Әдебиеттi ешкiм мақтаныш үшiн жазбайды, ол мiнезден туады, ұлтының қажетiн өтейдi сөйтiп...
Ахмет Байтұрсынұлы

02.12.2013 1602

Mailin Beyimbet "Un Paso"

Негізгі тіл: Un Paso

Бастапқы авторы: Un Paso

Аударма авторы: not specified

Дата: 02.12.2013

I

     A la hora crepúsculo los cinco habitantes de la aldea se reunieron cerca del corral de Aleke.

Hacía frió como en otoño. El viento que sopló durante todo el día pasaba hasta los huesos, pero por la tarde se calmó, y el hielo un poco pelaba la cara.
En la aldea todo está bullicioso como es habitual por la tarde: la gente se está ajetreando, relinchan los caballos, mugen las vacas, balan las ovejas. Las mujeres ordeñan las vacas, los hombres buscan sus ovejas en un gran rebaño, que acaba de volver del pasto, las muchachitas, retumbando los cubos, van por agua. Alguna persona maldice a otra. “!Qué desaparezca toda tu familia!" – desea alguien; "!qué te rompes tu crisma!" inmediatamente se oye la respuesta;  otro injuria los vástagos de alguien a la séptima generación; en alguna parte lloriquea un niño: "Abuela, quiero pa-a-an!".  Y todos esos gritos, improperios, llantos desaparecen sin dejar huellas, se disuelven en el ajetreo diario de la tarde de la aldea estepario...

 Parecía que cinco hombres se detuvieron cerca del corral sólo para admirar esa situación tan querida por sus corazones; esa vida les debe haber parecido un paraíso; no soñaban con cosas mejores, y si todo eso pudiera permanecer intacto, eterno, inconmovible, habrían estado felices con todo lo que hay en el mundo.
Apretando el pecho en un bordón blanco, estaba allí el  mismo Aleke con un treuj[1] encasquetado muy bajo, casi en las cejas. A su lado, con las manos metidas en los bolsillos, tomando tabaco y escupiendo con jactancia a todos los lados, estaba su hijo Zhumagul con unas de mejillas rosadas, grasosas de suciedad.

- Bueno, ¿qué dices, que han hecho con el Vólostnoy[2]? preguntó Aleke.

Zhumagul escupió el chicle y concluyó:
- Tan pronto como el porro de poder se deslizó de las manos de Sarsenbay, Syzdyk, hijo de Omar, corrió a la ciudad, se encontró con los gobernadores. Es que allí  se encuentra Kurdegey, que antes era Vólostnoy. ¿Recuerdas como él  sacó de la cárcel a Akram?... Y ahora también ocupa un buen puesto. Resulta que Syzdyk le conoció cuando él todavía era juez. Así pues, como su viejo amigo le hizo lo todo...
-Entonces, ¿está seguro que le retirarán?
- Dicen que sí. Todas las cosas parecen estar entregadas a su candidato. Pero el secretario Comité Ejecutivo de Vólost lo niega decididamente. Dice que el hijo de Bay...
- ¿Y quién es éste, el secretario?
- El hijo de Ibray de la aldea Beisen.

- Uh, lo conozco, lo conozco... Este es el mismo idiota que vivía en la casa de Sateke, era maestro y trataba de prohibir el urazu1[3]. Desde el principio tuvo la reputación de un sedicioso y un pendenciero. Al llegar, comenzó a instigar al pueblo. ¡Oh, Dios mío Mió! ¡Qué castigo! ¡ojala qué la tonta plebe comience a levantar cabeza! ¡ hasta dónde hemos llegado si al hijo de Ibray se le ocurrió a dirigir a la gente!..

Y Aleke suspiró. Puede ser, que está recordando los adorados viejos tiempos. Las cosas que hizo cuando él era un juez-bey y Ahmet - Vólostnoy.
Oh-oy ya pasó ese tiempo de oro!..
Nurgali guardaba el silencio escuchando la conversación entre padre e hijo. Él es un maestro en esta aldea. Este es un hombre de estatura mediana, fornido, con una cara morena. Llevaba un viejo, desgastado abrigo y la gorra en la cabeza. Los cabellos largos y rizados salían por debajo de la gorra.

El secretario de Comité Ejecutivo de Vólost se llama Amanbay. Él es un viejo amigo de Nurgali. Hace mucho estudiaban juntos en la madraza, crecían juntos, se educaban. Ellos eran amigos e incluso correligionarios. Luego, cuando comenzaron a enseñar, durante mucho tiempo tenían correspondencia. Desde la infancia Amanbay era el más capaz de todos los alumnos. Siempre se enteraba primero de todo lo nuevo. Contando algo a Nurgali, siempre daba su opinión. Ante los ojos de Nurgali Amanbay era el primer cantor del coro, cabecilla, instructor.

Ahora Nurgali odia a Amanbay. Cree que Amanbay traicionó su antigua amistad, oyó sus relaciones de compañerismo.
El año pasado Nurgali daba clases en una aldea de Uskenbay - es el divertido de todos los alrededores. Aquí, según se dice, había las chicas – distracción para el alma, y ​​el kumis – distracción para el cuerpo. En aquella aldea Nurgali no vivía sino gozaba  de felicidad completa.
Pero alguien envió a hurtadillas una queja al Comité Ejecutivo de Vólost, que, pues, el maestro no sólo enseña a los niños sino ronda a las mujeres, bebe arak[4], juega a las cartas... El presidente del Comité Ejecutivo de Vólost tuvo con él una cita, amonestó mucho y decidió trasladarle a otro lugar. Tenía por delante la separación con su aldea favorito y con todas sus tentaciones. Lo que le esperaba en el futuro - solo Alá lo sabía.

