amigos había un humo con sabor de carne. Askar vertió vodka en vasos, y los tres bebieron y empezaron a comer. Durante un tiempo, en el silencio de la habitación, se podía escuchar sólo el fuerte masticar.
- Hay mucho ganado en el sovjoz, - Asan dijo al fin con la boca llena -. Suficiente para mucho tiempo.
Todos rieron con entusiasmo. Askar borracho, maldecía palabras a través de los dientes apretados, comenzó a denunciar las granjas estatales-sovjoz, la nueva orden, que no quedará en la estepa a largo plazo. Asan y el ladrón de caballos, con respeto, ellos escucharon su líder.
Ante sus ojos estaban Yesim en harapos, la tercera esposa de Zheksen, Raihan, siempre en silencio, y no correspondiendo, Akbesti volando por delante de los caballos... Los dientes de Askar destellaron en una impotente rabia.
Un golpe a la puerta, y sin pedir permiso, una compañía entró con estrépito. Estos eran los compañeros de trabajo y socios de Askar. Asan y el ladrón de caballos, en silencio ellos salieron fuera de la casa. La habitación estaba llena de charlas, risas fuertes, los huéspedes se comportaban negligentemente, al parecer, ya habían estado aquí muchas veces. Askar vio las miradas codiciosas, echadas por los visitantes, a los platos con carne de caballo, e invitó a todos al Dastarkhan- el espacio donde se come... Trajeron más vodka. Pronto la casa se llenó de... carne, vodka, gritos de borrachos... Alguien cantaba, alguien abrazó a Askar, alguien besó los labios húmedos.
4
Raihan escuchaba con atención y rápidamente escribió algo en su cuaderno. Yesim no pudo resistir y se acercó tratando de levantar un enorme carnero, para determinar su peso.
Los pastores reaccionaron ante el nuevo ganado de diferentes maneras. Bolat, por ejemplo frunció el ceño y se mantenía silencioso e Isa se rió inocentemente, maravillado de las ovejas, que no eran igual como aquellas en la estepa.
- Y estos – de raza Ortember – continuó el técnico de ganadería - importados de Alemania. Es también una raza con lana fina, y aumentan de peso rápidamente. Cruzándolas con las ovejas locales, obtendremos un nuevo tipo de ovejas, muy estable, adecuado a las condiciones de la estepa, con todas las buenas cualidades de las especies parentales.
Bolat e Isa seguían ya con miradas indiferentes a los animales desnutridos después de un largo viaje. Y trajeron otro rebaño.
- Verán, compañeros, esta es una nueva raza – Degerezsky, derivada de los cruces de las ovejas kazajas con las ovejas Edilbaevsky. Pero estos ovinos no fueron criados en esta zona por lo tanto no sabemos cómo se comportarán aquí... Su lugar de nacimiento – un sovjoz en la zona montañosa de "Degerezsky."
De repente Isa dijo alegremente:
- ¡Aquí está la verdadera oveja! Bolat-ata, mire-la Kazakh edilbaevsky.
- Así es, hijo - dijo Bolat, y a toda prisa caminó tras Isa hacia las ovejas - sólo de ellas va a salir algo bueno...
Como si de común acuerdo, se tomaron de las manos en las espaldas planas y anchas de las ovejas. Riendo, apuntando a su pura, larga lana. Yesim en la diversión respondió apuntando su dedo en la dirección de las nuevas razas. El técnico de ganadería y Andreyev miraban con una sonrisa este duelo.
La brigada llevó los ovinos a la koshara.
- Las ovejas son muy buenas - Raihan dijo a Bolat. Los dos caminaban juntos, un poco por delante de los demás -. Ojalá todo nos vaya sin problemas.
Bolat con desdén la saludó. Era evidente que el viejo no estaba de buen humor.
Al ver a un rebaño de ovejas que pastaban cerca de la koshara, las ovejas se apresuraron.
- No colocaré mi alma en ellas - admitió el anciano y se volvió a los pastores. Ni siquiera vio el comportamiento de los recién llegados, en el rebaño.
- No lo entiendo, ata. Si todo esto es nuevo para usted, entonces, ¿qué podemos esperar del resto?
- Habrá mucho infierno de pagar con ellas -. El anciano sonrió en su barba y escupió a sus pies.
- Problemas como problemas. Son ovejas ordinarias...
- No son ovejas, cariño ¿Cómo no lo entiendes? Los pastores empezaron a hablar con comprensión.
- ¿Entonces que son, en tu opinión?, - Raihan frunció el ceño.
- Si hay algo que sé, ellas fueron cruzadas de ovejas y cerdos – trazó el anciano.
- Ata, basta- dijo Raihan en una voz temblorosa por el resentimiento.
- De acuerdo, de acuerdo... veremos...
- Ya has oído lo que ha dicho el técnico de ganadería Ortember - la mejor raza alemana.
- Cariño, y desde cuando los alemanes entienden de ovejas - Ahora el anciano miraba a Raihan con consternación.
Raihan sin apoyarlo, se echó a reír, y tras ella los pastores.
- Los alemanes son parlanchines, si consideran estas como ovejas, continuó Bolat.
Bien, bien, que no te hiervas. Hablaremos más tarde, cuando comenzarán a llegar los cachorros... uh...en broma.
La carcajada de los pastores ahogó los gruñidos del anciano.
Un mes más tarde, llegó a la finca Andreyev. Mientras tanto todo iba bien. Las ovejas ganaron peso rápidamente, la koshara estaba mantenida en una limpieza ejemplar, y durante el buen tiempo las ovejas salían cada día a los pastos.
El rebaño de Yesim era liderado por Isa y bajo él, los pastores jóvenes. Entre las ovejas de la raza edilbaevsky ya había iniciado el apareamiento, y las ovejas no estaban tranquilas. Éstas que eran perseguidas por los carneros se juntaban o se esparcían a veces. Perseguidas por los carneros, corrían de un lugar a otro, y los rivales emocionados chocaban sus frentes, con cortos golpes el uno contra el otro y se alejaban a reciprocidad.
Isa se sorprendió al ver que las ovejas se apiñaban para el apareamiento, cada vez más ovejas, a los carneros de raza Ortember. Estos carneros eran fuertes y tenían un buen soporte.
- Míralos - Isa volvió hacia sus compañeros -. El técnico de ganadería, resulta que dijo la verdad.
