¿De quién se burla hoy en día el tiempo? Del Bai que posee más de mil caballos, de Mirza, que finge en el Dastarkhan ser muy noble, de las bellas hijas de los Bai llenas de esnobismo. Aplastados agudamente por el tiempo y esparcidos como un mechón de lana y obligados a pensar en un pedazo de pan y ropa para encubrir su vergüenza.
Entre las cuarenta familias de Karykbol, ¿habría alguna que pudiese comparar con esa de Zhaylybai? Syrlybai su padre era también imponente y corpulento -. Siempre se decía de él: "Bai corpulento, como un camello." Después de su muerte en las cuarenta yurtas de Karykbol con mucho más celo empezaron a honrar al cadáver sagrado. Los ancianos y las mujeres de edad al final de cada oración pedían a Dios de otorgarles beneficios "por el fiel y justo Syrlyeke." Antes de emprender un viaje largo, jóvenes y ancianos oraban sobre sus cenizas. Las muchachas jóvenes, incluso bajo amenaza de ejecución, no se atrevieron a poner en sus bocas pecadoras su santo nombre, ni siquiera pronunciaban las palabras que comenzaban con la sílaba "Syr".
Por ejemplo, en vez de "syrly-ayak" - pintado tazón
- Decían "boyauly-ayak" - tazón pintado. En resumen, Syrlybai tenía toda la suerte- en este mundo era - Bai, y en el otro - estaba en el paraíso.
Syrlybai fue reemplazado por Zhaylybai. En riqueza aun superó a su padre. Todos escuchaban su boca. Y Zhaylybai recibió honores y gloria. El poder y la justicia, también, estaban en sus manos. El caso fue decidido pero no se tuvo en cuenta.
Pero... el tiempo pasa, dicen los ancianos. Alrededor todo cambió.
Todo fue demolido y después se irguió de nuevo, las piernas en la cabeza, y la cabeza –en los pies. Este terrible flujo barrió a Zhaylybai y barrió las vacas fuera de los establos, se llevó a las ovejas de sus rebaños. Y sin ningún ganado – no hay fortuna ni felicidad. Y sin esto, ¿cuál es el punto en el poder?
Sin darse cuenta Zhaylybai se encontró en las afueras. Las personas que hasta recientemente hicieron todos sus caprichos, ahora ni querían escucharlo.
Los pobres estaban jubilosos.
Zhaylybai estaba afligido.
Cada vez más, suspiraba sobre el pasado.
- ¡Eh-Ay, los tiempos!
Y luego el todo giró alrededor del Bai, el destino le dio la espalda y Alá no tuvo ni piedad ni misericordia. Todo se vino abajo. Fue una pérdida total de Zhaylybai: el abuelo y la fama, y un sinnúmero de rebaños. Ahora tenía solo una preocupación: cómo no morir de hambre. Y además un nuevo jefe de aul superpuso tales impuestos como para aullar. Y todas las reuniones se celebraron en el aul de Zhaylybai. Y todos los gastos amontonaban sobre él.
La Baibishe de Zhaylybai tenía un alma amplio y generoso. Pero ¿cuánto tiempo puede aguantar?
- ¿Por qué la gente no piensa acerca de Dios? - Se desesperó.
- ¿No ven que somos pobres?
Pero los pobres ahora eran completamente descarados. Y se olvidaron de Dios y del miedo.
- ¿Qué hacen tanto ruido? - Decían -. Hemos sufrido, ahora ustedes tienen que sufrir. ¿No nos han intimidado bastante? Y si nosotros tomamos, es porque es nuestro. Lo que nos fue tomado y saqueado.
¿Qué se puede decir de esto?
Es cierto lo que se solía decir en los viejos tiempos: la riqueza está en el ganado. Una vez que el ganado está perdido también el respeto lo está. La gente ya no venera más el santo y omnipotente espíritu de su padre. Las mujeres de caras sucias, las esposas de los pastores, sin dudar y sin vergüenza empezaron a decir el
nombre Syrlybai, y ahora, para colmos, en lugar de decir "boyaul ayak"- Tazón pintado, se limitaban a decir " syrly”- Tazón pintado.
-¡O santo antepasado! Su nombre claro fue ensuciado por los canallas, ¡manoseado como un fragmento sucio! ¡Ay Ay, los tiempos, los tiempos!.. – Suspiraron difícilmente Baibishe y el Bai, mientras sus corazones se destrozaban por el dolor y las quejas.
Si... los tiempos han cambiado. Nada no alegra, ni relaja. Una vez más, hubo una reunión. Solo los pobres y descalzos se reunieron. Anteriormente, se reunían los Bai de rango, muy corpulentos, los Mirza orgullosos y dignos, y ahora sólo sinvergüenzas, vestidos con pieles de oveja que huelen muy mal, y gritan de la garganta. No hay honor ni cortesía, a nadie, ni siquiera a los ancianos. Los jóvenes mocosos se oponen a los ancianos:
- ¡Ustedes – son alborotadores! ¡Con vientres insaciables!
De un lado se sentó Baykaska, flaco y pálido, con una barba marrón y punteada. No hace mucho que todos le temían, le sonreían, le trataban de un modo servil. Y ahora solamente mirarlo es patético. No un hombre – sino un lisiado. Sólo abrió la boca y rápidamente fue silenciado:
- No le damos la palabra. Y no tome el lado de los ladrones.
O por ejemplo Erkozha. Él no era Bai, pero siempre bailaba bajo la melodía del Bai y trataba de organizar la gente común. Ahora empezaba a decir, "Yo. ...” – cuando los mendigos le saltaron por todos los lados:
- Usted se junta con los ladrones, usted es un sirviente de ladrones.
Bueno, ¿qué se puedes hacer aquí?
¡Los malos tiempos han llegado!
Un hombre de baja estatura, pelirrojo pero con una cara que demuestra importancia se acercó con unos papeles:
- ¿Dónde está Zhaylybai?
- ¿Y para que lo necesita?
- Tengo un documento de la corte.
- ¿Qué es eso?
Engañó a su peón. Según la denuncia el tribunal dictaminó: pagarle mil rublos de oro.
- ¡Vaya lío! Apyrmay, ¡Por lo menos teman de Dios! ¡Por lo menos del Espíritu Santo se avergüencen! ¿Dónde se ha visto que paguen a un peón mil rublos?
Zhaylybai lloró. Baibishe gimió. No ha pasado mucho tiempo que el nombre Zhaylybai era conocido por todos los clanes de Kazajstán, y ahora amenazaron con apoderarse del esqueleto negro de la yurta y el fieltro carcomido, como multa.
¡Ay-Ay, los tiempos, los tiempos!