Entonces Nurgali perdió la paciencia, corrió a ver a su viejo amigo Amanbay, y empezó a rogarle: "Ayúdame... No me trasladen". Pero Amanbay, en lugar de compadecerle y ayudarle, comenzó a reprenderle: "La amistad es una cosa, querido mío, y el trabajo es otra. ¡Has hecho tales cosas, que no es poco el trasladarte, sino mantenerte lejos de la escuela!"A partir de ese día, Nurgali odiaba a su viejo amigo. La ofensa hacia Amanbay pronto se extendió entre todos los comunistas y entre la gente que le simpatizaba. Él creía que el partido atrae a las personas con el dinero o con un cargo lucrativo. Se consideraba un verdadero héroe nacional. Y se consolaba con la convicción de que sin tales jinetes como él, las aldeas de Kazajstán ya hace tiempo hubieran perdido su primordial, eviterno orden.

Aleke levantó un poco la cabeza y miró con obvio con aire de burla a su maestro, que se estaba abrigando agazapándose de frío, como si fuera un mojado ruso pescador en la pesca.
- Oye, mulá, ¿Parece que estudiabas juntos con el hijo de Ibray? ¿Qué relaciones tienen?
- Sí, nos conocemos... - Nurgali murmuró.
- No estoy preguntando de esto. Quiero saber si puedes, si es necesario de alguna manera influir en él.
En las palabras y la sonrisa de Aleke apareció por un segundo el reproche: "¿Acaso tú, pobre hombre, eres capaz de hacer algo?"
Nurgali dio cuenta de que eludir no era nada provechoso y que sería mejor decir la verdad.
- No, estamos en desacuerdo con él. No me hace caso. Todos los comunistas se sienten jefes. Nos miran con desprecio...
- Parece que ustedes están en desacuerdo casualmente- intervino Erbosyn - porque, de hecho, los comunistas no están contra de los maestros. ¿Quién abrió una escuela en esta aldea? ¡El comunista Zhuman! En cada carta se pregunta:
"¿Qué tal la escuela? Si el maestro es bueno". Si los comunistas se enfadaran con los maestros, no se lo habría escrito...

Erbosyn aún estaba indiferentemente aparte y se pasaba la mano por barba. Se hacía el efecto de que estaba ocupado solamente por sus pensamientos. Y el hecho de que él tan inesperadamente haya ofendido al maestro claramente no le había gustado ni a Aleke, ni a su hijo, ni al mismo Nurgali. Los tres le desencajaron los ojos.
- Ereke sabe todo en el mundo - sarcásticamente comentó Zhumagul.
- Uh, a él lo defiende el nuevo gobierno. ¡El mimado! ¿Quién lo puede saber si no sabe él? - Se burló Aleke.
Las mofas enojaron a Erbosyn.
- No importa si soy defendido o mimado. Creo que no es un problema grave si les cuento lo que sé. En mi opinión, los comunistas no son así como les presenta el maestro. Por ejemplo Zhuman es el comunista, pero cuando llega a casa, él - como dicen - con las leñas entra y con la ceniza  se va. No huye del trabajo. Pero miren ¡qué puesto ocupa! No es pareja para muchos. Es un jefe destacado, pero no se jacta ante los ojos de otras personas...
- ¿O tal vez simplemente no lo has visto? A veces le apodera tal orgullo que no nota la presencia de otra gente. ¿Qué dices de eso? abatió Zhumagul.
- Para nosotros no es tan ufano. Y si no le importan otras personas, entonces se trata probablemente de bays y sus servidores. Por eso nadie le considera arrogante...
-¡Uu, que te trague la tierra! ¡Que tus palabras infames se conviertan en piedras en tu garganta! Apenas pasa algo - inmediatamente empiezan azuzar unos contra otros: ¡los beys, los pobres! Bueno, ¿y que lograrás con esto?. Lo notamos tus Soviets ayudaron al pobre. ¿Qué le dieron, el ganado? ¿No? ¿O el arado? ¿O la grada? Impusieron la multa a todos quien tiene por lo menos cinco o seis cabezas de ganado, ¡eso es el único bien de tus Soviets!. Hace un año en la reunión de las aldeas Zhuman hablaba tanto, que parecía que quería construir un paraíso. ¿Y qué hizo? Bueno, él abrió una escuela. Y ya está. Y aún no había podido encontrar el lugar hasta que no se edificaron en mi casa...

- ¡En tu casa! - Cortó Erbosyn. - ¡Cualquiera diría que los has dejado entrar gratis a tu casa! ¡por ello tu les cobras!
Aleke se indignó:
- ¿Qué pierdas dice este cachorro lleno de mierda? ¡ que pensáis que me moriría sin vuestro dinero! ¿Me rezagaría? Ingratos! ¡Ingratos! ¡se olvidan de toda la bondad! Les di un hogar para que enseñen a sus hijitos de puta, y ellos que...
Zhumagul interrumpió a su padre. ¿Para qué gastar palabras para tales personas como Erbosyn? ¿Es digno de tal honor? ¿Quién es, este Erbosyn? ¡Es su propio peón! Un rastrero, a quien antes no le daban ni pisar el umbral. Y ahora, ves, ¡se atreve a oponerse a bey! ¡A su viejo señor! ¡Dios, qué vergüenza! ¡Qué deshonra!...