- El abuelo Bolat no cree que ellos son verdaderos ovinos, dijo un simple pastor de la misma edad de Isa.
- Podríamos negociar y criar caballos - dijo Yesim acercándose al director, que miraba el rebaño, el negocio es muy rentable, ya lo sabe.
- ¿La cría de caballos? Y ¿de dónde sacaste esto?
- De Akbesti. Caballo entre caballos. Venga a ver.
Raihan en el camino contó a Andreyev la historia del caballo blanco.
Los caballos estaban atados en una esquina entre pilas de heno. Estaban bien alimentados, bien proporcionados. Akbesti estaba comiendo avena, sacudiendo su rostro desgastado dentro la bolsa de alimentación de lienzo. A su lado movían las patas tres yeguas blancas.
- ¿De dónde las sacaste? - Andreyev admiraba los caballos -. Están muy bien tratadas como en un circo... ¡Qué vista!.. ¿No?, ¡miren!
- Hemos conseguido - dijo con orgullo Yesim y se dirigió a los pastores que habían venido detrás de él -. Pronto obtendrán buenos caballos. Cada pastor tendrá un caballo. Los pastores cuidaran los rebaños, montados.
Los pastores empezaron a imaginar los caballos blancos como cisnes. Cada uno vio a sí mismo montando un semental guapo...
- Bueno, vamos a cenar – llamó a sus compañeros, Raihan.
5
Por la noche, otra vez la casa de Aksar estaba llena de gente. Esta vez, después de beber en exceso, los huéspedes durante mucho tiempo no se dispersaron. Sólo cuando Askar dijo el adiós a lo últimos, entraron en la habitación Asan y el ladrón de caballos. Frotándose las manos frías y los rostros, se sentaron en la mesa, al lado del dueño de la casa.
- Necesito una oveja - dijo Askar -. La carne se está terminando. Ellos asintieron.
- En el sovjoz hay ovejas de calidad. Pasen por allí... tráiganme una inglés, un alemán. Elijan la más sustanciosa, ¿entienden?
Asan y el ladrón de caballos de mala gana se pusieron en pie, dudaron, luego se pusieron las gorras, se abotonaron.
El próximo día, cuando Isa acudía al rebaño en la pendiente, desnuda de nieve, en la distancia, escondiéndose detrás de las colinas, se acercaron a la manada dos hombres. Se apearon en un lugar apartado y como un lobo se deslizaron muy cerca de las ovejas. Después de un rato, uno de ellos se volvió, rodeó la colina y abiertamente, sin esconderse, se acercó a ella. Era Asan. Isa, aburrido de la solitud, se alegró al verlo, y muy pronto estuvieron ocupados charlando. Las ovejas que en tanto pastaban, se acercaron a la piedra detrás de la cual se escondía el ladrón de caballos. El ladrón en un movimiento preciso lanzó el lazo. El bucle cayó hacia bajo de la cabeza de un carnero. ¡De un tiro! El ladrón de caballos rápidamente miró a su alrededor y se llevó el carnero con él. Isa, sin sospechar nada, seguía charlando con Asan. Sobre su hombro, jadeando, cargó la pesada oveja, el ladrón de caballos, hacia donde había dejado su caballo.
Por la noche, cuando el rebaño volvió al aprisco, Yesim, como de habitud, contó las ovejas. Había una cabeza de menos.
No confiando en sí mismo, contó por segunda vez solo los carneros. Llamó a Isa e inmediatamente alertó a todo el equipo. Hasta la oscuridad saquearon toda la zona, pero la búsqueda no condujo a nada. Isa frustrado no durmió durante la noche...
Salim y Raihan, hablando apasionadamente sobre algo, salían hacia la estepa, cuando de repente sonaron detrás gritos desesperados. Bolat, agitando las manos, llamaba a Raihan. Ella volvió corriendo.
En la koshara había una vaca moribunda. Bolat, Raihan, Salim y los pastores se inclinaron sobre ella.
- Ayer estaba sana -. El anciano miró con aire de culpabilidad a Raihan, como si él fuese el único responsable de todo lo que pasaba en la brigada -. ¿Qué hacemos ahora?
- Mátenla - brevemente aconsejó Salim -. Aunque la carne se podrá distribuir a los obreros.
Bolat sacrificó la vaca. Peló el cadáver e inesperadamente encontró dentro del útero de la vaca una afilada estaca de madera. Raihan se apartó con horror...
Pasaron dos días, y se murió un caballo, el de Bolat. De la adyacente koshara llegaron Yesim e Isa, llegó también Feodor. Desollaron e inspeccionaron el interior del caballo. Encontraron el recto rasgado.
- Con un corte de cuchillo - dijo Bolat.
- ¿Pero cómo? – cambiaron miradas Feodor y Yesim -. La piel está sin duda intacta
- Quién - No lo sé, pero fue apuñalado por debajo, respondió el anciano, cansado y se enderezó -. Nunca lo hubiera creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos... Los pastores estaban deprimidos y silenciosos. Sólo Salim dijo en voz baja:
- Oh, ¡Cuanto quisiera saber quién fue...!
Yesim y Feodor montaron en sus caballos, y sin decir una palabra, se alejaron al galope.
Toda la noche Raihan fue incapaz de encontrar reposo, recorría la koshara. Salim, escribiendo algo en un cuaderno, caminaba detrás de ella. Cuando Raihan empezó a hablar con el anciano, de inmediato se les acercó Salim, e intervino en la conversación. El anciano no le gustó eso, y él ya estaba a punto de poner en su sitio a Salim, pero luego, como adivinando acerca de algo, le dio una mirada sospechosa.
Anochecer. Raihan fue a su habitación. Salim sacó su reloj y miró el reloj y miró a su alrededor, de forma rápida dio vuelta a la esquina del granero... Un poco tras de él se deslizó Bolat, siguiendo a Salim y éste entró al barranco, que comenzaba a diez pasos de la koshara. Fuera de los arbustos, hacia Salim, salió a su encuentro Askar.
- Tienes que engañar a Raihan - susurró rápidamente.-Esto es muy importante. Tienes que cortar cada cinco a diez días, lo que sea, matar con el cuchillo. Carne a los pastores debes dar tu mismo. ¿Lo entiendes? Hay que atraerlos a nuestro lado. Los asuntos de los sovjoz se están desarrollando. Vamos, échate a correr... Atrapa las ovejas y corderos de calidad. Sí, y terneras. Trata de reducir la koshara...
