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Ахмет Байтұрсынұлы
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Kunanbayev Ibrahim "Libro de palabras"

02.12.2013 2519

Kunanbayev Ibrahim "Libro de palabras"

Негізгі тіл: LIBRO DE PALABRAS

Бастапқы авторы: ABAY -

Аударма авторы: not specified

Дата: 02.12.2013


Palabra uno

Haya vivido bien hasta el día de hoy, haya vivido mal, pero he experimentado mucho. Había de todo en esta vida: y disputas, y cotilleos penosos,  y lucha, y riñas indignas... Pero ahora, cuando ya se ve el final del camino, cuando estoy agotado y cansado con el alma, me quedo convencido de la infructuosidad de mis buenas aspiraciones, de la vanidad y fugacidad de la vida humana.

Y me tortura la duda: ¿a qué dedico el resto de mis días? ¿De qué me ocupo?

¿Intentar a aliviar los sufrimientos del pueblo? Imposible. El pueblo es incontrolable. A esto sólo se arriesga uno a quien el destino le tiene preparadas la ingratitud y maldiciones de la gente o los jóvenes que tienen el corazón caliente y desconocen todavía la amargura de un fracaso. Y a mí, ya que conozco esta verdad, sálvame Alá de esta tentación.

O tal vez, ¿criar las manadas? No quiero.  Que los hijos críen el ganado, si les hace falta. Sería un pecado gastar las últimas fuerzas en aligerar la existencia de los ladrones, malvados y pordioseros.

¿Seguir penetrando la ciencia?  No me sale. No hay nadie a quién le pueda pasar mis conocimientos y tampoco hay quien que me las pueda dar. ¿Para qué sirve lo de estar tumbado en el desierto sobre un trozo de tela cara y con un arshín en las manos? Si no hay uno con quién pueda compartir las penas y las alegrías, la ciencia se convierte en una carga y te hace envejecer más rápido.

Quizá, ¿dedicarme a dios? No lo consigo. Para la fe, ante todo, es necesaria la calma. ¿De dónde puede surgir la piedad, si ni en mis sentimientos, ni en mi vida cotidiana no hay quietud ni por asomo? Esta tierra no soporta a los rezadores.

¿Ocuparme de la educación de los niños? No puedo. Lo haría si supiera qué y cómo hay que enseñarles y si en general lo necesita la gente que veo hoy día. No me imagino el futuro de los niños, ni la aplicación digna de su enseñanza y sus fuerzas, por eso desconozco los caminos de educación.

Por fin decidí: papel y tinta serán mis compañeros e iré anotando todos mis pensamientos. Tal vez,  a alguien le agrada alguna de mis Palabras y él se lo apunta o simplemente guarda en la memoria; y si no – mis palabras se quedan conmigo, según se dice.

En ello me quedé y ahora no tengo otra ocupación que el escribir.

 

Palabra dos

En mi niñez en varias ocasiones escuché sobre los kazajos que se reían de los uzbekos al verlos: ¡Ay, vosotros, vestidos de faldones y con su charloteo incomprensible en vez de la lengua normal! ¡No vais a dejar ni un brazado de junco podrido! Vosotros, que por la noche confundís un arbusto con un enemigo, hacéis la pelota en la cara y a espaldas calumniáis a la gente. Por eso su nombre sea “sart”, que significa “golpeteo” o “crujido alto.”

También se reían los kazajos de los nogayos-tártaros. “Eh, tártaros, tenéis miedo a los camellos, en un corcel os cansáis, descansáis cuando vais a pie. Sois hábiles como los osos, y su nombre no debe ser nogayos, sino “nokayos” – torpes. Por esta razón, en todas partes veo eso: soldado – tártaro, prófugo – tártaro,  abacero – tártaro”.

Se reían de los rusos también. “Los pelirrojos lo hacen todo que se les de la gana. Al ver una yurta en la estepa infinita, se acercan a todo correr y creen en todo lo que les dicen. Hasta pedían mostrarles el “uzun kulak[1]” y en cuanto uno lo ve, ya se conoce sobre él en el otro lado de estepa…

Me reí con alegría y orgullo al escuchar estos relatos. “O, Alá, -pensaba yo, entusiasmado, - resulta que mi gran pueblo no se puede compararlo con nadie.”

Y ahora veo, que no hay planta que no la cultivara un sart[2], no hay fruto más delicioso que el del jardín de un sart. No hay país donde no hubiera estado un sart con negocios, tampoco hay cosa que él no pueda maniobrar. En la ciudad las personas están demasiado ocupadas para vigilar una a otra y por eso son más unidas que nosotros. Antes fueron ellos quienes vestían a los kazajos. Incluso cambiábamos a nuestro ganado por sus mortajas para los muertos, y por el ganado estábamos a matar tontamente uno a otro. Cuando vinieron los rusos, los sartes nos adelantaron de nuevo, adoptando su artesanía. Y riqueza, y piedad, y destreza, y cortesía – todo lo tienen ahora los sartes.

Miro a los tártaros.  Aguantan el servicio militar, resisten a la pobreza, superan la desgracia y siguien queriendo a dios. Saben trabajar sudando la gota gorda, saben cómo se gana la fortuna y cómo se vive con lujo. Echan de su casa incluso a nuestros ricachones más selectos: “¡Nuestro suelo luce y no es para que tú, kazajo, lo manches con tus zapatos sucios!”

Y de los rusos no vale la pena mencionar. No podemos compararnos ni con su servidumbre. ¿Dónde está nuestra jactancia, nuestro orgullo por la estirpe, sentimiento de superioridad sobre nuestros vecinos? ¿Dónde está mi risa alegre?

 

Palabra tres

¿Por qué los kazajos se miran uno a otro con miradas malignas? ¿Por qué no tienen compasión por sus familiares, no tienen sinceridad? ¿De dónde y cómo entraron la holganza y la pereza a la sangre de un estepario orgulloso?

Hace tiempo los grandes sabios notaron: cada perezoso es cobarde y abúlico; y un abúlico es siempre vanaglorioso; un vanaglorioso además de ser cobarde es tonto también; y tonto siempre es ignorante y deshonroso. Los deshonrosos se convierten en los seres tacaños, insociables e incapaces, inútiles para todo el mundo.

Esto es lo que pasó con nosotros. Y la causa de ello es el abandono de labranza, comercio, artesanía y ciencia. Pensamos solo en cómo incrementar nuestros rebaños e manadas, abastecer con ganado no solamente a nosotros mismos, sino también a nuestros hijos. En cuanto lo logramos, los rebaños se entregan a los pastores y nosotros, ricachones recién aparecidos, no hacemos nada más que llenar el buche con la carne, hasta hartarse y bebemos el kumís[3] embriagante, nos divertimos con las guapetonas, disfrutamos de la carrera de corceles. Si empieza a faltar el espacio en nuestros invernaderos, empezamos a regatear o pelearnos con los vecinos: se ponen en uso los pliegos, sobornos, venganza sangrienta. El afectado, en su turno, oprime a algún otro vecino.

Y una vez nació la idea: es mejor que la gente se ponga más pobre, ya que cuanto más pobres hay, más barata es su mano de obra, más espaciosos son los pastaderos y más indefensos son sus invernaderos. Soñamos con que nuestros enemigos empobrezcan y ellos nos desean que nos arruinemos. Y entonces, decidme, ¿es posible que deseemos lo bueno uno a otro? 

Nos enemistamos uno con otro, empezamos a pelearnos, separamos en grupos y, para guardar nuestras riquezas y pastaderos, pusimos a reñirnos por el poder. Nadie se quedó aparte de este torbellino. La gente no dejaba sus tierras natales para aprender menesteres desconocidos, no trabajaba en los campos, no procuraba sacar el provecho del comercio. Se comerciaba sólo consigo mismo, uniéndose a un partido o a otro. Los ladrones no desaparecían- eran necesarios para las disputas. En cambio la mejor gente fue calumniada, contra ella se iniciaban los casos criminales, se buscaban los testigos falsos. Y todo esto les cerraba a los honestos el acceso al poder.

Algunas personas calumniadas y humilladas pedían la ayuda a los todopoderosos, y en este caso la estepa perdía a un hijo honesto más. Y una persona más orgullosa tenía solo un camino  - vivir el resto de la vida en un calabozo.

Los regentes de vólost[4] lograban su posición con astucia y perfidia y apoyaban a los injustos, ya que es mejor ser amigos con gente semejante que estar a malas. La astucia no tiene límites – no es posible determinar quién te engaña mañana.

Ahora se usa mucho el proverbio: “No juzgas la persona por sus hechos, sino por sus intensiones”. Resulta que la gente cree que no se puede conseguir nada con el trabajo honesto, pero todo puede ser logrado con un engaño.

¿Qué es la causa de origen de esta desgracia?

Un regente del vólost se elige cada tres años. El primer año pasa con los enfados ligeros de la gente que lo había elegido, con los reproches mutuos y trapacerías. El segundo año pasa en la lucha del regente con el candidato a su cargo: hay que intentar de vencerlo mucho antes de las elecciones. El tercer año está lleno con promesas, ya que cada uno quiere guardar el puesto del regente para siguiente período.

Veo como en este alboroto mi pueblo degrada y con cada año se pone más inmoral.

 Es difícil verlo.

¿Por qué, por ejemplo, no elegimos el regente de vólost de la gente que obtuvo la educación en ruso? Si no hay tales, el regente debe ser designado por el jefe de distrito o por el gobernador militar. Habría menos intrigas. Sería bueno, si tampoco nosotros eligiéramos a los jueces, sino éstos fueron delegados; no andarían ellos con pies de plomo con miedo a los cabecillas esteparios. Había menos calumnias.

Los beyes[5]- jueces esteparios  - traen daño, ya que han perdido totalmente las buenas tradiciones antiguas. No cada bey recuerda ahora las “verdades viejas”,  legadas por el Esin – kan, o “el buen camino”, hecho por el Kasym-kan, o “siete códigos de leyes”, dejados por el sabio Tauke. Y eso que hay que saber también cuales de estas leyes y reglas son prescritas y no corresponden al espíritu del tiempo, impidiendo al camino de una nueva vida. ¿Dónde buscar a los buenos beyes? Casi no quedaron.

Con razón decían nuestros abuelos: “Dónde hay dos beyes, nacen cuatros disputas”. El sentido de estas palabras es que el número par de los beyes nunca conlleva a una opinión común. Se piensa que es mejor elegir tres beyes de cada vólost. Escoger los más dignos y para un plazo permanente. Entonces, la sustitución de cualquiera de ellos sería un acontecimiento significante y una advertencia sobre justicia para el resto de ellos. Pero los beyes no deben resolver pleitos directamente. Yo lo veo así: las partes reñidas eligen a un defensor para cada una y un intermediario y estos tres llevan un caso concreto. Si el caso no es resuelto, les ayuda uno de los beyes, que podemos elegir por el sorteo, por ejemplo.

Podríamos resolver muchas disputas en nuestra vida por tal método, ¿no?

 

Palabra cuatro

Se ha notado mucho tiempo atrás que la risa es como una borrachez. La risa tonta – es una señal de despreocupación, ella hace doler la cabeza como las charlas de un borracho. La despreocupación conlleva a ruina, a empobrecimiento de la mente y hechos deshonrados. Pienso que esta gente que se ríe de manera tonta es de igual infeliz tanto en este mundo, como en el otro.

La razón y la atención llevan al bienestar y la gente que posee estas cualidades es, como regla, de otro carácter. Por cierto, esto no debe significar que hay que estar siempre triste, rendirse a los pensamientos tristes y sufrir fuertemente por cada fracaso. Esto es una carga insostenible para un ser humano. Simplemente hay que olvidarse en un trabajo sensato y no en la risa tonta. Hay gente y gente, y para aquellos que se encierran en su desgracia, sufren en su pena, como en cautiverio, para ellos el trabajo es el único salvamento.

No os alegréis de las acciones malas de la gente. Es lo moismo que ver una desgracia y vuestra risa debe ser amarga. La risa amarga es siempre dócil.

Alegráos cuando la persona comete un buen hecho, ya que habéis visto un buen ejemplo. El sentido de este hecho determinará la duración de vuestra risa. Pero hay risa de la cual os quiero advertir.  No nace en el pecho, no va del corazón, sino solo cambia la cara. Puede ser linda y sonora, pero es una risa falsa y multiforme. ¡Desechadlo, gente!

Uno nace llorando y muere enfadado. Sin saber dónde está la felicidad, la gente destruye su vida, cazando moscas. La gente va persiguiendo uno a otro, se pavonea, acumula la riqueza y cuando llega la última hora de su vida está dispuesta a dar todas sus pertenencias por un día de vida. ¿Por qué la revelación llega a la gente tan tarde?

¿Y sería mejor desde el principio creer en su destino y dedicarse a la labor? Entonces la tierra más escasa nos regalaría sus frutos. En fin, ése es su propósito.


Palabra cinco

Cuando el pecho está lleno de tristeza, uno no puede controlar a sí mismo. Y controlar la lengua - es aún más difícil.

Vi a los kazajos que suplicaban: "¡O, Allá! Conviértenos en unos tan despreocupados como son los bebés". ¿Por qué la  adultez se convirtió en un peso para los kazajos? ¿Qué inquietud les dobló?

Esta pena puede ser reconocida por varios proverbios. Aquí están: “Si te queda vivir medio día, reserva alimentos para todo el día”, “Para un pobre, su padre es una carga”, “Para un hombre, su ganado es más importante que su vida”, “El rico tiene una cara brillante, la del mendigo es oscura”, “En el camino no tienen hambre solo el valiente y el lobo”, “El generoso no tiene enemigos”, “La mano que toma, aprende a dar”, “La razón es de aquél, quién tiene la fortuna”, “El que no honra al hombre rico, dará espaldas a Dios”, “Cuando tienes hambre, vete a la casa en la que hay funerales”, “No vivas cerca del lago, donde no hay peces, ni vivas en la casa, donde no conocen la misericordia”.

¿Se menciona en estos proverbios el mundo, la ciencia, los conocimientos y la justicia?

¿Quién está seguro que esta gente no le va a robar incluso a su propio padre por el ganado?

Entonces, ¿por qué un adulto es más prudente que un bebé?

El niño tiene miedo al fuego, y a un adulto, no le asusta y el castigo de dios. Los niños, cuando tienen vergüenza, están capaces de hundirse en la tierra, y los adultos, por lo que yo sé, en tales minutos ni siquiera esconden los ojos. Ellos están dispuestos a renunciarte, si eres diferente. Y esto es mi pueblo que me encanta y estoy en busca de una ruta a su corazón...

 

Palabra seis

Los kazajos tienen un proverbio: “El principio del arte es la concordia, el principio de la riqueza es la vida”.

Pero, ¿qué es la unidad y cuándo nace un acuerdo?

Los kazajos creen que la unidad – es tener en común el nombre, la comida, la ropa y la riqueza. Pero si es así, entonces ¿de qué sirve la riqueza y qué daño da la pobreza? Si uno tiene la riqueza, a ti te unirán no sólo los familiares, sino también los forasteros, personas de otras religiones. Las personas dejan de buscar el  pan en otros sitios. Pero te van a competir en tu primera bocanada de fracaso, demostrar sus méritos y derechos, y luego engañar uno a otro. ¿Qué unidad es esta? No, tal vez es la unidad de la mente, pero no de la riqueza.

“Comienzo del bienestar en la vida”... Vamos a especificar ¿qué vida es esa? ¿Carnal? ¿La que se llama vida en el cuerpo y es determinada por el consumo de comida y la digestión? Pero ella convierte a un hombre en un amante de vida y le hace tener miedo de la muerte más que nada. Salvando su vida, está listo para huir de los enemigos y obtener la fama de un traidor, evitando el trabajo – convertirse en un perezoso.

Existe esta poesía:

 

Sólo gorrón e insolente  

Es feliz de tener tan fácil su comida.

Un inmoral que parece prudente

Ya que vive éste sin vergüenza la vida

 

¡Prefiero morir que llevar una existencia como ésta!

Las cualidades espirituales - es lo que más importa en la vida humana. Un alma vivo y un corazón compasivo deben guiar al hombre, entonces su trabajo y prosperidad tienen sentido.


Palabra siete

Desde el nacimiento, la vida de un bebé se compone de dos diferentes inclinaciones.

Primera – es la necesidad de comer, beber y dormir, sin lo cual el cuerpo del bebé no podrá constituir un refugio para el alma, no podrá crecer y fortalecerse.

Segunda – es el deseo de conocer. Un niño se precipita a todo lo que ven los ojos y escuchan las orejas: tiende las manos a todo lo que luce, lo quiere tocar y probar su sabor, intenta acercarse a una dombra[6] o a un flautillo al oír sus sonidos inusuales. Al crecer, a él le interesa prácticamente todo: ladrido de un perro, sonidos del aúl al atardecer, risa o llanto de la gente. El bebé se pone intranquilo. “¿Qué es esto?” “¿Por qué resulta así?” “¿Para qué lo hacen?” Las preguntas de los niños hacen perder la tranquilidad a los adultos.

El hombre se establece en la tierra, conociendo los secretos de los fenómenos de la naturaleza o haciendo ciertas conclusiones. Esto lo difiere del animal, le da el alma, significa que tiene intelecto y voluntad.

Pero ¿por qué, al crecer, nosotros perdemos esta alta aspiración a conocer el mundo? ¿Por qué no olvidamos a comer y dormir si nos interesa algo desconocido, como a los niños? ¿Por qué no seguimos a aquellos que crean la ciencia y descubren o desconocido?

Debemos ampliar nuestro horizonte intelectual, multiplicar las riquezas, acumuladas con un gran esfuerzo en las primeras etapas de nuestra vida. Nos dominaban las ansias de saber y todo lo demás se subordinaba a los impulsos del alma. Pero no pudimos hacerlo. Alborotábamos y charlábamos como una bandada de cuervos y no llegamos más allá de los conflictos de nuestro aúl. Aterrizamos nuestras almas, dejamos de creer en nuestros sentimientos, nos bastaba con la contemplación, sin hundirnos en la esencia de las cosas. Lo justificamos con que con los otros que vivían como nosotros, no les sucedió todavía nada malo. Con el tiempo ya tuvimos las respuestas preparadas a unos reproches razonables: “Tu mente es para ti, la mía - para mí”, “En vez de ser rico por cuenta ajena, es mejor vivir el propio escaso intelecto”, “A cada uno lo suyo”...

 No hay más calor en el pecho, no hay más fe en el corazón.

Y los lejanos días de niñez ahora parecen más bellos. Aquello era como una mañana y nosotros intentamos conocer el alrededor. Y ahora somos adultos. Pero ¿Con qué somos mejores que los animales que ven el mundo y no lo entienden? Nosotros tampoco sabemos nada, pero apreciamos nuestra ignorancia y defendemos nuestro derecho a quedarnos en la ignorancia.


Palabra ocho

¿Quién de nosotros es capaz de seguir un consejo sabio? ¿Quién está dispuesto a dar oídos a un precepto?

El bey y el regente de vólost están sordos.