Al escuchar esta breve pelotera, el maestro Nurgali hizo una conclusión: Aleke es un hombre respetable, bondadoso, honorable, y Erbosyn es una calavera, un hombre indigno y desagradecido...
Con la puesta del sol todos se fueron a sus casas
. La nuera de bey Kulbarsha estaba en el zaguán cerca del samovar, de cuyos tubito surgían unas brillantes llamas. En el crepúsculo reflejando ese resplandor una mujer joven se parecía a una virgen celestial. En cualquier caso, al profesor le parecía precisamente eso. Nurgali sin ganas no apartaba la mirada de ella. La veía todos los días, pero no creía que pudiera ser tan hermosa. "Hmm... debería, tal vez, tenerlo en cuenta, "- pensó...

 

II

 

El bazar estaba en su apogeo cuando Zhumagul y Nurgali entraron en la ciudad. En realidad, no era una ciudad, sino un gran pueblo. En el mercado se reunieron en su mayoría los rusos de las aldeas de los alrededores y de las aldeas de los kazajos. Sin embargo, había allí más kazajos que  rusos, y el comercio de los kazajos pasaba más vivamente. Los Kazajos destazaron reses y vendían la carne; el tabaco nasibay[5] y otras baratijas y ropas también vendían los kazajos; los tártaros y los rusos tenían el comercio más grande. Tenían los artículos.
En dos carretas habían amontonados unos odres. Es evidente, que venían de las aldeas cercanas con su kumis. Los ojos de las mujeres lagrimean. Agazapándose de frío se abrigan en las zaleas. Pero, ¿quién es capaz de beber kumis cuando hace tanto frío? La gente pasa y pasa de largo. Una abuela de ojos reventones detiene a cada persona y repite:

-¡Hey, Tamyr, kumis - zhaksy! ¡Kumis karoshi, kumis sladkiy kay!...

Se agita, bulle el bazar. Todo el mundo quiere ganar, encontrar, obtener algo. Tales mercados  son comunes para todos las aldeas. Especialmente en aquellos donde la cooperativa funciona mal.
La mayor animación se ve en aquella parte del mercado donde se vende alcohol. Cuando dos personas cierran un trato inmediatamente aparece la gente para remojar el acuerdo.
- ¡Dale magarych[6]! dice ruso.
- ¡Dabey Myagarysh[7]! - les apoyan los kazajos.
Varias personas - rusos y kazajos mezclados- se establecieron cerca del arbá[8]  y juntos disfrutaron "belogolovki[9]". No les inmutaba nada ni el frío, ni los brillantes copos de nieve. Tenían calor, estaban alegres, estaban rojos

, con las mejillas ardiendo.

En la esquina del bazar se encontraba un carro, a su lado - dos botellas de vodka. También había pan, cebolla. Un  kazajo de mediana edad con una barba bien cortada entorna los rasgados ojos guiñándolos y sonríe:
- Ea, hala, Iván, vamos a beber. Solo una vez vivimos en este mundo.
El Barbirrojo Iván vació el vaso de un solo trago, se atragantó, hizo fu, sacudió la cabeza y por si acaso murmuró:
- ¡Sí, sí!.. Es tan...
Iván miró a su alrededor, gritó con alegría:
- Hey, Zhumagulka... ¡Ven aquí!

Apresurando, tropezando, corrió hasta Zhumagul. Allí también bebieron: Zhumagul, Nurgali, su viejo tamir[10]-herrero de la ciudad. Zhumagul llenó un vaso para Iván, el segundo dio a Nurgali.

-                    ¡Hala, bebamos!
Bebieron. Y luego bebieron otra vez. Una botella, después otra. El Arak va bien. Bien vierte arak. Ya se equivocaron en la cuenta. La gente corre de un lado para otro. Los peatones observan a los borrachos, sonriendo. No se entiende: o envidian, o reprueben, o se burlan. Un kazajo con la barba aguda se embriagó y comenzó a molestar a Zhumagul:
- ¡Eres el hijo de bey! ¡Myrza [11]! ¿Qué demonios eres tú myrza? Si yo fuera Myrza... ¿Justo, Iván?..
Si yo fuera Mirza, apreté todos los mendigos así...Me convertiría en vólostnoy... ¿Justo, Iván?.. Visitaría a Iván... ¡Iván! ¿Si voy a tu casa, me darás el kalach[12]?.. A mi me darás kalach; y yo te daré Arak... ¿no? ¿Eh?..
Primeramente Zhumagul escuchó obedientemente el delirio ebrio de su compañero de juerga, pero pronto su paciencia se agotó. Además, también estaba demasiado borracho.

- ¡No me enseñes como ser myrza! - dijo apasionado.
- ¡No, soy yo quien te va a enseñar!
- ¡Ni lo pienses!
- ¡Puedo enseñar no solo a ti, sino a tu padre!
- ¡Muérdete la lengua!
- ¡A que no!
En este momento la discusión se terminó y empezó la pelea.
Nurgali apenas los separó y le arrastró a Zhumagul hasta su carro. El borracho Zhumagul no quería oír nada, pero se inflamaba aún más. Nurgali también se emborrachó, sus ojos se nublaron, todo empezó a balancearse, girar, pero apartando a los camorristas, se desembriagó un poco y se dio cuenta de que revolcarse estando ebrio en un mercado frecuentado  era lo peor. No vaya a ser que le vea alguien del Comité Ejecutivo de Vólost, entonces inmediatamente le echarían de la escuela.
Dos muchachos jóvenes - cuando Nurgali estaba borracho no podía ver con claridad - pasaron, sonriendo.
- ¡Oh, Como esta tumbado Myrza!