Al darse cuenta de que alguien estaba cercano a él, Askar corrió hacia su caballo. Salim saltó y se escondió en el barranco.
- ¡Basta! Hey, espera, digo yo... - Bolat gritó cuando vio a un hombre que se escaba rápidamente a través de los matorrales.
Maldiciendo, se apresuró a regresar a la koshara. Salim corrió tras él.
En el patio el anciano hizo una pausa por un momento al lado del ensillado caballo de Raihan y corrió hacia la casa. Salim que estaba en una crisis rompió el cuello de su camisa, y luego tomó un pedernal afilado y apuntó, con toda su fuerza y golpeó el caballo en el tobillo. El caballo, del dolor, cayó de rodillas, pero cuando Bolat salió corriendo de la casa con un rifle, el caballo se había ya puesto en pie. El anciano saltó sobre el caballo, le arremetió con el látigo. El caballo hizo algunos malos saltos y cayó de nuevo, y el jinete se deslizó hacia el suelo. Él rápidamente se levantó, corrió hacia su caballo, miró a sus patas. Desde el tobillo del caballo brotaba sangre. El anciano gruñó, tocó con sus dedos los tendones desgarrados del caballo, y agotado por el dolor, cayó en el polvo.
Cuando se despertó, Bolat fuertemente vendó al caballo, lo llevó al patio y lo desensilló. Raihan estaba en su casa, leyendo un libro, y a su lado de manera casual estaba sentado Salim, haciendo cuentas con el ábaco. El anciano entró y se apoyó pesadamente contra la puerta.
- ¿Qué es?, ata - Raihan con ansiedad miró a Bolat.
Y éste, mirando directamente a Salem, informó brevemente que alguien cortó un tendón del caballo.
- ¿Cómo -? Raihan cerró el libro, ¡no puede ser!
Si sólo hace poco lo ensillé.
- Pregúntele -. Bolat señaló a Salim. Salim se puso de pie, miró como una presa entrapada
Como detrás de una pequeña ventana.
- ¿Con quién te encontraste en el barranco? ¿Quién es él? - el hombre viejo preguntó tenazmente.
Salim negó con la cabeza.
- Con nadie, no me encontrado con nadie... Raihan lentamente se acercó a él.
- Es mejor confesar, escuchamos - Dijo en voz baja.
- Raihan, cariño, ¿qué estás hablando? ¿Acaso no nos amamos? ¿Recuerdas lo que me dijiste ayer? ... y se acercó a abrazarla.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Raihan. Ella arrancó de la pared un látigo y azotó un par de veces a Salim. Él se encogió de dolor, sus ojos brillaron con enojo.
- ¿Qué, te tragaste la lengua? Dime, ¿con quién te encontraste?
- Con Askar...
Los pastores tras los gritos de Raihan llegaron corriendo a la casa. Dejando a Salim a ellos, Raihan se fue a la ciudad.
Viendo que Raihan, emocionada, se dirigía rápidamente a la oficina del presidente de la comisión ejecutiva, Asan, que estaba sentado en la sala de espera, se precipitó en la habitación de al lado. Askar se vistió a toda prisa. Agarró de prisa algunos documentos, y los dos corrieron a la casa de Askar. Antes de que pudieran llevar a sus caballos a los establos, llegó el ladrón de caballos a todo galope. Él débilmente explicó, que a su cuartel de invierno llegó, envuelto en trapos viejos, sin afeitar, un anciano demacrado. Apenas lo pudo reconocer, era el venerable Zheksen. En el seno del Bai un revólver... Ordenó notificar de inmediato a su hijo ...
- Oh, Padre, usted está finalmente de vuelta - Exclamó Askar sorprendido -. Y ahora ¡no me arrepiento de nada! Tenemos la oportunidad de vernos antes de morir...
Abandonaron el lugar sobre los caballos, al galope.
Diez minutos más tarde, por las puertas de la casa de Askar entraron tres soldados. En las habitaciones no había nadie, las cosas estaban esparcidas sin orden ni concierto. Salieron de la casa, inspeccionaron el patio. Antes de los establos vacíos vieron las huellas frescas de caballos.
Zheksen, Askar, Asan y el ladrón de caballos se pararon sobre una colina alta.
- Todas estas tierras desde tiempos inmemoriales pertenecían a mis antepasados -. Zheksen levantó la mano y la llevó como marcando todo -. Esta es nuestra tierra, Askar.
Ante sus ojos se extendía un nuevo pueblo del sovjoz y se veían los corrales, establos, los rebaños de ovejas pastando en las laderas de las colinas.
- Mira, puedes ver, allá a lo lejos - dijo el anciano, - Mazar mi abuelo... Toda mi propiedad fue transferida al sovjoz. Las riquezas que acumularon mis antepasados, me la han quitado. Mi esposa, que compré para ser mi esclava, y niña servidora se la llevaron lejos de mí.
Las cejas y el ceño se reunieron en el puente de la nariz de Askar. En las mejillas secas se formaron nódulos.
- He vuelto para vengar la violencia... Volví a morir en mi tierra natal. Juro ante Dios que no me retiraré de la venganza...
Zheksen desplegó delante las palmas de la mano y levantó la cara al cielo. El anciano murmuró las palabras del juramento por un largo tiempo, antes de que se pasara las manos por la cara. Asan y el ladrón de caballos, en solemne silencio, hicieron lo mismo.
- Ahora vamos... Vayan - exclamó el anciano, descontento con la lentitud de sus acompañantes.
Bajaron hasta el pie de la colina, derribaron las riendas de los caballos. Resonaron los cascos amortiguados.
El mercado de los domingos estaba en su apogeo cuando ellos se desmontaron y entraron en la ciudad. Zheksen y Asan se separaron de los demás y se fueron al mercado por un lado, Askar y el ladrón de caballos - por el otro. Se mezclaron rápidamente entre la multitud, y poco a poco caminaron por las filas, cada uno por sí mismo, como extraños, pero a veces intercambiando miradas.
Zheksen de repente se detuvo y comenzó a observar detenidamente a un derviche, que giraba dentro un círculo de curiosos, gritando algo incoherente. Zheksen empujó el lado de Asan:
- Es lo que necesito...