No aspirarían al poder si apreciaran la sabiduría y quisieran adquirir conocimientos. Pero no, ellos se creen el colmo de la perfección y están seguros de que tienen el derecho de enseñar a la gente. Y, claro está, en esto a un bey o un regente de vólost le ayuda su poder. Al ponerse grandes, ahora, según piensan ellos, le queda hacer grande su pueblo. ¿Cómo pueden permitirse escuchar los consejos de otros y cómo pueden encontrar tiempo para ello?

El estatus les obliga a no meter la pata ante los jefes, no agravar las relaciones con los perturbadores del aúl, no permitir desordenes en el pueblo. Y siempre hace falta patrocinar a alguien, salvar a alguien, y a alguien – tenerlo en el puño. ¿Será fácil esto?

No, los elegidos por el pueblo están demasiado ocupados.

Los ricachones se creen dueños de, por lo menos, mitad del mundo. Su mirada no baja a la tierra y sus pensamientos vuelan incluso más alto. Según su opinión se puede comprar todo por el ganado. Incluso el dios puede ser seducido por los regalos. El honor, el deshonor, la razón, la ciencia, la fe, la gente no les parece más cara que el ganado. ¿Es que la gente como ésta es capaz de dar oídos a buenos consejos?

Hace falta pastar y abrevar las manadas, proteges contra malvados, lobos e intemperie. Para ello son necesarios pastores honestos y concienzudos y a tales no vas a encontrar ni a la luz del día con una linterna.

No, los ricachones tampoco tienen tiempo para ello.

Y, por cierto, no van a escuchar tus consejos los ladrones, malhechores y pícaros.

Quedan los pobres que tiran piedras por el rabo. ¿Cómo les vas a enojar con la necesidad de obtener conocimientos, si ellos ven el gran ejemplo de necedad de los regentes de vólost, de los beyes, de os ricachones? Al pobre ya le basta de pena y tristeza que desconocen estos bribones.


Palabra nueve

Mi posición acerca de mi pueblo es rara. No puedo entender, si le siento aversión o si le quiero.

Si lo quisiera, sin duda ninguna habría aprobado su carácter y entre todos los rasgos encontraría uno, digno de elogio. Mi amor no dejara que mi fe se apagara, como si mis compatriotas disponen de las cualidades de un gran pueblo. Pero no tengo esta fe.

Y si no lo quisiera, no hablaría con los parientes, no les pediría consejos, no les confiaría mis pensamientos más recónditos. Simplemente no podría comunicarme con ellos y me daría igual qué les pasa. Me mudaría para quitarles de la vista. Pero tampoco pude hacerlo.

Será que en vano me considero un habitante de la tierra. Sano con el cuerpo, me parece que estoy muerto y no sé cuál es la razón de la desolación del alma: bien el despecho por mi pueblo, o bien la insatisfacción con sí mismo, o cualquier otra cosa. Estoy muerto con el espíritu. Me enfado, pero en mi pecho no nace rencor, me río, pero mi corazón no se ahoga con alegría; hablo y mis palabras me parecen ajenas.

En la juventud ni me imaginaba que podría dejar mi pueblo y mudar a algún sitio: le quería y le tenía fe. Hoy día ya conocí perfectamente a los kazajos y no veo ni rayo de esperanza para futuro. Pero resultó que me faltaron fuerzas para irme al extranjero y empezar una nueva vida. En fin, ¿para qué sirve este intento?

Quizá, es para mejor cuando el pasado no te causa ni tristeza: los últimos días podré vivir, confiando en el futuro y teniendo esperanza de un milagro. 


Palabra diez

La gente reza a Alá para tener hijos. Quieren que los hijos les dieran de comer en la vejez, rezaran por ellos, no dejaran que el hogar se apagara. ¿Son justos estos deseos?

No dejar que el hogar se apague...

O, tal vez, ¿la gente tiene miedo por el futuro de sus bienes acumulados? El pensamiento de que uno se queda sin heredero, y su propiedad sin dueño, remordía a mucha gente. Pero, ¿para qué preocuparse de esto? ¿Para qué cubrir tus ojos con la niebla de ansiedad antes de tu muerte? Hay un dicho: “Un niño bueno es una felicidad, un niño malo es una desgracia”. ¿Será que uno conoce qué hijo le mandará el altísimo? Y él pide a dios que endorse sus sufrimientos y sueños fracasados a los hombros débiles de su hijo. ¿Será capaz el hijo de aguantar esta sobrecarga?

Y ¿son tan importantes los rezos del hijo?

Si durante tu vida hacías el bien para la gente, además de tu hijo habrá mucha gente entristecida por tu muerte, y si cometiste mucho mal, los rezos de tu hijo serán vanos. La gente muere enfadándose y, de tal manera, sentencia a sus hijos a tareas incumplibles. En esta tierra no había casos de que un padre indigno educara una digna personalidad de su hijo.

Tampoco tiene sentido cuando dicen que el hijo dará de comer a sus padres ancianos.

En primer lugar hay que saber vivir hasta la vejez, y esto depende solamente de ti mismo. En segundo lugar, debe haber la seguridad de que el hijo de verdad va a respetar las buenas tradiciones de los esteparios. En tercer lugar, ¿quién no querrá cuidarte si tienes el corral lleno de ganado?

Y un hijo que quiere a su padre no podrá alimentarlo si está en la miseria, y también hay diferencia entre los hijos que saben ganarse su pan e hijos que son capaces de compartir el último pedazo con los padres. Dale gracias a Alá si tu hijo cuida de los pobres e indigentes. ¿Y si no? ¿Vas a asumir el pecado de tu hijo al cual le pediste a dios rezándote de día y de noche?

Los esfuerzos de la gente son graciosos.

Primeramente engañan a su hijo, prometiéndole juguetes o dulces y se alegran si pueden divertir el bebé con ello.  Luego lo obligan a denigrar a sus vecinos- ya que los primeros que se convierten en enemigos son los que están más cerca,- y se alegran de nuevo. Pasa algún tiempo y la gente busca a un molá – preceptor que no cobra mucho: les parece que es bastante que su hijo solo aprende a leer y escribir. Durante esto al niño lo convencer que los demás chicos solo le desean lo malo y lo calumnian.  Quisiera ver qué cosas buenas hará este chico a la gente. No olvidéis: se lo pedía a Alá.

La gente ansia por la riqueza.

Pero no la piden al creador, ya que saben que el Altísimo les dotó fuerza para trabajar e intelecto para aprender la ciencia. Pero la fuerza no siempre se usa para el trabajo honesto y el intelecto a menudo se derrocha en vano. Basta con ser prudente y saber buscar y trabajar sin pereza, para que no desaparezca el bienestar en la casa. Pero la gente desea la riqueza y se atreve a amenazas, astucia, pordiosería.

Y así están derrotados el honor y la dignidad humana y ganada la riqueza deseada. Usadla para obtener los conocimientos. Si los mismos vosotros no sois capaces, pues que lo hagan vuestros hijos, puesto que sin educación no hay vida ni en este mundo, ni en aquél. Sin ella no valen nada sus rezos, ni ayunos, ni peregrinaciones.

Pero tampoco conozco a una persona que, al ponerse rica mediante la infamia, pueda encontrar una aplicación digna a sus bienes.

Conocí a los ricachones que se alababan de una gran fortuna y luego me encontraba con ellos como bancarrotas. No olvidaban la pasada abundancia, pero no tenían vergüenza al andar con la mano tendida.


Palanra once

La estepa se llenó con ladrones e instigadores.

Un ladrón intenta enriquecerse robando ganado y un rico, como una víctima, trata de devolver su bien con creces. Los servidores de justicia, por cierto, despellejan tanto al demandante, prometiéndole compensar la pérdida, tanto al ladrón, prometiéndole la libertad. Y los demás astutos tampoco pierden la oportunidad de ganar. Y tienen varias posibilidades: pueden tanto delatarle al ladrón, como ayudarle a esconderse o se puede comprar lo robado a un ínfimo precio.

El robo prospera en el campo de incitación. Los perturbadores entran a las casas como culebras y provocan la gente a los pleitos. A unos les cuentas como convertirse en un regente, a otros – como vengarse a sus enemigos y a terceros como llenarse la bolsa. No tienen ni vergüenza, ni quietud y corren hacia donde hay desafuero.

Se parecen mucho a los perturbadores los que tienen poder.  Para ellos es muy fácil azuzar la gente uno a otro y, como si fueran vampiros, chupar la sangre de ellos. Lo hacen sin ningún remordimiento. Y por esta bacanal sufre la gente simple. Ellos siempre defienden a un pariente ofendido, tropiezan aúl contra aúl, sangran, luego buscan a algunos aliados, en ciertas cosas van contra la conciencia, venden el honor, la esposa, los parientes. Con tiempo es difícil diferir por qué luchaban y con qué lo pagaron.  

Todos resultan ser atados con la pegajosa telaraña de instigación e incorporados al latrocinio, olvidaron el trabajo honesto. Los beyes olvidaron a pastorear el ganado, los pobres pasan hambre. Los conceptos de juramento, amistad, honradez y conciencia.

¿Cuandó habrá fin de todo esto? Se puede reprimir a los ladrones, pero ¿cómo sujetar a los ricachones que multiplican a los perturbadores?

 

No podremos reprochar a una persona que efectúa una u otra cosa y permanece pía.  Cautiva su intención pura y buena y nosotros lamentamos solamente de lo que  esta persona no dispone de conocimientos. Sí, no es bastante ser beato, y estaría bien si la gente recordara dos condicione necesarias: primera- es la seguridad de la potencia de la fe, segunda - aspiración de conocer su sentido.

Si alguien creyó que había conocido el sentido de la religión y la vida  y dejó de aprender, pues que sepa que su piedad es falsa. La gente que se pone turbantes y considera que son grandes partidarios de ayuno y oración, dándole la prioridad en el oficio divino, merecen reprensión, ya que no piensan en la elevación del alma, sino buscan satisfacción y tranquilidad. 

No hay fe verdadera sin celo y abstinencia de sus servidores, sin sufrimiento y lucha por su pureza y elevación. 


Palabra trece

Ser pío significa creer en la omnipotencia y pureza de Alá y aceptar el imán como la doctrina del profeta sobre la unidad del Alá y la existencia terrestre.

Hay dos tipos de servicio a Alá.

Primero -  cuando aceptan el imán sabiendo cómo se puede protegerlo y reforzarlo con argumentos sensatos. Es la fe consiente y podemos decir que los que la cumplen son píos.

Segundo - cuando la gente se pone beata por causa de los sermones de molá o de lectura de los libros sagrados. Es una fe ciega y la sigue la mayoría.

Debemos reconocer que la fe de los verdaderos creyentes no puede ser vacilada ni la amenaza de la muerte, ni miles de razones refinadas de miles de personas. No es difícil adivinar que tal gente debe tener un corazón audaz, espíritu indómito, articulaciones fuertes.

Y ¿cómo podemos llamar a los píos que desconocen los secretos de la ciencia para propugnar el imán y no son tan fuertes con el espíritu para seguir la fe ciegamente? ¿A los que hacen pasar el negro por el blanco y el blanco por el negro y no sabe el precio de un juramento? ¡Alá, sálvanos de tal gente! No hay otra  fe que la fe consiente y fe ciega y uno quien deforma al imán que sepa: le espera un castigo. En esto se revelará la grandeza de Alá y bondad del profeta.

Maldita sea la gente, cuya verdad consiste en este dicho mentiroso que dice: “No hay juramento que no sea roto con acero, no hay pecado que no sea perdonado por Alá”. 


Palabra catorce

Lo más precioso que tiene la gente es su corazón. Para los kazajos los conceptos como “coraje” y “cobardía” nacieron de la palabra “corazón”. La gente dice que un batyr[7] es “Zhu rekti”  - dzhiguit[8] con el verdadero corazón, a un cobarde lo llaman “Zhureksiz” - una persona sin corazón.

Todas las mejores cualidades humanas, tales como sensibilidad, compasión a la desgracia humana y filantropía nacen en el corazón. Incluso el apuro sale del corazón. Y no hay mentira cuando la lengua obedece al corazón y si la lengua miente, el corazón está engañado simplemente.

Una persona con verdadero corazón da oídos a un consejo y es fiel a su palabra dada; no podrá seguir caravana como un perro, al revés, es capaz de traer a los perdidos a buen camino en las condiciones más complicadas; está dispuesto a resignarse con la verdad, por muy difícil que sea para él y sabe no aceptar la injusticia. Así se imagina un batyr – una persona valiente y tenaz que en su pecho no tiene un corazón de lobo, sino un apasionado, humano.

Un kazajo también es un ser humano y a él “al hombre es errar”, como a la demás gente.  Pero no se equivoca porque es tonto, sino porque le falta firmeza para escuchar la voz de razón. Es la culpa del corazón.

No confío en uno que dice que cometió un mal por causa de no entender.

Esto ocurre más bien por falta de voluntad y desdén a la honra. Y al conocer el sabor de maldad, uno no se libera de ello de golpe. Y no cada uno es para cumplir una hazaña de estas.

Además he notado que a los dzhiguitos a menudo les sumen a desgracia, animándoles con apodos enfáticos: dzhiguito fuerte, dzhiguito valiente, dzhiguito hábil...  Pero está clarísimo que es difícil decir que uno es un verdadero dzhiguito o simplemente un hombre, si este había perdido la honra y no siente vergüenza, perdió el control de sí mismo y comete una infamia.  


Palabra quince

La diferencia entre una persona lista y una tonta para mi es, de cierto modo, una medida para comparar lo contradictorio.

En realidad una persona lista intenta ser útil para la gente; sus orejas están abiertas para consejos, y la memoria guarda la tristeza. Ella siempre está buscando algo milagroso en el mundo, algo inusual, y los días de esta búsqueda luego le parecen el mejor período de su vida. Ella nunca se arrepiente de su pasado.

Una persona tonta no consigue encontrar su destino en la vida. Se dedica sin pensar, a oficios vanos e inútiles. La juventud no es para siempre, pero en tonto no piensa en ello. Rindiéndose a las diversiones, se pone insaciable y una vez, cuando ya es muy tarde, nota que el tiempo lo combatió. Así resulta que los mejores años pasaron en faenas y la vejez es afligida con los arrepiento amargos.

La tentación destruye a la gente. Ella enciende el fuego de pasión en la sangre, y la pasión es una enfermedad, ya que le emborracha a uno. El tonto que se rindió a la pasión es como un imbécil que se pavonea y va sin gorra en un caballo salvaje, cubriendo su quijote con los faldones de su bata.

El listo en este tiempo está logrando lo suyo sin hacer mucho ruido, sin ponerse en berlina y sin perder la cabeza.

El que quiera ser considerado listo, debe una vez al día, una vez a la semana o una vez al mes darse cuenta cómo había vivido estos días, si había hecho algo útil para la gente, si ni le espera el futuro arrepentimiento. Y puede resultar que no tiene nada que recordar.

 

Palabra dieciséis

A un kazajo no le importa mucho su impecabilidad ante el dios.

Él considera que es bastante con hacer lo que hacen los demás. He aquí está cayendo sobre sus rodillas, orando, se levanta y de nuevo se pone de hinojos. Podéis estar seguros que él honra a dios.

Es interesante comparar esto con sus argumentos a un comerciante que vino a aúl para recoger su deuda. “Esto es todo lo que pude encontrar, -dice, - si quieres, cógelo, si no - pues no lo cojas. No puedo conseguir lo imposible sólo porque te tengo una deuda”. Con tal engaño puedes deshacerte del comerciante, pero no podrás engañarle a dios. Pero, ¡qué tentativa!


La solución aquí es como el abecé. Los esteparios no quieren complicarse la vida con tareas excesivas, estudiar, desarrollar la lengua. “Es todo lo que yo sé, - se defiende desesperadamente. - ¡Cómo puedo volver a estudiar tan viejo como soy!” O con un aspecto sincero afirma: “Solo que no me reprochen de que no había estudiado, y de lo que no puedo hablar con sabiduría la culpa no es mía. Es la lengua que tengo...”

Y mientras tanto entiende perfectamente que el dios le dio una lengua no tan mala, le dio una como la de todos los demás.

 

Palabra diecisiete

La Fuerza, El Intelecto y El Corazón competieron quién es más necesario para la gente. Al asegurarse que no podrán ponerse de acuerdo, pidieron ayuda a La Ciencia

— ¡Oye, Ciencia!—dijo La Fuerza. —Tú sabes que sin trabajo duro no se puede lograr destreza, ni riqueza. Solamente yo puedo proteger contra la imprudencia, deshonra, contra asuntos mezquinos e indignos, contra mercantilismo. Solamente yo no dejo perder el ánimo y regreso al camino seguro, cuando uno consigue desviarse de él incluso de día.  ¡Escucha, Ciencia! Trabajando sin cansancio y sueño, la gente te aprende y resulta que tu alta también se debe a mí. Trabajando sin cansancio y sueño la gente se convierte en servidores de dios y resulta que la gente su vida la debe a mí. Pues dime entonces, Ciencia, ¿por qué estos dos debaten conmigo? Y entonces El Intelecto señaló: 

—        Yo determino qué es útil y qué es dañoso para el hombre en su vida en este mundo y en el otro. ¿Acaso no es eso lo que asegura la vida eterna? La gente actúa según mi orden y de esta manera yo conozco el valor de la fuerza humana y entiendo la lengua de la ciencia. ¿Cómo se puede discutir conmigo si la gente sin mi ayuda no sabe dónde buscar provecho, cómo salvarse de la desgracia, de qué modo aprender la ciencia?.. 

El Corazón no aguantó más:

—        ¡Yo soy el amo de la vida!—exclamó. — Yo hago la sangre correr por las venas, en mí habita el alma, por eso ¡sin mí no hay vida! Yo estropeo el sueño de los que llenaron la panza y duermen en una cama blanda de una casa protegida contra el frío, haciéndoles sufrir por los pobres, hambrientos y los sin hogar. Yo hago mantener el respeto a mayores e indulgencia a menores. Yo soy la justicia, satisfacción, conciencia, gratitud y misericordia. ¿Qué son La Fuerza y El Intelecto sin mí? Solamente la gente no es capaz de guardarme y por eso se ponen diferentes. ¡Pero yo soy el amo de la vida! Y ¡es imposible impugnar mi destino!

Habiendo escuchado a los tres, habló la ciencia:

— Mira, Fuerza, todo lo que has dicho es verdad. Ahora no has mencionado varios de tus méritos y en esto también se reveló tu fuerza. Sin ti la vida es impensable. Pero a veces tus posibilidades se convierten en crueldad para la gente. Tienes una garra de hierro y cuando tú eres partidaria de mentira viene la desgracia. Eres muy útil, pero también puedes hacer mucho daño.

Y tú, El Intelecto, también has dicho la verdad. No hay destreza sin intelecto. Se te ha dado la capacidad de abrir a la gente los secretos de naturaleza, vida, alma, y es verdad que incluso sobre su creador la gente conoce gracias a ti. Tú posees los misterios de existencia de ambos mundos, pero esto no era suficiente para ti y empezaste a multiplicar la astucia y perfidia. Tú conoces las rutas a las riquezas de ambos mundos y por eso en ti se apoya tanto la gente buena, como mala. Y el problema es que tú cumples los deseos de ambos con igual voluntad. 

Me pedisteis definir quién de vosotros tiene mayor valor para la gente. Pero yo no quiero contraponeros uno con otro.