Y, de hecho, Zhumagul estaba echado pintorescamente: se extendió, dispersó sus pies y manos y  se acurrucó hacia el carro. Uno de los transeúntes se quedó pasmado. Y dijo:
- ¡Oh, sí, es el mismo maestro de la aldea!
Nurgali rápidamente se dio la vuelta. Si no lo hiciera –van a cotillear sin fin.
- Mirza se emborrachó, ¡puede pasar! Pero a un maestro le tiene que dar vergüenza tambalearse borracho por el bazar. señaló otro.
" ¿Será cierto que estoy tan borracho? - pensé Nurgali. - ¿Acaso me bamboleo tanto?" Él aflojó los dedos que sujetaban la barandilla del carro, y apenas pudo mantenerse en pie...

Se despertó Zhumagul y levantó la cabeza:
- ¡Mulá, lleva arak!
El caballo estaba en el camino hacia la aldea. Cada uno tenía en su bolsillo de seno una botella de vodka. Comenzaron a beber directamente en el carro. Zhumagul comenzó a recuperarse. Al principio apenas podía mover la lengua, pero poco a poco su murmullo empezó a tener sentido:
- Yo soy Myrza. El hijo de bey. Tengo mucho ganado. Mi padre es viejo, pronto espichará. Y entonces todas las ovejas serán mías... Doscientos caballos. Veinte buenos corceles. Hey, mulá, ¿conoces a mi caballo moro amblador? ¡Es un excelente amblador!  Es hijo de la yegua de bayo oscuro. Si fuera Vólostnoy, saldría de casa en una troica de caballos moros. ¡Con las campanitas! ¿Has visto mi carruaje? Es la ofrenda de mi esposa. Y la mujer mía, es guapa, ¿no? ¿Qué dices, mulá? ¡Oh, y cómo me ama!.. ¡Está chiflada por mi! Hey, Mulá, dime: cuando sea Vólostnoy, ¿vas a trabajar como mi escribano? ya no había vasos por eso bebían de la botella. Después de cada trago a Zhumagul le parecía que estaba ahogándose, atracándose, enrojeciendo... El caballo se detuvo de repente.

Un pequeño gordito anciano se acercó al carro:
- Querido Zhumagul, tengo que hablar contigo...
Zhumagul clavó sus ojos. Trató de saltar del carro, lanzarse sobre el viejo, pero Nurgali no le permitió. Entonces Zhumagul arrojó una botella al anciano. La botella voló sobre su cabeza, chocó con el carro, se hizo añicos.
- ¡Oh, con que esas! - Dijo el anciano, se sentó en un carro, golpeó los caballos y se fue...
Zhumagul rompió en carcajadas. En ese momento, el maestro empezó a odiar a Mirza. O le molestaba su risa,  o el hecho de que el lanzó una botella al anciano.

-                     ¿por qué cometes tonterías? ¿Estás endiablado? ¿No? ¡Cálmate! - Dijo.
Zhumagul, sacudiendo la cabeza, miró a su amigo, movió sus labios y… escupió en su cara. ¡Fu! El maestro, sin embargo, no lo escupió para responder. Puede ser, que respetó a myrza, o tal vez tuvo miedo. Incluso no sentía ni la ira, ni la ofensa... Algo le pareció, los pensamientos se hicieron un lío, confundieron, como si hubiera hundido en algún lugar...
- ¿Qué es eso? ¡Bájese! se oyó la voz.
Nurgali se despertó, abrió los ojos. Ya era de noche. El caballo se detuvo en el corral. Cerca de él estaba Kulbarsha estaba claro si ella sonreía o estaba enfadada. Nurgali reunió todas sus fuerzas y también le sonrió. Mirza inconciente se cayó a través del carro.

-                     ¡Qué vergüenza!  rebeló Kulbarsha.
En otau en la yurta de recién casados - susurraba un samovar. Nurgali se sentó en el dastrakhan[13], durante mucho tiempo bebía té. Lo mucho que bebía y hablaba, él no lo sabía. Sólo sentía que, y bebió mucho y hablaba aún más. A veces echaba unas miradas a la nuera de bey, y ella le sonrió extrañamente, entonces sentía un vago temblor y hablaba con más ardor...
Kulbarsha le hizo una cama en un lugar de honor. Nurgali se desnudó y se metió en la cama. Ella le cubrió con una manta acolchada y quería irse, pero él la llamó.
- ¡Zhengey, ven aquí!..
- ¿Qué pasa?- Preguntó ella inocentemente, inclinándose hacia él. Él la agarró por el brazo y tiró hacia sí.

-                     Oybay... deshonrada... Lánguidamente alargó ella. ¿Y si nos van a ver?
Su voz, sin embargo, sonaba débil, y el maestro no oyó nada. Obtuvo la nuera de bey...
Luego se despertó de nuevo. En yurta todo permanecía en la oscuridad completa. Alguien parecía lamer sus mejillas y el cuello.
"¿De dónde salió este perro?" - Pensó, y se acordó de Kulbarshu en sus brazos. Ella le apretó más fuerte.
- ¿Qué ha hecho usted conmigo?.. Me ha deshonrado... susurró calurosamente.