Por la noche, cuando el derviche caminaba por la calle, al lado de la puerta de una de las casas, le cortaron el camino Askar y el ladrón de caballos. Asan trajo inmediatamente los caballos ensillados. El ladrón de caballos empujó al derviche:
- ¡Siéntate, ahora!
El derviche se apartó rápidamente y hablando incoherente chocó con Asan, y giró. Pero rodeado de extraños el derviche no se atrevió a resistirse y montó al caballo. Detrás de él se sentó el ladrón de caballos. Los caballos al galope los llevaron por toda la ciudad. El derviche volvió a agitarse, comenzó a escapar de las garras del ladrón de caballos, gritando lastimeramente. Pero el ladrón de caballos duramente le pegó en el cuello y le hizo callar.
Los jinetes se detuvieron delante el cuartel de invierno, donde los esperaba impacientemente Zheksen. Askar presentó al derviche delante del anciano y preguntó:
- ¿Quién es usted?
- Un derviche... Dios es mi testigo, yo soy un derviche ... No soy un ladrón ... Askar le dio una patada en el estómago.
- Vamos, ¡te haces el tonto! De ahora en adelante, usted es un santo, ¿entiende? El derviche se enderezó y lo miró fijamente.
- Yo soy un derviche...
Un instante después estaba tirado en el suelo. El ladrón de caballos le dio una patada exactamente en la rótula...
- Oh, guerrero... - Gritó el derviche -. Dulat. Mi nombre es Dulat y soy un derviche...
- ¡No! Usted es el espíritu de Hazrat Sultan. Eres un santo, ¿no?-la mirada de Askar no prometía nada bueno.
El derviche miró implorante a Zheksen. El anciano asintió con la cabeza, como sugiriéndole obedecer.
- Yo soy el espíritu de Hazrat Sultan – el derviche repitió y de repente sonrió. Luego se arrastró rápidamente a la lona y se sentó junto a Zheksen. Parecía haberse dado cuenta de lo que se requería por los extranjeros.
Zheksen y Askar explicaron a largo al derviche cómo debe comportarse a partir de ahora. Luego todos se fueron en dirección a un pequeño pueblo perdido en las montañas. Los viejos devotos y las mujeres recibieron al "santo" y a sus compañeros con gran respeto. Un poco más tarde, Askar, Asan y el ladrón de caballos montaron de nuevo sobre sus caballos. Solo el ladrón de caballos volvió. Trajo, atada, una yegua pequeña que aun no tuvo crías, una yegua grasa del sovjoz. El derviche, ya conocía sus deberes, bendijo al ladrón de caballos, y éste, junto con tres ayudantes sacrificó la yegua. La carne la entregó a los residentes del aul. En una de las casas, de un anciano venerable, Zheksen contó a los huéspedes sobre el nuevo orden, que pronto llegará al aul... que se transformará en sovjoz... Forzarán a los Kazajos a cuidar los cerdos y estos cerdos hollarán la cama de los Fieles, profanando los platos... el derviche que escuchaba al anciano, gimió. Tras él se puso a llorar Zheksen y lamentablemente los viejos bajaron sus cabezas canosas. Durante la cena, no había diversión como de costumbre, ni conversación animada...
Y a la mañana siguiente, Askar y Asan vendieron en el mercado una vaca, también proveniente del sovjoz...
6
En una pequeña oficina sentados frente a Andreyev estaban Feodor, Yesim y Raihan.
- El nuevo liderazgo del comité regional del partido nos recuerda la importancia del próximo período de parición, camaradas -. Andreyev dijo en una voz tranquila y suave -. Se espera de nosotros grandes resultados en nuestra obra. Hasta hace poco, como ya saben, la situación del sovjoz era muy mala. Hubieron casos de sabotaje, y una gran pérdida de ganado ... Por supuesto, ahora hemos logrado mucho, pero como pueden ver, se nos espera más de nosotros - Él se reposó por un minuto y luego miró a sus ayudantes y añadió – Ah, otra cosa:.. Dos representantes del sovjoz están invitados a Almaty a una reunión.
- Usted y Yesim vayan - Raihan ofreció.
- Así es – fue apoyada por Feodor -. Con las pariciones, nos arreglaremos nosotros solos.
Andreyev miró expectante a Yesim.
- Bien, bien - respondió, pensando -. Si es necesario, entonces vamos a ir. Voy a hablar hoy con mis pastores.
Las ovejas pastoreaban cerca de la koshara. Bolat, apoyado en un bastón, de pie en la cima de una colina de suave pendiente estaba tarareando en voz baja. Al rebaño se acercó un anciano en harapos, y habló a Bolat.
- Oye, ¿a qué estás atendiendo? No se puede entender - son ovejas o cerdos...
- Mire como se debe, si es que sus ojos están puestos en la frente, dijo Bolat, con una sonrisa, mirándolo.
El anciano miró las ovejas con una atención simulada.
- No entiendo... Ah, veo, según la cola – es un cerdo ... - Se volvió con una sonrisa al pastor – que tenga resultado su trabajo.
- No en sus oraciones - resopló Bolat -. Siga su camino.
El viejo, por el contrario, para apacentar se acercó aún más. Era Zheksen.
- Está bien, está bien, hijo de un musulmán - dijo amablemente - Hablo desde el corazón: No dejes que te sobrepase la suerte.
- No en su bendición - Bolat se quejó.
- Me cortaré la nariz si sus "ovejas" no van a parir cachorros - rojos, sin pelos.
- ¡Oh, sí!
La voz de Bolat deslizó una duda sutil, y con satisfacción Zheksen se encogió de hombros.
- Muy pronto lo verá por usted mismo. Aunque...
Se detuvo a media frase cuando vio un jinete, partiendo de la koshara. Éste cabalgaba sobre un hermoso caballo blanco que se balanceaba en un hermoso trote. Era Akbesti, Zheksen se congeló, sus ojos lo devoraban con la mirada.
- ¿Quién es?
- Raihan, el capataz de los pastores.
- El caballo bajo la silla de montar no está mal.
- Akbesti - dijo voluntariamente Bolat -. Una vez pertenecía al Bai Zheksen. Ha escuchado, probablemente, de todo esto
- He oído -. Zheksen miró al pastor, que con la cabeza, sonría, y admiraba al caballo que galopaba -. Y se dice que ahora es de Yesim - continuó el anciano-.