Que el Corazón sea el señor de todos. Tú, Intelecto eres diverso y polifacético y El Corazón no va a seguir cada decisión tuya. El va a aprobar la buena y se la sujeta con mucho gusto. La mala no la va a aceptar, más bien te renuncia.

Tú, Fuerza, eres poderosa y duran pero El Corazón no te va a dar libertad. No te va a reservar contra las cosas buenas y ante las malas te detiene. 

Unidos todos, como ya he dicho, ¡y qué os dirija El Corazón! Si esto ocurre y os vais a reunir en una persona, ella será justa. El polvo de sus suelas va a curar a los ciegos. En esto – en la harmonía y pureza de la vida humana – consiste el sentido de existencia del gran mundo.

Si vosotros no pueden reuniros, yo doy mis preferencias al Corazón – el amo de la vida humana.

Así La Ciencia resolvió la disputa.

 


Palabra dieciocho

Al hombre le conviene poner la ropa limpia, en buen estado y bien hecha. Está mal cuando uno no se cuida y su ropa está sucia y arrugada y es incluso peor cuando uno está obsesionado con la pasión de vestirse por encima de sus medios y se pavonea con su ropaje.

Existen dos categorías de currutacos.

Unos simplemente se preocupan mucho su aspecto: cuidan su cara, pintan las cejas, arreglan el bigote y la barba sin parar, y como si fueran unas coquetas, se timan y juegan con los dedos.

Otros sacan cierto provecho de la guapeza. Para ellos un lindo vestido y unos buenos caballos son la fuente de existencia. Por esto en las fiestas y banquetes estos currutacos están siempre a la vista. Están acostumbrados a los elogios de mayores y las amarguras de coetáneos y se alegran cuando los menores les miran con envidia.

Todo esto es vergonzoso y tonto.

Uno no debe aficionarse por la guapeza ya que rindiéndose a la tentación una vez, no es posible vencerla luego fácilmente y, en consecuencia, uno pierde su cara. El intelecto, la educación, la honra y el encanto. Nada más. Y tonto es el que quiera ascender de otra manera.

 

Palabra diecinueve

El hombre no viene al mundo ya siendo inteligente. Se pone así, escuchando a la gente, viendo sus hechos, trabajando con sudor en la frente. Poco a poco empieza a diferenciar lo bueno de lo malo, y si su destino es pasar por mucho, pues, sabrá mucho.

Uno adquiere conocimientos, memorizando las palabras de los sabios. Pero cada conversación, por muy instructiva que sea, por si misma, no da ningún resultado. De lo escuchado hay que separar la verdad, de misma manera como un grano se libera de su cáscara, y aplicarla con utilidad. Así se pule la mente de la persona.  

Pero existe otro lado de este proceso.

Si uno es presuntuoso y no pregunta al sabio sobre la parte que no entiende, o, si uno es despreocupado y, al cruzar el umbral de repente olvida lo escuchado, pues ¿qué provecho da lo que él había escuchado las palabras sabias? Él resulta ser un desatento y tonto, incapaz de apreciar la inteligencia. Tal vez, exactamente sobre esta gente decía esto un sabio: “En vez de enseñar a la gente que no entiende las palabras, más vale pastorear los cerdos que te reconocen”.

 1894

      

   Palabra veinte

Como vosotros mismos sabéis, uno no puede cambiar su destino. Y el destino, entre otras cosas, le obliga a experimentar el sentido de saciedad. Este sentido es importuno y, al conocerlo una vez, es difícil liberarse de él. Se puede renunciarlo al reunir fuerzas, pero va a regresar infaliblemente y te vencerá al fin y al cabo.

No hay cosa que no le aburra no solo a una persona inteligente, sino también a una que por lo menos piensa. Todo empalaga: y la comida, y los juegos, y la risa, y el elogio, y los trajes, y banquetes, y amigos, e incluso mujeres. En todo uno encuentra defectos y desorden, y su pasado sentido de afección que parecía fuerte, se enfría. A ningún ser vivo se le dio la permanencia. ¿Cómo después de eso se puede reprocharle a uno su inconstancia?

Más a menudo encontramos la saciedad de la gente lista que ha visto de todo en su vida y que experimentó más de una vez la amarga vergüenza por los cercanos. Pienso que la gente se cansa por la fugacidad de la felicidad. Y en tales minutos me parece sobre todo que el destino de la gente tonta y despreocupada es como una buena suerte.  


Palabra veintiuno

No se puede evitar las alabanzas.

A unos les ensalzan porque ellos no alaban a sí mismos. Se puede decir que estas personas tienen un alto nombre. Ellos mismos consideran que pueden pasar por las picas de Flandes ante de todo se preocupan por no pasar por tontos, imprudentes, descarados, blanduchos e inútiles. Tienen miedo de tener la fama de mentirosos, extorsionistas e chismosos, considerando que los propietarios de tales rasgos son gente baja y, por supuesto, se ponen por encima de ella. Es la propiedad de listos y escrupulosos. Para ellos no es importante que no les van a alabar, sino que no les atribuyan a la categoría de insignificantes.

Y otros, al revés, echan los hígados para obtener las referencias halagüeñas. Están felices cuando les alaban y llaman “bey”, “batyr” o “gallardo”. Y es raro que no quieran ni oír malas palabras sobre sí, prefiriendo quedarse sordos. 

Eso es una verdadera jactancia y los presos de ella se dividen en tres categorías.

Primeros buscan las alabanzas que sorprendan a incluso a los forasteros.

Representante de este tipo de fanfarrones, por cierto, es un tonto, pero con esto sigue siendo un hombre.

Los segundos intentan obtener las alabanzas para lucir este su pueblo. Sin duda, estamos hablando de una persona tonta por completo y no muy válida.

Los terceros, reúnen las alabanzas como unos mezquinos para que las valoren por lo menos en su propia casa. Estos, indudablemente, son idiotas.

Y una cosa curiosa más. El que procura que su enemigo le note, aspira a que la gente lo ponga por las nubes. El que quiere ser respetado por la gente, lucha por tener elogios de sus paisanos. Y entre los parientes cercanos el fanfarrón es el juez de sí mismo y, por cierto, admira de sí mismo.

 

Palabra veintidós

¿Quién de los kazajos hoy en día merece el respeto y amor?

Los beyes son imposibles de respetar, ya que no los hay como tales. Los beyes deben ser independientes y los que vemos ahora no pueden manejar libremente ni su propia fortuna. Peleándose con un rival, una persona rica contrata a una centena de dzhiguitos para la defensa y les paga su servicio con el ganado. Y con eso considera erróneamente que lo hace por su propia voluntad. No, no se lo regala por su bondad, ni por su gratitud por el favor. Por su naturaleza, el ricachón causa discordia y disensión, multiplica a los granujas y caballeros de la noche y, en al fin y al cabo, llega la hora de ajustar cuentas: el ricachón mismo es la víctima de ellos y regala sus bienes a diestra y siniestra. 

Tampoco quedan los verdaderos mirzas – los nobles hereditarios. La palabra “mirza” en el lenguaje popular se entiende como “generoso”. Pues hoy en día no encuentras a los generosos y si tiras una piedra, infaliblemente vas a dar en un mirza que lo único que sabe es tomar y dar sobornos. Verdadero es el dicho: “La mano que toma aprende a dar...”

No, los mirzas de hoy tampoco merecen respeto.

Podríamos respetar a los beyes y los regentes de vólost, pero ellos no recibieron su poder de dios. Lo compraron o lo consiguieron a fuerza de pedir. Y después de esto, ¿cómo te puedes obligar a inclinar la cabeza delante de ellos? 

Es agradable respetar a la gente fuerte, pero entre ellos no hay más los que se preocupen de hacer las cosas buenas. Y que son fuertes en hacer lo malo nunca faltaban. ¿Acaso merecen ellos el amor humano?

Hay ganas de respetar a los inteligentes, pero no quedaron en la estepa los nobles y vergonzosos. Y para la astucia o perfidia la gente siempre encontraba fuerzas. ¿Acaso esta gente merece la atención humana?

Yo sí podría respetar a los testarudos desgraciados, miserables y desgraciados, pero ellos a veces no se deciden a sentarse sobre un camello tumbado y no por su timidez. Si se les presenta esta oportunidad, pueden coger cualquier cosa mientras el camello está levantándose

Quedan los pícaros y estafadores, pero éstos no se tranquilizan hasta que te llevan a la tumba. Tú no les haces falta. 

Entonces, ¿por quién preocuparse y a quién amar en este mundo?

Resulta que sólo a los dóciles que siguen este proverbio: “El que desea la felicidad evita los pleitos” Ellos sufren unas inauditas humillaciones de los ladrones, malvados y pícaros, fallan incluso cuando ceden su propiedad sudada. El destino les enseñó a dar con sumisión una mitad de su fortuna, para salvar la otra mitad. No hay gente más modesta que ellos y, tal vez, ¡merece la pena desearles el bienestar!..


Palabra veintitrés

El hombre tiene una alegría y consuelo que no le rinden honores.

Es la siguiente alegría: encuentra a un malvado en el pueblo, o ve una acción mala de alguien, que el mismo nunca haría y se siente estar en el séptimo cielo. “Alá, ¡no me dejes a asemejarme a esto! – nota con placer. – Y este uno se considera ser un hombre. ¿Acaso no soy limpio en comparación con él? ¿No soy radiante?”

Pero, ¿será que el Altísimo le dijo que basta con ser mejor de una mala persona? ¿Dónde está aquella mente lúcida que le persuadió que él es bueno solo porque en el mundo hay gente mala y tonta? 

Cuando se reparten los premios de una carrera de unos cien caballos, ¿tendrá sentido preguntarle al retrasado a cuántos rivales él había adelantado?  ¿Habrá alguna alegría de que después de él llegaron, digamos, unos cinco o corceles?

¿Acaso el valor de una persona se define por compararlo con gente mala y no con la mejor de toda?

A menudo uno encuentra el consuelo en lo que vive como todos los demás. Часто человек находит утешение в том, что будто бы живет как и другие. “No hay nada vergonzoso si no me destaco entre la gente, —   piensa tranquilamente. – La fiesta que se celebra con todos, es la mejor fiesta. Gracias al Altísimo por el apaciguamiento.”

Pero ¿acaso el Alá le hubiera dicho que basta con quedarse atrás de la multitud? ¿O le contó que la multitud no se castiga por él? 

Quién sabe: ¿una sola persona está avanzando la ciencia o ella es el patrimonio de todos?

Quién me responde: ¿la inteligencia es conjunto de conocimiento de todos o una fuerza mental de una sola persona?

¿Y no será que la muchedumbre perdida necesita solo a una persona —un clarividente?

¿Qué es mejo: cuando en una casa todos están enfermos o la mitad de la familia está sana?

Qué es más fácil en un camino: ¿si todos los caballos están agotados o si mitad de ellos es capaz de continuar la ruta?

¿Es mejor si por los pastaderos congelados se quiebra todo el pueblo o solo un aparte de él?

¿Por qué, entonces, a un tonto le debe servir de consuelo la existencia de unos imbéciles descerebrados?

¿Podrá un novio persuadir a su prometida, diciéndole que tiene un olor malo de su boca solo porque así lo tienen todos en su estirpe?

Es poco probable que su prometida será satisfecha y le dirá: “Sé como todos en tu estirpe, no te destaques entre ellos”. 


Palabra veinticuatro

En el globo terrestre tiene más de dos billones de habitantes, los kazajos representan acerca de dos millones.[9]

Los kazajos a su manera aspiran a la riqueza, a obtener oficio y conocimientos, a su manera tienen amistades y enemistades. 

Los kazajos son completamente diferentes de otros pueblos: sin quitar los ojos persiguen uno a otro, sin quitar los ojos se pelean uno con otro, roban a sí mismos.

Ahora bien,  en el mundo hay ciudades con la población que supera tres millones de habitantes, se puede encontrar a muchas personas que dieron una vuelta alrededor del mundo tres veces.

¿Por qué no nos interesa la vida de otros pueblos?

¿Será que nuestro destino es siempre andar a la greña uno con otro? ¿Ser el hazmerreír para todo el mundo? O ¿tal vez llegue un día cuando entre los kazajos desaparezca el robo, mentira, chismes y discordia, y un día ellos aprendan a multiplicar sus rebaños de manera honesta y asimilar los artes y menesteres de otros pueblos, adquieran los conocimientos?

Cuesta trabajo creerlo, viendo unas doscientas personas ansiando cien cabezas de ganado y sabes que no se tranquilizan hasta que eliminen uno a otro.


         Palabra veinticinco

 

Está bien educar a los niños, pero para que sirvan a su pueblo, deben aprender su lengua natal. En nuestras tierras esto se ha puesto casi imposible. Ahora la gente primero intenta enriquecerse y después dar a los hijos la educación en árabe y pérsico.

Para uno que tiene hambre es difícil guardar el buen juicio y honor, aún más difícil es mantener el constante afán por las ciencias. La pobreza y, como consecuencia, discordia con los parientes a menudo conllevan a uno a la desgracia: él se involucra al robo, ejerce violencia y perfidia, se acostumbra a la picardía. Solo cuando uno esté libre de preocupaciones por un pedazo de pan, él mismo siente la necesidad de conocimientos y cultura e inculca esta sed a sus hijos.

Hay que dominar la lengua rusa. El pueblo ruso tiene mucho juicio y riqueza, la ciencia desarrollada y una alta cultura. El estudio del ruso en las escuelas rusas, la asimilación de la ciencia rusa no ayudará a adoptar todas las mejores cualidades de este pueblo, ya que es el primero que resolvió los enigmas de la naturaleza, y evitar sus vicios. Saber el ruso significa abrir los ojos para ver el mundo.  

Dominación de una lengua y cultura de otro pueblo, le iguala a uno en derechos con este pueblo, uno se siente libre, y si las preocupaciones y lucha de este pueblo le caen en gracia, nunca podrá quedarse aparte.

No es poca la gente que intenta obtener la protección de fuertes y sabios, humillándose y arrastrándose ante ellos. Estos ignorantes son capaces de vender al padre y a la madre, parientes y cercanos, la fe y el honor, si les da palmadas en el hombro con benevolencia. Para producir una sonrisa en la cara de un comandante de ejército ruso cada uno de ellos está dispuesto desvestir su culo. Así es la naturaleza de un ignorante.


La ciencia y cultura rusa es la clave para la comprensión del mundo y adquiriéndola se puede aligerar bastante la vida de nuestro pueblo. Por ejemplo, podríamos conoces diferentes, pero honestos modos de adquirir medios de vida y traeríamos también a nuestros hijos a estos caminos: podríamos proteger los aúles contra las leyes injustas del rey; con más éxito lucharíamos por la posición equitativa de nuestro pueblo entre los grandes pueblos del mundo.

Me duele que los kazajos que les dieron a sus niños la educación en ruso, traten lucrarse de sus paisanos por medio de estos conocimientos. Los padres junto con sus parientes y cercanos estropean a los hijos. Y sin embargo estos hijos sobresalen bastante a los analfabetos, ya que sus posibilidades son extraordinariamente altas. Parece que no es difícil hacerles trabajar de manera adecuada para que sean útiles.

Las familias acomodadas envían a sus hijos a estudiar de mala gana, pero por fuerza se envían a las escuelas rusas los hijos de los pobres. Por eso ahora entre los educados no hay ninguna persona distinguida. 

A veces los parientes, peleándose uno con otro, dicen: “Más vale enviar a mi hijo al servicio militar  y dejarme crecer el cabello y nunca afeitarme que aguantar la ofensa de ti”. Por causa del enfado están dispuestos a tomar el aspecto y costumbre del pueblo ajeno. ¿Cómo podrán los hijos ser unas grandes personas si ni siquiera van a estudiar?

Hasta ahora no he visto niños que estudiaran con tenacidad y a fondo: acá todo se hace superficialmente, de vez en cuando y de paso.  Hay también kazajos que renuncian a enviar sus a hijos a las escuelas incluso si todos los gastos los cubre la comunidad. 

El camino que yo ofrezco excluye el amor a la riqueza. No te apresures a casarle a tu hijo y a separarlo a una familia aparte, sino primero déjelo estudiar en una escuela rusa. Sacrifica toda la propiedad tuya, si es necesario para los estudios. No se puede tacañear para que tu hijo sea una buena persona. No tendrás calma en tu vida, si tu hijo se queda ignorante, no será feliz él mismo, no habrá beneficio de él para el pueblo. Tendrás el miedo perpetuo ante el creador y una perpetua vergüenza ante la gente por un tal hijo.  

 

           Palabra veintiséis

Un kazajo está feliz a rabiar cuando en una carrera complicada su corcel llega primero, cuando gana un luchador que es su paisano, cuando un halcón que él había criado con éxito derrota a un pájaro, cuando su galgo coge a un animal. Estoy seguro que en la vida no hay más felicidad para él.

Pero, ¿cómo puede ser tan grande la felicidad por la superioridad de un animal ante el otro o por predominio de un hombre sobre su rival? Y además no el mismo y no es su hijo quien ganó en el torneo de luchadores, y no ellos mismos son quienes llegaron primeros en sus corceles. Así resulta que esta felicidad es pasajera y asordece dentro de su pueblo. Esto produce unos pensamientos amargos. Resulta que los kazajos no tienen otros rivales y enemigos que los kazajos mismos y disgustan uno a otro con las victorias en unas competiciones insignificantes. Y ¿se puede elevar al rango de heroísmo lo malo que se hace a un cercano? Desearle mal a otro significa contradecir a las leyes de chariá y perjudicar la hacienda propia y ajena, ir en contra de juicio.

Me amarga que algunos aceptan la derrota de su corcel como su propia y siente vergüenza por este fracaso.

No solo los kazajos tienen caballos de carreras veloces. Y un pájaro de caza y un galgo pueden ser la fortuna de cualquiera: hoy los tiene uno, mañana otro; y los dziguitos fuertes nacen en varios aúles.  Tampoco son constantes las victorias de un u otro luchador en los torneos y no siempre los galgos halcones están en forma. Y parece que en esto no hay nada vergonzoso. Pero yo conocía a la gente que más bien quisiera que le tragase la tierra que ver el fracaso de su aúl en una competición. 

A partir de esto, concluyo que la gente ignorante se alegra de lo que no debería. Y con eso se alegra de tal modo que en realidad pierde la cabeza y, como si estuviera borracho, habla y no entiende el sentido de sus palabras. Y siente vergüenza por lo que no es nada vergonzoso y cuando al revés hay que levantar la cabeza con orgullo, baja la mirada. Todos estos son frutos de ignorancia. 

Y cuando a esta gente le dicen sobre esta desgracia suya, están de acuerdo con tus argumentos. “Tienes razón, — te hacen eco, — la tienes, no hay nada más que decir”.

Yo no les creo, ya que sé que mañana volverán a hacer lo mismo.

Es imposible demostrar a estas personas todo lo falso de sus costumbres. Incluso si logras persuadirles, son incapaces de cambiar. Son como los animales que no cambian sus hábitos.

Solo el miedo fuerte o la muerte liberan a los débiles de la vergüenza. Yo, por ejemplo, nunca encontré a la gente que regresara a la vida sensata, renunciando sus malas inclinaciones con facilidad, que reconociera sinceramente su culpa ante sí mismo y siguiera el juicio por su buena voluntad.