Y de nuevo los besos, otra vez los abrazos ardientes...

 

III

- Bueno, maestro ¿cuánto pones?
El descarnado, flaco, como una cerilla, moreno jinete, barajaba las cartas, dirigió su astuta juguetona mirada a Nurgali.
- Cinco rublos.
- Pero tú ya debes los cinco ...
- Bueno, entonces, diez rublos.
- ¡Dame el dinero!
- reparte las cartas, el dinero no va a desaparecer.
- ah, no. de eso ¡ni hablar! No doy a crédito... - El delgado jinete  se volvió del maestro y le preguntó a su vecino.

-¿Cuánto pones?

Había mucha gente. Los mejores jinetes de la aldea se reunieron para jugar las cartas. Jugaba Zhumagul. Jugado y aulnay[14].
Mantenerse fuera del juego por la culpa de la falta de dinero parecía al maestro muy ofensivo, lo consideraba indigno. El odiaba al avaro banquero, como un perro rabioso. Nurgali tocó la rodilla de Aulnay.
- Dame veinte rublos.
- Vamos, cariño, no va a funcionar. Aun no me has devuelto treinta rublos.
- Cuando reciba mi salario te los devolveré.
-Pero tu salario son solo treinta rublos. ¿Y el resto de donde los sacarás?

Los jinetes que oyeron esta conversación, empezaron a burlarse. Alguien divergiéndose gritó a los jovencitos que estaban cerca de la puerta:

- Hey, chicos, llamen al cochero. El maestro se quedó sin dinero.
El banquero abrió dos cartas ante los ojos de Nurgali. Una de ellos era el as de oro.
-pobre no tiene suerte... Si tuviera el dinero sería “el incendio[15]... - Se sonrió uno de los jugadores.
Nurgali se enojó, estaba a punto de salir, pero no podía dejar el juego. El banquero abrió ocho cartas, la siguiente era " novena ola". Suavemente la sacó de la baraja, la miró de reojo y alegre golpeó con la fuerza el fieltro. Hasta se levantó el polvo. Resultó que era el "¡incendio!".
- Hey, maestro, no tienes suerte. ¡Desafortunado! los jugadores comenzaron a hacer ruido.
Nurgali se levantó de un salto y corrió hacia el patio.

El aire puro inmediatamente le dio ánimo después del vaciado aire de choza. Nurgali desabotonó el abrigo para que fuera más fácil respirar y se quedó pensativo. Volver no tiene sentido. Nadie le prestaría dinero. Tal vez la más razonable resultaría ir a los festejos, sentarse allí, galantear con las chicas, con las jovencitas. Al pensar en eso Nurgali recordó a Dilda, la hermana de Zhuman. Una mujer madura de tez muy fina. Todos sus rasgos la distinguen de las otras chicas: su risa, su modo de andar, los modales, su comportamiento. Desde hace que Nurgali vivía en esta aldea, la vio de verdad solo una vez. Los padres de Zhuman son muy acogedores, buenas personas. A toda la gente educada y culta le consideran los amigos cercanos de su hijo y siempre la invitaban a visitar su casa. El viernes pasado invitaron a Nurgali. Antes estando a distancia no prestaba atención a la mujer joven, pero en aquel momento la miro de cerca con interés.

La pequeña escasa chavola estaba repleta. Cuando Nurgali entró, el aire viciado le golpeó en la cara. Lámpara colgante daba la luz irregular. La llama de fuego en la mecha se movió, estremeció y estuvo a punto de apagarse.
En el umbral se amontonaron los niños. Al ver al maestro, le dejaron el espacio y le dejaron pasar. Cerca de la estufa estaban sentadas las chicas y las mujercitas. Justo al lado se encontraban los jóvenes.
- Llegó el maestro - dijo alguien.

Todos le miraron con asombro. Nurgali tardó un poco y se sentó al frente de Dilda.
Se divertían jugando al "manos calientes." Los cabecillas una chica y el jinete - caminaron a través de las filas, agitando los cinturones torcidos. Le tocó a Dilda.
- Presta la mano- dijo el jinete, dirigiéndose hacia  la chica.
- Apiádese, pégueme suave... La piel se me va a romper... - sonrió Dilda y apenas saco la manita de debajo de las mangas largas.
- ¿Quién?
- Un hombre que está al frente. - Dilda señaló a Nurgali.

El maestro, sonriendo,  mansamente alargó la mano.

El joven le puso la mano sobre la palma de la chica. Ella de labios grueso y cara aplastada enrolló el cinturón y sin pesar y con gran satisfacción le dejo ir un riendazo que el pobre Nurgali saltó del dolor.

-    ¡¡¡Eyyy! De esta maneras me matarás, - le dijo él.

La trompuda le mostró los dientes:

-    reponde: ¿quién?

-    El hombre de enfrente! – inmediatamente le respondió Nurgali.

Nurgali y Dilda se lanzaban los turnos una y otra vez, las manos estaban que les ardían. Dilda mirándolo con malicias le suplicó:

-    ¿Pueda ser diga otro nombre?..

Y al instante este nombró otro. El juego continuaba

Los jóvenes conversaban, cuchicheaban se reían, secreteaban. Y de repente fue la chica o el chico que dijo:

-    ¡Cual agilidad!. Que se declaren al mor y que lo demás se vaya al carajo...