- Está en Almaty, con el director del sovjoz. Tienen allí una grande reunión de ganaderos. Ahora Raihan dirige las dos brigadas. Ella es una mujer inteligente...
- ¿En serio?
Zheksen se alejó cojeando, y si bien no había desaparecido de la colina, aun miraba a Akbesti.
7
Por la noche en la koshara de Raihan se reunieron los pastores. A la luz de una linterna se acurrucaban en torno a una tensa oveja de raza alemán que estaba gimiendo. Bolat, se agachó, examinó el primer corderito. En el suelo yacía un bulto húmedo de carne roja. El anciano gruñó doloroso, lo agarró del cuello. Ante sus ojos apareció una sonrisa extraña, " Me cortaré la nariz si sus "ovejas" no van a parir cachorros - rojos, sin pelos..."
Bolat, decepcionado, lanzó una patada al cordero parido por la oveja. Los pastores, hablando entre ellos, se acercaron a la salida.
En este momento entraron a la koshara, Raihan y el técnico de ganadería.
- ¿Y qué tal? ¿El parto?
Bolat con resentimiento miró airadamente y murmuró:
- No había ninguna necesidad de engañar a la gente.
- ¿Cuál es el problema? - Ella se quedó perpleja ante el pastor con el ceño en la cara.
Nadie dijo una palabra. Todos, en silencio miraban a otro lado.
- Ata, ¿puedes explicar lo que está pasando aquí?
- Una de sus "ovejas" parió un cachorro. Cuídelo usted misma - dijo el anciano y se alejó.
Raihan lo llamó, exigiendo y el viejo se detuvo de mala gana.
El técnico de ganadería abrió su cartera, sacó de ella fotos y se las mostró...
- Los corderos de esta raza nacen desnudos... Aquí está después de diez días. Parece como si fuera un cachorro. Sin embargo, un mes más tarde. Es ¿qué es diferente de un cordero parido por una oveja Kazakh? ¿Porque no dice nada?..
Raihan, y los pastores airadamente se reprendieron, ella tomó el cordero en sus brazos, lo envolvió en el hueco de su manto y entró con él dentro de la koshara.
Dos corderos más, temblando de frío, estaban tirados en la placenta. El técnico de ganadería los levantó y los envolvió en arpillera, explicando a los pastores que los recién nacidos de esta raza no pueden tolerar el frío. Entraron en la casa, pusieron los corderos en el suelo. Después de un tiempo, éstos que se calentaron un poco, empezaron a moverse, tratando de levantarse. Uno de ellos se levantó y se tambaleó en forma insegura sobre sus patas, baló en voz aguda y quebrada. Bolat que ya tenía un aspecto más cálido, se puso de pie y miró, y luego se volvió en silencio y salió de la casa. Volvió con otro cordero en sus brazos. Los pastores se reunieron a él con una sonrisa y salieron uno tras el otro. Muy pronto yacían en la casa dos decenas de corderos.
Raihan dio a Bolat las últimas instrucciones y galopó a la koshara de Yesim. En este rebaño los partos no habían comenzado, pero ella estaba convencida de que era necesario preparar a los pastores.
A medianoche, cuando ella e Isa vagaban entre las ovejas, un perro de repente se echó a ladrar furioso. Raihan e Isa salieron.
Cerca del establo donde estaba Akbesti, pasaron formas oscuras de varios jinetes. Isa, no dijo ni una palabra, de inmediato se apresuró a interceptarlos y Raihan, redondeó el duval-cerca de adobe, y corrió al establo.
- Oigan, ¿quiénes son ustedes? - gritó Isa mientras corría. Los caballos y jinetes se detuvieron, en espera de Isa y cuando él llegó lo rodearon rápidamente. Askar se apoderó de él, pero se cayó volando debajo de los pies de los caballos. Dos más dispersó el joven con sus manos. Pero las fuerzas eran desiguales. Asan y el ladrón de caballos capturaron Isa simultáneamente desde ambos lados, le golpearon brutalmente, y ataron sus manos y pies. En ese instante, Raihan sacó del establo a Akbesti, saltó sobre él y galopó hacia la estepa.
- Se fue - Gritó Askar -. ¡Rápido, a los caballos...!
Los ocho jinetes partieron tras ella. Saltaron sobre zanjas, rocas y barrancos... Akbesti corrió como el viento, los perseguidores arrancaron las riendas, azotando con furia los caballos, tratando de, al menos, mantenerse a la misma distancia con Raihan. Al ver que un poco más, y ella se va a ocultar detrás de las colinas, Askar arrancó el rifle del hombro. Se oyó el golpe de un disparo...
La reunión en Almaty llegaba a su fin. Sobre el podio hablaba un profesor ruso de pelo canoso.
- Uno de los mejores sovjoz de Kazajstán es éste de la región de Uzaksk - dijo en un barítono suave -. En esta finca se cultivan razas ovinas prekos, ortember y degerezskay. Los criadores de ovinos en este sovjoz han demostrado que estas especies pueden criarse con éxito en las condiciones existentes en la estepa de nuestra región. Hoy tenemos aquí a los representantes del sovjoz.
Durante el aplauso Andreyev hizo levantar a Yesim. Con una sonrisa avergonzada, Yesim se levantó a toda prisa e inmediatamente se sentó.
- La mortalidad de las ovejas en el sovjoz es mínima. Ahora, es la temporada de parición, y podemos esperar que los criadores de este sector alcancen excelentes resultados.
Una vez más hubo un aplauso. Yesim estaba sentado encorvado bajo los ojos de tantas personas, y su rostro se inundó lentamente de color rojo. Andreyev lo observaba sonriente.
Después de la reunión, Andreyev y Yesim fueron recibidos por el Secretario del Comité Regional del Partido. Tan pronto como entraron en la oficina, éste se puso de pie y les estrechó la mano calurosamente.
Luego empezó a preguntarles detalladamente sobre el trabajo y los planes para el futuro.
- El parto – es una prueba no sólo para los pastores. La responsabilidad más grande cae sobre ustedes. Necesitamos desarrollar el sentido de los pastores, que cuidan el ganado, hacia la sociedad. ¿Es que ustedes, de hecho, no se comprometieron que por cada cien ovejas madres habrá ciento cinco corderos?