Palabra veintisiete

(Según Sócrates)

 

Una vez el gran pensador Sócrates empezó una conversación sobre el servicio al omnipoderoso y omnipotente dios con el sabio Aristodimos, su alumno. Aristodimos no reconocía a dios y se reía de los que inclinaba ante la voluntad de dios.

— Oye, Aristodimos,   ¿hay gente que te hace admirar de su obra?—preguntó Sócrates a su alumno.

— A todo pasto, mi estimado maestro, — respondió él.

— Dime el nombre de por lo menos uno de ellos.

— Me admiro de la grandeza de poesía de Homero, tragedias de Sófocles, o más bien de su arte de transformarse y comprender el estado espiritual de otros, de la pintura de Zeuxis.

Nombró unos cuantos  hombres talentosos más, cuyos nombres en aquellos tiempos eran muy populares en el pueblo. 

Y de nuevo Sócrates le preguntó:

— Si es así, pues ¿quién merece más admiración: el Altísimo que creó al hombre, haciéndole la cumbre de todo vivo e inteligente o un pintor que crea solamente una imagen inanimada de hombre, aunque sea con destreza incomparable?

— El altísimo, — respondió Aristodimos. — Pero esto es correcto sólo cuando son sus creaciones creadas razonablemente y no las casuales.

— Pero la gente conoce muchas cosas útiles, en la vida surgen diversas situaciones, en la naturaleza ocurren fenómenos explicables e inexplicables, — replicó Sócrates. — En fin, ¿qué es más sorprendente, Aristodimos: las cosas, situaciones y fenómenos, cuyo sentido y utilidad no están cubiertos con el velo del misterio, o al revés?

— Yo pienso que es razonable solo lo que es creado para el beneficio del hombre, — respondió Aristodimos.

— Está bien. Por cierto, estás de acuerdo que la cumbre de la obra del creador es el hombre. Pero, ¿acaso el creador no le dio cinco órganos del sentido, siendo completamente seguro de su necesidad para el hombre? ¿De verdad piensas que el hombre tiene órganos casuales, irrazonables?

Por ejemplo, tenemos los ojos para ver. Si no los tuviéramos, ¿cómo podríamos admirar la belleza del mundo? Los ojos son delicados y para protegerlos tenemos los párpados: ellos abren y cierran los ojos cuando es necesario. Las pestañas protegen los ojos contra viento y grano de polvo y las cejas desvían el sudor que recae de la frente. 

Si no tuviera las orejas, el hombre no podría oír ruido, ni estrépito, no aplicaría el oído por un susurro o grito, no se deleitaría de las canciones o melodías.

Si la nariz no sintiera los olores, el hombre no gozaría de los aromas y no evitaría a los hedores. Le daría igual.

En fin, si el hombre no tuviera el paladar y la lengua, no podría sentir la dulzura, ni la amargura de la comida.

¿Acaso rodo esto no es útil para el hombre?

Los ojos y la nariz están puestos cerca de la boca, para que el hombre pueda ver la pureza y sienta el olor de la comida que toma. Pero otros orificios importantes que expulsan los desechos del cuerpo, están situados más lejos de la cabeza y de los órganos del sentido. ¿Acaso podemos decir, que esto es una revelación casual del intelecto del creador?

Aristodimos quedó pensativo. Y reconoció que el creador del mundo posee el intelecto superior. Él no tenía más dudas de que el altísimo creó al hombre con amor.

— Piensa, Aristodimos, — continuaba Sócrates. — Todo lo vivo ama a sus crías, no les abandona a su propia suerte, sino protege y cría. Todo lo vivo reproduce – es la principal condición de la vida, ya que sólo así se puede resistir a la muerte. ¿Acaso estas aspiraciones de los seres vivos no testimonian que dios los creó con amor? El amor, como ves, también es dado por el altísimo.

¡Oye, Aristodimos! ¿Cómo se puede considerar que la mente es un patrimonio solo tuyo, de un hombre? ¿Acaso el cuerpo humano no es como un grano de arena de la tierra en la que anda? ¿Acaso el sudor que se produce por el cuerpo humano es diferente de la humedad terrestre? ¿Pues de dónde tienes tu intelecto especial? Yo sé cómo vas a responder: “Primero, — dirás tú, — apareció el alma y luego vino la mente”. Pues dispones del alma y de mente. Pues ¿y qué? Has visto el mundo y te has asegurado de que todo en el está creado racionalmente todo corresponde y se somete a ciertas leyes. Pero te has dado cuenta de ser incapaz de abarcar con tu mente la infinidad de este mundo. Tú te sorprender por la grandeza e inaccesibilidad de su verdad sólo porque tu mente no es tan grande. Por eso tratas de conocerlo. ¿Cómo surgió él? ¿Qué precede a su origen? ¿Un átomo o cierto intelecto, tan inmenso como su creación? Podemos excluir el intelecto. Pero entonces este mundo, imposible de ser medido y calculado, no surgía espontáneamente, sino como un movimiento normal de la vida, no como una cosa aparte, sino para la posibilidad de vida en él. Y todas las correlaciones en el mundo se sujetan a una incomprensible ley de lo bello.

— Todo lo que has dicho es verdad, —notó el sabio. — Repito, estoy de acuerdo de que el creador dispone del intelecto superior. Ni tengo pensado de dudar en su grandeza, pero ¿por qué él, omnipoderoso, necesita mi servicio, mis oraciones?

— Te equivocas, Aristodimos. Él no necesita tus oraciones. Pero tú eres deudor, ya que él te cuida.

— ¿Cómo puedo saber que él se preocupa por mí?

—  ¡Mira a todos los animales y mírate a ti!—exclamó Sócrates. — La vida se le da a cada uno. Pero ¿si todos los seres vivos tienen el alma, la espiritualidad y comprensión?  El hombre planea su futuro, intenta comprender el presente y reflexiona sobre lo vivido. Un animal imagina su pasado y presente de manera confusa y  no entiende nada su futuro. Mira que complicado es el hombre y cómo son los animales. El hombre se apoya en dos piernas y crece hacia arriba: le conviene ver todo el mundo, entenderlo, gobernar los animales, someterlos. Los animales son capaces de usar conscientemente la fuerza de otros seres: unos confían en sus piernas rápidas, otros - en sus alas firmes. 

No resultaría nada sensato si el hombre no tuviera fe en sí mismo o si su cuerpo pareciera al cuerpo de algún animal.  Y sería una tontería si un animal tuviera la mente humana, puesto que el cuerpo de un animal, construcción física no corresponden a la revelación espiritual del intelecto, corresponden a tales sus predestinaciones como comprensión del arte, estudio de medicina, trabajo en la ciencia. Por ejemplo, ¿cómo un buey podría construir una ciudad enorme, preparar los instrumentos, forjar el arma para lucha? ¿Cómo va a conseguir esto? Incluso si tiene una mente excepcional, ¿tendrá la habilidad y destreza para ello?

El hombre únicamente es quien tiene la fuerza excepcional— intelecto, un cuerpo compuesto de manera admirable, y esta combinación define su poliedricidad y alto talento. ¿Acaso el hombre no es el rey de todo lo vivo en el planeta? Y si él es una criatura superior de dios, ¿no significa esto que al hombre se le confirió su amor? ¿Cómo un hombre, aunque sea incluso el más grande sabio del planeta, cómo él no le agradece a dios y no se considera su deudor para siempre?—concluyó la conversación Sócrates.

 


Palabra veintiocho

 

¡Oíd, musulmanes! ¿Por qué en la vida unos son ricos y otros son pobres, unos son enfermos y otros – sanos, unos – listos, otros – tontos, unos son predispuestos a lo bueno y otros, al revés, a la maldad?  

Cuando se os pregunta sobre esto, respondéis con humildad que así es la voluntad del altísimo.

¡Pero nosotros todos hemos aceptado el imám y nos pusimos fieles, confiando en la justicia, infalibilidad e impecabilidad de Alá! ¿Pues cómo? 

A algún perjuro Alá le da ganado, y a un trabajador honesto y aplicado en sus oraciones lo sume en el abismo de miseria, sin dejarle gozar  viendo los frutos de su trabajo, ni la posibilidad de alimentar a su familia. 

A algún ladrón o estafador le da una salud fuerte y a un inocente y modesto le tortura con una enfermedad grave.

De los dos hijos de los mismos pardes a uno Alá le creó listo y a otro – tonto.

Parece que él ofreció el único camino seguro, llamando a toda la humanidad a ser honesta y justa: prometía a aceptar a los honestos al paraíso y mandar a los deshonestos al infierno. Pero solo Alá dirige el alma humana, es decir, él mismo dispone a unos a los hechos buenos y a otros les empuja al pecado.

¿Es que todo esto testimonia la impecabilidad, misericordia y justicia del altísimo?

Tanto el pueblo, como la propiedad del pueblo – todo está en las manos de Alá. ¿Qué es lo que hace él? Él rige su propiedad como considera oportuno. Ya que todo proviene de Alá, pues ¿qué le queda en la tierra a un simple mortal? ¿Qué puede lograr a solas?  Entonces, los hombres no deben enfadarse uno con otro, puesto que el que efectúa lo malo y el que hace lo bueno, ambos van a alegar a la voluntad de Alá. Y si no se puede decir que esto es un vicio, ¿no será esto un testimonioo de que Alá también tiene defectos de los que no nos atrevemos hablar?

El creador considera que es necesario que cada sensato sea pío y que cada pío siga con sumisión las exigencias de imám. Vamos a intentar a dar la libertad al juicio: ya que ninguna causa justa no debe temer a ser probada po él. Pero, ¿qué nos quedará entonces de la exigencia de Alá de que cada sensato sea pío también? Qué significarán estas palabras: “Solo con la mente se puede conocerme”. Cuando en la fe hay algo ilusorio, cierto engaño,  ¿cómo podrás dejar de pensar en ello?

Entonces, la religión surgió donde la mente se paró. Y, quiere decir, la obediencia ciega no lleva a nada, hasta que no perfeccionamos nuestro imám. Pero ahora estamos increíblemente lejos de ello y nos queda creer en que tú, Alá, creaste lo malo y lo bueno, pero no eres tú quien la hace a la gente realizar el mal y el bien; tú, Alá, creaste las enfermedades, pero no eres tú quien la hace a la gente sufrir de ellas; tú, Alá, creaste el lujo y la miseria, pero no eres tu quien convierte a la gente en ricachones o pobres.

De otra manera no es posible entenderte.

 

Palabra veintinueve

 

Los kazajos tienen muchos proverbios sensatos y juiciosos, pero hay también los que no soportan ni la valoración de dios, ni de la gente. Dicen: “Sé pobre, pero no pierdas la honra”. Está dicho con justicia. Puesto que al perder la honra uno sentencia a si mismo a una existencia miserable. No es nada humillante si te invitan al trabajo duro, penoso, pero honesto. No todos son valientes y no cada uno responde al llamamiento. Los dignos entran al camino de la lucha y los indignos eligen la desocupación y pordiosería.

También dicen: “Teniendo la destreza se puede sacar el fuego incluso de la nieve”, “Con un ruego hábil se logra todo”. Estos dichos merecen el castigo de dios. En vez de vivir en la himillante busca de palabras que son capaces de enternecer a un tacaño, o romperse la cabeza en cómo “sacar el fuego de la nieve”, ¿no será mejor pedir abundancia a la tierra o tener confianza en su trabajo? Existe un proverbio que dice: “Si eres ignoto, quema un campo”. Pero, ¿qué provecho nos da la fama lograda mediante una maldad?

Hay también este proverbio: “Más vale galopar un día sólo en un bura[10] que andar cien días en un camello capado”

Dicen: “El oro es capaz de desviar a un ángel. Sacrifico a esta gente por el nombre santo de ángel. Sabienado que el oro no vale para nada a un ángel, quieren justificar sus latrocinios, nacidos por la envidia, alegándose a él.  “La riqueza vale más que los padres, pero la vida vale más que una casa llena de oro. ¿Podrá un canalla, para quién la riqueza es más importante que sus padres, apreciar su vida propia? Claro que no. ¡Pero qué infamia es cambiar a los padres por riqueza! No importa si por el trabajo duro o de manera fácil, pero los padres consiguen el ganado y adquieren la fortuna con una sola idea: dejarlo a sus hijos. Y, vendiendo a los padres por la riqueza, uno hace un crimen delante el dios mismo.  

Hay que tener mucho cuidado con los proverbios que proceden de la ignorancia de la gente.

 

Palabra treinta

 

Los kazajos dicen: “En cuarenta rocines no te subes ni a una colina”. Así mismo la fanfarronería no te llevará lejos. ¿Y para qué sirve la fanfarronería a la gente?

Los fanfarrones no tienen vergüenza, ni sentimiento de dignidad propia, ni capacidad para grandes hechos y altos pensamientos. No encuentras ni uno de ellos que tenga la firmeza de caballero, valentía de un batyr o humanidad

 “¡Ah, dejadme! — dicen ellos, eludiendo los consejos.— ¿Para qué me estáis hablando de otra gente? Verémos quién es mejor y cuya cabeza será atada al sillín. ¿Tal vez, mi éxito lo debo a alguien? ¿Quizá alguien me pone carne a mi perol o me da el ganado?

O, dándose golpes de pecho con frenesí,vacilan de un lado a otro, diciéndo: “¿Qué si yo escatimo mi vida? ¡Sea maldito yo si esto es así! ¡Para este asunto estoy dispuesto a ser fusilado o desterrado. ¡La muerte la tengo sólo una! ¡No se puede evitarla!

Pero no he conocido a un kazajo que después de estas palabras se atreviera a la muerte y tampoco he conocido a uno que reconociera que era incapaz de morir con dignidad: no hacen nada más que mostrar con el dedo su nuez de Adán y amenazar: “¡Me degollo y basta!”  Si alguno cumpliera la esta amenaza, la gente se asombraría por atrevimiento de del tonto. ¿Pero qué podemos decir sobre la gente que no sabe dónde esconderse cuando llega la desgracia? Esta gente, que espera persuadir a los demás mediante el fingido grito histérico. La que cuenta con las personas ingenuas y sabe lograr que de él digan esto: “Dejad a este infiel en paz para que meta la pata de verdad”.

¡O, Alá! ¿Es que a uno no se le nota su riqueza espiritual, si la posee, su fidelidad al juramento, generosidad y otras bienas cualidades?

No vale la pena escuchar a la gente deshonesta y sin principios, de la que el pueblo dice: “Al desvergonzado no se le cansan los pómulos.


Palabra treinta y uno

Para recordar los consejos y seguirlos, hay que seguir cuatro condiciones. Primera: hay que ser bastante fuerte para poder reprimir el amor propio cuando te dan el consejo. Segunda: hay que aceptar las palabras sabias con tu corazón y todo el alma como si estuvieras calmando la sed con ellas. Tercera: hay que repetir varias veces lo oído para sí para fijarlo en la memoria. Cuarta: hay que evitar las cosas que desgastan la mente humana y la hacen perder sus propiedades estimables.

A propósito, estas cosas también son cuatro. Es la falta de reflexión, la despreocupación, la chanza, la melancolía y nefasta pasión a algún vicio.


Palabra treinta y dos

 

Se sabe que la ciencia se domina por uno que tiene la sed de conocer. Pero no basta con la aspiración sola. Incluso el rpoceso de adquisición de conocimientos debe someterse a cierto sistema. En el caso contrario las búsquedas y el enorme trabajo, gastado en la asimilación de la ciencia, pueden resultar vanos.

Primeramente debes aclarar con presición para qué te sirve la ciencia. No aspires a la ciencia para enriquecerte o adquirir cosas caras, ni para un asunto que te traerá provecho o para el estatus en la sociedad. Si estás apacionado por ella, para ti cada tu descubrimiento, cada llenado de algún hueco más pequeño será una riqueza: ¿Qué puede ser más valoroso que esta adquisición? ¿y si existe en el mundo un placer mayor del que habías experimentado durante ello? Has nacido al amor a la ciencia y él, como cada amor es insaciable – esto significa que tú te atreves a nuevo trabajo y búsquedas. Este amor, en otras palabras, es una sed de conocer que te ayuda a recordar lo visto y lo oído, aprenderlo y fijar en tu memoria de forma clara, figurada y artística

Si tu alma desea otras cosas y tú aprendes la ciencia sólo para lorgarlas, tu actitud hacia la ciencia es como la actitud de una madrastra a su hijastro. Hay que amar la ciencia, como la madre ama a su su hijo. Entonces la ciencia te reciprocará y será más accesible.

La instrucción no debe ser un objetivo propio. Esto conlleva a la gente a la rivalidad entre sí y produce la fanfarronería inútil y tonta. Cualquiera de estas cosas afecta la ciencia y la sociedad. Incluso si las disputas tienen sentido y perfeccionan la mente, la demasiada  inclinación a ellas arruina a una persona, ya que ella empieza a debatir no para establever la verdad, sino para vencer a su rival. En este caso la ciencia queda aparte y lo principal para un tal “hombre sabio” resulta la ambición de enredar al otro y hacerle la víctima de las verdades falsas.  Esto se parece mucho a los hechos de los perturbadores esteparios de los cuales hemos hablado anteriormante. El hombre que en una disputa descaminó a cien personas no le llega a la suela del zapato a uno que regresó al buen camino por lo menos a uno perdido.

La discusión es necesaria en la ciencia, pero en la vida cotidiana produce a los envidiosos y orgullosos que son capaces de mentir, calumniar y pegar.

Al lograr la verdad no te desvies de ella incluso bajo la amenaza de muerte. La verdad genuina es aquella que se apoderó de ti por completo, te sometió y te hizo protyegerla hasta tu muerte. En el caso contrario no la demostrarás a los demás. ¿Qué provecho da tu verdad si no eres fiel a ella? La gente no la av a aceptar.

No seas envidioso, imprudente y vengativo o de otra manera tus estudios no te sirve para nada.

En la Palabra quince de este libro se dice sobre la indiferencia y despreocupación y sobre cómo estos vicios impiden a la gente a ser listos. Recuerda: donde ellos reinar no hay ni dios, ni hacienda, ni honor – todo ello es para que existe la ciencia.

Y lo último que quería decir. Para conservar los conocimientos y mente hay que tener carácter. Un carácter fuerte, firme. Aquí  es conveniente compararlo con un recipiente que conserva el agua inestimable. Realmente, ¿para qué aquirir los conocimientos si no hay donde guardarlos? Esto significa que siempre hay que ser persistente, siempre guardar la firmeza de ánimo.

Un carácter firme es imposible sin la voluntad que ayuda al hombre a lograr a lo que él aspira y no le permite ni la menor debilidad. Entonces, la firmeza de ánimo y la voluntad son la base de un verdadero carácter. Pues, que sirvan al juicio y honor del hombre.

 

Palabra treinta y tres

 

Para vivir con desahogo hay que aprender algún oficio. El ganado muere cuando los praderos se congelasn, mientras que la artesanía no depende de los cataclismos. Podemos considerar el mejor de los kazajos a un artesano que que trabaja sudando la gota gorda y vende lo que ha hecho con sus propias manos. Pero incluso ellos, los no muy numerosos kazajos – artesanos, tienen vicios, como si fuera una enfermedad incurable.