 

 

Y todos se callaron

Dilda y Nurgali que estaban sentado unos delante del otro se quedaron callados por largo tiempo.

-          ¿usted seguramente es de los jugadores de carta empedernidos?

Nurgali se encogió, le parecía que la…dama de oro.

-          Si los aldeanos me prestaran 20 rublos, yo me llevaría toda la apuesta- pensó él, pero la pena lo ahogó y maldijo a los aldeanos,  al banquero, a los otros jugadores y a él mismo.

Dilda sin esperar la repuesta, de nuevo preguntó:

-          ¿acaso usted no es comunista?

-          ¿Por qué usted lo pregunta?

-          Por nada simplemente se me vino a la cabeza, ya que los comunistas no deben jugar a las cartas. Mi hermano no juega a las cartas ni mucho menos bebe arak.

-          ¿usted quiere que yo me convierta en un bienaventurado sofi?

-          ¿pero que tiene que ver aquí un sofi? En mi opinión, nadie debe jugar a las cartas y beber arak hasta la lujuria. ¿Dónde está lo bueno en perder hasta la última moneda oxidada que posees?

Quería decir que Dilda hablaba de él, sin rencor ante nadie. Nurgali estaba listo a explotar y decirle unas cuantas impertinencias  a está chica y salir tirando la puerta. Pero él no se mosquiteó, el estaba sumiso, triste como si estuviera hechizado. Pareciera que con sus sonrisas y simples palabras esta chica lo hubiera hechizado y desvanecido su voluntad. ¿Es que la chica le estaba llamando al arrepentimiento?. ¿podría el enmendarse?.

El se puso sombrío.

-    ¿ usted ha visto a mi hermano?. - le preguntó ella.

-    No, no lo he visto.

-    Tiene que conocerle. Mi hermano es muy bueno, cuando él llega a la aldea todos se le acercan, le piden consejos y el les da los consejos necesarios, aclara todo y explica.

 

Dilda le contó largamente sobre su hermano, pareciera como si el le hubiera enseñado todos los conocimientos. Incluso ahora ella sabía leer un poquito de ruso. De cualquier manera su hermano le traía periódicos y revistas cada vez que el venía o sea conocimiento tenia de sobra.

-    No ha leído que en la revista “igualdad de derechos de la mujer” escribieron de que un jinete se le declaró a una chica y al cabo de un tiempo la engañó... está claro que las promesas de los hombres no cuestan nada, - se echó a reír repentinamente Dilda.

-    Usted esta calumniando a todos los hombres, los habemos los que no somos malos.

-    Desde luego. No estoy hablando que todos son así, aunque la mayoría lo son. Hasta ahora nos miran a lo antiguo. En la realidad que los hombres son mas picaros que las mujeres. La picardía y la maldad la llevan en la sangre..

-    ¡Venga, usted está hablando como que si toda su vida haya sido ofendida por los hombres!

-    yo en lo particular, no he sido ofendida por los hombres, pero he visto muchas mujeres humilladas y su dolor lo siento como si fuera el mío.

Nurgali no discutió, temió que no podía y el consintió:

-    sí, sí.. usted está en la razón.

Un joven que estaba sentado cerca de la puerta entonó una canción:

si mi faja fuera mala, pero mía es,

Yo les canto aunque me obliguen a cantar,

¿Como vivir se puede, mi adoradа?,

Si por muchos meses tu rostro no lo puedo ver.

Cuando comenzó a amanecer todos empezaron a dispersarse. Dilda despidiéndose de Nusgaly le pregunto:

-    ¿usted vendrá mañana?

-    Vendré, - contestó alegremente Nurgali.

-    Le esperaré. Yo tengo muchos libros, revista periódicos los cuales podremos leer juntos...

 

Ya anochecía. En la choza estaba oscura, el lugar de honor lo ocupaba Amanbay con los pies tendidos. Al lado de él estaba Nurgali y junto Zhuman.

-   Yo no lo culpo, - continúo Zhuman. – a usted lo han confundido estafadores y bellacos. Usted se ha convertido un instrumento de ellos. Ellos nunca reconocerán sus malas intenciones. Para ellos es necesario acometer sus intereses sin ningún escrúpulos. A ellos les interesa ridiculizar al maestro y después amansarlo para ellos. Esa es la razón porque se le pegan a usted.

-   sí-í... – suspiro prolongadamente Amanbay, pero se quedo callado.

Zhuman hizo algunos sorbos y expiró el humo, continuó hablando:

-   Por un lado, los maestros de las aldeas caen en la trampa por falta de reflexión y miopía. ¿con qué objetivo se crearon las escuelas? ¿Hacía quién van dirigidos los conocimientos del maestro? ¿cómo el debe trabajar y que debe alcanzar? Todo esto el maestro lo debe saber rotundamente. Si la persona no sabe para quién y para que trabaja, entonces de él no saldrá nada provechoso. Todo sería sin sentido. De los maestros se exige mucho ya que ellos son los guías culturales de las aldeas. Sí nosotros queremos construir el comunismo e implementar la economía soviética, debemos antes que todo lograr la victoria intelectual de todos. El único camino es la escuela.