-Sí.
- Muy bien. Esto es lo que se debe hacer: si el número de corderos, de las cien ovejas madres, exceda de ciento cinco, entonces esta excedente cantidad se dará a los pastores. Pero sólo a los mejores y más diligentes. Ellos van a adquirir un ganado personal. No se puede perder de vista el bienestar material de los pastores.
- Este es un verdadero jefe - dijo Yesim cuando estaban ya en la calle
- Sí. Resulta que no hemos pensado en muchas cosas,-dijo Andreyev -. Tenemos que darnos prisa, Yesim.
Askar disparó de nuevo y falló de nuevo. Por delante apareció la koshara, Raihan trató de contener su caballo, pero Akbesti, acostumbrado al baigue de larga distancia, no obedecía. Al galope, hizo dos vueltas alrededor de la koshara. Los perseguidores se acercaban. Sin pensarlo, Raihan lo condujo directamente a la koshara, al caballo. Akbesti saltó por encima de la alta duval y entró en un amplio patio. Raihan se deslizó de la silla y rápidamente guió al caballo dentro el establo, cerró la puerta detrás de él y corrió hacia casa para tomar su rifle.
Los corredores estaban ya en la koshara. Saltando de un lugar a otro, casi sin apuntar, Raihan tiró unos disparos. Los disparos de respuesta causaron el retorno de los pastores, que habían salido a ver lo que sucedía, a sus casas. En uno de los jinetes Raihan reconoció con horror a Askar. Éste no tiene piedad... Contó las balas: eran sólo tres. Ella se inclinó, sin poder hacer nada, contra el duval, frenéticamente pensando qué hacer a continuación. De repente, alguien la agarró por detrás de los hombros. Ella gritó, miró hacia atrás. Era Yesim, y sólo ahora sintiendo el miedo, se echó en sus brazos.
Yesim tomó su rifle y municiones y le dijo de tornar a la casa. El establo, donde estaba Akbesti quedó sin protección y Raihan quería trasladarlo de urgencia, al caballo, pero Yesim logró interceptarla, la empujó a la casa y rápidamente atrincheró la puerta. Inmediatamente después la puerta estaba inculcada de balas. El vidrio de las ventanas se destrozó. Una bala atravesó la esquina del retrato de Lenin en la pared. Raihan arrebató el revólver de debajo de la almohada y apagó la lámpara. En el patio se oía gritar a Askar, alguien maldijo. Luego todo quedó en silencio. Yesim corrió a la ventana y vio que conducían fuera del establo a Akbesti. Con dos disparos certeros Yesim embaló a dos. Con una bala, tirada por Raihan, cayó Asan... El resto desapareció rápidamente por detrás de la esquina.
Yesim y Raihan corrieron hacia el establo: estaba vacío. Agotada, Raihan se sentó y lloró amargamente. Los pastores llegaron. Tres de ellos, Yesim envió a la ciudad - a informar a la policía sobre el ataque de la pandilla. Y Raihan todavía estaba sentada en el suelo.
- Yesim, ¿viste? Ellos estaban dispuestos a dar sus vidas por su Akbesti.
- No, Raihan, no es su caballo, no es de Zheksen, es robado - Yesim dijo.
Y él contó a Raihan la historia de Akbesti... Sucedió hace cinco años, cuando Yesim era el pastor de Zheksen. Ese día él estaba de pie en la cima de la loma, mirando a las ovejas esparcidas en las laderas. Por un lado, lentamente, pasó un enorme rebaño de caballos, pastoreando. En el otro lado del montículo estaban pastando los caballos de Zheksen. El mismo Bai y Askar estaban cerca. Y Askar, a quien le encantaba cazar, como siempre, estaba acompañado de perros de caza. A ellos se les acercó un padrillo y varios potrillos, que se separaron del rebaño competente. El padrillo líder era un semental blanco de raza Turkmenistán. Los potrillos en la pequeña jamba no eran de raza Kazakh. A Askar le encantó un potrillo de patas largas, al igual que su padre, de color blanco. Askar corrió tras la jamba, rogando a Yesim que le coja el potrillo. Le rogó también Zheksen, y cuando él se negó, fue amenazado con el despido. ¿A dónde podrá irse, lejos del Bai? - Yesim atrapó el potrillo. Asan trajo del aul otro potrillo blanco, los tres lo llevaron al barranco y allí, en un golpe de palo en la cabeza lo apilaron al suelo.
Con sus cuchillos lo degollaron. Y para que los dueños no se dieran cuenta de la sustitución, Zheksen cortó de la espalda un gran pedazo de carne y se la alimentó a los perros. Los perros comenzaron a devorar el cadáver ensangrentado. Una vez que los pastores encontraron los restos del potrillo blanco decidieron que lo mató un lobo. Y de este potro robado creció Akbesti... El rebaño resulta que pertenecía al sovjoz "Degerezsky" ...
- Ah .Eso es - Raihan lloró cuando terminó Yesim su historia -. Así, que Akbesti – es nuestro, del sovjoz?
- Nuestro. Y todo el ganado de Zheksen- es nuestro. Reunido y saqueado por él, de usted y yo - Yesim retrocedió, escondió el revólver en su cinturón, levantó su rifle al hombro, perdimos dos veces a Akbesti. Ahora no voy a descansar hasta que vuelva de nuevo para siempre.
Raihan se puso de pie, su mano tocó sus anchos hombros.
- ¿Recuerdas cuando éramos pequeños y pobres?, siempre soñamos escalar nuestra montaña, detrás del aul, - dijo, emocionada. –
Nuestra montaña es alta, pero vamos a llegar a la cima, a pesar de que los enemigos intentan detenernos -. Raihan se acercó a él y lo miró a los ojos con mucha suavidad, como en aquella mañana lejana cuando fue despertada en la koshara de Zheksen -. Te voy a esperar, - añadió en voz baja.
Una vez más, Yesim sonrió tímidamente y confundido, pero con un estrecho de manos emocionado y fuerte, la saludó.
Yesim desmontó al lado de un edificio de ladrillos rojos. En la amplia oficina de la ciudad, tuvo una larga conversación con un hombre en uniforme militar.