En primer lugar, esta gente no aspira a dominar un nuevo oficio. Ellos no buscan a los artesanos mejores que ellos, no se acercan, no trabajan con ellos mano a mano para aprender su arte y se quedan contentos cvon lo que ya saben, como si todo el mundo dependiera solo en estos artesanos. Y, según una antigua costumbre nociva de los kazajos, se dedican a la contemplación vana, holgazanean, matanto de una manera delictuosa, criminalmente el tiempo precioso.

En segundo lugar, ellos no saben partirse la espalda. Al ganar un par de cabezas de ganado, empiezan a considerarse ricachones y piensan con jactancia: “Acaso no tengo bastante ganado? En realidad en cuanto aparezca este pensamiento, uno se entrga a la pereza, descuido y dandismo.

En tercer lugar, esta gente no evita a los aduladores. Y los últimos no olvidan a dirigirse al artesano con una petición astuta: “Es que tú eres libre en tus acciones y no hay ningún artesano más hábil que tú en los alrededores.” O así: “Tío, ¿qué le cuesta cumplir mi petición? Para Ud. es pan comido y para mí – una alegría.” No cada uno es capaz de resistir a tales palabras almibaradas. Y si el artesano cedió a la tentación y se dió mucha importancia como a un artesano insustituible, a partir de alllí no domina a sí mismo. Siempre va a gastar su tiempo en las cotidianas tareas de sus aduladores que no necesitan mucha maestría.

En cuarto lugar, a un kazajo-artesano le gusta tener amigos. Y más a menudo él se encuentra en compañía de la gente deshonesta. Los engañadores quieren ser sus amigos, le regalan alguna chuchería, le prometen el oro y el moro o su patrocinio  y el artesano, feliz de haber encontrado a un amigo desinteresado, y también intenta hacerle un favor. Echar los hígados para agradar a su amigo y no nota que le están engañando.  Así pasan los días, se olvidan la familia y el pan de cada día, crecen las deudas y llega el momento cuando el se ve obligado a tomar prestado a unos para pagar a los otros. Ahora el desgraciado está obligado a bregar para darse trazas. Pero los infinitos pedidos de los “amigos”, que cumple gratis, le llevan a la desgracia: a la miseria y una dependencia total de los ricachones.

¿Por qué ocurre así? Quién sabe... Es raro que los kazajos, capaces de engañar a cualquiera, pueden ser engañados fácilmente.


Palabra treinta y cuatro

 

Todo el mundo sabe que somos mortales, que la murte no siempre viene en la vejez y que después de la muerte nadie resucita. Los kazajos también lo creen. Tienen fe en la existencia del Altísimo que creó el mundo y que hará un juuicio después del fin del mundo, castigará por los pecados y premia por los buenos hechos, y que sus castigos y premios no serán parecidos a los terrestres. Según sus imaginaciones, Alá puede castigar de manera increíblemente cruel y elevar a una altura inconcebible.

Entonces, ¿por qué los kazajos ho hacen solamente lo bueno al conocer estas obvias dos salidas de la vida humana?¿Por qué se sienten tan inquietos e incómodos en la tierra?

La causa se esconde en su fé insincera que, probablemente, surgió y existe para ellos solamente porque ellos reconocen la vida de ultratumba como todos los pueblos.

Pero si la fe de los kazajos provoca dudas, ¿cómo podemos llamarles fieles? ¿Y quién podrá ponerles en el camivo de la verdad después de esto?

El que quiera evitar los sufrimientos en este mundo o en aquél, debe saber: un alma no puede tener dos felicidades, dos recelos, dos tristezas. Es un fenómeno imposible, ya que para un verdadero musulmán las precocupaciones y felicidades terrestres no pueden ser más importantes y brillantes que las que le esperan después de la muerte.

Pero un kazajo que está delante de la elección entre dos cosas, una de las cuales es imprescindible para la vida terrestre y otra es obligatoria para la de ultratumba, sin duda, él eligirá la que es necesaria para su existencia terrestre. Elige, conociendo que todo en esta vida es pasajero y nunca se puede perder la ocasión. Confia en la misericordia de Alá, en su perdón absoluto. Cuenta con la suerte, con la siguiente oportunidad – entonces él seguramente eligirá lo necesario en aquel mundo.

¿Cómo después de ello nos podrá justificar que no ha cambiado a Alá por la vida terrestre? Y yo imagino a cada uno de nosotros como precisamente tal muslime.

El hombre es el crío de la humanidad. Por esto tu nacimiento y crecimiento, tu aspiración al bienestar o sensación de la hambre, tus tristezas, tu modo de vivir, tu constitución del cuerpo y, en fin, tu muerte no son diferentes de la naturaleza y destino de cualquier otra persona. Tú, como toda la gente, bajas a la tumba y te descompones; sabes que a ti también te espera el juicio final; tu miedo de las desgracias y placer de los dones de ambos mundos son los mismos que las sensaciones de tales como tú. ¿Y es que la vida te parece más larga que conco días? Y si es así, las personas son huéspedes uno de otro y si tu mismo eres un huésped en la tierra, ¿por qué intentas a revelar qué otra persona sabe y qué – no? ¿Para qué invidias al bienestar y felicidad de otro, para qué molestarle a vivir?

¿Por qué no le pides a Alá que te bendezca para el trabajo honesto, sino le pides que le quite la riqueza a otra persona y te la de a ti? ¿Por qué para ti el creador debe humillar a otra persona?

¿Para qué intentar a demostrar tu razón cuando no estás seguro si ella no resulta ser un daño? ¿Por qué sacas el pecho si no puedes ligar dos palabras? ¿Cómo alá podrá ayudarte?

Dejemos la fe aparte, no vamos a hablar de qué muslime eres.

¿Eres un hombre por lo menos?

 


Palabra treinta y cinco

 

Dicen que cuando llega el fin del mundo, en el juicio final ante el altísimo se presentarán todos los peregrinos que han visitado La Mecca, molás, sufias, chiitas,  guerreros píos y generosos. En la Escritura Sagrada se dice que los generosos, de la misma manera que los clérigos, alcanzarán el paraíso.

Pero el día del juicio final la gente que se convirtió en peregrinos, molás, sufias, chiitas o fueron generosos solamente con el fin de gozar de la estima y respeto del pueblo, según se dice, irán aparte de los que lograron estos títulos gracias a su servicio desinteresado a Alá, dedicanto toda su vida a una sola cosa – a piedad.

Y primero dice el creador: “En la tierra os convertisteis en peregrinos, molás, sufias, chiitas y generosos para que los demás os admiraran y os llamaran “respetado peregrino”, “honorable molá”, “estimado sufia”, “inolvidable chiita”, “incomparablemente generoso”. Esto exigía mucha habilidad. Pero lo perdisteis todo. El mundo que habíais creado con sus esfuerzos comunes se derrumbó y junto con él se acabó la fuerza de su poder. Aquí es otro mundo. No esperéis el trespeto habitual, vaís a dar la respuesta. Os había dado la vida. ¿Cómo la gastasteis? Os había dado la riqueza. ¿Cómo la utilizasteis? Vosotros sin parar hablasteis sobre el juicio de dios, pero siempre fingisteis, predicasteis la fe en dios, pero siempre sin aplicación. Engañásteis a la gente. ¡Así gastasteis la vida y la riqueza!”

Y se digigió el creador a aquellos que dedicaron su vida a él: “Vosotros lo sacrificasteis todo para ser mis servidores fieles y encontrar mi reconocimiento. Estoy contento con vosotros. Entrad al refugio, está abierto para vosotros. Dignos de misericordia son también sus amigos los que, aunque no pudieron ser mis servidores, os trataban con compasión y colaboración. Indicádmelos, si los hay en este juicio.”

Dicen que esto es lo que espera a la gente el día de juicio final.

 

Palabra treinta y seis

 

En el Hadiz – el libro sagrado – están anotadas las siguientes palabras de profeta  Mahoma: “El que no tiene vergüenza, no tiene la fe”.

Un proverbio kazajo dice: “ El que sabe avergonzarse, sabe ser fiel”.

De estas palabras está claro que la vergüenza es uno de los sentimientos sagrados. ¿Qué es la vergüenza?

Existe vergüenza causada por la ignorancia de la gente. Es parecida a la confusión de un niño que no se atreve a hablar delante de un adulto o a la timidez de un adulto que no se atreve a un encuentro con alguna persona notable sin ninguna intención, sin ningún asunto para él. Esta gente no tienen la culpa delante el dios, pero tampoco pueden liberar la voluntad de ignorancia, ellos mismos lo complican todo, se averguenzan de las cosas que no deberían.

La verdadera vergüenza es la causada por los hechos que contradicen a la fe y el juicio o que denigran la buena reputación de alguien. La hay de dos tipos.

Primer tipo – es la vergüenza por la culpa ajena, no por si mismo, sino por los hechos de otro. Es provocada por cierta lástima a esta persona. El sentimiento de asombro y enojo por su error, angustia por su destino te hacen sufrir. “¿Por qué lo hizo? – Te preocupas por él. –¿Por qué? ¿Y qué le va a pasar?”

El segundo – es la vergüenza por el propio error que has cometido por una incomprensión o por apasionarse demasiado por algo. E incluso si en aquel momento nadie estaba cerca, tú entendiste que tu hecho humilló tu dignidad o  denigró la buena reputación de alguien y te tortura tu conciencia. Estás reprobando a sí mismo, te atormentas, pierdes la calma, no te atreves a mirar a los ojos de la gente. Las personas aprensivas en tales casos no pueden dormir ni comer. La vergüenza de cierto modo muestra el inerior de la persona, define para el mundo sus rasgos humanitarios y sus infamias. ¿Cuándo puedes mirar atrás, encontrar palabras correctas pata tranquilizarse? Sucede que no hay tiempo para secas las lágrimas y sonarse. La persona se asemeja a un perro acorallado. No oye y no ve nada. A veces hasta se quita la vida. Solamente un malévolo o una persona muy enfadada por él no perdonará a este desgraciado. El que no sintió lástima por él, le agregó los sufrimientos, avergónzandole aún más, tal vez tampoco tiene la comciencia

Pero la gente que veo hoy día no sabe ni avergonzarse, ni se pone roja al realizar hechos deshonestos. Cuando les llaman la conciencia, ni siquiera se enfadan. “Ya he dicho que había estado confuso, ¿qué más se necesita de mí?” – no entienden algunos de ellos. O muestran los dientes: “ Vale, vale. Está bien, tengo vergüenza. Y tú ¿no metieras la pata de la misma manera en mi lugar? Hay también algunos que nada puede sacarles de quicio.  Su argumento es sorprendente: “¡Nadie ha muerto de tales equivocaciones!— gritan ellos. — Aquellos han hecho una tal cosa y todavía siguen vivos. ¿Cómo se puede comparar lo que yo hice con su crimen? Y además tuve una razón...”

¿Qué podemos decir sobre esta gente? ¿Hay vergüenza en sus palabras o no? Si esto se llama vergüenza, ¿qué hacemos con las escrituras sagradas y palabras de los sabios? ¿La verdad está en en ellas o en las palabras de esta gente? ¿Y creen ellos en Alá después de esto?

Palabra treinta y siete

 

1.           La dignidad de una persona lo define el camino por el que ella sigue a su objetivo y no si el objetivo se logra o no.

2.           Los más lindos pensamientos pierden su brillo al pasar por la boca humana.

3.           No hay seguridad en la percepción de la palabra sabia por un ignorante egoista.

4.           Ayuda a un justo. Ayudar a un ingrato es igual que bajarse por sí mismo. 

5.           El hijo que respeta sólo a su padre – es el enemigo del pueblo; el hijo del pueblo es tu amigo.

6.           El fuerte desea mucho, pero se contenta con poco; un miserable pide poco, pero no está satisfecho incluso si rebibe más de lo pedido.

7.           El que trabaja sólo para sí mismo es como un animal que cuida su panza. A dios le gusta la gente que trabaja para el bien de la sociedad.

8.           ¿Quién envenenó a Socrates, quemó a Juana de Arco, crusificó a Jesús, enterró a Mahoma en los restos de camellos? La multitud. Es decir, la multitud no tiene la mente. Sé guiarla al camino de verdad.

9.           El hombre es el hijo de su tiempo. Si es malo, es la culpa de sus contemporáneos.

10.       Si tuviera yo el poder, cortaría la lengua a uno quien afirma que el hombre es incorregible.

11.       La soledad es como la muerte para el hombre. Todas las desgracias caen en su cabeza. Pero el mundo no está lleno solo con las desgracias, sino también con las diversiones. ¿Quién aguanta lo primero? ¿Y quién no de destruye en lo segundo?

12.       ¡Quién no tuvo una desgracia! El destino de los débiles es perder la esperanza. ¿Es que después de un invierno severo y nevoso no viene el verano con los lagos resplandecientes y herbaje espeso?

13.       Es inofensivo el que grita cuando está enojado. Ten miedo a los que está callado cuando se enoja.

14.       La gente pierde la cabeza por la alegría y felicidad. De mil personas sólo uno tiene la suerte de guardar el juicio para no aparecer en cueros vivos delante la gente.

15.       Los asuntos se arreglan mediante la habilidad.

16.        La fama es una roca alta. Una serpiente paciente la escala a rastras, el halcón logra su cumbre en un vuelo rápido. El pueblo desunido elogia a uno que no la logró. Y un ignorante cree en este engaño.

17.       El mundo es un océano inmenso. El tiempo – es el viento imparable. Las generaciones son como las olas que siguen una a otra y en su cambio se mantiene la vida eterna.

18.       El pobre que se hizo famoso por su intelecto es más alto que un rey feliz. El joven que vende los frutos de su trabajo es más digno que en viejo que vende su barba.

19.       La astucia convierte a un hombre en un pordiosero. La hipocresía convierte a un sufia en un chupóptero.

20.       Un amigo malo es como una sombra. Cuando luce el sol – no puedes liberarte de él; cuando las nubes se espesan encima de tu cabeza – ni lo encuentras.

21.       Confía en uno que está cerrado, pero no seas amigo de uno sociable. Evita al descuidado, pero sé un apoyo para un entristecido

22.       El enojo sin fuerza es un viudo; el sabio sin seguidores es un viudo; el amor sin la fidelidad es un viudo.

23.       Mientras estás infeliz todo te desean lo bueno. Pero en cuanto el destino te eleva, tu único bienqueriente eres tú mismo.

 

Palabra treinta y ocho

 

¡Mis hijos, consuelo de mi corazón! Todo lo que he escrito sobre el carácter humano os dejo como recuerdo. Leed estas líneas sin indiferencia y sentiréis el amor hacia mi. La aspiración de la verdad tanto como su comprensión, nacen por la alta conciencia; la conciencia de una persona se define por su humanitarismo, su intelecto e interés hacia la ciencia. A la aparición de estas cualidad atribuyen la pureza de los sentimientos y fuerza del cuerpo que se le dan al hombre desde su nacimiento, y su desarrollo depende solamente de los amigos honestos y maestros sabios.

Pero los hijos no van a la escuela por sí solos, no dominan los conocimientos por su propia gana: en los primeros etapas hay que forzarlos o atraerlos a ello por astucia. Y si poco a poco acostumbrándose a los estudios los niños empiezan a tener sus ganas de estudiar por su buena voluntad, si tienen la sed de conocimientos – solamnte en este caso podemos decir que se han convertido en los hombres. Entonces podemos esperar que van a dominar la ciencia y la van a utilizar para el bien de la gente; que van a aprender  a distinguir lo bueno de lo malo, lo ambiguo de lo cierto, lo verdadero de lo falso; van a conocer a Alá a sí mismos y al mundo.

Pero en la mayoría de los casos los niños se quedan legos o unos ignorantes absolutos. La causa de eso es la violencia por parte de los padres y molás que matan la sinceridad de los niños. Esta pérdida se convierte en una verdadera desgracia. No hay eficacia de los estudios de esta gente ya que todo es insincero: el afán por las ciencias, la actitud a los maestros e incluso la de en la doctrina sagrada – imám. Es casi imposible esducarlos como la gente de pleno valor, ya que Alá es “el camino de verdad” y la verdad es incompatible con la violencia. ¿Te visitaría un amigo al que pasaste la invitación por enemigo? Cuando en el alma de una persona no hay el amor a Alá, tampoco hay fe en él.

No obstante, la humanidad vive, teniendo esperanza en el futuro, en los hijos  mejores y no en los malvados, en los sabios y no en los ignorantes.

¿Cuales son los caminos de conocer la justicia y verdad?

El hombre aprende las ciencias y conocimientos cuando con todo su ser aspira a conocer la justicia y verdad, intenta a comprender lo esencial de los hechos. La mente y la fe lo dirigen, ya que la justicia viene de la tierra y el hombre la conoce mediante la mente y la verdad proviene de Alá y él la cree a pie juntillas.

De antaño existe el concepto de la ciencia. La ciencia no se presenta a la gente como algo sobrenatural y abstracto, sino como algo que existe para el bien de la humanidad. No para Alá, sino para si misma. Por eso la ciencia se revela para cada hombre en la singularidad de cada materia separada y lo cautiva. En estos momentos nace la pureza de actitud del hombre hacia al ciencia que, en su turno, refleja la actitud de él hacia Alá, ya que la ciencia es una de las revelaciones de la potencia de altísimo, una de sus propiedades.

El hombre que se dedica a la ciencia para obtener la riqueza, fama y respeto, nunca podrá entender su esencia. Es más, cuando uno persigue los fines mercantiles, pierde las cualidades humanas. Y al revés, la persona se pone más fuerte cuando la riqueza, la fama y el reconocimiento llegan como resultado de trabajo persistente.

Repito, mis palabras se dirigen a los que aprecian su honor, a los que les gusta la justicia  y quienes quieren saber la verdad.

Los partidarios de islam deben aceptar la justicia irrevocable de su fe. Esto es el grado superior de la fe que no se puede lograr con unos simples rezos a Alá. Tú, como todos los muslimes, puedes creer en que Alá es único y no hay nadie igual a él, que Corán se compone de sus sagrados perceptos y que el profeta Mahoma era su mensajero en este mundo, pero todo esto no te servirá para nada, ya que los orígenes de la justicia pura consisten en otro. Para comprender en qué, hay que aclarar, ¿para qué existe tu fe? ¿Para Alá o para tu propia tranquilidad? Alá no sufre y no se pone mesnos grandioso si túm digamos, dejas de rezar, pero tú no tendrás calma si lo respetas solamente porque él es grande.  En tu fe debes ver el salvamento para ti, sólo en este caso será útil.

Así que tú crees en Alá y lo admiras. Pero él tiene muchas caras y  de esta manera tú admiras todos su nombres y todas las revelaciones de su peculiaridad. Los nombres de Alá  son lo esencial de las denominaciones de sus hechos maravillosos, hay que saberlo. Luego hay que comprender qué significan sus ocho cualidades divinas. Y si dices que eres fiel, si estás seguro en tu fidelidad a él, intenta a ser a perecido a él con tus intenciones, ideas y hechos. No te desanimes considerando, por culpa de tu ignorancia,m que esto es imposible, ya que la precisa repetición de sus hechos es realmente impensable. ¡Cómo el hombre puede ser Omnisapiente, Omnipotente, La Vida, La Perspicacia, La Sensibilidad, La Voluntad, La Lengua y El Creador! Y todas estas son las manifestaciones de Alá, sus nombres. Al parecer, es bastante solamente con imitarlo.