Pero muchas de nuestras escuelas no cumples sus objetivos. El año pasado abrimos una escuela en nuestra aldea y se recibe que seis meses los niños no estudiaron un solo día. No había local. Fue utilizada como una antesala de los beys y  adecuada para eventos menudos dejando a los niños en la calle. Y así, ¿qué provechos tenemos de este maestro? La gente de la aldea ahora piensa distinto, han elevado su conciencia y ahora saben quien es su amigo y su enemigo. Nadie se niega a hacer cosas de provecho. La cuestión es saber dirigir. ¿acaso no podemos construir una escuela común con nuestras propias manos? En esta aldea tenemos doce patios de ellos 15 son de pobres y campesinos medios. Si estos 15 se unen fácilmente pueden construir una escuela. Lo importante es comenzar a despertar la conciencia en las personas. ¿a quién le vendrá esto a bien, si no al maestro? El maestro debe ser inicio de todo comienzo en todas las aldeas. Su tarea es despertar la conciencia social, orientar al pueblo a hacer el bien, de lo contrario, las exigencias se las presentan al mismo maestro.

Zhuman, terminaba de fumar su cigarrillo y miraba de reojo a Nurgali, parecía que pensaba si sus palabras habían llegado a Nurgali, o bien, habían sido pronunciadas en vano» Nurgali sudando de perplejidad e incomodidad escuchaba:

Amanbay encogió los pies tomo la palabra de Zhuman

-    digas lo que digas! Pero los maestros son culpables, se han vueltos perezosos, muchos no quieren aprender nada, incluso no se suscriben en los periódicos. Es más aun, cuando vino la persona encargada del abonado, entre la mayoría de los maestros no se encontraba quienes tuvieran los dos rublos para suscribirse. Realmente el gobierno se preocupa cada año anuncia nuevos cursos de capacitación, pero nadie asiste a ellos por que argumentan que tienen ocupaciones domesticas que les impiden desplazarse. Pero les veras bebiendo por la aldeas yendo de huésped de un lugar a otro. Aunque en efecto hay quienes sienten nostalgia del pasado, a ellos el estado soviético y sus actividades les hace enfadarse. Sin embargo, ni siquiera pueden explicar con claridad qué es lo que no les gusta y por qué. Uno se la echa al otro. Al parecer, así se dijo, así lo quiere el estado. Y si así lo quiere pues es porque debe ser así. Entonces, ¿quién es ese maestro, si se está metiendo en tramas del digo que te diré? Aquí tenemos, por ejemplo a Nurgali. Es probable que no lo conozcáis, pero yo le conozco muy bien. Fuimos juntos a la escuela. Éramos Amigos eran. A menudo soñábamos, "Oh, vamos a ser profesores, encontraremos la razón a los pies, nos desarrollaremos y le llevaremos la verdad al pueblo. En aquel entonces eso era imposible, pero ahora, bajo el régimen soviético, todas las cosa que habíamos soñado se cumplieron, cuando fuimos al seminario de profesores. ¿Dí que no fue así? Amаnbay miró severamente a Nurgali, y este se estremeció contestándole:

-    si, así fue.

-    ¿ Entonces, explícame tu comportamiento actual? Porque en seis meses no les has enseñado nada a los niños. Solo haces la mueca de que andas de aquí para allá en los caballos de Zhumagul y Daulbay. Por lo menos escribe una carta de disculpa. Te has convertido en su discípulo... y como te presentaste ante nosotros? Eh, desde luego que tu me ofendes. ¡Dime! ¿acaso te estoy regañando sin razón? ¿Acaso te estoy criticando tu comportamiento incorrectamente?. ¡dímelo?. ¡A!.

-    oy, estás siendo demasiado fuerte con él, - se rió Zhuman.

-    no, - protesto Nurgali. – déjalo que hable. El tiene la razón. Realmente yo soy culpable. No solo yo me he confundido si no también a los jóvenes de la aldea los he metido en esto, con mi ejemplo. Créanme yo lo he comprendido, y no hoy, sino desde hace tres mese o dos que entendí lo que está pasando. Encontré un ángel bondadoso que directamente me dijo en cara todos mis pecados. Me amparo con sus alas y trató de enseñarme el verdadero camino. Llegué a aclarar muchas cosas, pero ahora con vuestras palabras mis ojos se han abierto completamente... si les digo algo me lo creerían?

Nurgali miraba al uno y al otro con los ojos brillantes.

-    habla... pueda ser y te creamos.

-    Allá ustedes, pero sepan: desde el día de hoy no existirá más el viejo Nurgali. Yo ahora soy otro el nuevo Nurgali como si hubiera nacido de nuevo. Lo juro, que desde este momento estoy con ustedes... y que trabajaré de la mano y hombro a hombro!

Amanbay salto fulguroso y le dio unas palmadas por la espalda.

-    Bravo, Nurgali!  Yo sabía que no podía perder las esperanzas por ti!

Dilda entró en silencio por la puerta.

-    Por qué ustedes están sentado en este sofocante calor? En la calle esta bien fresco! Desahóguense un poco.

Nurgali esta emocionado como si se hubiera quitado un peso de encima. Ahora al mirar a Dilda totalmente se lleno de regocijo.

-    ¿Ustedes conocen el ángel que me ha salvado? – preguntó él entusiasmado.

-    Lo sabemos! – sonrió Zhuman.

-    Quién es? – se sorprendió curiosamente Amanbay.

-    Aquí está! – mostrando a Dilda. – este es mi ángel de la guarda. Fue la primera que me enseño mis errores. Después me obligo a leer periódicos, revistas, libros. Primeramente esto lo hacía para complacerle, pero después lo hacía para  mi mismo. Ella fue la que me aconsejó escribirle a Zhuman, hablar, conversar con él. Estoy en deuda ante ella!