El mismo día, en la ciudad apareció un vagabundo. Un tipo corpulento vestido con harapos, de marcha descarada, vagaba por las casas de té, entraba en la carnicería, por largo tiempo se paraba en la ruidosa cervecería. El tipo se comportaba descaradamente e indiscriminadamente conoció a todos. Rápidamente se hizo amigo de los matones, ladrones, jugadores y especuladores. Un ojo experto podría percibir que él estaba tratando de acercarse al más famoso ladrón de todos los ladrones –a Maylykara.
Una vez que vio a Maylykara, lo siguió por el mercado. Al lado de un pequeño puesto, escuchó a Maylykara silenciosamente hablando con el carnicero:
- Espere noticias esta noche.
- ¿Aquí? – preguntó el carnicero. -Sí.
Al caer la tarde, un joven despreocupado se acurrucó detrás de un puesto.
Se hizo silencio. El joven estaba roncando. Sólo a veces los párpados soñolientos se separaban, y él echaba una mirada indiferente a la calle. A media noche, se dirigieron al puesto tres personas, el carnicero, Maylykara y un extraño con una yegua en la broca. Susurrando al ladrón, el desconocido entregó al carnicero las riendas, y éste rápidamente se llevó el caballo.
El joven se levantó y siguió en silencio a Mailykara y a su compañero. Entraron en un callejón oscuro, dentro de una casa de té llena de gente. En un oscuro rincón, con su gorra sobre los ojos, estaba sentado Askar. El joven se le acercó y sin querer pasó delante de él muy despacio. El otro levantó la cabeza y con un grito, se puso en pie.
- ¿Yesim...?
El joven saltó hacia la puerta de salida, pero Askar logró agarrarlo en el medio de la chaqueta. Luego el mismo Yesim aferró a Askar y gritó:
- ¡Sosténgalo! ¡Se trata de un criminal!
- Manténgalo - Gritó, a su vez, Askar.- ¡Se escapó de la cárcel...! Lo localicé.
La gente estaba alarmada, y los rodearon. Los dos seguían luchando, dándose fuertes golpes el uno al otro. Los dos, tan sanos y fuertes luchaban sin tregua, una verdadera batalla en la casa de té. Yesim logró enganchar su pierna en el reposapiés de Askar y darle un fuerte golpe en la cabeza causando al segundo la caída al suelo. Pero Askar saltó rápidamente a sus pies.
- ¿Dónde está el ladrón? Agárrenlo, manténgalo - les gritó, volviendo en sí después del golpe.
Yesim reconoció varios hombres, y entre ellos el ladrón de caballos, que lo rodeaban y el último sacó rápidamente a Askar de la casa de té. Yesim estaba en el medio de los borrachos y la gente emocionada por la pelea. Quería escapar de sus manos, gritó y amenazó, pero en vano. En la casa de té había un sofocante ruido inimaginable. Finalmente, la policía llegó a tiempo, y Yesim fue entregado por los clientes de la casa de té como un "convicto fugitivo".
Yesim por la mañana estaba de vuelta sentado en la misma oficina del militar. Su rostro estaba magullado, y su ropa rasgada. El militar llamó a dos soldados que se introdujeron a Yesim. Ellos lo estaban escuchando con la máxima atención.
Una hora más tarde, tres jinetes abandonaron la ciudad y se internaron en las montañas. No muy lejos de un pequeño aul, perdido entre las rocas, se detuvieron en un cuartel de invierno, y allí dejaron los caballos, caminando lentamente hacia el aul. Caminaron, buscaron piedras, las golpearon con martillos, rompiéndolas, y re coleccionaron las muestras en las mochilas. A su encuentro procedió del aul un anciano de barba canosa, y directamente preguntó quiénes son y por qué habían venido.
- Mis compañeros son rusos - geólogos, - explicó el hombre de Kazajstán -. Yo los acompañé, pero necesitamos guidas del lugar.
- ¿Qué es lo que buscan aquí?
- Piedras, algunos metales. Van a construir una planta.
El anciano los condujo a una alta roca, señaló las rocas rojas. Los geólogos empezaron a golpearlas con estrépitos martillazos. Llegaron otros dos residentes locales, trajeron algunos trozos de roca oscura. Los geólogos examinaron las muestras con interés. Los tres fueron muy bien pagados.
Askar, Zheksen, el ladrón de caballos y el derviche se dirigieron a la carretera que conducía a China. Los caballos bajo de ellos eran fuertes, resistentes. A Akbesti, el ladrón de caballos lo conducía.
En las ruinas de un antiguo puesto de avanzada, en el monte, los fugitivos decidieron descansar. Zheksen, que conocía la zona, mostró a sus compañeros el camino de se doblaba alrededor de un acantilado.
- Allí inicia el camino. Se hace más amplio detrás de la roca.
Akbesti no bajó su boca a la hierba, volvió su cabeza y miró hacia atrás. El pre visionado Zheksen quería poner a Akbesti los Kcen - grilletes de hierro, pero el ladrón de caballos, dijo:
- El caballo de carreras no tolera los Kcen. No va a pastar, se va a debilitar, y el camino delante de nosotros es difícil.
Entonces no saques tus ojos de él. Está maldecido. Parece que está muy conectado a sus yeguas. Está muy inquieto.
- Yo voy a mantener un ojo sobre él.- No va a ir a ninguna parte - dijo el ladrón de caballos - De mí ni un caballo puede escapar.
Y ató tres patas de Akbesti con el chembur-una soga para frenar el caballo, lo miró un poco y luego se fue a dormir tranquilamente. Sus compañeros ya habían extendido una alfombra cerca de las ruinas de la muralla. El ladrón de caballos empezó a roncar inmediatamente. Los otros se revolvían inquietos durante un tiempo para luego dormirse. El último que cerró los parpados fue Zheksen.
Akbesti comenzó a moverse en saltos torpes y a descender. En una pendiente empinada, tropezó con una roca, apenas pudo mantenerse en pie. Debido al esfuerzo y la tensión, el chembur de la pata trasera se soltó y el caballo relinchó triunfalmente acelerando su paso.
El fuerte relincho del caballo, como una trompeta, despertó a Zheksen y éste salió corriendo de las ruinas y vio Akbesti, saltando a lo lejos. El grito de Zheksen levantó los pies de todos, y los bandidos se apresuraron a montar los caballos.