El Creador le dio al hombre las ocho cualidades, parecidas a las suyas, aunque menos fuertes. Y si no usaríamos este gran don en beneficio de Alá, no podríamos considerarnos muslimes. Pero, ¿dónde están los caminos de verdadera imitación de Alá y sus grandes hechos?

La naturaleza de Alá no necesita mi descripción, yo escribo porque nuestra mente necesita la aclaración de estas ocho cualidades o fuerzas indicadas. Conocemos el Alá a la medida de su revelación, conocerlo como tal es imposible. Incluso el secreto de creación es desconocido para los más sabio, menos aún la naturaleza de Alá. Alá es infinito, la mente humana tiene límites. ¿Cómo se puede medir lo infinito con lo limitado?

Nosotros decimos: Alá es único y está en todo. Nos parece que en estas palabras se esconde un gran secreto, oímos en ellas cierta significación no terrestre, aunque está completamente claro que la palabra “único” de ninguna manera puede expresar la gran esencia del Altísimo. Quizá en cu¡ierto tiempo esta palabra resultó ser el límite de posibilidades de nuestra mente, su techo. A propósito, los científicos incluso ahora definen con palabra “único”

La vida existe en el universo, el universo existe en Alá y Alá, según describió Mahoma en su libro sagrado – hadiz, aparece en sus ocho revelaciones principales y noventa y nueve cualidades. En hadiz el profeta Mahoma no explica la peculiaridad de ciertas moralejas de Alá y ahora la gente las entiende de manera diferente. En mi palabra quiero explicar ciertas propiedades de Altísimo y su conexión con la vida humana o, mejor dicho, los límites entre Alá y la gente.

El hecho que la vida es una verdad asoluta, significa que existe la fuerza que guía al hombre a cierto objetivo, elejido por él mismo. El hombre se apresura a realizar algo en su vida, ganar en cada su aspiración. ¿Hay alguna persona que desearía para sí una derrota o muerte? No. Por consiguiente, la voluntad guía al hombre en su vida. La voluntad que es una mísera sombra de La Voluntad – una de las revelaciones de Alá. Esta voluntad, la una mísera sombra de La Voluntad, es de un solo hombre ya que estamos hablando de la gente que respeta a Alá. Y si La Voluntad, de la misma manera que La Ciencia, es una de las revelaciones de Alá, con otras palabras, si La Voluntad y La Ciencia son las propiedades del mismo gran creador, y si la gente es dotada de todas las ocho cualidades divinas, entonces ¿podemos hablar sobre un hombre en el que pueden revelarse cualesquieras dos de sus cualidades a la vez, absolutamente predominando todas las demás? Partiendo de esta condición aceptada por nosotros, ¿sería posible afirmar que en cada persona pueden reunirse la voluntad y la ciencia? Y si es así, ¿esto testimoniaría la potencia del hombre o más exactamente la potencia de sus conocimientos? Conocemos que existen los letrados y los sabios. No cada letrado puede subir hasta el nivel de sabio, pero cada sabio es letrado . Entonces podemos decir que el sabio posee profundos conocimientos de varias ramas de la ciencia. Y en ese caso podemos afirmar que Alá es omnisapiente, ya que su sabiduría, como hemos mencionado, es inabordable incluso para los hombres más sabios. Y me permito notar que los mortales pueden dominar el poder de los conocimientos, pero solamente Alá posee la fuerza de omnisciencia. Eso es en lo que consiste su grandeza que está expresada correctamente por nuestros antepasados – Alá es único y él está en todo. Estas palabras son claras tanto para un sabio, como para un ignorante.

La ciencia se acerca a la gente a través de la palabra, la palabra es comprensible por medio de los sonidos o signos. En esto se basan tres siguientes propiedades de Alá: La Lengua, La Perspicacia y La Sensibilidad.

¿Se puede dar crédito a que al Altísimo e stan necesario revelar a sí mismo por medio de La Lengua, La Perspicacia y La Sensibilidad? Creo que no. Al hombre se le ha dado la lengua para que el pueda comunicarse con los que le rodean, los ojos para que él vea el mundo, las orejas para que él oiga los sonidos, pero esto no significa su identidad con La Lengua, La Perspicacia y La Sensibilidad. No estoy hablando de la escala. Simplemente estoy constatando que Alá es el que atiende y oye, el que mira y ve, pero ninguna de sus creaciones, incluyendo al hombre, no puede concebirlo. Está hablando con palabras, pero no tiene órganos articulatorios como los del hombre. Él no ha creado la palabra, sino la pronunció y esta palabra llegó al oído de la gente. Alá ve y oye de la manera completamente distinta a la del hombre. Él es simplemente “Omnisapiente por sus conocimientos”. Él es la misma virtud y quiere que la gente lo copia. ¿Cómo no mencionar aquí que el intelecto humano es limitado y Alá es infinito? No es dificil concluir que las tres cualidades divinas mencionadas son otorgadas a los mortales  para acumular el intelecto, ya que el intelecto mantienelo principal en el mundo – la creación.

¿En qué consiste la segunda cualidad principal de Alá – La Omnipotencia?

El Corán dice: “Alá es eterno... Es el único en su clase y no tiene nada consigo, está fuera del espacio y ha creado todo por medio de su poder...”

El hadiz sagrado define la creación como una de las ocho revelaciones principales de Alá. Estar de acuerdo con esta afirmación significaría que consideramos la creación tan antigua, como el Alá mismo, y eterna, ya que Alá nunca desaparecerá. Pero si el Altísimo no es capaz de liberarse de ella, esto testimoniará su falta de voluntad, mientras que la naturaleza de Alá no es compatible con tal hecho.

Hay que juzgar sobre el creador por el mundo creado por él.

Él creó el mundo que es extraordinariamente ordenado, donde cada objeto animado e inanimado está conectado con otro, donde cualquier movimiento provoca respuesta. Nosotros vemos este mundo y nos admiramos por él, aceptándolo con todo el alma y en su existencia y su orden reconocemos la sabiduría y poder de Alá omnisapiente y omniopoderoso. De esta manera, estas dos propiedades de Alá  - la omnipotencia y omnisabiduría – también deben ser equivalentes. No es posible que uno resultara dominante y otro sometido, puesto que en este caso todas las ocho cualidades de Alá, juntándose entre sí en cualquier cantidad y combinación, llevarían el mundo al caos. La creación, sin duda, es una de las poderes que constituyen la potencia de Alá.  Muy probablemente la grandeza de Alá se debe a que sus conocimientos son infalibles y su poder – invulnerable. Y esto sale de nuestra suposición de que la creación es guiada por la potencia y está subordinada a ella.

Con esto acaba mi prueba de que Alá es omnisapiente por sus conocimientos y omnipotente con su poder y las demás sus cualidades son de cierta manera auxiliares a las dos revelaciones mencionadas.

Pero esto no es lo principal que me obligo a escribir sobre Alá. Empecé mi palabra con la frase: “¡Hijos, el consuelo de mo corazón!” Quiero escribir sobre el mundo de la gente.

Cuando ves a un hombre en este “mundo creado por dios”, donde él se apoya en su mente y voluntad, en la fuerza de su cuerpo, cuando ves su lucha por la vida, su inquietud, empiezas a imaginar al Altísimo como un ser parecido al hombre. Sobre el Altísimo que al dotar a la gente con ocho cualidades divinas está tranquilamente observando como en este reino suyo la gente de varias maneras está buscando la justicia y acepta los bienes terrenales, reza y busca caminos de salvamiento con ardor desigual. ¿Por qué distingue la gente que actúa como si supiera que les espera en este mundo y en aquél? ¿Por qué la hay cada vez más y ahora vemos la muchedumbre de ella?

Tal vez, es un pecado hablar así, sabiendo que el hombre posee la voluntad sola y el creador no es accesible para su mente. Sabiendo que el hombre por medio de su voluntad domina sólo una parte pequeña de la ciencia y ella es como una gota en el océano de los conocimientos que es el patrimonio de dios. Sabiendo que Alá es no solo omnipotente y omnisapiente, sino también misericordioso. Y aunque la misericordia no se menciona entre sus ocho cualidades principales, ella está bastante expresada por tales sus epítetos como  Benevolente, Compasivo, Todoperdonativo, Afectuoso, Protector, Patrocinante, Beneficiador, Donativo, Dirigente, Infalible.

Se puede decir que el sentido de las definiciones manifiesta a favor de mi justificación. Pero esto sería una comprobación tradicional, pero a mi parecer, la misericordia de Alá exige la argumentación lógica.

El mundo es sorprendente. Мир удивителен. El objeto inanimado no siente dolor y los animales mantienen la vida de los seres inteligentes – los hombres. Los animales no van a contestar en el juici ofinal, pero el hombre debe responder por sus hechos.

El creador le puso al hombre en dos piernas para que él sea alto, le colocó la cabeza en sus hombros para que pueda ver lejos, le dió dos manos para trabajar. El hombre no se inclina a la comida como los animales, sino la acerca a la boca con su mano. Tiene una nariz para sentir el olor de la comida y los ojos para ver si está limpia. Los párpados protegen los ojos contra los granos de polvo los párpados se continúan por las pestañas que son impotentes contra el sudor que recae de la frente, por eso el hombre tiene las cejas. La cara del hombre es linda. Alá llama a la gente al trabajo general y por eso a uno le dió el intelecto, al otro – la elocuencia , al tercero – la voluntad.

¿No se siente en todo esto el amor de creador hacia el hombre? ¿Y no es el deber del hombre responder con reciprocidad a este amor?

Observadlo y reflexionad.

El sol calienta la tierra, hace los ríos, mares y océanos evaporarse; los vapores forman las nubes y regresan a la tierra como una lluvia bendita. La tierra se cubre de verde y florece con las flores que adulan la mirada. Madura la caña de azúcar, los frutos colorean, se poblan los árboles, dñando refugio a los pájaros y animales. Nacen los manantiales, se forman los ríos nuevos o desbordan los viejos y el agua corre a los lagos, mares y océanos. El agua apaga la sed de todo lo vivo, en sus profundidades multiplica el pescado. El sol caliente la tierra...

Todo este mundo está destinado para la gente. La tierra le regala el pan, frutas, algodón, apocynum y otras riquezas; los pájaros le dan pluma, carne y huevos; los animales – la carne, pelo, cuero y fuerza; el agua – el pescado y el pescado le da las huevas. Incluso las abejas trabajan para la gente, recogiendo la miel y la cera y los gusanos hilan la seda. Las flores apaciguan a la gente con su aroma.

Ninguna de estas riquezas no sirve para Alá mismo, ya que el es el dueño del mundo y no tiene necesidad en nada.

Millones de máquinas ingeniosas y miles de fábricas también están creados para el bien de la humanidad.

¿No se ve en esto el amor de Alá hacia la gente? ¿Y no es el deber de la gente a responder a este amor con reciprocidad?

El Altísimo no dejó que la gente enterminara a todos los animales por causa de su insaciabilidad y de esta manera afectara a las futuras generaciones. Hizo que la gente proteja a los animales con su avaricia y a los animales y pájaros para su salvamiento les dio la fuerza, las piernas ágiles y alas rápidas. Y ahora algunos animales pueblan las rocas inaccesible, otros viven en las oscuras profindidades de las aguas, terceros se esconden en los bosques esopesos. Y todos ellos quieren reproducirse y están dotados con el indestructible instinto de protegen a sus crías. No, el dios no hizo a los hombres los propietarios absolutos del mundo, sino procuro que no desaparezcan sus alimentos y la vida no pueda pararse. Detrás de todos estos hechos maravillosos de Altísimo está la gran justicia.

Entonces, el omnipotente Alá es omnisapiente, justo y misericordioso.

Y nosotros, ya que somos fieles y seguimos a Alá en todo, debemos poseer tres cualidades analógicas: conocimientos, honestidad y compasión. Es decir, debemos tener como objetivo aprender las ciencias, constantemente pensar en nuestra dignidad humana y intentar a ser verdaderos muslimes haciendo el bien a la gente.

Pero, ¿siempre nuestros hechos están justos y claros? No. Nosotros hemos olvidado estas divinas cualidades de nuestra fe. Cada uno por ciertas razones quiere que los otros sean justos con él, que le hagan el bien, pero él mismo no lo hace. ¿No es esto una burla de la fe?

La gente perdió el camino indicado por el Altísimo. Las sagradas palabras del profeta: “Piensa en la grandeza de Alá” y “En realidad el Alá quiere a la gente justa”- ya nadie acepta con la sinceridad debida y el conocimiento conveniente.

Las aleyas – los versos de Corán – están llenas de piedad, pero la gente lo olvida. El Corán dice: “Hacen los hechos buenos y llamad a otros a hacerlos, ya que Alá quiere a la gente que se inclina a el bien”. Y más allá: “hay gente que creen en Alá y hace los hechos buenos. Para ellos está preparado el sitio en el paraíso para siempre”.

¿Acaso no son ciertas las exigencias de Corán? Ya que Alá creó a ti y al mundo que te rodea con amor, entonces tu amor a Alá debe ser activa. Tú estás obligado  a ser honesto.

La siguiente aleya dice: “Pero hay gente que cree en Alá, pero hace los hechos buenos sólo porque sabe que Alá no perdona a los malhechosres”.

Está claro que tales hechos de estos muslimes contradicen a la esencia del bien, aunque siguen llamándose buenos. Esta gebte carece de conciencia. El gran profeta Mahoma, que Alá le rinda su sabiduría, escribió: “Quien no tiene conciencia, no tiene fe”. Aquí otra vez nos aseguramos de que la fe no es solo rezar. Puede ser que necesario agotar el cuerpo con rezos y ayunos, pero los principios de la verdadera fe, sin duda, son la conciencia, la honestidad y la compasión.

Un peuqeño ejemplo. Si un hombre que no se separa del pueblo desea que su pueblo tenga amistad con otros pueblos, esto ya testimonia que él es una persona consciente y honesta. ¿No será que su opinión es el principio de lo bueno? ¿Y no será que este hombre etsá limpio ante Alá por desear lo bueno a la gente? Y la intención pura es el fundamento de la fe, hay que apreciar la fe. Según dijo el sufia Allayar, exista una verdad especial que se pone por encima de cien otras. De la misma manera la fe debe estar por encima de todo para la gente.

Hremos llegado a la conclusión que el verdadero creyente debe poseer tres cualidades: conocimientos, honestidad y compasión. La fe lo llama a unirse con alá y él tiende a la omnisabiduría, justicia y miosericordia. En fin, ¿aqué llevan estas tres fuerzas? ¿En qué consiste la perfección del desarrollo humano? ¿En qué formas aparecerá la perfección? Esto es la base de lo inmensurable y alto, esto es la justicia, la verdad y el bien.

¿Es posible de conseguirlos? Si. Las tres fuerzas que llevan a él están colocadas por Alá en cada persona. En diferente grado, claro está. Pero el desarrollo de estas fueras o propiedades depende del hombre mismo. La perfección de cada una de las cualidades y su combinación harmónica se logra con aplicación y lealtad. Lealtad a la ciencia, fe, vida.

Los propietarios de tres poderes divinas ante todo fueron y siguen siendo los profetas, luego los aulis — santos píos, lugo los sabios teólogos y detrás de ellos los muslimes verdaderos.

Los píos fueron primeros después de los profetars quienes se compenetraron con el amor al Altísimo e inculcaron este sentimiento a la gente.

 Pero los profetas también renunciaron los bienes terrenales y pensaban solamente en la vida ultratumbal. No pensaban en tener la propiedad o el pan cotidiano. Consideraban que solo este camino lleva a la perfección espiritual.

Los científicos, al revés, en todos los tiempos cuidaban los bienes terrenales, ya que sin la religión, la ciencia y la artesanía, según su opinión, era imposible lograr la harmonía en la vida.

Se puede decir que los profetas y sabios aspiraban lo mismo, pero por caminos diferentes. Me parece que ambos estos grupos, siguiendo sus ideales, en el grado conocido se sacrificiaron a sí mismos.

En primer lugar, si la humanidad eligiera el camino de fe y renunciara los bienes terrenales, el mundo llegaría a un abandono impensble. ¿Quién pastaría el ganado? ¿Quién lucharía con los heterodoxos? ¿Quién buscara y se apropiaría de las riquezas de subsuelo?

Ni mencionar ya los pecados y errores desagradables para Alá. La renuncia de los bienes terrenales sería irrazonable y feo, ya que el Altísimo los creó precisamente para la felicidad de la gente. Este acto, posiblemente, sería incluso un crimen para la vida.

En segundo lugar, los seguidores de profetas arriesgarían a desaparecer totalmente. Bajo la presión de los heterodoxos, los más impacientes serían eliminados y los más pacientes se convertirían enunos esclavos obedientes. ¿Dónde está aquí la perfección espiritual?

Quizá, ¿este camino no es para todos los muslimes? ¿Entonces de qué verdad poderíamos hablar? Si la verdad existe no para todos, sino para una cierta parte del pueblo, esto no es la verdad de dios. El pueblo que no tiene un gran objetivo, ni la verdad común, está espiritualmente muerto. Y donde no hay vida, no hay perfección.

Pero resulta que no todos los santos renunciaron los bienes terrenales. Tres de los santos que acompañaban al profeta — Abdur Rahman bin Awf, Said bin Abudkas y Hazret Gusman — fueron unos ricachones famosos. ¿Cómo ocurre esto? Según mi parecer, la causa de ascetismo de los santos era la falta de fe en sus propias fuerzas que procedión del temor de que las bondades de la vida debilitaran su fe. Pero también esto podría una cierta técnica de los santos para apagar la aspiración de la gente a la riqueza. Los santos se torturaban con asquetismo inaudito y, probablemente, creían que su sacrificio de sí mismo serviría como un ejemplo para las masas populares. Y aunque su intento de convertrir los esfuerzos y pensamientos de los muslimes a tales conceptos como justicia, sacrificio y fidelidad a Alá fue dictado por el inmenso amor a la gente, en fin llegó al extremo y este camino resultó ser frágil. Sólo la gente que se condenó a la vida en sufrimientos, podía conseguir la perfección en ello. La historia demuestra que poca gente se atrevió a esto. Aquí se necesitaba gente apasionada, firme con su espíritu y cuerpo, fiel a Alá con fanatismo, la gente que tiene la tenacidad de un sabio y que quiera a otra gente con abnegación. Es casi imposible que una sola persona tenga todas estas cualidades y cuando esta persona aparecía, resultaba ser un profeta, genio o malvado.

Es inmoral el que considera que conoció la verdad real de la fe solo porque quiere a Alá.

En primer lugar, no se puede asemejar el amor humano a la afección de un animal.

En segundo lugar, incluso si eres un sabio o teólogo educado, esto no significa que has conocido a Alá.

Entre la erudición  y verdaderos conocimientos, según mi opinión, existe la misma diferencia como entre la misma ciencia y sus atributos exteriores, cuando a menudo la elocuencia se hace pasar por la sabiduría y las personas decisivas y que peinsan rápido se aceptan como sabios.