V

 

Una escuela nueva, recién construida. Una habitación amplia con cuatro ventanas. Los escritorios están en filas. En la pared - en frente de la entrada hay un retrato de Lenin, encuadrado con las flores.
Vino mucha  gente: los ancianos, las mujeres de edad, los jóvenes, los niños toda la aldea se reunió. Nurgali se levantó, puso sus puños sobre la mesa, miró a su alrededor y dijo:
- Hoy es el cuatro de octubre. Nuestra gran fiesta - el séptimo aniversario de Kazajstán soviético. Por delante nos espera otro día grande - décimo aniversario de la Gran Revolución de Octubre. Para este día queríamos construir una escuela en nuestra aldea. Gracias al entusiasmo de la juventud y la ayuda constante de los habitantes de la aldea hemos cumplido nuestra promesa - finalizamos la construcción en vísperas del famoso toy de Kazajstán. Siempre nos apoyaban y las autoridades. Nos abastecieron de todas las cosas necesarias, nos entregaron gratuitos los materiales para construcción, enviaron los pupitres y otros elementos escolares. ¡Le agradezco en nombre de toda la administración escolar a cada persona que tomó parte en la construcción de escuela, que nos apoyaba tanto!.

Los niños se alinearon solemnemente, gritaron "¡hurra!" y aplaudieron.
Un zumbido recorrió las filas. Algunos se emocionaron por la elocuencia del maestro, otros admiraron el hecho de que el maestro, se negó de seis meses de vacaciones de verano, llegó al invernadero, para supervisar la construcción.
- ¡Resultó un jinete del Cáucaso!. ¡Terminó todo!.
Se levantó Erbosyn:
- Quiero decir algo. El año pasado nuestro bey, - a propósito está aquí - se burló de , decía, muéstrame, ¿qué es lo bueno que nos han dado tus Soviéticos?. Así que quiero mostrarle. Aleke, mira, ¿se puede ver ahora que tenemos gracias al poder Soviético?.
Aleke se estremeció, se inclinó hacia delante en su bastón y refunfuñó:
- ¿Por qué te metes conmigo, quieres zaparme en vivo?.

Seriamente se levantó respetado anciano Kystaubay:
- ¡Ya, los laicos! Hubo un tiempo cuando mirábamos con recelo a los jóvenes. La regañábamos, quejábamos en ella. Incluso decíamos que el mundo se cae a pedazos, y no hay que esperar nada bueno ya. El año pasado, cuando el maestro vino a nuestra aldea, me quedé bastante alicaído. Un día tuve que ir a ver a Aleksei. En el camino, me encontré con el maestro y Zhumagul – el hijo de bey. Entonces no tenía té y azúcar. Así que pide a Zhumagul que me prestara un poco. ¡Cómo me tiró la botella de arak, casi me mato!. Después de me sentía muy ofendido por el maestro. No creía que podría ser una persona buena. Afortunadamente, yo estaba equivocado. Llegó el buen tiempo y rectificó a nuestro maestro. Y cuando se transformó el maestro. Le empezó a seguir la juventud. Dejaron las cartas. Olvidaron de arak. Se pusieron a trabajar. Hoy estamos abriendo una nueva escuela. La construyeron los jóvenes, por supuesto, pero ¿quién dirigió a los jóvenes? ¡El maestro!. Y ahora le doy las gracias de todo mi corazón. ¡Vamos, hijo, que siempre te acompaña la suerte! ¡Que cumplen todos tus buenos deseos!. Es una bendición que le doy a nuestro maestro.
Los jóvenes aplaudieron. Parecía que el techo explotaría de tanto ruido. Luego hubo un concierto: los escolares cantaban, recitaban poesías.

Las mujeres que se reunieron en la celebración, se sentaron separados, un poco aparte. Entre ellos se encontraba Dilda. Explicaba algo, algo contaba. Una muchacha curiosa preguntó en voz baja:
- Erkezhan-ay, dices que vas a casarte con el maestro. ¿Es eso cierto?.
- ¿Y qué? se río malignamente Dilda.
- No, lo pregunto sin ninguna intención... No encontrarás un mejor jinete.
Kulbarsha se sorprendió su conversación. Y palideció muchísimo, y así miró a Dilda, como si quisiera quemarla con una mirada...
Al día siguiente comenzaron las clases. Había un montón de gestiones. Nurgali, alegre, emocionado, sentó a los niños que rellenaron las aldeas. Al llamar a la puerta, entró Dilda. Sonrió:
- ¡Enhorabuena!
- ¡Gracias! - Dijo Nurgali. – ¡Te felicito también! Vamos, ayúdame. Vamos a trabajar juntos.

 

1927

 



[1] gorro con orejeras

[2] Volost - la unidad inferior de la división administrativa y territorial de Rusia (hasta 1929). Volostnoy - funcionario electoral principal de volost.

[3] Una fiesta musulmana.

[4] una bebida alcohólica destilada e incolora

[5] El tipo de tabaco rapé

[6] adehala

[7] Dale magarych

[8] carro alto de dos ruedas

[9] vodka

[10] amigo

[11] señor

[12] tipo de bollo en forma de rosca

[13] espacio donde se come.

[14] alcalde

[15] Término del juego “novena ola”

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