Sintiendo la persecución, Akbesti saltó con todas sus fuerzas por el camino. Pasó por encima de un montón de piedras, saltó por encima de una zanja, se abrió paso entre las filas espesas de la maleza. Los perseguidores se acercaban. Un salto más, y otro... chembur se soltó de las patas delanteras y Akbesti voló hacia adelante como un pájaro. Askar furioso sacó un rifle y lo puso en su hombro.
- ¡Es mejor tirar que dejarlo al enemigo!
Una bala pasó zumbando y falló. Askar desmontó, apoyó el cañón del rifle en una roca, apuntó. Apretó el gatillo. Akbesti resistió un poco abajo, relinchó, pero no redujo la velocidad del galope. Una vez más, sonó un disparo, haciéndose un eco que rodó a través de las montañas, pero Akbesti ya logró volar sobre la cima de la montaña. Ante él apareció un aul. Aquí, todo el mundo conocía a Akbesti y también ellos empezarían a perseguirlo. Entonces el caballo se dirigió hacia la montaña y, como era de esperar, fácilmente se alejó de los persecutores. Pero de repente aparecieron dos lobos y el caballo corrió de nuevo hacia el aul. Ahora él no se detuvo, aceleró hacia el cuartel de invierno, más abajo.
Unos minutos más tarde entraron al aul Askar y el ladrón de caballos.
En el cuartel de invierno una yegua relinchó ruidosamente. Yesim escuchó, y señaló a sus compañeros, que se retiraron a toda prisa al cuartel de invierno. La yegua relinchó de nuevo, y fue respondida por otro relincho, y Yesim inmediatamente reconoció la voz de Akbesti. Él miró en la dirección en la que miraba ansiosamente la yegua. A través de las piedras aparecieron dos orejas puntiagudas, y luego el flequillo de Akbesti. Cautelosamente miró a la gente, se acercó en círculos a la yegua. Yesim le habló con palabras cariñosas, y fue a su encuentro. El caballo con cautela lo olió y metió la cara en el ojal de la chaqueta, en busca de pan. Yesim puso su brazo alrededor del cuello y tiró de la brida. Ante sus ojos apareció un día caluroso distante... Raihan le daba a Akbesti leche tibia y fresca , recién ordeñada y Ashim entusiasmado le contaba acerca de las carreras ... Entonces Askar con el látigo arremetió contra Yesim y Zheksen golpeó con un palo a Raihan ...
- Mientras el dueño no llega, este caballo es nuestro - dijo Yesim a dos muchachos del aul, que no se sabía cómo aparecieron.
Askar, impaciente esperaba su regreso.
- Estamos seguros de que son geólogos - Dijo uno, luego el otro.
- Geólogos - confirmaron -. Recogen diferentes piedras. Pregúntelo a los ancianos. Ellos se enteraron de que van a construir una planta.
- Así es, - dijo uno de los ancianos -. Por las muestras de piedras, nos pagaron buen dinero.
El ladrón de caballos, que había estado escuchando en silencio, le susurró a Askar:
- Tenemos que irnos. Hay un truco aquí...
- Espera - Askar lo detuvo -. No, sin Akbesti yo no voy a ninguna parte.
Askar y el ladrón de caballos fueron al cuartel de invierno, donde permanecían los geólogos. Uno de los rusos llegó a su encuentro, Askar habló con él y se presentó como el dueño del semental blanco.
- El caballo está con nosotros – dijo de buen humor el geólogo - en el granero está. Si es suyo, por supuesto lo puede llevar. Venga a lo de nuestro jefe, y le diga.
Askar desmontó y entregó las riendas al ladrón de caballos y entró en la casa. El último también desmontó. Un instante después de frente a un cañón de un revólver, el cuatrero levantó las manos.
Yesim llegó con el segundo, empujó el ladrón de caballos dentro la casa donde yacía Askar ya atado. Dejando a un compañero para que los cuide, Yesim con el otro hombre montaron hacia el aul.
Primero los vio el derviche. Saltó sobre el suelo y rápidamente se metió en la tienda.
- Syuinshi.- que alegría. - Saltó delante de Zheksen y los ancianos. Arrancó su andrajosa tyubetezka-gorra tradicional y dijo- Askar trae a Akbesti. Y una noticia más...
En este punto entraron a la yurta Yesim y un "geólogo".
Era un día soleado.
Al lado de la koshara de Yesim, Andreyev presentaba los pastores con el representante de la Comisión Regional. Entre los alegres y concurridos, Raihan se veía triste, y estaba inusualmente silenciosa.
Isa trajo su rebaño. Los corderos estaban bien alimentados.
- De un centenar de ovejas madres, Isa recibió ciento quince corderos - dijo Feodor a los otros -. Uno de los nuestros mejores pastores. Nos gustaría enviarlo a estudiar...
El huésped estrechó cordialmente la mano del joven hombre de anchos hombros.
Luego llegó Bolat con su rebaño.
- El único pastor, que no ha perdido ni un solo cordero – Feodor lo presentó al huésped -. Cien ovejas madres parieron ciento trece corderos.
Se oyó un ruido de cascos. A la koshara llegó Yesim y a su lado cabalgaba Akbesti, la gente bulliciosa corrió a su encuentro. Yesim desmontó, saludó y con una mirada curiosa examinó a los corderos tan esperados y sonrió. Raihan estaba parada cerca.
- Yesim...
El se dio vuelta, sin dejar de sonreír.
- Raihan, querida... Aquí vamos a nuestro paso - dijo emocionado. Se abrazaron. Y los labios de Raihan tocaron las agrietadas mejillas.
De otro lado, dos jinetes llevaron a Zheksen, Askar y el ladrón de caballos. Akbesti relinchó al ver las yeguas blancas que se acercaban con sus potrillos blancos. Bolat le quitó la brida y el caballo al galope fue hacia su pequeño rebaño.
Isa condujo su rebaño hacia el cerro. Subió a la cresta, volvió a mirar a la koshara, dio unas palmaditas en la nuca de una oveja de fina lana, hablaba con ella como si fuese una persona.
- Por ahí - señaló hacia abajo – queda solo arena, valles... Y ahora vamos hacia la parte superior. Como dice Raihan- hacia las cimas. Me gusta esta palabra... ¿Y qué piensa usted, ah? Nuestras estepas, probablemente, son más espaciosas que las de su Inglaterra...
En la estepa se fusionaba, el ruido incesante de la primavera.
1935