Alá no vreó nada sin algún motivo y si la gente tiende a conocer el mundo rodeante, esta tendencia también es definida por el Altísimo. Empezando a conocer el mundo, la gente sigue para comprender la naturaleza de Alá y, tal vez, en estos momentos nace el amor a él, ya que la gente ante todo descubre que Alá la creó con amor y compasión. Es un pecado asegurar a la gente en el amor a Alá sin haber entendido todo esto.

El sabio o un pensador es sólo el que mediante su habilidad llegó a comprender las altas fuerzas espirituales y obligatoriamente reúne en sí el amor y la verdad

Sin esta esta gente en el mundo reinaría el caos. En el camino de definición de lo verdadero y lo falso, de las causas de hechos, en el camino de la dolorosa búsqueda del bien para toda la humanidad, los sabios no sólo se olvidan de la alegría, sino también de todas las comodidades de la vida. Las mejores creaciones humanas se crean mediante su inetelecto. Sus hechos son terrestres, pero solo en el terreno de su creatividad se establecen las bases de la vida ultratumbral. Y mientras la teología y las ciencias ocultas nacen la fe ciega, la mente de los pensadores siembra la fe verdadera, consciente. 

Pero no todos los sabios son muslimes. La mayoría de ellos, al conocer la naturaleza y el carácter humano, no han concebido la verdad real de la fe. Algunos de estos sabios no aceptan a Alá, otros no aceptan las condiciones de imám, los terceros dudan en el origen divino de las principales ocho cualidades humanas. Pero los más activos de ellos descubrieron la electricidad y las vías de su aplicación, aprendieron a atrapar el relámpago, mantener la conexión a grandes distancias. Han sometido a su mente la fuerza de fuego y agua, haciéndola trabajar para el hombre. Y lo principal es que ellos saben dirigir la mente de centenas de personas a una actividad útil. Y por eso nosotros omos us deudores.

El gran profeta Mahoma, que Alá le regale sus bondades, escribió en el libro sagrado: “Buena persona es la que es útil para la gente”. Los sabios, según mi parecer, son de este tipo de personas. Hoy en día estos sabios también se denominan letrados, pero hay que distinguirlos de los teólogos letrados.

Los molás de hoy no soportan a los letrados. Esto revela la ignorancia de los clérigos, su inclinación a acciones bajas. Y de verdad, la mayoría de las molás, al aprender el árabe y el persa, empiezan a rivalizar uno con otro y dirigiéndose con el orgullo sueñan sólo con elevarse. Para lograr su objetivo usan cualquier medio. Desorientan a la gente con engaño y fanfarronería. Ahora podéis juzgar qué provecho tiene la gente de ellos. No, los molás se han convertido en unos malévolos de su pueblo. Si los molás quieren hacer algo útil para la gente, deben prestar oído a las palabras de verdad. Para ello primeramente hay que aclarar para sí que la persecución de la palabra de verdad es una deshonra. Y no sólo deshonra, sino un crimen, ya que la verdad es también la justicia y la justicia es Alá. Y antes de luchar contra los letrados, intenta comprender contra qué en su persona te rebelas.

El egoísmo vacío, como cualquier otra revelación de egoísmo, arruinó a muchas personas en este mundo. Por eso no es suficiente ser molá, hay que tratar de ser un hombre.

Una vez el gran Mahoma, que Alá le regale sus bondades, dijo: “Cuando llegue el fin del mundo, un día será como un año, por ser muy difícil”.

Los murides[11] reflexionaban en sus palabras y lo preguntaron: “Desde la salida y hasta la puesta del sol los fieles rezan cinco veces. ¿Cuántas veces habrá que rezar el día de que Ud. está hablando?

El profeta Mahoma, según dicen, respondió de esta manera: “Esto será conocido por los letrados teólogos de aquellos tienpo”.

Resulta que el profeta no consideraba que los ritos eran una cosa inmutable  y aceptaba su renovación. ¿Lo saben lo molás? En fin, ¿qué sentido tiene esto? En nuestra madraza enseñan de la misma manera que en la remota antigüedad. Los conocimientos recibidos allí no corresponden a la actualidad y no pueden ser aplicados en la vida. Por eso los molás pasan su vida en las discusiones unútiles y pequeñas disputas, persiguen uno a otro. Y eso ocurre cuando en Turquía hace mucho tiempo abrieron los establecimientos de educación, donde los jóvenes aprenden dieferntes ciencias, construyeron escuelas militares y otras.

Dejmos los molás aparte. Existen los clérigos que tienen mayor poder que los molás. Estos son los ishanes que dirigen el trabajo de los molás del distrito o de toda la provincia. Todos ellos sin exclusión acabaron los estudios en madraza, su filosofía es escolástica y por eso traen más daño que los molás ignorantes. Los ishanes consideran que consideran que son verdaderos predicadores de la fe, aunque es facil notar que ellos están a la zaga de la vida; piensan que son los salvadores espirituales de la gente, aunque está totalmente claro que esto no es su destino. Son las personas mentirosas y astutas que sabes perfectamente la inestabilidad de su posición y nunca se separan de su rosario y turbante. Siempre están rodeados de los ignorantes que ciegamente creen en Alá.

Nos hemos asegurado de que la fe es infinita y ninguno de los mortales es capaz de conocerla por completo. Y el que decididamente empezó este camino con toda la consciencia, puede ser denominado el verdadero muslime. A partir de este día está obligado a hacer el bien al próximo, ya sea con consejo o con propiedad. Y si el dedica a esto toda su vida, podemos esperar que avanzará más cerca a Alá. Hacer lo bueno es el deber de cada persona.

Pero hay gente cuyos per¡nsamiento y hechos se dirigen para vivir con riqueza y vestirse bien. Ellos estiran la barra para exponerse como si estuviera en el mercado y recibir la alabanza o provocar una envidia. ¿Qué da si alguien envidia a sus vestidos? Perseguir solo los propios beneficios en la vida significa ser una persona limitada. El deseo de un hombre a poseer todos los bienes del mundo no procede de un gran intelecto. La dignidad de un hombre no se define por su aspecto o bienestar. Alá juzga al hombre por su corazón y su mente. Y es poco probable la gente que eligió el camino opuesto a dios, de la misma manera que la gente que les envidia, podría algún día ser personas de pleno valor. Incluso si se ponen más inteligentes, eso será gracias a la ayuda de la gente increíblemente buena.

¿Es que siempre se reproba la aspiración a la riqueza? No. La vida bien ordenada limpia la mente de un hombre y el bienestar crea las condicione spara su desarrollo. Y la meseria a veces convierte a un hombre en un animal todas las fuerzas del cual están dirigidas para limentarse, no mirirse de hambre. Sin tener la oportunudad de conocer el sentido de la vida, él se queda ignorante y esto contradice al destino del hombre. Corán reproba la ignorancia, considerándola una burla del nombre humano. El hombre debe aspirar a la riqueza como a un medio que, en primer lugar, le da la oportunidad de prestar ayuda ilimitada a sus hermanos y, en segundo lugar, no le deja caer en la nefasta dependencia de otros. Las dos cosas significan que la abundancia es necesaria para garantizar la libertad de la gente y creación de ciertas condiciones para su desarrollo espiritual

La ciencia no se aprende para enriquecerse con su ayuda. Al revés, la riqueza debe servir para el desarrollo de la ciencia.

Los conocimientos y el oficio  - esto es la verdadera riqueza.

El proceso de adquisiciñon de conocimientos o el arte de cualquier oficio – es el bien más alto.

Para que los conocimientos y el arte sean útiles para el pueblo, deben someterse a la fe, ya que la fe exige que la gente haga el bien.

El altísimo creó el mundo según las leyes de la hermosura y la gente la creó con la aspiración noble a la perfección y a la procreación. Una de las posibles condiicones de la perfección es la amistad. En ella la gente deben ver su deber. Pero este deber puede ser cumplido sólo cuando el hiombre es propenso a la amagabilidad. Si tu disposición a alguien provoca el sentimiento recíproco y si vuestra amistad, basada en el amor recíproco y el respeto, creció en la afección, entonces pdemos considerar que esta amistad es verdadera. Es magnífico cuando esta amistad reune a un grande grupo de personas.

La amistad desinteresada, pura excluye cualquier tipo de hostilidad, egoísmo o intento a ganar la fama en los ojos de los demás por medio de, digamos,  palabra graciosa o un hecho extraordinario.

Hay dos modos de destacarse, atraer la atención de la gente.

El primero consiste en que el hombre, al cruzarse con el mal o injusticia, no baja hasta el nivel de lo realiza, sino se opone a él con todas sus fuerzas. Esto es una persona con el alma lúcido. Su firmeza merece el repeto.

El segundo consiste en que el hombre elige el mal como su arma. Hace malos hechos a la gente, la humilla si tiene el poder, y la ofende si es débil. Esto es un hombre con el alma oscuro. Su conducta produce la hostilidad de la gente hacia él.

El deseo de distinguirse por cualquier precio es nacido por el egoísmo que es un rasgo de carácter de la gente incapaz a ser amigo. El egoísmo le hace al hombre ser envidioso, su envidia enfurece a otros, semejantes  a él, y de esta manera la gente pierde tranquilidad y se convierte en enemigos.

Hay tres cosas que humillan al hombre. Es la ignorancia, la pereza y maldad.

La ignorancia es la ausencia de conocimientos, y sin conocimientos no se adquiere nada en este mundo. No aspirar a los conocimientos singifica asemejarse a un animal.

La pereza es el enemigo de la humanidad. Ella hace nacer la sumisión, la inercia, la desvergüenza y la miseria.

La maldad es inhumana. La persona que todo el tiempo procura hacer el mal a la gente, pierde su cara humana y se convierte en un animal. 

La gente debe tener bastante intelecto para resistir a estos tres vicios y ser activos y justos en la vida. Siempre hay que recordar como un ejemplo la fuerza milagrosa de Alá y confiar en la posibilidad de sus manos y pensamientos tanbién como en un milagro, creer que cada tu hecho va a ser útil para el pueblo. Sin esta esperanza y fe eres nadie. No aguantarás mucho. No ser el esclavo de Alá significa no ser el servidor del pueblo.

Sí, el Altísimo no creó nada en vano. Todo creado por él es lógico, tiene buen sentido y está razonablemente conectado con otras creaciones suyas.

Por ejemplo, las ciencias de cierta manera personifican el desarrollo de la gente, el camino de los pueblos al progreso, el camino de la gente que descubre a Alá, la naturaleza, a sí misma

El deber ante todo se entiende como una categoría de alta moralidad, como una obligación del hombre de hacer el bien.

Dicen: “hecho”, — y obligatoriamente piensas que uno debe actuar según la ley, razón y conciencia.

Dicen: “aspiración”, — y tú crees en que ella será dirigida a lo bueno, lo alto, lo bello.

El profeta Mahoma, que Alá le regala sus bondades, escribió en el hadiz “Sin la aspiración no existe ni un buen hecho”. ¿Será que esto significa que para conocer a Alá hay que cumplir todos los ritos que exigen los molás? Pero el profeta mismo, según hemos aclarado, no consideraba los ritos como algo inmutable. ¿No vamos por el camino eeróneo?

Bueno, vosotros hacéis la ablución, rezáis, seguís el ayuno, intentáis absteneros de los placeres mundanos o sensitivos, pero ¿os da esto la camla de verdad? Exteriormente estáis tranquilos, y su alma, ¿también está tranquila?  

Los ritos que realizáis son sinceros y llenos de sentido cuando aceptáis con todo vuetsro ser la verdad de dios. La ablución, las oraciones – azalás, el ayuno deben ser solamente la manifestación ecterior de la convicción; pero si vosotros no estáis llenos de la fe infinita en Alá, ¿no se convierten estos ritos en una expresión más grande de la hipocresía humana?

Puede ser que tienen razón los teologas que afirman que hay una sola fe verdadera y ella no se divide en la fe consciente y la fe ciega. Y los ritos, según su opinión, son la cara de la fe, la adornan y ya por eso son necesarios.

Estoy seguro: muy pocas veces alguien piensa en los verdaderos objetivos de los ritos. Antes ellos servían para mantener la pureza de la fe. ¿Siguen sirviendo a ello hoy día? Probablemente, es una tontería que la gente reza por la demanda de los molás solo para no parecer unos infieles.

¿En qué consiste la esencia de la oración?

El fiel ante de todo libera su cuerpo de excrementos y hace la ablución. Al ponerse sobre la alfombra para rezar, pasa con la mano mojada en el agua por sus pies, mostrando a todos que hizo la ablución y está limpio. Luego de la misma manera pasa con la mano por la cara y cuello, imitanto el lavado. Hay que notar que todos los movimientos de las manos están dirigidas de arriba abajo, como si estuviera lavándose y por el cuerpo corríera el agua. Ahora el que está haciendo azalá está listo para comunicarse con Alá.

Toca las orejas con sus dedos, y esto también es un signo. Es signo de que el reconoce  su nulidad delante de Alá, y no atreviéndose a subir las manos, ya que Alá está en todas las partes y en ninguna parte, él está convirtiéndose en el oído. Pide la ayuda de Alá, para que él no le deje caer en las tentaciones, ya que el hombre está atrapado en los pecados mundanos. Luego sumisamente pone las manos delante de sí – el esclavo está delante de su señor poderoso y le asegura silenciosamente en su sumisión. Da la cara en dirección de La Mecca, ya que allí nació la gran fe y espera que Alá va a oír sus oraciones.

Lee su oración empezando con la azora de Fatih – elogio al Altísimo. Explicar esta azora sería muy largo y quiero comentar solamente la parte exterior del rito

La oración continua... Las manos se pegan a las rodillas y se da la primera reverencia. Con esto se pretende expresar que el rezador está directamnte ante Alá. Baja en sus rodillas y toca el suelo con su frente, repite la inclinación y se endereza. Es una magnifica expresión de que el hombre salió de la tierra y va a ir a la tierra, que continuará la vida en el mundo ultratumbal y en fin aparece delante del juicio final del Altísimo. El rezo se acerca al final...  La última genuflexión – es un saludo más, una más revelación de su gratitud a Alá, una petición que Alá regale sus bom¡ndades a profeta que vendrá a la gente.

El rezo se acabó. Al creador se le ha dado la confesión, el amor, la gratitud de un esclavo y una petición por el futuro de todos los muslimes.

Así hombre manifiesta su fe. ¿Pero qué da la revelación exterior de la fe? ¿Quién me lo va a explicar? 

 

 

Palabra treinta y nueve

 

Nuestros padres y abuelos tenían menos conocimientos que la generación moderna. Su trato era más directo y ellos eran menos educados que nosotros. Pero nuestros abuelos tenían tales cualidades que nosotros no tenemos ahora. Esto es la aspiración a unidad y protección del honor.

Hemos adquirido muchas cosas, nos pusimos más educados: la vida va adelante sin parar. Pero sin devolvernos estas dos grandes cualidades, no podremos igualarnos con los grandes pueblos. Es más, todos nuestros avances y búsquedas no nos traerán procecho, sino el perjuicio.

En los tiempos remotos el pueblo sabía respetar a los menjores hombres. A los más sabio s y honestos se les daba e lpoder especial y se les denominaba “el-basy” – cabeza del pueblo y “top-basy” – jefe de la comunidad. Estos eligidos resolvían los pleitos y dirigían el país y todos los demás se sometían a su vulontad sin objeción y se didicaban a sus quehaceres pequeños o grandes. En el pueblo solían decir: “Toma un hueso y si es necesarios, haz de él una pala”, y agregaban: “cuando cada uno se cree un bey, la gente tiene poco espacio en el mundo; cuando el pueblo es unido con su jefe, no va arder en el fuego”.

Sí, el pueblo defendía a todos sus caudillos, entregándoles las riendas de gobernación y ayudándoles en todo. No notaba los defectos de sus ídolos, dándo fama a su clarividencia. Y, respetándoles como si fueran divinos, el pueblo mismo se ponía mejor. ¿Qué les queda a los caudillos admás de cuidar la prosperidad y elevación de su país, cuando la riqueza de pueblo era su riqueza y los hombres eran sus hermanos?

En la estepa existía también este dicho: “Quién no estima su dignidad, será oferndido por un ajeno”. Y de nuevo la gente advertía uno a otro : “El que desea la venganza por la ofensa personal, afecta la causa común”.

Además decían: “Los seis cizañeros van a perder lo que ya tienen en las manos y los cuatro amigos van a conseguir uncluso lo que está escondido en el cielo”, “El que ama el camino, encontrará fortuna, el que ama la disputa, encontrará la desgracia”, “Un pariente puede perder la cara, pero nunca perderá los lazos de sangre”.

Sí, cuando en los aúles mencionaban los nombres de los antepasados, invocaban a su espíritu, los parinetes dejaban  las disensiones y olvidaban las ofensas. Se levantaban todos juntos para defender al ofendido.

¿Dónde están ahora estas dos cualidades altas? Ellas también fueron frutos de dignidad y firmeza , y, al perder estas dos célebres cualidades de los antepasados, lo perdimos todo.

Ahora no hay amistad. El engaño sustituyó a la simpatía espiritual. Y ahora no saben enemistarse. La ira se sustituyó por la envidia y disputas.

 

Palabra cuarenta

 

¿Quién me va a responder a mis preguntas?

¿Por qué nosotros, kazajos, respetamos a los muertos mientras que sobre los vivos sólo corren los rumores malos?

¿Por qué los ancianos débiles se llevan bien con los jóvenes y entre sí no pueden mantener buena relación, aunque cada pierden a alguno de sus coetáenos.

Nos preocupamos por un pariente lejano y lo queremos como a un hermano hasta que él vive en el extranjero. Rero en cuanto él regresa a la patria, dentro de cierto tiempo lo tratamos como a un enemigo. ¿Por qué ocurre esto?   

Al conoces a alguna persona digna de otro pueblo, lo admiramos, lo ponemos por las nubes, llamándolo radiantem luminoso... Pero ¿por qué no aceptamos a nuestros compatriotas si están por encima de los forasteros?

¿Por qué, llegando un país extranjero, uno miente sin escrúpulos y alaba su tierra y al regresar a casa miente de nuevo, alabando las tierras ajenas?  

¿Por qué un kazajo adora a su bebé cuando éste está pequeño y pierde su amor a él cuando está adulto? 

¿Por qué algunos parientes no acuden a una boda alegre o una funeral triste, pero cuando se trata de incursiones o robos, siempre están a tiempo?

¿Cómo comprender a un pariente que no dio golpe para que tu corcel llegara primero, pero se enfadó si no compartiste con él tu premio?

En la antiguedad la gente recordaba el favor que se le prestó hasta la muerte. “Un tal y tal, que Dios le bendiga, me ayudó a llegar a casa cuando mi caballó estuvo completamente agotado”,  — recordaban ellos con gratitud. ¿Por qué en nuestros días, la gente se olvida de esta ayuda en seguida?

¿Cómo podemos explicar que al hijo de bey, al empobrecer, no le da vergüenza robar, pero le parece vergonzoso servir a otro bey?

Dos buenas personas no pueden vivir en buena armonía en el mismo aúl, mientras que dos canallas se llevan tan bien que son como uña y carne. ¿Cómo puede ser esto?

¿Por qué uno a quien lo pusiste sobre un corcel te da las espaldas cuando tu enemigo le regala un potrillo?

¿Por qué a veces a uno no le basta con una conversación habitual con una persona lista, sino de muerte ansia a escuchar la palabra de enemigo?

¿Por qué uno no desea felicidad a su amigo? ¿Y por qué, si un amigo ascendio en cierta esfera, se convierte en un enemigo irreconciliable?

Hay gente que no pueden encontrar un consejero para sí. ¿Pero por qué evitan a los que son capaces de conocer el intríngulis?

Hay gente que cuando está de visita, se compoprta como si hubiera traído todo su ganado consigo. ¿Pero por qué esta gente corre su ganado lo más lejos posible de la casa cuando vienen sus invitados?

¿Por qué la gente siempre desea paz si ella la aburre muy pronto?

¿Por qué la gente viva, inspirada es pobre incluso cuando dirige el pueblo?

¿Por qué las tocal – las esposas más jñovenes siempre son rebeldes?

¿Por qué la gente inmoral siempre es decisiva?

¿Por qué los tontos testarudo siempre actúan en contra del juicio?

¿ Por qué las personas contenidas que llevan la vida moderada se consideran débiles y los libertinos y fanfarrones que siempre provocan escándalos se consideran audaces?

A los kazajos no les vas a sorprender con una palabra veraz. No van a prestarle atención, la van a eludir como si les faltara tiempo libre para estas charlas inútiles. Pero en cuanto aparezca una ficción, van a rodearla espesamente como como la leche con fermento y no se van antes de escucharla hasta la última palabra. ¿Por qué los kazajos son tan ansiosos de la falacia?

 


Palabra cuarenta y uno

 

El hombre que de verdad está preocupado por el futuro de los kazajos y no sólo quiere dar los consejos, sino también cumplirlos, debe corresponder a una de las siguientes dos exigencias.

Primera condición: este hombre debe tener en sus manos todo el poder para dirigir el pueblo. Solamente en este caso podrá obligar la gente a estudiar. Los noños deben ser distribuidos en varias madrazas, ya que existen varias ciencias y hay que aprenderlas todas. Las niñas también deben estudiar, por lo menos las ciencias religiosas, si es imposible dedicarse a otras. Hay que lograr que el pueblo diera medios necesarios para los estudios de los niños y su mantenimiento. Y cuando los jóvenes se enriquecen con conocimientos sus padres viejos dejan gobernar la estepa, , tal vez los kazajos mejoren su estado poco envidiable.

Segunda condición: en las manos de este hombre deben estar las riquezas incalculables. Entonces será capaz de donar a todos los kazajos, cuyos hijos serán enviados a estudiar.

Pero hoy día no hay tal poder que sea bastante fuerte para mantener Но нет сегодня такой власти, которая была бы так сильна, чтобы держать народ в повиновеa todo el pueblo en obedencia. Y en la estepa no hay ricachón que sea capaz de satisfacer a mollones de personas. A un kazajos no le convencen las palabras: no le asustas con amenazas, no le haces avergonzarse con los reproches. Herenciaron la ignorancia de sus padres, junto con la leche maternal esntró a su sangre y carne y mató su aspiración a lo bello. Y no piensan que en el mundo hay más interesantes que la risa tonta, cotilleos, disputas y riñas. E incluso si se les ocurre tal pensamiento, esto no dura mucho. Es inútil justificar esto a un kazajo: por un oído entró y por el otro salió. En fin, ¿quiénes somos nosotros: un pueblo o una multitud incontrolable? ¿Y qué medidas hay que tomar para convertirse en un pueblo ilustrado?

  

Palabra cuarenta y dos

 

El amor del kazajo hacia lo malo se explica por la desocupación. Si él se dedicara a cultivo de cereales o comercio, no le quedaría tiempo para las tonterías. Pero el kazajo no está acostumbrado a trabajar en la tierra o a comerciar.

La desocupación convirtió al kazajo en un vagabundo. Logra pidiendo que le presten un jamelgo, anda de un aúl a otro, para vivir de boquilla o acumula los cotilleos, intentando envolviendo a la gente en las intrigas y malquistarla entre sí o trama intrigas a otros junto con la gente como él. Un trabajador honesto consideraría eso es la vida de perro. Por muy difícil que sea el trabajo, no lo va a cambiar por vagabundeo.

A los ricos les parece aburrido vivir dedicándose a la cría de ganado.  Dejan las manadas a sus pastores o sus hijos jóvenes y abandonan sus casas. Los ricachones aguantan que sus manadas se roban por ladrones o carnívoros o mueren de frío o falta de alimento, pero no pueden soportar si se quedan aparte de las conjuraciones, cotilleos y disputas. Obligatoriamente deben andar de un aúl a otro, participar en todas las disputas y pleitos y luego, sentados  Они обязательно должны разъез­жать  по  аулам,   встревать  во  все споры и тяжбы,   а   потом,   развалившись   за   чужим  en la mesa ajena, divertirse con chismorrería sobre las desgracias de otros.

Esto se convirtió en el hábito del pueblo, ya que lo malo muy rápido se convierte en el patrimonio de la multitud.

En la estepa hoy día no aprecian a la gente que sabe gestionar la hacienda, que sabe pastar y criar el ganado, mientras que respetan a los perturbadores y chismosos. Muchos kazajos buenos abandonaron sus haciendas pequeñas y grandes y vagabundean ahora en el estepa. Rebuscan los chismes, disputas, se alimentan en las mesas ajenas. No les importa que sus haciendas deacen, mientras los vijilan algunos conocidos o vecinos, y sus familias sufren pobreza.

Hoy en día la gente no se jacta con la fortuna, sino con la destreza de engañar a otro, no se enorgullece del intelecto y dignidad, sino del arte de hacer denuncias sobre sus enemigos. Incluso un pobre que tiene sólo un caballo, el que nunca tuvo en sus manos un látigo adornado, al conocer estos dos “artes”, exige a un buen caballo de algún bey, come el beshbarmak graso, se sienta en un sitio honorario cuando está de visita.

Esta gente conoce perfectamente a los ricachones que no son indiferentes a la alabanza. Primero intentan conseguir su simpatía por medio de “buenos consejos”, y después los someten a só por completo. “En cuanto Ud. me ordena,—  adula este “consejero” ,— estoy dispesto a morir para Ud. Estoy listo a pasar por el gua y fuego.” Y en un abrir y cerrar de ojos ya ordena la riqueza de su tutelado, como si fuera la suya y se convierte en un hombre respetado en el aúl. El pobre ricachón no entiende que ha perdido su independencia y tranquilidad para siempre. No ve que alarga la bolsa en vano. Poco a poco se acostumbra a aconsejarse por cualquier motivo  con el granuja que le hace la pelotilla para no perder su posición. “Mi señor, ¿Cómo puede ser que Ud. no lo conoce?—chuchichea a bey sobre un hombre digno.— ¡Esto es un intrigante famoso! A esta astucia suya debe responder de tal modo, y a está – así.” Y logra que bey empieza a levantar la cresta y habla mal con un hombre bueno. El hombre bueno le da espaldas y eso es lo que quiere el consejero. “¿Ve cómo era el en la realidad? – concluye éste. – Menos mal que Ud. siguió mis consejos. ¡Qué astuto es éste! ¿Haría así un bienqueriente?” Deja de creer a la gente y la gente no le cree a él.

Así es la mente del estepario y su modo de vivir hoy día.

 

Palabra cuarenta y tres.

 

La naturaleza dio al hombre el alma y el cuerpo. Sus propiedades son de diferente procedencia. Algunas, así llamadas espontáneas, nacen junto con el hombre y otros se adquieren como resultado de trabajo. La necesidad de comer y beber es congénita, la de dormir también. El deseo de ver y conocer el mundo también es congénito. Y solamente el intelecto y los conocimientos son los frutas de la actividad mental del hombre.

 

El hombre conoce el mundo, lo observa con sus ojos, lo escucha con las orejas, toca con las manos, aspira los olores con la nariz, define el sabor con la lengua. Todos los sentimientos suyos, tanto los agradables, como desagradables, se recuerdan como ciertas imágenes. Asimilados por dichos órganos del sentidos, se sitúan en la memoria en cierta correlación, creando cierto sistema de imágenes.  La  imagen de cierto hecho  y la fiermeza de su fijación en la mente depende directamente de la fuerza de impresión causada por este objeto o hecho. La impresión de cualquier fenómeno nuevo puede hacer mover varias imágenes asimiladas anteriormente y algunas de ellas se ponen más brillantes y otras palidecen. Es decir, no es un sistema de imágenes fijos que se formó durante la percepción inicial, sino una forma de conocer el mundo que cambia constantemente. El espíritu humano se fortalece con estas adquisiciones – las alegrías y preocupaciones.No es difícil entender por qué la fuerza del espíritu es débil en los primeros etapas: en este período ella depende del volúmen de los conocimientos. Es decir con la memoria más llena, el espíritu y la volntad se ponen más fuertes. El hombre con el intelecto crítico, capaz de analisar y que sabe separa lo necesario de lo inútil, como regla tiene el espíritu fuerte. Y el que no reflexiona sobre lo visto y lo escuchado, no adquiere nada nuevo y también pierde los conocimientos anteriores. Su espíritu se pone débil. El hombtre que lo entendió podemos llamarlo inteligente.

 

Pero existe otra categoría de la gente. “¿Qué puedo hacer si dios no me dio el intelecto? – dicen con los brazos en cruz. – nos creó todos distintos: tú eres listo y yo – no”. Esta gente calumnian a dios para justificar su ignoracia y pereza. ¿Acaso dios dijo a alguno de ellos que no observe, no escuche y no reflexione sobre lo visto y oído y no recuerde nada? ¿Acaso dios de obligo a dedicarse a alegría impetuosa, persiguir los obsequios, dormir demasiado y jactarse? No, dios no tiene la culpa de que este hombre perdió los valores morales y se convirtió en un animal.

En general, el mundo abundan los hombres raros. Hay también los que están de acuerdo que el intelecto se forma trabajando y el deseo es un sentido involuntario, colocado en el hombre desde el principio. Esto es obvio, ya que cada niño tiene el deseo de conocer. Pero después esta gente  afirma: los que tenían mayor deseo, está claro, se pusieron más inteligentes y los que tenían menor deso, no puedieron conseguir nada. Esto es una afirmación errónea. Según ya hemos dicho, la fuerza de espíritu en los ptimeros etapas de la vida del hombre es insignificante y uno no desarrolla la aspiración a conocer, es muy fácil perder incluso lo pequeño que tienes. La destreza de un hombre, su arte pulen con los ejercicios continuos. La inactividad conlleva a que algunas partes del arte se pierden poco a poco y luego el arte mismo deja de existir. Puede ser eque el hombre no nota que había cambiado . Ya que la destreza o el arte no advierte que se va a desaparecer... Simplemente el hombre debe siempre recordar que difícil era crecer y conocer el mundo. Al perder los conocimiento una vez, es muy difícil obtenerlos de nuevo: puede faltar la firmeza de espíritu.

Sobre firmeza de espíritu o la fuerza de espíritu se puede escribir sin fin, ya que las reflexiones sobre ella, según me parece, son los inicios de una ciencia independiente. Y cada ciencia es infinita...

Pero existen tres cualidades que, al mi parecer, son la base de la natura humana. Primera – la percepción rápida. No importa quéoíste y viste, debes no sólo percibir rápidamente la esencia de lo nuevo, sino también alcarar qué te da en el futuro. Es decir, es necesario definir las dos posibles extremidades: qué provecho y qué daño no da. Sin esta movilidad de la mente que lo más rápido posible define el grado de valor de lo nuevo, no es posible considerar útil incluso los estudio más largos y aplicados. El hombre está obligado a aprender a pensar a tiempo su posición, a tiempo tomar la decisión y cumplirla. Es decir, debe decir a tiempo su palabra. En caso contrario el arrepentimiento le va a perseguir toda su vida. “¡Qué pena! – pensará él, – Debería hacerlo de otra manera. Perdí la hora de hacerlo...”

La segunda es la cualidad que se explica a través de la fuerza atractiva de lo similar. Esta fuerza consiste en la capacidad de comparar lo nuevo conocido con las verdades ya conocidas anteriormente. De verdad, ¿son semejante completamente? O, digamos, solo ciertas propiedades. El deseo de establecer lazos entre lo nuevo y lo viejo obliga al hombre a preguntar a otros lo que no entendió, aprenderlo leyendo libros, reflexionar.

La tercera es la impresionabilidad del corazón. Se puede conservarla, protegiendo contra la jacrancia, codicia, imprudencia y despreocupación. Entonces cualquier imagen se reflejará en el corazón como en un espejo, se persibirá con todo su ser y se recordará para mucho tiempo. Si el corazón no se mantiene en pureza, el mundo reflejado en el se desfifurará. Para el hombre no hay sentido de tal encuentro con algo nuevo. Lo ha visto de manera errónea y conllevará a errores.

Con la fuerza de sus manos el hombre gana su capital, que trae tanto bienes materiales, como bastante daño. El hombre debe saberlo todo, y si no – no podrá guardar su fortuna.

Con la fuerza de espíritu y voluntad el hombre conoce la ciencia. Pero la ciencia también tiene sus fuertes y débiles. Cada hombre debe conocerlos para entender cómo desarrollar la ciencia y sacarla el provecho para el bien del pueblo.

Pero todo lo bueno en el mundo tiene sus límites y es importante conocerlos. Por ejemplo, no se puede asemejarse  a un hombre que se pierde el juicio al dedicarse con fanatismo a cierto asunto. Todo lo que supera los límites es malo. Los límites deben existir en todo: en la bebida y comida, en abrazos y besos, en la aspiración de acumular la riqueza, en la destreza y astucia.

Los sabios antiguos decían: “Lo que siempre te trea alegría, un día te traerá la pena”. Y que no sea un secreto que la percepción rápida y el arte de comparar las cosas son dos fuerzas que unidas le dan al hombre todo lo necesario. En ellas se esconde tanto lo bueno, como lo malo. El arribismo, la jactancia, la maldad, la falsedad y todos los demás vicios nacen por ellas.

Sabiendo distinguir lo malo y lo bueno, hombre es incapaz resistir las nefastas pasiones. No es posible resistir con la mente sola. La mente debe unirse con la voluntad para controlar las pasiones. El que domina estas dos cualidades puede dirigir la percepción y la fuerza de atracción de lo semejante, como si fueran un caballo amblador, al que sabes donde puedes confiar las riendas.

Pero si tu mente y voluntad no son grandes o si tu dispones sólo una de estas cualidades, puedes considerar que has perdido el control de las dos propiedades del espíritu. Serás como un caballero que monta un caballo salvaje y corre riesgo de chocarse contra las rocas, caer sobre las piedras o en el agua. Dios sabe donde y cuando va a ocurrir esto. No tienes otra opción que esperar la desgracia. Con los faldones de la bata ondeando al viento, dirigiendo la mirada hacia el cielo, corres, pero la humillación de tu propia impotencia te va a persiguir hasta el último minuto.



Palabra cuarenta y cuatro

 

El hombre más deplorable es el que no tiene ambiciones. Pero las ambiciones las hay varias, de la misma manera que los hombres no se parecen uno a otro: van hacia la meta de un modo distinto. Hay que decir que esta cualidad como tal educa la constancia y enriquece la mente.

Teniendo o no alguna ambición, el hombre se alegra cuando alguien le elogia. Su alma simpatiza a este hombre y no piensa si la alabanza es merecida o inmérita.  

Normalmente uno comparte sus pensamientos con las personas cercanas y espera la aprobación de su hecho o reconocimiento de sus méritos precisamente de ellos. No espera tan fuerte las alabanzas de la gente de otro ambiente. Hombre va a la fama de manera muy rara.

La mayoría de la gente tiende al bienestar. Y eso está claro.

Es una pena ver la gente que rabia por el poder o la riqueza. Para tales valen todos lo métodos para lograr el objetivo. Con la ansiedad y astucia acumulan la fortuna, ya que saben: la gente no reproba a un ricachón, incluso si este se convierte en un perro. El pueblo ha compuesto estos proverbios: “El que es rico, tiene la razón” o “El rico tiene la faz luminosa, y el pobre – la faz oscura”. Es decir, la gente considera que sólo la riqueza da la fama y respeto y tiene razón si miramos con los ojos del pueblo estepario. Pero desde el punto de vista humano – esto es tonto y erróneo.

Los hombres quieren tener fama de valientes,  sabios, hábiles, astutos, personas santas – jodzhas y molás  de la misma manera que ansian la riqueza y alabanzas... Y coneso cada uno se considera el más imprescindible para el pueblo. Hacen su elección, al definir cual de las “valores” nombradas ahora tiene mayor precio y traerá provecho. Esto no es la elección cuya necesidad para el pueblo se conoce por los libros.

La gente que se interesa por los libros sabe que primeramente hay que cuidar la pureza del alma y sólo después dedicarse al servicio a Alá y al pueblo.

¿Y hoy día los kazajos piensan en la pureza del alma? Al revés, consideran que para lograr algun objetivo hay que ser insensible, bruto.

No se ve ahora qué aprendían los kazajos y qué constituyen sus ambiciones?

 

Palabra cuarenta y cinco

 

La prueba más sólida de la existencia de Alá es que varios milenios la gente habla sobre lo mismo en diferentes lenguas: sobre el grande e infalible dios. Hay muchas religiones y todas afirman que a dios le caracterizan la justicia y el amor.

El mundo no lo crearon los hombres, ellos solamente descubren el mundo creado por Alá. La gente aspira a la más alta justicia y amor y sólo uno que confió y entendió la grandeza de Alá con sinceridad, se pone sabio. Pero precisamente confió con sinceridad, y no se obligo a creer en ello.

La natura del gombre es el amor, la justicia y la sinceridad.  La gente no puede pasar sin estos elementos. En la vida no existen situaciones sin su participación o cuando ellos no predeterminen cualquier destino humano. Así el Altísimo hizo nuestro mundo.

Incluso cuando el caballo semental cubre la yegua, en esto se manifiesta el amor.

El letrado y el sabio son el orgullo de la humanidad. Los que tienen más sentimientos e intelecto, logran a ser ellos. Nosotros no inventamos la ciencia, sino ella aparece como resultado de nuestros sentidos, observaciones y reflexiones sobre el mundo creados y organizado para nosotros.

 


[1] Literalmente significa “oreja larga”; así en sentido figurado se denominaban las noticias del pueblo.

[2] denominación de algunos pueblos que habitaron Asia Central en los siglos XV—XIX

[3] leche fermentada de yegua o de camello

[4] distrito rural en la Rusia zarista

[5] es un título de origen turco adoptado por diferentes tipos de gobernantes

[6] Instrumento musical tipo de laúd en forma de una pera, con mástil largo, popular en naciones del Asia Central;

[7] Persona muy valiente en el pueblo kazajo

[8] Hábil jinete del Cáucaso

[9] Abay, obviamente, menciona aquí solamente la cantidad de kazajos que poblaban el territorio estepario que ahora corresponde a las regiones actuales de Semipalatinsk, Pavlodarsk, región de norte de Kazajia y algunas partes de la región de Omsk. (Notas de traductor)

[10] Camello reproductor

[11] En islam – alumno, seguidor

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